~~*~~
De
segundas oportunidades a clubes que se preparan para otros torneos
Iwaizumi
sintió un vuelco en el corazón cuando Oikawa dijo su nombre. No iba a negar que
le emocionó verle ahí, afuera de su casa, con esa expresión taciturna que muy
contadas veces ha visto cruzar esa cara bonita.
Venga, no hay necesidad de ser hipócrita con sus sentimientos, tampoco es que
los esté revelando sin más. Por el contrario, procuró endurecer su mirada y no
mostrar ni un ápice de las emociones que seguían sacudiendo su interior.
–
¿Qué quieres?
–
¿Podríamos hablar?
–
No tenemos nada de qué hablar, Oikawa.
–
Sí que tenemos. Por favor, Iwa-chan.
–
No me llames así, el “Iwa-chan” al que le podías mostrar tal confianza no está
disponible para ti.
Oikawa
asintió. Era un tipo de lo peor, el mundo podía catalogarlo así, pero todavía
tenía resquicios de honestidad. Además, esos días separado de Iwaizumi sí que le han hecho darse cuenta de varias
cosas. La más importante: está enamorado. Hasta la médula, profundamente
enamorado de Hajime Iwaizumi. Oikawa torció una sonrisa, algo en esta curva no
terminaba de transmitirle un verdadero sentimiento a Iwaizumi, le resultaba
indescifrable en realidad. Tenía vestigios de su egocentrismo, pero también
algo parecido a la melancolía, o el arrepentimiento quizá.
–
Iwaizumi, ¿podrías perdonar todo lo que he hecho últimamente? – Oikawa dijo
repentinamente, arrodillado y con la frente pegada al piso de entrada. Humillado, avergonzado.
–
Levántate, que te humilles de esa manera no cambia nada, Oikawa… – Iwaizumi
desvió la mirada. Honestamente, si en algún momento pensó que ver de esta
manera a Oikawa le haría sentir mejor, ahora comprendía que no era así.
–
Pero Iwaizumi, en verdad quiero tu perdón.
–
¿Y por eso sigues siendo el mismo bribón de siempre? Venías de estar con una
chica, ¿verdad?
Oikawa
no pudo evitar estremecerse con incomodidad y culpa. Una parte de él habría
querido dejar eso como un terrible
episodio pasado sobre el cual no hay que volver. Pero lo había pasado por alto
también, lo observador que Iwaizumi podía ser. Es verdad, en el club Oikawa no
es el único cerebro, Iwaizumi es tan
inteligente o más que él, aunque con un carácter bastante difícil cuando
quiere.
Iwaizumi
se mordió la parte interna de la mejilla. Odia esto de él mismo, odia la
actitud arrogante de Oikawa, claro que la odia. Pero al mismo tiempo le gusta.
¡Joder, sí! ¡Ama y odia todo de Oikawa! Sus habilidades, sus defectos, sus
puntos débiles y fuertes a partes iguales. Pero no puede, perdonarle que corra
a los brazos de otras, no puede. Y él lo sabe, sus ropas desaliñadas, su
peinado desordenado, el lipstick en el cuello de su camiseta, los rastros en su
mejilla. Iwaizumi tensó los puños, Oikawa viene a pedirle perdón cuando acaba
de estar con alguna chica.
–
Te odio, Oikawa. Por venir aquí después de haberlo hecho con una chica
cualquiera.
–
¡No! Iwaizumi, no hice nada. Nunca he hecho nada con nadie excepto contigo.
–
¡No me mientas!
–
¡Te lo juro! ¡Incluso si es solo sexo, siempre, siempre ha sido contigo Hajime!
–
¡Joder, Oikawa! ¡No te entiendo! ¡No entiendo ni una mierda tu forma de querer!
¡Si es ahora, si fue antes, si será después! ¡Odio que no decidas amarme con
algo de respeto! ¡Qué flirtees solo porque puedes hacerlo, porque todas esas
chicas te miran y gritan por ti! ¡Odio pensar que siempre será así! ¡Discutir y
volver a estar juntos para qué! ¡Para qué, Tooru!
Oikawa
se levantó rápidamente –ya que aún había estado arrodillado pidiendo perdón– y
se le fue encima, entrando junto a Iwaizumi en la casa de éste, consciente de
que los padres del otro no están. Iwaizumi pensó que le besaría a la fuerza,
como la última vez que discutieron. Y estaba seguro de que si Oikawa lo hacía, él
honestamente terminaría respondiéndole. Porque, pese a todo, no puede negar
echarle en falta, extrañar su calor, el fuego abrasador de su pasión. Y aprieta
los labios como lo hace con sus ojos, se odia por ser tan débil. Tan débil, que
podría llorar.
