jueves, 29 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 20.



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Entre amores no correspondidos y la búsqueda del tesoro


Cuando Ukai se dio cuenta de que Takeda no abandonaría las cálidas mantas de su futón, decidió dejarle unos minutos más ahí mientras se encargaba de revisar, junto a los otros entrenadores, que todo estuviera listo para la actividad del día. La hora del desayuno llegó y, en la algarabía de algunos como los bostezos de otros, transcurrió sin mayores contratiempos. Ukai ha pedido al chef de la cocina que guarde alimentos para Takeda sensei, dando por excusa que últimamente su salud no ha sido la mejor y que por eso toma más descansos que los demás.

Cerca de las nueve de la mañana, Takeda despertó. Sentía un sabor amargo en la boca y un montón de sed. Aletargado, sensei apartó las mantas y salió del futón, colocándose antes que nada los anteojos para mirar la hora en el reloj de su móvil.

– ¡Oh mi dios! ¡Es tarde! – Gimoteó sorprendido por la hora. Se apresuró al baño para tomar una ducha matutina, asearse los dientes como el cuerpo e ir a la cancha de arena, donde seguramente estaban ya todos.

– ¿Takeda? ¿Estás ahí dentro?

– ¡Sí, Ukai! Lo siento~ me quedé sorprendentemente dormido~

– No te preocupes, los otros entrenadores acordaron retrasar el inicio de la actividad hasta las diez. Así que no te apresures. Además, tu desayuno está listo en el comedor, solo tienes que pedirle al cocinero que la caliente cuando llegues ahí, ¿bien?

– Sí… – Murmuró avergonzado, terminando de jabonar su cuerpo y escuchando el gruñir de su estómago… – Pero al menos hoy no he devuelto el estómago ni bien desperté. Debe ser porque dormí realmente bien… – Dijo para sí con una sonrisita tierna.

En la habitación, Ukai guardaba el futón y preparaba las ropas de su novio antes de salir anunciando que le vería más tarde en la reunión pues aún tenía que ir a ultimar detalles con los otros entrenadores.

Mientras llegaba el momento de la reunión, los chicos estaban realizando ejercicios básicos en el gimnasio techado. Curiosos por lo que tendrán que hacer esta vez. Sin embargo, el ambiente era otro para cada club. Mientras que en Karasuno la buena vibra había vuelto con creces ahora que Nishinoya y Asahi se han reconciliado; en Datekou la cosa pinta absolutamente diferente.

Tras la conversación de la noche anterior entre Moniwa y Kamasaki, ellos dos se estaban evitando al máximo y eso complicaba de por sí las cosas ya que ciertamente no habían llegado a nada con esa charla. Tras el “¿Sabes, Kaname? Realmente dudo que sea posible” de Kamasaki, ninguno había mencionado ni una sola palabra más y simplemente habían vuelto a su cabaña, primero Kamasaki, y casi una hora después Moniwa (sus ojos hinchados y la expresión de cansancio eran prueba suficiente para saber que no había pasado buena noche). Además de eso, Aone seguía actuando indiferente ante un Futakuchi que –todavía sin comprender del todo– se ponía ansioso por la falta de atención de parte del grandote.

En Aoba algo no parecía marchar lo mejor posible entre Iwaizumi y Oikawa, esa vez el segundo era quien lucía indignado con su novio, pero nadie se atrevía a preguntar en lo más mínimo nada al respecto. Oikawa daba miedo cuando estaba realmente enojado, sobre todo si Iwaizumi era el objeto de sus frustraciones. En Nekoma el único que tenía expresión de cansancio por falta de sueño era Yamamoto, que anoche no había podido pegar ojo pensando en que Kenma y Kuroo pudieran montárselo de nuevo en la habitación con ellos presentes ahí mismo. Algo como la repulsión se mezclaba con curiosidad, y todo simplemente se había complicado en el pensamiento revolucionado de cityboy.

--//--

Tras el infortunado final de la salida con Ikejiri, Fujimi no podía evitar ese sentimiento de arrepentimiento por haberse metido con él cuando no era culpa de ninguno de los dos ser como son y pensar de manera diferente respecto al amor. Sabiendo que no podría seguir así, y reconociendo un poco de aburrimiento mezclado con ansiedad por no ver a Tanaka y los demás durante casi una semana, el ojiazul se las ingenió para encontrarse nuevamente con Ikejiri y hacerle una inusual invitación.

– ¿Ir a Akiu Otaki a las aguas termales?

– Sí~ tengo todo listo ya, solo tienes que empacar lo mínimo indispensable y partiremos de inmediato… – Dijo Fujimi con entusiasmo. Ikejiri se preguntó si el ojiazul ya habría olvidado la forma en que se despidieron hace dos noches.

– ¿No es ahí donde dijiste que los chicos están de campamento?

– Sí.

– ¿Quieres ir ahí para ver al chico que te gusta?

– Sí.

La forma tan descarada con que Fujimi admitía sus pensamientos confundía bastante a Ikejiri. Se parecía a un tornado, arrasando con todo a su paso sin arrepentimiento alguno. Era tan intenso que, de alguna forma, lo hacía sentir mezquinamente inferior.

– De hecho, pienso colarme a su campamento y declararme.

– ¡Qué!

– No te sorprendas tanto, es el tipo de cosas que hacen los tipos como yo. Así será más rápido para mí.

– ¿Rápido?

– Superar los hechos. Sé de antemano lo que pasará. Tanaka senpai me rechazará, y entonces yo podré mirar hacia otro lado y seguir adelante.

Ikejiri quiso preguntarle por qué actuaba así, pero desistió cuando se dio cuenta de que no tenía caso razonar con una persona a la que apenas está conociendo.

– Entonces, ¿vienes o no?

– Por qué quieres que vaya contigo, Fujimi-kun.

– Porque me gustaría tener un hombro sobre el cual llorar… – El ojiazul dijo con una sonrisa. Una sonrisa diferente, melancólica, asustada.

Ikejiri se dio cuenta de algo entonces. Es esta la misma mirada que él ha visto en su reflejo cuando se mira al espejo y está pensando en Sawamura. Es esa conocida sensación del amor unilateral que escose por dentro y provoca el llanto.

– De acuerdo, iré contigo Fujimi-kun.

– Gracias~

--//--

Abochornado por su pobre desempeño como coordinador de este proyecto, Takeda se apresuró al gimnasio techado para iniciar la actividad fuerte del día. Los entrenadores le preguntaron antes que nada cómo se encontraba pues el día anterior le habían notado más bien cansado y algo pálido.

– Me encuentro muy bien, gracias por su preocupación… – Haciendo una venia de respeto, sensei esperó que no se notara demasiado el carmín en sus mejillas.

