jueves, 29 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 22.



~~*~~
De travesuras en el agua a un hasta pronto de amistades


Mientras que el resto de los chicos se internaba en las termales sin prestar demasiada atención a la tensión entre Tanaka y Fujimi, Ennoshita titubeó entre seguir adelante o esperarle. De alguna forma, pese a la charla del día anterior, al chico pokerface seguía inquietándole la presencia del ojiazul. Después de todo, entre Tanaka y él las cosas no habían avanzado en realidad. Y Fujimi, aunque se ganaba el resentimiento y la apatía de algunos, seguía teniendo la suficiente presencia como para inquietar a Tanaka también.

– Nosotros ya nos íbamos… – No ha sido el ojiazul quien ha dicho, sino mismo Ikejiri. Sujetó la mano del ojiazul y tiró de él hacia la salida.

Fujimi volvió la mirada hacia su acompañante y asintió, aunque notoriamente confundido. Ciertamente no había esperado encontrarse con Tanaka más, había creído que podrían retirarse esa tarde sin preocuparse por verle a la cara de nuevo.

– ¡Fujimi, espera! – Que Tanaka le llamara sorprendió al mismo ojiazul, como a Ikejiri y Ennoshita… – Dame dos minutos.

Fujimi volteó a mirar a Ikejiri y éste le dijo que se adelantaría, mientras que Ennoshita simplemente había seguido el camino dentro de los termales, donde ya todos los demás estaban comenzando a prepararse para la relajación.

– Siento el puñetazo.

– No importa, lo merecía.

Luego se quedaron en silencio, en realidad parecía incómodo para ambos estar a solas. A Tanaka le ha aguijoneado algo de culpa cuando vio el labio partido de Fujimi, y tras haberlo platicado –o al menos en parte– con Ennoshita, el rematador pensaba que era necesario tener algunas palabras con el muchacho, y que tal vez encontrárselo ahora había sido alguna especie de señal para que lo hiciera.

– ¿Es todo? Senpai.

– No, sobre lo que ha pasado. Siento no poder corresponder tus sentimientos, Fujimi.

El ojiazul abrió los ojos de par en par, sorprendido por la honestidad que notaba en sus palabras.

– Está bien, yo… ya lo sabía. Lamento haberte besado así nada más. Supongo que, quería tener alguna especie de recuerdo especial, o algo.

– Incluso si era así, no deberías tomar las cosas como te dé la gana, Fujimi.

– Lo sé… ­– El ojiazul sonrió con un dejo de melancolía. Era verdad, Ikejiri se lo ha estado diciendo desde que se conocieron. Y él tendría que haberlo entendido antes de que Tanaka tuviera esta clase de rencor hacia él. Se sentía como que seguía cosechando malas impresiones solamente.

– Por lo demás, está bien si seguimos siendo amigos ¿no?

– ¿Amigos?

– Es después de todo lo único que puedo ofrecerte.

– Es genial. Quiero decir, esperaba que me odiaras después de anoche.

– No te odio, sigo molesto por lo del beso, pero no es para odiarte. Ni siquiera me ha enojado porque seas un chico, es solo que ese era mi primer beso, y fue como si no tuve ninguna opción de aceptarlo o rechazarlo ya que literalmente lo robaste.

– Lo siento… – Murmuró bajando finalmente la mirada, el flequillo negruzco cubría sus ojos. Ha robado su primer beso. Ahora entiende cuán estúpida fue su acción.

– Bueno, pero eso ya es pasado. Solo, en verdad te vendría bien pensar antes de actuar en el futuro. Puede que realmente le gustes a alguien y lo arruines por ser tan impulsivo y despreocupado.

– Oh… – Fujimi sintió una punzada tras escuchar esas palabras… – Sí, tienes razón senpai.

– Quiero decir, esto… no, no quise decir que dejes de gustarle a alguien por tu forma de ser, esto…

– No te preocupes, lo has dicho de la forma correcta. Tengo que irme ya, Ikejiri y yo tenemos que volver a la ciudad. Hasta luego, Tanaka senpai.

