jueves, 29 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 26.



~~*~~
De segundas oportunidades a clubes que se preparan para otros torneos


Iwaizumi sintió un vuelco en el corazón cuando Oikawa dijo su nombre. No iba a negar que le emocionó verle ahí, afuera de su casa, con esa expresión taciturna que muy contadas veces ha visto cruzar esa cara bonita. Venga, no hay necesidad de ser hipócrita con sus sentimientos, tampoco es que los esté revelando sin más. Por el contrario, procuró endurecer su mirada y no mostrar ni un ápice de las emociones que seguían sacudiendo su interior.

– ¿Qué quieres?

– ¿Podríamos hablar?

– No tenemos nada de qué hablar, Oikawa.

– Sí que tenemos. Por favor, Iwa-chan.

– No me llames así, el “Iwa-chan” al que le podías mostrar tal confianza no está disponible para ti.

Oikawa asintió. Era un tipo de lo peor, el mundo podía catalogarlo así, pero todavía tenía resquicios de honestidad. Además, esos días separado de Iwaizumi sí que le han hecho darse cuenta de varias cosas. La más importante: está enamorado. Hasta la médula, profundamente enamorado de Hajime Iwaizumi. Oikawa torció una sonrisa, algo en esta curva no terminaba de transmitirle un verdadero sentimiento a Iwaizumi, le resultaba indescifrable en realidad. Tenía vestigios de su egocentrismo, pero también algo parecido a la melancolía, o el arrepentimiento quizá.

– Iwaizumi, ¿podrías perdonar todo lo que he hecho últimamente? – Oikawa dijo repentinamente, arrodillado y con la frente pegada al piso de entrada. Humillado, avergonzado.

– Levántate, que te humilles de esa manera no cambia nada, Oikawa… – Iwaizumi desvió la mirada. Honestamente, si en algún momento pensó que ver de esta manera a Oikawa le haría sentir mejor, ahora comprendía que no era así.

– Pero Iwaizumi, en verdad quiero tu perdón.

– ¿Y por eso sigues siendo el mismo bribón de siempre? Venías de estar con una chica, ¿verdad?

Oikawa no pudo evitar estremecerse con incomodidad y culpa. Una parte de él habría querido dejar eso como un terrible episodio pasado sobre el cual no hay que volver. Pero lo había pasado por alto también, lo observador que Iwaizumi podía ser. Es verdad, en el club Oikawa no es el único cerebro, Iwaizumi es tan inteligente o más que él, aunque con un carácter bastante difícil cuando quiere.

Iwaizumi se mordió la parte interna de la mejilla. Odia esto de él mismo, odia la actitud arrogante de Oikawa, claro que la odia. Pero al mismo tiempo le gusta. ¡Joder, sí! ¡Ama y odia todo de Oikawa! Sus habilidades, sus defectos, sus puntos débiles y fuertes a partes iguales. Pero no puede, perdonarle que corra a los brazos de otras, no puede. Y él lo sabe, sus ropas desaliñadas, su peinado desordenado, el lipstick en el cuello de su camiseta, los rastros en su mejilla. Iwaizumi tensó los puños, Oikawa viene a pedirle perdón cuando acaba de estar con alguna chica.

– Te odio, Oikawa. Por venir aquí después de haberlo hecho con una chica cualquiera.

– ¡No! Iwaizumi, no hice nada. Nunca he hecho nada con nadie excepto contigo.

– ¡No me mientas!

– ¡Te lo juro! ¡Incluso si es solo sexo, siempre, siempre ha sido contigo Hajime!

– ¡Joder, Oikawa! ¡No te entiendo! ¡No entiendo ni una mierda tu forma de querer! ¡Si es ahora, si fue antes, si será después! ¡Odio que no decidas amarme con algo de respeto! ¡Qué flirtees solo porque puedes hacerlo, porque todas esas chicas te miran y gritan por ti! ¡Odio pensar que siempre será así! ¡Discutir y volver a estar juntos para qué! ¡Para qué, Tooru!

Oikawa se levantó rápidamente –ya que aún había estado arrodillado pidiendo perdón– y se le fue encima, entrando junto a Iwaizumi en la casa de éste, consciente de que los padres del otro no están. Iwaizumi pensó que le besaría a la fuerza, como la última vez que discutieron. Y estaba seguro de que si Oikawa lo hacía, él honestamente terminaría respondiéndole. Porque, pese a todo, no puede negar echarle en falta, extrañar su calor, el fuego abrasador de su pasión. Y aprieta los labios como lo hace con sus ojos, se odia por ser tan débil. Tan débil, que podría llorar.

