jueves, 29 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 19.



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De Besos por accidente a sentimientos que crecen


Emocionado, esta vez por la idea de reconciliarse con Iwaizumi, Oikawa acercó varios paquetes de Pocky que colocó en la mesa ratona que dejaron al centro de la sala. ¿De dónde los había sacado? Fácil, los llevaba en su bolso desde que supo que vendría a este campamento, ¿por qué? Bueno, hay cierta obviedad, que el muchacho ya tenía puesto en la mira usar esta clase de juegos para meterse con los demás. Que le haya fallado un poco con el Mouth to Mouth siempre le había dejado este Plan B. Aunque la idea original tuviese que ser sacrificada por su propia salud mental. Que estar enojado con Iwaizumi no le ayuda siquiera a pensar con claridad y se le traban las neuronas. Sí, esa es su manera de querer, sacar de sus casillas a Iwaizumi, hacerle enfadar hasta rabiar y luego ir “con la cola entre las patas” a pedir disculpas. Disculpas disfrazadas, pero disculpas al fin y al cabo.

– Entonces, Iwa-chan y yo haremos una demostración de cómo tiene que jugarse esto… – Oikawa dijo con una sonrisita traviesa, su novio sin embargo solo le miró con el ceño ligeramente fruncido… – Si me muestras esa expresión la motivación no es suficiente, Iwa-chan~

– Si quieres puedes conseguirte a otro para jugar… – Iwaizumi respondió con tono retador, casi amenazante y molesto.

– ¡Solo lo haré contigo~! – Exclamó arrojándose a los brazos de su novio, sonriendo sin parar, internamente feliz de que  no le apartase de un golpe.

El resto de los chicos no sabían exactamente qué clase de relación tenía este par. El concepto de mejores amigos estaba quedando repentinamente algo lejano a la forma en que se trataban y la soltura con que admitían participar de juegos que, en cualquier otro universo simplemente sería mejor entre chicos y chicas, porque un beso por accidente no resulta del todo normal o aceptable entre dos personas del mismo sexo. Claro, eso en cualquier otro universo, no en éste.

Hinata y Kageyama estaban atentos al dichoso método para comerse el pocky, pero estaban atentos porque querían aprender y mejorar la técnica, hacerlo perfecto y ganarle al dúo dinámico de Aoba. Lo que fuera con tal de derrotar al Gran Rey y darle una cucharada de su propio chocolate. O algo así. Las miradas de ambos adolescentes tenían ese brillito particular de la emoción ante un reto, Oikawa sonrió divertido e Iwaizumi estrechó la mirada imaginando la clase de pensamientos que estaría cruzándole la cabeza llena de ideas locas.

Sugawara y Sawamura no necesitan la explicación, saben de qué va el juego porque lo han visto en sus aulas con compañeros de clase cuando tontean entre sí. Además, alguna vez el año anterior, más de alguna chica listilla quiso sonsacarle un beso a cada uno con aquel juego como pretexto. Por supuesto, nunca lo habían conseguido porque ellos simplemente no se habían integrado en ninguna ocasión.

Otros como Kuroo y Kenma también estaban observando la demostración, aunque les resultaba poco motivante con aquellos actores en escena. Inuoka sonreía emocionado y Shibayama se permitía un bostezo mientras trataba de no pensar demasiado en lo que su capitán y el corazón de Nekoma habían hecho durante la madrugada. Que él había sido el único afectado teniendo sueños húmedos sin saber el por qué hasta la mañana. Lo que era peor, en su sueño húmedo el acompañante de su fantasía había sido justamente el escandaloso muchacho a su lado.

Debe ser alguna clase de epidemia que resulte sentirme atraído por Inuoka. Tanta testosterona en el mismo espacio por varios días debe traer este tipo de conflictos hormonales como consecuencia.

Shibayama pensaba en un vano intento por encontrar un argumento que le convenciera de no ser gay. Aunque luego su propio inconsciente le martillaba el pensamiento haciéndole recordar que desde que llegó al club ha estado pegado a Inuoka, por lo que probablemente siempre lo ha sido pero apenas lo está descubriendo.

Por otro lado, Yamaguchi se sonroja cuando piensa en la cercanía que inevitablemente tendría con Tsukishima. La cercanía en sí no es el punto de vergüenza, sino el hecho de ser observados por todos los demás. Pero aún así quería jugar, aunque ninguno ha dicho nada al respecto.

– Bien, la idea es que uno de los dos sujete el pocky por el lado de la galleta con los dientes; luego, su pareja tiene que comerlo desde el otro extremo y acercarse tanto como sea posible, entonces el primero muerde la galleta y así obtenemos el tamaño de lo que queda. No vale comérselo por completo, y solo uno de los dos puede morder y acercarse.

Oikawa explicó, luego él acercó el pocky a Iwaizumi por el lado de la galleta. Pero Iwaizumi le frunció el ceño y lo puso al contrario, de ese modo quien comería y se acercaría sería él y no su novio. Oikawa hizo un gracioso puchero –el que de alguna manera lo hacía lucir lindo y menos Casanova arrogante–, pero no dijo nada. Sujetó el extremo de galleta con los dientes y se estremeció cuando Iwaizumi le sujetó el rostro por las sienes para luego comenzar a dar mordiscos al chocolate, acercándose lentamente y sin apartarle los ojos. Oikawa casi había olvidado lo rápido que su corazón latía cuando Iwaizumi se acercaba así de lento, con aquella mirada profunda que casi podía hacerle temblar las piernas de emoción. Tan concentrado en el acto en sí, que a Oikawa básicamente se le estaba olvidando que estaban jugando y no que fueran a besarse de verdad. Por eso, cuando escuchó el “crack” del pocky la burbuja que inconscientemente había creado alrededor de los dos se rompió también. El trozo de pocky sobreviviente cayó al suelo –porque Oikawa se había olvidado de tener su mano debajo de sus rostros para atraparlo–.