Sin
embargo, Oikawa no le besa a la fuerza, ni siquiera intenta hacer más nada que
esto. Abrazarle. Los brazos de Oikawa rodean sus hombros y tiemblan mientras le
apresan súbitamente con desesperación. Iwaizumi nunca le había visto así, tan vulnerable. Aún así, teme confiar, teme
ablandarse y darle el mínimo chance de volver a entrar en su vida con aquella
insensatez. Así que le deja, pero no devuelve el gesto desesperado en forma de
abrazo.
–
Te Amo, Iwa-chan.
–
Tales palabras viniendo de ti, no valen nada Oikawa.
–
Lo sé. Soy mierda, ¿verdad? Tú lo has dicho, me odias.
Iwaizumi
tuvo que morderse los labios para no decirle que, aunque podía decir que lo
odiaba, lo amaba aún más.
–
¿Qué viniste a buscar, Oikawa?
–
Yo, quiero tu perdón.
–
No voy a dártelo.
–
Mantendré la esperanza. Por favor, déjame ser egoísta una vez más y pensar que
me perdonarás. Después de todo, sigues siendo mi novio Iwaizumi Hajime.
–
¿Qué?
–
Nosotros, no terminamos aquella vez.
–
¡Claro que lo hicimos! – Exclamó comenzando a enojarse. Sin embargo, la fuerza
con que el abrazo de Oikawa le contenía no le daba espacio para zafarse… –
Oikawa… – Gruñó entre dientes, perdiendo la paciencia.
–
No terminamos Iwa-chan. No lo hicimos… – Insistió, con voz baja y su rostro
enterrado en el hueco entre hombro y cuello del otro. Entonces una lágrima de
impotencia y desesperación rodó por su mejilla, y a esta le siguieron más hasta
que finalmente comenzó a humedecer la piel y ropa de Iwaizumi… – Nunca lo
dijimos, ni tú ni yo. Así que, no hemos terminado.
–
Tú, imbécil… – Iwaizumi intentó sonar tan duro como antes, pero no pudo lograr
que su voz sonara molesta, sino más bien temblorosa.
…flashback…
Pero es verdad también.
Es incapaz de renunciar a Iwaizumi. Y
él sabe cuán presuntuoso y egoísta es este pensamiento. Iwaizumi le empuja con
fuerza rompiendo el beso forzado, y cuando está por atacarle de nuevo, el
moreno le estampa un puñetazo en la mejilla haciéndole caer hacia atrás. Oikawa
sintió el sabor cromado de la sangre en su boca, le ha partido la parte interna
de la mejilla.
–
¿Y ahora qué, Oikawa? ¿Vas a violarme?
Incuso
si Iwaizumi ha sonado molesto, Oikawa le conoce lo suficiente como para
reconocer también el tono dolido en su
voz. Al levantar la mirada, descubre también en los ojos oscuros de su novio
algo que nunca creyó ver en estas pupilas férreas, temor. ¿En verdad le cree capaz de forzarle a tener sexo?
–
Iwa-chan…
–
¡Cállate! ¡Haz sobrepasado todo límite, Oikawa! ¡No te me acerques más,
imbécil!
Oikawa
le vio limpiarse los labios con rudeza, había un poco de sangre en ellos por su
culpa, realmente se ha pasado. Y qué ha conseguido, no solo hacerle enojar,
sino también marcar una línea que hasta ahora había sido invisible, inexistente
quizá.
–
Iwaizumi, espera.
–
¡Claro que no! ¡Te lo dije, solo estamos autodestruyéndonos con esta relación
Oikawa!
–
¡No voy a terminar contigo!
–
¡Por qué no!
–
Porque tú eres mío, y no pienso dejar que nadie más te toque. ¿Entiendes?
¡Nadie!
–
¡Acaso soy tu juguete!
–
¡Eres mi novio! ¡Mío, mío!
Ambos
estaban respirando completamente fuera de control, agitados por los gritos, por
la desesperación, por la poca comunicación. Oikawa quiso sujetar a Iwaizumi y
éste respondió zafándose de un tirón, dando media vuelta y alejándose veloz.
Oikawa volvió a llamarle varias veces, pero Iwaizumi no había mirado atrás.