Sin embargo, Oikawa no le besa a la fuerza, ni siquiera intenta hacer más nada que esto. Abrazarle. Los brazos de Oikawa rodean sus hombros y tiemblan mientras le apresan súbitamente con desesperación. Iwaizumi nunca le había visto así, tan vulnerable. Aún así, teme confiar, teme ablandarse y darle el mínimo chance de volver a entrar en su vida con aquella insensatez. Así que le deja, pero no devuelve el gesto desesperado en forma de abrazo.

– Te Amo, Iwa-chan.

– Tales palabras viniendo de ti, no valen nada Oikawa.

– Lo sé. Soy mierda, ¿verdad? Tú lo has dicho, me odias.

Iwaizumi tuvo que morderse los labios para no decirle que, aunque podía decir que lo odiaba, lo amaba aún más.

– ¿Qué viniste a buscar, Oikawa?

– Yo, quiero tu perdón.

– No voy a dártelo.

– Mantendré la esperanza. Por favor, déjame ser egoísta una vez más y pensar que me perdonarás. Después de todo, sigues siendo mi novio Iwaizumi Hajime.

– ¿Qué?

– Nosotros, no terminamos aquella vez.

– ¡Claro que lo hicimos! – Exclamó comenzando a enojarse. Sin embargo, la fuerza con que el abrazo de Oikawa le contenía no le daba espacio para zafarse… – Oikawa… – Gruñó entre dientes, perdiendo la paciencia.

– No terminamos Iwa-chan. No lo hicimos… – Insistió, con voz baja y su rostro enterrado en el hueco entre hombro y cuello del otro. Entonces una lágrima de impotencia y desesperación rodó por su mejilla, y a esta le siguieron más hasta que finalmente comenzó a humedecer la piel y ropa de Iwaizumi… – Nunca lo dijimos, ni tú ni yo. Así que, no hemos terminado.

– Tú, imbécil… – Iwaizumi intentó sonar tan duro como antes, pero no pudo lograr que su voz sonara molesta, sino más bien temblorosa.

…flashback…

Pero es verdad también. Es incapaz de renunciar a Iwaizumi. Y él sabe cuán presuntuoso y egoísta es este pensamiento. Iwaizumi le empuja con fuerza rompiendo el beso forzado, y cuando está por atacarle de nuevo, el moreno le estampa un puñetazo en la mejilla haciéndole caer hacia atrás. Oikawa sintió el sabor cromado de la sangre en su boca, le ha partido la parte interna de la mejilla.

– ¿Y ahora qué, Oikawa? ¿Vas a violarme?

Incuso si Iwaizumi ha sonado molesto, Oikawa le conoce lo suficiente como para reconocer  también el tono dolido en su voz. Al levantar la mirada, descubre también en los ojos oscuros de su novio algo que nunca creyó ver en estas pupilas férreas, temor. ¿En verdad le cree capaz de forzarle a tener sexo?

– Iwa-chan…

– ¡Cállate! ¡Haz sobrepasado todo límite, Oikawa! ¡No te me acerques más, imbécil!

Oikawa le vio limpiarse los labios con rudeza, había un poco de sangre en ellos por su culpa, realmente se ha pasado. Y qué ha conseguido, no solo hacerle enojar, sino también marcar una línea que hasta ahora había sido invisible, inexistente quizá.

– Iwaizumi, espera.

– ¡Claro que no! ¡Te lo dije, solo estamos autodestruyéndonos con esta relación Oikawa!

– ¡No voy a terminar contigo!

– ¡Por qué no!

– Porque tú eres mío, y no pienso dejar que nadie más te toque. ¿Entiendes? ¡Nadie!

– ¡Acaso soy tu juguete!

– ¡Eres mi novio! ¡Mío, mío!

Ambos estaban respirando completamente fuera de control, agitados por los gritos, por la desesperación, por la poca comunicación. Oikawa quiso sujetar a Iwaizumi y éste respondió zafándose de un tirón, dando media vuelta y alejándose veloz. Oikawa volvió a llamarle varias veces, pero Iwaizumi no había mirado atrás. Entonces Oikawa había decidido –egoístamente– mostrarle que era el único que podía mirarle como lo hacía, y pensó –aún más egoístamente– que sería Iwaizumi quien vendría a él muerto de celos a reclamar también que se pertenecen.

