~~*~~
Acerca
de los balonazos emocionales y el
amor verdadero en la cancha
Cuando
Nishinoya despertó, estaba en la enfermería de la escuela. Asahi sentado junto
a la cama, sonrió contento al verle abrir los ojos.
–
Nos diste un buen susto, Yuu.
–
Solo me desmayé.
–
¿Y eso te parece normal? Eres una de las personas más enérgicas que he conocido
en mi vida. Y nunca te había visto desmayarte, enfermar sí, y aún eso rara vez.
–
De todas formas, no hay necesidad de hacer drama por esto, ¿verdad?
–
Yuu, solo estoy preocupado por tu salud.
–
Querrás decir que te preocupa que esté embarazado como Suga-san o el sensei,
¿no es así?
Azumane
y Nishinoya se miraron por unos segundos, hasta que el as desvió primero la
mirada. Pero aunque la desvió, fue solo para sostenerle la mano y suspirar.
–
Sí, tuve ese pensamiento también en los últimos minutos. Yuu, si algo así
llegara a suceder ahora. Yo sé que hace tiempo, cuando nos enteramos del
embarazo de Suga dijimos que estaría bien, que estaríamos encantados de ser
padres de un hijo propio, pero… cuanto más lo pienso, creo que no estamos
preparados para una responsabilidad así. Sugawara y Daichi tampoco lo están,
aunque se esfuerzan por ser buenos padres primerizos, la verdad es que no somos
lo suficientemente maduros.
–
¿Y? ¿Qué si lo estoy? ¿Me pedirías que renunciara a nuestro bebé?
–
¡Jamás, Yuu!
–
Entonces no estoy entendiendo tanta palabra.
–
Solo digo, si no estás embarazado, deberíamos comenzar a cuidarnos Yuu.
El
líbero le obligó a mirarle. Los ojos de su novio tan sinceros como siempre
doblegaron cualquier rastro de molestia que comenzó a tener. Asahi tenía razón
después de todo.
–
Lo sé. Yo, no creo estar embarazado. He estado durmiendo muy poco, aunque he comido
bien, no he tenido suficiente descanso, pienso que el desmayo se debe a eso más
que otra cosa.
–
De todas formas, si tienes algún síntoma o algo, haremos una prueba.
Nishinoya
asintió, luego escucharon la puerta abrirse y tras unas cuantas preguntas, la
enfermera le permitió salir. El resto del entrenamiento fue suspendido para
ellos dos, pero cuando volvieron al gimnasio, vieron a sus compañeros y amigos
esforzándose con entusiasmo. Junto a los chicos, Takeda sensei también volvía.
Ukai fue a preguntarle a él sobre la salud del líbero, mientras los chicos le
recibían con cierto alivio.
–
Takeda, estoy ligeramente preocupado.
–
Creo que no fuimos los únicos en plantearnos esta posibilidad. Supongo que se
debe a la condición de Sugawara-kun y yo. Pero, Nishinoya-kun parecía muy
seguro de no estarlo. Tal vez realmente no fue más que un desmayo por
agotamiento físico y mental.
–
Honestamente, espero que haya sido así… – El rubio dijo. Luego pensó que estaba
siendo un poco egoísta, porque entre sus preocupaciones por otro repentino
embarazo entre los adolescentes, venía el hecho de tener que reagrupar
totalmente su equipo… – Qué he estado
haciendo, confiando deliberadamente en Nishinoya-kun que ni siquiera he
intentado entrenar a nadie más para el rol de Líbero. Aunque, hablando de
habilidad, él es el único que las reúne.
–
¿Ukai?
–
¡Eh! ¿Qué? ¿Me decías algo?
–
Pues sí, decía que no tenemos que preocuparnos más. O haremos que los chicos
también se preocupen. ¿Estás bien? Parece que el desmayo de Nishinoya-kun te
afectó especialmente.
–
¡N-no! No es eso. Vamos a terminar las prácticas… – Avergonzado de su propio
pensamiento, Ukai retomó el entrenamiento con los chicos, excepto Nishinoya,
pues le ordenó descansar el resto de la tarde… – Hay que enfocarnos en los
próximos partidos de práctica contra Datekou.