Fujimi apresuró el paso alejándose de ahí, con la mirada gacha y el corazón atrapado entre el pasado y el presente. ¿Ha sido su personalidad la culpable de que sus relaciones nunca vayan por buen rumbo? ¿Quizá desde el principio? Cuando pensó que su primer amor le había despreciado simplemente por ser un mocoso.

Tanaka se golpeó la frente cuando se percató de que probablemente en lugar de arreglar un poco las cosas las había empeorado.

– Tanaka.

– Ennoshita.

Ambos muchachos encontraron sus miradas. A Tanaka le inquieta que Ennoshita haya escuchado todo, en el fondo teme que lo interprete de la forma inadecuada.

– Vamos, vinimos a relajarnos después de todo.

– Sí.

Ennoshita le espera hasta que camina junto a él. Se le ve ligeramente decaído. A Ennoshita en cierta forma le afecta bastante que Fujimi siga teniendo este tipo de influencia en Tanaka. La charla de antes, como ya lo pensó minutos atrás, no ha ayudado en nada. Y de todas maneras, ¿desde cuándo se había enamorado de Tanaka? Casi parecía bizarro.

Cuando Fujimi llevaba un minuto caminando, vio a Ikejiri recargado en el tronco de un árbol a lado del sendero. Sonrió y luego siguieron andando sin emitir una sola palabra más. Parecía como si en ese preciso instante todo el dolor se estuviera acumulando de verdad, más allá del shock inicial o las falsas esperanzas que pudieran haber conservado la noche anterior mientras comían helado hasta que, literalmente, les dolió el estómago.


El amplio local de las termales había sido apartado para los chicos ese día en particular, por lo que no había personas ajenas alrededor. Aún así, Takeda se informó acerca del por qué Ikejiri y Fujimi estaban ahí, el dueño del lugar le dijo que se debía al ojiazul, ya que sus padres realizan año con año jugosas inversiones para el turismo. Takeda se preguntaba realmente cuánto alcance tendría las riquezas de la familia Fujimi.

– Takeda… – Ukai le llamó, curioso por cada una de las acciones de su novio… – ¿Está todo bien?

– Sí, todo bien, Ukai… – Sonrió, tratando de no pensar demasiado en las dificultades que obviamente tienen los adolescentes. Pues no solo se percató de la tensión entre Tanaka y Fujimi, sino también de la incomodidad de Sawamura cuando se cruzó con este otro chico Ikejiri.

Los demás entrenadores estaban en lo propio también, tomando lugar en uno de los baños para disfrutar del agua caliente que los relajaría. Del mismo modo, los adolescentes estaban fascinados con la oportunidad de divertirse. Sobre todo considerando que no quedaban más relaciones incómodas entre ellos. Bien, casi ninguna relación incómoda, porque Kunimi estaba teniendo problemas mentales al ver a Kindaichi con una simple toalla alrededor de la cintura.

Bueno, todos estamos en las mismas condiciones, así que no debo sorprenderme… – Pensaba, pero de todas formas eso no le ayudaba a espabilar la mente.

– Iwa-chan~ estás tan sexy que creo que me voy a empalmar.

– Cállate, Kusokawa.

– Pero si te estoy haciendo un cumplido… – Protestó inflando los mofletes con aire infantil… – De hecho, deberías halagar mi atractivo sex appeal también, y sentirte excitado con solo verme, mira que no traigo nada debajo de la toalla.

– Que no diga nada como tú, no significa que no lo esté, idiota.

– Oh… – Oikawa sonrió ampliamente, y juguetón le jaló dentro de las termales, votando a un lado la toalla que les cubría a ambos la desnudez… – Podríamos hacer cosas pervertidas, Iwa-chan.

– De ninguna manera, Kusokawa. No pienso darle un espectáculo a nadie, y menos hacerme responsable de ningún trauma.

– Somos adolescentes, debemos hacer locuras y generar traumas a nuestros compañeros. Recordaremos las aventuras cuando se hagan reuniones después de graduarnos y los demás tengan empleos que no disfrutan y una esposa celosa con críos que les impidan tener una vida sexual activa porque no tienen tiempo para eso.

Iwaizumi pellizcó la mejilla de Oikawa simplemente porque sí. Y aunque el galante capitán se quejó, pudo ver en la mirada de su novio que de alguna manera algo en su discurso le ha gustado.

