jueves, 29 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 23.



~~*~~
De nuevos comienzos y servicios poderosos que van al corazón


Cuando Tanaka empujó su lengua dentro de la boca de Ennoshita, el mundo había colapsado de muchas maneras para él. En primer lugar, está besando a otro chico. Eso, ya de por sí era suficiente para sentirse mareado y falto de aliento. Ah cierto, la cuestión del oxígeno es causa del beso justamente. De la forma en que lo hacen, como si la vida se les fuese a terminar en ello. Ennoshita aferra sus manos en los hombros del rematador, mueve el rostro a un lado y decide participar activamente del intercambio de saliva –vamos, no hay manera de pedirle más romanticismo al muchacho, aunque le encantaría aprender a serlo–. Sus lenguas inventan formas de unirse, de enredarse la una con la otra y al final, tras separarse por la bendita falta de aire, conectarlas hasta el último instante por un hilillo de saliva. Naturalmente, ambos respiran laboriosamente, y sus caras van llenas de un carismático tono rojizo que evidencia no solo la vergüenza, sino también el fulgor del momento.

– Tanaka, qué ha sido esto tan repentinamente… – Ennoshita no duda en preguntar de inmediato.

Algo tiene que ayudarle a calmar los latidos de su corazón. Y eso no será solo por recuperar un poco del aire que toma ahora a bocanadas como si fuera el cansancio de una ardua jornada de entrenamiento. Él necesita saber, que esto no fue un impulso o una simple curiosidad.

– Eso, ha sido la mejor manera que tengo para decir lo que siento por ti… – Dice, y casi parece que en su rostro el carmín aumenta otro poco… – Ya sabes, no soy bueno con las palabras.

– ¿Te gusto?

– Sí, eso.

– Entonces, ¿estaría bien para ti si nos convertimos en pareja?

Tanaka abre la boca, pero la cierra al instante. Estuvo a punto de decir algo como “hay que pensarlo”, o una tontería por el estilo. Pero asiente, aclara la garganta y le mira con la suficiente seguridad que presiente el otro chico necesita. Ennoshita podría ser un tipo inexpresivo en muchas maneras, y también bastante indiferente cuando quiere. Pero todavía es sensible, y observador e intuitivo.

– Tanaka, ¿estás realmente seguro? Estarías iniciando una relación homosexual conmigo.

– Estoy seguro, Ennoshita.

El chico pokerface sonríe, ladea el rostro y posa sus ojos cristalinos sobre su acompañante. Los dedos de sus manos se buscan al costado, se entrelazan y estrechan un vínculo que todavía parece bizarro e irreal. Sus personalidades son más que opuestas, difícil de entender. Pero es así, las cosas del amor adolescente son tan complejas como las de un adulto que ha madurado. Tanaka no puede entender exactamente qué le atrae de esta manera de Ennoshita, por qué se enamoró de él pero lo siente en el corazón. Es una sensación emotiva muy distinta de lo que sintió por las chicas en general, de lo que llegó a sentir por Shimizu. Ella sigue siendo hermosa, pero las verdaderas mariposas han decidido aletear en su estómago por Ennoshita, entre otras emociones que ahora ha descubierto y que antes solo parecían relatos de otros adolescentes, nada propio. Comienza a entender un poco la actitud tan relajada de Nishinoya cuando estaba alrededor de Shimizu, es que la admiración no era amor verdadero. Y Ennoshita, bueno, él no lo ha pensado con detenimiento, para él haberse enamorado de Tanaka resultó casi como algo natural, o cosa del destino. O a saber qué, no se ha drenado el cerebro para darle respuesta a ese “por qué”, no le resulta tan importante, le es suficiente pensar que, para ser su primer amor, no le ha ido mal en realidad.

– ¿Deberíamos decirle a los demás?

– Creo que mejor dejemos que se den cuenta solos. No me anima en particular aguantar las bromas de Noya todavía.

– Oh dios mío, le tienes miedo.

– No es miedo, es respeto.

Tanaka se ríe, y Ennoshita le imita por apenas un momento. Sus bocas se unen de nuevo. Besarse se siente ahora como una necesidad, no pueden alargarlo por más ocasiones. Sus labios calzan perfecto, y el beso es menos rudo, salvaje y torpe que el anterior. Sabe a dulce, cariñoso, confiado. Todavía tienen mucho qué escribir en su historia.


Hoy es su cumpleaños 16. Ikejiri suspiró y vio que la última caja con sus pertenencias era subida al camión de mudanzas.

– Está todo listo, solo tiene que firmar aquí y todo esto saldrá de inmediato a la dirección dada.

– Sí, gracias… – Firma y agradece con amabilidad. Ve el camión partir y él entra a este departamento por última vez. Toma su bolso y cierra con llave. No quedan más que algunos muebles cubiertos por sábanas, no es que piense venderlo o volver pronto, tampoco quiere arrendarlo. Es suyo después de todo y algún día, algún día quizá pise de nuevo este lugar… – Cuando haya madurado.

