~~*~~
De
momentos indecorosos a declaraciones precipitadas
Con
el amanecer despuntando majestuoso ahí entre el verde fresco de las montañas y
el canto matutino de aves de una gran variedad cuyos colores vivos daban otro
toque a la bella panorámica, el campamento deportivo estaba recibiendo el alba
de maneras muy diversas también, y eso ha sido por la calidad de la noche que han tenido.
…
En la Cabaña de Nekoma
Cuando
todos estaban profundamente dormidos –que era fácil saberlo por los graciosos
ronquidos que lanzaba cada uno–, Kenma se preguntaba en qué momento él también
podría dormir plácidamente como sus amigos. Sin embargo, Morfeo no parecía
andar para nada cerca puesto que no le invitaba al relajante mundo de los
sueños.
–
Hey, ¿Por qué sigues despierto Kenma?
–
Ah Kuroo, tampoco duermes.
–
Es imposible si tú no lo haces.
–
¿Eh, por qué dices eso?
–
Estos días de campamento. O todas las veces que llegaste a dormir en mi casa
cuando éramos niños, las contadas que todavía lo hiciste ahora que ya no lo
somos; siempre me quedo despierto hasta que tú duermes profundamente.
–
¿Eso por qué?
–
Porque siempre me has parecido muy lindo cuando te vas quedando dormido y hasta
que respiras parsimonioso.
El
minino pensó que escuchándole hablar
de esa manera pareciera que quien mejor le conoce es su novio. Y bueno, hasta
cierto punto le parece incluso natural,
pero todavía piensa que debería ser él quien le conozca mejor. Y sin embargo
ahí está, Kuroo todavía tiene algunos misterios para él.
–
¿En qué estás pensando, Kenma?
–
En que los chicos van a enojarse si les despertamos… – Miente, en parte.
–
Entonces ven aquí… – El gato mayor
abre las mantas de su futón invitándole a entrar con él.
–
¿Estás seguro?
–
Sí. Date prisa, Inuoka se remueve en sueños, vamos a despertarle.
Kenma
voltea hacia el bulto que sabe se trata del inquieto Inuoka y escucha apenas
las mantas rumorar por el movimiento del chico. Así que se decide y avanzando a
cuatro va de su futón al de Kuroo, sorprendiéndose un poco cuando su novio le
rodea la cintura y lo pega un poco más a su cuerpo.
–
Kuroo…
–
Se tiene que estar un poco apretado para caber los dos, Kenma.
La
explicación en sí no era necesaria. Pero la sonrisa pícara de Kuroo oculta en
las sombras de la habitación emitió suficiente energía como para que Kenma se
estremeciera bajo las mantas.
–
¿En qué estará pensando esa mente lasciva tuya, Kuroo?
–
Seguro que lo sabes, Kenma.
Kuroo
coló una mano bajo la parte superior del pijama de Kenma acariciando suavemente
la piel nívea de su vientre, subiendo sinuosa y sin atisbo de duda hacia el
pecho, rozando con la yema de sus dedos uno de los pezones del más bajo.
–
Ahh~
–
Shh, no levantes la voz Kenma.
–
Entonces quédate quieto, Kuroo.
–
Confío en que puedas guardar la voz.
Otra
sonrisa coqueta, su insistente mano acariciando uno a uno los pezones de Kenma,
palpando también la suave piel a su antojo, sintiéndole estremecer por sus
avances, jadeando en su cuello, notando la febril temperatura de su cuerpo
ascender por estos gestos tan íntimos de Kenma. Esos gestos que solo él le
conoce, los que solo él ha obtenido. Incluso si le ha costado ser un poco
hostil y haber empujado sus sentimientos en Kenma cuando la mínima brecha de
curiosidad hacia las relaciones sentimentales se abrió paso en su camino cuando
el enano de Karasuno contaba sus
propios líos amorosos vía texto con
su Kenma.
–
Nhh~ no toques ahí, Kuroo.
Kenma
jadeó algo más inquieto cuando sintió otra mano traviesa colándose en su
trasero apretujándole los glúteos. Al principio, cuando los besos dejaron de
ser suficientes para comunicar sus
sentimientos a Kuroo y llegaron a las caricias, el minino se preguntó si Kuroo podría encontrar alguna parte de su
anatomía realmente atractiva ya que él se consideraba más bien soso y aburrido
–venga, que la mayoría de las personas que le “conocen” se lo hacen sentir–;
además era un chico después de todo, y Kuroo aseguraba no ser gay, simplemente
estaba interesado en él porque no se imaginaba con nadie más.
En
aquél entonces Kenma había mencionado algo como…
– Debe ser la costumbre,
te gustará alguna chica luego y nosotros haremos de cuenta que esto fue solo
curiosidad.
– No
te confundas Kenma. Que no me gusten otros chicos tampoco significa que dejarás
de gustarme tú en algún momento. Pienso que estaré contigo toda la vida. Y
supongo que esto es lo que se llama amor.
Después
de tremenda declaración Kenma había sabido por primera vez en toda su vida lo
que era avergonzarse. Pero avergonzarse de verdad, no solo con la reacción
fisiológica que viene con el sonrojo o los latidos presurosos, sino también con
los sentimientos que agitan su alma del mismo modo. Esa vez habían tenido su
primer avance en la intimidad y se habían tocado confiadamente en la habitación
de Kenma, su primer orgasmo viniendo de la mano ágil de Kuroo había sido tan
extasiante que él había andado en la nube durante los entrenamientos del día
siguiente. Ahora eso ya estaba controlado,
podían tener ese tipo de acercamientos y él no perder de foco la realidad.