– Oh, quedó grande Iwa-chan~

Se quejó infantilmente, sujetando el trozo con los dedos y midiéndolo con una regla. 2.7 cms, todo un mundo para siquiera pensar en que pudieran besarse. Resopló caprichoso y se dijo mentalmente que la próxima vez se aseguraría de que quedara reducido a apenas un par de milímetros.

– Eso fue porque no estabas para nada concentrado, Kusokawa.

Iwaizumi espetó cruzándose de brazos y volteándole la cara. Por supuesto, lo ha hecho con toda la intención del mundo de frustrarle la idea a su novio, sabe bien que lo más probable era que terminaran besándose de buenas a primeras, y él está dispuesto a hacerle sufrir tan solo un poco antes de dejarle saber que todavía está completamente colado hasta el tuétano de amor por él.

Kageyama miró de soslayo a Hinata, tenían un primer obstáculo en el camino. La diferencia de altura. Hinata sintió la mirada de su novio y le frunció el ceño imaginándose que comenzaría a decir que era tan torpe que perderían por su culpa. Pero cuando ninguna palabra vino, el pelinaranja suavizó su expresión y se le quedó mirando con expresión interrogante. Kageyama sin embargo continuó en silencio, estaba analizando todas las posibilidades que se le venían a la mente para resolver el problema.

– ¿Alguna duda? – Oikawa preguntó sonriente.

– ¿Cuál será el premio para la pareja ganadora? – Inuoka preguntó levantando la mano.

– Oh bueno, por qué no proponemos entre todos algo para premiar a la pareja ganadora. A mí se me ocurre que pueden pagarnos un fin de semana romántico en este lugar, pero sin campamento de por medio. Iwa-chan y yo, solos en las aguas termales, desnudos y… – Patada en el trasero… – ¡Ay, Iwa-chan~! Eso dolió~ – Cara de niño bueno que no le compra nadie.

– Vuelve a decir una idiotez parecida, Kusokawa… – Iwaizumi gruñó entre dientes, tensando el puño para amenazarle sobre abrir la boca otra vez.

El resto simplemente esperó a que el par de tortolos dejase de hablar entre sí y seguir con el dichoso jueguito. Algunos conversando por lo bajo para ofrecer alguna idea para premio. Narita y Kinoshita mejor no participaban, de todas formas Oikawa ya había prometido contarles todo lo necesario para conquistar chicas, así que de momento solo se quedaban a mirar por ver cuántos ahí terminaban besándose.

– Y bien, ¿ideas para premio? – Oikawa preguntó tras unos minutos de murmullos. Que lleva prisa por besar a su novio, carajo.

– Que la pareja ganadora elija lo que quiera, ¿no? Así no nos arriesgamos a que el premio no sea de su agrado…

– Como siempre, pensando inteligentemente Tobio-chan~

Kageyama ignoró la cara de idiota de Oikawa y tiró de Hinata a un lado para hablarle de su estrategia en secreto. Ignorado, Oikawa pucheó ofendido, pero cuando volvió la mirada hacia su novio, sonrió inocentemente esperando no haber enfadado más a Iwaizumi. ¡Que todavía no se reconcilian! Pero a él le sale tan natural fastidiar a su kouhai.

– ¿Y quiénes van a participar? – Preguntó curioso Matsukawa.

Oikawa entonces pidió a las parejas pasar al frente. De modo que los participantes fueron: Oikawa-Iwaizumi. Hinata-Kageyama. Sugawara-Sawamura. Shibayama-Inuoka. Kenma-Kuroo. Yaku-Lev (sí, aunque ha sido el mestizo quien ha arrastrado en contra de su voluntad al mayor). Yamaguchi-Tsukishima. Nishinoya-Asahi. Y, contra todo pronóstico, Ennoshita-Tanaka, junto a Futakuchi-Aone.

Sin embargo, pese a que no lo digan y los silencios, quienes también querían participar pero no se animaron en invitar a quien querían fueron Kunimi y Moniwa, enfrentarse a Kindaichi y Kamasaki ha sido simplemente demasiado para ellos dos.

En el otro lado de la balanza, Yamamoto no sabe si quedarse o salir huyendo de allí. Todavía no puede creerse que Kenma y Kuroo hayan hecho tal cosa como tener sexo en la habitación mientras ellos dormían. Se siente ligeramente asqueado –del tipo demasiado sorprendido como para procesar la información, y no del tipo intolerante a las relaciones homosexuales–, y otro tanto curioso. Hablando de interés por besar a alguien, él solo piensa en la manager de Karasuno, en lo sorprendentemente hermosa que es.

– Es verdad, si ella estuviera aquí yo habría buscado agallas para pedirle jugar a esto como su pareja… – Murmuraba por lo bajo. Luego sin saber exactamente por qué, su mirada se dirigió al peliplatino, que conversaba con el capitán de Karasuno probablemente de su propia estrategia para el juego… – Aunque su manager actual también tiene una belleza muy evidente.