Ukai por su parte estaba más que feliz, su novio era adorado por cualquiera que comenzaba a tratarle siquiera un poco en persona. Y él sabe que ya de por sí vía telefónica se había hecho de una buena impresión entre los entrenadores, sobre todo Nekomata, el viejecillo no perdía oportunidad de hacerle avergonzar.

– Siendo así, vamos a llamar a los chicos para que les dé la explicación, Takeda-kun.

– Sí, gracias.

Una vez reunidos todos, Takeda comenzó a explicarles la actividad del día, misma en la que Sugawara no habría de participar por su condición como manager, que a su vez responde a su embarazo. “El Tesoro de los Elfos” la ha nombrado. A nadie le extrañó, después de todo el sensei poseía un alma poética, profunda y algo fantástica.

– Lo primero que hay que hacer es formar equipos, los realizaremos al azar. En esta caja hay esferas de cuatro colores, cada uno sacará una esfera y hará equipo con aquellos que obtengan su mismo color.

– ¡Sí! – Uno a uno los integrantes de las cuatro escuelas pasaron para elegir su esfera y saber en qué equipo quedarían. De manera que, al final, los equipos quedaron confirmados así…

Equipo Amarillo: Oikawa, Tanaka, Yaku, Kageyama, Daichi y Futakuchi.
Equipo Rojo: Hinata, Kuroo, Narita, Asahi, Yamaguchi, Kunimi y Kindaichi.
Equipo Verde: Moniwa, Tsukishima, Nishinoya, Lev, Kamasaki, Shibayama y Kinnoshita.
Equipo Púrpura: Iwaizumi, Aone, Inuoka, Kenma, Yamamoto y Ennoshita.

Naturalmente, algunos se lamentaron de no poder estar con quienes querían. Como Nishinoya que no podía estar con Asahi ahora que finalmente se han reconciliado –y de qué manera, si es que habían hecho el amor tres veces la noche anterior. Que no tuviese sueño ni luciera cansado era causa ya de su exceso de energía, no igual para Asahi, que bostezaba de tanto en tanto–. A Kageyama le entraba apuro por lo que Hinata tuviera que soportar con Kuroo en su mismo equipo, si ya le ha pillado lo pervertido al capitán de Nekoma y no le entra en gracia que su novio esté en el mismo equipo que él. Hinata por su parte está todavía más preocupado, el gran rey está en el mismo equipo que su novio y eso le molesta bastante; pero no se anima en reclamar nada puesto que los equipos se han hecho al azar. De todas maneras está inquieto.

– Hinata, oye será mejor que no seas tan inocente y te cuides bien.

– ¿Por quién me tomas? Además, quien debería cuidarse eres tú, no me gusta para nada que el gran rey esté contigo… – El pelinaranja incluso frunció los labios en actitud rebelde por la conformación de los equipos.

– No es como si Oikawa fuera a hacerme algo, idiota… – El pelinegro refunfuñó, aunque honestamente era momento en que no le había dado importancia al hecho de estar en el mismo equipo que el capitán de Aoba, de hecho era más como que no le significaba nada.

– Recuerdo que el primer día él estaba haciéndote algo en el baño, Bakayama… – Gruñó el pelinaranja.

– Ya te dije que esa vez solo estaba molestándome. Y no es que a mí me interese dejar que Oikawa me haga algo. Ni que se preste la actividad para que intente pasarse de listo, que de todas formas no lo es tanto… – Farfulló consciente de que Oikawa tenía habilidad para conseguir lo que quería con estrategias que él ni se imaginaba. Y todo porque el pensamiento de Kageyama era más útil en cuestiones deportivas que emocionales, en ese rubro es un polluelo nada más.

– Pro-promete que no va a pasar nada de nada entre él y tú, Kageyama… – Tartamudeó visiblemente avergonzado, evadiendo la mirada (aunque de todas formas la diferencia de alturas facilitara las cosas siempre que él mirase al frente y no un poco hacia arriba) y sintiéndose algo tonto al pedir algo así. Es que le crispa los nervios saber que no estarán juntos, eso es todo.

Kageyama buscó la mano de Hinata y enlazó sus meñiques, mientras murmuraba “promesa” y sentía sus propias mejillas calentarse por la vergüenza. El acto ha sido discreto, pero tan bonito que a ellos el corazón les latió a mil por hora.

Por otro lado, quienes también están incómodos con la formación de equipos son Moniwa y Kamasaki, es obvio el por qué. Y Kunimi no es que ande diferente con Kindaichi en su mismo equipo, y esos pensamientos que no consigue apartar de su mente excepto cuando están en el entrenamiento fuerte en las canchas. Mientras que Shibayama casi agradece no estar en el equipo de Inuoka, porque desde ayer todo lo que hace es pensar en su amigo.

Como quiera que fuera, la actividad habría de comenzar.

– Muy bien, ahora que están todos los equipos conformados seguiremos adelante. A partir de ahora todos habrán de guiarse por las pistas que irán encontrando. ¡A trabajar duro!

– ¡Sí!

– El siguiente paso son las canchas de arena, allí se encuentra su siguiente pista. ¡Vayan!

Los chicos corrieron hasta las canchas de arena, ahí está una mesa sobre la que hay cuatro hojas de papel de colores diferentes correspondientes a cada uno de los equipos, así como una base de plástico que no se imaginaban para qué podía servirles. Los líderes de cada equipo tomaron la hoja y comenzaron a leer en privado el contenido de esta. El texto decía así…  

EL TESORO DE LOS ELFOS

En el inicio de todos los tiempos, cuando luz y oscuridad era todo cuanto podía verse en todas direcciones alrededor del mundo, el Ente Supremo decidió crear criaturas hermosas que habitaran ahí. De este modo nacieron los Elfos, de figura humana y una belleza extraordinaria, poseían también dotes mágicos que usaban solo cuando era altamente necesario, estos eran sus “talentos”.
El Ente Supremo pensó más tarde en los Hombres, y éstos llegaron al mundo para convivir con los Elfos. Ahora los humanos eran elfos y hombres con notables diferencias entre unos y otros. Los Hombres habían llegado al mundo dotados de “sentimientos”, a diferencia de los Elfos que tenían la magia. Estos sentimientos eran influenciados tanto por la luz como la oscuridad, por lo que los Hombres eran capaces tanto del amor como el rencor, entre otros sentimientos.
Los Elfos, en su magnificencia natural y viendo que les era imposible renegar de la existencia de los Hombres, se reunieron bajo la radiante luz y pidieron ante el Ente Supremo un obsequio para los Hombres, dispuestos a renunciar a todos sus talentos.
El Ente Supremo, conmovido por la bondad de su primera creación, les concedió un regalo para los Hombres.

– Será cada uno de ellos, sin embargo, quienes deban hacerse merecedores de este presente.