– Oikawa, ¿crees que todavía estemos juntos cuando lleguen esas reuniones?

– ¡Por supuesto! Probablemente también estaremos casados, así que más te vale no tardarte en proponerme matrimonio, Iwa-chan~

– Definitivamente, dices puras tonterías Kusokawa… – Dijo, sonriendo perceptiblemente y dejando que su novio le sujetara la mano, enlazando los dedos bajo el agua… – No te pases, te digo que no vamos a hacer cosas pervertidas aquí… – Advirtiendo cuando esa mano se movió sinuosa por su muslo, directo a la entrepierna, mandándole al otro lado de las termas de una patada.

– ¡Ay~ eso duele Iwa-chan~!

– ¡Te lo mereces, Kusokawa!

Más allá, Hinata, Inuoka, Nishinoya y Lev, correteaban y se lanzaban al agua entre risas y ridículos retos sobre quién salpicaba más o aguantaba la respiración por más tiempo bajo el agua. Kageyama y Yaku no paran de gritonearles para que se queden quietos, que éstas son termales para relajarse, no albercas para hacer escándalo. Asahi se mantiene al margen, piensa que es mejor que Nishinoya esté ocupado jugando y no planeando cómo montárselo ahí, con las ideas pervertidas que se manda.

Y Daichi prefiere dejarlos ser, después de todo los propios entrenadores están riendo de las tonterías que el cuarteto está haciendo.

– Suga, no estaremos mucho tiempo aquí dentro, ¿de acuerdo? O te marearás.

– Sí, Daichi… – El peliplatino soltó una sonrisita, le encanta que su novio sea tan protector con él y se preocupe por el bienestar de su bebé a dosis iguales… – Pero ahora deja de preocuparte y relájate. ¿Quieres que talle tu espalda?

– No, yo frotaré la tuya mejor, vamos.

Sugawara se dejó mimar porque sabe que es algo que tranquiliza a Sawamura. Se sentó en uno de los banquillos y acomodó la toalla en su pelvis, mordiéndose el labio inferior cuando tuvo que sacarse la playera, el bulto en su vientre podría ser notado por cualquiera, solo esperaba que no le hicieran preguntas si alguien se percataba.

– ¿Quién decías que debe relajarse, Suga? – La suave voz del cuervo le hizo estremecer al mismo tiempo que salía de sus cavilaciones mentales… – No te preocupes, tengo el presentimiento de que si los otros se enteran de tu estado, te apoyarían como lo hicieron nuestros amigos.

– ¿Tú crees eso de verdad, Dai?

– Sí, lo creo… – Aseguró, comenzando a tallar la espalda de su novio.

– Daichi…

– Dime…

– Tu amigo, Ikejiri-kun, ¿crees que él estará bien?

– ¿Eh?

– Hace un momento cuando llegamos, pasaste por su lado y apenas le dirigiste un saludo.

– Porque él estaba ocupado.

– No es verdad, Daichi. Yo escuché cuando se te confesó, y lo que tú le dijiste…

– Suga…

– …Pude darme cuenta de cuánto me amas, pero también me sentí mal por él. Y no me gustó cómo lo trataste antes… – Dijo, ahogando un sollozo.

– Suga… Suga, mírame… – Instó hasta que sus ojos se encontraron cuando el peliplatino giró ligeramente el rostro… – Yo también me siento mal por Ikejiri, pero respecto a sentimientos no se puede hacer nada. De qué otra manera podría haberle tratado, Suga. Puedo imaginar cómo se siente, y actuar como su amigo, sonreír o hablarle como si nada probablemente le hiciera sentir peor, ¿o no?

Sugawara bajó la mirada, en qué estaba pensando. No lo sabe. Quizá solo quería redimir su propio sentimiento de culpa al saber que él tiene el amor de Sawamura, mientras que Ikejiri tiene que lidiar con su corazón roto. De verdad que no sabe, no se entiende a sí mismo, debía ser también causa de su estado de gestación. Con todas las emociones a flor de piel, a veces imprudentes.