Entonces Oikawa había decidido –egoístamente– mostrarle que era el único que
podía mirarle como lo hacía, y pensó
–aún más egoístamente– que sería Iwaizumi quien vendría a él muerto de celos a
reclamar también que se pertenecen.
El
resto, ya lo sabemos.
…flashback…
–
Lo sé, todos los insultos posibles, eso soy yo Iwa-chan.
–
Deja de llamarme así, Oikawa.
–
Estás enojado conmigo. Y tienes toda la razón para estarlo. No lo niego.
Tampoco es que esté esperando que realmente me perdones ahora. Pero yo, creo
que no podía hacer otra cosa más que venir aquí, contigo. Sí, es verdad que
estaba con una chica, y es verdad que pensé “ah mierda, tendré sexo con ella”…
– Oikawa sintió el cuerpo de Iwaizumi tensarse entre sus brazos… – Lo pensé, y
lo intenté, pero no pude. No solo mi cuerpo no reaccionó ni conseguí una
erección; mi corazón se sentía vacío y frío, no podía hacer otra cosa que
pensar en ti.
–
Mentiroso…
–
Lo sé, lo sé. No tienes que creerme, pero me conformo ahora con que me
escuches.
–
Oikawa, no te entiendo.
–
Tampoco yo me entiendo, honestamente no Iwa-chan. Pero sin ti, mi mundo no
tiene sentido, no gira en el sentido adecuado, se estanca y es demasiado
terrorífico. Mi vida sin ti es como un pozo negro, frío y solitario. Ni todas
las chicas y sus adulaciones falsas podrían jamás compararse con lo que tú me
das.
–
Tú, no te atrevas a decir esas cosas ahora. No, no voy a perdonarte.
–
Ya te dije, no necesitas hacerlo, me conformo con que escuches… – Oikawa sonrió
suavemente, sorbiendo la nariz porque el llanto había sido cruel con su imagen… – ¿Me odias? ¿En verdad lo haces, Iwa-chan?
–
N-no… idiota. Solo detesto algunas actitudes tuyas.
–
Me alegra… – Oikawa afianzó un poco más el abrazo, más no tenía el mismo
sentimiento de antes, era como si estuviese aliviado… – Iwa-chan no me odia,
cuando tienes todo para hacerlo. Estoy feliz, ¿puedo estarlo, Iwa-chan?
–
Haz lo que quieras, Kusokawa.
Oikawa
asintió, derramando otras lágrimas contra el cuello de Iwaizumi. Era demasiado,
demasiado afortunado de tenerle, de que no le odie, de que no le aleje. Oikawa
sabe, que Iwaizumi sigue queriéndole. Pero sabe también cuánto ha dañado ese cariño.
Y ahora, le toca hacer méritos para poder tenerle de vuelta otra vez. Y
entonces, no joderla nunca más.
--//--
Datekou
Una
vez todos instalados en los dormitorios que estarían ocupando durante su
estancia en esta ciudad, los chicos se encontraron con los jugadores del club.
Moniwa sigue siendo el capitán, y Aone aún impone con su altura y la expresión
seria de su cara. Futakuchi y Kamasaki tampoco han cambiado, y el resto de los
jugadores del club son chicos amigables, aunque ahora hay unas cuantas caras
nuevas.
–
Como es domingo, el entrenador ha dicho que quiere que les llevemos a conocer
algunos lugares de la ciudad. Hemos pensado que lo mejor sería dividirnos en
grupos… – Moniwa comenzó a explicar. A sus espaldas, Futakuchi parloteaba algo
con Aone y sus murmullos estaban haciéndole perder la paciencia… – Podemos
dejarlo a la suerte, o puede ser simplemente que cada quien elija con quién ir.
Nos dividiremos… – Venita en la sien comenzando a palpitar, que por los sonidos
ya se estaba imaginando lo que Futakuchi está haciendo con Aone, calentándole la cabeza con ideas de cita
seguramente… – Nos dividiremos de la siguiente manera. Futakuchi con Kamasaki
encabezarán un grupo.
–
¡Qué! – Exclamaron los nombrados. Futakuchi haciendo puchero reclamaba que él
quería hacer pareja con Aone… – Yo
pensé que estaría contigo, Kaname… – Kamasaki dijo mirándole con ojos de
cachorro abandonado.
–
Pues no, se hará como digo…
Mientras
los chicos de Datekou discutían la
clasificación de grupos, Karasuno y Nekoma miraban, algunos con aire distraído,
otros con aire divertido. Al final, se dividieron en grupos tal como Moniwa
indicó, lo que significó que Aone y Futakuchi fueron separados; y de la misma
manera el capitán tuvo que renunciar
a la compañía de su novio.