--//--
Nekoma
Inuoka
comenzó a poner en práctica las habilidades que usaba en el voleibol, así que
se dedicó a observar a Shibayama todos los días para entender lo que estaba
pasando con ellos dos. Antes habían sido grandes amigos, pero ahora Shibayama
casi no le dirigía la palabra. Luego estaba lo demás, los besos que se deban porque, honestamente, se sentía muy
bien.
–
Aunque, no es que me interese besar a
nadie más. Incluso si los otros chicos en el equipo son mis amigos. Por qué es
que solo quería besar a Shibayama. En realidad, comencé a sentirme de esta
manera desde el campamento interescolar.
En
tanto el hiperactivo chico pensaba en ello, Lev practicaba sus remates con todo
el poder que tenía, y Yaku se encargaba de recibirlos al otro lado de la red.
Los servicios de Kenma eran geniales, al mestizo le gustaba mucho jugar en este
equipo.
–
Estoy cansado, vamos a tomar un descanso Kuroo.
–
Bien, cinco minutos para que te hidrates, luego vuelves a la cancha Kenma.
Kuroo
vio a su novio salir de la cancha y sentarse en la banca, tomando unos cuantos
sorbos de agua y limpiándose el sudor con una toalla. ¿Era su imaginación, o
últimamente mimaba de más a Kenma? En tanto tomaba el lugar del setter, Kuroo
no podía evitar que su pensamiento fuera una y otra vez hacia su novio. En
realidad, qué es, ¿un adolescente que recién se da cuenta de que está enamorado?
Está actuando más torpe que nunca.
–
No puedo entenderme a mí mismo en este
punto. ¿Será parte de una relación? Es solo que no puedo evitarlo. Incluso en
clases, todo el tiempo estoy pensando en Kenma.
–
¡Kuroo, cuid…! – Demasiado tarde la advertencia, el balón le ha dado de lleno
en la cara, enrojeciéndole particularmente la frente.
Kenma
también corrió dentro de la cancha, inclinándose sobre él para preguntarle si
se encontraba bien.
–
Estoy bien, solo… creo que estoy en el paraíso porque veo un ángel. Ah, eres
tú, Kenma.
–
Idiota… – Kenma murmuró avergonzado, Kuroo tiró de su camiseta y le plantó un
beso.
El
resto de los chicos simplemente se apartaron visto que su capitán estaba en
perfectas condiciones.
Inuoka
buscó con la mirada a Shibayama, notó en su mirada cierta intensidad mientras
veía a Kenma y Kuroo besarse, parecía que envidiaba hacer lo mismo. Luego
recordó lo que Kenma le dijera antes. Una sola palabra en realidad. Enamorado. Y se sintió raro, de pronto
un montón de cosquillas hicieron estragos en su estómago, pero no era como si
se sintiera enfermo. Y cuando sus ojos se encontraron con los de Shibayama
cuando éste se giró sin intención alguna de entablar contacto alguno con él, al
cosquilleo se le sumó un peculiar calorcito en las mejillas que le subía desde
el pecho y parecía deberse al insistente golpeteo de su corazón. Cuando
Shibayama desvió la mirada, Inuoka jadeó sin entender bien el motivo de su
repentina molestia.
–
¿Será que lo que me molesta es que no me
mire? Pero entonces, ¿esto es enamorarse? Yo nunca me había enamorado, así que
no tenía idea de que esto pudiera sentirse de esta manera.
–
Si tardas demasiado, cualquier otro podría llegar y robártelo… – Kenma le dijo
de pronto. Tan repentinamente que Inuoka se estremeció como un gatito que es
pillado por sorpresa… – Kuroo me dijo que te entregara ese mensaje.
–
¿Kuroo?
–
Bien, vamos a continuar con el entrenamiento. Aunque estoy algo cansado hoy… –
El minino bostezó y luego fue a
colocarse en su lugar al otro lado de la cancha.
Al
finalizar las prácticas, Inuoka se interpuso en el camino de Shibayama una vez
salieron de la escuela, impidiendo que se marchara sin darle la oportunidad de
hablar nuevamente.
