jueves, 29 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 15.



~~*~~
De baños termales a partidos de práctica ineficientes 

Iwaizumi fruncía el ceño con clara molestia, Oikawa sonreía con su habitual serenidad cual niño que reconoce su travesura pero no le encuentre ningún aspecto malo por el cual deba ser castigado.

– ¿Qué demonios estabas haciendo?

– Ayudaba a Tobio-chan a asearse apropiadamente.

– No me vengas con esas estupideces. Te pasaste y lo sabes, Oikawa, cómo mierda pretendes que confíe en ti si todo lo que haces te da igual.

– No es que me de igual, es que realmente no estaba haciendo nada malo.

– no es así como lo veo. Estás desnudo junto a Kageyama, desnudo también, corriéndole mano como si intentaras tocarle íntimamente.

– ¡Era una broma! ¡Tú sabes que solo es para molestarle un poquito!

– ¿Molestarle? – Iwaizumi enarcó una ceja sintiendo cómo le aumentaba la tensión. Seguramente le estaban palpitando todas las venitas en la sien… – ¡Estabas acosándolo sexualmente!

El capitán soltó una risita divertida. Y a Iwaizumi le salió humo por las orejas. ¿Es que su novio no estaba entendiendo la situación?

– Oikawa, ¿entonces está bien si voy y hago lo mismo que tú con cualquier chico?

– ¿Eh?

– Por ejemplo el otro armador de Karasuno, el chico del cabello plateado. Tiene un rostro mucho más bonito que el tuyo, y una sonrisa preciosa también. ¿Tal vez debería acercarme a él de una forma más íntima?

Oikawa sonreía, pero había tensión en su mirada. No, realmente aquello no pasaba a agradarle de ninguna manera. ¡Pero no lo diría!

– Bien, si eso quieres. No hay por qué ponernos celosos por las amistades que el otro hace, ¿verdad? – Dijo agitando la mano de modo que parecía que le restaba importancia al asunto.

– Claro, no hay por qué celarnos, kusokawa… – Iwaizumi sonrió algo forzado, luego una idea le cruzó la mente y decidió darle su merecido a Oikawa. O al menos hacerle pagar un poquito toda la frustración que le provocaba.

Oikawa se quedó quieto en su sitio, el agua que caía de la ducha alcanzó su espalda cuando Iwaizumi le empujó suavemente al tiempo que asaltaba sus labios con fulgor. Enredaron sus lenguas aumentando la intensidad del beso conforme las manos de Iwaizumi resbalaban por el cuerpo mojado de Oikawa. El capitán estaba más que encantado con el trato, no es que ellos hubiesen dado el salto al sexo aún, pero se masturbaron ya un par de ocasiones, que esta vez él se le acercara tan voluntariamente le parecía de lo más conveniente.

– ¿Quieres que te toque? – Iwaizumi le susurró al oído empleando el tono de voz más sensual que pudo sacar de su no muy sensual forma de ser. Venga, que a él se le da más el instinto agresivo que el pasional.

– Sí~ – Por su parte, Oikawa resulta ser un tipo de contacto físico, y era eso lo que más valoraba de una relación. O bueno, en su pensamiento siempre había sido así, por eso se permitía coquetear con todas las chicas que se le acercaban, porque era una forma de comunicarse muy adecuada para él. Que Iwaizumi comience a explotar ese lado de su personalidad también le favorecía por donde quiera que le mirase… – Iwa-chan, ¿cuándo vamos a llegar hasta el final?

Iwaizumi lamió el largo cuello de su novio evadiendo deliberadamente su cuestionamiento. Oikawa podría haber preguntado una segunda y hasta una tercera o cuarta vez, si sus neuronas estuviesen funcionando, pero visto que la mano de su novio ha rodeado su virilidad, de momento lo dejará pendiente. Iwaizumi no le permitió sin embargo regresar el gesto, mantuvo alejadas las manos de Oikawa de su cuerpo casi a la fuerza –tener que sujetárselas por sobre su cabeza y contra el azulejo, de hecho, porque el capitán era bastante testarudo si se le daba la mínima oportunidad–, bombeó la extensión caliente y mojada de su novio, apreciando la forma alterada con que respiraba contra su piel, jadeando en su oído, mordiéndole el lóbulo, tratando de seducirle con la intención de que suplique por sus atenciones también.

– Ahh~ Iwa-chan, mghh~

– ¿Te gusta?

– Me encanta~ ¿entonces, cuándo vamos a llegar hasta el final? Ni siquiera me estás dejando tocarte.