Da media vuelta y sube al taxi que le espera ya. Su viaje de momento es directo al aeropuerto de Sendai, le espera un largo viaje hasta Alemania, pero aquél país es su destino, después de todo sus padres han terminado por volver allá también. Parece que después de todo ya no pueden sentirse parte de este lugar, tienen mucho en aquel país anglosajón, él solo círculos que cerrar antes que dar nuevos pasos.

El camino al aeropuerto se siente rápido incluso. Ahora todo lo que tiene qué hacer es esperar la hora de partida.

– ¡Fujimi! – Y repentinamente aquel grito. Vuelve la mirada y se sorprende de verle ahí. Ikejiri ha venido. El corazón del ojiazul da un vuelco, por alguna razón se siente emocionado y triste a partes iguales.

– ¿Qué haces aquí?

– No podía dejar que te fueras así, sin nadie que te despidiera personalmente.

– Pero deberías estar en tus prácticas ahora, ¿no?

– El club puede esperar, al menos por hoy puede… – Ikejiri se sonroja, desvía la mirada y se muerde el labio inferior. La noche ha llegado, el firmamento está poblado de brillantes estrellas y él… él solo puede sentir que algo no va del todo bien. Que está tentado de pedirle que no se vaya, que se quede.

Se sostienen la mirada y el silencio abruma. Fujimi sonríe luego, ha estado en primer lugar para alguien, Ikejiri es un chico extraordinario, pronto llegará aquel que logre valorarlo y le ama como se merece. Le da un poco de envidia, habrá un afortunado ganador que ocupe ese rincón tan especial en el corazón del muchacho.

– Gracias. Por haber venido, Ikejiri.

– Yo, sé que no es de mi interés pero… por qué te marchas. ¿Es porque estás decepcionado por Tanaka?

– En parte.

– Pero. Dijiste que siempre te podía gustar alguien más.

– Sí, pero parece que me equivoqué un poco. Quiero decir, seguramente que me gustará alguien más pero, pienso que es momento de tomar un poco de distancia.

Ikejiri quiere decir algo más, pero se arrepiente. No es quién para detenerle. El pecoso se da cuenta de que en realidad no llegó a comprender al ojiazul, pero esos pocos días de tratarse, había desarrollado un cariño especial hacia él. Teme admitir que se ha enamorado, pero una vez que la idea comenzó a rondarle hace unas horas cuando recibió el texto del muchacho, supo que estaba perdido. Era irónico, que tras ser rechazado sutilmente por su primer amor, el segundo le abandonase por tener el corazón roto por alguien más. Después de todo, es como si solo él estuviese errando sus sentimientos. O algo parecido.

El llamado para abordar el vuelo correspondiente se escucha en la monótona voz que resuena en la sala. Fujimi no sabe cómo despedirse, Ikejiri en el fondo no quiere hacerlo. Y luego de pronto, el pelicastaño avanza un par de pasos, reduce la distancia y besa al ojiazul. Es un beso casto, tembloroso, extraño. Fujimi abre sus ojos de par en par, sorprendido por la acción de su amigo.

– Ikejiri… – Murmura su nombre y se toca los labios. El tacto frío de los labios del pecoso sigue ahí. Un beso frío, él nunca había tenido uno así.

– ¿No es el tipo de acción que tú harías si quieres obtener algo de aquél a quien aprecias? – Murmura con las mejillas arreboladas de carmín.

– Sí, pero… – Fujimi se ha quedado paralizado. No se habría imaginado que el chico hiciera algo como eso.

– A-ahora tienes mi primer beso. ¡Y es súper importante para mí! Asegúrate… asegúrate de devolvérmelo después, y que no sea demasiado tarde… – Ikejiri parlotea hecho un manojo de nervios. No está seguro del impulso que le llevó a hacer tal cosa. No, se corrige a medio pensamiento y admite que el arrebato ha sido movido por su corazón. Y no se arrepiente.

– Comprendo. Cuidaré bien de tu primer beso. De ahora en adelante está prohibido que nadie más toque mis labios hasta que pueda devolvértelo, Ikejiri.

Es una promesa sin sentido, extraña y tal vez irregular. Son a fin de cuentas dos corazones rotos despidiéndose en medio de una lucha de sentimientos internos. Un último llamado para abordar su vuelo hace finalmente girar sobre sus talones al ojiazul, el pelicastaño ve su espalda alejarse. Estira la mano y da un paso, le tiembla el cuerpo entero y siente ganas de llorar, las primeras lágrimas resbalan y entonces baja la mirada. No puede detenerle, estaría atando un corazón herido por egoísmo. Fujimi no mira ni una sola vez hacia atrás. El corazón se le atora en la garganta.


Al día siguiente el rumor de la ausencia de Fujimi corre rápidamente por toda la escuela. Todos comentan que últimamente no era el mismo, no reía igual ni era el chico lleno de vida que habían conocido. De alguna manera se infiltraron otra clase de rumores, entre ellos que su familia le estaba obligando a volver a casa. La inquietud asaltó pronto a sus amigos. Yamaguchi quiso contactarle vía telefónica y por mail, pero no ha tenido respuesta de ninguna forma. Y Tanaka se muestra ansioso. Apenas el día anterior se ha animado en iniciar una relación con Ennoshita, y ahora resultaba que Fujimi se hacía el desaparecido.