De
este modo, Moniwa y Aone encabezaron un grupo donde iban Daichi, Sugawara,
Kuroo, Kenma, Inuoka y Shibayama. Mientras que con Futakuchi y Kamasaki se
anexaron Asahi, Nishinoya, Yaku, Lev, Ennoshita y Tanaka. Y en otro grupo se
agregaron Yamamoto, Tsukishima, Yamaguchi, Kageyama y Hinata que iban con dos
más de los jugadores del club, a saber Obara y Sakunami, cuyas personalidades
parecían ser más bien algo tímidas. Shimizu por su parte se fue en el grupo de
los entrenadores junto a Takeda sensei y el entrenador Ukai.
–
Noya-san, tengo curiosidad de algo desde el campamento interescolar. ¿Puedo
preguntarte algo sobre Sugawara-san? – Futakuchi preguntó repentinamente,
mientras comían en un restaurante local más tarde.
–
Si es sobre Suga-san no puedo prometerte que respondería… – Nishinoya dijo
honestamente, mirando de soslayo a Azumane, que ya se imaginaban lo que podría
ser.
–
Bueno, pero preguntaré de todas formas. ¿Cuál es la razón por la que no juega más?
¿Está lesionado? ¿Por qué está ganando algo de peso?
–
Esa no fue una pregunta, fueron varias.
–
Lo sé, ¡pero es que quiero saber~!
–
Puedes preguntarle a Suga-san cuando volvamos a encontrarnos todos. Si él te lo
dice podrás satisfacer tu curiosidad, pero yo no puedo hacer nada al respecto.
Futakuchi
volvió a hacer pucheros. Era injusto que Karasuno tuviera un secreto de
naturaleza tan misteriosa y él no tuviera ni una sola pista. Sin embargo, desde
el incidente en el campamento cuando se realizó uno de los juegos y Sugawara
terminó llorando por un inocente comentario de Yaku, la curiosidad de todos era
superior.
–
Kamasaki-san, ¿puedes convencer a Moniwa-san de preguntarle a Sugawara-san
ahora? ¡Ellos están juntos!
–
¿Qué acaso no puedes esperar?
–
No~
–
Demonios, cuándo te volviste tan mimado e insolente, Futakuchi. Ah espera, no
necesitas decirme, desde que sales con Aone eres así. Te está malcriando ese
chico, tendré que hablar seriamente con él.
–
¡No le digas nada~! ¡Aone está perfecto tal cual es~! deja que me malcríe… –
Más pucheros.
–
Yaku-san, ¿también te estoy malcriando?
–
Qué demonios, mocoso… – Tics nerviosos del líbero de Nekoma… – Cuándo me has
visto actuar mimado.
–
Bueno, no sé. Pero últimamente estás de mucho mejor humor. Los chicos lo dicen,
puedes preguntarles.
–
¿De mejor humor? – Más tics nerviosos… – ¡Qué acaso me la pasaba malhumorado!
–
Pues sí. Pero ahora eres más mono
cuando haces berrinche por lo que te digo~ – Osadamente, Lev le estampó un beso
en la mejilla. Y el aura de Yaku se levantó casi asesina.
Nishinoya
se estaba divirtiendo con estos chicos. Le tocó definitivamente el mejor grupo.
Por otro lado, Azumane se limitaba a observar, y aunque también se divertía,
estaba un poco cansado. No, no es que Nishinoya siga tan sexualmente activo
como hace aún unos días, por el contrario, no han tenido relaciones desde
entonces; y la razón por la que está cansado es que tuvo que dedicar mucho
tiempo al estudio y a apoyar al negocio familiar.
–
Y la única razón por la que he decidido
seguir con mis estudios eres tú, Yuu. Si algún día tenemos familia propia,
quiero darles más de lo que mis padres me han dado a mí, así que tengo que
esforzarme… – Pensaba, mientras las bromas entre los chicos hacían estallar
risas en la mesa.
Por
otro lado, el grupo donde Kageyama, Hinata, Tsukishima, Yamaguchi y Yamamoto
están, es el más extraño de todos.
Hinata se siente un poco fuera de lugar, no tiene nadie con quien bromear
cómodamente, Tsukishima y Yamaguchi viven en su mundo, Yamamoto no parece estar
mejor que él entre ellos y Kageyama está conversando tranquilamente con los
chicos de Datekou que no han dejado de hacerle preguntas acerca de cómo logra
hacer levantadas tan perfectas. En
realidad, Hinata está comenzando a sentirse un poco celoso de la atención que
Kageyama está recibiendo, y no es que él quiera esa atención, es que le molesta
que su novio sea el centro de ella.