Desde entonces, éste obsequio es llamado “El Tesoro de los Elfos”, y se dice que solo tras superar una serie de pruebas puede aspirarse a la fortuna de conocerlo.

Los chicos se miraron entre sí, no había una pista realmente en esta historia.

– Tal vez haya un acertijo entre líneas… – Aportó Tanaka, de pie junto a su equipo, leyendo y releyendo el dichoso “Tesoro de los Elfos”.

Por otro lado, Nishinoya, Hinata e Inuoka, inquietos y curiosos por naturaleza se apartaron de sus respectivos equipos explorando por ahí. Si el llamado había sido a las canchas de arena, ¿no era posible que la pista estuviera dentro de ellas?

– ¡Encontré algo! – Inuoka fue el primero en levantar la voz, alzando una pieza de lo que podría ser parte de un rompecabezas.

Entonces todos se internaron en las canchas, revolviendo la arena y tanteando entre los cálidos granos en busca de más piezas como aquella. Aunque se suponía que debían actuar como equipo, en esos instantes estaban todos dispersos en las canchas, buscando por su parte y sin ningún tipo de estrategia qué seguir. La confusión fue aprovechada por las parejas separadas para tontear cerca, y Kageyama y Hinata terminaron sujetándose las manos bajo la arena, mirándose discretamente con las mejillas acaloradas. Moniwa y Kamasaki estaban de hecho en canchas diferentes, y Futakuchi la pasaba siguiendo los pasos de Aone, buscando su atención. Alrededor de las canchas los entrenadores y Sugawara estaban como espectadores mirando el curso de la primera parte de la actividad.

– Ciertamente no lo están haciendo bien, ¿verdad sensei?

– No exactamente, Sugawara-kun, pero pienso que se darán cuenta del error y lo corregirán.

Finalmente, los líderes innatos se percataron del caos en que se estaba convirtiendo la búsqueda. Estaban todos tan preocupados por evitar que otros encontrasen piezas antes que su equipo, que en realidad nadie estaba realmente buscando.

– ¡Oigan, vamos a reunirnos todos aquí! – Sawamura fue el primero en llamar a su equipo. Oikawa sonrió divertido, era interesante ser guiado en lugar de guiar, ser líder era agotador en ocasiones, y sin embargo para el capitán de Karasuno más bien parecía su estado natural. Dirigir… – Ya que las dos canchas están divididas en cuatro páramos, es probable que en cada uno se encuentren todas las pistas para cada equipo, lo que tenemos que hacer es enfocarnos en uno y hurgar hasta que encontremos las piezas necesarias. He visto las que han encontrado Inuoka, Nishonoya, Hinata y Aone, pienso que es un paisaje y que no deben ser tantas. Además son grandes, enfóquense en las piezas que tengan color, las blancas déjenlas a un lado.

En el equipo Rojo, Kuroo más o menos asumió el rol de líder también, aunque Asahi estaba aportando ideas interesantes y le hacía sentir como un trabajo cooperativo. En tanto que en el equipo Verde Moniwa estaba sumamente desconcentrado, por lo que Nishinoya ha tomado más o menos las riendas de su grupo. Y en el equipo Púrpura, Iwaizumi ha comenzado a mandar sin reparo, sobre todo porque ninguno de sus compañeros se queja ni le chista las indicaciones.

Una vez fueron encontrando las piezas de su respectivo rompecabezas, los chicos se dieron de frente con el problema que suponía armarlo en el piso, pues todos se han dado cuenta de que hay una frase escrita detrás del rompecabezas, pero como las palabras parecen estar dispersas sin sentido, era necesario armar correctamente las piezas y luego girarlo para ver qué podían averiguar. 

– ¡La base de plástico! – Yamaguchi exclamó, y todos supieron para qué sería útil aquel otro recurso dispuesto en la mesa.

Así, unos minutos más tarde cada equipo estaba sentado en la arena, con la base de plástico sobre la que ha armado su rompecabezas, y que les permite a su vez girarlo para ver el otro lado. El equipo Amarillo ha formado un paisaje del sistema solar, con el sol ocupando casi todo el marco. El equipo Rojo se encontró con la imagen de un fénix peleando contra un dragón, el equipo verde un paisaje donde un frondoso y viejo árbol se alzaba en el costado cubriendo casi todo el marco, y el equipo púrpura la imagen de un guerrero en batalla con un estandarte representativo de la realeza.

Tras leer la pista en el paisaje que cada uno formó, se apresuraron internándose en el bosque. A cada equipo lo siguió un entrenador para vigilar que cumplieran con sus respectivas pruebas.

Equipo Amarillo: Dirígete al bosque y haz lo que se te indica en la bandera de tu color. Recuerda, que donde nace el sol puede encontrarse tu verdadero inicio también. Así supieron que ellos debían dirigirse hacia el Este.

Equipo Rojo: En el bosque hay una cascada menor que alimenta las aguas termales del campamento, ve ahí y busca en la bandera de tu color la prueba indicada para mostrar tu valía. Ten esto en mente, las aguas termales son más relajantes al atardecer, cuando el sol se oculta. Así, ellos emprendieron camino al Oeste.

Equipo Verde: La seguridad que viene de la armonía y un buen cobijo es ofrecido por el frondoso árbol fresno. Encuentra uno en el bosque y realiza la prueba indicada en la bandera de tu color. Ten en cuenta, los árboles siempre crecen hacia “arriba”. Después de mucho pensar en el acertijo, el equipo comprendió que debían encaminarse hacia el Norte.

Equipo Púrpura: De los Emperadores de los antiguos Imperios grandes guerreros forjaron su historia. Encuentra en el bosque el modesto Templo donde se erige la estatua de uno de ellos. Piensa, “abajo” los árboles de jacaranda adornan un sendero de brillante colorido. Tras pensarlo detenidamente, el equipo decidió dirigirse hacia el Sur.

Así, cada uno llegó a su siguiente prueba. Aunque en realidad la prueba era la misma, el objetivo para los entrenadores era ver la amplitud de estrategias, la adaptabilidad al cambio de cada uno de los chicos y, sobre todo, la capacidad de comunicarse incluso si tienen formas diferentes de hablar, en términos de compañerismo. Cada bandera tenía escrito el mismo reto: Para pasar al siguiente nivel deberán mantener el balón en movimiento sin que toque el suelo por, al menos, 10 minutos, alternando constantemente remates, recepciones y levantadas.

– Es algo que hacemos todos los días, no debería sernos difícil lograrlo… – Había sido el comentario en el Equipo Rojo, donde Hinata y Yamaguchi sonreían nerviosos pues las recepciones seguían siendo un punto débil para ellos.

