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De
travesuras en el agua a un hasta pronto
de amistades
Mientras
que el resto de los chicos se internaba en las termales sin prestar demasiada
atención a la tensión entre Tanaka y Fujimi, Ennoshita titubeó entre seguir
adelante o esperarle. De alguna forma, pese a la charla del día anterior, al
chico pokerface seguía inquietándole
la presencia del ojiazul. Después de todo, entre Tanaka y él las cosas no
habían avanzado en realidad. Y Fujimi, aunque se ganaba el resentimiento y la
apatía de algunos, seguía teniendo la suficiente presencia como para inquietar
a Tanaka también.
–
Nosotros ya nos íbamos… – No ha sido el ojiazul quien ha dicho, sino mismo
Ikejiri. Sujetó la mano del ojiazul y tiró de él hacia la salida.
Fujimi
volvió la mirada hacia su acompañante y asintió, aunque notoriamente
confundido. Ciertamente no había esperado encontrarse con Tanaka más, había
creído que podrían retirarse esa tarde sin preocuparse por verle a la cara de
nuevo.
–
¡Fujimi, espera! – Que Tanaka le llamara sorprendió al mismo ojiazul, como a
Ikejiri y Ennoshita… – Dame dos minutos.
Fujimi
volteó a mirar a Ikejiri y éste le dijo que se adelantaría, mientras que
Ennoshita simplemente había seguido el camino dentro de los termales, donde ya
todos los demás estaban comenzando a prepararse para la relajación.
–
Siento el puñetazo.
–
No importa, lo merecía.
Luego
se quedaron en silencio, en realidad parecía incómodo para ambos estar a solas.
A Tanaka le ha aguijoneado algo de culpa cuando vio el labio partido de Fujimi,
y tras haberlo platicado –o al menos en parte– con Ennoshita, el rematador
pensaba que era necesario tener algunas palabras con el muchacho, y que tal vez
encontrárselo ahora había sido alguna especie de señal para que lo hiciera.
–
¿Es todo? Senpai.
–
No, sobre lo que ha pasado. Siento no poder corresponder tus sentimientos,
Fujimi.
El
ojiazul abrió los ojos de par en par, sorprendido por la honestidad que notaba
en sus palabras.
–
Está bien, yo… ya lo sabía. Lamento haberte besado así nada más. Supongo que,
quería tener alguna especie de recuerdo especial, o algo.
–
Incluso si era así, no deberías tomar las cosas como te dé la gana, Fujimi.
–
Lo sé… – El ojiazul sonrió con un dejo de melancolía. Era verdad, Ikejiri se
lo ha estado diciendo desde que se conocieron. Y él tendría que haberlo
entendido antes de que Tanaka tuviera esta clase de rencor hacia él. Se sentía
como que seguía cosechando malas impresiones solamente.
–
Por lo demás, está bien si seguimos siendo amigos ¿no?
–
¿Amigos?
–
Es después de todo lo único que puedo ofrecerte.
–
Es genial. Quiero decir, esperaba que me odiaras después de anoche.
–
No te odio, sigo molesto por lo del beso, pero no es para odiarte. Ni siquiera
me ha enojado porque seas un chico, es solo que ese era mi primer beso, y fue
como si no tuve ninguna opción de aceptarlo o rechazarlo ya que literalmente lo
robaste.
–
Lo siento… – Murmuró bajando finalmente la mirada, el flequillo negruzco cubría
sus ojos. Ha robado su primer beso.
Ahora entiende cuán estúpida fue su acción.
–
Bueno, pero eso ya es pasado. Solo, en verdad te vendría bien pensar antes de
actuar en el futuro. Puede que realmente le gustes a alguien y lo arruines por
ser tan impulsivo y despreocupado.
–
Oh… – Fujimi sintió una punzada tras escuchar esas palabras… – Sí, tienes razón
senpai.
–
Quiero decir, esto… no, no quise decir que dejes de gustarle a alguien por tu
forma de ser, esto…
–
No te preocupes, lo has dicho de la forma correcta. Tengo que irme ya, Ikejiri
y yo tenemos que volver a la ciudad. Hasta luego, Tanaka senpai.