– Tanaka…

– ¿Qué?

– ¿Estás pensando en Fujimi?

La pregunta de su novio le pilla por sorpresa. Se queda callado pero la respuesta es evidente. A Ennoshita no le agrada que él esté pensando en otro chico, no cuando el chico en cuestión también tenía sentimientos por Tanaka. Se siente incómodo, y por alguna razón preocupado.

– Ennoshita Chikara, escucha… – Le sujeta el rostro y le mira profundamente… – Sí, estoy pensando en Fujimi. Porque me siento mal por él, aunque me disculpé la última vez que le vi, todavía siento que nos despedimos de mala forma. Pero pienso en él como un amigo, nada más que eso, ¿entiendes?

– ¿Lo juras, Ryuunosuke?

– Lo juro.

Y es cuando la hora de club llega que Takeda sensei les da la noticia verdadera.

– Es verdad, Fujimi-kun se dio de baja. Sin embargo todo cuanto aparece en su expediente es que tuvo motivos familiares, los detalles de su decisión no los conozco, chicos.

Sensei se da cuenta de que la noticia no cae bien en el grupo. Todos habían aprendido algo de Fujimi, y aunque no era la persona favorita de todos ahí, todavía ha sido lo suficientemente amistoso para ser considerado un amigo al que echar de menos. Takeda también tuvo sus inquietudes, y aunque quiso conocer más acerca de los motivos del ojiazul por abandonar la escuela tan repentinamente, su sensei no ha podido darle más detalles tampoco.

– En realidad ha sido extraño, Takeda-san. Su padre ha hablado personalmente con el Director, y unos minutos después el chico ya había sido dado de baja. La nota en su expediente no es aclaratoria. Pero ya sabe lo que dicen, que después de todo su familia es millonaria. Los asuntos de las familias ricas siempre son extrañas, probablemente el chico solo está teniendo un capricho.  

Sensei no hable así de un alumno que estuvo bajo su tutela, por favor. Fujimi-kun tuvo alguna razón, tal vez la tuvieron sus padres. Pero sigue siendo un asunto de familia del que no podemos rumorar a la ligera.

En realidad Takeda sensei se había molestado con la actitud de su colega, y luego no había tenido más opción que comunicarlo al club de voleibol. Ukai nota la tensión en el equipo y entonces no se le ocurre otra cosa que mandarlos a iniciar las prácticas, distraerlos de alguna manera. Saben que de todas formas, nada volverá a ser igual.

Tanaka aún se distrae algunas veces, pero no es el único, Yamaguchi está igual. Tal vez porque ellos dos fueron destinatarios del afecto romántico de Fujimi, y porque ninguno de los dos pudo corresponder aquel cariño. Probablemente lo que sienten no es más que culpa, vestigios de remordimiento.

--//--
Alemania

Su llegada a casa es anticipada por sus padres, le reciben con calidez y comprensión. Ninguno de los dos está molesto por sus repentinas decisiones. Su madre le abraza y le dice que ha preparado su postre caliente favorito, crepas dulces con mucha fruta y chocolate.

– ¿Quieres hablar de algo, Arita?

– Estoy bien, mamá. No te preocupes. Está algo frío por aquí.

– Ya te reacostumbrarás, Arita… – Le acaricia una mejilla con gesto maternal y le pide que coloque unos platos en la mesa para servir el postre.

Entre comentarios de cualquier otra índole, Arita pasa el resto de la noche con su madre hasta que llega la hora de descansar. Al día siguiente el ojiazul sale temprano, quiere dar un paseo por las calles que no veía hace algunos meses. Nada ha cambiado. Y sin querer termina en su antigua escuela. Es día de clases, y la Universidad está a un lado porque están los niveles de estudio integrados. Fujimi camina por la calle admirando el edificio, se pregunta si su exnovio aún estará ahí. Después de todo, la razón por la cual su primer amor había sido infructífero era que se había enamorado de un universitario. 

– No tengo tiempo para perderlo contigo, Arita. Es mejor que terminemos ahora.

– ¿Terminar? Pero, dijiste que me amabas Lance.

– Arita entiende, estoy iniciando un momento muy importante de mi vida. No puedes comprenderlo porque eres un niño todavía.

– Sabías que soy un niño desde que me pediste salir contigo.

– Y por esa misma razón ahora estoy terminando contigo.

– ¿Es porque  no soy bueno en el sexo?

– No tiene nada qué ver con eso.

– Entonces…

– Ya te dije, no tengo tiempo para ti.  

Fujimi agitó la cabeza de un lado a otro esperando sacarse aquellos recuerdos de la mente. Luego, contra su voluntad, también se le vino a la mente la ocasión aquella en que habló con Yamaguchi acerca de cómo era el sexo entre dos chicos. Esa tarde el pecoso no había podido evitar su curiosidad y le había preguntado sobre sus experiencias sexuales.

A diferencia de ti que tendrás tu primera vez con el chico del que estás enamorado y que, obviamente, también lo está de ti; mi primera relación sexual fue con un universitario que simplemente me encontró atractivo porque tenía un rostro bonito y lucía algo infantil. Creo que estuvimos liándonos por cerca de medio año, pero entonces él conoció a otro sujeto más bonito e infantil que yo y me botó.