– Tenemos a dos armadores con nosotros, deberíamos sobrellevarlo bastante bien siempre que nos organicemos adecuadamente. Yaku y yo podemos encargarnos de las recepciones, Oikawa y Kageyama se encargarán de las levantadas y Tanaka con Futakuchi de los remates… – Rápidamente Daichi había organizado al equipo Amarillo.

– Creo yo que todos sabemos manejar cada una de las técnicas, ¿verdad? Así que solo vamos a esforzarnos en evitar que el balón toque el suelo… – Iwaizumi, del equipo Púrpura, dijo con convicción.

– Nuestra habilidad es mantener al balón en juego… – Yamamoto dijo haciéndose el cool. Inuoka asintió efusivamente, y Kenma simplemente esperó a que iniciaran.

Por otro lado, la falta de comunicación en el Equipo Verde estaba poniendo en aprietos a los chicos. Especialmente Nishinoya, que no sabía cómo motivar a este equipo en particular.

– ¿No les interesa ganar, o qué? – Preguntó directamente, con las manos en las caderas y una mirada molesta que enfatizaba su severa personalidad.

Moniwa desvió la mirada avergonzado por su rendimiento. Kamasaki quiso responderle algo al líbero de Karasuno, pero se arrepintió en cuanto se dio cuenta de que iba a decir algo como que “No es cómodo estar en el mismo sitio en que tu antiguo mejor amigo está, considerando que se te declaró anoche”. Sí, mejor no hablar. Lev se sentía un poco fuera de sitio ya que ninguno de sus compañeros estaba aquí, y echaba en falta a Yaku-san, así que se le veía ligeramente desmotivado. Tsukishima opinó entonces que si no iban a comprometerse con la actividad lo dijeran claramente y mejor retirarse, así no hacían perder el tiempo a los entrenadores, ni a ellos mismos.

De esa manera, el equipo Verde debatió sobre seguir o abandonar. Moniwa buscaba la mirada de Kamasaki esperando encontrar en sus ojos algo que le indicase que las cosas podían marchar bien entre ellos, pero una vez más aquellas pupilas se negaron a mirarle.

– Yo… creo que no puedo continuar… – El capitán de Datekou dijo finalmente. La atención de sus compañeros de equipo cayó sobre él, podía sentir sus inquisitivas miradas aplastándole la conciencia… – Lo siento.

– ¿Te sientes mal, Moniwa-san? – Kinoshita cuestionó sinceramente. Y el chico solo fue capaz de asentir, sentía que si hablaba podría romper a llorar, y además de vergonzoso iba a resultar patético.

Nishinoya frunció el ceño, luego se relajó cuando se puso en el lugar del otro. Cualquier cosa que esté pasando por su mente es más fuerte que esta actividad o el compromiso con el campamento. Y en verdad no podía juzgarle ni enfadarse con él, todos en la vida tienen días malos, él lo tuvo todavía hasta ayer; y si Asahi no hubiese dado el primer paso, probablemente hoy todavía estarían distanciados.

– Ukai-san…

– Entiendo. Vuelvan al campamento, chicos.

El rubio vio a los seis muchachos darse media vuelta y emprender el camino de regreso, solo Kamasaki y Moniwa iban con la mirada gacha.

– ¡Esperen! – Los adolescentes detuvieron sus pasos al segundo… – Moniwa-kun, Kamasaki-kun, adelántense ustedes solamente, integraré a los otros en los demás equipos ya que ellos sí estaban poniendo empeño.

– S-sí… – Aún más avergonzados por el señalamiento, Moniwa y Kamasaki fueron los que continuaron el camino de vuelta al campamento.

Ukai distribuyó a los otros cuatro en los otros equipos. Envió a Nishinoya al Rojo, a Tsukishima y Shibayama al Púrpura, y a Lev junto con Kinnoshita al Amarillo. Lo cual hizo feliz al mestizo ya que finalmente podría estar con Yaku-san~.

Después de varios intentos por evitar que el balón tocase el suelo, los chicos fueron superando los obstáculos del terreno escarpado, las ramas de los árboles, las raíces salientes y la propia torpeza de algunos para tal o cual movimiento. Finalmente, cada equipo consiguió dominar el balón durante 10 minutos y pasar al siguiente nivel. Todos han sido enviados a un claro donde se ha improvisado una pista de cuatro carriles, cada carril tiene la bandera de un color para cada equipo. Naturalmente, solo tres están participando actualmente.

Es turno de la ¡carrera de ciempiés! En esta ocasión, el equipo se encontrará sentado y sosteniendo el pie de su compañero de atrás con cada mano, avanzarán juntos siguiendo los pasos de cada uno en línea recta hasta llegar a la meta.

– ¡Los más altos deben ir atrás! – Yaku dijo de inmediato, mandando al final de la línea a Lev dándole empujones en la espalda.

– Yo quiero estar detrás de Yaku-san~

– No fastidies, mocoso.

– Pienso que la idea de Yaku es adecuada, vamos a organizarnos por estatura y veamos cómo va. Hagamos una prueba primero… – Sawamura dijo organizando nuevamente a su equipo.

Los entrenadores se dieron cuenta del talento del muchacho para esto, para tomar el liderazgo y asumirlo con responsabilidad, tomando en cuenta las opiniones de los demás, así como sus personalidades e incluso estados de ánimo, así era como sabía la forma en que podía ser mejor para el propósito del equipo llevar a cabo tal o cual acción. Tenía un potencial enorme al respecto.

Una vez que todos realizaron una o dos pruebas acerca de cómo organizarse para obtener mejores resultados, la carrera inició. Era de un solo intento, por lo que habría un ganador de inmediato, a menos que quedasen empatados.

Hinata miró de soslayo el acomodo del equipo Amarillo, Yaku estaba al frente, Tanaka venía después, luego estaban Kinnoshita y Sawamura. Luego sintió ese ardorcito en la boca del estómago cuando vio a Oikawa detrás de Kageyama, por lo que su novio tenía que sostener los pies del gran rey, no es que el contacto fuera la gran cosa, pero de todas formas el pelinaranja estaba celoso. La línea del equipo Amarillo terminaba con Futakuchi y Lev, respectivamente. Ciertamente era el equipo con más probabilidades de ganar puesto que tenían en su haber a los más altos, y, si coordinaban sus movimientos adecuadamente, podrían tomar la delantera y hacerse de la meta con relativa facilidad. Todo era cuestión de trabajo en equipo.

El equipo Rojo se ha organizado similar, con Hinata encabezando la fila, detrás está Nishinoya, Narita, Kunimi, Yamaguchi, Kindaichi, Kuroo y Asahi. Y en el equipo Púrpura el orden es con Kenma al frente, seguido de Shibayama, Ennoshita, Iwaizumi, Yamamoto, Inuoka, Tsukishima y Aone. Una vez los tres equipos acomodados, la carrera está por iniciar cuando al capitán de Aoba se le ocurre molestar a su kouhai.