Yamamoto se sonrojó al darse cuenta de su propio pensamiento. Ciertamente Sugawara destacaba de entre todos los chicos en el campamento. Su belleza tenía un magneto sinigual, atraía a propios y extraños, y tal vez debido a su personalidad, era fácil que sus ojos siguieran su silueta.

No debería considerarse legal que un chico sea así.

Una vez ordenados, cada pareja comió su pocky a su manera, pero todas las duplas estuvieron por encima de los 4 y 5 centímetros. Oikawa pensó que de esta forma era aburrido. Aunque más bien diría que a fin de cuentas todos ahí mostraban su lado tímido.

– Para hacer de esto un verdadero reto, opino que nos esforcemos por obtener trozos que midan al menos centímetro y medio, de ahí quien consiga tener el más pequeño será el verdadero ganador. ¡Vamos chicos, demuestren que tienen coraje para ganar!

Picados en el orgullo, todos asumieron el reto para obtener trozos de aquella medida. Así, por ejemplo, Kenma decidió que no le iba a dar importancia a la forma, sino que simplemente comería tanto como pudiera.

– Si te rozo los labios podría considerarse el largo suficiente, ¿verdad, Kuroo?

– Sí, creo que incluso podría ser menos de un centímetro.

– Entonces así lo haremos.

El minino le miró con expresión inmutable. Los casi veinte centímetros de diferencia entre la altura de uno y otro hacía lucir graciosa a la pareja, Kuroo no tenía más opción que inclinarse para facilitarle la acción a su novio, mientras que Kenma fijaba sus irises felinos en su novio y calculaba las mordidas que debería dar para reducir el tamaño del pocky. Como no vale más que un intento, Kuroo sujetó bien con sus dientes el extremo de galleta, mientras que Kenma mordía del lado de chocolate avanzando más y más. Al final, cuando sintió la respiración de su novio golpearle la nariz –y preguntarse en qué momento había cerrado los ojos que ni siquiera lo recuerda–, Kenma se apartó y Kuroo mordió su extremo para que el trozo de galleta callera en la palma de su mano. La medida fue de 1.4, largo suficiente para al menos haber entrado al reto.

Cuando ambos chicos volvieron la mirada se dieron cuenta de que todos se les habían quedado viendo, como si hubieran hecho algo increíble.

– Por la mirada asesina de Yaku supongo que nos excedimos un poco con la atmósfera, Kenma.

– Eso fue porque en algún momento sentí tus manos en mi trasero, Kuroo.

– Ah, es por eso… – El gato mayor sonrío divertido, su pícara mirada recibió la desaprobación de su líbero pero le restó importancia. Si a Kenma no le importaba, a él tampoco.

Los siguientes en pasar fueron Sugawara y Sawamura, como no hay gran diferencia de estatura y tienen cierta experiencia besando, todo lo que hicieron fue mantener la mirada en los ojos del otro y acercarse sin titubear. Sugawara había sido quien mordiera el lado del chocolate y fue quien decidió el momento justo para apartarse, justo cuando sus labios se tocaron perfectamente con los de su novio, dejando que Sawamura hiciera lo propio con su extremo de la golosina. Ellos habían alcanzado el centímetro exacto. Por el momento tenían el puesto número uno.

– ¡Eso estuvo, wow! – Hinata exclamó con ojos brillantes, sonreía emocionado y casi parecía que le daba gusto ver esa clase de interacción entre sus amigos.

– Qué cosas, Hinata… – Sugawara dijo sonriendo dulcemente.

Kageyama pensaba que debía aprender de sus mayores, miró de soslayo a Sawamura y pensó que tal vez habían llegado a ese límite por la confianza que se tienen. Y no es que él no confíe en Hinata, es más acerca de la vergüenza de actuar así delante de todos los demás. Y que conste que tampoco es que ellos estén actuando bajo suma discreción esos días.

El siguiente dueto en comer fueron Yaku y Lev.

– ¿No hay una postura particular para hacerlo, verdad? – El líbero preguntó dirigiendo la mirada a Oikawa.

– Pues no, son libres de elegir cómo hacerlo. Parados, acostados, como quieran.

– En ese caso. Lev, siéntate.

– ¿Eh?

– Siéntate.

Todavía sin comprender la teoría del mayor, Lev obedeció sentándose en el suelo. Luego el corazón se le fue hasta la garganta cuando Yaku se sentó en su pelvis. Aquella postura, no era justa para su corazón.

– Será mejor que no te hagas ideas estúpidas, idiota… – Yaku le gruñó, más que nada por inercia porque honestamente estaba avergonzado. Pero todo era por ganar. ¡Solo eso!

– Yaku-san~ esta postura~ – Lev no pudo evitar el comentario, ni la mirada juguetona o que sus manos buscaran la estrecha cintura del mayor… – ¡Ay~! – Naturalmente, se ganó un golpe de parte de Yaku.

– El golpe fue para que quitaras tus manos de ahí, mocoso… – Yaku le fulminó con la mirada. Lev sonrío como quien no rompe ni un plato y alejó sus manos de la cintura del mayor de los dos.

A decir verdad este par tenía cierta tensión sexual constantemente yendo y viniendo entre los dos. A Lev realmente le gusta su senpai, y a Yaku el mestizo le produce todas las sensaciones que detesta como las mariposas en el estómago o el latir apresurado. Pero ambos son demasiado cobardes como para admitir sus sentimientos más allá de un jugueteo de amor-odio rutinario.