– Eso fue muy cruel de su parte.

– Guchi~ eres demasiado lindo. Pero aunque suena cruel, con el tiempo me di cuenta de que era esperable después de todo. Aunque para mí Lance era mi primer amor, yo para él no era más que un pasatiempo. Luego me di cuenta de que me había dejado porque había encontrado a un chico mucho más lindo e infantil que yo.

– Fujimi-kun, lamento haberte preguntado.

– ¿Por qué? ¿Piensas que me duele traer esto a colación? – El ojiazul se permitió una sonora carcajada. El pecoso se le quedó mirando extrañado… – Al principio sí estaba dolido. E hice todas esas tonterías que hacen algunos adolescentes, dejé de comer, de relacionarme con mis compañeros, mis notas bajaron estrepitosamente. En otras palabras, me deprimí. Y como mis padres solían estar de viaje, mi salud no mejoraba porque la servidumbre no podía obligarme a cuidar de mí. En ese entonces mi madre procuró establecerse en casa, y pasaba la mayor parte del tiempo conmigo. Poco a poco salí de mi depresión y reinicié mi vida. Pero estaba tan enojado entonces, que quise probarme a mí mismo que seguía siendo atractivo. Y comencé a buscar a chicos para relaciones casuales.

Yamaguchi ahogó un gemido de impresión. Ya de por sí era increíble que Fujimi hubiese iniciado su vida sexual apenas a los trece años, imaginar que había continuado relacionándose con otros chicos le hacía sentir algo incómodo. Quizá porque él solo se cree capaz de llegar a tal grado de intimidad con Tsukishima.

– Luego tuve encuentros sexuales con otros dos sujetos, uno era un hombre aún mayor y el otro un compañero de escuela, pero no cometí el error dos veces así que solo los traté como “amigos sexuales”. Vamos Yamaguchi, no te sorprendas tanto, esto es lo que pasa en el mundo real, no importa si son homosexuales o heterosexuales, sucede igual.

– Yo, pienso que puedes tener razón. Aún así, la idea de hacer el amor con más de una persona es…

– Ah, pero tú has dicho algo importante, Guchi. Tú y el odioso de Tsukishima están realmente enamorados, y no piensan en sexo. Ustedes quieren hacer el amor. Hay una gran diferencia entre ambos encuentros. Aunque ambos se tratan de una relación física, el sexo es solo placer carnal. Hacer el amor, es la parte más emotiva de esa relación física porque trasciende al placer carnal. Venga, deja de hacerme hablarte de la parte “fea” del sexo, y escucha los tips más importantes para no sentir tanto dolor en tu primera vez. Pero no te preocupes, la experiencia que yo tuve no tendrá nada qué ver con la que tendrás tú.

Fujimi sonrió al pensar en eso. Era verdad, cuando Yamaguchi y Tsukishima dieron el gran paso habían estrechado su relación, fortalecido su vínculo.

– Es bueno saber que no tenía oportunidad. Si yo hubiera sido imprudente y robado siquiera un beso de Guchi, probablemente ahora todo sería una historia muy diferente. Él, a diferencia de Tanaka-senpai, no habría sido capaz de darme un puñetazo por principio de cuentas.

– ¿Arita?

– ¿Eh?

El ojiazul gira el cuerpo. Reconoce a esta persona.

– Lance…

--//--
Nekoma

Han transcurrido al menos un par de semanas desde el campamento interescolar. La vida transcurre con la normalidad esperada. Kuroo le compró su móvil nuevo a Kenma hace apenas un par de días, y en el momento en que se lo entregó, el minino le instó a desnudarse para poder hacer su foto sexy. Ni tardo ni perezoso el capitán de Nekoma lo había complacido, visto que estaban solos en casa del primero y a él le apetecía el mínimo pretexto para hacer el amor. Efectivamente, esa tarde con el crepúsculo cayendo en el horizonte, Kuroo había posado para Kenma como todo un modelo sensual y la fotografía se había hecho. Kenma la ha guardado y protegido en una carpeta con contraseña, solo él podía deleitarse la pupila –y satisfacer su libido– cuando sintiera necesidad. Luego de la fotografía la situación se había tornado lasciva, y los besos como las caricias no se habían hecho esperar. Kenma comprobó que cada vez disfrutaba más del contacto íntimo con Kuroo, que su cuerpo reaccionaba incluso si solo pensaba en la posibilidad del sexo.

Y ahora, Kenma usaba este móvil para hacer fotos sexys de su novio en pleno entrenamiento, lo que se ha tornado una característica bizarra en él dada su personalidad.

– Actúas como un stalker… – Yamamoto comenta cuando le pilla haciendo otra fotografía del capitán mientras hacen calentamiento.

– Entonces lo soy. Aunque creo que si soy su novio eso no debería aplicar. Y a Kuroo no le molesta, de hecho disfruta saber que tengo mi atención puesta en él 24/7… – Kenma responde con toda la tranquilidad del mundo, haciendo un acercamiento y captando el momento exacto en que su novio le sonríe coqueto sabiendo lo que está haciendo… – Ah, Kuroo es demasiado guapo.