Fujimi
apresuró el paso alejándose de ahí, con la mirada gacha y el corazón atrapado
entre el pasado y el presente. ¿Ha sido su personalidad la culpable de que sus
relaciones nunca vayan por buen rumbo? ¿Quizá desde el principio? Cuando pensó
que su primer amor le había despreciado simplemente por ser un mocoso.
Tanaka
se golpeó la frente cuando se percató de que probablemente en lugar de arreglar
un poco las cosas las había empeorado.
–
Tanaka.
–
Ennoshita.
Ambos
muchachos encontraron sus miradas. A Tanaka le inquieta que Ennoshita haya
escuchado todo, en el fondo teme que lo interprete de la forma inadecuada.
–
Vamos, vinimos a relajarnos después de todo.
–
Sí.
Ennoshita
le espera hasta que camina junto a él. Se le ve ligeramente decaído. A
Ennoshita en cierta forma le afecta bastante que Fujimi siga teniendo este tipo
de influencia en Tanaka. La charla de antes, como ya lo pensó minutos atrás, no
ha ayudado en nada. Y de todas maneras, ¿desde cuándo se había enamorado de
Tanaka? Casi parecía bizarro.
Cuando
Fujimi llevaba un minuto caminando, vio a Ikejiri recargado en el tronco de un
árbol a lado del sendero. Sonrió y luego siguieron andando sin emitir una sola
palabra más. Parecía como si en ese preciso instante todo el dolor se estuviera
acumulando de verdad, más allá del shock inicial o las falsas esperanzas que
pudieran haber conservado la noche anterior mientras comían helado hasta que,
literalmente, les dolió el estómago.
…
El
amplio local de las termales había sido apartado para los chicos ese día en
particular, por lo que no había personas ajenas alrededor. Aún así, Takeda se
informó acerca del por qué Ikejiri y Fujimi estaban ahí, el dueño del lugar le
dijo que se debía al ojiazul, ya que sus padres realizan año con año jugosas
inversiones para el turismo. Takeda se preguntaba realmente cuánto alcance
tendría las riquezas de la familia Fujimi.
–
Takeda… – Ukai le llamó, curioso por cada una de las acciones de su novio… – ¿Está
todo bien?
–
Sí, todo bien, Ukai… – Sonrió, tratando de no pensar demasiado en las
dificultades que obviamente tienen los adolescentes. Pues no solo se percató de
la tensión entre Tanaka y Fujimi, sino también de la incomodidad de Sawamura
cuando se cruzó con este otro chico Ikejiri.
Los
demás entrenadores estaban en lo propio también, tomando lugar en uno de los
baños para disfrutar del agua caliente que los relajaría. Del mismo modo, los
adolescentes estaban fascinados con la oportunidad de divertirse. Sobre todo
considerando que no quedaban más relaciones incómodas entre ellos. Bien, casi
ninguna relación incómoda, porque Kunimi estaba teniendo problemas mentales al
ver a Kindaichi con una simple toalla alrededor de la cintura.
–
Bueno, todos estamos en las mismas
condiciones, así que no debo sorprenderme… – Pensaba, pero de todas formas
eso no le ayudaba a espabilar la mente.
–
Iwa-chan~ estás tan sexy que creo que me voy a empalmar.
–
Cállate, Kusokawa.
–
Pero si te estoy haciendo un cumplido… – Protestó inflando los mofletes con
aire infantil… – De hecho, deberías halagar mi atractivo sex appeal también, y
sentirte excitado con solo verme, mira que no traigo nada debajo de la toalla.
–
Que no diga nada como tú, no significa que no lo esté, idiota.
–
Oh… – Oikawa sonrió ampliamente, y juguetón le jaló dentro de las termales,
votando a un lado la toalla que les cubría a ambos la desnudez… – Podríamos
hacer cosas pervertidas, Iwa-chan.
–
De ninguna manera, Kusokawa. No pienso darle un espectáculo a nadie, y menos
hacerme responsable de ningún trauma.
–
Somos adolescentes, debemos hacer locuras y generar traumas a nuestros
compañeros. Recordaremos las aventuras
cuando se hagan reuniones después de graduarnos y los demás tengan empleos que
no disfrutan y una esposa celosa con críos que les impidan tener una vida
sexual activa porque no tienen tiempo para eso.
Iwaizumi
pellizcó la mejilla de Oikawa simplemente porque sí. Y aunque el galante
capitán se quejó, pudo ver en la mirada de su novio que de alguna manera algo
en su discurso le ha gustado.