– Por qué estás dándome el lado del chocolate otra vez.

– Yaku-san adora comer chocolate~

– Pero ya comí la primera vez. Ahora te toca a ti, tú eres el que está en crecimiento todavía, ¿no? Necesitas todas las calorías posibles, mocoso.

– ¿Acaso te preocupan las calorías de más, Yaku-san? – Lev preguntó en tono juguetón.

– Bueno, ciertamente no quiero comer tanto o engordaré como ballena… – Yaku dijo con su habitual tono hosco al hablar con el mestizo, pero por alguna razón sus palabras produjeron un efecto particular en alguien más.

Los sollozos que se oyeron repentinamente en la sala llamó la atención de todos. Cuando buscaron el origen de aquellos sollozos, las miradas de los adolescentes se encontraron con Sugawara.

– ¿Suga? Suga, qué te pasa. ¿Te duele algo? – Sawamura preguntaba tratando de averiguar qué le pasaba a su novio. Y no es que los cambios de humor no fuesen cosa de cada día desde hace algún tiempo.

– Yo… – Sollozo… – He estado comiendo algunos pockys~ – Otra tanda de sollozos, las gruesas lágrimas del peliplatino resbalaban copiosamente por sus mejillas, pero por alguna razón lo hacía lucir adorablemente vulnerable a ojos de todos allí.

– Pero Suga, eso no tiene nada de malo… – El cuervo dijo tratando de consolarle, limpiándole las lágrimas con las yemas de sus pulgares.

– Pero… – Sollozo, hipido… – Yaku-kun ha dicho… – Otro sollozo, otro hipido. El líbero prestando atención ahora que su nombre ha salido a colación… – ¡Voy a engordar como ballena y ya no te voy a gustar~! – Sugawara volvió a romper en llanto.

– Suga, hey cariño… – Sawamura sonrió enternecido por las bobas preocupaciones que asaltaban a su novio, pero sabe que esto es cosa del embarazo. Y lo adora aunque luego tenga que indagar la razón por la que se pone melancólico o caprichoso repentinamente… – Tú no vas a engordar.

– ¡No es cierto~! ¡Ya he subido de peso~!

– Pero es normal, nuestro bebé está dentro de ti… – Sawamura insistió, hablándole bajito para que solo su novio le escuchara, acariciándole disimuladamente la tripa con sumo cariño.

Yaku al sentirse culpable de provocar el llanto en su compañero de Karasuno, se levantó de su muy cómodo sitio en el regazo de Lev y fue hacia donde estaban los cuervos.

– Sugawara-kun… – Le llamó esperando no ser imprudente. Sawamura se hizo a un lado para que el peliplatino pudiese atender al felino… – Lo siento por decir algo imprudente… – El peliplatino sollozó limpiándose la nariz con el dorso de su chaqueta… – Yo pienso que eres muy, hermoso. Sin ofender Sawamura-kun.

El capitán de Karasuno asintió, el halago del líbero de Nekoma por ahora es bien recibido. Sugawara sonrió cristalino y se escondió en el cuello de su novio avergonzado de su comportamiento. Luego más de alguno pensó que Yaku tenía razón, incluso si Sugawara posee algunos kilos de más en relación al tiempo del torneo anterior, no ha perdido ni un poco su peculiar belleza, y más parece que se puede poner más y más atractivo.

Salvado el momento con el peliplatino, Yaku volvió a su tarea inicial, romper el record que justamente Sugawara y Sawamura habían impuesto. Se sentó nuevamente en el regazo de Lev y, ofreciendo de todas maneras el lado del chocolate al mestizo, se quedó quieto mientras Lev comía y se acercaba. El corazón de ambos adolescentes latía a mil por hora pero hacían de cuenta que no se percataban de ello, o que no se les tibiaban las mejillas conforme la distancia entre sus rostros se reducía y quedaba la sensación de que podrían besarse de verdad. Rozarse los labios resultó otra experiencia, una muy grata como reveladora. Lev sintió un cosquilleo en la boca del estómago, y a Yaku le hormiguearon los labios deseando por primera vez en su vida, besarle de verdad. Pero no podían, así que simplemente reculó cuando aquel roce se intensificó haciendo parecer que se besaban. Los dos tenían rojas las orejas y la bulla de varios en la sala simplemente incrementó la vergüenza. Ellos tuvieron un record de 1.2 cms. Todavía insuficiente para desbancar a los cuervos del primer lugar.

Fue entonces turno de Yamaguchi y Tsukishima.

– ¿Estás nervioso, Tadashi? – El pecoso asintió… – Pero eras tú quien quería participar.

– Pero sigue dando vergüenza porque todos miran, Tsukki… – Murmuró pues estaban uno frente al otro.

– De todas formas, ya sabes que no me importa que todos sepan que eres mi novio, incluso si te beso delante de ellos, por mí está bien.

A Yamaguchi le brilló la mirada. Le gustaba mucho cuando Tsukishima decía cosas como esas. Al final, con la confianza de por medio, ellos lograron tener 1.5. considerando la capacidad de vergüenza del pecoso, honestamente era un gran logro para ellos. Luego vino el turno de otra de las parejas de Karasuno.

– Kageyama, ¿estás seguro de que esto funcionará?

– Sí. Ni se te ocurra dudar de mí, Hinata.

– No es eso~ es solo que…

– ¿Qué? – Kageyama enarcó una ceja con aire enfadado.

– Me siento vulnerable… – Hinata admitió sonrojándose profusamente y tratando de evadir la mirada de su novio.

– No es como si fuera a hacer algo indebido, idiota.

– Ya sé que no.

– ¿Quieres intentar algo diferente? Lo haremos como te sientas cómodo, Hinata.

– ¿En serio?

Kageyama asintió. Y Hinata pensó que de verdad, hacía tiempo que Kageyama había dejado de ser un tirano monarca para convertirse en un rey digno de la corona. O algo así.

– Está bien, lo haremos como dijiste. Confiaré en ti, Kageyama… – El pelinaranja esbozó una sonrisa que dejó embobado al setter por un instante. Una sonrisa tan radiante, tan bonita y transparente. Kageyama quería ser capaz de arrancarle más de estas sonrisas, y menos de aquellos gritos escandalosos.

Aunque bien, también me gusta cuando se enoja… – Kageyama pensó mientras se acomodaba.

Estando frente a Hinata, Kageyama fue quien abrió el compás de sus piernas lo suficiente para quedar a la altura del pelinaranja. El lado de galleta era sostenido por sus dientes, mientras que Hinata se encargaría de comer el chocolate. Así era él quien debía permanecer quieto y no variar la altura de su estatura, para mayor equilibrio y firmeza, el setter colocó sus manos en los hombros del pelinaranja, y éste a su vez en las del pelinegro. Sus rostros estaban cerca y a la altura adecuada, todo lo demás era solo cuestión de rapidez y precisión. Y también de vergüenza. El 1.3 conseguido por ellos se consiguió incluso si se tocaron de lleno los labios, pero todavía no habían tenido la paciencia suficiente para aguantar un segundo más y con otro pequeño mordisco haber roto el record de sus compañeros.

Todos los demás parecían muy concentrados en el juego. Quienes están participando prestan atención y observando se dan cuenta de lo que podrían hacer para mejorar el record de Sugawara y Sawamura. Los que solo estaban mirando se entretenían con la cantidad de situaciones embarazosas que se estaban suscitando, y más de algún inteligente estaba haciendo fotos y videos. Sería una ganga que intercambiar luego por favores o algo. Sí, la risa perversa se pintaba en la cara de varios por allí.

En la lista quedaban cinco parejas aún, Nishinoya y Asahi eran los siguientes.

– Asahi, ¿seguro que quieres participar? – El líbero de Karasuno preguntó a su novio. Después de todo no es que hayan hablado todavía.

– Tú quieres, ¿no?

– Sí, pero…

– Si no jugamos, pensaré que preferiste el juego de ayer incluso si a quien podrías haber besado era a Ennoshita.

– Yo solo quiero besarte a ti, Asahi… – Nishinoya dijo sintiéndose ligeramente incómodo. Entiende el resentimiento de su novio, pero no le gusta cuando le habla con ese tono áspero.

– Entonces solo bésame.

– ¿Eh?

– Si ganamos podremos pedir lo que queramos. Así que, has de cuenta que vas a besarme, y déjame el resto a mí, Noya.

Que no le llamase por su nombre ya calaba hondo en su corazón. Sin embargo Nishinoya sabe que a veces Asahi es así, cuando más dolido está actúa de esta manera. Él no puede culparle, y solo le queda esperar a que esto termine para poder disculparse. Asintió y colocando la golosina entre sus dientes aguardó por el movimiento de su novio. Asahi salvó los más de veinte centímetros de diferencia entre su altura y la de su novio inclinándose simplemente. Nada de posturas como los demás. Sujetó el mentón de Nishinoya para que no se moviera y comenzó a comer el chocolate sin soltar la mirada del más bajo. Nishinoya sentía que temblaba, los penetrantes ojos marrones brillaban como nunca, Asahi le estaba dominando. De alguna forma, esto le emocionaba mucho; la manera en que Asahi dice “te amo”, “eres mío”, eran inigualables. Cuanto más se acercaba, Nishinoya sentía el agarre en su mentón más firme y directivo, Asahi le instaba a inclinar el rostro mientras él tomaba la dirección contraria y sentía como si realmente fuesen a besarse. Los labios, los dientes, el calor de Azumane alcanzó hasta la última fibra de sensibilidad de Nishinoya. Y cuando se alejó, él suspiró con las mejillas arreboladas de carmín.

.7 mm ha sido su récord. Menos del centímetro. El puesto del primer lugar ha sido tomado por ellos. Y su actuar ha dejado a todos boquiabiertos.

– A eso le llamo yo maestría para besar… – Oikawa dijo inconscientemente. Asombrado de la habilidad que el as de Karasuno había mostrado… – Qué envidia, yo quiero aprender a seducir así~

A Iwaizumi le palpitaron las venitas de la sien, pero no dijo nada. Ya le cobraría todas y cada una después. Los siguientes en pasar fueron Shibayama e Inuoka. Avergonzados y sintiéndose superados en mucho por los anteriores competidores, se esforzaron al máximo y, tras rozarse claramente los labios, lograron que su trozo quedara de 1.3 cms. Igualando a Hinata y Kageyama, pero quedando por debajo de sus compañeros Yaku y Lev. Luego finalmente fue turno de Oikawa e Iwaizumi, sin mayor preámbulo Iwaizumi repitió el mismo acto que en la demostración inicial. Le sujetó el rostro –esa vez por las mejillas– y dirigió la situación. Ellos consiguieron el centímetro, igual que Sugawara y Sawamura, pero Oikawa no estaba para nada feliz, volvía a sentirse frustrado en sus propios juegos por no poder hacer lo que quería y como quería. Como un niño caprichoso que está por hacer rabieta. Alzando los labios en trompetilla fue él quien se cruzó de brazos indignado con su novio, espetándole que si él hubiese dirigido la situación habrían superado el record del as de Karasuno y su astuto líbero.