Como
ahora, cuando las manos de Kuroo son tan certeras y tocan lujuriosas cada
centímetro de su cuerpo. Desnudándole incluso sin que él se percate del momento
o la forma, casi como si todo su ser cooperara sumiso a los movimientos de su
novio. Eso, definitivamente, tendría que ser amor. Su primero.
–
Ahh~ Tetsuroo~
–
Shh, Kenma.
–
Es ngh~ tu, culpa.
Respira
agitado y contorsiona su cuerpo por acto reflejo debido a las oleadas de
placer. De algún modo, ahí bajo las mantas que todavía no son refugio
suficiente, Kuroo se las ha ingeniado para desnudarle, le ha acomodado sobre su
cuerpo de modo que las piernas de Kenma están a cada lado de su pelvis sosteniendo
así su peso en las rodillas, mientras tanto una mano de Kuroo le masturba y la
otra acaricia a diestra y siniestra su anatomía. Las delgadas piernas, la
estrecha cintura, los hombros o su espalda, todo es víctima de su deseo. Y, dada la postura, le queda perfecto para
devorarle los labios con hambrientos besos o lamer su cuello, el mentón y más
allá sus pezones, para mordisquearle donde le venga en gana y dejar pequeñas
marcas también, sobre todo en la clavícula, su sitio favorito.
–
Kenma, tú también… – Jadea en su oído, mordiéndole el lóbulo y colando su
lengua en él… – Tócame.
Aturdido
por el placer y el esfuerzo sobrehumano que ya de por sí hace para no dejar
libres sus gemidos –que se pone un poquito escandaloso cuando están en ello,
Kuroo lo sabe–, Kenma se sienta en los muslos de su novio para poder
estimularle también, de otro modo jamás podría sostener su peso y una sola mano
tampoco es suficiente para darle placer al más alto.
–
Ngh… – Gemir ronco cuando la mano sutil de Kenma arropa su hombría y comienza a
moverla arriba y abajo.
Y
escuchar a Yamamoto murmurar el nombre de la manager de Karasuno entre sueños,
a Yaku patear a Lev y éste quejarse adormilado. A Inuoka y los murmullos de sus
mantas porque es inquieto incluso al dormir, mientras que Shibayama no hace
sonido alguno y es el único que realmente dispara sus alarmas y le hace
preocuparse por hacer demasiado ruido y despertarle.
–
¡Ngh!
Soltar
un gemido más ronco y maldecir por lo bajo por hacerlo. Kuroo tira de Kenma
apoyando una de sus grandes manos en la espalda para empujarle hacia él y le
besa. Ahogan gemidos así, entre besos húmedos llenos de saliva y pasión
mientras las manos del otro hacen lo propio sobre la entrepierna ajena. Sentir
el calor sofocarles la razón y saber que todavía no es suficiente.
–
Tetsuroo~ – Jadea y su aliento caliente choca contra el cuello de su novio
cuando decide lamerle ahí al tiempo en que insinúa con un suave movimiento de
cadera lo que quiere.
–
Lubricante… – Murmurar con un dejo de desesperación, pero lucir todavía
demasiado sexy y dominado como para que su aura sensual atonte otro poco al más
bajo, quien dócil se deja hacer cuando sus glúteos son separados y algo frío
cae entre ellos.
–
De dónde lo sacaste.
–
Debajo de mi almohada.
–
¿Has estado durmiendo con eso ahí?
–
Tenía el presentimiento de que iba a ser imposible controlarme.
–
Eres un, total pervertido.
–
Sí, sí. Estamos hablando mucho, los vamos a despertar.
–
Ya te dije que es tu cul…ngh~
Callarle
con un beso, con uno de sus dígitos presionando su intimidad y sentirle
encorvar la espalda incómodo, atender de nuevo su erección y distraerle
mientras le dilata. Kuroo no sabe cuántos minutos transcurren a partir de
entonces, tampoco está seguro de haber sido lo suficientemente silenciosos pero
intuye que sí, dado que todos duermen todavía ya fuera solo se escucha el rumor
de la noche. Tres de sus dedos entran y salen con facilidad de la relajada cavidad de su novio, el
lubricante se siente caliente y algo pegajoso permite deslizarse sin problema
alguno. Le lame los labios y susurra con la voz pastosa por la excitación que
está listo. Kenma asiente y se acomoda mejor, perfila la hombría de su novio
entre sus glúteos y siente cómo la punta le roza la intimidad.
–
Hazlo despacio, Kenma.
–
Sí.
Comienza
descendiendo suave, notando cómo lentamente el falo de Kuroo va ganando terreno
en su entrada, Kenma gime ahogado y termina por resoplar con aire molesto,
quiere gemir a su antojo pero no puede, y duele un poco porque pese a la
dilatación, todavía han sido pocas las veces que han llegado hasta esto y su
cuerpo sigue siendo anatómicamente inadecuado para este tipo de actividad
sexual.
Kuroo
se percata y retoma la estimulación sobre el pene de su novio, había perdido
algo de dureza pero con su toque rápidamente lo recupera y parece suficiente
para relajar de nuevo a Kenma. Finalmente se deja caer de una haciendo que su
falo se entierre hasta el fondo. Ambos gimen ahogado, mordiéndose incluso los
labios para callar lo más posible los sonidos indecentes que se les atora en la
garganta. Luego, cuando Kenma se siente más tranquilo, comienza el movimiento,
arriba y abajo botando la cadera contra la pelvis de su novio, el sonido húmedo
que viene del lubricante y el líquido presemen del gato mayor parece demasiado alto cuando sus cuerpos chocan en cada
penetración.