–
Oikawa, ¿crees que todavía estemos juntos cuando lleguen esas reuniones?
–
¡Por supuesto! Probablemente también estaremos casados, así que más te vale no
tardarte en proponerme matrimonio, Iwa-chan~
–
Definitivamente, dices puras tonterías Kusokawa… – Dijo, sonriendo
perceptiblemente y dejando que su novio le sujetara la mano, enlazando los
dedos bajo el agua… – No te pases, te digo que no vamos a hacer cosas
pervertidas aquí… – Advirtiendo cuando esa mano se movió sinuosa por su muslo,
directo a la entrepierna, mandándole al otro lado de las termas de una patada.
–
¡Ay~ eso duele Iwa-chan~!
–
¡Te lo mereces, Kusokawa!
Más
allá, Hinata, Inuoka, Nishinoya y Lev, correteaban y se lanzaban al agua entre
risas y ridículos retos sobre quién salpicaba más o aguantaba la respiración
por más tiempo bajo el agua. Kageyama y Yaku no paran de gritonearles para que
se queden quietos, que éstas son termales para relajarse, no albercas para
hacer escándalo. Asahi se mantiene al margen, piensa que es mejor que Nishinoya
esté ocupado jugando y no planeando cómo montárselo ahí, con las ideas
pervertidas que se manda.
Y
Daichi prefiere dejarlos ser, después de todo los propios entrenadores están
riendo de las tonterías que el cuarteto está haciendo.
–
Suga, no estaremos mucho tiempo aquí dentro, ¿de acuerdo? O te marearás.
–
Sí, Daichi… – El peliplatino soltó una sonrisita, le encanta que su novio sea
tan protector con él y se preocupe por el bienestar de su bebé a dosis iguales…
– Pero ahora deja de preocuparte y relájate. ¿Quieres que talle tu espalda?
–
No, yo frotaré la tuya mejor, vamos.
Sugawara
se dejó mimar porque sabe que es algo que tranquiliza a Sawamura. Se sentó en
uno de los banquillos y acomodó la toalla en su pelvis, mordiéndose el labio
inferior cuando tuvo que sacarse la playera, el bulto en su vientre podría ser
notado por cualquiera, solo esperaba que no le hicieran preguntas si alguien se
percataba.
–
¿Quién decías que debe relajarse, Suga? – La suave voz del cuervo le hizo estremecer al mismo tiempo que salía de sus
cavilaciones mentales… – No te preocupes, tengo el presentimiento de que si los
otros se enteran de tu estado, te apoyarían como lo hicieron nuestros amigos.
–
¿Tú crees eso de verdad, Dai?
–
Sí, lo creo… – Aseguró, comenzando a tallar la espalda de su novio.
–
Daichi…
–
Dime…
–
Tu amigo, Ikejiri-kun, ¿crees que él estará bien?
–
¿Eh?
–
Hace un momento cuando llegamos, pasaste por su lado y apenas le dirigiste un
saludo.
–
Porque él estaba ocupado.
–
No es verdad, Daichi. Yo escuché cuando se te confesó, y lo que tú le dijiste…
–
Suga…
–
…Pude darme cuenta de cuánto me amas, pero también me sentí mal por él. Y no me
gustó cómo lo trataste antes… – Dijo, ahogando un sollozo.
–
Suga… Suga, mírame… – Instó hasta que sus ojos se encontraron cuando el
peliplatino giró ligeramente el rostro… – Yo también me siento mal por Ikejiri,
pero respecto a sentimientos no se puede hacer nada. De qué otra manera podría
haberle tratado, Suga. Puedo imaginar cómo se siente, y actuar como su amigo,
sonreír o hablarle como si nada
probablemente le hiciera sentir peor, ¿o no?
Sugawara
bajó la mirada, en qué estaba pensando. No lo sabe. Quizá solo quería redimir
su propio sentimiento de culpa al saber que él tiene el amor de Sawamura,
mientras que Ikejiri tiene que lidiar con su corazón roto. De verdad que no
sabe, no se entiende a sí mismo, debía ser también causa de su estado de
gestación. Con todas las emociones a flor de piel, a veces imprudentes.