Yamamoto se golpeó la frente y decidió abandonar cualquier tipo de misión por hacer entrar en razón al setter de su equipo. Lo que sea que significara razón hablando de Kenma.

En tanto, el resto hacía lo propio con los ejercicios de calentamiento, en realidad Kenma era el único que estaba más bien distraído, haciendo los ejercicios a medias. Luego, durante las horas de prácticas en más de una ocasión Kenma se había quejado con sus compañeros por arruinar sus perfectas tomas pues se atravesaban en sus ángulos para fotografía. La cosa se estaba convirtiendo en una fuente de molestia para algunos, y diversión para otros. A Lev sin embargo no le importaba para nada. Él seguía esperando porque cierta persona le diera una respuesta, y hacía un esfuerzo sobrehumano por contenerse y no presionar.

– Pero ahora tengo la impresión de que está haciendo de cuenta que nunca le dije nada… – El mestizo dijo para sí, afilando la mirada y siguiendo de cerca al más bajo, que estaba llevando la red a la bodega para ser guardada… – Yaku-san.

– Qué, mocoso.

– Por casualidad, ¿estás ignorando mis sentimientos?

La red cae al piso y los pasos de Yaku se detienen. Sus mejillas se bañan de carmín. Da media vuelta y le encara, aunque por un momento Lev pensó que le gritaría cualquier cosa y le dejaría con las palabras en la boca.

– No, aunque lo estaba intentando. Claramente basta con estar consciente de tu mirada para no poder ignorarlos.

Yaku farfulla frunciendo el entrecejo. El mestizo sonríe y se encarga de recoger la red. Ya no sabe cómo insistir en el tema.

– Yaku-san, si tanto tienes qué pensarlo…

– Cállate, Lev… – Le interrumpe de tajo. Pero su tono de voz no es prepotente como otras ocasiones. Se talla las sienes y suspira… – Mi respuesta es obvia. Tú también me gustas, mocoso idiota.

La sonrisa de Lev se amplía al instante, y movido por el entusiasmo de tal declaración de parte de su senpai, le levanta en vilo repitiendo una y otra vez “gracias”.

– ¡Ya, bájame! – Exclama rojo como tomate, en parte por molestia (que no es ningún crío para que le cargue de esa manera, ¡y menos una chica!), y también por vergüenza.

– Lo siento, es que me emocioné.

– Me doy cuenta. Más vale que de ahora en adelante controles tus muestras de afecto y emoción, o lo que sea… – Le gruñe de mala gana, y se da cuenta de que todos en el club les miran divertidos… – ¡Qué están mirando, joder!

– Yaku-san~

– ¡Ahora qué!

– ¿Puedo besarte?

El sonrojo le explota en la cara, Yaku parlotea sin decir una sola cosa coherente. Luego de un rato murmura algo que Lev no alcanza a escucharle.

– ¿Qué?

– Dije, cuando nadie esté mirando.

– Oh, ya veo.

Lev sonríe todavía más, se apresura en terminar de hacer su parte en la limpieza del gimnasio y tomar la ducha. Luego espera impaciente a su senpai, pero parece que Yaku se está tomando su tiempo para la ducha. Cuando sale, ya todos se han ido y Lev está cabeceando sentado en un banquillo. A Yaku le da un poco de risa, está todo encorvado y en una posición por demás incómoda.

– Eres un mocoso, Lev… – Dice sin preocuparse por el tono de su voz. De todas formas el mestizo sigue dormitando… – Oye, mocoso idiota, despierta… – Le sacude por el hombro y le ve casi irse de bruces contra el suelo cuando abre los ojos y pierde el equilibrio de su ya mala postura.

– Yaku-san~ has tardado siglos en la ducha… – Se queja en medio de un bostezo.

– Y tú eres idiota. ¿Crees que estaba haciendo tiempo solo porque sí?

– ¿Eh?

– Ahora no hay nadie alrededor, mocoso idiota.

– Cierto. Oh… ¡oh! ¡Es verdad, estamos solos! ¡Ahora puedo besar a Yaku-san~!

Yaku revolea los ojos, Lev se entusiasma de nuevo y no duda en sujetarle los hombros e inclinarse, sin aviso alguno de por medio de ninguna naturaleza. Simplemente va y le besa. Yaku abre los ojos desmesuradamente cuando siente los labios de Lev contra los suyos. Si estaba programado para esto, pero no así sin más. De todas maneras, no se siente mal. De hecho, se siente bien. Pero sería mucho mejor si el simple roce mutara en algo más, profundo.

Y parece que Lev le lee el pensamiento, porque mueve sus labios de otra forma, ladea el rostro y la nariz le hace cosquillas por alguna razón, o tal vez son los nervios. Pero participa, responde los roces moviendo sus labios también, sacando la lengua y dejando que Lev la chupe descaradamente, para luego enredarlas y hacer de este beso algo demasiado confiado, húmedo y…

– Mierda, dónde demonios aprendiste a besar.