–
Qué quieres ahora. Creí que ya habíamos aclarado todo antes.
–
¿Aclarar? Solo me quedó claro que estabas enfadado conmigo por… porque te
besaba pero no hablaba claro del por qué lo hacía, ¿es así, verdad?
Shibayama
desvió la mirada y sujetó con fuerza su bolso. Puesto en palabras resultaba
mucho más vergonzoso en realidad.
–
Shibayama, yo no tenía idea. ¡Lo juro!
–
¿Eh? ¿Idea de qué?
–
De que esto era estar enamorado.
–
Eh…
Silencio.
Ambos se sonrojaron al por mayor cuando se dieron cuenta de lo que estaban
hablando. O intentando hacerlo. Shibayama había pasado por alto el pequeño
detalle que la honestidad de Inuoka pone a todo.
–
¿Estoy en un error?
–
Esto… – Shibayama se sintió entre la espada y la pared. Resultaba demasiado
vergonzoso hablarlo directamente. Aunque esto era lo que había venido
queriendo, ahora que estaba en la situación, se sentía muy diferente de cuando
se piensa.
–
¿No era eso? – Inuoka volvió a preguntar, esa vez su tono sonó incluso cohibido
o preocupado… – Supongo que entonces analicé de más, y confié en las palabras
de mis amigos. Así que por eso pensé…
–
¡Es así! – Shibayama exclamó aferrándose a su bolso, sintiendo que el rostro se
le calentaba de vergüenza… – Es correcto así. Yo, estoy enamorado de ti,
Inuoka. Pero, cuando nos besamos cada vez se sentía como si no fuera algo
especial. Sin embargo, al principio lo dejé pasar porque pensé que tal vez
pronto pasaría, pero tú seguías viniendo a mí para besarme y entonces comencé a
sentirme extraño. Por eso, cuando dijiste que me besabas porque era tu forma de
expresar amistad, me sentí realmente molesto. Porque yo ya no te veía como un
amigo nada más.
–
Lo siento, te hice pasar un mal momento por mi estupidez Shibayama. Pero,
aunque todavía me siento torpe, realmente creo que me siento de la misma forma
hacia ti. Quiero decir, incluso si intenté imaginarme besando a cualquier otro,
no fue para nada lo mismo. Hasta se me revolvió el estómago… – Dijo, haciendo
una curiosa expresión de disgusto… – Por eso creo que tú realmente me gustas.
Otro
sonrojo, acompañado esa vez de una suave sonrisa. En verdad, ambos son
inexpertos en todo lo relacionado con el amor, pero parecía que finalmente
irían en el mismo sentido, se habían sincronizado como los jugadores en la
duela en un partido importante.
–
Entonces, ¿está bien si te beso ahora, como una muestra de mis sentimientos?
–
Sí.
Inuoka
se acercó a Shibayama, e inclinándose lo suficiente para reducir la diferencia
de estatura, besó nerviosamente al de cabellos oscuros. Este beso se sentía
diferente a todos los demás. Tal vez porque era consciente de lo que
significaba. Su primer beso de amor.
--//--
Aoba Johsai
Ha
transcurrido una semana más desde el supuesto rompimiento entre Oikawa e
Iwaizumi. De este modo, han sido tres semanas de infernal entrenamiento en el club. El entrenador esa vez se ha
mantenido al margen, es adulto después de todo y sabe diferenciar las simples
riñas de adolescente a una discusión verdadera en la que se juega una amistad
entrañable, un sentimiento inquieto. Pero es difícil, además los de tercer año
siguen siendo pilar del equipo, aún tienen mucho qué mostrarle a los de grados
menores, sobre todo a los de primero. Por eso le resulta complicado todo, sería
casi tan sencillo como pedirles que se retiren del club y prescindir de ellos.
Más, a fin de cuentas, no es para nada tan sencillo como eso. Así que les está
dando su tiempo y espacio.
–
Oikawa está otra vez alardeando con las chicas. ¿No sabe que estamos a punto de
comenzar el entrenamiento? – Matsukawa comentó con su inexpugnable expresión. Las
provistas cejas oscuras del muchacho se mantenían también relajadas como
siempre. Su amigo Hanamaki le dio la razón simplemente asintiendo a sus
palabras.