– Suga… – Le llamó una vez más, sujetándole el mentón y acariciando su mejilla… – Te Amo, no es algo que pueda o quiera cambiar. Y sé que aunque le duele, Ikejiri puede entenderlo. Además, encontrará un amor verdadero, alguien que le pueda amar como se merece.

Sugawara asintió, derramó unas lágrimas y enroscó sus brazos en el cuello de Sawamura, quien apenas atinó a acariciarle el cabello y la espalda.

A unos metros, algunos de los chicos se conmovían por la escena aunque no comprendieran a qué se debía. Sin embargo, Sugawara les inspiraba ternura, y cada día parecía que se le incrementaba esa aura.

– Ahora que lo pienso, Takeda sensei también me da ternura cuando lo miro… – Comentó Narita a Kinnoshita.

Ambos muchachos desviaron la mirada hacia las termales, dentro sensei sonreía a ojos cerrados, disfrutando de las tibias aguas y de la charla que mantenía con el entrenador Ukai.

– ¿No es extraño? No deberíamos encontrar tiernos a otros chicos, Narita.

– Cierto, no deberíamos… – Silencio, un suspiro resignado acompañado de mejillas rosadas… – ¡Pero lo son!


Ahora que se supone que está saliendo con Aone, Futakuchi no se le despegaba ni un minuto. Y aunque no se ha animado a besarle, no se ha contenido de hacerle toda clase de preguntas.

– ¿Qué hay del futuro? ¿Qué piensas hacer cuando haya que cursar la universidad?

– No he pensado sobre eso.

– Entonces en qué has pensado.

– Voleibol.

– Ah, por supuesto.

– Y en ti, Futakuchi… – Aone agregó, mirándole de reojo, sonrojando al otro por ello… – Aunque justo ahora en lo único que pienso eres tú, y en que no puedo evitar mirarte con otros ojos.

– ¿Eh? ¿Otros ojos? – Futakuchi casi se da de topes contra las rocas cuando captó el sentido de la confesión de su novio… – ¡Oh, te refieres a ese tipo de mirar! – Exclamó avergonzado a más no poder… – Aone, yo…

– No lo dije para presionarte ni nada parecido. Solo, creo que está bien que lo sepas. Y es que no me ayuda mucho que estés tan cerca, desnudo y con tu mano en mi rodilla.

– ¡Lo siento! – Chilló alterado, alejándose de su novio con el corazón a mil por hora y los dedos hormigueándole con un tipo de nervios que nunca antes había sentido.

Aone suspiró casi aliviado. La entrepierna ya había comenzado a molestarle, y como Futakuchi se hubiera dignado en mover solo un poco más arriba su mano, él definitivamente habría estado más que liado. Futakuchi salió de las termales cubriéndose el frente con su toalla, aunque no tan ágil como para haber evitado que Aone tuviese una mirada de su blanco trasero.

Esto será difícil. Era más sencillo sobrellevarlo cuando solo éramos amigos… – El grandote salió de las aguas también, cubriéndose totalmente y yendo por un poco de té helado para calmar un poco los nervios alterados por la revolución hormonal.


Luego de un buen rato haciendo tontería y media, el cuarteto de chicos hiperactivos se había calmado un poco, atraído por los bocadillos ofrecidos que atraparon sus olfatos.

– Yaku-san~ por qué estás enojado conmigo esta vez.

– Quién dice que estoy enojado.

– Tu ceño fruncido… – Respondió, presionando el medio de su frente, donde el entrecejo se arrugaba.

– Es mi estado natural siempre que se trata de ti, mocoso… – Gruñó de mala gana, bebiendo un poco de bebida energética para evitar el mareo que el calor ahí dentro podría hacerle sentir.

– Pero Yaku-san, a mí realmente me gusta pasar tiempo contigo.

– Se nota, por eso habías estado todo este tiempo conmigo, ¿verdad? – Ironizó, mostrando inconscientemente su inconformidad por la ausencia del mestizo.

Pero Lev, que no es tonto pero suele fingirlo, se dio cuenta al instante. En realidad él se da cuenta de muchas cosas en Yaku, porque siempre lo está observando y quiere entenderlo todo de él. Y por esa razón, el corazón se le hinchó de esperanza.