– Eso, Oikawa… – Murmuró rozándole los labios con los propios, tocando el falo caliente de su novio con las yemas de los dedos, acariciando delicadamente la punta, sintiéndole temblar al límite de su excitación… – Voy a pensarlo. Pero por ahora… – Sonreír malévolo y alejarse totalmente… – Es tarde y los senseis dijeron que tendríamos práctica a las 12.

– Q-qué.

– Mejor date prisa, Oikawa… – Guiñarle el ojo, dar media vuelta y salir de las duchas con soltura. Sus ropas mojadas porque todo el tiempo estuvo recibiendo parte del agua en sus hombros y espalda, pero eso importaba poco, estaba enojado con su novio pero le amaba. De una u otra forma tendría que hacerle recapacitar y darse cuenta de que no podía tratarle como le viniera en gana.


– ¡Hinata, detente ahí con un demonio!

– ¡Deja de seguir y darme órdenes!

– ¡Por qué estás enojado conmigo! ¡Soy yo quien tiene que estarlo contigo solamente!

– ¡Qué! ¡Y por qué tú si puedes estar enojado conmigo y yo contigo no! ¡Bakayama, insensible, traidor!

– ¡No soy insensible ni traidor! ¡He estado queriendo explicarte pero no me escuchas!

– ¡El gran rey te estaba tocando ahí! ¡Y yo creyendo que solo lo hacías conmigo! ¡Pero solo te estabas burlando, verdad!

– ¡Ah! ¡Deja de sacar conclusiones apresuradamente y además inadecuadamente! ¡Oikawa estaba fastidiándome como siempre! ¡Por qué mierda iba yo a querer tocarlo o ser tocado por él! ¡Me dan náuseas solo de pensarlo! ¡Además, tú eres mi novio y ni por la cabeza me ha pasado serte infiel!

Kageyama gritó con todas sus fuerzas –y su frustración– a flor de piel. Respiraba agitado por varias razones, la situación en sí, el enojo, el temor, el hablar tanto para él de hecho también, que no es un tipo precisamente de muchas palabras. Hinata se quedó mirándole con expresión sorprendida, casi parecía que Kageyama había dicho algunas cosas que a él no se le habían ocurrido. O quizá era que su explicación le aceleraba el pulso y de paso, el ritmo cardíaco.

– ¿Estás seguro? ¿No… el gran rey no te gusta ni un poquito?

– ¡De ninguna manera!

– ¿Entonces por qué estaba tocándote tan confiadamente?

– ¡Me tomó desprevenido! ¡Estaba intentando sacármelo de encima cuando llegaste! ¿No me digas que no te diste cuenta?

Hinata volvió la mirada al costado sonrojándose por la respuesta que le vino a la mente. En realidad cuando entró en las duchas comunes lo único que su ojo captó al instante fue el cuerpo desnudo de Kageyama, los músculos marcados, el agua corriendo, las líneas de jabón, los fuertes muslos, la firme pelvis, el torso cincelado, y ese trozo de carne acuñada entre una mata de vello púbico que le daba ese toque sexy que acaloraba cada célula del pelinaranja. Luego, naturalmente enterarse de la presencia de Oikawa le había hecho tener corto circuito mental, la idea de pensar que esos dos estuvieran haciéndolo le había hecho sentir sumamente molesto.

– Hinata…

– A partir de ahora solo tomarás el baño si lo haces conmigo, Kageyama… – Gruñó con aire infantil. Pero al pelinegro esa aseveración le agradó.

– Oye, Hinata, ¿sentiste celos?

– ¿Qué?

– Cuando pensaste que podía estar haciendo algo con Oikawa, ¿los sentiste, verdad?

– ¿Celos? – Hinata ladeó el rostro como si estuviera analizando la posibilidad de haber experimentado eso, pero… – No lo sé, nunca antes he sentido celos. Es decir, en sí, qué son los celos.

Kageyama frunció el ceño. ¡No podía haberse conseguido un novio más denso!

– ¡Eso que hiciste fue actuar celosamente por pensar que podía estar haciendo lo que sea con cualquier otro, idiota!

– ¡Ah! ¡Ahí vas de nuevo con los insultos! ¡Acaso no puedes explicarme sin perder los estribos, bakayama!

– ¡Tú también me estás insultando!

– ¡Porque tú lo hiciste primero!

– ¡Pero tú has estado ignorándome desde esta mañana!

– ¡Eso fue porque tú empezaste anoche!

– ¡Porque estaba celoso, Hinata! ¡Tú eres adorable con todos, eso me da celos!

– ¡No me digas adorable! – Chilló avergonzado.

– ¡Pues no lo seas! – Contraatacó sintiéndose más y más molesto… – ¿¡O es que ni siquiera te das cuenta de eso!?

– ¿Eh? Pues, no.

Kageyama se golpeó la frente maldiciendo entre dientes. En serio, por qué un novio tan denso. Por qué.