–
Kageyama…
–
Qué.
–
Me aburro.
–
¿Ah?
–
Oh, ¿en serio estás aburrido, Hinata-kun? Pero estamos comiendo, en cuanto
terminemos iremos a conocer otros sitios. Hay una zona comercial aquí cerca
donde hay un local de juegos muy entretenido. ¡Va a gustarles! – Intentaron
animarle los anfitriones, sin embargo el pelinaranja no mostró demasiado
interés. Lo único que quería era que ese entusiasmo dejara de estar dirigido a
su pelinegro novio.
De
ese modo, la primer tarde en Datekou fue transcurriendo en los diferentes
grupos. El grupo de Moniwa fue el más relajado. Y finalmente el capitán de
Datekou supo el tan misterioso secreto del por qué Sugawara había dejado de ser
jugador en Karasuno para formar parte del equipo de managers.
–
No tenía intención de ser indiscreto, pero como capitán del club anfitrión me
sentí en la responsabilidad de saber si debíamos tener algún cuidado especial
contigo, Sugawara-kun.
–
Está bien, en realidad eres un chico muy confiable, por eso es que no he tenido
reparo en contártelo.
–
¿Cuánto tienes?
–
Casi cinco meses.
–
¿Es pesado? Quiero decir, siendo un chico.
–
Lo he llevado bastante bien en realidad, porque Daichi está conmigo, y también
cuento con el apoyo de mis amigos y nuestras familias. Estoy lleno de amor, así
que eso facilita todo.
–
Es increíble. Por lo que he visto, creo que serás un papi ejemplar para tu
bebé.
–
Gracias… – El peliplatino sonrió sonrojándose por el cumplido… – Moniwa-kun,
¿cómo crees que se lo tomarían otros chicos? Como tus compañeros, por ejemplo.
–
Mh, creo que Futakuchi se emocionaría mucho. Y sería feliz por el simple hecho
de saberlo. Él ha estado curioso al respecto desde el campamento interescolar.
Los demás se lo tomarían bien, al menos con respeto.
–
Está bien, de ese modo si la noticia llega a ellos no me sentiré preocupado… –
Sugawara dijo con una sonrisa amable, y Moniwa entendió que le estaba dando luz
verde por si tenía intención de contarlo a sus amigos en el club.
…
Al
llegar la noche, los chicos del club anfitrión se despidieron de sus invitados
con la consigna de volver a reunirse a media tarde del día siguiente para
comenzar con algunos partidos de prácticas después de las clases básicas.
Distribuidos en dormitorios diferentes, Nekoma y Karasuno se dispusieron a
descansar después de un domingo realmente entretenido.
En
el dormitorio de Karasuno la mayoría se ha ido a los baños para ducharse antes
de dormir, excepto uno de ellos que todavía está preocupado por un pequeño –gran– detalle. Hinata, y sus
inexistentes pijamas. Por lo que debate si ha de dormir en ropa interior
solamente, o si debería usar las sudaderas de Kageyama, lo que no deja de ser
vergonzoso a morir.
–
Oye, Hinata.
–
¡Me asustaste, Kageyama!
–
Te la has pasado sorprendiéndote cada que te hablo y tienes la mirada centrada
en tu bolso. Qué narices te pasa, ¿se te olvidó algo acaso? ¿Qué es? ¿Cepillo
dental, ropa interior? Puedo ayudarte a conseguir lo que sea que te haga falta.
–
No, no es eso… – Murmuró sonrojándose ni bien escuchó “cepillo dental”.
Pareciera que toda la vida ese objeto le recordaría su hermosa primera vez con Kageyama.
–
Entonces, qué pasa.
–
Es que… – Hinata se mordió el labio inferior con gesto avergonzado… – Kageyama,
¿recuerdas las sudaderas que me has prestado?
–
Sí, qué con ellas.
–
Por qué nunca me has pedido que te las devuelva.
–
Porque las tienes contigo por alguna razón, y no es como si las necesitara,
tengo más de ellas.
–
Entonces, es como si… ¿está bien si las conservo?
–
Pues, sí… – Kageyama murmuró avergonzándose también, girando el rostro para no
mirarle a los ojos.
–
Tienes una forma muy rara de ser romántico, Kageyama.