–
Deberíamos animar un poco a Iwaizumi.
–
¿Cómo? ¿Yengo al karaoke a que cante canciones cortavenas o algo así?
–
Ves demasiados dramas, Kindaichi… – Kunimi comentó. Aunque más por su intento
de mantenerse en la conversación, porque últimamente Kindaichi platicaba mucho
con Matsukawa y Hanamaki de Iwaizumi. Y no es que él estuviera menos preocupado
por el subcapitán, es que le daba un poco de celos la atención que recibía de
Kindaichi.
–
No es que mire dramas, no se me ocurre cómo animar a Iwaizumi.
–
¿Y quién dice que necesito que me animen?
–
¡Iwaizumi! – Exclamaron los chicos a la vez. Sorprendidos de la presencia de su
amigo.
–
Por qué se sorprenden, es hora de entrenar, es normal que esté aquí.
–
Sí, pero…
–
Lo siento, por hacer que se preocupen. Pero estoy bien, no es como si Oikawa
fuera el único hombre sobre la faz de la tierra de quien uno pueda enamorarse…
– Dijo con convicción. Aunque en el fondo él presentía que enamorarse de nuevo
sería algo complicado.
Los
chillidos de las fans de Oikawa resonaron de pronto en el gimnasio, Oikawa se
despedía de todas con una de sus típicas poses de casanova. A Iwaizumi se le
revolvieron las tripas involuntariamente, sobre todo cuando los ojos de Oikawa
se posaron en él con su ridícula suficiencia. Era masoquista por permitirse
seguir enamorado de él. Aunque eso no era algo que él pudiera controlar, lo
único que le quedaba era seguir adelante.
–
Muy bien, vamos a comenzar~ – Oikawa dio la indicación. Y durante varias horas
las prácticas se extendieron sin descanso. Los pases para Iwaizumi eran tan
buenos como siempre, y aunque se dirigían la palabra, todo se sentía como un
mero requerimiento profesional.
–
Iwaizumi, vamos al karaoke… – Al terminar el entrenamiento del día, después de
todo los chicos terminaron arrastrando a su amigo a un karaoke cerca de la
escuela.
Oikawa
se enteró de la salida de los chicos, y frunció el entrecejo cuando se dio
cuenta de que él no era invitado. De hecho, habían pasado de largo con él.
Claro, no es que le extrañe, entiende perfectamente que estén de lado de
Iwaizumi y no del suyo. Después de todo, no es más que un popular príncipe
hostigado por chicas de toda la ciudad.
En
el karaoke, Iwaizumi finalmente se tomó un tiempo para relajarse, para
olvidarse de Oikawa –o al menos sacar todo el rencor que le tiene en muchas
canciones hasta desgarrarse la garganta–, beber mucha soda y reír como loco
junto a las locuras de sus amigos. En algún momento del tiempo en el karaoke
recuerdo haber llorado y sido consolado por Matsukawa y Hanamaki, de alguna
manera estos dos siempre se le pegaban cuando más los necesitaba.
–
Oikawa se lo pierde, Iwaizumi.
–
Lo sé… – Gimoteó limpiándose las lágrimas. Mientras otra canción sonaba y
Kindaichi como Kunimi cantaban como si no estuviesen enterándose de su estado
tan deprimente y vergonzoso. Un chico a su edad llorando en el hombro de un
amigo porque fue dejado por su novio…
– Pero el idiota es tan guapo que lo detesto. Tendrá a quien quiera comiendo de
su mano ni bien le dé la gana.
–
Tú también podrías… – Hanamaki dijo… – Mientras no sea ninguno de nosotros… –
Agregó, refiriéndose a Matsukawa y él.
–
¿Qué? ¿Acaso ustedes dos están saliendo?
–
Para nada. Todavía nos va más el rollo heterosexual… – Matsukawa dijo con
seriedad… – Aunque si quieres…
–
¡Ni de broma! – Iwaizumi protestó… – Nunca más volveré a salir con alguien con
quien tenga una amistad.
