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De
Besos por accidente a sentimientos
que crecen
Emocionado,
esta vez por la idea de reconciliarse
con Iwaizumi, Oikawa acercó varios paquetes de Pocky que colocó en la mesa
ratona que dejaron al centro de la sala. ¿De dónde los había sacado? Fácil, los
llevaba en su bolso desde que supo que vendría a este campamento, ¿por qué?
Bueno, hay cierta obviedad, que el muchacho ya tenía puesto en la mira usar
esta clase de juegos para meterse con
los demás. Que le haya fallado un poco con el Mouth to Mouth siempre le había
dejado este Plan B. Aunque la idea
original tuviese que ser sacrificada
por su propia salud mental. Que estar enojado
con Iwaizumi no le ayuda siquiera a pensar con claridad y se le traban las
neuronas. Sí, esa es su manera de querer, sacar de sus casillas a Iwaizumi,
hacerle enfadar hasta rabiar y luego ir “con
la cola entre las patas” a pedir disculpas. Disculpas disfrazadas, pero
disculpas al fin y al cabo.
–
Entonces, Iwa-chan y yo haremos una demostración de cómo tiene que jugarse
esto… – Oikawa dijo con una sonrisita traviesa, su novio sin embargo solo le
miró con el ceño ligeramente fruncido… – Si me muestras esa expresión la
motivación no es suficiente, Iwa-chan~
–
Si quieres puedes conseguirte a otro
para jugar… – Iwaizumi respondió con tono retador, casi amenazante y molesto.
–
¡Solo lo haré contigo~! – Exclamó arrojándose a los brazos de su novio,
sonriendo sin parar, internamente feliz de que
no le apartase de un golpe.
El
resto de los chicos no sabían exactamente qué clase de relación tenía este par.
El concepto de mejores amigos estaba
quedando repentinamente algo lejano a la forma en que se trataban y la soltura
con que admitían participar de juegos que, en cualquier otro universo simplemente sería mejor entre
chicos y chicas, porque un beso por
accidente no resulta del todo normal
o aceptable entre dos personas del
mismo sexo. Claro, eso en cualquier otro universo, no en éste.
Hinata
y Kageyama estaban atentos al dichoso método
para comerse el pocky, pero estaban atentos porque querían aprender y mejorar
la técnica, hacerlo perfecto y ganarle al dúo dinámico de Aoba. Lo que fuera
con tal de derrotar al Gran Rey y darle una cucharada de su propio chocolate. O
algo así. Las miradas de ambos adolescentes tenían ese brillito particular de
la emoción ante un reto, Oikawa sonrió divertido e Iwaizumi estrechó la mirada
imaginando la clase de pensamientos que estaría cruzándole la cabeza llena de
ideas locas.
Sugawara
y Sawamura no necesitan la explicación, saben de qué va el juego porque lo han
visto en sus aulas con compañeros de clase cuando tontean entre sí. Además,
alguna vez el año anterior, más de alguna chica listilla quiso sonsacarle un beso a cada uno con aquel juego como
pretexto. Por supuesto, nunca lo habían conseguido porque ellos simplemente no
se habían integrado en ninguna ocasión.
Otros
como Kuroo y Kenma también estaban observando la demostración, aunque les resultaba poco motivante con aquellos
actores en escena. Inuoka sonreía emocionado y Shibayama se permitía un bostezo
mientras trataba de no pensar demasiado en lo que su capitán y el corazón de Nekoma habían hecho durante
la madrugada. Que él había sido el único afectado teniendo sueños húmedos sin
saber el por qué hasta la mañana. Lo que era peor, en su sueño húmedo el
acompañante de su fantasía había sido justamente el escandaloso muchacho a su
lado.
–
Debe ser alguna clase de epidemia que
resulte sentirme atraído por Inuoka. Tanta testosterona en el mismo espacio por
varios días debe traer este tipo de conflictos hormonales como consecuencia.
Shibayama
pensaba en un vano intento por encontrar un argumento que le convenciera de no
ser gay. Aunque luego su propio inconsciente le martillaba el pensamiento
haciéndole recordar que desde que llegó al club ha estado pegado a Inuoka, por lo que probablemente siempre lo ha sido pero
apenas lo está descubriendo.
Por
otro lado, Yamaguchi se sonroja cuando piensa en la cercanía que
inevitablemente tendría con Tsukishima. La cercanía en sí no es el punto de
vergüenza, sino el hecho de ser observados por todos los demás. Pero aún así
quería jugar, aunque ninguno ha dicho nada al respecto.
–
Bien, la idea es que uno de los dos sujete el pocky por el lado de la galleta
con los dientes; luego, su pareja tiene que comerlo desde el otro extremo y
acercarse tanto como sea posible, entonces el primero muerde la galleta y así
obtenemos el tamaño de lo que queda. No vale comérselo por completo, y solo uno
de los dos puede morder y acercarse.
Oikawa
explicó, luego él acercó el pocky a Iwaizumi por el lado de la galleta. Pero
Iwaizumi le frunció el ceño y lo puso al contrario, de ese modo quien comería y
se acercaría sería él y no su novio. Oikawa hizo un gracioso puchero –el que de
alguna manera lo hacía lucir lindo y
menos Casanova arrogante–, pero no dijo nada. Sujetó el extremo de galleta con
los dientes y se estremeció cuando Iwaizumi le sujetó el rostro por las sienes
para luego comenzar a dar mordiscos al chocolate, acercándose lentamente y sin
apartarle los ojos. Oikawa casi había olvidado lo rápido que su corazón latía
cuando Iwaizumi se acercaba así de lento, con aquella mirada profunda que casi
podía hacerle temblar las piernas de emoción. Tan concentrado en el acto en sí,
que a Oikawa básicamente se le estaba olvidando que estaban jugando y no que
fueran a besarse de verdad. Por eso, cuando escuchó el “crack” del pocky la
burbuja que inconscientemente había creado alrededor de los dos se rompió
también. El trozo de pocky sobreviviente
cayó al suelo –porque Oikawa se había olvidado de tener su mano debajo de sus
rostros para atraparlo–.