De
pronto se dan cuenta de que tener sexo en
silencio es honestamente imposible, que se están salvando de pura suerte a
no ser descubiertos por los demás. De todas formas es tarde para dar marcha
atrás, están en punto de no retorno –probablemente ya lo estaban desde que
Kenma invadió el futón de Kuroo en realidad– con la temperatura por las nubes y
el placer haciendo estragos en sus razones. Kenma suda, jadea febril con el
rostro colorado y el cabello pegado a la frente; Kuroo le sujeta la cadera y
sus dedos dejan huella en la nívea piel, gime apurado sintiendo las vibraciones
en su garganta. Es algo cansado hacerlo de esta manera pero están cerca del
final. Kuroo coge impulso y de un rápido movimiento invierte posiciones dejando
a Kenma bajo su cuerpo, el ruido ha sido demasiado pero siguen a salvo.
–
Frío, Tetsuroo~
–
Lo siento, Kenma.
Le
ha fallado el cálculo y han terminado casi fuera del futón, pero pronto vuelven
a él y al vaivén de caderas, a las embestidas profundas, al chapoteo húmedo del
choque de cuerpos. Y un rato después, el beso forzado para callar el gemido
real cuando el orgasmo los alcanza y les tiembla el cuerpo de pies a cabeza.
…
En las duchas
Sawamura
estaba terminando de lavar sus ropas y las de Sugawara luego de que, ni bien
habían vuelto a sus habitaciones terminando el dichoso juego que Oikawa propuso
antes, su novio volvió el estómago ensuciándolos a los dos. Avergonzado, el
peliplatino había querido encargarse de todo, pero el pelioscuro simplemente no
lo había dejado. Así que ahora estaban aquí, con Sugawara metido en la ducha y
él con el cuerpo ansioso por sentir a su novio. Sawamura sacó la última prenda
a colgar fuera en uno de los corredores, luego volvió al interior de las duchas
por su novio.
–
¿Suga?
–
Estoy terminando, Dai.
Sawamura
no pudo –ni quiso a decir verdad– evitar echar una mirada dentro, el agua
corría por el desnudo cuerpo de Sugawara llevándose consigo los últimos rastros
de jabón y champú. Sawamura sintió de inmediato cómo la temperatura de su
cuerpo se elevaba, siente que ha pasado una eternidad desde que hizo el amor
con Sugawara y eso lo pone ansioso incluso si solo le mira tan vulnerable.
–
¿Qué haces ahí mirándome de esa manera, Daichi? – El peliplatino dijo con una
sonrisa nervioso, avergonzado de la intensidad que los ojos de su novio
irradiaban desde fuera de la ducha.
–
Sabes bien lo que siento, Suga. Lo mucho que te deseo… – El capitán escuchó su
propia voz y se dio cuenta de la verdad detrás de sus palabras pues ha sonado
algo áspera y excitada. De hecho, al sur de su ombligo su cuerpo ha reaccionado
a la vista.
–
Este no es el lugar, Dai…
–
Lo sé, pero mi cuerpo y mi corazón no pueden entenderlo.
Sugawara
volteó el rostro al no poder más con la intensa mirada de su novio. Cerró el
grifo del agua y cuando estaba por dar un paso para salir sintió la imponente
presencia de su novio en su espalda.
–
Dai…
–
Por favor Suga, solo esta vez.
–
Pero…
–
¿No te da un poco de lástima tenerme
así?
Sawamura
presionó su pelvis contra el trasero de su novio dejándole sentir el bulto bajo
sus pantaloncillos. Sugawara suspiró entrecerrando los ojos, sintiendo que
podría rendirse con solo una palabra más. Porque él también lo necesitaba. Su cariño, su pasión, su
deseo.
–
Dai, si nos sorprenden…
–
No lo harán…
Ambos
habían caído así de fácil. Habían
bastado esas palabras para desatar el último nudo que los contenía. Sawamura le
besó como si la vida se le fuese en ello, explorando la boca de Sugawara con
apremio, recorriendo hasta el último recoveco; al mismo tiempo sus manos
acariciaban su pecho jugando con los montecitos rosados, arrancándole de esos
gemidos quedos que amortiguaban entre besos. Luego la mano de Sawamura se
deslizó hacia el sur, deteniéndose en la tripa, acariciándole con súbito
fervor, a la vez sus besos también habían mutado en suma ternura, como si así
se dijeran que esa criatura que crece en su interior sigue siendo lo más
hermoso que tienen. Más tarde, la mano del capitán siguió su curso más abajo
hasta alcanzar la entrepierna de Sugawara, acariciando el tronco con suavidad
hasta sentirle caliente y duro contra la palma de su mano.
–
Ahh~ Daichi~ mi voz hace eco aquí dentro… – Gimoteó excitado, aferrándose al
brazo de su novio sin saber dónde poner sus manos en busca de soporte.
–
No hay nadie cerca.
–
Pero alguien podría venir~ nhh~ ahh Dai~
–
Te Amo, Suga.
El
peliplatino pucheó desarmado, esas palabras siempre conseguían un efecto
sorprendentemente relajante en él. Luego encorvó la espalda y sintió sus
piernas temblar cuando la mano de su novio jugueteó en la punta.
–
No~ Daichi así no~
–
¿No te gusta, Suga?
–
No es eso~ estoy muy sensible~ me correré rápido… – Gimoteó tembloroso,
respirando agitado.