El resto, ya lo sabemos.

…flashback…

– Lo sé, todos los insultos posibles, eso soy yo Iwa-chan.

– Deja de llamarme así, Oikawa.

– Estás enojado conmigo. Y tienes toda la razón para estarlo. No lo niego. Tampoco es que esté esperando que realmente me perdones ahora. Pero yo, creo que no podía hacer otra cosa más que venir aquí, contigo. Sí, es verdad que estaba con una chica, y es verdad que pensé “ah mierda, tendré sexo con ella”… – Oikawa sintió el cuerpo de Iwaizumi tensarse entre sus brazos… – Lo pensé, y lo intenté, pero no pude. No solo mi cuerpo no reaccionó ni conseguí una erección; mi corazón se sentía vacío y frío, no podía hacer otra cosa que pensar en ti.

– Mentiroso…

– Lo sé, lo sé. No tienes que creerme, pero me conformo ahora con que me escuches.

– Oikawa, no te entiendo.

– Tampoco yo me entiendo, honestamente no Iwa-chan. Pero sin ti, mi mundo no tiene sentido, no gira en el sentido adecuado, se estanca y es demasiado terrorífico. Mi vida sin ti es como un pozo negro, frío y solitario. Ni todas las chicas y sus adulaciones falsas podrían jamás compararse con lo que tú me das.

– Tú, no te atrevas a decir esas cosas ahora. No, no voy a perdonarte.

– Ya te dije, no necesitas hacerlo, me conformo con que escuches… – Oikawa sonrió suavemente, sorbiendo la nariz porque el llanto había sido cruel con su imagen… – ¿Me odias? ¿En verdad lo haces, Iwa-chan?

– N-no… idiota. Solo detesto algunas actitudes tuyas.

– Me alegra… – Oikawa afianzó un poco más el abrazo, más no tenía el mismo sentimiento de antes, era como si estuviese aliviado… – Iwa-chan no me odia, cuando tienes todo para hacerlo. Estoy feliz, ¿puedo estarlo, Iwa-chan?

– Haz lo que quieras, Kusokawa.

Oikawa asintió, derramando otras lágrimas contra el cuello de Iwaizumi. Era demasiado, demasiado afortunado de tenerle, de que no le odie, de que no le aleje. Oikawa sabe, que Iwaizumi sigue queriéndole. Pero sabe también cuánto ha dañado ese cariño. Y ahora, le toca hacer méritos para poder tenerle de vuelta otra vez. Y entonces, no joderla nunca más.

--//--
Datekou

Una vez todos instalados en los dormitorios que estarían ocupando durante su estancia en esta ciudad, los chicos se encontraron con los jugadores del club. Moniwa sigue siendo el capitán, y Aone aún impone con su altura y la expresión seria de su cara. Futakuchi y Kamasaki tampoco han cambiado, y el resto de los jugadores del club son chicos amigables, aunque ahora hay unas cuantas caras nuevas.

– Como es domingo, el entrenador ha dicho que quiere que les llevemos a conocer algunos lugares de la ciudad. Hemos pensado que lo mejor sería dividirnos en grupos… – Moniwa comenzó a explicar. A sus espaldas, Futakuchi parloteaba algo con Aone y sus murmullos estaban haciéndole perder la paciencia… – Podemos dejarlo a la suerte, o puede ser simplemente que cada quien elija con quién ir. Nos dividiremos… – Venita en la sien comenzando a palpitar, que por los sonidos ya se estaba imaginando lo que Futakuchi está haciendo con Aone, calentándole la cabeza con ideas de cita seguramente… – Nos dividiremos de la siguiente manera. Futakuchi con Kamasaki encabezarán un grupo.

– ¡Qué! – Exclamaron los nombrados. Futakuchi haciendo puchero reclamaba que él quería hacer pareja con Aone… – Yo pensé que estaría contigo, Kaname… – Kamasaki dijo mirándole con ojos de cachorro abandonado.

– Pues no, se hará como digo…

Mientras los chicos de Datekou discutían la clasificación de grupos, Karasuno y Nekoma miraban, algunos con aire distraído, otros con aire divertido. Al final, se dividieron en grupos tal como Moniwa indicó, lo que significó que Aone y Futakuchi fueron separados; y de la misma manera el capitán tuvo que renunciar a la compañía de su novio.