–
Oh, quedó grande Iwa-chan~
Se
quejó infantilmente, sujetando el trozo con los dedos y midiéndolo con una
regla. 2.7 cms, todo un mundo para siquiera pensar en que pudieran besarse.
Resopló caprichoso y se dijo mentalmente que la próxima vez se aseguraría de
que quedara reducido a apenas un par de milímetros.
–
Eso fue porque no estabas para nada concentrado, Kusokawa.
Iwaizumi
espetó cruzándose de brazos y volteándole la cara. Por supuesto, lo ha hecho
con toda la intención del mundo de frustrarle la idea a su novio, sabe bien que
lo más probable era que terminaran besándose de buenas a primeras, y él está
dispuesto a hacerle sufrir tan solo
un poco antes de dejarle saber que todavía está completamente colado hasta el tuétano de amor por él.
Kageyama
miró de soslayo a Hinata, tenían un primer obstáculo en el camino. La
diferencia de altura. Hinata sintió la mirada de su novio y le frunció el ceño
imaginándose que comenzaría a decir que era tan torpe que perderían por su
culpa. Pero cuando ninguna palabra vino, el pelinaranja suavizó su expresión y
se le quedó mirando con expresión interrogante. Kageyama sin embargo continuó
en silencio, estaba analizando todas las posibilidades que se le venían a la
mente para resolver el problema.
–
¿Alguna duda? – Oikawa preguntó sonriente.
–
¿Cuál será el premio para la pareja ganadora? – Inuoka preguntó levantando la
mano.
–
Oh bueno, por qué no proponemos entre todos algo para premiar a la pareja
ganadora. A mí se me ocurre que pueden pagarnos un fin de semana romántico en
este lugar, pero sin campamento de por medio. Iwa-chan y yo, solos en las aguas
termales, desnudos y… – Patada en el trasero… – ¡Ay, Iwa-chan~! Eso dolió~ –
Cara de niño bueno que no le compra nadie.
–
Vuelve a decir una idiotez parecida, Kusokawa… – Iwaizumi gruñó entre dientes,
tensando el puño para amenazarle sobre abrir la boca otra vez.
El
resto simplemente esperó a que el par de tortolos
dejase de hablar entre sí y seguir con el dichoso jueguito. Algunos conversando
por lo bajo para ofrecer alguna idea para premio. Narita y Kinoshita mejor no
participaban, de todas formas Oikawa ya había prometido contarles todo lo
necesario para conquistar chicas, así que de momento solo se quedaban a mirar
por ver cuántos ahí terminaban besándose.
–
Y bien, ¿ideas para premio? – Oikawa preguntó tras unos minutos de murmullos.
Que lleva prisa por besar a su novio, carajo.
–
Que la pareja ganadora elija lo que quiera, ¿no? Así no nos arriesgamos a que
el premio no sea de su agrado…
–
Como siempre, pensando inteligentemente Tobio-chan~
Kageyama
ignoró la cara de idiota de Oikawa y tiró de Hinata a un lado para hablarle de
su estrategia en secreto. Ignorado,
Oikawa pucheó ofendido, pero cuando volvió la mirada hacia su novio, sonrió inocentemente
esperando no haber enfadado más a Iwaizumi. ¡Que todavía no se reconcilian!
Pero a él le sale tan natural fastidiar a su kouhai.
–
¿Y quiénes van a participar? – Preguntó curioso Matsukawa.
Oikawa
entonces pidió a las parejas pasar al frente. De modo que los participantes
fueron: Oikawa-Iwaizumi. Hinata-Kageyama. Sugawara-Sawamura. Shibayama-Inuoka. Kenma-Kuroo.
Yaku-Lev (sí, aunque ha sido el mestizo quien ha arrastrado en contra de su voluntad al mayor). Yamaguchi-Tsukishima.
Nishinoya-Asahi. Y, contra todo pronóstico, Ennoshita-Tanaka, junto a
Futakuchi-Aone.
Sin
embargo, pese a que no lo digan y los silencios, quienes también querían
participar pero no se animaron en invitar a quien querían fueron Kunimi y
Moniwa, enfrentarse a Kindaichi y Kamasaki ha sido simplemente demasiado para
ellos dos.
En
el otro lado de la balanza, Yamamoto no sabe si quedarse o salir huyendo de
allí. Todavía no puede creerse que Kenma y Kuroo hayan hecho tal cosa como tener sexo en la habitación mientras
ellos dormían. Se siente ligeramente asqueado –del tipo demasiado sorprendido
como para procesar la información, y no del tipo intolerante a las relaciones
homosexuales–, y otro tanto curioso. Hablando de interés por besar a alguien,
él solo piensa en la manager de Karasuno, en lo sorprendentemente hermosa que
es.
–
Es verdad, si ella estuviera aquí yo habría buscado agallas para pedirle jugar
a esto como su pareja… – Murmuraba
por lo bajo. Luego sin saber exactamente por qué, su mirada se dirigió al
peliplatino, que conversaba con el capitán de Karasuno probablemente de su
propia estrategia para el juego… – Aunque su manager actual también tiene una
belleza muy evidente.