– Mirando en la tv. Pero, no tiene comparación alguna con lo que es besar de verdad, sobre todo porque es con mi persona favorita.

Yaku gruñe, está avergonzado y se le nota a kilómetros. Pero hacen de cuenta que no es así y simplemente comienzan a besarse de nuevo. Todavía pueden tomarse otros diez o quince minutos para esto antes de salir del gimnasio. Kuroo le ha dejado la llave a Yaku, y presiente que mañana será el blanco de sus burlas. Seguro que el capitán sabía de sus intenciones, su pícara mirada se la ha advertido.


Con dos parejas consolidadas en Nekoma, Shibayama se siente un poquito incómodo. Y es que después del campamento interescolar, Inuoka y él se han besado en varias ocasiones. ¿Por qué? Bueno, simplemente porque Inuoka llega y le aborda, con su sonrisa serena y una emoción indescifrable bailando en sus ojos marrones.

– Inuoka, por qué siempre parece tan sencillo para ti besarme.

– No pienso que los besos sean algo difícil de dar. Y son una forma de expresar el afecto, ¿verdad?

– Sí, si hablas del afecto entre dos personas que se gustan, como Kenma y Kuroo, o Yaku-san y Lev. Pero tú y yo… tú y yo no sé qué somos, Inuoka.

– ¿Eh? Somos amigos, por supuesto.

– Amigos…

– Sí. El amor y la amistad son simplemente dos niveles de cariño diferentes. ¿Es malo que te demuestre mi amistad besándote?

– ¡Claro que sí, idiota! – Exclama ofendido. Herido en sus propios sentimientos. Y dando media vuelta abandona el gimnasio a mitad del entrenamiento. Nadie entiende qué ha pasado.

--//--
Datekou

En Datekou, Kamasaki tiene su primera cita con Moniwa. Es cada vez más evidente que lo suyo podría tratarse de amor. Para Kamasaki el primero con un chico, aunque alguna vez se enamoró de una chica meses atrás.

– Yasushi, ¿la pasaste bien?

– Sí, ha sido muy divertido Kaname. Aunque creo que el final de la película jodió todo, daba para más.

– Pienso lo mismo.

Se sonríen, algo incómodos a decir verdad. Porque aunque lo han pasado realmente bien, ambos piensan que se sintió más como una salida de amigos que una cita de verdad. Aunque esa había sido la intención de Kamasaki al invitarle a salir. ¿Qué habría sido lo que no fue de la forma adecuada para una cita romántica? ¿Habrá sido la elección de la película en el cine? No, se supone que las citas deberían ser libres de estereotipos de tal naturaleza. ¿Pudo ser el momento de ir a cenar? Después de todo se habían ido a un local cualquiera, donde los grupos de amigos hacían tanto escándalo que ellos no tuvieron espacio siquiera para conversar. Luego habían decidido ir a un parque de diversiones en la ciudad, la cosa se había tornado cómica cuando ambos compitieron entre sí para demostrar quién era mejor en más de un juego de destreza atlética o fuerza muscular.

– Kaname…

– Yasushi…

Se llamaron al mismo tiempo.

– Tú primero…

Dijeron otra vez a la par. Luego se rieron con ganas y se sintieron algo más relajados.

– En verdad la pasé bien, pero fue como salir con mi amigo y no con mi… novio… – Moniwa dijo sinceramente.

– Lo sé. Creo que me olvidé del objetivo a medio camino. Lo siento.

– No, no necesitas disculparte. Quiero decir, saldrá mejor la próxima vez. Podríamos, no sé, planear juntos la cita o algo.

– Sí, eso estaría bien.

Se miraron una vez más y sonrieron ligeramente avergonzados. Han caminado unas cuantas calles desde la parada del autobús hasta la casa de Moniwa. Kamasaki aclara la garganta, hay un sitio oscuro antes de llegar, se pregunta si estará bien besarle ahora.

– Kaname…

– Mh…

Y no le dice nada, simplemente le jala a un lado, le empuja contra la cerca de una casa y le besa. Moniwa responde con gusto, le hace feliz saber que Kamasaki es quien busca los besos. Y comprenden que para ellos, todavía hay camino por recorrer.

--//--
Aoba Johsai

Pese a todo, Oikawa ha vuelto a las andadas, flirtea con las chicas y hace oídos sordos de los celos de Iwaizumi. Casi parece que de pronto han retrocedido en su relación. Iwaizumi no espera que cambie radicalmente su forma de ser, pero sí que demuestre que al menos le importa. Oikawa admite que no es su estilo.

– Entonces, ¿piensas que el coquetear con chicas es inocente?

– Sí.

– Pero, me siento traicionado cuando lo haces Oikawa.

– Es solo un jugueteo, Iwa-chan.

– Así que, ¿puedo juguetear de esa manera con otras u otros, y a ti te daría igual porque no es serio?

Oikawa se lo imagina. Realmente lo hace. Y se le revuelve el estómago al hacerlo. No, realmente piensa que no le daría igual.

– No, no me daría igual.

– ¿Qué mierda significa eso, Oikawa? No puedes decir que no te dará igual cuando es lo que tú haces.