De este modo, Moniwa y Aone encabezaron un grupo donde iban Daichi, Sugawara, Kuroo, Kenma, Inuoka y Shibayama. Mientras que con Futakuchi y Kamasaki se anexaron Asahi, Nishinoya, Yaku, Lev, Ennoshita y Tanaka. Y en otro grupo se agregaron Yamamoto, Tsukishima, Yamaguchi, Kageyama y Hinata que iban con dos más de los jugadores del club, a saber Obara y Sakunami, cuyas personalidades parecían ser más bien algo tímidas. Shimizu por su parte se fue en el grupo de los entrenadores junto a Takeda sensei y el entrenador Ukai.

– Noya-san, tengo curiosidad de algo desde el campamento interescolar. ¿Puedo preguntarte algo sobre Sugawara-san? – Futakuchi preguntó repentinamente, mientras comían en un restaurante local más tarde.

– Si es sobre Suga-san no puedo prometerte que respondería… – Nishinoya dijo honestamente, mirando de soslayo a Azumane, que ya se imaginaban lo que podría ser.

– Bueno, pero preguntaré de todas formas. ¿Cuál es la razón por la que no juega más? ¿Está lesionado? ¿Por qué está ganando algo de peso?

– Esa no fue una pregunta, fueron varias.

– Lo sé, ¡pero es que quiero saber~!

– Puedes preguntarle a Suga-san cuando volvamos a encontrarnos todos. Si él te lo dice podrás satisfacer tu curiosidad, pero yo no puedo hacer nada al respecto.

Futakuchi volvió a hacer pucheros. Era injusto que Karasuno tuviera un secreto de naturaleza tan misteriosa y él no tuviera ni una sola pista. Sin embargo, desde el incidente en el campamento cuando se realizó uno de los juegos y Sugawara terminó llorando por un inocente comentario de Yaku, la curiosidad de todos era superior.

– Kamasaki-san, ¿puedes convencer a Moniwa-san de preguntarle a Sugawara-san ahora? ¡Ellos están juntos!

– ¿Qué acaso no puedes esperar?

– No~

– Demonios, cuándo te volviste tan mimado e insolente, Futakuchi. Ah espera, no necesitas decirme, desde que sales con Aone eres así. Te está malcriando ese chico, tendré que hablar seriamente con él.

– ¡No le digas nada~! ¡Aone está perfecto tal cual es~! deja que me malcríe… – Más pucheros.

– Yaku-san, ¿también te estoy malcriando?

– Qué demonios, mocoso… – Tics nerviosos del líbero de Nekoma… – Cuándo me has visto actuar mimado.

– Bueno, no sé. Pero últimamente estás de mucho mejor humor. Los chicos lo dicen, puedes preguntarles.

– ¿De mejor humor? – Más tics nerviosos… – ¡Qué acaso me la pasaba malhumorado!

– Pues sí. Pero ahora eres más mono cuando haces berrinche por lo que te digo~ – Osadamente, Lev le estampó un beso en la mejilla. Y el aura de Yaku se levantó casi asesina.

Nishinoya se estaba divirtiendo con estos chicos. Le tocó definitivamente el mejor grupo. Por otro lado, Azumane se limitaba a observar, y aunque también se divertía, estaba un poco cansado. No, no es que Nishinoya siga tan sexualmente activo como hace aún unos días, por el contrario, no han tenido relaciones desde entonces; y la razón por la que está cansado es que tuvo que dedicar mucho tiempo al estudio y a apoyar al negocio familiar.

Y la única razón por la que he decidido seguir con mis estudios eres tú, Yuu. Si algún día tenemos familia propia, quiero darles más de lo que mis padres me han dado a mí, así que tengo que esforzarme… – Pensaba, mientras las bromas entre los chicos hacían estallar risas en la mesa.

Por otro lado, el grupo donde Kageyama, Hinata, Tsukishima, Yamaguchi y Yamamoto están, es el más extraño de todos. Hinata se siente un poco fuera de lugar, no tiene nadie con quien bromear cómodamente, Tsukishima y Yamaguchi viven en su mundo, Yamamoto no parece estar mejor que él entre ellos y Kageyama está conversando tranquilamente con los chicos de Datekou que no han dejado de hacerle preguntas acerca de cómo logra hacer levantadas tan perfectas. En realidad, Hinata está comenzando a sentirse un poco celoso de la atención que Kageyama está recibiendo, y no es que él quiera esa atención, es que le molesta que su novio sea el centro de ella.