Yamamoto
se sonrojó al darse cuenta de su propio pensamiento. Ciertamente Sugawara
destacaba de entre todos los chicos en el campamento. Su belleza tenía un
magneto sinigual, atraía a propios y extraños, y tal vez debido a su
personalidad, era fácil que sus ojos siguieran su silueta.
–
No debería considerarse legal que un
chico sea así.
Una
vez ordenados, cada pareja comió su pocky a su manera, pero todas las duplas
estuvieron por encima de los 4 y 5 centímetros. Oikawa pensó que de esta forma
era aburrido. Aunque más bien diría
que a fin de cuentas todos ahí mostraban su lado tímido.
–
Para hacer de esto un verdadero reto, opino que nos esforcemos por obtener
trozos que midan al menos centímetro y medio, de ahí quien consiga tener el más
pequeño será el verdadero ganador. ¡Vamos chicos, demuestren que tienen coraje
para ganar!
Picados
en el orgullo, todos asumieron el reto para obtener trozos de aquella medida.
Así, por ejemplo, Kenma decidió que no le iba a dar importancia a la forma,
sino que simplemente comería tanto como pudiera.
–
Si te rozo los labios podría considerarse el largo suficiente, ¿verdad, Kuroo?
–
Sí, creo que incluso podría ser menos de un centímetro.
–
Entonces así lo haremos.
El
minino le miró con expresión
inmutable. Los casi veinte centímetros de diferencia entre la altura de uno y
otro hacía lucir graciosa a la pareja, Kuroo no tenía más opción que inclinarse
para facilitarle la acción a su novio, mientras que Kenma fijaba sus irises
felinos en su novio y calculaba las mordidas que debería dar para reducir el
tamaño del pocky. Como no vale más que un intento, Kuroo sujetó bien con sus
dientes el extremo de galleta, mientras que Kenma mordía del lado de chocolate
avanzando más y más. Al final, cuando sintió la respiración de su novio
golpearle la nariz –y preguntarse en qué momento había cerrado los ojos que ni
siquiera lo recuerda–, Kenma se apartó y Kuroo mordió su extremo para que el
trozo de galleta callera en la palma de su mano. La medida fue de 1.4, largo
suficiente para al menos haber entrado al reto.
Cuando
ambos chicos volvieron la mirada se dieron cuenta de que todos se les habían
quedado viendo, como si hubieran hecho algo increíble.
–
Por la mirada asesina de Yaku supongo
que nos excedimos un poco con la atmósfera, Kenma.
–
Eso fue porque en algún momento sentí tus manos en mi trasero, Kuroo.
–
Ah, es por eso… – El gato mayor
sonrío divertido, su pícara mirada recibió la desaprobación de su líbero pero
le restó importancia. Si a Kenma no le importaba, a él tampoco.
Los
siguientes en pasar fueron Sugawara y Sawamura, como no hay gran diferencia de
estatura y tienen cierta experiencia besando,
todo lo que hicieron fue mantener la mirada en los ojos del otro y acercarse
sin titubear. Sugawara había sido quien mordiera el lado del chocolate y fue
quien decidió el momento justo para apartarse, justo cuando sus labios se
tocaron perfectamente con los de su novio, dejando que Sawamura hiciera lo
propio con su extremo de la golosina. Ellos habían alcanzado el centímetro
exacto. Por el momento tenían el puesto número uno.
–
¡Eso estuvo, wow! – Hinata exclamó con ojos brillantes, sonreía emocionado y
casi parecía que le daba gusto ver esa clase de interacción entre sus amigos.
–
Qué cosas, Hinata… – Sugawara dijo sonriendo dulcemente.
Kageyama
pensaba que debía aprender de sus mayores, miró de soslayo a Sawamura y pensó
que tal vez habían llegado a ese límite por la confianza que se tienen. Y no es
que él no confíe en Hinata, es más acerca de la vergüenza de actuar así delante
de todos los demás. Y que conste que tampoco es que ellos estén actuando bajo
suma discreción esos días.
El
siguiente dueto en comer fueron Yaku y Lev.
–
¿No hay una postura particular para hacerlo, verdad? – El líbero preguntó
dirigiendo la mirada a Oikawa.
–
Pues no, son libres de elegir cómo hacerlo. Parados, acostados, como quieran.
–
En ese caso. Lev, siéntate.
–
¿Eh?
–
Siéntate.
Todavía
sin comprender la teoría del mayor, Lev obedeció sentándose en el suelo. Luego
el corazón se le fue hasta la garganta cuando Yaku se sentó en su pelvis.
Aquella postura, no era justa para su corazón.
–
Será mejor que no te hagas ideas estúpidas, idiota… – Yaku le gruñó, más que
nada por inercia porque honestamente estaba avergonzado. Pero todo era por
ganar. ¡Solo eso!
–
Yaku-san~ esta postura~ – Lev no pudo evitar el comentario, ni la mirada
juguetona o que sus manos buscaran la estrecha cintura del mayor… – ¡Ay~! –
Naturalmente, se ganó un golpe de parte de Yaku.
–
El golpe fue para que quitaras tus manos de ahí, mocoso… – Yaku le fulminó con
la mirada. Lev sonrío como quien no rompe
ni un plato y alejó sus manos de la cintura del mayor de los dos.
A
decir verdad este par tenía cierta tensión sexual constantemente yendo y
viniendo entre los dos. A Lev realmente le gusta su senpai, y a Yaku el mestizo
le produce todas las sensaciones que detesta
como las mariposas en el estómago o
el latir apresurado. Pero ambos son demasiado cobardes como para admitir sus sentimientos más allá de un jugueteo
de amor-odio rutinario.