–
No es que lo esté intentando en realidad, Hinata.
–
Oye, Tobio… – El pelinaranja sintió que sus mejillas se calentaron todavía más
por el simple hecho de llamarle por su nombre. Y no es como si el rostro del
pelinegro estuviera menos tinturado de carmín… – Dormirás cerca de mí, ¿verdad?
–
Cl-claro, colocaré mi futón pegado al tuyo, Shoyo… – Y entonces es turno del
pelinaranja de enrojecer furiosamente cuando escucha su nombre de labios de su
novio… – ¿Ya está solucionado el asunto que te tenía preocupado?
–
¡Sí! Así que no digas nada cuando veas mi pijama,
¿de acuerdo?
–
Qué debería de decir.
–
¡Solo te lo estoy advirtiendo~!
–
Vale, vale. Vamos a ducharnos, nos están esperando los demás y ya sabes que
Daichi-san no tolera demasiado que hagamos lo que queramos.
–
Sí, sí. Aunque con Suga-san en su centro de atención, tal vez ni se dé cuenta.
En
las duchas, Sawamura observó a la pareja llegar y los escudriñó con la mirada.
Hinata se arrepintió de sus anteriores palabras, seguro que el capitán tenía un
ojo puesto en todos aunque esté más que centrado en el peliplatino.
El
momento en las duchas transcurrió sin demasiado contratiempo. Con las bromas de
siempre de Nishinoya y el exceso de energía de Hinata. Así como los repentinos
celos de Tanaka y su interminable sonrojo al ver desnudo a Ennoshita. Nishinoya
no perdió oportunidad para hostigarle
con sus comentarios pícaros. Tuskishima de momento se estaba salvando, junto a
Kageyama; de ser los blancos certeros del arsenal de comentarios de Nishinoya,
así que por eso se unían de tanto a ellos, aunque con su debida precaución
porque Tanaka seguía siendo el senpai. Por su parte, Yamaguchi estaba más que
tranquilo, todo estaba donde debía. Cada pieza en su lugar.
Ya
al volver a la habitación, secaron sus cabellos con toallas, ayudándose todos
entre sí. Luego, cuando finalmente se iban a meter a sus respectivos futones en
el amplio dormitorio, Hinata salió al baño a cambiarse por su pijama, a diferencia del resto que desde
la ducha ya se había cambiado; pero el pelinaranja ha pretendido esperar hasta
ahora, así al volver las luces ya estarían apagadas. Sin embargo, la cosa no
fue así. Y cuando se apareció por el dormitorio con su pijama, Kageyama se sonrojó tanto como él cuando el comentario de
Nishinoya dio justo en el blanco.
–
¿Acaso estás usando una sudadera de Kageyama? – Y es que le quedaba enorme por
todas partes la prenda. Cuando el rojo explotó en los rostros de ambos chicos,
Nishinoya torció una sonrisa pícara, pero guardó cualquier otro comentario
porque ya había hecho bastantes travesuras
el día de hoy.
Hinata
corrió a meterse bajo las mantas de su futón, y Kageyama le imitó. Terminaron
acostados de medio lado, frente a frente, mirándose con el rostro colorado de
vergüenza. Cuando ningún otro comentario vino y las luces fueron apagadas por el
capitán –cuya mirada fulminante había sido la verdadera razón por la que ya
nadie dijo nada, que Tsukishima se ha quedado con las ganas de soltar un poco
de su sarcasmo–, las manos de los adolescentes se encontraron fuera de las
mantas.
–
Maldición, se ve tan adorable en mi ropa.
Creo que comenzaré a “prestarle” también algunas de mis blusas. Y a
secuestrarlo más en casa cuando mis padres no están. Oh mierda, mejor dejo de
pensar o mi entrepierna comenzará a despertar.
Kageyama
tragó hondo, esta iba a ser una noche larga. Todo por culpa de Hinata y lo adorablemente sexy que lucía con su ropa
holgada. A la mañana siguiente, cuando Kageyama despertó, sentía un peso extra
sobre su pecho. Abrió los ojos y se encontró con la mata naranja de Hinata, su
novio estaba durmiendo plácidamente encima de él. Cuándo invadió su futón, no tiene ni idea. Y no es que se queje. Casi,
porque cuando se movió un poco con la intención de despertarle, vio las miradas
pícaras de Nishinoya y Tsukishima clavadas en ellos. Luego, tras incorporarse
un poco y observar mejor la posición en que se encontraban, se percató de que
las piernas de Hinata estaban al descubierto y su sudadera un poco –demasiado–
subida, tanto que dejaba ver la ropa interior.