Estúpido corazón, podrías haber elegido a un chico menos idiota… – Gruñó al pensar en eso.

– Kageyama…

– ¿Qué? – Gruñido.

– Qué es lo que tienes blanco en el cabello, y además tieso… – El más bajo estiró su mano para alcanzar los mechones despeinados del frente.

– ¡Mierda! – Farfulló entre dientes… – Salí corriendo detrás de ti, ¿recuerdas? Ni siquiera me enjaboné antes. Es champú.

– Oh… – Hinata le miró el cuello, los brazos y cualquier pedacito de piel expuesta, había rastros de jabón ciertamente. Una sincera risotada brotó desde el fondo de su garganta.

– No le encuentro la gracia, idiota… – Gruñó enfadado, quizá avergonzado. Hombre, le vendría bien un poco de reconocimiento de su novio. Algo de apoyo moral.

Hinata dejó de reír pero conservó su sonrisa angelical, le palmeó el hombro y se estiró en puntillas para alcanzar el oído de su novio.

– Todavía tenemos tiempo para ducharnos apropiadamente.

– ¿Ducharnos? – Kageyama vio a Hinata asentir con las mejillas bañadas de rubor… – Oye, Hinata, ¿te gusta más estar conmigo que con esos de Nekoma?

– ¿Eh? Pues, me divierto mucho con Inuoka, y eso es prácticamente imposible contigo porque siempre me estás gritando y peleando… – Respondió con un gracioso mohín de disgusto… – Y Kenma es… no sé, pero también me gusta hablar con él. Pienso que habla más por mensajes que en persona, pero todavía me agrada.

– Sí… – Kageyama apretó los puños y bajó la cabeza sintiéndose algo más frustrado… – Hinata, ¿cuál es la diferencia entre ellos y yo? Si no te diviertes conmigo y todo el tiempo estamos peleando, ¿por qué somos novios?

– ¿Eh?

Caray, Hinata frunció los labios incómodo con este tipo de preguntas. No es como si él quisiera ser novio de nadie más. No es tampoco que Kageyama sea el mejor tipo del mundo, de hecho tiene un carácter fatal en muchos sentidos pero… bueno, que su corazón lata como loco o le acelere el pulso debe significar algo, ¿no? Además, son novios porque ambos así lo han querido.

– Hinata, tú me gustas mucho. Estoy, mh… ya sabes, enamorado de ti… – Murmuró entre dientes, sintiéndose demasiado torpe en esto de hablar de sentimientos, pero tenía la imperiosa necesidad de dejarle claro lo que siente al enano idiota… – Cuando tú dices que la pasas bien con otros chicos me enojo, eso son celos. Pero también me preocupo, pienso que porque soy como soy tú fácilmente terminarás conmigo en cualquier momento.

– Kageyama…

– Hace un momento, si decías que habías estado celoso de Oikawa, me habría sentido bien, feliz creo. Pero tú ni siquiera eres capaz de saber lo que son los celos. Y eres tan alegre con todos, no hay nada de ti que yo pueda monopolizar; y aún si quisiera monopolizarte a ti por completo, tú todavía serías capaz de decir que los demás son personas agradables, que te gustan porque son divertidos o te sientes cómodo con ellas.

– Kageyama, estás diciendo mucho y ya deberías saber que no soy bueno entendiendo muchas palabras.

– Sí… – El pelinegro dijo resentido, tensó la espalda y se sintió idiotamente vulnerable. No, ni siquiera eso, incluso si él le mostrara absolutamente todas sus debilidades a Hinata, él todavía sería lo suficientemente idiota para no enterarse… – Me voy primero.

– ¿Cómo que primero? ¿No íbamos a ducharnos juntos? ¡Me preocupa que el gran rey quiera toquetearte de nuevo!

– Hinata… – El pelinegro le miró con rencor, la reacción del pelinaranja fue respingar con un escalofrío. Él nunca había visto esa mirada en el más alto… – Solo voy a decir esto para que puedas procesar la información. Estoy enamorado de ti. Ahora piensa en ello y no me sigas.

Hinata se quedó clavado en su sitio mientras la espalda de Kageyama se alejaba más y más hasta desaparecer. El pelinaranja miró el suelo, y trató honestamente de pensar en lo que el pelinegro le había dicho.

– Enamorado de mí. ¿Cómo es eso posible? No tengo nada de especial.


Al mediodía todos fueron llamados al gimnasio techado para comenzar con las actividades del campamento.

– El objetivo para estos días va a ser desarrollar algunas de sus habilidades como jugadores en individual y otras en grupo. Vamos a comenzar por dividirlos a todos en equipos donde no coincidan con ninguno de sus compañeros de escuela.