–
Por qué estás dándome el lado del chocolate otra vez.
–
Yaku-san adora comer chocolate~
–
Pero ya comí la primera vez. Ahora te toca a ti, tú eres el que está en
crecimiento todavía, ¿no? Necesitas todas las calorías posibles, mocoso.
–
¿Acaso te preocupan las calorías de más, Yaku-san? – Lev preguntó en tono
juguetón.
–
Bueno, ciertamente no quiero comer tanto o engordaré como ballena… – Yaku dijo
con su habitual tono hosco al hablar con el mestizo, pero por alguna razón sus
palabras produjeron un efecto particular en alguien más.
Los
sollozos que se oyeron repentinamente en la sala llamó la atención de todos.
Cuando buscaron el origen de aquellos sollozos, las miradas de los adolescentes
se encontraron con Sugawara.
–
¿Suga? Suga, qué te pasa. ¿Te duele algo? – Sawamura preguntaba tratando de
averiguar qué le pasaba a su novio. Y no es que los cambios de humor no fuesen
cosa de cada día desde hace algún tiempo.
–
Yo… – Sollozo… – He estado comiendo algunos pockys~ – Otra tanda de sollozos,
las gruesas lágrimas del peliplatino resbalaban copiosamente por sus mejillas,
pero por alguna razón lo hacía lucir adorablemente vulnerable a ojos de todos
allí.
–
Pero Suga, eso no tiene nada de malo… – El cuervo
dijo tratando de consolarle, limpiándole las lágrimas con las yemas de sus
pulgares.
–
Pero… – Sollozo, hipido… – Yaku-kun ha dicho… – Otro sollozo, otro hipido. El
líbero prestando atención ahora que su nombre ha salido a colación… – ¡Voy a
engordar como ballena y ya no te voy a gustar~! – Sugawara volvió a romper en
llanto.
–
Suga, hey cariño… – Sawamura sonrió enternecido por las bobas preocupaciones
que asaltaban a su novio, pero sabe que esto es cosa del embarazo. Y lo adora
aunque luego tenga que indagar la razón por la que se pone melancólico o
caprichoso repentinamente… – Tú no vas a engordar.
–
¡No es cierto~! ¡Ya he subido de peso~!
–
Pero es normal, nuestro bebé está dentro de ti… – Sawamura insistió, hablándole
bajito para que solo su novio le escuchara, acariciándole disimuladamente la
tripa con sumo cariño.
Yaku
al sentirse culpable de provocar el llanto en su compañero de Karasuno, se
levantó de su muy cómodo sitio en el regazo de Lev y fue hacia donde estaban
los cuervos.
–
Sugawara-kun… – Le llamó esperando no ser imprudente. Sawamura se hizo a un
lado para que el peliplatino pudiese atender al felino… – Lo siento por decir algo imprudente… – El peliplatino
sollozó limpiándose la nariz con el dorso de su chaqueta… – Yo pienso que eres
muy, hermoso. Sin ofender Sawamura-kun.
El
capitán de Karasuno asintió, el halago del líbero de Nekoma por ahora es bien
recibido. Sugawara sonrió cristalino y se escondió en el cuello de su novio
avergonzado de su comportamiento. Luego más de alguno pensó que Yaku tenía
razón, incluso si Sugawara posee algunos kilos de más en relación al tiempo del
torneo anterior, no ha perdido ni un poco su peculiar belleza, y más parece que
se puede poner más y más atractivo.
Salvado
el momento con el peliplatino, Yaku volvió a su tarea inicial, romper el record
que justamente Sugawara y Sawamura habían impuesto. Se sentó nuevamente en el
regazo de Lev y, ofreciendo de todas maneras el lado del chocolate al mestizo,
se quedó quieto mientras Lev comía y se acercaba. El corazón de ambos
adolescentes latía a mil por hora pero hacían de cuenta que no se percataban de
ello, o que no se les tibiaban las mejillas conforme la distancia entre sus
rostros se reducía y quedaba la sensación de que podrían besarse de verdad.
Rozarse los labios resultó otra experiencia, una muy grata como reveladora. Lev
sintió un cosquilleo en la boca del estómago, y a Yaku le hormiguearon los
labios deseando por primera vez en su vida, besarle de verdad. Pero no podían,
así que simplemente reculó cuando aquel roce se intensificó haciendo parecer
que se besaban. Los dos tenían rojas las orejas y la bulla de varios en la sala
simplemente incrementó la vergüenza. Ellos tuvieron un record de 1.2 cms.
Todavía insuficiente para desbancar a los cuervos
del primer lugar.
Fue
entonces turno de Yamaguchi y Tsukishima.
–
¿Estás nervioso, Tadashi? – El pecoso asintió… – Pero eras tú quien quería
participar.
–
Pero sigue dando vergüenza porque todos miran, Tsukki… – Murmuró pues estaban
uno frente al otro.
–
De todas formas, ya sabes que no me importa que todos sepan que eres mi novio,
incluso si te beso delante de ellos, por mí está bien.
A
Yamaguchi le brilló la mirada. Le gustaba mucho cuando Tsukishima decía cosas
como esas. Al final, con la confianza de por medio, ellos lograron tener 1.5.
considerando la capacidad de vergüenza del pecoso, honestamente era un gran
logro para ellos. Luego vino el turno de otra de las parejas de Karasuno.
–
Kageyama, ¿estás seguro de que esto funcionará?
–
Sí. Ni se te ocurra dudar de mí, Hinata.
–
No es eso~ es solo que…
–
¿Qué? – Kageyama enarcó una ceja con aire enfadado.