Su
imagen inyectó otro poco de excitación en el cuerpo de Sawamura, el rostro
ruborizado con las mejillas algo regordetas bañadas de un intenso carmín, sus labios
húmedos, su cuerpo mojado, su cabello platinado escurriendo agua, su desnudez,
la dulce tripa. Ese aire de inocencia y sensualidad que parecía tallado con
precisión divina en su cuerpo y en cada uno de sus gestos. Sawamura tragó hondo
y le cargó en brazos para llevarle al ofuro, Sugawara se aferró al cuello de su
novio sabiendo cuál era su intención. Algo de comodidad y soporte para ambos.
Sawamura
dejó a su novio en la bañera de madera amplia de las duchas –después de todo es
como para que entren cómodamente allí unas cinco o siete personas– para luego
sacarse las ropas, algo mojadas por el contacto con Sugawara, quien se sonrojó
más a ser posible cuando vio al desnudo a su novio. La piel tostada, los
músculos definidos, la orgullosa entrepierna en asta; el peliplatino tragó
hondo, dejándose hacer cuando, tras entrar junto a él, su novio le propinó uno
de esos besos que lo dejaban algo mareado.
–
¿Estás bien, Suga?
–
Sí~ – Respondió casi por inercia, con la expresión extasiada y el corazón a mil
por hora… – Daichi, continúa por donde te quedaste~ – Gimió ansioso, agitando
las aguas en el ofuro cuando se movió al frente para sentarse en la pelvis del
capitán… – De pronto siento que no puedo esperar más.
¡Mierda!
Sawamura pensó y volvió a atacar los labios de Sugawara. Mientras tanto, ambos
cuerpos buscaron amoldarse en aquella postura, al tiempo, los dedos del capitán
buscaron la intimidad del peliplatino, ansioso por hacerle el amor. Pero
también tuvo suficiente lucidez para pensar en la falta de lubricante.
–
Suga…
–
Qué. Por qué paras~
–
Tengo que prepararte, hace mucho que no lo hacemos.
–
No tengo lubricante conmigo… – Dijo haciendo un gracioso mohín de disgusto.
Ahora él era el que no quería peros ni distracciones.
–
Puedo usar, ¿champú?
–
¿Y si me irrita?
–
Entonces… ¿tu saliva? – Comentó, ofreciendo sus dedos al peliplatino.
Sugawara
ni siquiera lo pensó, se los llevó a la boca comenzando a lamer y chupar. La
expresión que mostraba excitó más a su novio pues lucía demasiado erótico a sus
ojos. Un rato después Sugawara liberó los dígitos de su novio, la saliva
incluso había resbalado por sus comisuras y ensuciaba su mentón, tan sexy que
Sawamura pensó que podría correrse solo mirándole y sintiendo su boca jugar así con sus dedos, porque ya le ha
sentido hacer lo mismo en su falo.
–
Suga…
–
¿Ahora qué? – Cuestiona con cierto tono desesperado.
–
Aquí dentro no podemos.
El
peliplatino estuvo a punto de protestar cuando su novio le ayudó a salir y
colocarse de rodillas en el piso, apoyándose con sus manos en el filo de la
bañera, el capitán se colocó en su espalda y acarició su espalda con fervor
mientras presionaba uno de sus dígitos en la comprimida entrada.
–
Ngh~
–
¿Duele?
–
Un poco.
Sawamura
entonces decidió usar también su saliva para lubricarle mejor, así que llevó su
lengua al orificio dejando tanta como le fue posible al tiempo que seguía
presionando ese primer dedo en él. Sugawara gimoteó y encorvó la espalda en
varias ocasiones conforme se iba acostumbrando y la incomodidad daba paso al
placer. Además, su novio también le masturbaba con una de sus manos,
acariciando su falo arriba y abajo, bombeando y mimando la cabeza. Pensándolo bien, esta postura también resultaba
cómoda en su estado. Aunque el piso era lo único en contra, las rodillas le
estarían matando después, seguro.
–
Ahh~ ahh~ Dai, estoy listo~
–
¿Seguro?
–
Sí~
Sacar
sus dedos y perfilar su hombría –la que hace rato duele de excitación y la que
no había podido aliviar ni con un poco de atención porque tenía sus manos
ocupadas y Sugawara en una postura desfavorable para el placer mutuo–,
presionar la punta en la dilatada entrada y gemir ronco cuando al ir penetrando
las oleadas de placer corren por todo su cuerpo.
–
¡Nghh, Koushi! No me aprietes tanto o me correré.
–
Ahh~ no puedo, evitarlo~
Quedarse
quietos y tratar de relajarse un poco, bajar la excitación a niveles controlables, querer alargar el momento
tanto como les sea posible y descubrir que aquello, es básicamente imposible
cuando se está del todo en ello.
Sawamura
comenzó a moverse poco después, sintiendo el roce de su erección contra la
carne caliente y rugosa de los anillos internos de la cavidad de Sugawara,
sintiendo también cómo succionaba su falo cuando penetraba, o cómo parecía
relajarse cuando retrocedía. El vaivén fue lento al principio, pero no mucho
después el ritmo aumentó. Y los gemidos de ambos también, haciendo demasiado
eco en las duchas, por lo que hubo que volver al plan inicial. Entrar en el
ofuro y dejar que Sugawara le montase para que tuviera control sobre las
embestidas –y de paso evitar cualquier accidente o postura incómoda para el
peliplatino, lo que después de todo era la principal preocupación del capitán–.