–
Suga… – Le llamó una vez más, sujetándole el mentón y acariciando su mejilla… –
Te Amo, no es algo que pueda o quiera cambiar. Y sé que aunque le duele,
Ikejiri puede entenderlo. Además, encontrará un amor verdadero, alguien que le
pueda amar como se merece.
Sugawara
asintió, derramó unas lágrimas y enroscó sus brazos en el cuello de Sawamura,
quien apenas atinó a acariciarle el cabello y la espalda.
A
unos metros, algunos de los chicos se conmovían por la escena aunque no
comprendieran a qué se debía. Sin embargo, Sugawara les inspiraba ternura, y
cada día parecía que se le incrementaba esa aura.
–
Ahora que lo pienso, Takeda sensei también me da ternura cuando lo miro… –
Comentó Narita a Kinnoshita.
Ambos
muchachos desviaron la mirada hacia las termales, dentro sensei sonreía a ojos
cerrados, disfrutando de las tibias aguas y de la charla que mantenía con el
entrenador Ukai.
–
¿No es extraño? No deberíamos encontrar tiernos a otros chicos, Narita.
–
Cierto, no deberíamos… – Silencio, un suspiro resignado acompañado de mejillas
rosadas… – ¡Pero lo son!
…
Ahora
que se supone que está saliendo con Aone, Futakuchi no se le despegaba ni un
minuto. Y aunque no se ha animado a besarle, no se ha contenido de hacerle toda
clase de preguntas.
–
¿Qué hay del futuro? ¿Qué piensas hacer cuando haya que cursar la universidad?
–
No he pensado sobre eso.
–
Entonces en qué has pensado.
–
Voleibol.
–
Ah, por supuesto.
–
Y en ti, Futakuchi… – Aone agregó, mirándole de reojo, sonrojando al otro por
ello… – Aunque justo ahora en lo único que pienso eres tú, y en que no puedo
evitar mirarte con otros ojos.
–
¿Eh? ¿Otros ojos? – Futakuchi casi se da de topes contra las rocas cuando captó
el sentido de la confesión de su novio… – ¡Oh, te refieres a ese tipo de mirar! – Exclamó avergonzado a más no
poder… – Aone, yo…
–
No lo dije para presionarte ni nada parecido. Solo, creo que está bien que lo
sepas. Y es que no me ayuda mucho que estés tan cerca, desnudo y con tu mano en
mi rodilla.
–
¡Lo siento! – Chilló alterado, alejándose de su novio con el corazón a mil por
hora y los dedos hormigueándole con un tipo de nervios que nunca antes había
sentido.
Aone
suspiró casi aliviado. La entrepierna ya había comenzado a molestarle, y como
Futakuchi se hubiera dignado en mover solo un poco más arriba su mano, él
definitivamente habría estado más que liado. Futakuchi salió de las termales
cubriéndose el frente con su toalla, aunque no tan ágil como para haber evitado
que Aone tuviese una mirada de su blanco trasero.
–
Esto será difícil. Era más sencillo
sobrellevarlo cuando solo éramos amigos… – El grandote salió de las aguas
también, cubriéndose totalmente y yendo por un poco de té helado para calmar un
poco los nervios alterados por la revolución hormonal.
…
Luego
de un buen rato haciendo tontería y media, el cuarteto de chicos hiperactivos
se había calmado un poco, atraído por los bocadillos ofrecidos que atraparon
sus olfatos.
–
Yaku-san~ por qué estás enojado conmigo esta vez.
–
Quién dice que estoy enojado.
–
Tu ceño fruncido… – Respondió, presionando el medio de su frente, donde el
entrecejo se arrugaba.
–
Es mi estado natural siempre que se trata de ti, mocoso… – Gruñó de mala gana,
bebiendo un poco de bebida energética para evitar el mareo que el calor ahí
dentro podría hacerle sentir.
–
Pero Yaku-san, a mí realmente me gusta pasar tiempo contigo.
–
Se nota, por eso habías estado todo este tiempo conmigo, ¿verdad? – Ironizó,
mostrando inconscientemente su inconformidad por la ausencia del mestizo.
Pero
Lev, que no es tonto pero suele fingirlo, se dio cuenta al instante. En
realidad él se da cuenta de muchas cosas en Yaku, porque siempre lo está
observando y quiere entenderlo todo de él. Y por esa razón, el corazón se le
hinchó de esperanza.