–
Me siento vulnerable… – Hinata admitió sonrojándose profusamente y tratando de
evadir la mirada de su novio.
–
No es como si fuera a hacer algo indebido, idiota.
–
Ya sé que no.
–
¿Quieres intentar algo diferente? Lo haremos como te sientas cómodo, Hinata.
–
¿En serio?
Kageyama
asintió. Y Hinata pensó que de verdad, hacía tiempo que Kageyama había dejado
de ser un tirano monarca para convertirse en un rey digno de la corona. O algo
así.
–
Está bien, lo haremos como dijiste. Confiaré en ti, Kageyama… – El pelinaranja
esbozó una sonrisa que dejó embobado al setter por un instante. Una sonrisa tan
radiante, tan bonita y transparente. Kageyama quería ser capaz de arrancarle
más de estas sonrisas, y menos de aquellos gritos escandalosos.
–
Aunque bien, también me gusta cuando se
enoja… – Kageyama pensó mientras se acomodaba.
Estando
frente a Hinata, Kageyama fue quien abrió el compás de sus piernas lo
suficiente para quedar a la altura del pelinaranja. El lado de galleta era
sostenido por sus dientes, mientras que Hinata se encargaría de comer el
chocolate. Así era él quien debía permanecer quieto y no variar la altura de su
estatura, para mayor equilibrio y firmeza, el setter colocó sus manos en los
hombros del pelinaranja, y éste a su vez en las del pelinegro. Sus rostros
estaban cerca y a la altura adecuada, todo lo demás era solo cuestión de
rapidez y precisión. Y también de vergüenza. El 1.3 conseguido por ellos se
consiguió incluso si se tocaron de lleno los labios, pero todavía no habían
tenido la paciencia suficiente para aguantar un segundo más y con otro pequeño
mordisco haber roto el record de sus compañeros.
Todos
los demás parecían muy concentrados en el juego. Quienes están participando
prestan atención y observando se dan cuenta de lo que podrían hacer para
mejorar el record de Sugawara y Sawamura. Los que solo estaban mirando se
entretenían con la cantidad de situaciones embarazosas que se estaban
suscitando, y más de algún inteligente
estaba haciendo fotos y videos. Sería una ganga que intercambiar luego por
favores o algo. Sí, la risa perversa se pintaba en la cara de varios por allí.
En
la lista quedaban cinco parejas aún, Nishinoya y Asahi eran los siguientes.
–
Asahi, ¿seguro que quieres participar? – El líbero de Karasuno preguntó a su
novio. Después de todo no es que hayan hablado todavía.
–
Tú quieres, ¿no?
–
Sí, pero…
–
Si no jugamos, pensaré que preferiste el juego de ayer incluso si a quien
podrías haber besado era a Ennoshita.
–
Yo solo quiero besarte a ti, Asahi… – Nishinoya dijo sintiéndose ligeramente
incómodo. Entiende el resentimiento de su novio, pero no le gusta cuando le
habla con ese tono áspero.
–
Entonces solo bésame.
–
¿Eh?
–
Si ganamos podremos pedir lo que queramos. Así que, has de cuenta que vas a
besarme, y déjame el resto a mí, Noya.
Que
no le llamase por su nombre ya calaba hondo en su corazón. Sin embargo
Nishinoya sabe que a veces Asahi es así, cuando más dolido está actúa de esta
manera. Él no puede culparle, y solo le queda esperar a que esto termine para
poder disculparse. Asintió y colocando la golosina entre sus dientes aguardó
por el movimiento de su novio. Asahi salvó los más de veinte centímetros de
diferencia entre su altura y la de su novio inclinándose simplemente. Nada de
posturas como los demás. Sujetó el mentón de Nishinoya para que no se moviera y
comenzó a comer el chocolate sin soltar la mirada del más bajo. Nishinoya
sentía que temblaba, los penetrantes ojos marrones brillaban como nunca, Asahi
le estaba dominando. De alguna forma,
esto le emocionaba mucho; la manera en que Asahi dice “te amo”, “eres mío”,
eran inigualables. Cuanto más se acercaba, Nishinoya sentía el agarre en su
mentón más firme y directivo, Asahi le instaba a inclinar el rostro mientras él
tomaba la dirección contraria y sentía como si realmente fuesen a besarse. Los
labios, los dientes, el calor de Azumane alcanzó hasta la última fibra de
sensibilidad de Nishinoya. Y cuando se alejó, él suspiró con las mejillas
arreboladas de carmín.
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mm ha sido su récord. Menos del centímetro. El puesto del primer lugar ha sido
tomado por ellos. Y su actuar ha dejado a todos boquiabiertos.
–
A eso le llamo yo maestría para besar… – Oikawa dijo inconscientemente.
Asombrado de la habilidad que el as de Karasuno había mostrado… – Qué envidia,
yo quiero aprender a seducir así~
A
Iwaizumi le palpitaron las venitas de la sien, pero no dijo nada. Ya le
cobraría todas y cada una después. Los siguientes en pasar fueron Shibayama e
Inuoka. Avergonzados y sintiéndose superados en mucho por los anteriores
competidores, se esforzaron al máximo y, tras rozarse claramente los labios,
lograron que su trozo quedara de 1.3 cms. Igualando a Hinata y Kageyama, pero
quedando por debajo de sus compañeros Yaku y Lev. Luego finalmente fue turno de
Oikawa e Iwaizumi, sin mayor preámbulo Iwaizumi repitió el mismo acto que en la
demostración inicial. Le sujetó el rostro –esa vez por las mejillas– y dirigió
la situación. Ellos consiguieron el centímetro, igual que Sugawara y Sawamura,
pero Oikawa no estaba para nada feliz, volvía a sentirse frustrado en sus
propios juegos por no poder hacer lo que quería y como quería. Como un niño
caprichoso que está por hacer rabieta. Alzando los labios en trompetilla fue él
quien se cruzó de brazos indignado con su novio, espetándole que si él hubiese
dirigido la situación habrían superado el record del as de Karasuno y su astuto
líbero.