– Pero a mí me queda.

– imbécil… – Iwaizumi espeta con rencor, dolido en el corazón… – Eres tan arrogante.

– Toda la vida he sido así, no veo por qué me lo echas en cara ahora, Iwaizumi.

Iwaizumi. Por primera vez en mucho tiempo Oikawa le llama de esta manera, no Iwa-chan como siempre. Algo se siente fuera de sitio. Los dos están enojados ahora, por razones muy diferentes. No, en el fondo es por la misma razón: celos.

– Oikawa, decide ahora. ¿En verdad está bien para ti seguir siendo novios? Porque creo que es algo que no te queda.

– Siempre estás amenazándome con eso Iwaizumi. Si quieres terminar solo dilo y ya, no trates de dejarme a mí cada vez la decisión.

– ¿No te queda claro? Es porque estoy enamorado de ti, yo no tengo la fuerza para romper contigo. Pero si tú…

– ¡Cállate ya, Hajime! – Espeta con rencor, le empuja contra el muro de los vestidores y frunce pronunciadamente el ceño… – Me fastidia tanto que, que…

– Que qué, Tooru. ¿Que te ame como lo hago? – Iwaizumi le sostiene la mirada, aguanta la fiereza de sus ojos… – No nos sigamos haciendo idiotas, tú también has sabido siempre lo que siento por ti. Y siempre has dejado que sea yo quien te controle, quien se meta en tus coqueteos. No tenemos una relación estable, Tooru. Tampoco es normal o sana, me hieres constantemente, pero sigo aquí, esperando a que me quieras como yo a ti. Enojándonos cada día, siendo ridículamente celosos.

– Cállate, Hajime.

– Por qué. Porque te estoy diciendo la verdad.

– ¡Sí, maldita sea! ¡Porque estás diciendo la verdad! ¡Porque me sofoca tu amor y no sé cómo manejarlo! ¡Porque cuando me doy cuenta, ya estoy flirteando con las chicas! ¡Porque me gusta ser popular, tener atención de todos alrededor!

– Entonces, termina conmigo Tooru.

– ¡No puedo!

– Solo tienes que decirlo, no será tan difícil.

– ¡Lo es, maldición Hajime, lo es!

Oikawa le besa entonces, rudo y tosco. Le muerde los labios incluso haciéndole sangrar. Está desesperado, es incapaz de poner en orden su vida. Por un lado la popularidad es natural en él, por otro, dejarse influenciar por esta afecta su noviazgo. Pero es verdad también, es incapaz de renunciar a Iwaizumi.

--//--

Tras la primera ecografía del tercer mes de embarazo, Takeda y Ukai han decidido finalmente hablar con los padres del segundo. Ambos están un poco ansiosos, pero saben que la noticia será bien recibida. Al cerrar la tienda, la hora de la cena se convierte en la excusa perfecta para reunirse todos. Y luego, sin más, sueltan la bomba.

– Van a ser abuelos.

El rubio dice. Sensei mira de hito en hito a los señores Ukai y a su novio. Se supone que iban a hacerlo con un poco más de tacto, pero entre los nervios y todo ha salido más pronto de lo esperado.

– Eso significa… – La Sra. Ukai mira a sensei, Takeda asiente y deja sobre la mesa una carpeta, ahí están imágenes de la ecografía. La mujer las mira y los ojos se le anegan de lágrimas… – ¡Estoy tan emocionada! ¡Voy a ser una abuela consentidora~!

Exclama más que feliz y abraza a Takeda, le llena de besos las mejillas y luego abraza a su hijo. El Sr. Ukai se había levantado en silencio, sin mayor expresión en su cara. Takeda y Ukai se miran con nerviosismo, pensaban que él también se alegraría.

– Mamá…

– No te preocupes, llegará en un minuto.

Antes de que el rubio pudiera preguntar nada más, el hombre vuelve con unas botellas de sake.

– ¡Esto es digno de festejarse! ¡Vamos a beber hasta embriagarnos, Keishin!

– ¡Eh!

– Vamos, vamos… – Instó sirviéndole un vaso de sake… – ¡Vas a ser papá!

– Pero yo no creo que deba embriagarme, papá.

– Por qué no.

– Porque tengo que acompañar a Takeda a su casa más tarde.

– ¡Pues que se quede a dormir! ¿Verdad, mujer?

– ¡Por supuesto! Estaremos encantados de que se quede, Take-chan~

– Yo no quisiera causar molestias.

– ¡Para nada!

– No creo que se vea bien que me embriague de todas maneras.

– ¿Qué? ¿Tienes miedo de dar una mala impresión a tu novio? – El tono de burla de su padre le hace sonrojar, pero en cierta forma es cierto. No es que no se haya embriagado antes delante de Takeda (que la primera vez que tuvieron sexo fue justamente en una borrachera), pero ahora tenía que ser responsable… – Takeda-kun, ¿te molesta que mi hijo beba hasta perder la razón?

– N-no, para nada, señor.

– ¡Ahí tienes! ¡A beber!