–
Bueno, ahora lo que importa es que sigas adelante y tengas fé en que si tú
quisieras, también podrías hacerte un novio cuando lo desees. Tal vez no te has
dado cuenta, pero hay varios en la escuela que te miren con ojos hambrientos.
–
Joder Hanamaki, le quitas todo el romanticismo al asunto.
–
Dije que te miran con ojos hambrientos por una razón, honestamente dudo que
alguno de ellos quiera algo más que irse a la cama contigo.
–
No ayudes más Hanamaki… – Matsukawa le lanzó una mirada severa.
Iwaizumi
sonrió. Honestamente lo hizo. Sus amigos eran extraños, y no eran precisamente
la mejor compañía, pero le estaban consolando. Y eso lo hacía sentir muy bien.
Durante
el resto de la hora, se hicieron fotos graciosas y cantaron canciones más
divertidas. Cuando salieron del karaoke y tomaron rumbo a sus respectivas
casas, Iwaizumi iba viendo las fotografías que tomaron, algunas se las habían
compartido sus amigos por infrarrojo. Mientras avanzaba en la carpeta de la
galería de su móvil, Iwaizumi se encontró con algunas imágenes que se había
hecho con Oikawa. El muy idiota sonreía genuinamente en cada una de ellas.
– Me frustran tus
sonrisas Kusokawa, siemrpe escondes algo detrás.
– ¡Pero qué dices! Mis
sonrisas son siempre puras e inocentes~ Iwa-chan~
– Desde el momento en
que lo dices con esa pose de player que tanto te gusta, dejan de ser puras e
inocentes.
– Iwa-chan~ qué cruel
eres con tu novio.
Oikawa se le había
colgado de los hombros esa vez, y hecho una fotografía de cerca mientras le
besaba la mejilla.
–
Realmente llegué a pensar que te habías enamorado de mí, Tooru. Pero no eres
más que palabras y fanfarronería. Pero… – Iwaizumi suspiró y levantó la mirada
hacia el oscuro cielo… – Ese eres tú, y así fue como me enamoré por principio
de cuentas. No cabe duda, cuando se habla del amor, uno solo puede ser imbécil
a dosis impresionantes. Porque todavía te amo, kusokawa.
--//--
Datekou
Transcurridas
las dos semanas que Takeda había mencionado con anterioridad, Karasuno se ha
movido a la escuela de Datekougyou
para unos días en partidos de práctica. Para los chicos del club las semanas
anteriores habían sido intensas pues se les había exigido cubrir entonces
algunas clases de forma extracurricular para no retrasarse. Además de aplicar
unos exámenes para asegurarse de que sus notas fueran las adecuadas. Sin
embargo, entusiasmados con la idea de mejorar, todo el club se había empeñado
en ello.
Durante
el camino, las conversaciones habían ido de aquí para allá entre todos los
chicos. Una vez más Sugawara se había unido como manager, solo que esta vez
Shimizu sí les acompañaba, de esa manera las tareas de manager no recaerían
sobre el peliplatino, y la chica estaba más que encantada de ir. Además, con la
aclaración del estado de salud de Nishinoya, todo estaba en el cauce debido. Al
final resultó que el desmayo se había debido a agotamiento, como bien había
presentido el líbero. De todas maneras este pequeño susto les había servido para recapacitar y tener más cuidado con su
actividad sexual.
Por
otro lado, Hinata con Kageyama estaban más sincronizados que nunca. Ellos han
charlado al respecto en privado, y piensan que se debe a que su grado de
confianza e intimidad se completó desde que dieron el gran paso del
descubrimiento sexual. Por su parte, Yamaguchi con Tsukishima últimamente no
han tenido ese tipo de encuentros, los estudios les han consumido por completo.
Además de ellos, Tanaka con Ennoshita ni siquiera se han animado en llegar a
ese punto en la relación.
–
Por cierto, ¿Fujimi-kun los ha contactado? – Hinata preguntó a Yamaguchi y a
Tanaka. Ambos asintieron… – Realmente hace falta, ¿volverá pronto?
–
La última vez dijo que quizá el próximo año.
–
Oh, es mucho tiempo aún.
–
Es porque él tiene algunas cosas que resolver por allá todavía.