–
Cállate, aún quedan dos parejas por competir, Kusokawa.
–
Qué malo eres, Iwa-chan~
Ennoshita
y Tanaka habían estado tan nerviosos con este segundo intento, que incluso si
habían querido centrarse y tomárselo con calma, ni siquiera habían podido
mirarse a los ojos. Y aunque habían sentido el aliento del otro mientras se
acercaban, un par de centímetros fueron la distancia más pequeña que pudieron
lograr, ni siquiera un roce de labios, pero si un tamborileo impresionante del
corazón. Finalmente, Futakuchi y Aone. El grandote
de Datekou y su compañero.
–
Aone, ¿quieres ser el que coma esta vez?
El
grandote negó con la cabeza. Sus
irises amieladas hicieron sonrojar a Futakuchi. No entiende cómo es que están
actuando con normalidad cuando todo
el día Aone la había pasado ignorándole, haciéndole sentir que estaba molesto
con él por algo que todavía no conseguía entender. Quería hacerle preguntas
pero al mismo tiempo temía que no le fueran contestadas. Era frustrante. Y lo
que intensificaba esa frustración era justamente no entenderse a sí mismo. Aone
ha sido su amigo desde que se integraron al club de voleibol, y hacen buena
mancuerna cuando se trata de defender, pero además de eso, no tienen más nada
en común. Incluso si llega a comportarse como su mejor amigo, duda que pueda entrar en esa categoría cuando ni
siquiera le puede entender el carácter.
Aone
sujetó a Futakcuhi por los hombros, contacto suficiente para traerle de vuelta
a la realidad. Luego simplemente se inclinó para salvar los pocos centímetros
de diferencia y dejar a disposición de Futakuchi la golosina. Comerla fue todo
un reto, literalmente, para Futakuchi. Estaba nervioso y ansioso, y la mirada
de Aone era intensa, sofocante de alguna manera. Al final, tras rozar la boca
de Aone, Futakuchi reculó asombrado de esa sensación que se instaló en su
vientre, rojo hasta las orejas e impaciente. Aone simplemente dio media vuelta
y entregó el trozo de galleta a Oikawa para que la midiera. 1.2 cms ha sido su
récord. Aunque de todas maneras para el grandote
de Datekou eso no era importante.
–
Bueno, supongo que los ganadores son ineludibles. Asahi-san, Nishinoya-kun,
felicidades~
–
Nosotros ya sabemos lo que queremos… – Azumane dijo. Y aunque Nishinoya en
realidad no tenía idea, le siguió la corriente… – Noya y yo tenemos muchas
cosas de las cuales hablar, así que saldremos del campamento durante la noche.
–
¡Qué! – Se escandalizó más de alguno. A Sawamura comenzaban a latirle las
venitas de la sien.
–
El trato fue ese, podíamos pedir lo que quisiéramos. Noya y yo queremos salir,
ustedes tendrán que cubrirnos.
Aunque
reacios, curiosos y confundidos, Oikawa, Moniwa, Kuroo y Sawamura asintieron.
Como capitanes de cada escuela, ellos tomaban responsabilidad directa de los
chicos de su respectivo club; pero al mismo tiempo tenían parte de ella
respecto a todos.
–
Vuelvan antes de las seis, Takeda sensei y Ukai-san siempre pasan a esa hora a
verificar que estamos todos.
–
Estaremos aquí sin falta, Daichi. Noya, vamos… – Nishinoya se dejó llevar sin
emitir una sola palabra. Cuando ya iban en el corredor rumbo a su cabaña,
finalmente preguntó a dónde irían… – Siempre te gusta hacerlo en lugares extravagantes, ¿no? Yo estuve pensando todo el
día en eso, y pensé que te gustaría hacerlo
a la luz de la luna. Preparé un bolso, pero está en la habitación así que
tenemos que ir por él antes de salir del campamento.
–
Asahi, ¿tú todavía quieres hacerlo
conmigo?
–
¿Por qué no iba a querer?
–
Estás enojado conmigo.
–
Celoso por ti, Yuu. No confundas los términos. Ciertamente estuve molesto
anoche, pero solo porque estaba celoso. A ti s te olvida a menudo que eres la
persona que más amo en la vida, no eres consciente de tu atractivo y sueles
actuar, aunque de buena fé, de formas que consiguen hacerme sentir celoso y
poco importante para ti.
–
¡No es para nada de esa manera! Asahi, tú sabes que te amo… – Gimoteó
desesperado, queriendo simplemente olvidar lo sucedido la noche anterior en el
juego.
–
Yo lo sé, Yuu. Y sé que tú también estás consciente de cuánto te amo. Pero
saberlo y demostrarlo son dos cosas diferentes. Ya tuvimos una discusión
similar antes por Tanaka, y la hemos tenido por otras razones. Solo me gustaría
que trataras de ponerte más a menudo en mi lugar.
–
Yo, lamento mi actitud de anoche. Tuviste razón en lo que me dijiste, no pensé
en ti ni en Ennoshita, solo quise hacer lo que yo pensé que era correcto sin
tomar en cuenta los sentimientos de ustedes dos. Incluso dejé fuera a Tanaka.