– ¡¿Eh!? – La reacción fue generalizada ante las palabras del entrenador Nekomata. El hombre se rió con ganas al ver las caras de sus chicos como las de los otros.

– Bien, vamos a organizarnos de la siguiente manera…

El entrenador Ukai fue quien dio a conocer los equipos que se formarían, y efectivamente hicieron conjunto básicamente con puros miembros de las otras escuelas. Se llevaron a cabo algunos partidos de práctica de esa manera, el resultado fue de cierta forma cómico, con algunas rencillas aquí y allá, setters negándose a servir para rematadores desconocidos, líberos confundidos al tener que salvar un balón que venía de un compañero al otro lado de la red, rematadores exigiendo más atención; y situaciones similares. Sin embargo, Hinata se llevaba bastante bien con los setters de otros equipos, excepto con Oikawa, y Oikawa no paraba de molestarle diciéndole que tenía que rematar sus servicios para demostrarle a Tobio-chan que era sumamente ágil.

– No me apetece jugar con alguien que estaba intentando manosear a mi novio… – Dijo en una ocasión básicamente por inercia, uno de sus curiosos pucheros adornando sus labios y, por si fuera poco, esa cara malhumorada que honestamente daba mucha ternura.

Oikawa sonrío divertido ante la confesión, que de todas maneras ya sospechaba que algo pasaba entre el 10 y su kouhai de Karasuno –con suerte y había sido el único en escuchar–. Después de unas horas de partidos en los que eran mucho más notorios los errores, la falta de comunicación y una pésima coordinación, les permitieron tomarse un descanso e ir a comer.

– Bueno, ha ido más o menos como lo esperábamos… – Takeda dijo en la reunión con los entrenadores de todas las escuelas.

– En realidad creemos que realmente les será muy útil esta clase de entrenamiento, fortalecerán sus habilidades y los lazos con sus compañeros de equipo incluso sin darse cuenta. Fue un acierto impresionante de su parte, Takeda-kun… – El entrenador de Datekou halagó. Las mejillas del sensei se sonrosaron, y Ukai no pudo más que sentirse orgulloso de su novio.

– Yo encuentro bastante divertido todo lo que esos chicos hacen dentro y fuera de la duela… – Agregó el entrenador de Aoba.

La reunión continuó un rato más, entre risas de los mayores y algunas bromas que sonrojaron a los más jóvenes, sobre todo a Ukai y Takeda. Los asistentes de los entrenadores de Nekoma y Aoba parecían más acostumbrados a las personalidades de sus senseis así que se tomaban todo con más calma. Luego vinieron comentarios de recuerdos de la juventud y las horas de descanso fueron por demás amenas.

Mientras tanto, los chicos comían porciones dobles y hablaban entre sí, más algunos que otros. Hinata aprovechó el momento para buscar el consejo de sus senpais, la charla con Kageyama le tenía un poco inquieto.

– Así que Kageyama dijo que está enamorado de ti, Hinata… – El pelinaranja asintió a las palabras de Nishinoya… – ¿Y, cuál es el problema?

– ¡Ah! ¡Pues que haya dicho algo así lo es, Nishinoya senpai!

– Por qué es un problema que te lo diga. Ustedes están saliendo, ¿no?

– Sí… – Respondió avergonzado.

– Hinata, por casualidad, ¿Kageyama y tú están saliendo porque se gustan?

– Bueno… – Se rascó nerviosamente la nuca. El líbero suspiró, iba comprendiendo la situación.

– Hinata, ¿por qué estás de novio con Kageyama?

– Esto…

Silencio. Demasiado tiempo para que Nishinoya pueda tolerarlo sin hablar. Tanaka estaba presente, pero parecía en las nubes porque no estaba demasiado atento a los problemas amorosos del pelinaranja.

– Ya entiendo. Hinata, tal vez ustedes empezaron a salir por curiosidad o algo así pero, si ahora Kageyama te ha dicho que él realmente está enamorado de ti creo que tiene toda la razón para enojarse por tus acciones.

– ¡Pero si yo no hago nada malo!

– Tal vez no, pero es normal que Kageyama se ponga celoso porque él es el que está inseguro ahora. él se enamoró mientras que tú sigues siendo su novio por… por a saber cuál razón. Hinata, si tú no estás enamorado de Kageyama, para qué seguir saliendo con él.

– ¡Pero… pero…! – Callarse y darse cuenta de que no tiene argumentos para defenderse… – Es que, yo nunca me he enamorado, no sé bien cómo se siente o qué se supone que significa enamorarse de una persona. Además, Kageyama y yo salíamos solo porque queríamos saber lo que se sentía.