– Kageyama…

– Qué.

– Me aburro.

– ¿Ah?

– Oh, ¿en serio estás aburrido, Hinata-kun? Pero estamos comiendo, en cuanto terminemos iremos a conocer otros sitios. Hay una zona comercial aquí cerca donde hay un local de juegos muy entretenido. ¡Va a gustarles! – Intentaron animarle los anfitriones, sin embargo el pelinaranja no mostró demasiado interés. Lo único que quería era que ese entusiasmo dejara de estar dirigido a su pelinegro novio.

De ese modo, la primer tarde en Datekou fue transcurriendo en los diferentes grupos. El grupo de Moniwa fue el más relajado. Y finalmente el capitán de Datekou supo el tan misterioso secreto del por qué Sugawara había dejado de ser jugador en Karasuno para formar parte del equipo de managers.

– No tenía intención de ser indiscreto, pero como capitán del club anfitrión me sentí en la responsabilidad de saber si debíamos tener algún cuidado especial contigo, Sugawara-kun.

– Está bien, en realidad eres un chico muy confiable, por eso es que no he tenido reparo en contártelo.

– ¿Cuánto tienes?

– Casi cinco meses.

– ¿Es pesado? Quiero decir, siendo un chico.

– Lo he llevado bastante bien en realidad, porque Daichi está conmigo, y también cuento con el apoyo de mis amigos y nuestras familias. Estoy lleno de amor, así que eso facilita todo.

– Es increíble. Por lo que he visto, creo que serás un papi ejemplar para tu bebé.

– Gracias… – El peliplatino sonrió sonrojándose por el cumplido… – Moniwa-kun, ¿cómo crees que se lo tomarían otros chicos? Como tus compañeros, por ejemplo.

– Mh, creo que Futakuchi se emocionaría mucho. Y sería feliz por el simple hecho de saberlo. Él ha estado curioso al respecto desde el campamento interescolar. Los demás se lo tomarían bien, al menos con respeto.

– Está bien, de ese modo si la noticia llega a ellos no me sentiré preocupado… – Sugawara dijo con una sonrisa amable, y Moniwa entendió que le estaba dando luz verde por si tenía intención de contarlo a sus amigos en el club.


Al llegar la noche, los chicos del club anfitrión se despidieron de sus invitados con la consigna de volver a reunirse a media tarde del día siguiente para comenzar con algunos partidos de prácticas después de las clases básicas. Distribuidos en dormitorios diferentes, Nekoma y Karasuno se dispusieron a descansar después de un domingo realmente entretenido.

En el dormitorio de Karasuno la mayoría se ha ido a los baños para ducharse antes de dormir, excepto uno de ellos que todavía está preocupado por un pequeño –gran– detalle. Hinata, y sus inexistentes pijamas. Por lo que debate si ha de dormir en ropa interior solamente, o si debería usar las sudaderas de Kageyama, lo que no deja de ser vergonzoso a morir.

– Oye, Hinata.

– ¡Me asustaste, Kageyama!

– Te la has pasado sorprendiéndote cada que te hablo y tienes la mirada centrada en tu bolso. Qué narices te pasa, ¿se te olvidó algo acaso? ¿Qué es? ¿Cepillo dental, ropa interior? Puedo ayudarte a conseguir lo que sea que te haga falta.

– No, no es eso… – Murmuró sonrojándose ni bien escuchó “cepillo dental”. Pareciera que toda la vida ese objeto le recordaría su hermosa primera vez con Kageyama.

– Entonces, qué pasa.

– Es que… – Hinata se mordió el labio inferior con gesto avergonzado… – Kageyama, ¿recuerdas las sudaderas que me has prestado?

– Sí, qué con ellas.

– Por qué nunca me has pedido que te las devuelva.

– Porque las tienes contigo por alguna razón, y no es como si las necesitara, tengo más de ellas.

– Entonces, es como si… ¿está bien si las conservo?

– Pues, sí… – Kageyama murmuró avergonzándose también, girando el rostro para no mirarle a los ojos.

– Tienes una forma muy rara de ser romántico, Kageyama.