– Yaku-san, ¿estabas celoso porque jugaba con los demás en lugar de pasar el tiempo contigo?

– Q-qué… ¡Claro que no! Por qué habría de ponerme celoso de ti… – Gruñó enfadado, avergonzado quizá. Que por algo se le han tibiado las mejillas.

– Yaku-san…

– Qué.

– Eres el chico más inteligente, lindo y de carácter fuerte que he conocido.

– ¿¡Ah!? A-a quién llamas “lindo”, idiota.

– A Yaku-san, por supuesto… – Lev dijo todo sonrisas. Y aunque esperó un golpe, u otro reclamo, el más bajo no dijo nada. Lo que honestamente le extrañó… – ¿Yaku-san?

– No deberías decirle ese tipo de cosas a un chico.

– ¿Por qué no?

– Porque es el tipo de cosas que le tiene que decir a una chica, cuando te enamores y quieras quedar bien actuando como todo un galán.

– Oh, ¿he actuado galán? Pero Yaku-san, si lo he hecho es porque se trata de ti.

– ¿Ah?

– Yaku-san, ¿cuándo vas a entender que me gustas?

– ¡Qué! ¿Qué idioteces dices? ¡Maldición, mocoso!

– No son idioteces, Yaku-san… – Dijo, inclinándose todo cuanto fue necesario para dejar su rostro a la altura del otro… – Ya que todos parecieron aprovechar este campamento para fortalecer sus lazos o confesarse, me siento lo suficientemente valiente para emularlos.

El líbero de Nekoma quería decir algo, pero tenía la mente en blanco. Lev se le está declarando, ¿cierto? No es producto de su imaginación, ¿verdad? Porque vamos ¡qué necesidad tendría él de imaginarse algo así! Ni que a él le gustara Lev ¡para nada! Que su corazón esté latiendo a toda prisa, o sienta el rostro ardiéndole, y que le suden las manos ¡no tiene absoluta y rotundamente nada que ver!

– Yaku-san…

– ¡Cállate! Estoy procesando la información.

El mestizo sonrió ligeramente divertido. Después de todo, Yaku es Yaku, incluso en este tipo de situación.

– No te tardes demasiado.

– ¡No presiones, mocoso!

– Pero quiero una respuesta, Yaku-san~

– ¡Pues espera pacientemente por ella, maldición!

Mientras Yaku seguía renegando y Lev insistía en que le diera una respuesta, afirmativa de preferencia, con un beso de película y una apasionada primera vez perdidos en algún lugar –lo que, obviamente, ha traído numerosos sonrojos de vergüenza para Yaku–; Oikawa observaba en primera fila tomándose un té helado mientras sigue dando consejos sabios a Narita y Kinnoshita para conquistar chicas.

– Ahora que, si prefieren chics, los tips cambian… – Oikawa dijo con tono juguetón.

– ¿Chicos? No, no. Los chicos no nos interesan. De hecho hasta hace poco Narita tenía novia, pero no duraron más que un par de semanas.

– ¿En serio? Pues es sospechoso. Sobre todo porque no le han sacado la vista de encima a Suga-chan y a Takeda-sensei.

– ¡Pero eso no…! No… ¡No es así!

– Kusokawa no estés fastidiándolos. Y deja de hacerte el príncipe solo porque las chicas son tontas y no ven el arrogante casanova que hay dentro de ti.

– Oh, pero sé de algo más que suele estar dentro de mí, Iwa-chan~

– ¡Kusokawa!

– ¡Ay, eso duele Iwa-chan~!


Después de mucho intentar convencerse de que podría manejarlo, Tsukishima aceptó que Yamaguchi se sacara la ropa interior –que no era lo mismo entrar en las termales vestido, pero sino dejaba al pecoso, éste tampoco permitiría que él se desnudara–.

–Ah, esto se siente realmente bien, Tsukki~

– Sí claro, Tadashi.

– Pero no frunzas el ceño.

– Es reflejo.