– Bueno, obviamente él ya sabe lo que se siente. Y está enamorado. Por eso te digo que es tu turno de pensarlo seriamente. Hinata, ya tengo suficiente con los problemas del corazón con Tanaka, así que trata de ser honesto contigo mismo y darte cuenta de tus sentimientos, ¿bien?

– ¿Mis, sentimientos? – Hinata murmuró para sí.

– ¡Quién dices que tiene problemas del corazón, Noya-san! – Tanaka reaccionó como un minuto después. Notoriamente alterado.

– Quién más sino tú, Tanaka. Si no es así, explícame por qué razón la has pasado pegado a mí, evitando a Ennoshita. Fujimi no vino pero tú sigues huyendo de Ennoshita como si así pudieras librarte de tu complicado triángulo amoroso.

– ¡Yo no estoy en ningún triángulo amoroso, Noya!

– Cállate, claro que lo estás.

Tanaka quiso seguir quejándose, pero entonces Hinata se levantó de un salto y anunció que iba a retirarse, agradeciendo exageradamente el consejo de sus senpais.

– Pero si yo no dije nada esta vez… – Tanaka murmuró con pesadumbres mientras el pelinaranja se alejaba con gracioso caminar.

– Es verdad, no has sido para nada útil en esta ocasión, pero claro, es porque de hecho estas peor que Hinata… – Nishinoya dijo palmeándole la espalda.

Tanaka habría querido defenderse, pero estaba en punto muerto. Es verdad que ha estado evitando a Ennoshita, y en más de una ocasión ha pensado en Fujimi. Claramente está en problemas.

– Tanaka, ¿quién de los dos te gusta más?

– ¡No me gustan! ¡No soy gay, Noya!

– Sigue diciéndolo, tal vez te convenzas a ti mismo… – Para esas alturas de la conversación, era más lo que se estaba divirtiendo el líbero que la compasión que le estaba mostrando a su amigo.

– Eres sádico, Noya-san.


Por la tarde, antes de que fuera hora de la cena y de dar por concluidas las actividades del día, los entrenadores dirigieron una actividad final. “Todos a bordo”, era el nombre.

– En este recuadro tienen que entrar absolutamente todos ustedes… – Comenzó a explicar el entrenador de Datekou… – ¿Cómo van a conseguirlo? Eso depende de ustedes, el objetivo es que todos estén dentro.

Los chicos de las cuatro escuelas miraron el espacio. El recuadro no era muy grande, pero probablemente todos podían acomodarse si se apretujaban un poco. En silencio, todos fueron entrando en el recuadro marcado sobre la arena en la cancha de voleibol de playa, el atardecer estaba ahí ya pero todavía había suficiente luz natural para ver bien. De alguna manera se las estaban ingeniando para colocarse dentro de los límites de las líneas del recuadro, pero todavía quedaban algunos chicos fuera. Así que comenzaron a colocarse más y más cerca unos y otros.

Curiosamente se buscaban con la mirada entre compañeros de la misma escuela. De la misma manera era extraño, pero los más bajos de estatura iban siendo empujados al centro, vigilados de cerca por los más sobreprotectores de cada escuela, o bien por las parejas de los que estaban al centro, como Kuroo, Kageyama y Lev, que no les despegaban la vista a Kenma, Hinata y Yaku, respectivamente. Más allá, en el borde del recuadro, Tsukishima tenía a Tadashi frente a él, pero dando la espalda al resto de sus compañeros, vega que en palabras sencillas, básicamente le tenía entre sus brazos evitando que entrase en contacto con nadie más que él. Aone, el chico alto y serio de Datekou tenía la mirada en Moniwa pero contenía el peso de una considerable parte de chicos de su escuela y Nekoma, junto a él estaba Futakuchi pero había una extraña sonrisa en su boca.

Al final, tras varios minutos de murmullos y miradas incómodas, la cosa funcionó más o menos adecuadamente. Es decir, todos estaban dentro del recuadro. Los entrenadores aplaudieron su osadía.

– Mañana, habrá medio metro cuadrado menos para la actividad, así que pueden ir preparándose para el reto… – El entrenador Ukai dijo con una sonrisita divertida, es que se había dado cuenta de algunas cosas que le parecieron sumamente entretenidas.

Tras agradecer el trabajo de todos, cada escuela se retiró al comedor para la cena, y de ahí irían a tomar la ducha, pero entonces sensei dijo que las aguas termales estarían abiertas todas las noches para que pudieran disfrutar de la belleza natural de Akiu Otaki. Todos celebraron la oportunidad y por supuesto se dirigirían a las aguas termales ubicadas a medio kilómetro de ahí, bastaba con caminar unos cuantos minutos para llegar, y estaba reservada exclusivamente para ellos.

– Tengo curiosidad por saber cómo consiguieron presupuesto para esto, es realmente un campamento de lujo… – Comentaba Moniwa, capitán de Datekou. Aone, el chico alto sin cejas le miraba pero no decía nada, como casi siempre.

– No te preocupes, no creo que nos vayan a pedir dinero, Moniwa… – Kamasaki trataba de confortarle, andando junto a su equipo rumbo a las aguas termales. Detrás, a unos cuantos metros venían los de Nekoma. Karasuno y Aoba Johsai todavía no salían del campamento cuando ellos emprendieron el camino.

– Kuroo, mañana en la actividad final podrías quedarte más cerca de mí.

– Por qué, Kenma.

– Porque alguien estuvo tocándome el trasero.

Cuando el felino de Nekoma dijo aquello, las venitas en la sien de Kuroo explotaron.

– ¿Quién fue?

– No lo sé. Solo estuve seguro de que no eras tú, eran unas manos un poco más pequeñas que las tuyas, y menos toscas.

Las venitas en la sien de Kuroo seguían palpitando furiosas. Luego el capitán de Nekoma repasó mentalmente la posición de Kenma durante el ejercicio, y cayó en cuenta de que no estaría seguro de quién pudo atreverse a manosear a su novio, pero los más cercanos habían sido Oikawa de Aoba Johsai y Futakuchi de Datekou. De cualquier manera se tronó los dedos y aceleró un poco el paso, de momento solo podía confrontar a una persona.

– Futakuchi… – Llamó al jugador de la muralla de acero. El chico volteó para atenderle, pero casi se arrepintió al instante, la mirada del capitán de Nekoma daba miedo… – ¿Dónde estuvieron tus manos durante el ejercicio final de esta tarde?

– ¿Ah? Pues… – Futakuchi sonrió nerviosamente. Luego agradeció que Aone tuviera tan mentalizada esa actitud sobreprotectora con todos en el equipo porque de inmediato se había colocado delante de él confrontando al jugador de Nekoma.

– Tú no te metas, si tu amigo estuvo tocando lo que no debía, es un asunto que él debe enfrentar directamente… – Kuroo dijo a Aone, pero el chico de expresión inmutable no se movió ni un centímetro.

– Kuroo, déjalo ya. No hay que meternos en problemas.

El capitán de Nekoma chasqueó la lengua pero hizo caso de lo que su novio decía. Los dos equipos respiraron más tranquilos cuando vieron que cada quien tomó su curso. Sin embargo, Moniwa tiró de la oreja de Futakuchi para reñirle en privado.

– ¿Qué estabas haciendo, Futakuchi?

– Nada.

– ¿Seguro?

Futakuchi sonrió nerviosamente. Moniwa le dio un golpe en la cabeza y le ordenó comportarse.

– Los riñes como si fueras su mamá, Moniwa.

– ¡Tú cállate, Kamasaki!

Más atrás, Karasuno y Aoba Johsai caminaban a las aguas termales. Kageyama y Hinata finalmente iban juntos, aunque todavía se sentía cierta tensión entre ellos. Sin embargo, Hinata no pensaba dejar ni un momento solo a Kageyama, no quería que de ninguna manera el gran rey lo toqueteara si él estaba distraído o ausente. Nishinoya iba en la espalda de Asahi –literalmente–, alegando que en todo el día no había tenido oportunidad de estar con él como se debe, y que en cuanto volvieran iban a ser separados de nuevo. Así que quería algo de tiempo de calidad con su novio, por lo que se estaba mimando a su manera. Tanaka iba pensando en la mejor manera de seguir evitando a Ennoshita –todo y que el chico no estaba buscándolo particularmente porque estaba conversando animadamente con sus amigos–. Así que luego pensó que le vendría bien ir y charlar con city boy Yamamoto de Nekoma.

– Tadashi, ¿te sientes mejor?... – Tsukishima preguntó al pecoso en voz baja, llevando su mano a la espalda de éste mirando de soslayo que nadie les viera.

– S-sí, ya estoy mejor Tsukki… – Avergonzado, Yamaguchi sonrió dejándose mimar por el rubio. Aunque todavía sentía un poco de incomodidad en la espalda baja, era casi nada ahora. Aunque durante el día realizar algunas jugadas le había acentuado el dolor en la espalda baja.

– Me dan envidia… – La voz de Nishinoya los tomó totalmente por sorpresa… – Ustedes tan cariñosos y yo ni siquiera comparto habitación con Asahi… – Gimoteó.

– Noya… – El as de Karasuno le llamó sumamente nervioso, haciendo anotación mental de no perderle de vista para nada o todos ahí se enterarían de su relación con lo lengua larga que es su novio cuando está mosqueado por no compartir tiempo con él.