– No me había fijado en lo realmente sexy que es la línea de tu cuello, Tobio-chan~ – Oikawa susurró al oído de Kageyama, aprovechándose descaradamente de la situación… – ¡Ay~ duele~! – El pelinegro había presionado los tobillos del Casanova con la intención de hacerle notar que sus comentarios no le agradaban… – Por qué te enojas por un cumplido.

– No me interesa ningún cumplido de ese tipo viniendo de ti, Oikawa… – Le dijo con seriedad, pero todavía sin mirar hacia atrás.

– ¿Chibi-chan te los dice?

– No te importa.

– ¿Ustedes ya han tenido sexo siquiera?

– ¡Quieres callarte de una vez, Oikawa! – Kageyama no se dio cuenta de que elevó la voz hasta que escuchó el propio reclamo de Iwaizumi de fondo mandando a comportarse a Oikawa.

– ¡Tú no me hables! ¡Iwaizumi Hajime idiota! – Oikawa gritó con cara enfurruñada, y a Iwaizumi le saltaron las venitas en la sien por la actitud caprichosa de su novio.

Ciertamente, hay una razón ahí. Oikawa ha querido tener sexo la noche anterior, y él se ha negado. Así de simple.

– Engreído caprichoso, ¡juega y deja de fastidiarle el esfuerzo a los demás, kusokawa!

– ¡Ya te dije que no me hables!

Las venitas estaban por explotarle a Iwaizumi cuando su propio entrenador intervino, mandándoles comportarse o suspenderían no solo la actividad, sino el resto del campamento. Entonces todos comenzaron a gritonear a Oikawa pidiéndole que regrese al juego y deje de molestar a Kageyama. Extrañamente Hinata no había dicho nada. No, él en lugar de hablar había actuado, se había levantado de su sitio en su equipo y dirigido a donde su novio, le había tirado del cuello de su playera y plantado un beso así sin más, ahí delante de todos.

A la mayoría la quijada se les fue al piso –figurativamente, obviemos–, incluso Oikawa estuvo sorprendido de la valentía de chibi-chan por su atrevimiento. Pero lo que realmente dejó perplejos a todos fue la respuesta de Kageyama, no solo por devolverle el beso sino porque sus manos fueron las que rodearon la cintura de Hinata y le acercaron a su cuerpo casi levantándole en vilo, que le obligó a ponerse de puntitas para no romper el contacto de sus labios mientras se besan con un ímpetu propio de adolescentes descarados a quienes el mundo alrededor se les desaparece cuando se sumergen en su burbuja.

– Qué ha sido eso, Hinata… – Kageyama le preguntó cuando se separaron, medio aturdido por el beso, pero sobre todo por la forma en que le fue dado. De todas formas, había sido su pasión la que había dejado saliva hasta en el mentón de su novio.

– No sé. Yo solo… – Hinata se mordió el labio inferior y trató de esconderse en el pecho de su novio, avergonzado a morir de lo que ha hecho, dándose cuenta no solo de que los demás le han visto, sino que los adultos lo han hecho… – Estaba celoso porque Oikawa estaba coqueteando de nuevo contigo.

– ¿Y viniste a dejar claro que solo tú puedes coquetearme? – Kageyama sonrió ligeramente, tan ligero que prácticamente nadie se percató del gesto que tiró de las comisuras de sus labios.

– Creo, que sí. ¡Qué vergüenza~! – Gimoteó enterrando el rostro más contra el pecho del pelinegro.

– Bien, vamos a continuar. Todos a sus lugares… – El entrenador de Datekou dijo, carraspeando ligeramente incómodo, altamente sorprendido por el beso de estos chicos. Nekomata sensei estaba sin embargo más que divertido, y Ukai se preguntaba qué más sorpresas le esperarían aún al campamento por terminar.

Así, luego de la afirmación pública de una relación más allá del compañerismo del club de Hinata y Kageyama, la actividad siguió su curso. De la carrera el ganador fue el equipo Amarillo, seguido por apenas un par de segundos por el Equipo Rojo y casi al mismo tiempo que éste, el Púrpura había cruzado la meta. De ahí se dirigieron al último punto del juego, la pista guió a cada equipo a un lugar diferente del campamento. El equipo Amarillo fue enviado al gimnasio techado, el equipo Rojo al comedor, y el Equipo Púrpura a la estancia más amplia.

Allí, la Batalla Final. Alrededor del campamento hay banderas correspondientes al color de cada equipo, y un asta para cada una de ellas en el punto inicial del que parten (Amarillo=Gimnasio, Rojo=Comedor, y Púrpura=Estancia). Tendrán 15 minutos para encontrar su bandera y evitar que los contrarios obtengan la suya. Ganará el equipo que consiga colocar en su asta la bandera de su color. Durante esos 15 minutos vale que los equipos contrarios quiten la bandera del asta si es que la coloca allí uno de los otros. Al mismo tiempo, lucharán por sobrevivir pues cada miembro traerá una cintilla alrededor de la cintura, cuando alguien de un equipo contrario logre quitársela automáticamente queda eliminado. Vale formar alianzas entre equipos, pero solo uno de ellos puede quedarse con el Tesoro de los Elfos, por lo que las alianzas están destinadas a la traición en este caso, así que deberán pensarlo seriamente antes que aliarse con otros.

Al pitazo de los entrenadores, el cronometro comenzó a marcar los segundos y el juego inició. Cada equipo comenzó a correr en busca de la bandera representante de su equipo. Al principio intentaron mantenerse todos unidos para evitar las eliminaciones, pero pronto se dieron cuenta de que así perdían más tiempo y abarcaban menos espacios. Así que terminaron dispersándose por todo el campamento en busca de banderas. Cuando encontraban algún color que no fuera el propio, también se las ingeniaban para buscarles otro sitio más oculto y así evitar que los demás encontraran las banderas.

En algún momento de la búsqueda, Aone y Futakuchi coincidieron en una de las habitaciones de las cabañas, no en la propia.

– Aone, ¿has encontrado alguna bandera? – Futakuchi le preguntó, más por el simple deseo de dirigirle la palabra, que porque esperara recibir alguna información al respecto. Su compañero negó con la cabeza, echó un vistazo en los cajones del armario, mirando también entre los futones guardados y luego sintió la mano del otro sobre su hombro, llamando su atención… – ¿Estás enojado conmigo por alguna razón.

– No… – Murmuró apenas, con su voz ronca y gruesa, demasiado varonil para su edad, pero que quedaba perfecto para su apariencia.

– Entonces, por qué has estado tan distante, Aone. ¿Es solo que no quieres hablarme?