– Cállate, aún quedan dos parejas por competir, Kusokawa.

– Qué malo eres, Iwa-chan~

Ennoshita y Tanaka habían estado tan nerviosos con este segundo intento, que incluso si habían querido centrarse y tomárselo con calma, ni siquiera habían podido mirarse a los ojos. Y aunque habían sentido el aliento del otro mientras se acercaban, un par de centímetros fueron la distancia más pequeña que pudieron lograr, ni siquiera un roce de labios, pero si un tamborileo impresionante del corazón. Finalmente, Futakuchi y Aone. El grandote de Datekou y su compañero.

– Aone, ¿quieres ser el que coma esta vez?

El grandote negó con la cabeza. Sus irises amieladas hicieron sonrojar a Futakuchi. No entiende cómo es que están actuando con normalidad cuando todo el día Aone la había pasado ignorándole, haciéndole sentir que estaba molesto con él por algo que todavía no conseguía entender. Quería hacerle preguntas pero al mismo tiempo temía que no le fueran contestadas. Era frustrante. Y lo que intensificaba esa frustración era justamente no entenderse a sí mismo. Aone ha sido su amigo desde que se integraron al club de voleibol, y hacen buena mancuerna cuando se trata de defender, pero además de eso, no tienen más nada en común. Incluso si llega a comportarse como su mejor amigo, duda que pueda entrar en esa categoría cuando ni siquiera le puede entender el carácter.

Aone sujetó a Futakcuhi por los hombros, contacto suficiente para traerle de vuelta a la realidad. Luego simplemente se inclinó para salvar los pocos centímetros de diferencia y dejar a disposición de Futakuchi la golosina. Comerla fue todo un reto, literalmente, para Futakuchi. Estaba nervioso y ansioso, y la mirada de Aone era intensa, sofocante de alguna manera. Al final, tras rozar la boca de Aone, Futakuchi reculó asombrado de esa sensación que se instaló en su vientre, rojo hasta las orejas e impaciente. Aone simplemente dio media vuelta y entregó el trozo de galleta a Oikawa para que la midiera. 1.2 cms ha sido su récord. Aunque de todas maneras para el grandote de Datekou eso no era importante.

– Bueno, supongo que los ganadores son ineludibles. Asahi-san, Nishinoya-kun, felicidades~

– Nosotros ya sabemos lo que queremos… – Azumane dijo. Y aunque Nishinoya en realidad no tenía idea, le siguió la corriente… – Noya y yo tenemos muchas cosas de las cuales hablar, así que saldremos del campamento durante la noche.

– ¡Qué! – Se escandalizó más de alguno. A Sawamura comenzaban a latirle las venitas de la sien.

– El trato fue ese, podíamos pedir lo que quisiéramos. Noya y yo queremos salir, ustedes tendrán que cubrirnos.

Aunque reacios, curiosos y confundidos, Oikawa, Moniwa, Kuroo y Sawamura asintieron. Como capitanes de cada escuela, ellos tomaban responsabilidad directa de los chicos de su respectivo club; pero al mismo tiempo tenían parte de ella respecto a todos.

– Vuelvan antes de las seis, Takeda sensei y Ukai-san siempre pasan a esa hora a verificar que estamos todos.

– Estaremos aquí sin falta, Daichi. Noya, vamos… – Nishinoya se dejó llevar sin emitir una sola palabra. Cuando ya iban en el corredor rumbo a su cabaña, finalmente preguntó a dónde irían… – Siempre te gusta hacerlo en lugares extravagantes, ¿no? Yo estuve pensando todo el día en eso, y pensé que te gustaría hacerlo a la luz de la luna. Preparé un bolso, pero está en la habitación así que tenemos que ir por él antes de salir del campamento.

– Asahi, ¿tú todavía quieres hacerlo conmigo?

– ¿Por qué no iba a querer?

– Estás enojado conmigo.

– Celoso por ti, Yuu. No confundas los términos. Ciertamente estuve molesto anoche, pero solo porque estaba celoso. A ti s te olvida a menudo que eres la persona que más amo en la vida, no eres consciente de tu atractivo y sueles actuar, aunque de buena fé, de formas que consiguen hacerme sentir celoso y poco importante para ti.

– ¡No es para nada de esa manera! Asahi, tú sabes que te amo… – Gimoteó desesperado, queriendo simplemente olvidar lo sucedido la noche anterior en el juego.

– Yo lo sé, Yuu. Y sé que tú también estás consciente de cuánto te amo. Pero saberlo y demostrarlo son dos cosas diferentes. Ya tuvimos una discusión similar antes por Tanaka, y la hemos tenido por otras razones. Solo me gustaría que trataras de ponerte más a menudo en mi lugar.

– Yo, lamento mi actitud de anoche. Tuviste razón en lo que me dijiste, no pensé en ti ni en Ennoshita, solo quise hacer lo que yo pensé que era correcto sin tomar en cuenta los sentimientos de ustedes dos. Incluso dejé fuera a Tanaka. Simplemente decidí que tengo razón, que ellos se gustan y que deben estar juntos. Pero el amor no funciona así, ¿verdad, Asahi?