Ukai gimoteó y miró con bochorno a su novio. Takeda le sonrió. Y estuvo tomando té y comiendo bocadillos que la Sra. Ukai estuvo acercando. Fue una reunión familiar muy emotiva, se sintió rodeado de una calidez que llenó su corazón de seguridad. Más tarde, sentados en el pórtico del patio, encendieron luces de bengala y cantaron a la luz de la luna y las estrellas. Keishin era un tonto, pero asombrosamente encantador. Su risa le contagiaba, y sus besos de mariposa y esquimal le hacían sonreír avergonzado.

– Sin besos en la boca porque el licor es malo para el bebé.

Había dicho con su voz trabada en algún momento, mientras los Sres. Ukai encendían más luces de bengala y cantaban una melodía tradicional para los amantes.

– Está bien, creo que un beso no le hará daño.

Y besarse suavemente. Los Sres. Ukai sonrieron contentos al verles tan enamorados, así fueron ellos cuando supieron que Keishin llegaría a sus vidas. La paternidad es hermosa, sobre todo cuando el apoyo está ahí.

– Muy bien, hora de descansar.

– ¡Pero aún queda sake, mujer!

– Nada, nada. A dormir. Take-chan necesita descansar. Keishin, toma una ducha, no puedes dormir todo apestoso con Take-chan.

– Sí, mamá.

– Take-chan, acompáñame. Te mostraré dónde dormirás. Aunque siempre puedes cerrar la puerta y dejar a Keishin dormir en el pasillo… – Dijo con una risilla traviesa.

– N-no, está bien.


A la mañana siguiente, los varones Ukai tenían jaqueca. Pero Takeda estaba feliz preparando el desayuno junto a la Sra. Ukai.

Luego alguien llamó a la puerta, cuando la mujer atendió vio a los dos amigos de su hijo al otro lado.

– Mako-chan y Yuu-chan… – Les recibió con una sonrisa, invitándoles a pasar… – Keishin está dormido aún.

– ¿Dormido? ¿Y la tienda?

– Por hoy abriré más tarde.

– Oh, Takeda-sensei. Buenos días.

– Buenos días, Makoto-kun, Yuusuke-kun.

– Es extraño verlo por aquí tan temprano.

– Pues no sé por qué se extrañan. Él es bienvenido a nuestra casa cuando quiera. Es el novio de Keishin después de todo~ – Parloteó toda emocionada la mujer. Sensei se sonrojó y el par de amigos de Ukai se quedaron boquiabiertos. Ellos no estaban seguros, aunque ya lo sospechaban.

– B-bueno…

– Ah, imaginé que serían ustedes dos los que estarían molestando tan temprano… – El rubio dijo entrando en la cocina, tenía expresión de pocos amigos, pero era el tipo de expresión que sus amigos le conocían cada que estaba con resaca.

– Oye, acabamos de enterarnos de que estás saliendo con Takeda-sensei… – Takinoue dijo con sorna.

– Sí, y también vamos a ser papás.

– ¡Qué!

– ¡Ukai! – Takeda exclamó un poco incómodo. Decirlo a los papás de su novio era una cosa muy diferente a contarlo a sus amigos.

– ¡Seremos los padrinos!

– ¿Ah?

– Pero, ¿no debe ser una pareja los que apadrinan a un bebé? – Shimada aportó.

– Bueno, podemos arreglarlo. ¡Seamos novios! – Exclama el otro rubio. Y el hombre de anteojos le fulminó con la mirada.


Kageyama está ansioso. Esta noche Hinata estará en su casa. Y lo mejor de todo es que sus padres no estarán. Han salido por un viaje de negocios de su madre. Todo el fin de semana la casa es suya. Y lo tiene todo preparado. Esta vez realmente quiere dar el siguiente paso con su novio.

– Hace tiempo que no venía a tu casa, Kageyama.

– Lo sé. Ponte cómodo, veré qué dejó mi madre para la cena.

El pelinaranja se sienta en la estancia, comienza a dolerle el estómago de los puros nervios. Está consciente de que esta noche, su novio y él lo harán por primera vez.

– ¿Tienes sed?

– No.  

Kageyama va y se sienta junto a Hinata. A ambos les tamborilea el corazón a mil por hora y les sudan las manos. En su habitación, Kageyama tiene velas aromáticas aquí y allá para ambientarla, no quiere dejar la luz abierta pero tampoco la total oscuridad, y así piensa que será cómodo para los dos. También hay condones y lubricante en la mesita de noche. Y ha repasado una y otra vez los consejos más importantes para el sexo entre hombres. Quiere tratarle bien y que sea lo menos doloroso posible para Hinata.

– Kageyama…

– ¿Sí?

– ¿Puedo ocupar tu baño?

– S-sí…

Hinata sale disparado hacia allá. Vuelve el estómago y se sigue sintiendo mal. Está tan nervioso como durante sus primeros partidos en Karasuno.

– No puede ser, echaré a perder nuestra primera vez si no me repongo rápido… – gimotea preocupado, lavándose la cara y maldiciendo por lo bajo cuando cae en cuenta de que no lleva cepillo dental y la boca le olerá horrores después de haber vomitado.

– Oye, Hinata ¿estás bien?


Continuará…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión