jueves, 29 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 13



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De los puntos que se deslizan por la red, llegan las sorpresas


La adrenalina, la emoción que viene de los sueños personales, de las metas en equipo, el rechinar de los tenis, el sudor, los gritos, las ovaciones, las sonrisas y el llanto. Todo, todo aquello reunido bajo el mismo techo. Todo ello bullendo por una sola razón, el Inter-High.

El primer partido, la primera victoria o la primera derrota. Los diversos clubes de las diferentes escuelas experimentaron un sabor u otro, no había más opciones que aquella. Para Karasuno fue un empezar desde cero y comenzar a mostrar lo diferente que son respecto al torneo anterior. Para otros equipos como Tokonami venir aquí era como un trámite necesario nada más. Ikejiri había sabido eso pero aún así el sentimiento de decepción estaba ahí. Incluso si había tenido oportunidad de hablar un poco con Sawamura después del encuentro, de pedirle que jugasen también por ellos, que ganaran más y más; estaba también ahí ese otro sentimiento, esa otra sensación de vacío y congoja.

Ah, y yo creyendo todo este tiempo que ya no importaba más.

Pensamientos como aquél se continuaron repitiendo en la mente del chico de cabellos café claro desde ese día. Todo y que han pasado ya un par de semanas. Lo que más le inquietaba era estar en contacto con Sawamura y no poder hacer nada al respecto más que conformarse con una linda amistad. Conformarse es lo único que le queda, ¿cierto?

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Independientemente de las experiencias en el Inter-High, ahora todos debían volver a sus vidas como estudiantes e integrantes de su respectivo club. Las condiciones para cada uno de ellos era diferente, los de tercer año tenían que comenzar a pensar en la Universidad a la que les gustaría ir y tomar con la debida seriedad el asunto, pero también tenían otras cosas en mente más que su futuro profesional y laboral, los asuntos del corazón.

Con el tiempo avanzando tan vertiginosamente, ocupados con el torneo y experimentando un montón de vivencias, casi nadie se había puesto a pensar en aquella otra situación inmediata. El embarazo de Sugawara, y la adorable pancita que comenzaba a brotarle en la tripa.

– Como tu estado aún está en desconocimiento de la escuela, tenemos que pensar en cómo podrás seguir ocultándolo, Sugawara-kun. Algunos de tus maestros se han acercado a mí para preguntar si tienes problemas en casa porque te han notado ansioso, dormitas en clase y pides permiso para salir al baño constantemente. Sé que son síntomas normales para ti, pero no lo son para el resto, no solo para los docentes sino también para tus compañeros de clase.

– Yo he tratado de pensar en opciones, pero cuanto más lo hago más me doy cuenta de que llegará el momento en que no podré hacer mucho para ocultarlo. Al menos hasta el sexto mes o algo así podría disimular con las ropas holgadas, y entonces también será invierno así que el exceso de ropa podría funcionar también. Pero mientras más me acerque a la fecha de parto, no tengo idea de qué hacer.

– Entiendo. Bueno, por ahora no te enfoques en el final del embarazo, vamos a seguir adelante con lo inmediato. Sobre todo, no quiero que te estreses, ¿de acuerdo? Que la próxima vez que veamos a tu hermoso bebé no está tan lejos como parece.

Sugawara se despidió de Takeda sensei agradeciéndole todo el apoyo que le ha brindado, no solo como alumno, sino también como persona. Como un chico que todavía a veces se siente asustado de su nueva realidad.

Ah, tengo antojo. Mh, bebé, no seas tan antojadizo durante la escuela… – Pensó mientras andaba por los pasillos y se le hacía agua la boca porque en su mente le rondaba la imagen de un tazón de arroz dulce.

– Suga, ¿ha ido todo bien con sensei?

– Sí, Dai, nada de qué preocuparse… – Respondió sonriendo lindamente, ladeando el rostro y colocando las manos en su espalda. Su novio se sonrojó mordiéndose el labio inferior, ahora mismo le encantaría besarle.

– No hagas esas expresiones aquí, Suga.

– ¿Eh? – Cuando el peliplatino vio a su novio rascarse distraídamente la nariz, comprendió a qué se refería. Así que ensanchó la sonrisa y le guiñó el ojo con aire coqueto. Honestamente era divertido ver a Sawamura aproblemado de esa manera.

Sawamura sin embargo no pensaba exactamente lo mismo, internamente lloraba esa imposibilidad de ser cariñoso con Sugawara como cualquier pareja heterosexual. Bueno, no es que sea imposible aguantar unas cuantas horas más para cuando las clases terminen y sea hora de practicar, entonces podría abrazarle y besarle sin tapujo alguno.

Por otra parte, Asahi y Nizhinoya tenían sus propios dilemas sentimentales. O sexuales quizá. El asunto era que, después del torneo, el líbero estaba un poquito más seductor que antes, todo y que ese antes ya había estado lleno de pasión, sin embargo se habían contenido un poco durante el torneo para no entorpecer su rendimiento físico. Así que ahora, en palabras de Nishinoya, estaban recuperando el tiempo perdido. Por tanto, durante las clases y visto que son de grados diferentes, Nishinoya pasaba rato molestándole con textos subiditos de tono, haciéndole sugerencias lascivas y desesperándole un tanto. Que tener una erección en plena clase ya era mala señal, un signo de absoluta debilidad para el as de Karasuno, porque incapaz de controlar las reacciones de su cuerpo, tenía que sufrir las clases sin poder enfocarse siquiera un 50% en ellas.

– Baño, baño, baño… – Murmuraba entre dientes mientras salía a toda prisa del aula mientras se hacía cambio de clase.

Asahi avanzó por el pasillo hasta los sanitarios, algunos le veían pasar y se preguntaban si se sentiría bien o si tendría fiebre ya que sudaba y se le notaba algo sonrojado y tambaleante al caminar. Por supuesto que estaba afiebrado, pero una mera calentura hormonal.

Por qué me haces esto, Yuu… – Gruñó entre dientes encerrándose en un cubículo. Ni hablar, no tenía opción, hora de confiar el problema a su mano.

Cuando estaba por comenzar a masturbarse, tocaron a su puerta. Y aunque un par de veces insistió en que estaba ocupado, quien estuviera del otro lado parecía urgentemente necesitar algo ahí, así que, subiéndose el zipper y luchando contra la excitación punzante en su entrepierna, abrió.

– ¿Yuu? – Oh sorpresa cuando se topó con los expresivos ojos marrones de su novio… – Q-qué… qué.

– Shh… – Nishinoya le empujó nuevamente dentro y cerró con pistillo la puerta… – No hay nadie más ahora, pero alguien podría entrar en cualquier momento, así que mejor no hagas mucho ruido, Asahi… – Dijo con una sonrisa traviesa, adentrando su mano entre los pantalones de su novio.

– Qué crees que haces, Yuu… – Gimió avergonzado y preocupado. Sentado en el inodoro no pudo controlar la reacción de su cuerpo y mediar con la razón, Nishinoya ya le estaba acariciando con la lengua su extensión… – Mghh.

– Silencio… – Le mandó callar con una risita… – Vaya, sí que te has puesto caliente con lo que te he estado diciendo por móvil, pervertido.

– Nhh ¿yo soy el pervertido? Túnhh, Yuu, basta.

– Imposible que me detenga.

– Estamos en…

– Sé dónde estamos. Así que, shh… – Acto seguido metió el falo de su novio en su boca, succionando con ávidez hasta sentir que la enrojecida punta profana su garganta.

Azumane hacía hasta lo imposible por mantener sus gemidos bajos, pero se le estaba yendo de las manos. Que hablando de manos, las suyas jugaban con el cabello de Nishinoya, enredando sus dedos en los mechones, tirando de ellos cuando le succionaba más fuerte y tensaba sus músculos en espasmos de placer. Un instante después se escucharon voces, la puerta abriéndose y risas. Parecían dos o tres chicos hablando de chicas o algo así, uno de ellos entró al baño a orinar mientras los otros hacían el tonto apostando sobre quién tenía el pene más grande. Azumane estaba a punto de volverse loco, entre la adrenalina de ser pillados y el intenso placer que su novio le estaba proporcionando, su cerebro podría colapsar.

Hey, ¿no escuchas algo raro?

– ¿Raro? No sé. Oh, sí. Pero, qué será.

Azumane se mordió los labios tan fuerte que se hirió, el sonido de sus gemidos probablemente podía ser callado así, pero el de las succiones de Nishinoya era otro tema, los sonidos húmedos de la saliva y el líquido preseminal junto a la forma en que el más bajo estaba realizando la tarea, era demasiado alto como para no escuchar.

– Eso suena a…

Luego el sonido del agua correr y el primer chico saliendo de la ducha con cara de felicidad.

– Ah, eras tú, idiota.

– Qué. Les dije que sentía que moría si no venía al baño. La vejiga iba a explotarme.

– Lávate las manos antes de tocar mi cara, cochino.

Risas juguetonas y los chicos saliendo de ahí. Azumane casi respiraba aliviado de no ser porque en una situación así era simplemente imposible respirar siquiera con normalidad. Sintió un pinchazo en la espina dorsal y sus músculos comenzaron a contraerse, sabía que estaba a nada de terminar. Pero justo entonces la boca de Nishinoya lo dejó. Con la vista nublada y ese incómodo dolorcito en su entrepierna por ser abandonada casi al final, Azumane apenas fue consciente de que su novio se estaba bajando los pantalones hasta la cadera.

– Muévete, Asahi.

– Qué.

– Rápido, casi suena la campana.

Aturdido y mareado de placer cortado, Azumane se levantó, vio a su novio levantar la tapa del inodoro y subir una pierna en el filo mientras inclina la espalda y se separa los glúteos con las manos.

– Rápido, córrete dentro de mí.

– Yuu, estás completamente loco.

Rendido porque no había caso intentar luchar contra el pensamiento y la acción de su novio, Azumane sujetó las caderas de Nishinoya con una mano mientras la otra le ayudaba a perfilarse para la penetración. Entró rápido y nada cortés, cuando sintió las paredes oprimir su tronco gruñó contra el hombro de su novio sintiéndose asfixiado, obviamente estaba apretado ahí.

– Lo siento, ¿te duele mucho?

– E-estoy, bien. Muévete, Asahi.

Ni bien Azumane comenzó a moverse, Nishinoya se masturbó al ritmo de las estocadas que su novio le daba, tuvo que morder su propia camisa para ahogar los gemidos de placer que se le agolpaban en la garganta. Un minuto después su semen se derramó en el inodoro mientras que el de su novio le llenaba el interior.

– Mierda, cómo demonios llegamos a esto, Yuu… – Murmuró contra su oído luego de haberse recostado en su espalda, cuidando de no dejarle de lleno todo su peso.

– Es tu culpa, tengo las hormonas todas alteradas por ti, Asahi… – Replicó seguro de que su deseo sexual se debía nada más que a esto, al amor tan grande que tiene por su grandote novio.

– No estoy de acuerdo. No te muevas aún, voy a salir de ti y a limpiarte de inmediato. Espero que traigas desodorante o algo porque… – Le olió el cuello rozando su nariz en la sudada piel… – Hueles a sexo, Yuu.

– Tú igual.

– Mierda, eres un completo pervertido.

Nishinoya se rio bajito, dejándose hacer cuando sintió las manos de Azumane separándole las glúteos para poderle limpiar.

Maldición, me mima tanto que es imposible no amarlo. Además es tan sexy con su cuerpo bien marcado y tan alto. Ah, no sé qué amo más de ti, Asahi; si tu figura imponente, o la irónica personalidad dulce que tienes.

--//--

– Oye, dónde andabas que llegaste apenas a tiempo a la clase.

Los ojos de Nishinoya brillaron cuando Tanaka le hizo aquella pregunta. Está seguro de que si Azumane se entera de que anda hablando de sus intimidades con Tanaka se molestará. ¡Pero él necesita contárselo a alguien! ¡Ha sido tan excitante! Solo que, ya tendría que haber visto venir la reacción de su amigo cuando se lo contó.

– ¡Que tú qué! ¡Cómo demonios…! ¡Cómo demonios se les ocurre tener sex…!

– ¡Shh! – El líbero tapó la boca de su amigo para callarle.

No estaba para nada bien que se pusiera a gritar aquello como si nada, que todavía están en los pasillos de la escuela. Tanaka le dio un puñetazo en el estómago (no muy fuerte) para que le soltara, tomando grandes bocanadas de aire, entre la impresión y la mano de su amigo impidiéndole respirar normalmente, casi se asfixia. Vale, está exagerando un poquito.

– No hagas escándalo.

– Cómo rayos quieres que me lo tome. Asahi-san y tú no pueden andar haciendo eso en la escuela.

– No es la primera vez ahora que lo pienso.

– ¡Qué!

– Bueno, antes lo hemos hecho en los vestidores.

– ¡Argh, mierda! ¡No me lo recuerdes que todavía estamos en el mismo club!

– Sigo sin entender por qué te sorprendes tanto. Hacer eso con tu pareja es normal, aunque seamos adolescentes. Tú deberías hacerlo también.

– ¡Qué carajo! ¡Ni siquiera tengo novia! ¡Y no significa que si la tuviera lo haría!

– Shh, baja la voz, nos están mirando al pasar.

– Es tu culpa por hablarme de temas tan, tan… ¡argh!

– Por cierto, no tendrías que haber dicho novio en lugar de novia.

– ¿Ah?

– Sí, bueno con eso de que te traes un rollo medio raro con Fujimi.

– ¡¿Ah?!

– Pensé que ustedes tal vez estaban…

– ¡No!

– Aunque también me preocupaba… – Dijo con aire pensativo mientras a su amigo le latían las venitas en la sien… – Me parece que a Ennoshita no le ha sentado bien tu relación con Fujimi. ¿Están en alguna especie de triángulo amoroso ustedes?

– ¡¡No!! ¡Somos amigos, amigos! ¡Joder! – Si tuviera cabello largo, Tanaka seguramente habría tirado de él. Pero como no, pues entonces solo hacía drama y se ponía rojo, azul, luego otra vez rojo y finalmente una bruma depresiva cubría su rostro.

Nishinoya sonrió divertido, le encantaba hacer pasar por estos problemas a Tanaka. Pero la verdad es que estaba curioso porque es verdad que entre esos tres hay una onda rara que le hace pensar en un triángulo amoroso. Lo extraño ahí es que el único gay (oficial, declarado y orgulloso) es Fujimi, Tanaka siempre se las ha dado de ser heterosexual, y Ennoshita es tan borde que es imposible saber si siquiera le atrae el sexo.

Cierto, a lo mejor es asexual.

--//--

– Oye, Kageyama.

– Qué.

– ¿No crees que hoy está haciendo un día muy bonito?

El pelinegro alzó una ceja al escuchar al pelinaranja. No era nada propio de él decir algo así, por lo que no sabía si seguirle la corriente, reírse o ignorarle. La última opción parecía la más aceptable –y acorde a su personalidad–, pero como no tenía ganas de hacerle enojar porque recientemente Hinata ha encontrado factible vengarse de sus cabreos no dejando que le toque, mejor preguntó a qué venía el comentario.

– Eso sonó demasiado a niña.

– Bueno perdóneme sr. macho, pero reconocer un día agradable no tiene nada que ver con eso.

– No te enojes, solo que nunca habías dicho algo así, Hinata.

– Estaba tratando de crear un ambiente romántico aquí, Bakayama… – Gruñó haciendo puchero, el pelinegro volvió la mirada y luego le dio un repentino beso en los labios.

– Vale, ya lo pillo. De ahora en adelante no me burlaré de tus intentos de crear ambientes románticos… – Dijo con una sonrisilla que a ojos del más bajo parecía siniestra.

– Te juro que si usas esto para burlarte de mí…

– No lo haré, promesa… – Su pequeño novio asintió y terminó recostándose en el pasto… – No te vayas a dormir, casi es hora de irnos al gimnasio.

– ¿Te das cuenta, Kageyama?

– De qué.

– Últimamente aprovechamos cada momento para estar solos, antes corríamos al gimnasio ni bien terminaban las clases.

– Es verdad… – Quizá sea porque ahora estamos en una relación. Al menos yo sé que estoy enamorado, pero todavía no estoy seguro de lo que soy para Hinata. ¿Debería preguntarle si todavía somos novios por conveniencia?

--//--

– Tsukki, ¿qué…? – El pecoso no terminó de formular su pregunta porque los labios de su novio cubrieron los suyos por un segundo.

– Vamos este fin de semana, quiero hacerlo contigo.

Tsikishima le había entregado a Yamaguchi el folleto de un hotel que estaba a un par de estaciones de ahí, lo suficientemente apartado y privado como para evitar ser reconocidos por alguien.

– Solo si quieres y estás seguro, claro.

– ¡Sí! – Yamaguchi se sonrojó al darse cuenta de que había elevado demasiado el tono de voz. Pero no podía evitarlo, estaba más emocionado que nunca.

--//--

Luego de haber ido a cenar con Tsukishima y haber pasado un día flotando en las nubes con la proposición de esa mañana, Yamaguchi se fue a la cama luego de la ducha.

– Tienes que secar tu cabello primero, Guchi.

– ¡Fujimi! – Sorprendido por la presencia del ojiazul, se levantó rápidamente… – Qué haces aquí.

– Vine a preguntarte algunas cosas que no entiendo de las clases.

– Oh, bueno no soy precisamente el chico indicado, no soy tan inteligente… – Dijo con una risita.

– Bueno, intentaré con alguien más mañana.

– Pu-puedes mostrarme y si te puedo orientar, lo haré.

– No es necesario.

Silencio incómodo.

– No voy a saltar sobre ti, Guchi.

– Yo, ya sé que no.

– Desde que me pusiste esta restricción de no acercarme tanto a ti y evitar las muestras físicas de afecto, siento que hay una barrera enorme entre nosotros.

– Lo siento, no ha sido mi intención.