–
Oye, Hinata. Hinata, pequeño idiota, despierta.
El
pelinaranja pestañeó lindamente al ser arrancado de los brazos de Morfeo por
los insistentes llamados del pelinegro. Abrió los ojos y perezosamente se
restregó contra el cuerpo de su novio, completamente desubicado y ajeno a la
situación, habiéndose olvidado de dónde estaban.
–
Oye, idiota, no… no te muevas así.
Kageyama
le empujó lo más delicadamente que pudo mandándole de vuelta a su futón, luego
se incorporó y trató de ignorar las risas burlonas de Nishinoya y Tsukishima.
–
Vamos, Noya; deja de molestarlos… – Azumane arrastró fuera a su novio.
–
Tsukki~ Daichi-san dice que quiere que estemos todos listos en el gimnasio en
diez minutos, así que vamos a darnos prisa con la ducha… – Yamaguchi dijo
asomándose por la puerta al dormitorio, toalla al hombro y una sonrisa
radiante. El rubio le siguió de inmediato, y tarde se percató Kageyama de que
ese tipo de oportunidades son las que pueden permitirle devolverle un poco de
todas las bromas que el de anteojos le hace.
–
Kageyama, dónde están todos.
–
Al menos ya despertaste, cómo fue que terminaste durmiendo encima de mí,
Hinata.
–
¿Lo hice?
–
Sí. Y cuando desperté, tú estabas dándole una vista muy agradable a Tsukishima y a Noya-san.
–
¿Eh?
–
Que pienso que no es lo suficientemente larga… – Farfulló señalando la
sudadera. Hinata se sonrojó cuando se dio cuenta de la forma en que se le subía
y mostraba sus piernas.
…
Por
otra parte, en Nekoma las cosas parecían estar bien. O lo que es lo mismo, esa
vez Kenma y Kuroo no habían hecho nada pervertido mientras el resto dormía. Que
Yamamoto no ha podido superar el trauma recibido durante el campamento
interescolar.
Y
esa mañana, Aoba Johsai arribó a temprana hora, reuniéndose de esta manera las
cuatro escuelas una vez más. La tensión en el club se había diluido casi
totalmente, aunque Iwaizumi y Oikawa aún continuaban separados.
–
Ah, estamos todos juntos otra vez. Realmente pienso que puede ser productiva
esta visita… – Oikawa dijo sonriente, aunque su sonrisa no era tan vigorizante
como antes… – Ahí están, Tobio-chan, Chibi-chan.
–
Gran Rey, no se te ocurra intentar
nada con mi Kageyama… – Hinata dijo a la defensiva.
–
Sí, sí. Me mantendré completamente lejos de tu novio, Chibi-chan…
A
todos les extrañó la actitud tan serena
del popular capitán de Aoba. Definitivamente algo no estaba como siempre en el
club. Unos minutos después, los entrenadores de las cuatro escuelas volvieron a
presentarse y a hablar sobre el itinerario de los partidos de prácticas, así
como los entrenamientos. Por las mañanas Karasuno, Nekoma y Aoba Johsai serían
los únicos clubes haciendo uso de los gimnasios (dos en total), ya que Datekou
se integraría por las tardes después de sus clases regulares.
–
Estaremos terminando los partidos a las siete de la tarde, luego tendrán una
hora para ducharse y la cena se servirá a las ocho. Después de eso, podrán
hacer lo que quieran hasta las diez y a esa hora deberán estar en sus
dormitorios para dormir.
–
¡Sí, señor!
Luego,
sin que ninguno de los adultos dijera nada, los tres clubes comenzaron a
organizarse para iniciar con el calentamiento. La mañana transcurrió muy bien,
con iniciativa de los adolescentes para todo, habiéndose conocido mejor desde
el campamento interescolar. Por la tarde, Datekou se unió y los partidos de
práctica se volvieron más intensos. Pero toda la debida seriedad de estos
encuentros, se disipaba fácilmente en los instantes de descanso, cuando las
conversaciones entre los adolescentes se volvían refrescantes y estaban
cargadas de bromas y risas.
De
esa manera llegó la hora de las duchas, la hora de la cena, y finalmente el
tiempo de ocio. Estando reunidos en uno de los gimnasios, la mayoría esperaba
que Oikawa propusiera algún juego, pero de pronto el chico simplemente estaba
conversando con Narita y Kinoshita.