– No es que lo esté intentando en realidad, Hinata.

– Oye, Tobio… – El pelinaranja sintió que sus mejillas se calentaron todavía más por el simple hecho de llamarle por su nombre. Y no es como si el rostro del pelinegro estuviera menos tinturado de carmín… – Dormirás cerca de mí, ¿verdad?

– Cl-claro, colocaré mi futón pegado al tuyo, Shoyo… – Y entonces es turno del pelinaranja de enrojecer furiosamente cuando escucha su nombre de labios de su novio… – ¿Ya está solucionado el asunto que te tenía preocupado?

– ¡Sí! Así que no digas nada cuando veas mi pijama, ¿de acuerdo?

– Qué debería de decir.

– ¡Solo te lo estoy advirtiendo~!

– Vale, vale. Vamos a ducharnos, nos están esperando los demás y ya sabes que Daichi-san no tolera demasiado que hagamos lo que queramos.

– Sí, sí. Aunque con Suga-san en su centro de atención, tal vez ni se dé cuenta.

En las duchas, Sawamura observó a la pareja llegar y los escudriñó con la mirada. Hinata se arrepintió de sus anteriores palabras, seguro que el capitán tenía un ojo puesto en todos aunque esté más que centrado en el peliplatino.

El momento en las duchas transcurrió sin demasiado contratiempo. Con las bromas de siempre de Nishinoya y el exceso de energía de Hinata. Así como los repentinos celos de Tanaka y su interminable sonrojo al ver desnudo a Ennoshita. Nishinoya no perdió oportunidad para hostigarle con sus comentarios pícaros. Tuskishima de momento se estaba salvando, junto a Kageyama; de ser los blancos certeros del arsenal de comentarios de Nishinoya, así que por eso se unían de tanto a ellos, aunque con su debida precaución porque Tanaka seguía siendo el senpai. Por su parte, Yamaguchi estaba más que tranquilo, todo estaba donde debía. Cada pieza en su lugar.

Ya al volver a la habitación, secaron sus cabellos con toallas, ayudándose todos entre sí. Luego, cuando finalmente se iban a meter a sus respectivos futones en el amplio dormitorio, Hinata salió al baño a cambiarse por su pijama, a diferencia del resto que desde la ducha ya se había cambiado; pero el pelinaranja ha pretendido esperar hasta ahora, así al volver las luces ya estarían apagadas. Sin embargo, la cosa no fue así. Y cuando se apareció por el dormitorio con su pijama, Kageyama se sonrojó tanto como él cuando el comentario de Nishinoya dio justo en el blanco.

– ¿Acaso estás usando una sudadera de Kageyama? – Y es que le quedaba enorme por todas partes la prenda. Cuando el rojo explotó en los rostros de ambos chicos, Nishinoya torció una sonrisa pícara, pero guardó cualquier otro comentario porque ya había hecho bastantes travesuras el día de hoy.

Hinata corrió a meterse bajo las mantas de su futón, y Kageyama le imitó. Terminaron acostados de medio lado, frente a frente, mirándose con el rostro colorado de vergüenza. Cuando ningún otro comentario vino y las luces fueron apagadas por el capitán –cuya mirada fulminante había sido la verdadera razón por la que ya nadie dijo nada, que Tsukishima se ha quedado con las ganas de soltar un poco de su sarcasmo–, las manos de los adolescentes se encontraron fuera de las mantas.

Maldición, se ve tan adorable en mi ropa. Creo que comenzaré a “prestarle” también algunas de mis blusas. Y a secuestrarlo más en casa cuando mis padres no están. Oh mierda, mejor dejo de pensar o mi entrepierna comenzará a despertar.

Kageyama tragó hondo, esta iba a ser una noche larga. Todo por culpa de Hinata y lo adorablemente sexy que lucía con su ropa holgada. A la mañana siguiente, cuando Kageyama despertó, sentía un peso extra sobre su pecho. Abrió los ojos y se encontró con la mata naranja de Hinata, su novio estaba durmiendo plácidamente encima de él. Cuándo invadió su futón, no tiene ni idea. Y no es que se queje. Casi, porque cuando se movió un poco con la intención de despertarle, vio las miradas pícaras de Nishinoya y Tsukishima clavadas en ellos. Luego, tras incorporarse un poco y observar mejor la posición en que se encontraban, se percató de que las piernas de Hinata estaban al descubierto y su sudadera un poco –demasiado– subida, tanto que dejaba ver la ropa interior.