El
chapoteo húmedo de las embestidas era incluso más escandaloso ahí dentro, y el
gua terminaba votando en todas direcciones, mojando el piso y las ropas de
Sawamura que éste había tirado por ahí al azar antes. Cuando se dieron cuenta
de que sus gemidos estaban sonando demasiado alto se remitieron a los besos
para amortiguarlos. Sugawara se aferró al cuello de su novio rodeándole con sus
brazos mientras Sawamura le ayudaba a moverse sujetándole las caderas. Sentían
que el calor se iba centrando en el bajo vientre y la excitación llegaba a su
máxima expresión, el éxtasis llegaría en cualquier momento.
–
Te Amo, Koishi. Te Amo, a ti y a nuestro bebé.
–
Yo, también Te Amo, Daichi. Amo la oportunidad que tenemos creciendo aquí
dentro… – Dijo separándose apenas lo suficiente para tocarse la tripa, topando
luego su frente con la de su novio mientras las últimas estocadas llegan y la
caliente esencia de Sawamura llena su interior al tiempo en que él se corre y
su semen se mezcla con el agua de la bañera.
Quedarse
así, abrazados y compartiendo una sonrisa cómplice junto a algunos besos dulces
en tanto sus cuerpos vuelven a la normalidad. Pero ni bien salen de allí y
Sugawara comienza a vestirse la vergüenza le asalta con fuerza, evitándole la
mirada a su novio.
–
Suga…
–
No volvemos a hacer esto, Dai~ – Murmurar rojo de vergüenza y echar a andar
fuera, incluso si Sawamura no ha terminado de limpiar allí dentro el desorden
que a fin de cuentas se han montado.
–
Suga, Suga espera… – Asomarse y ver con alivio a su novio recargado en el muro
esperándole. Sawamura vuelve dentro y busca en su maletín (que lo ha cargado
cuando el accidente de su novio se
dio y corrieron a las duchas) una chaqueta con la que cubrir a su novio… – No
sea que te resfríes.
–
Daichi, eres un tonto, ¿sabías? – Susurra con una sonrisa, atrayéndole para
besarle corto y suspirar… – No estoy enojado, solo avergonzado, ¿vale?
–
Sí. Lo siento, me esforzaré por tener mayor autocontrol, Suga.
–
Lo sé.
…
Habitación de los de primer año.
Cabaña de Karasuno
Si
de por sí ya era un problema saber cuán adolescente hormonal era alterándose
tan temprano en la mañana con solo mirarle, Tsukishima pensaba que debía ser
una especie de tortura que Yamaguchi
le suspirara de esa manera al oído y entre sueños, con sus cuerpos tan pegados
y el problema allá entre sus piernas despertando vivaz.
–
Tan ansioso es malo para mi salud mental…
– Pensó, luego insistió en llamar a su novio con la esperanza de que le
liberase, pero el pecoso estaba aferrado a su cintura… – Bien, pero si cuando
despiertes te das cuenta de cómo estoy por tu culpa, ni se te ocurra echarme
nada en cara, Tadashi… – Susurrarle con el ceño fruncido y pellizcarle
cariñosamente la nariz, viendo con gracia el mohín de disgusto que se dibujaba
en la cara de su novio… – Debo estar loco.
–
¿Nhh, Tsukki? – Murmura adormilado, con la boca reseca y las manos ocupadas.
Parpadea espabilando el sueño y cuando finalmente enfoca la situación, el rubor
le sube a las mejillas y pegando un gritito de sorpresa le suelta tartamudeando
sin sentido.
–
Justo a tiempo, la alarma estaba por sonar. Vamos a recoger aquí para ducharnos
luego… – El rubio dice de corrido, escapando
del futón de su novio tan rápido como le es posible, suspirando con alivio al
no ser descubierto.
Más
allá, Kageyama y Hinata siguen profundamente dormidos y él decide que se
cobrará el humor matutino apagando la
alarma antes de que suene y que se las apañen para llegar a tiempo al desayuno.
–
Tsukki~
–
¿Qué?
–
Tú, estás… allí. Puedo verlo… –
Murmura entre nervioso, avergonzado y seguro de sí mismo. No, no es tanta la
seguridad pero sí la curiosidad. Inevitablemente ambos adolescentes se sonrojan
y el tiempo parece detenerse en el acto.
Hicieron
el amor hace unos cuantos días, pero además de eso ellos no habían vuelto a
tener ningún contacto tan íntimo como el de aquella vez en un hotel.
…Flashback…
Tras
haberse corrido una primera vez solo con haber friccionado sus erecciones, los
besos que se han dado se sienten de alguna manera diferentes. No es solo la
confianza, sino también el sentimiento.
–
¿Quieres seguir? – Tsukishima preguntó mirándole a los ojos, acariciándole una
mejilla como para darle mayor seguridad.
Ambos
saben lo que significa seguir, llegar
hasta el final y el rol que cada uno adoptará. No han necesitado hablarlo en
forma, es como si la personalidad de los dos lo supiera de antemano.
–
Sí, Tsukki. Porque eres tú y quiero ser totalmente tuyo… – Yamaguchi respondió
esbozando una sonrisa, temblando de nervios y emoción cuando su novio le besó
calzando dulcemente sus labios.
Tsukishima
se levantó por los condones y el lubricante que había comprado en una farmacia
–y por primera vez agradeció ser tan alto y parecer de mucha más edad de la que
realmente tiene porque no le pidieron ID– que Sugawara le recomendó. Volvió
sobre sus pasos y vio a Yamaguchi ahí, tendido
en el colchón con las mejillas arreboladas de carmín, el pelo enmarañado,
la mirada vidriosa y el vientre manchado con el semen de los dos. Una mirada
exótica y sensual, a decir de sus instintos y sentidos.