Cuando todos llegaron a las aguas termales, se ubicaron rápidamente ahí, felices de que fuese lo suficientemente amplio para que todos tengan oportunidad de disfrutar de las cálidas aguas. Hinata, Nishinoya, Inuoka, Oikawa y Futakuchi fueron los primeros en lanzarse a las aguas y comenzar a bromear, nadando curiosamente, chapoteando o llamando a algunos de sus compañeros, sobre todo los más serios.

– Tobio-chan~ – Oikawa llamó al pelinegro con su vocecita aguda, lo que hizo fruncir el ceño a Kageyama, y al propio Hinata.

– ¡Oye, gran rey, no llames a Kageyama! ¡Él vendrá conmigo! – Dicho lo cual, el pelinaranja salió de las aguas para ir por su novio y arrastrarle dentro asegurándose de tenerle bien cerca y con las manos enlazadas.

Oikawa se rió divertido, luego buscó a Iwaizumi entre todos, encontrándole conversando animadamente con el peliplatino, el armador refrescante de Karasuno, Sugawara. Enarcó una ceja y recordó lo que esa mañana su novio había dicho.

¿Hablaba en serio? No puede ir y tontear con Suga-chan así nada más.

– Oh no, la razón por la que no soy parte del club es muy personal.

– Ah, disculpa entonces mi atrevimiento por preguntar, Suga-san.

– No te preocupes. Sé que llama la atención que esté en el campamento pero como manager y no como jugador, después de todo estuve en la Inter-High de la misma manera pero parece que no hubo muchas personas que se percataran.

Sugawara sonreía amablemente, mientras Daichi le miraba de soslayo y trataba de mantener a raya a Nishinoya, que andaba por ahí proponiendo juegos peligrosos.

– Suga-san, ¿me permite hacer un halago a su belleza?

– ¿Eh?

– Koushi… – Daichi llegó repentinamente, envolviendo con cero discreción su mano en la cintura de su novio… – Vamos, necesito que me eches una mano con Nishinoya.

Sugawara asintió y sonrió a Iwaizumi, el chico de Aoba Johsai aguantó la mirada de Daichi cuando el capitán de Karasuno pareció retarle. De todas maneras Iwaizumi en realidad no estaba interesado en Sugawara, solo estaba actuando esperando que tuviera algún efecto en Oikawa. Y sí que lo estaba teniendo, pero el capitán de Aoba Johsai era bueno disfrazando sus reacciones.

--//--

A varios kilómetros de ahí, Fujimi se aburría estando solo en su departamento. Pensaba en Tanaka y en las probabilidades de que Ennoshita en verdad tomase un paso por delante de él.

– Ah, estoy haciendo una tormenta en un vaso de agua… – Suspiró, jugando con su cena porque de todas maneras no tenía apetito… – Ni siquiera puedo contactar con él, ni con Guchi~ porque les prohibieron tener móvil durante el campamento. Tanaka-senpai, ¿qué haré si al final decides experimentar con Ennoshita aunque no seas gay? Mh, creo que me deprimiré si eso sucede.

A la mañana siguiente asistió a clases con normalidad, ya que aunque el club de voleibol estaba en campamento inter-escolar, el resto de las clases se estaban dando con normalidad. Ahí, a la entrada estaba un chico que no le resultó familiar pero que obviamente era de otra escuela pues llevaba un uniforme diferente.

– Tokonami… – Leyó el nombre de la escuela en la chaqueta del muchacho de cabellos cafés y pecas en las mejillas. De alguna manera le recordó a Yamaguchi. Cuando iba a cruzar la puerta de la escuela su curiosidad fue más fuerte que su prudencia… – Disculpa, ¿buscas a alguien?

– ¿Eh? Esto… yo, esperaba ver a un amigo.

– ¿De qué grado?

– De tercer año, está en el club de voleibol.

– Mh, todos los miembros del club están en un campamento estos días, así que no podrás verle aunque le esperes aquí.

– ¿Un, campamento? – Fujimi asintió, y alcanzó a percibir la decepción en los ojos miel del otro… – Sawamura no mencionó nada de eso… – Murmuró más bien para sí, pero el ojiazul todavía fue capaz de escucharle. Los compañeros de escuela seguían pasando a lado de ellos al ingresar a la institución. Se sentía extraño.

– Me llamo Fujimi Arita.

– Esto, soy… me llamo Ikejiri Hayato, soy amigo de Sawamura Daichi.

– Mucho gusto, Ikejiri-san.

– N-no. No es necesario el formalismo, solo. Ikejiri, está bien.

– Vale, Ikejiri. ¿Te gustaría ir a tomar un batido luego de la escuela?

– S-sí.