–
¿Será que está saliendo con alguien?
–
Bueno, algo dijo. Pero era más como que estaba conociendo a alguien y viendo
hacia dónde apuntaba todo.
–
Que escalofriante.
–
¿Ah?
–
Que ustedes dos estén hablando de cosas románticas con alguien que gustaba de
ustedes.
–
¿Qué tiene eso de malo?
–
Bueno, solo digo que es raro.
–
¿Y quién es el que le gusta? ¿Un alemán?
Tanaka
y Yamaguchi encogieron los hombros. Ellos en realidad no han conseguido saber
esa información. Fujimi parecía estar conservando eso para sí mismo. Pero ambos
se sentían bien, de alguna manera saber que el ojiazul no había cambiado por el
rechazo de ellos, les liberaba de culpas.
--//--
Alemania
Pese
a la hora, Fujimi estaba despierto y entusiasmado. Se miró una vez más al
espejo y luego suspiró. Era hora de su cita.
El silencio en su casa era extraño, y casi sentía como si estuviera haciendo
algo inadecuado, pero se sentía muy bien. Encendió su portátil y se conectó
esperando encontrarse a alguien más online. Se colocó unos auriculares e inició
una videollamada con esa persona.
– ¿Estás seguro de que
es buena idea hacer esto, Fujimi?
– Claro que sí, Ikejiri.
Ambos
muchachos se sonrieron a través de la cámara. Y era extraño, porque ahora
estaban conociéndose en la distancia
como algo más que amigos de
circunstancias. Hace casi un mes Fujimi había tenido su prueba final
respecto al pasado. Se había encontrado con su primer amor. Lance. Y su corazón
había dado un vuelco, sería demasiado deshonesto de su parte negarlo. Pero
cuando el atractivo muchacho le sonrió como lo hiciera años atrás, él
comprendió que caer en esta ilusión una segunda vez sería algo así como su
perdición. Así que mejor había dado media vuelta y dejado atrás lo que atrás
debe quedar.
En
adelante, en más de una ocasión Lance había intentado contactarle, incluso se
había presentado en su casa un fin de semana con la intención de invitarle a
salir. Esa tarde, con la servidumbre en su día libre y sus padres en el
trabajo, Lance había intentado sobrepasarse con él.
– No soy el niño con el
que jugaste hace tres años, Lance. ¡Lárgate de mi casa ahora mismo! – Fujimi le
había echado de una patada (literalmente), y es que Lance había intentado
someterlo y prácticamente le habría violado si él no se hubiera sobrepuesto a
la impresión y la repentina sensación de ser un niño de 13 años lleno de
ilusiones.
Esa
tarde terminó todo con Lance. Y decidió que no dejaría que nada afectara a su
corazón. Después de eso sus conversaciones vía web con Ikejiri se fueron
extendiendo, y se encontró a sí mismo ansioso y necesitado de todos sus
mensajes, sus correos electrónicos y sus videollamadas. Se dio cuenta, de que
el chico realmente comenzaba a gustarle, no por las circunstancias, sino por el
trato de todos los días.
Así,
han llegado a esto. Fujimi le había invitado a salir, tener una cita, hace unos
días. Naturalmente, Ikejiri le había dicho que eso era imposible ya que están
en países diferentes.
– De todas formas, qué
es lo que te gustaría hacer en una cita.
– Mh, supongo que salir
al cine, o algo así. Tal vez ir a un parque de diversiones. Tomar helado. No
tengo idea en realidad.
– Entonces, tengamos una
cita diferente a todas.
– ¿Eh?
– Tú confía un poco en
mí. Vamos a tener el domingo. Arréglate para eso, ¿bien?
– B-bien.
Y
ahí estaban, vestidos como si en verdad tuvieran una cita. Avergonzados y
emocionados como lo estarían en una. Fujimi había preparado videos para
mostrarle los lugares por los cuales le gustaría pasear junto a él, Ikejiri se
sonrojaba cada vez más. Y todo lo que deseaban en esos momentos era poder
sujetarse la mano, abrazarse y besarse de verdad.
--//--
Datekou
–
Sensei, por qué estamos viajando en domingo.