¿Cómo
podía la gente pensar que él es feo?
Aunque, cuanto más lo pensaba más se daba cuenta de que en muchas ocasiones le
parecía mejor así, de ese modo no tenía tantas preocupaciones porque le fueran
a robar a su novio.
Trepó
en la cama acomodándose entre las piernas de Yamaguchi, luego colocó una almohada
bajo la cintura del pecoso y respiró profundo. De él dependía que no le doliera
–tanto– a su novio lo siguiente. Cuando Tsukishima se percató de que su novio
seguía sus acciones casi con familiaridad se cuestionó mentalmente si es que
también habría investigado algo acerca del sexo entre hombres como él. Desechó
la inquietud y decidió que eso no era importante, que hacer el amor lo era
todo.
–
Recuerda, si es demasiado…
–
Lo sé Tsukki, confío en ti.
Más
palabras fueron innecesarias. Tsukishima vertió lubricante en su mano, la que
llevó entre los glúteos de Yamaguchi para embadurnar la zona alrededor de su
cavidad anal, su largo torso le permitió inclinarse para besarle mientras se
dedicaba a aquello, tratando de calmar con su cariño el inevitable dolor de la
dilatación.
–
Ngh… – Yamaguchi se mordió el labio tratando de callar lo más posible los
gemidos incómodos cuando sintió el tercer dígito empujar dentro junto a los
otros dos… – Tsukki~ – Suspirar inconscientemente su nombre y aferrarse a su
espalda, arañando sin querer la piel sobre los omóplatos, tensando
ineludiblemente su interior, apretando los dedos de su novio en su interior.
–
Tadashi, relájate… – Susurrarle y ver la mirada llorosa de su novio enfocarle
con su respiración pesada… – Respira profundo, luego suelta el aire despacio.
Vamos, hazlo por mí Tadashi.
–
Sí… – Hacer lo que le pide y relajar lentamente el cuerpo, sintiendo todavía
esa incómoda invasión profanando su interior.
Tsukishima
estuvo tentado de dejarlo todo hasta aquí porque no quería hacerle más daño del
que ya le estaba haciendo, pero Yamaguchi entonces se había aferrado con más
fuerza aún a su espalda y susurrado en su oído que no se detuviera. Que quería
ser amado por él.
–
Ya te amo, Tadashi… – Dijo rozándole los labios, apartando el cabello pegado a
su frente con la mano libre, empujando suavemente sus dedos dentro y fuera de
su interior hasta sentirle más suelto
de aquella parte de su anatomía. Besándole incesantemente en el proceso.
Más
tarde los dedos fueron suplantados por su virilidad. Tsukishima llevó las
piernas de Yamaguchi a sus hombros, había leído en un artículo en internet que
esa postura facilitaba la unión y la hacía más placentera, él esperaba que
también resultara menos doloroso para su novio. Se colocó el condón y perfilando
su pene en la cavidad del pecoso, el rubio empujó su pelvis lentamente pero sin
frenar hasta que las lágrimas de su novio resbalaron por sus mejillas.
–
Tadashi…
–
Estoy bien, solo… espera un poco, por favor.
Inclinarse
para lamer el salado surco de agua, besarle los párpados y el rostro por
completo. Querer amarle de principio a fin parecía ser su premisa para la
primera vez, porque él no ha hecho más que sentir el placer de su cuerpo,
mientras que para Yamaguchi la cosa pinta diferente.
–
Ya…
–
¿Seguro?
–
Sí.
Empujar
otro poco y sentir que es casi más fácil, como si Yamaguchi se hubiera relajado
en esos instantes, sintiendo que topa fondo y el estrecho pasaje se calienta
más y más alrededor de su miembro.
–
¿Te… gusta, Tsukki?
Enfocar
a su novio y ver un rastro de temor en su cara. Sonreírle y besarle, rodearle
la cintura con una mano mientras la otra bombea su erección para mimarle.
–
Me encanta. Tú me encantas. Eres hermoso Tadashi.
El
pecoso se sonrojó y sonrió emocionado. Le devolvió cada uno de los besos, cada
una de las caricias, cada uno de sus gestos cargados de amor puro. Y fue él
quien le pidió que se moviera un minuto más tarde, gimiendo ligeramente
incómodo todavía durante las primeras embestidas, relajándose en adelante
cuanto más se acostumbraba a ese trozo de carne que se enterraba despacio en su
estrechez antes de salir casi por completo y volver a entrar con suavidad. Le
está haciendo el amor.
–
Ahh~ ahh~ Tsukki~ más~
–
¡Mghh! Tadashi… – Gemir su nombre mientras aumenta el ritmo y la profundidad,
llegando a tocar algún punto sensible en el interior de su novio porque le nota
más alterado, con su expresión cruzada de un placer que lo hace lucir más perfecto a ser posible.
El
vaivén de caderas continúa minutos más, las estocadas oscilan entre la rapidez
y algo de lentitud, entre profundas y más superficiales. Tsukishima quiere
alargar su orgasmo, Yamaguchi piensa que le gustaría permanecer así por más
tiempo. Y luego el éxtasis, la sensación nebulosa de tocar el cielo con la
punta de los dedos, la mente en blanco, la tensión absoluta y el punto de
relajación inherente. El orgasmo.