–
Yaku-san, ¿estabas celoso porque jugaba con los demás en lugar de pasar el
tiempo contigo?
–
Q-qué… ¡Claro que no! Por qué habría de ponerme celoso de ti… – Gruñó enfadado,
avergonzado quizá. Que por algo se le han tibiado las mejillas.
–
Yaku-san…
–
Qué.
–
Eres el chico más inteligente, lindo
y de carácter fuerte que he conocido.
–
¿¡Ah!? A-a quién llamas “lindo”, idiota.
–
A Yaku-san, por supuesto… – Lev dijo todo sonrisas. Y aunque esperó un golpe, u
otro reclamo, el más bajo no dijo nada. Lo que honestamente le extrañó… –
¿Yaku-san?
–
No deberías decirle ese tipo de cosas a un chico.
–
¿Por qué no?
–
Porque es el tipo de cosas que le tiene que decir a una chica, cuando te
enamores y quieras quedar bien actuando como todo un galán.
–
Oh, ¿he actuado galán? Pero Yaku-san, si lo he hecho es porque se trata de ti.
–
¿Ah?
–
Yaku-san, ¿cuándo vas a entender que me gustas?
–
¡Qué! ¿Qué idioteces dices? ¡Maldición, mocoso!
–
No son idioteces, Yaku-san… – Dijo, inclinándose todo cuanto fue necesario para
dejar su rostro a la altura del otro… – Ya que todos parecieron aprovechar este
campamento para fortalecer sus lazos o confesarse, me siento lo suficientemente
valiente para emularlos.
El
líbero de Nekoma quería decir algo, pero tenía la mente en blanco. Lev se le
está declarando, ¿cierto? No es producto de su imaginación, ¿verdad? Porque
vamos ¡qué necesidad tendría él de imaginarse algo así! Ni que a él le gustara
Lev ¡para nada! Que su corazón esté latiendo a toda prisa, o sienta el rostro
ardiéndole, y que le suden las manos ¡no tiene absoluta y rotundamente nada que
ver!
–
Yaku-san…
–
¡Cállate! Estoy procesando la información.
El
mestizo sonrió ligeramente divertido. Después de todo, Yaku es Yaku, incluso en
este tipo de situación.
–
No te tardes demasiado.
–
¡No presiones, mocoso!
–
Pero quiero una respuesta, Yaku-san~
–
¡Pues espera pacientemente por ella, maldición!
Mientras
Yaku seguía renegando y Lev insistía en que le diera una respuesta, afirmativa
de preferencia, con un beso de película y una apasionada primera vez perdidos
en algún lugar –lo que, obviamente, ha traído numerosos sonrojos de vergüenza
para Yaku–; Oikawa observaba en primera
fila tomándose un té helado mientras sigue dando consejos sabios a Narita y Kinnoshita para
conquistar chicas.
–
Ahora que, si prefieren chics, los tips cambian… – Oikawa dijo con tono
juguetón.
–
¿Chicos? No, no. Los chicos no nos interesan. De hecho hasta hace poco Narita
tenía novia, pero no duraron más que un par de semanas.
–
¿En serio? Pues es sospechoso. Sobre
todo porque no le han sacado la vista de encima a Suga-chan y a Takeda-sensei.
–
¡Pero eso no…! No… ¡No es así!
–
Kusokawa no estés fastidiándolos. Y deja de hacerte el príncipe solo porque las chicas son tontas y no ven el arrogante
casanova que hay dentro de ti.
–
Oh, pero sé de algo más que suele estar dentro
de mí, Iwa-chan~
–
¡Kusokawa!
–
¡Ay, eso duele Iwa-chan~!
…
Después
de mucho intentar convencerse de que podría manejarlo, Tsukishima aceptó que
Yamaguchi se sacara la ropa interior –que no era lo mismo entrar en las
termales vestido, pero sino dejaba al pecoso, éste tampoco permitiría que él se
desnudara–.
–Ah,
esto se siente realmente bien, Tsukki~
–
Sí claro, Tadashi.
–
Pero no frunzas el ceño.
–
Es reflejo.
Yamaguchi
sonrió y dejó el tema por la paz. Cerró los ojos y disfrutó del momento.