Simplemente decidí que tengo razón, que ellos se gustan y que deben estar
juntos. Pero el amor no funciona así, ¿verdad, Asahi?
–
No, no funciona así Yuu. El amor debe darse natural, no importa cuánto pueda
tomarles, si en verdad existe entre ellos entonces los unirá. Pero no podemos
forzarlo, incluso si piensas que has observado actitudes que delatan que se
atraen. Enamorarse y animarse en confesarlo, es decisión de ellos. Como lo fue
nuestra.
Nishinoya
asintió y sonrió, algo forzado. No, más bien esperando a ver la sonrisa en el
rostro de su novio. Azumane rodeó su cintura e inclinándose topó su frente con
la del líbero, acunó una de sus mejillas y le besó dulcemente. El más bajo
sintió que le temblaron las piernas igual que el corazón. Su Asahi estaba de
vuelta.
–
Te Amo, Yuu.
–
Y yo a ti, Asahi. Te prometo que seré mejor novio de ahora en adelante.
–
Confío en tu palabra.
Más
ligeros de corazón, Nishinoya se dejó llevar por Azumane fuera del campamento
luego de haber tomado el bolso que su novio mencionara antes. Caminaron durante
un buen rato hasta llegar a una zona boscosa donde había un claro junto a un
riachuelo en cuyas aguas se reflejaba la luna y las estrellas.
–
Este lugar es precioso~ – Nishinoya dijo asombrado, sonriendo con emoción ante
el paisaje.
–
Yo tengo el paisaje más bonito todo el tiempo.
–
¿Eh?
–
A ti, Yuu.
Las
mejillas del líbero se sonrojaron copiosamente. Quiso responder algo pero no
encontró las palabras adecuadas para halagar el romanticismo de su novio.
Azumane simplemente sonreía, le gustaba conocer algunos puntos débiles de Nishinoya.
El
as de Karasuno montó una tienda de campaña en unos minutos, cuando el líbero
entró en ella volvió a sorprenderse. Era lo suficientemente amplia para los
dos, y había un termo con té caliente junto a sus dulces de arroz favoritos.
Sentados uno junto a otro fuera de la tienda de campaña observaron la noche un
rato, bebiendo te y comiendo dulces de arroz. Las palabras no parecían
necesarias, la compañía lo valía todo.
–
Estará fría el agua.
–
No lo sé. Deja averiguo… – Azumane fue y metió su mano en el riachuelo, el agua
era tibia después de todo… – Se siente bien, ¿quieres entrar Yuu? – Nishinoya
asintió, y dejando las cosas a un lado se unió a su novio… – No necesitas esto.
–
Asahi… – Murmuró repentinamente tímido. O quizá demasiado sorprendido por la
actitud de su novio. Cuando Azumane quería, tomaba el control y lo hacía con
creces. Porque justo ahí ha comenzado a desnudarle.
–
Te lo dije, quiero que lo hagamos
aquí, Yuu.
Tras
desnudarse entre besos variados de intensidad y dulzura, ambos adolescentes se
metieron en el riachuelo. La temperatura era ideal, se sentía incluso relajante
estar allí dentro. O quizá era también debido a la compañía, al amor. Al
sentimiento de reconciliación.
–
Por alguna razón, tu cabello mojado siempre te hace lucir más lindo, Yuu.
–
Oye, deja de ser tan romántico hoy… – Murmuró sonrojado. Azumane sonrió
divertido y le acarició una mejilla… – No soy una chica, sabes.
–
No es cuestión de género, sino de cómo me gusta tratarte. Además… – El as
tanteó por debajo del agua el trasero de su novio… – Sé que te gusta cuando soy
algo duro contigo aquí.
–
Asahi~ – Suspiró alterado, le ha bastado aquella insinuación para sentir la
temperatura de su cuerpo subir por las nubes.
–
Sujeta tus piernas en mi cintura, Yuu.
–
Sí.
Hacerlo
y sentir los dedos de Azumane presionar su entrada, jadear extasiado y tratar
de relajar los músculos para facilitarle la labor.
–
Nghh~ Asahi~
–
Me gusta cómo se siente dentro de ti, Yuu… – Susurró lamiéndole el cuello,
saboreando el agua que moja su piel, sintiéndole estremecerse… – ¿Has notado
cómo succionas mis dedos cuando te preparo?
–
Ngh~ desde cuándo hablas sucio,
Asahi.
–
Desde que mi novio detesta ser tratado con delicadeza.
–
Ahh~
–
¿Quieres que la meta ya?
–
Sí~
–
¿Profundo?
–
Sí~
–
Yuu, cuando gimes desesperado haces que mi pene se hinche más, ¿sabías?
–
Ah joder, Asahi~ métela ya~
Y
es que la mezcla de su voz ronca junto a aquel lenguaje tan impropio de su novio le pone un poco
más. Azumane sonrió y sujetándole las caderas mientras se apoya en una roca
para mejor soporte, penetró lentamente el apretado agujero que le recibió sin
prisas. Hacía tanto que no hacían el amor con esta sensación de plenitud.
…
–
Sabes, Kuroo.
–
Qué cosa.
–
Anoche tenía la oportunidad perfecta para hacerte una foto sexy. Aunque todavía
faltaría el móvil que has de regalarme.
El
gato mayor soltó una carcajada ante
la seriedad con que su novio soltaba las cosas como estas. Kenma sin embargo le
miraba con su expresión monótona, como si no encontrara gracioso esto para
nada, pero Kuroo sabe que es solo su forma de ser, que en el fondo seguro
también está más que divertido.