Aone se reconoce poco habilidoso para las palabras o las relaciones sociales, su mundo se ha ido centrando en el deporte desde que su propio físico lo señaló como un grandote musculoso que da miedo. Por lo que generalmente procuraba decir con su mirada o sus acciones lo que con palabras no podía, o sabía, expresar. En esta ocasión intentó lo mismo, sujetó a Futakuchi por los hombros y le empujó contra el tatami mirándole profundamente. Las mejillas del menor de los dos se encendieron de rojo escarlata, avergonzado por esta cercanía, sintiendo los latidos de su corazón tamborilearle contra el pecho. Aone presionó un poco los hombros, sabiendo que es su propio corazón el que también late a mil por hora. Él no sabe mucho de sentimientos, pero lo que siente por Futakuchi le queda claro, no es tan torpe o lento como algunos piensan por el simple hecho de verle actuar rudo o distante, o por ser silencioso. Él sabe que Futakuchi es su primer amor, y a veces quiere decírselo directamente pero luego se acobarda porque, ¿qué si le rechaza? El primer amor siempre es así, ¿verdad? Llena de miedos a quien lo siente y no sabe lo que pasa con el corazón de la persona sobre la que se han depositado estos sentimientos tan puros.

– Aone…

– Me gustas, Futakuchi.

Y luego toda la incertidumbre se resume a ese momento. El segundo crucial en el que la amistad pende de un hilo, de una respuesta de correspondencia, o de un rechazo directo.

– ¿Te, gusto? ¿Yo? – Futakuchi pregunta incrédulo, y Aone responde afirmando con la cabeza, rojo de las orejas, tenso del cuerpo… – Oh… – Saberse incapaz de más nada, sorprendido al punto de la locura, o algo parecido. Futakuchi desvía la mirada, no sabe por qué lo hace, es más un acto reflejo. Está abochornado, feliz, confundido. ¿Era esto lo que él quería escuchar?

Aone toma este silencio como una negativa. Le suelta y se aparta, se irgue en toda su altura y sale de la habitación sin mirar atrás. Necesita enfocarse en el juego y hacer de cuenta que esto no pasó. Que Futakuchi seguirá preocupado porque no le dirige la mirada ni le presta atención. Aone se arrepiente, honestamente lo hace. Confesarse, no debía haber estado en sus planes ni por un segundo.


Mientras los chicos siguen buscando las banderas al tiempo que intentan evitar ser eliminados por los demás, Takeda sensei recibe una visita inesperada.

– ¿Fujimi-kun?

– Takeda-sensei, buenas tardes… – El ojiazul le saludó inclinando respetuosamente la cabeza.

Takeda había ido a una sala que funciona a modo de oficina cuando uno de los guardias fuera del campamento le indicó que alguien le buscaba, y que ese alguien había estado merodeando los alrededores del campamento alegando ser estudiante suyo.

– Qué estás haciendo aquí, ¿y la escuela?

– Yo me salté las clases. Lo lamento Takeda-sensei, sé que ha sido una falta enorme de mi parte.

– Ciertamente, esperaba que fueras más responsable por tu propia educación ahora que has decidido vivir por tu cuenta, Fujimi-kun.

– Me sorprende que esté usted enterado de mi situación familiar, Takeda-sensei.

– Creí que sabías.

– ¿Qué cosa?

– Conocí a tus padres cuando te inscribieron en la escuela. Ellos me pidieron personalmente que procurara estar al pendiente de ti. Y, también patrocinan este campamento.

– No tenía idea… – Fujimi admitió. Curioso por la razón por la cual sus padres le ocultarían esto… – Oh bueno, de todas formas es la clase de cosas que mis padres harían.

– Cuando dijeron sobre el patrocinio, pensé que intentarías integrarte al club de voleibol.

– Lo tuve en mente, pero lo descarté apenas me di cuenta de que iba a ser una molestia para todos allí. Lo soy incluso si solo me ven un poco de tiempo… – Dijo con una risita nerviosa. Takeda le sonrió comprensivo, imaginando lo difícil que debe ser la vida para alguien como él, tan honesto y algo impulsivo… – En realidad, yo solo vine porque… me gustaría saludar a los chicos.

– ¿No podías esperar hasta el lunes cuando volvieran? – Takeda preguntó, el adolescente simplemente negó con la cabeza.

Takeda no está enterado en detalle de todo, pero se ha ido dando una idea con lo que ha observado. Sabe que algo sucedió con Yamaguchi, y que Tsukishima solía ponerse de malhumor cuando Fujimi estaba alrededor. Ahora el peliazul busca mucho a Tanaka, y éste parece no saber cómo manejarlo, por lo que actúa nervioso e incómodo alrededor de él. Una parte del sensei piensa que será mala idea permitirle reunirse con los chicos, pero la otra parte le dice que se es adolescente solo una vez en la vida, y adolecer es inevitable. La mirada de Fujimi es diferente, hay determinación, pero también miedo en sus ojos. Sabe que viene a algo en particular, que si se ha saltado las clases para venir hasta aquí, es porque está siendo un poco impulsivo también.

– Sensei, solo necesito 15 minutos y me iré. Por favor.

– Ahora están en medio de una actividad, y luego siguen otras. Vuelve a las nueve, cuando ya hayan cenado.

– Gracias, sensei.


Transcurridos los 15 minutos, con apenas dos sobrevivientes en cada equipo, el grupo Púrpura se alzó con la victoria. El Tesoro de los Elfos les ha sido concedido, en el cofre que les fue entregado había una sola hoja de papel con una palabra escrita en ella. Esperanza. Esto era lo que los entrenadores habían querido mostrarles. El esfuerzo, la dedicación, la valía, la capacidad de adaptarse, el trabajo en equipo, todo cuanto cada uno ponía en su día a día para compartir y cooperar con la mejoría de su respectivo club, era parte de esto.

 Y aunque el ejercicio no había sido tan agotador como un entrenamiento en forma, se sentían agotados. Cada escuela tuvo entonces una reunión con su respectivo entrenador. En Datekou los problemas eran más evidentes, las relaciones entre los chicos parecían cuarteadas de fondo.

– La intención de este campamento es fortalecer sus habilidades de trabajo en equipo, de observación y adaptación en diversas circunstancias, no solo en el campo deportivo sino también en el social. Las diferencias que noto de cómo está este equipo ahora, a como llegó hace cinco días, es abismal. Reflexionen sobre lo que han estado haciendo y cuando volvamos a la escuela, será mejor que la actitud de todos haya cambiado, o comenzaré a pensar que no cuento con jugadores dignos de mi club.

No ha sido un llamado de atención simple, ha sonado casi al regaño de un padre. Los chicos saben que su actuar también puede tomarse como una decepción para el entrenador. No han hecho más que irse abajo, fracturar las relaciones de compañerismo y amistad. Herirse voluntariamente el corazón.