Yamaguchi sonrió y dejó el tema por la paz. Cerró los ojos y disfrutó del momento. Tsukishima, a su lado, decidió admirarle –y fulminar con la mirada a todo el que intentó burlarse de él por eso–. Hace unas cuantas semanas no habría admitido cuán enamorado está del pecoso. Bueno, no es que ahora lo esté haciendo, al menos no con palabras o acciones tan dulces y románticas como las que observa en Sawamura, e incluso en Azumane. Que él tiene su estilo para querer, y no le importaría reconocer ante todos que está saliendo con él.

– Tsukki, en qué estás pensando.

– ¿Cómo sabes que estoy pensando en algo?

– Porque puedo sentir que me estás mirando, me pongo nervioso cuando tu mirada está puesta en mí.

– Estoy pensando en que soy feliz de ser tu novio.

Las mejillas del pecoso se llenaron de carmín, y sus ojos se abrieron lentamente para encontrarse con las doradas pupilas de su novio. El rubio se inclinó besándole despacio, importándole nada que otros les vean. Y lo han hecho, y se imagina que ha sido Nishinoya junto a Oikawa quienes han iniciado la bulla alrededor de ellos. Se vengaría, pero presiente que ese par tiene más estrategias de venganza que él, que le llevan algo de experiencia en el ramo.

– Asahi, me dio envidia. Bésame también… – Demandó el líbero, alzando los labios en trompetilla mientras mira intensamente a su novio.

– Ah, pero Yuu… – Azumane se rascó nerviosamente la nuca.

Nishinoya advirtió que su novio era perfectamente capaz de salirse con la tangente si le daba el mínimo espacio para escapar. Así que, ajustando bien la toalla en su cintura y haciendo uso de sus habilidades deportivas, saltó –literalmente– para colgarse del cuello de Azumane y ser él quien iniciara un beso. Él sabe bien que una vez que sus labios se rozan, no hay manera de que Azumane se resista a su apetecible boca. Y fue así, porque el as de Karasuno terminó enrollando sus manos en la cintura de su hiperactivo novio y devolviéndole el beso con creces.

– Oh, Iwa-chan~

– ¡Ni lo pienses, Kusokawa!

– Pero~

– ¡No!

– Hagamos un juego de besos para ver quién aguanta más besando a su pareja… – Sí, Oikawa va de nuevo por uno de sus jueguitos sacados de debajo de la manga. A Iwaizumi le saltaron todas las venitas de la sien, y el silencio se hizo en las termales. Al menos unos segundos, luego comenzaron los cuchicheos y hasta apuestas de aquellos que, obviamente, no iban a participar… – Y bien, interesados favor de pasar de este lado, por favor.

Oikawa sonrió divertido cuando vio a Nishinoya jalando a Asahi hacia allá, siendo los primeros en integrarse al nuevo juego.

– Tobio-chan, Chibi-chan, han estado muy quietitos. ¿Es que no son tan valientes como para aceptar este reto?

– ¡Claro que lo somos! – Dijeron al unísono, avanzando hacia allá a pasos agigantados. Rojos como tomate cuando se dieron cuenta de que habían caído en la trampa del gran rey.

– Iwa-chan, tú y yo obviamente que vamos a participar. Y no me vayas a soltar una de tus letanías negativas. Sé que quieres demostrar que eres el mejor besando, honey~

– Estúpido Kusokawa.

– ¡Oye! Los dobles insultos están prohibidos… – Dijo, sonriendo cuando su novio fue a pasarse junto a él, de brazos cruzados y ceño fruncido pero decidido a demostrar que no se deja amedrentar por ningún tipo de jueguito mental de parte de su novio… – ¡Vamos chicos, si no hay competencia la cosa no es igual de divertida!

Así, terminaron uniéndose Kenma y Kuroo, y por alguna razón Inuoka jaló a Shibayama para participar también. Aone y Futakuchi también se agregaron, pero el resto prefirió actuar como espectadores solamente. Las bullas, los chiflidos y las risas no se hicieron esperar ni bien iniciaron este nuevo jueguito. Los adultos estaban observando con cierta reserva, excepto quizá Nekomata-sensei pues parecía que en nada le afectaba este tipo de escenas entre los adolescentes.

Ukai, curioso por ello no resistió más y terminó preguntándole. Ahí supo que Nekomata-sensei tenía un hijo gay, y que había pasado un momento difícil en su vida cuando se enteró, pero que cuando comprendió que no era diferente a la heterosexualidad, aprendió a ver este tipo de acciones con la naturalidad que se merece.