– No, no funciona así Yuu. El amor debe darse natural, no importa cuánto pueda tomarles, si en verdad existe entre ellos entonces los unirá. Pero no podemos forzarlo, incluso si piensas que has observado actitudes que delatan que se atraen. Enamorarse y animarse en confesarlo, es decisión de ellos. Como lo fue nuestra.

Nishinoya asintió y sonrió, algo forzado. No, más bien esperando a ver la sonrisa en el rostro de su novio. Azumane rodeó su cintura e inclinándose topó su frente con la del líbero, acunó una de sus mejillas y le besó dulcemente. El más bajo sintió que le temblaron las piernas igual que el corazón. Su Asahi estaba de vuelta.

– Te Amo, Yuu.

– Y yo a ti, Asahi. Te prometo que seré mejor novio de ahora en adelante.

– Confío en tu palabra.

Más ligeros de corazón, Nishinoya se dejó llevar por Azumane fuera del campamento luego de haber tomado el bolso que su novio mencionara antes. Caminaron durante un buen rato hasta llegar a una zona boscosa donde había un claro junto a un riachuelo en cuyas aguas se reflejaba la luna y las estrellas.

– Este lugar es precioso~ – Nishinoya dijo asombrado, sonriendo con emoción ante el paisaje.

– Yo tengo el paisaje más bonito todo el tiempo.

– ¿Eh?

– A ti, Yuu.

Las mejillas del líbero se sonrojaron copiosamente. Quiso responder algo pero no encontró las palabras adecuadas para halagar el romanticismo de su novio. Azumane simplemente sonreía, le gustaba conocer algunos puntos débiles de Nishinoya.

El as de Karasuno montó una tienda de campaña en unos minutos, cuando el líbero entró en ella volvió a sorprenderse. Era lo suficientemente amplia para los dos, y había un termo con té caliente junto a sus dulces de arroz favoritos. Sentados uno junto a otro fuera de la tienda de campaña observaron la noche un rato, bebiendo te y comiendo dulces de arroz. Las palabras no parecían necesarias, la compañía lo valía todo.

– Estará fría el agua.

– No lo sé. Deja averiguo… – Azumane fue y metió su mano en el riachuelo, el agua era tibia después de todo… – Se siente bien, ¿quieres entrar Yuu? – Nishinoya asintió, y dejando las cosas a un lado se unió a su novio… – No necesitas esto.

– Asahi… – Murmuró repentinamente tímido. O quizá demasiado sorprendido por la actitud de su novio. Cuando Azumane quería, tomaba el control y lo hacía con creces. Porque justo ahí ha comenzado a desnudarle.

– Te lo dije, quiero que lo hagamos aquí, Yuu.

Tras desnudarse entre besos variados de intensidad y dulzura, ambos adolescentes se metieron en el riachuelo. La temperatura era ideal, se sentía incluso relajante estar allí dentro. O quizá era también debido a la compañía, al amor. Al sentimiento de reconciliación.

– Por alguna razón, tu cabello mojado siempre te hace lucir más lindo, Yuu.

– Oye, deja de ser tan romántico hoy… – Murmuró sonrojado. Azumane sonrió divertido y le acarició una mejilla… – No soy una chica, sabes.

– No es cuestión de género, sino de cómo me gusta tratarte. Además… – El as tanteó por debajo del agua el trasero de su novio… – Sé que te gusta cuando soy algo duro contigo aquí.

– Asahi~ – Suspiró alterado, le ha bastado aquella insinuación para sentir la temperatura de su cuerpo subir por las nubes.

– Sujeta tus piernas en mi cintura, Yuu.

– Sí.

Hacerlo y sentir los dedos de Azumane presionar su entrada, jadear extasiado y tratar de relajar los músculos para facilitarle la labor.

– Nghh~ Asahi~

– Me gusta cómo se siente dentro de ti, Yuu… – Susurró lamiéndole el cuello, saboreando el agua que moja su piel, sintiéndole estremecerse… – ¿Has notado cómo succionas mis dedos cuando te preparo?

– Ngh~ desde cuándo hablas sucio, Asahi.

– Desde que mi novio detesta ser tratado con delicadeza.

– Ahh~

– ¿Quieres que la meta ya?

– Sí~

– ¿Profundo?

– Sí~

– Yuu, cuando gimes desesperado haces que mi pene se hinche más, ¿sabías?

– Ah joder, Asahi~ métela ya~

Y es que la mezcla de su voz ronca junto a aquel lenguaje tan impropio de su novio le pone un poco más. Azumane sonrió y sujetándole las caderas mientras se apoya en una roca para mejor soporte, penetró lentamente el apretado agujero que le recibió sin prisas. Hacía tanto que no hacían el amor con esta sensación de plenitud.


– Sabes, Kuroo.

– Qué cosa.

– Anoche tenía la oportunidad perfecta para hacerte una foto sexy. Aunque todavía faltaría el móvil que has de regalarme.

El gato mayor soltó una carcajada ante la seriedad con que su novio soltaba las cosas como estas. Kenma sin embargo le miraba con su expresión monótona, como si no encontrara gracioso esto para nada, pero Kuroo sabe que es solo su forma de ser, que en el fondo seguro también está más que divertido.