Moniwa es el primero en salir cuando el entrenador les anuncia que quedan 20 minutos antes de la comida. Camina alrededor hasta encontrar un sitio donde resguardarse de miradas, se sienta bajo un árbol y entierra el rostro contra sus rodillas, rodeándose las piernas con los brazos. Quiere llorar de nuevo, es desgastante emocionalmente ver la distante actitud de Kamasaki. Esa mañana cuando han sido enviados de vuelta al campamento por el entrenador Ukai, no se han dirigido la palabra, ni la mirada, durante todo el trayecto, y al llegar ha sido él quien le ha informado de lo sucedido a Takeda sensei.

– Ya veo. Por qué no tomas una ducha y duermes un poco, Moniwa-kun, debes estar cansado, se te nota en la cara.

Sensei le había sonreído con amabilidad, y le había acompañado hasta su habitación para que tomase un cambio de ropa y se fuese a la ducha. Takeda sabía la razón por la cual el rostro del muchacho lucía tan demacrado, sabe que viene de una noche de insomnio plagada de lágrimas, más no se anima en preguntarle nada al respecto. Así que solo puede aconsejarle esto, una ducha y siesta. Descanso.

Y aunque Moniwa había dormido alrededor de una hora esa mañana, en su interior parecía que todavía había lágrimas por derramar.



Después de la comida y un descanso de una hora, fue turno de las prácticas vespertinas. Unos minutos antes que terminaran, fue momento de cerrar con la actividad de todos los días. Con un recuadro aún más pequeño que el día anterior, “Todos a Bordo” fue particularmente difícil de organizar. Oikawa, Moniwa, Kamasaki, Aone, Futakuchi, Kunimi y hasta Shibayama estaban algo apáticos con la cercanía entre algunos, específicamente con aquellos en quienes han depositado algún sentimiento. Una vez más Sawamura había mostrado su habilidad para liderar y se las había ingeniado para acomodarlos de modo que no hubiera roces entre aquellos que se notaba hoy no estaban dispuestos a mirarse siquiera a la cara, y finalmente luego de varios minutos todos habían entrado en el recuadro, algo apretados, sujetándose de las manos con fuerza para no perder el equilibrio y así no se desbordara ninguno en el pequeño barco.

Los entrenadores les mandaron a cenar, y luego lo mismo de cada día. Una hora de descanso antes de que tomaran la ducha y se fueran a dormir. La mayoría cenó tranquilamente, los cotilleos por el beso matutino entre Hinata y Kageyama seguía siendo la comidilla en el campamento, y avergonzados, el dúo de Karasuno se vio obligado a comer en silencio incapaz de responder todos los comentarios que les llegaban, sobre todo los pícaros que hacía Nishinoya, o los sarcásticos de Tsukishima, que hoy se sentía con ánimos para fastidiarlos mientras su mano se enlazaba a la de Yamaguchi por debajo de la mesa.

Terminada la cena, cada club se dirigió a su respectiva cabaña. Pero todavía había una sorpresa antes que terminar el día.

– Tanaka-senpai~

Cuando Karasuno escuchó la voz de Fujimi, todos se sorprendieron al ver al chico peliazul corriendo hacia ellos, específicamente con Tanaka. Ennoshita sintió que se le revolvieron las tripas y frunció ligeramente el ceño, casi imperceptiblemente, ante la presencia del muchacho.

– ¿Fujimi? – Tanaka se sorprendió al verle.

– ¡Tanto tiempo sin verlos! – El ojiazul dijo sonriendo hacia todos ahí. Luego centró su atención al rematador… – Tanaka-senpai, ¿podemos hablar?

– ¿Ahora? Espera, ¿Takeda sensei y Ukai-san saben que estás aquí?  

– Takeda sensei me concedió unos minutos para pasar a saludarlos y hablar contigo.

– Esto, ¿tiene que ser ahora?

– Sí. ¿No crees que si pudiera ser en cualquier otro momento yo habría esperado y no estaría aquí?

Tanaka asintió conforme con esa explicación. Inconscientemente miró hacia atrás buscando a Ennoshita, quien entonces le dio la espalda y siguió su camino dándole alcance a sus amigos Narita y Kinnoshita. Fujimi sin embargo se dio cuenta de este gesto, pero sonreía como si nada.

– Entonces, de qué quieres hablar.

– ¿Puede ser un poco más en privado?

– ¿Eh?

– Podemos hablar en las canchas, ya me di cuenta de que está solo por allá a esta hora.

– Bien.

– Entonces, permíteme solo unas palabras con Daichi-san antes de ir allí… – El ojiazul corrió para alcanzar a Sawamura, quien se extrañó del llamado pero atendió… – Lo siento, ¿podría pedirte un favor?

– Si puedo hacer algo, lo haré.

– Dejé algo en la estancia del fondo, podrías acercarlo para mí a la entrada. Es que realmente Takeda sensei me dio solo unos pocos minutos y no quiero faltarle al respeto tomándome más de lo indispensable~

– Mh, de acuerdo. Yo me encargo. Ahora, también quiero pedirte un favor, no exaltes demasiado a Tanaka, ¿de acuerdo?

Fujimi asintió dedicándole una sonrisa que mostraba un dejo de culpa. Intuía que Sawamura debía imaginarse lo que pasaba por su mente. A un par de metros, Sugawara también parecía al pendiente, lo que terminó por atizarle una punzada de culpa por su actuar.

Será por acciones como esta que la vida no me sonríe a menudo… – Pensó con amargura, pero sabiendo que era tarde para echarse atrás.

– Adelántate Suga, está refrescando ya. Voy enseguida.

Cuando Sawamura se dirigió hacia el lugar que Fujimi le indicó, el peliazul caminó junto a Tanaka hasta las canchas al aire libre. Los faroles que iluminan de noche eran suficientes para no sentirse en demasiada intimidad, pero con la suficiente privacidad para hablar.

– ¿Estás incómodo?

– Estoy curioso, me pregunto qué tanto eres capaz de hacer siempre que quieres algo.

– Oh, ahora has sonado como si estuvieras enfadado conmigo, Tanaka-senpai.

– Bueno, tal vez un poco. Te has saltado las clases con tal de venir, ¿verdad?

– Sí. Sé que soy impulsivo, y que no te gusta mi forma de ser. Pero ahora respeto tu espacio personal~ ¿lo has notado? Cuando te vi tuve muchas ganas de saltar sobre ti y abrazarte~

Fujimi notó a Tanaka removerse incómodo a su lado. Sonrió con amargura y tomando un profundo respiro se plantó frente a él decidido a hacer la única cosa que podía. Tanaka se le quedó mirando con sospecha, este chico realmente tenía ideas muy raras y extremistas.