--//--

La noche anterior había sido tal la relajación en las aguas termales que esta mañana a la mayoría les había costado abandonar sus futones. Pero las reglas eran claras, y los entrenadores estrictos, así que a aquellos que llegaron tarde al pase de lista en el gimnasio techado les tocó un extra de ejercicio físico.

Mientras tanto, Takeda estaba sufriendo con las náuseas matutinas.

– ¿Por qué no preguntamos a Sugawara-kun de esto? Él parece sobrellevarlo bastante bien.

– Sí, le preguntaré en cuanto me pueda apartar de aquí, Ukai… – El sensei dijo sin muchos ánimos, todavía arrodillado a lado del sanitario, con el rostro más demacrado que la mañana anterior.

– Iré a preguntarle, ¿bien?

– Sí.

Ukai le besó la frente antes de salir de la habitación que estaban compartiendo en la cabaña designada para todos los entrenadores. Prácticamente corrió hasta el comedor para llamar al peliplatino.

– ¿Takeda-sensei tiene galletas de soda?

– Mh, se supone que sí.

– ¿Está bien si hablo con él, Ukai-sensei?

– Sí, adelante. Él está en el baño de la cabaña.

Sugawara asintió y disculpándose por la intromisión se encaminó a la cabaña de los mayores. Hasta que ya estaba lejos, Ukai se percató de que inconscientemente estaba dando a conocer el estado de Takeda, lo que le sorprendió fue que Sugawara pareciera estar al tanto.

– Takeda-sensei…

– Sugawara-kun…

– Ukai-sensei está preocupado por usted.

– Es un poco así… – Sensei sonrió. Luego pareció darse cuenta de la situación y palideció… – Sugawara-kun, yo… Ukai y yo…. Esto…

– Está bien, no se preocupe. Me di cuenta hace unos días, sus síntomas eran exactamente iguales a los que tuve cuando supe de mi estado. ¿Está feliz, sensei?

– Mucho.

– Entonces no hay por qué preocuparse. Tome, un poco de esto ayudará a que calmen las náuseas. Y si eso no funciona, lo mejor es tumbarse en la cama con una manta calientita en el vientre y muchos mimos… – Sugawara sonrió lindamente, lo que tranquilizó bastante al sensei.

– Sugawara-kun, me da gusto que lo estés llevando tan bien.

– Es porque Daichi y nuestras familias nos apoyan.

– Sus familias. Ukai y yo no hemos hablado con nadie de esto.

– ¿Está asustado, sensei?

– Mh… en realidad, no. Los padres de Ukai son muy amorosos, creo que les dará mucho gusto saber de mi estado.

– ¿Y sus padres, sensei?

– Mis padres…


En el comedor, Iwaizumi estaba aplicándole la ley del hielo a Oikawa otra vez. Y éste se hacía el importante haciendo de cuenta que no le importaba la indiferencia de su novio, lo cual en realidad era mentira. Pero no pensaba decirlo.

Hinata estaba sentado junto a Kageyama, dispuesto a no dejarle ni un momento durante el campamento, no le hacía gracia pensar en que el gran rey quisiera sobrepasarse de nuevo con su novio. Además, tenía que darle una respuesta rápidamente a Kageyama, pero eso del enamoramiento era un terreno totalmente nuevo para el pelinaranja.

Después del desayuno reposaron sus alimentos una hora y luego los partidos de práctica. Durante el rol del primer juego, en el mismo equipo coincidieron Kuroo, Oikawa, Futakuchi, Nishinoya, Tsukishima y Lev. Era un equipo fuerte, poderoso, pero tenían una pésima comunicación. Además, Kuroo todavía estaba que se le iba encima a Futakuchi porque su inocencia con respecto al toqueteo al trasero de Kenma no ha sido esclarecida. Ellos estaban enfrentándose a un equipo conformado por Moniwa, Daichi, Kindaichi, Hinata, Inuoka y Watari, no les estaba yendo tan mal para comunicarse y organizarse, pero había dos capitanes naturales ahí, así que eso les estaba complicando un poco las cosas pues se contradecían al tratar de dirigir.

– Esto en verdad está resultando bastante interesante, Takeda-sensei. Cuando leí su proyecto imaginé que algo así podría suceder, pero los resultados que estamos viendo son mucho más prometedores… – Señaló el entrenador de Aoba Johsai.

– Sí, me siento halagado por sus palabras, sensei.

– Nada de eso, siéntase orgulloso de su trabajo, Takeda-sensei.

– S-sí. ¡Gracias!

Luego de otra ronda de partidos con equipos diversificados, los chicos estaban tomando un descanso. Daichi y Sugawara salieron del gimnasio porque el peliplatino necesitaba un poco de aire fresco.

– Suga, ¿qué tanto te mira el chico de Aoba Johsai?

Continuará……

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