–
Eso es, porque no somos los únicos que estaremos por ahí según parece,
Shimizu-kun.
–
¿Eh?
Cuando
arribaron a su destino, Karasuno se llevó una gran sorpresa. Nekoma también
estaba presente.
–
¡Shoyo!
–
Inuoka~
Los
hiperactivos muchachos fueron al encuentro del otro con inusitada alegría.
Kageyama frunció el entrecejo, y Shibayama suspiró. Ellos nunca cambiarían
después de todo.
Cityboy se sonrojó como termostato cuando se
dio cuenta de la presencia de Shimizu. Tanaka sonrió divertido, en cualquier
otro momento él habría estado revoloteando alrededor de la muchacha tratando de
evitar que nadie se le acercara, ahora solo se preocupaba por asegurarse de que
nadie mirara a Ennoshita.
–
No soy una chica, Tanaka.
–
¿Y qué? Puede haber otro por ahí que termine cayendo como yo.
–
Esto no me lo habías comentado, Takeda.
–
En realidad me avisaron apenas esta mañana. Al parecer fue una decisión de
último momento.
–
No me digas que también terminará uniéndose Aoba Johsai.
–
Es probable.
–
¡Será como tener otro campamento interescolar!
–
Es productivo para todos, así que no pasa nada entrenador Ukai.
–
¡Ah! ¡Buenos días, sensei! – El rubio se inclinó con respeto hacia el
entrenador de Datekou.
Así,
mientras todos se saludaban y eran acompañados al lugar donde se alojarían
durante su estancia en la localidad, Hinata se daba cuenta de algo. En su bolso
de viaje lleva una sudadera que, obviamente, no es suya.
–
Oh mierda, es la de Kageyama… – Murmuró para sí, sonrojándose involuntariamente.
Cuando
Hinata recapacitó, se dio cuenta de que esta sudadera no es la única en su
poder, sino que tiene dos de ellas en realidad. La que le prestó la ocasión en
que conoció a la madre de su novio. La segunda, obtenida la noche en que
hicieron el amor por primera vez. Ciertamente que el pelinaranja ha fingido no
recordar que las tiene en su poder, y de hecho, las usa de pijama. Porque son
enormes y muy cómodas, y conservan de alguna manera el aroma del pelinegro.
–
Hinata…
–
¡Qué! – Exclamó exaltándose, volviendo a meter la prenda en su bolso y
colgándoselo cruzado al hombro.
–
Que te estamos esperando, idiota.
–
No me digas idiota, bakayama.
–
¿Ah? Tú, pequeño idiota.
–
Ah, ellos no han cambiado para nada eh… – Kuroo dijo sonriendo divertido. Kenma
a su lado asintió, aunque estaba más bien observando los dormitorios de esta
escuela. Eran mejores que en la suya… – ¿Qué tanto piensas, Kenma?
–
Hay notables diferencias en las instalaciones de una escuela a otra. Datekou
parece mejor que Karasuno, pero incluso mejor que Nekoma.
–
¿Eso es importante?
–
Pues no, pero tú preguntaste en qué pensaba.
–
Porque me pone celoso cuando sé que no rondo tu pensamiento.
--//--
Mientras
tanto, a kilómetros de ahí. Oikawa ha decidido intentar esto del sexo con una
chica. Se ha permitido tener este desliz. Y sin embargo, el olor a perfume
femenino que ronda la habitación le molesta, y los intentos de beso que la
chica ha buscado han sido negados rotundamente simplemente porque no le apetece
besar los labios pintados de un escandaloso tono rosado. El roce de este cuerpo
curvilíneo no le provoca en absoluto tampoco, y mientras la chica sigue sumida
en su propia burbuja haciéndose vagas ilusiones, Oikawa permite que meta su
mano entre sus pantalones, pero justo cuando la chica toma su entrepierna, él
se da cuenta de que esto no funciona para nada.
–
¿Oikawa-san?
–
Tengo que irme.
–
¿Eh?
Sin
más, Oikawa se marchó de esta casa. Arreglando apenas sus ropas no dudó en
dirigirse a un domicilio conocido.
–
Iwa-chan…
–
Qué haces aquí…
Continuará……
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