–
Había tan poca luz, no habría sido una fotografía justa de mí, eh. Pero… –
Inclinarse (que todavía la diferencia de estaturas a algunas parejas como la
suya les hace padecer. De buena manera en realidad, ¡y eso no al caso!), y
sonreírle pícaro, acercarse a su oído y mordisquearle el lóbulo como tanto le
encanta porque adora escucharle jadear y sentirle estremecerse por su causa… –
Te prometo que ya te haré una foto muy sexy. Tanto, que podrás usarla para
masturbarte cuando no estemos juntos, Kenma.
El
minino clavó sus ojos en los de su
novio cuando se apartó. De pronto estaba ahí, estático con un calor subiéndole
hasta las mejillas, injustamente proyectando la reacción de su anatomía, allí al sur de su ombligo.
–
¡Ni siquiera lo piensen, par de pervertidos! – El grito de Yaku les recuerda
que ya están en la cabaña, que están vistiendo pijama y es hora de dormir.
–
Si quieres podemos dejarte a solas con Lev para que sigas por donde se quedaron
hace rato. Esa postura que se mandaron…
–
¡Cállate, Kuroo!
–
¡Yaku-san~ hagámosles caso y tengamos una noche apasionada!
–
¡Maldito mocoso precoz!
…
Kageyama
miraba de soslayo a Hinata, preguntándose si es que algo estaba cambiando más
en el pelinaranja que lo encontraba cada día más lindo.
– Aunque basta que abra la boca para echar
abajo toda esa lindura…
–
Por qué me miras así, Kageyama.
–
Por nada.
–
¿No tienes sueño? ¿Qué piensas que estén haciendo Noya-san y Asahi-san?
–
Mejor no te digo lo que pienso que están haciendo, Hinata.
–
¿Ah? ¿Por qué no? ¡Quiero saber, Kageyama!
–
¡Que no! ¡Y ya cállate que quiero dormir!
–
¡Pero quiero saber!
–
¡Y yo no pienso decirte!
Yamaguchi
suspiró, tenía sueño pero con ese par durmiendo en la misma habitación sería
imposible conciliar el sueño. Tsukishima aprovechó la distracción de los otros dos y acercó más su futón al de su novio.
–
Tadashi…
–
¿Sí?
–
Quiero dormir contigo.
–
¿Eh? – Preguntó pillado por sorpresa.
–
Solo dormir. Es que quiero abrazarte, sentirte cerca.
–
P-pero…
–
Me gustó cuando me abrazaste esta mañana.
–
Ah, cuando estaba excitado~ – El
pecoso pensó recordando la imagen de su novio. ¡Demasiado sexy para su salud
mental!
–
Quiero despertar abrazándote, y dormir del mismo modo.
–
E-está bien, Tsukki~
…
Mientras
el resto dormía, Moniwa y Kamasaki estaban fuera de su cabaña, necesitaban
hablar.
–
Entonces, ¿desde cuándo tú, te sientes de esa manera?
–
Creo… tal vez desde que nos conocimos.
Kamasaki
no se atrevió a mirarle ni de soslayo. Y sabe que Moniwa tampoco se anima a
hacerlo. Pese a todo, se conocían la forma de actuar.
–
Estaba recordando, tú me presentaste a una chica que me gustaba de otra clase a
inicios de año.
–
Sí.
–
Por qué lo hiciste.
–
Porque ella te gustaba. Y yo supe que no le eras indiferente.
–
Sí pero, si yo te gustaba a ti, por qué no… – Kamasaki carraspeó nervioso,
trabado con su propio tren de pensamientos… – Es extraño hablar de esto
contigo, Kaname.
–
¿Te doy asco ahora?
–
Bueno, no.
–
Pero es incómodo, ¿verdad?
–
Sí.
Silencio.
Espeso,
pesado.
–
De hecho se siente un poco como que me traicionaste, Kaname.
–
¿Eh? – Volver la mirada y buscar la de su amigo. Pero no encontrarla porque se
niega en voltear a verle.
–
Siempre creí que éramos amigos, pero ahora resulta que tú siempre te has
sentido de otra manera hacia mí.
–
Pero eso no significa que estuve mintiendo, o que te traicioné. Simplemente no
podía decirte lo que sentía, Yasushi.
–
¿Y por qué pudiste repentinamente?
–
En realidad… – Moniwa bajó la mirada… – No lo sé. Creo que fue un impulso, ya
te había dicho lo del botón cuando me di cuenta. Yo, no quiero que me odies, ni
que te sientas incómodo conmigo.
–
¿Quieres que sigamos siendo amigos?
–
Sí.
–
¿Sabes, Kaname? Realmente dudo que eso sea posible.
…
Al
alba, Takeda se había colado en el futón de Ukai buscando más calor. Estaba tan
a gusto ahí que cuando la alarma sonó se revolvió enredándose más entre las
mantas y pegándose al mismo tiempo a su novio. El rubio abrió un ojo a duras
penas, estaba tan relajado como su novio que no quería levantarse. Estiró el
brazo y apagó la alarma, luego se quedó un rato mirando el adormilado rostro de
Takeda. Hoy tenía mejor semblante que ayer.
–
Takeda, es hora de levantarse.
–
Cinco minutos más~
–
Oh, también eres de los que piden cinco minutos más. Quién lo diría… –
Sonriendo, acarició los brazos de Takeda sin más razón que mimarle. Sensei
murmuró entre sueños arrugando curiosamente la nariz y el entrecejo… – Takeda,
qué toca hoy en el programa.
–
Correr en el bosque, organizar equipos diferentes y mandarlos en busca del tesoro… – Murmuró somnoliento.
–
Oh, esa actividad. Creo que será interesante.
Continuará……
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