Tsukishima
abandonó el interior de Yamaguchi despacio, el condón tenía un poco de sangre y
él sintió una punzada de culpa.
–
Tadashi, te lastimé.
–
Estoy bien, Tsukki…
–
Te hice sangrar, idiota… – Gruñirle más que enojado, preocupado. Levantarle la
cadera y tratar de verificar de alguna manera el daño ocasionado… –
De-deberíamos ir al médico.
–
Te digo que estoy bien. Yo sabía que podía pasar.
–
Ni que fueras una chica.
–
Pero los chicos también podemos sangrar la primera vez, Tsukki… – El rubio
farfulló entre dientes aún sintiéndose culpable… – Kei, abrázame.
–
Tú, es la primera vez que me llamas por mi nombre.
–
Porque estoy feliz de haber hecho el amor contigo, Kei… – El pecoso sonríe,
cansado y ligeramente adolorido, pero sobre todo dichoso… – ¿Me abrazas?
–
Idiota… – Murmura inclinándose para cobijarle, cubriéndole un momento con su
cuerpo y las mantas… – No sabía, que sangrarías.
–
Deja de pensar en eso. Soy feliz, ¿escuchaste?
–
Sí. Yo también, excepto por lo de la sang… – Su diálogo es cortado por su
novio, quien toma la iniciativa de besarle por primera vez… – Hoy es el día de
las primeras veces para Yamaguchi Tadashi, ¿verdad?
–
Supongo… – Sonrojarse como termostato y enterrar su rostro en la curvatura que
une cuello y hombro del rubio. Huele diferente, no solo a jabón. Huelen a sexo.
Huelen a amor.
…Flashback…
–
Tsukki, yo… podría…
–
Con ese par de idiotas aquí, imposible Tadashi… – Tsukishima ve la expresión de
Yamaguchi cambiar de la vergüenza a la decepción… – No es que no quiera, es que
no podemos.
–
Sí.
–
Pero cuando el campamento termine, definitivamente te haré el amor otra vez,
Tadashi.
–
Sí… – Sonríe ampliamente con la emoción de aquella promesa. Tsukishima murmura
algo entre dientes y sale de la habitación. Necesita la ducha de agua fría para
bajar la calentura. O en su defecto, usar la mano.
…
De vuelta a la cabaña de
Nekoma…
Tras
el grito amenazante de Yaku, Kuroo y Kenma despertaron. Al instante se dieron
cuenta de que en algún momento de su encuentro clandestino de esa madrugada, se
habían olvidado de vestirse y separarse para estar cada uno en su futón.
–
Oh, debemos tener más cuidado la próxima vez Kenma… – Kuroo dijo, honestamente,
quitado de la pena.
–
¡Ningún próxima ocasión! ¡Desvergonzados, pervertidos!
–
Yaku-san, por qué gritas tanto. ¿En serio tuvieron sexo anoche con nosotros
aquí? – Lev preguntó con aire infantil, sonriendo como si estuviesen hablando
de cualquier tema y no algo tan personal e íntimo como el sexo.
–
¡Argh! ¡Tú cállate, no hagas preguntas indiscretas Lev! – Tirarle cojinazos,
levantarse con prisas y arrastrarle fuera de la habitación farfullando a
diestra y siniestra.
–
Yaku-san, a dónde me llevas~ tengo muchas preguntas qué hacerles~
–
¡Te digo que te calles!
–
Pero soy un mocoso curioso~
Mientras
Yaku se llevaba a Lev –probablemente a las duchas–, Yamamoto seguía en estado
de shock, Inuoka se dedicaba a recoger su futón y Shibayama se hacía el que no
escuchaba nada ganando unos minutos más de comodidad entre sus mantas.
–
Pensándolo bien. ¿Eran ellos los ruidos
extraños que escuché anoche? Y yo pensando que estaba soñando. Ah, y era un
sueño húmedo… – Gimoteaba en pensamientos, dándose cuenta, penosamente, que
escuchar en plena faena a sus amigos lo había excitado, lo que es peor, de tal
manera que ha ensuciado su ropa interior.
–
Kuroo, me duele el trasero… – El minino
murmuró pucheroso.
–
¿Fui muy duro? – El gato mayor sonrío
pícaro mientras le acariciaba el trasero cual si le estuviese sobando. Y vaya que quería sobarle, pero no precisamente como mimo,
sino como acoso. O algo parecido.
–
¡Dejen de coquetear y toquetearse! ¡Mis ojos virginales, mis oídos virginales!
¡Me han traumado! – Yamamoto exclamó perdiendo los estribos.
…
Así
más o menos fue el amanecer de algunos en el campamento interescolar, para el
desayuno todo –o casi todo– había vuelto a la normalidad. Las prácticas se
llevaron a cabo hasta el atardecer, y antes de dejarles ir, los entrenadores
les recordaron que habían de cerrar el día con la actividad de “Todos a Bordo”.
–
¿Otra vez? Creí que eso había sido hasta ayer.
–
Claro que no, es una actividad que se realizará hasta el último día. Ahora,
recuerden que hay un metro cuadrado menos de espacio y que todos deben estar en
el recuadro.
Los
entrenadores estuvieron observando la actividad. Aunque no estuvo la misma
tensión del día anterior todavía notaron algunos comportamientos extraños. Por
ejemplo –y esto había pasado durante todo el día de hoy–, Asahi y Nishinoya de
Karasuno no estaban dirigiéndose la palabra. Tanaka y Ennoshita del mismo club
se evitaban cada vez. En Datekou la cosa iba parecida entre Aone y Futakuchi,
así como Moniwa y Kamasaki. Al final todos habían estado dentro pero la
organización había recaído casi en su totalidad en Sawamura Daichi, los otros
líderes natos estaban distraídos, incluso Oikawa, que miraba insistentemente a
Iwaizumi, pero éste parecía tenerle nuevamente la ley del hielo.