–
Le pasa algo raro al gran rey, ¿no
crees, Kageyama?
–
Sí, pero no estoy seguro de qué será. Aunque he visto que con Iwaizumi casi no
ha estado. Será que se pelearon.
–
¿Ellos no tenían también una relación como nosotros?
–
Sí, al menos hasta el campamento eso quedó claro. Por eso digo, quizá pelearon.
–
No creí que lo diría, pero me agradaba más el Oikawa fastidioso.
Iwaizumi
estaba riendo con sus amigos, pero miraba de soslayo a Oikawa con los cuervos. Ellos seguían preguntando sobre
cómo trataba a las chicas y cómo es que nunca perdía su toque de popularidad, y
Oikawa respondía honestamente pero ahora guardaba más para sí algunos
comentarios. No quería hacer enfadar otra vez a su novio –sí, aún lo es. Es
solo que se están tomando un tiempo–.
–
¡Tengo un juego que proponer!
–
A falta de Oikawa, Futakuchi… – Murmuró entre dientes Kamasaki, Moniwa le dio
un golpecito en el costado y el muchacho en cambio sonrió inocentemente.
– Vamos a ver quién es mejor en el Juego del
Limbo.
–
¿El juego del limbo? – Preguntó Kindaichi.
–
El de la barra paralela por la que tienes que cruzar por debajo sin que tus
rodillas toquen el piso y sin usar tus manos… – Kunimi explicó.
–
Ah. Es sobre elasticidad y equilibrio, ¿verdad?
–
Básicamente. Se requiere mucha fuerza en la cadera, o conocerte algunos trucos.
–
Entonces, ¿jugamos?
–
Por qué no… – Dijeron varios. Y al final, la mayoría se anotó al dichoso
jueguito.
Todos,
excepto Sawamura y Sugawara; el primero para cuidar del segundo. Y ya sabemos
por qué Sugawara se limita con este tipo de juegos, el abultado vientre se lo
impide. Del club anfitrión no todos los jugadores se quedaron, la mayoría tenía
que volver a sus casas, pero Moniwa, Kamasaki, Futakuchi y Aone permanecieron.
–
Es ir pasando de manera individual, ¿verdad?
–
Podemos hacer las variantes que queramos. Por ejemplo, si es en parejas, uno tiene
que cargar al otro al estilo doncella,
tiene que hacer cinco sentadillas y luego pasar la barra.
–
¡Eso suena interesante!
–
¿Entonces en parejas?
–
¡Sí!
Oikawa
se mordió el labio inferior. Le encantaría jugar con Iwaizumi, pero presiente
que si se lo pide, le mandará al demonio. Más no necesitó siquiera preguntar,
Iwaizumi ya estaba en el juego emparejado con Matsukawa, lo que no le agradaba,
pero a lo que tampoco podía decir nada.
–
Parece que ha habido algunos problemas en el paraíso, Oikawa-kun.
–
Kuroo-chan, ¿vienes a burlarte de mi desgracia?
–
No, no es mi estilo. Además, se nota que ya estás padeciendo un infierno como para echarle sal a la herida.
–
Eres tan observador que me caes mal.
El
capitán de Nekoma se rió de buena gana. Oikawa frunció el ceño, realmente
estaba comenzando a molestarle que sus compañeros del club estén tan amables sirviendo de apoyo y consuelo
para Iwaizumi. ¡Sobre todo porque ellos no han terminado!
–
De capitán a capitán, enojarte y asesinar con la mirada a los que se le
acercan, no va a ayudarte para nada, Oikawa-kun.
–
Ya lo sé, pero… me es inevitable sentirme así.
–
Ahora imagina eso a la décima potencia, y no es ni la mitad de los celos y la
molestia que Iwaizumi-kun sentía cuando eras tú el que alardeaba de su
popularidad.
–
Lo dicho, eres tan observador que me caes mal.
Kuroo
volvió a reír de buena gana, le palmeó la espalda y le dio ánimos. Oikawa lo único
que quería en ese momento es que Iwaizumi le regalase una de sus miradas
cariñosas.
--//--
Esa
vez el teléfono móvil de Ikejiri ha sonado de pronto, justo cuando se preparaba
para entrar a la ducha antes de irse a dormir.
–
Buenas noches para ti, Ikejiri.
–
Fujimi, llamas inesperadamente.
–
¿No te gusta así?
–
No quise decir eso. Sí, me gusta.
–
Ikejiri, ¿puedo visitarte?
–
¿Eh?
–
Yo, estoy en Japón.
Continuará……
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