– Oye, Hinata. Hinata, pequeño idiota, despierta.

El pelinaranja pestañeó lindamente al ser arrancado de los brazos de Morfeo por los insistentes llamados del pelinegro. Abrió los ojos y perezosamente se restregó contra el cuerpo de su novio, completamente desubicado y ajeno a la situación, habiéndose olvidado de dónde estaban.

– Oye, idiota, no… no te muevas así.

Kageyama le empujó lo más delicadamente que pudo mandándole de vuelta a su futón, luego se incorporó y trató de ignorar las risas burlonas de Nishinoya y Tsukishima.

– Vamos, Noya; deja de molestarlos… – Azumane arrastró fuera a su novio.

– Tsukki~ Daichi-san dice que quiere que estemos todos listos en el gimnasio en diez minutos, así que vamos a darnos prisa con la ducha… – Yamaguchi dijo asomándose por la puerta al dormitorio, toalla al hombro y una sonrisa radiante. El rubio le siguió de inmediato, y tarde se percató Kageyama de que ese tipo de oportunidades son las que pueden permitirle devolverle un poco de todas las bromas que el de anteojos le hace.

– Kageyama, dónde están todos.

– Al menos ya despertaste, cómo fue que terminaste durmiendo encima de mí, Hinata.

– ¿Lo hice?

– Sí. Y cuando desperté, tú estabas dándole una vista muy agradable a Tsukishima y a Noya-san.

– ¿Eh?

– Que pienso que no es lo suficientemente larga… – Farfulló señalando la sudadera. Hinata se sonrojó cuando se dio cuenta de la forma en que se le subía y mostraba sus piernas.


Por otra parte, en Nekoma las cosas parecían estar bien. O lo que es lo mismo, esa vez Kenma y Kuroo no habían hecho nada pervertido mientras el resto dormía. Que Yamamoto no ha podido superar el trauma recibido durante el campamento interescolar.

Y esa mañana, Aoba Johsai arribó a temprana hora, reuniéndose de esta manera las cuatro escuelas una vez más. La tensión en el club se había diluido casi totalmente, aunque Iwaizumi y Oikawa aún continuaban separados.

– Ah, estamos todos juntos otra vez. Realmente pienso que puede ser productiva esta visita… – Oikawa dijo sonriente, aunque su sonrisa no era tan vigorizante como antes… – Ahí están, Tobio-chan, Chibi-chan.

Gran Rey, no se te ocurra intentar nada con mi Kageyama… – Hinata dijo a la defensiva.

– Sí, sí. Me mantendré completamente lejos de tu novio, Chibi-chan…

A todos les extrañó la actitud tan serena del popular capitán de Aoba. Definitivamente algo no estaba como siempre en el club. Unos minutos después, los entrenadores de las cuatro escuelas volvieron a presentarse y a hablar sobre el itinerario de los partidos de prácticas, así como los entrenamientos. Por las mañanas Karasuno, Nekoma y Aoba Johsai serían los únicos clubes haciendo uso de los gimnasios (dos en total), ya que Datekou se integraría por las tardes después de sus clases regulares.

– Estaremos terminando los partidos a las siete de la tarde, luego tendrán una hora para ducharse y la cena se servirá a las ocho. Después de eso, podrán hacer lo que quieran hasta las diez y a esa hora deberán estar en sus dormitorios para dormir.

– ¡Sí, señor!

Luego, sin que ninguno de los adultos dijera nada, los tres clubes comenzaron a organizarse para iniciar con el calentamiento. La mañana transcurrió muy bien, con iniciativa de los adolescentes para todo, habiéndose conocido mejor desde el campamento interescolar. Por la tarde, Datekou se unió y los partidos de práctica se volvieron más intensos. Pero toda la debida seriedad de estos encuentros, se disipaba fácilmente en los instantes de descanso, cuando las conversaciones entre los adolescentes se volvían refrescantes y estaban cargadas de bromas y risas.

De esa manera llegó la hora de las duchas, la hora de la cena, y finalmente el tiempo de ocio. Estando reunidos en uno de los gimnasios, la mayoría esperaba que Oikawa propusiera algún juego, pero de pronto el chico simplemente estaba conversando con Narita y Kinoshita.