– Había tan poca luz, no habría sido una fotografía justa de mí, eh. Pero… – Inclinarse (que todavía la diferencia de estaturas a algunas parejas como la suya les hace padecer. De buena manera en realidad, ¡y eso no al caso!), y sonreírle pícaro, acercarse a su oído y mordisquearle el lóbulo como tanto le encanta porque adora escucharle jadear y sentirle estremecerse por su causa… – Te prometo que ya te haré una foto muy sexy. Tanto, que podrás usarla para masturbarte cuando no estemos juntos, Kenma.

El minino clavó sus ojos en los de su novio cuando se apartó. De pronto estaba ahí, estático con un calor subiéndole hasta las mejillas, injustamente proyectando la reacción de su anatomía, allí al sur de su ombligo.

– ¡Ni siquiera lo piensen, par de pervertidos! – El grito de Yaku les recuerda que ya están en la cabaña, que están vistiendo pijama y es hora de dormir.

– Si quieres podemos dejarte a solas con Lev para que sigas por donde se quedaron hace rato. Esa postura que se mandaron…

– ¡Cállate, Kuroo!

– ¡Yaku-san~ hagámosles caso y tengamos una noche apasionada!

– ¡Maldito mocoso precoz!


Kageyama miraba de soslayo a Hinata, preguntándose si es que algo estaba cambiando más en el pelinaranja que lo encontraba cada día más lindo.

Aunque basta que abra la boca para echar abajo toda esa lindura

– Por qué me miras así, Kageyama.

– Por nada.

– ¿No tienes sueño? ¿Qué piensas que estén haciendo Noya-san y Asahi-san?

– Mejor no te digo lo que pienso que están haciendo, Hinata.

– ¿Ah? ¿Por qué no? ¡Quiero saber, Kageyama!

– ¡Que no! ¡Y ya cállate que quiero dormir!

– ¡Pero quiero saber!

– ¡Y yo no pienso decirte!

Yamaguchi suspiró, tenía sueño pero con ese par durmiendo en la misma habitación sería imposible conciliar el sueño. Tsukishima aprovechó la distracción de los otros dos y acercó más su futón al de su novio.

– Tadashi…

– ¿Sí?

– Quiero dormir contigo.

– ¿Eh? – Preguntó pillado por sorpresa.

– Solo dormir. Es que quiero abrazarte, sentirte cerca.

– P-pero…

– Me gustó cuando me abrazaste esta mañana.

Ah, cuando estaba excitado~ – El pecoso pensó recordando la imagen de su novio. ¡Demasiado sexy para su salud mental!

– Quiero despertar abrazándote, y dormir del mismo modo.

– E-está bien, Tsukki~


Mientras el resto dormía, Moniwa y Kamasaki estaban fuera de su cabaña, necesitaban hablar.

– Entonces, ¿desde cuándo tú, te sientes de esa manera?

– Creo… tal vez desde que nos conocimos.

Kamasaki no se atrevió a mirarle ni de soslayo. Y sabe que Moniwa tampoco se anima a hacerlo. Pese a todo, se conocían la forma de actuar.

– Estaba recordando, tú me presentaste a una chica que me gustaba de otra clase a inicios de año.

– Sí.

– Por qué lo hiciste.

– Porque ella te gustaba. Y yo supe que no le eras indiferente.

– Sí pero, si yo te gustaba a ti, por qué no… – Kamasaki carraspeó nervioso, trabado con su propio tren de pensamientos… – Es extraño hablar de esto contigo, Kaname.

– ¿Te doy asco ahora?

– Bueno, no.

– Pero es incómodo, ¿verdad?

– Sí.

Silencio.
Espeso, pesado.

– De hecho se siente un poco como que me traicionaste, Kaname.

– ¿Eh? – Volver la mirada y buscar la de su amigo. Pero no encontrarla porque se niega en voltear a verle.

– Siempre creí que éramos amigos, pero ahora resulta que tú siempre te has sentido de otra manera hacia mí.

– Pero eso no significa que estuve mintiendo, o que te traicioné. Simplemente no podía decirte lo que sentía, Yasushi.

– ¿Y por qué pudiste repentinamente?

– En realidad… – Moniwa bajó la mirada… – No lo sé. Creo que fue un impulso, ya te había dicho lo del botón cuando me di cuenta. Yo, no quiero que me odies, ni que te sientas incómodo conmigo.

– ¿Quieres que sigamos siendo amigos?

– Sí.

– ¿Sabes, Kaname? Realmente dudo que eso sea posible.


Al alba, Takeda se había colado en el futón de Ukai buscando más calor. Estaba tan a gusto ahí que cuando la alarma sonó se revolvió enredándose más entre las mantas y pegándose al mismo tiempo a su novio. El rubio abrió un ojo a duras penas, estaba tan relajado como su novio que no quería levantarse. Estiró el brazo y apagó la alarma, luego se quedó un rato mirando el adormilado rostro de Takeda. Hoy tenía mejor semblante que ayer.

– Takeda, es hora de levantarse.

– Cinco minutos más~

– Oh, también eres de los que piden cinco minutos más. Quién lo diría… – Sonriendo, acarició los brazos de Takeda sin más razón que mimarle. Sensei murmuró entre sueños arrugando curiosamente la nariz y el entrecejo… – Takeda, qué toca hoy en el programa.

– Correr en el bosque, organizar equipos diferentes y mandarlos en busca del tesoro… – Murmuró somnoliento.

– Oh, esa actividad. Creo que será interesante.


Continuará……

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