– Tanaka-senpai, perdóname por esto…

– ¿Eh?

Y entonces aquel acto imprudente motivado por un corazón asustado y ansioso de amor. Fujimi se inclinó rápidamente alcanzando los labios de Tanaka, el muchacho se sorprendió tanto que se quedó paralizado sin hacer más nada que estar ahí. Fujimi insistió presionando sus labios, buscando la mínima respuesta, algo que le hiciera sentir que no solo robaba un beso, sino que le daban al menos un beso forzado. Los labios de Tanaka se movieron apenas un poco, quizá más bien con la intención de apartarse que de corresponderle, pero fue suficiente para que Fujimi insistiera hasta que fue empujado lejos y recibió un puñetazo en la mejilla que le hizo irse de espaldas y caer al suelo.

– ¡Qué demonios haces! – Exclamó ofendido, tallándose la boca con el dorso de la mano alejando esa sensación que aún hormigueaba en sus labios. Estaba enfadado, nunca esperó que su primer beso le fuera robado de esta manera, menos por alguien como Fujimi.

– Ah, eso realmente ha dolido senpai… – Fujimi dijo limpiándose el hilillo de sangre que brotó de la parte interna de su labio partido por el puñetazo. Sonrió con amargura y se incorporó lentamente. Ha dolido, no el golpe en sí, sino el rechazo que viene de fondo en el acto.

– Te lo tienes merecido. Cómo se te ocurre bes… bes…

– Besarte. Cómo se me ocurre besarte, eso es lo que intentas decir, senpai. ¿Es tan difícil siquiera mencionarlo?

– Has caído bajo, Fujimi. Esto es algo que difícilmente podré perdonarte.

– Pero habría sido diferente si hubiera sido Ennoshita, ¿verdad?

– Q-qué.

– ¿Él sí te gusta? Es el tipo de chico por quien renunciaras a tu heterosexualidad.

– ¡No estoy renunciando a nada por nadie! ¡Maldición, deja de fastidiar con esto del amor entre chicos!


Cuando Sawamura entró en la estancia que Fujimi le indicara antes, se sorprendió al encontrar ahí no algo, sino alguien.

– ¿Ikejiri? ¿Cómo…? ¿Qué… qué haces aquí?

– Ah, yo… hola, Sawamura.

– Hola.

Luego silencio. Demasiado incómodo para ser manejado por cualquiera de los dos. Ikejiri no se había esperado que Fujimi le obligara a encontrarse con Sawamura de esta manera, le había pedido que esperara ahí por él mientras enfrentaba a Tanaka, y esto es lo que le hace.

– Por qué estás aquí.

– A-acompaño a Fujimi.

– ¿Por qué?

– Es algo, personal. Fujimi solo no quiso venir solo.

– ¿Y cómo es que ustedes se conocieron?

– Eso… yo… fui a buscarte a inicios de semana a Karasuno. Ahí lo conocí, fue casualidad.

– ¿Y ahora son amigos?

– Pienso que, más que amigos, nos entendemos el uno al otro justo ahora.

– Entonces, ¿por qué Fujimi me pidió venir aquí para acercar algo de él a la entrada? No veo más nada aquí que a ti.

– Mh, Sawamura, ¿estás saliendo con alguien?

– Sí.

– ¿Es ese chico, Sugawara?

– Por qué quieres saber.

– Nunca te diste cuenta, ¿verdad?

Sawamura guardó silencio, pero miraba directamente a Ikejiri. El chico de las pecas no fue capaz sin embargo, de sostenerle la mirada y la desvió.

– Ikejiri, no te hagas esto, por favor.

El chico frunció los labios tratando de contener el llanto que inevitablemente quería brotar desde el fondo de su alma.

– ¿Entonces lo sabías?

– Lo sospeché en algún momento, pero no es hasta este momento que me doy cuenta de la verdad.

– ¿No tuve oportunidad en ningún momento?

– No.

– ¿Es porque no soy lindo como tu novio?

– No tiene que ver con la apariencia física, ni siquiera con la belleza interna. Tú también eres atractivo y una persona maravillosa, pero mi corazón no late por ti, Ikejiri.

Al pelicastaño le temblaron los hombros cuando ahogó un jadeo de dolor. Este tipo de rechazo de alguna forma le dolía más que si el otro le hubiese dicho simplemente que no era su tipo, o algo parecido. Pero, ser considerado atractivo y persona maravillosa, se le enterraban como espinas en el corazón. Tener esas cualidades y aún así no haber capturado la atención de Sawamura, era de alguna manera patético. Los sollozos finalmente llegaron, y las lágrimas cayeron por sus mejillas.

– Lo siento, Ikejiri… – Sawamura murmuró apresándole entre sus brazos. Tal vez esto no era el mejor gesto que podía tener con el chico, pero después de todo le estimaba, y le molestaba ser el causante de este tipo de dolor en el muchacho. Porque en verdad piensa que es alguien maravilloso, que merece que alguien le ame de verdad, entregándole todo de sí. Justo como él se entrega a Sugawara.

Durante largos minutos Ikejiri lloró en brazos de Sawamura, mientras él le acariciaba el pelo y murmuraba en más de una ocasión sus disculpas. Al otro lado de la puerta, en el pasillo, Sugawara se acariciaba la tripa y derramaba una lágrima también. Él no puede evitar sentirse un poco culpable, como si le hubiera robado el primer amor a Ikejiri. E imagina cómo debe sentirse y no puede más que aceptar que su novio sea quien consuele al chico a quien le ha roto el corazón.

Es extraño, pero de algún modo parece ser lo mejor para los tres.


Mucho más tarde de lo esperado, Ikejiri se reúne con Fujimi en la entrada del campamento.

– ¿Qué te ha pasado? – Pregunta ni bien nota el labio del peliazul hinchado.

– Ah, solo ha sido algo que me merecía. ¿Has llorado mucho? Tienes la cara toda sucia.

Ikejiri sonrió triste, pero ligeramente menos dolido que hace diez minutos.

– No parece que yo haya sido el único en llorar, Fujimi… – Dijo, alzando la mano y limpiando una lágrima traviesa que surcó la mejilla del peliazul.

– Vámonos, esta noche hemos de consolarnos mutuamente.

– ¿Cómo vamos a consolarnos mutuamente? Somos menores de edad, no iremos a embriagarnos, ¿verdad?

– ¡Claro que no~! ¡Vamos a comer helado hasta que nos duela el estómago!


Harto de la actitud caprichosa de Oikawa, Iwaizumi decidió hacer las paces con él. A su manera. Atarle las manos y cubrirle la boca con un listón era la única manera de dominar a Oikawa y le dejase hablar.


Continuará……

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