Tsukishima, a su lado, decidió admirarle –y fulminar con la mirada a todo el
que intentó burlarse de él por eso–. Hace unas cuantas semanas no habría
admitido cuán enamorado está del pecoso. Bueno, no es que ahora lo esté
haciendo, al menos no con palabras o acciones tan dulces y románticas como las
que observa en Sawamura, e incluso en Azumane. Que él tiene su estilo para
querer, y no le importaría reconocer ante todos que está saliendo con él.
–
Tsukki, en qué estás pensando.
–
¿Cómo sabes que estoy pensando en algo?
–
Porque puedo sentir que me estás mirando, me pongo nervioso cuando tu mirada
está puesta en mí.
–
Estoy pensando en que soy feliz de ser tu novio.
Las
mejillas del pecoso se llenaron de carmín, y sus ojos se abrieron lentamente
para encontrarse con las doradas pupilas de su novio. El rubio se inclinó
besándole despacio, importándole nada que otros les vean. Y lo han hecho, y se
imagina que ha sido Nishinoya junto a Oikawa quienes han iniciado la bulla
alrededor de ellos. Se vengaría, pero presiente que ese par tiene más
estrategias de venganza que él, que le llevan algo de experiencia en el ramo.
–
Asahi, me dio envidia. Bésame también… – Demandó el líbero, alzando los labios
en trompetilla mientras mira intensamente a su novio.
–
Ah, pero Yuu… – Azumane se rascó nerviosamente la nuca.
Nishinoya
advirtió que su novio era perfectamente capaz de salirse con la tangente si le
daba el mínimo espacio para escapar. Así que, ajustando bien la toalla en su
cintura y haciendo uso de sus habilidades deportivas, saltó –literalmente– para
colgarse del cuello de Azumane y ser él quien iniciara un beso. Él sabe bien
que una vez que sus labios se rozan, no hay manera de que Azumane se resista a
su apetecible boca. Y fue así, porque el as de Karasuno terminó enrollando sus
manos en la cintura de su hiperactivo novio y devolviéndole el beso con creces.
–
Oh, Iwa-chan~
–
¡Ni lo pienses, Kusokawa!
–
Pero~
–
¡No!
–
Hagamos un juego de besos para ver quién aguanta más besando a su pareja… – Sí,
Oikawa va de nuevo por uno de sus jueguitos sacados de debajo de la manga. A
Iwaizumi le saltaron todas las venitas de la sien, y el silencio se hizo en las
termales. Al menos unos segundos, luego comenzaron los cuchicheos y hasta
apuestas de aquellos que, obviamente, no iban a participar… – Y bien,
interesados favor de pasar de este lado, por favor.
Oikawa
sonrió divertido cuando vio a Nishinoya jalando a Asahi hacia allá, siendo los
primeros en integrarse al nuevo juego.
–
Tobio-chan, Chibi-chan, han estado muy quietitos. ¿Es que no son tan valientes
como para aceptar este reto?
–
¡Claro que lo somos! – Dijeron al unísono, avanzando hacia allá a pasos
agigantados. Rojos como tomate cuando se dieron cuenta de que habían caído en
la trampa del gran rey.
–
Iwa-chan, tú y yo obviamente que vamos a participar. Y no me vayas a soltar una
de tus letanías negativas. Sé que quieres demostrar que eres el mejor besando,
honey~
–
Estúpido Kusokawa.
–
¡Oye! Los dobles insultos están prohibidos… – Dijo, sonriendo cuando su novio
fue a pasarse junto a él, de brazos cruzados y ceño fruncido pero decidido a
demostrar que no se deja amedrentar por ningún tipo de jueguito mental de parte
de su novio… – ¡Vamos chicos, si no hay competencia la cosa no es igual de
divertida!
Así,
terminaron uniéndose Kenma y Kuroo, y por alguna razón Inuoka jaló a Shibayama
para participar también. Aone y Futakuchi también se agregaron, pero el resto
prefirió actuar como espectadores solamente. Las bullas, los chiflidos y las
risas no se hicieron esperar ni bien iniciaron este nuevo jueguito. Los adultos
estaban observando con cierta reserva, excepto quizá Nekomata-sensei pues
parecía que en nada le afectaba este tipo de escenas entre los adolescentes.
Ukai,
curioso por ello no resistió más y terminó preguntándole. Ahí supo que
Nekomata-sensei tenía un hijo gay, y que había pasado un momento difícil en su
vida cuando se enteró, pero que cuando comprendió que no era diferente a la
heterosexualidad, aprendió a ver este tipo de acciones con la naturalidad que
se merece.