–
Ah, los jóvenes de ahora… – El entrenador Nekomata suspiró cuando, luego de casi
media hora de actividad, finalmente lograron su objetivo.
–
Estaban mucho mejor ayer, algo debió pasar… – El Entrenador de Datekou comentó,
sorprendido por la actitud de sus chicos ya que generalmente estaban llenas de
energía.
–
Bien, estas situaciones son las que deberán fortalecer sus lazos como
compañeros… – Agregó el entrenador de Aoba. Ukai y Takeda sensei asintieron,
luego le permitieron a Takeda que hiciera el cierre definitivo de la actividad
antes de mandarles a cenar.
–
Una vez que hayan tomado la cena tendrán, como ayer, una hora de
entretenimiento, pueden hacer lo que gusten siempre que no salgan de las
instalaciones.
Los
chicos agradecieron el trabajo de todos y se encaminaron al comedor. La charla
animada de algunos no parecía contagiar el ánimo de otros, y Oikawa estaba en
los límites de su desesperación. Tenía que encontrar alguna manera de hacer las
paces con su novio.
–
¡Lo tengo! – Exclamó de pronto en medio del comedor. Todos voltearon la mirada
hacia él… – Juguemos al “Pocky Kiss”… – Dijo con una de sus radiantes y seguras
sonrisas. Egocéntricas según algunos.
–
¡Qué!
–
¡Oh no, no de nuevo con tus estúpidos juegos kusokawa!
–
¡Pero si es una grandiosa idea, Iwa-chan~!
–
¡No, no, no! ¡No quiero que nadie bese
a MI Kageyama!
–
¡Nadie va a besar a Tobio-chan excepto tú, chibi-chan!
Los
murmullos y miradas curiosas comenzaron a llenar el comedor. Los entrenadores
se preguntaban exactamente a qué habrían jugado la noche anterior que sus
muchachos parecían tan preocupados
por las propuestas de Oikawa.
Y
sin embargo, de algún modo –así de impresionante es el poder de convencimiento
de Oikawa– la mayoría terminó de nueva cuenta en la sala principal para
participar del dichoso jueguito. Algunos estaba allí solo para mirar, otros habían sido prácticamente
obligados por sus amigos.
–
Ahora bien, esto será entre parejas, cada quien puede escoger a quien guste. El
objetivo es comer el pocky hasta dejar un pedazo lo más pequeño posible. Ganará
quien consiga la menor medida… – Oikawa explicó rápidamente, dejando varias
cajitas de la famosa golosina de pan cubierta de chocolate… – Y bien, ¿Quiénes
van a animarse? Yo jugaré si Iwa-chan es mi pareja.
Oikawa
volvió la mirada hacia su novio. Después de todo la noche anterior no habían
quedado en nada. Sabe que Iwaizumi
está enfadado con él, y él es lo suficientemente cabeza hueca como para no
disculparse –¡porque no ha hecho nada malo!–; y nunca tiene otra forma de
decirle que le quiere más que acosándolo. Iwaizumi asintió con su cara de pocos
amigos, pero que aceptara ya hacía latir emocionado el corazón del capitán de
Aoba.
–
¡Bien! Iwa-chan y yo estamos dentro. ¿Alguien más? ¿Tobio-chan, Chibi-chan?
–
¡Por supuesto!
–
¡Te vamos a ganar, Gran Rey!
Pelinegro
y pelinaranja dijeron al unísono, con su peculiar expresión retadora. Omitiendo
el hecho de que esta vez, sí que podían darse besos accidentales. Claro que,
siendo que es con el novio, ¡a quién le importa!
–
Daichi y yo también jugaremos… – Sugawara dijo, y su novio fue pillado por
sorpresa ya que él ni siquiera había pensado en unirse.
–
Kuroo y yo también.
–
¡Yo quiero jugar, Yaku-san~!
–
¡Y a mí qué me dices, idiota!
–
Pero solo puedo jugar si tengo pareja~ ¡Sé mi pareja!
–
¿Ah? ¡De ninguna manera!
–
Yaku-san y yo también jugamos~
–
¡Te estoy diciendo que no! ¡Tú, mocoso del demonio escucha a tus mayores!
–
Yo también quiero jugar, pero no tengo pareja… – Inuoka dijo alzando la mano.
–
En ese caso puedo ser tu pareja, Inuoka.
–
¡Gracias, Shibayama!
En
Datekou, Futakuchi miraba a Aone, pero el chico seguía enfadado con él por algo
y ni siquiera le hacía caso. Moniwa seguía incómodo alrededor de Kamasaki, y no
era como si el chico ayudara a diluir la tensión. Por su parte, en Aoba solo
Iwaizumi y Oikawa estaban animados a participar. Y en Karasuno Nishinoya y
Asahi se miraban de soslayo pero no se dirigían la palabra. Lo mismo entre
Tanaka y Ennoshita, eso porque el rematador estaba considerando seriamente la
idea de integrarse al juego si su amigo fungía como su pareja.
Hacer
las paces para algunos, descubrir nuevos sentimientos para otros. Los juegos
como las pruebas de la vida, siempre tienen algo que enseñar. ¿Qué podría pasar ahora con este nuevo juego propuesto por
Oikawa?
Continuará……
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