Al final, y como era de esperarse por algunos, los que se mantuvieron en la batalla final fueron Nishinoya y Asahi, contra Oikawa e Iwaizumi. Asumiendo que la picardía que se mandan Nishinoya y Oikawa eran los principales ingredientes del tipo de besos que se daban con sus respectivos novios. Y es que, incluso Asahi parecía olvidarse de todo lo demás cuando se besaba con su novio; y a Iwaizumi le podía el orgullo. Kageyama y Hinata habían sido vencidos por su propia vergüenza. Aone y Futakuchi no tenían mucha experiencia besándose, y también eran presas de la timidez cuando se trataba de mostrar besos confiados o húmedos. Kenma y Kuroo habían dado un poco más de batalla, pero no habían podido superar la experiencia de los finalistas. Mientras que Shibayama e Inuoka habían terminado apartándose ni bien se dieron un primer beso de verdad, y es que los nervios habían hecho las piernas de Shibayama gelatina.

Terminado el juego y con una decisión unánime para el empate entre las dos parejas finalistas, la hora de la comida llegó. Tomaron una ducha y abandonaron las termales sintiéndose mucho más relajados, divertidos, alegres y satisfechos de principio a fin. Volvieron al campamento a comer y luego, tras el cierre de parte de los adultos acerca de su desempeño en esos días, llegó la hora de despedirse.

Los adolescentes se despidieron entre sí reconociendo en los otros más que rivales de voleibol, amigos con los que mantener contacto pese a la distancia que se pondría ahora entre ellos. Oikawa advirtió que seguiría molestando a Hinata y Kageyama, y que la próxima vez que se vieran, seguiría siendo el número uno. Por supuesto, pelinaranja y pelinegro refutaron su reto, asegurando que serían los victoriosos entonces.

Cuando cada club subió a su respectivo autobús, había cierta sensación de melancolía. Porque se habían acostumbrado rápidamente a la compañía de los demás, y echarían en falta la rutina, los juegos vergonzosos de Oikawa, las comidas llenas de bromas y risas, los quebraderos de cabeza con las actividades tipo “Todos a Bordo”. Se iban a extrañar, claro que sí. Pero por sobre todo quedaba la amistad, la promesa de reunirse alguna vez en cuanto les sea posible, organizar otro campamento de entrenamiento interescolar y medirse de nuevo las fuerzas.

Los entrenadores agradecen entre sí lo que han aprendido de los otros, se prometen partidos más reñidos en adelante y cada uno ostenta con orgullo el amor a su propio club. Abordan sus respectivos autobuses y cuando echan a andar en la carretera, nadie mira hacia atrás, pero hay silencio. Es a fin de cuentas una despedida, y estas por triviales que parezcan, siguen generando un sentimiento de vacío, de soledad, de extrañeza.

Hoy se les permite procesar estas emociones, mañana habrán de descansar y al día siguiente, incorporarse a sus actividades escolares.

--//--

En Karasuno el día inicial normal. Hinata y Kageyama han llegado juntos, se han despedido con una sonrisa tímida y suspirado cuando han ingresado en sus respectivas clases. El ambiente se siente extraño, les costará un poco reintegrarse con toda la normalidad debida. Las horas transcurren lentas, y cuando es hora del entrenamiento, todos corren a prisa hacia el gimnasio, casi pareciera que están incompletos si no se ven. El equipo estalla en risas cuando se dan cuenta de que todos echaron en falta verse todo el día.

Poco a poco las cosas toman su curso, y una semana después, Tanaka finalmente toma el valor que necesitaba para admitir sus sentimientos por Ennoshita. Le faltan las palabras pero le sobra la determinación para acorralarle contra la puerta de los vestidores y besarle. Es algo torpe y rudo este primer beso, pero a ambos les sabe bien.

A kilómetros de allí, Fujimi termina de empacar sus cosas y envía un texto a una sola persona. Se despide con pocas palabras y un emoticon que no expresa lo que él siente de verdad. Decide, volver a su hogar. Y enfrentar, tal vez, los fantasmas de su pasado.


Continuará……

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