Al
final, y como era de esperarse por algunos, los que se mantuvieron en la
batalla final fueron Nishinoya y Asahi, contra Oikawa e Iwaizumi. Asumiendo que
la picardía que se mandan Nishinoya y Oikawa eran los principales ingredientes
del tipo de besos que se daban con sus respectivos novios. Y es que, incluso
Asahi parecía olvidarse de todo lo demás cuando se besaba con su novio; y a
Iwaizumi le podía el orgullo. Kageyama y Hinata habían sido vencidos por su
propia vergüenza. Aone y Futakuchi no tenían mucha experiencia besándose, y
también eran presas de la timidez cuando se trataba de mostrar besos confiados
o húmedos. Kenma y Kuroo habían dado un poco más de batalla, pero no habían podido superar la experiencia de los finalistas.
Mientras que Shibayama e Inuoka habían terminado apartándose ni bien se dieron
un primer beso de verdad, y es que los nervios habían hecho las piernas de
Shibayama gelatina.
Terminado
el juego y con una decisión unánime para el empate entre las dos parejas
finalistas, la hora de la comida llegó. Tomaron una ducha y abandonaron las
termales sintiéndose mucho más relajados, divertidos, alegres y satisfechos de
principio a fin. Volvieron al campamento a comer y luego, tras el cierre de
parte de los adultos acerca de su desempeño en esos días, llegó la hora de
despedirse.
Los
adolescentes se despidieron entre sí reconociendo en los otros más que rivales
de voleibol, amigos con los que mantener contacto pese a la distancia que se
pondría ahora entre ellos. Oikawa advirtió que seguiría molestando a Hinata y
Kageyama, y que la próxima vez que se vieran, seguiría siendo el número uno.
Por supuesto, pelinaranja y pelinegro refutaron su reto, asegurando que serían
los victoriosos entonces.
Cuando
cada club subió a su respectivo autobús, había cierta sensación de melancolía.
Porque se habían acostumbrado rápidamente a la compañía de los demás, y
echarían en falta la rutina, los juegos vergonzosos de Oikawa, las comidas
llenas de bromas y risas, los quebraderos de cabeza con las actividades tipo
“Todos a Bordo”. Se iban a extrañar, claro que sí. Pero por sobre todo quedaba
la amistad, la promesa de reunirse alguna vez en cuanto les sea posible,
organizar otro campamento de entrenamiento interescolar y medirse de nuevo las
fuerzas.
Los
entrenadores agradecen entre sí lo que han aprendido de los otros, se prometen
partidos más reñidos en adelante y cada uno ostenta con orgullo el amor a su
propio club. Abordan sus respectivos autobuses y cuando echan a andar en la
carretera, nadie mira hacia atrás, pero hay silencio. Es a fin de cuentas una
despedida, y estas por triviales que parezcan, siguen generando un sentimiento
de vacío, de soledad, de extrañeza.
Hoy
se les permite procesar estas emociones, mañana habrán de descansar y al día
siguiente, incorporarse a sus actividades escolares.
--//--
En
Karasuno el día inicial normal. Hinata y Kageyama han llegado juntos, se han
despedido con una sonrisa tímida y suspirado cuando han ingresado en sus respectivas
clases. El ambiente se siente extraño, les costará un poco reintegrarse con
toda la normalidad debida. Las horas transcurren lentas, y cuando es hora del
entrenamiento, todos corren a prisa hacia el gimnasio, casi pareciera que están
incompletos si no se ven. El equipo estalla en risas cuando se dan cuenta de
que todos echaron en falta verse todo el día.
Poco
a poco las cosas toman su curso, y una semana después, Tanaka finalmente toma
el valor que necesitaba para admitir sus sentimientos por Ennoshita. Le faltan
las palabras pero le sobra la determinación para acorralarle contra la puerta
de los vestidores y besarle. Es algo torpe y rudo este primer beso, pero a
ambos les sabe bien.
A
kilómetros de allí, Fujimi termina de empacar sus cosas y envía un texto a una
sola persona. Se despide con pocas palabras y un emoticon que no expresa lo que
él siente de verdad. Decide, volver a su hogar. Y enfrentar, tal vez, los
fantasmas de su pasado.
Continuará……
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