– Le pasa algo raro al gran rey, ¿no crees, Kageyama?

– Sí, pero no estoy seguro de qué será. Aunque he visto que con Iwaizumi casi no ha estado. Será que se pelearon.

– ¿Ellos no tenían también una relación como nosotros?

– Sí, al menos hasta el campamento eso quedó claro. Por eso digo, quizá pelearon.

– No creí que lo diría, pero me agradaba más el Oikawa fastidioso.

Iwaizumi estaba riendo con sus amigos, pero miraba de soslayo a Oikawa con los cuervos. Ellos seguían preguntando sobre cómo trataba a las chicas y cómo es que nunca perdía su toque de popularidad, y Oikawa respondía honestamente pero ahora guardaba más para sí algunos comentarios. No quería hacer enfadar otra vez a su novio –sí, aún lo es. Es solo que se están tomando un tiempo–.

– ¡Tengo un juego que proponer!

– A falta de Oikawa, Futakuchi… – Murmuró entre dientes Kamasaki, Moniwa le dio un golpecito en el costado y el muchacho en cambio sonrió inocentemente.

  Vamos a ver quién es mejor en el Juego del Limbo.

– ¿El juego del limbo? – Preguntó Kindaichi.

– El de la barra paralela por la que tienes que cruzar por debajo sin que tus rodillas toquen el piso y sin usar tus manos… – Kunimi explicó.

– Ah. Es sobre elasticidad y equilibrio, ¿verdad?

– Básicamente. Se requiere mucha fuerza en la cadera, o conocerte algunos trucos.

– Entonces, ¿jugamos?

– Por qué no… – Dijeron varios. Y al final, la mayoría se anotó al dichoso jueguito.

Todos, excepto Sawamura y Sugawara; el primero para cuidar del segundo. Y ya sabemos por qué Sugawara se limita con este tipo de juegos, el abultado vientre se lo impide. Del club anfitrión no todos los jugadores se quedaron, la mayoría tenía que volver a sus casas, pero Moniwa, Kamasaki, Futakuchi y Aone permanecieron.

– Es ir pasando de manera individual, ¿verdad?

– Podemos hacer las variantes que queramos. Por ejemplo, si es en parejas, uno tiene que cargar al otro al estilo doncella, tiene que hacer cinco sentadillas y luego pasar la barra.

– ¡Eso suena interesante!

– ¿Entonces en parejas?

– ¡Sí!

Oikawa se mordió el labio inferior. Le encantaría jugar con Iwaizumi, pero presiente que si se lo pide, le mandará al demonio. Más no necesitó siquiera preguntar, Iwaizumi ya estaba en el juego emparejado con Matsukawa, lo que no le agradaba, pero a lo que tampoco podía decir nada.

– Parece que ha habido algunos problemas en el paraíso, Oikawa-kun.

– Kuroo-chan, ¿vienes a burlarte de mi desgracia?

– No, no es mi estilo. Además, se nota que ya estás padeciendo un infierno como para echarle sal a la herida.

– Eres tan observador que me caes mal.

El capitán de Nekoma se rió de buena gana. Oikawa frunció el ceño, realmente estaba comenzando a molestarle que sus compañeros del club estén tan amables sirviendo de apoyo y consuelo para Iwaizumi. ¡Sobre todo porque ellos no han terminado!

– De capitán a capitán, enojarte y asesinar con la mirada a los que se le acercan, no va a ayudarte para nada, Oikawa-kun.

– Ya lo sé, pero… me es inevitable sentirme así.

– Ahora imagina eso a la décima potencia, y no es ni la mitad de los celos y la molestia que Iwaizumi-kun sentía cuando eras tú el que alardeaba de su popularidad.

– Lo dicho, eres tan observador que me caes mal.

Kuroo volvió a reír de buena gana, le palmeó la espalda y le dio ánimos. Oikawa lo único que quería en ese momento es que Iwaizumi le regalase una de sus miradas cariñosas.

--//--

Esa vez el teléfono móvil de Ikejiri ha sonado de pronto, justo cuando se preparaba para entrar a la ducha antes de irse a dormir.

Buenas noches para ti, Ikejiri.

– Fujimi, llamas inesperadamente.

¿No te gusta así?

– No quise decir eso. Sí, me gusta.

Ikejiri, ¿puedo visitarte?

– ¿Eh?

Yo, estoy en Japón.


Continuará……

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