– Sé que me pasé mucho contigo, pero era porque en verdad me gustabas… – Las mejillas del pecoso se colorearon, pero el ojiazul pudo verle incomodarse con sus palabras… – En tiempo pasado Guchi, me gustabas. Ya lo he superado.

– Que bien… – Suspiró aliviado… – Quiero decir… – Arrepintiéndose al instante pues se da cuenta de que es sumamente descortés. Pero Fujimi se rió de buena gana…

– En serio, no tienes que preocuparte, ya acepté que el idiota de Tsukishima ganó tu corazón. De hecho estaba perdiendo mi tiempo si intentaba acercarme a ti porque él ya te gustaba desde mucho antes, ¿verdad? – El pecoso asintió.

– Ah, Fujimi-kun, ¿te puedo, hacer una pregunta?

– Seguro…

– C-cómo… cómo es el… eso, entre hombres.

– ¿Quieres saber cómo dos hombres tienen sexo? – El rostro del pecoso se encendió de rubor, y a él le entró otra ronda de risas al verle tan avergonzado… – Tsukishima y tú van a dar el gran paso.

– N-no, es solo… curiosidad… – Yamaguchi sabía que su amigo probablemente no le creería, pero de todas maneras era difícil aceptar así como así que iba a tener relaciones con su novio.

– Vale, te lo explicaré, pero que tu novio no se entere o me descuartiza.

--//--

Takeda estaba escribiendo uno poema cuando llamaron a su puerta. Dejó el lápiz a un lado y fue a atender, aunque ya sabía quién era.

– Buenas noches, Takeda.

– Buenas noches, Ukai.

Saludarse con un beso profundo y cerrar la puerta con la pierna porque no querían separarse. Así sucedía cada vez que se reunían en casa del sensei.

– Traje postre, mamá lo envía.

– Tu mamá me hará ganar peso, cocina delicioso y sus postres son irresistibles.

– Estoy celoso de ella.

– Tonto.

Se internaron en la cocina de sensei para guardar el postre pues primero tenían que cenar, y la comida la había preparado Takeda.

– ¿Qué hago con los documentos que tienes en la mesa, Takeda.

– Oh, espera… – Dejó la cena a medio servir para poder despejar la mesa ratona… – Estaba escribiendo un poco.

– ¿Poesía? – Su novio asintió… – Eres bueno en eso, Takeda. Deberías publicar o algo así.

– No es para tanto… – Comentó con tono avergonzado.

– Pero lo digo en serio. Además tus discursos con los chicos antes de cada partido también son muy buenos.

– Son algo aburridos.

– Claro que no, puede que a veces a algunos les cueste entender algunas de tus palabras, pero en general siempre conseguiste motivarlos acertadamente. Y los poemas que me has mostrado son muy buenos, me estremecen de emoción.

– Tú, estás haciendo que me avergüence… – Dijo mirándole con la cara ruborizada, luego se enredó con sus propios pantalones deportivos y cuando quiso equilibrarse terminó desparramando los papeles.

– ¿Te ayudo?

– Termina de servir la cena, por favor… – Susurró más que avergonzado. Ukai se guardó cualquier comentario al respecto porque no quería ser grosero y mejor fue a hacer lo que le pidió.

Desde la cocina vio a su novio recogiendo los papeles, revisando el título de cada hoja y acomodándolos en cierto orden.

– Supongo que por eso no quería mi ayuda, parece que lo tiene organizado de alguna manera… – Murmuró entre dientes, luego su vista fue de las manos de su novio a otra parte de su anatomía. La vista que le ofreció de su trasero le pinchó directamente en la entrepierna… – Mierda, parezco adolescente excitándome a la mínima insinuación. Y en realidad no es que se me esté insinuando. No, no. Control Ukai, control.

Takeda sintió un escalofrío, volteó hacia la cocina y pilló a Ukai mirándole como si se le fuera a ir encima. Se sonrojó al punto máximo y dejó los papeles en el mueble de la tv antes de que ambos se sentaran a cenar. Estaban callados y algo tensos, no porque estuviesen incómodos o molestos, era más bien del tipo tensión sexual en el aire. Pero habían prometido contenerse lo más posible y no convertir sus visitas en un pretexto para terminar en la cama.

Joder, no voy a resistir esta restricción… – Se lamentó el rubio mentalmente.

--//--

Una de las cosas en que Takeda sensei estuvo trabajando últimamente era un Campamento de entrenamiento inter-escolar con los chicos. Pero un campamento especial, uno donde reunir a las escuelas más significativas en la vida escolar y deportiva del club de voleibol Karasuno. Por eso, cuando recibió una afirmación de parte de los entrenadores de Nekoma, Aoba Johsei y Datekou, se sintió particularmente emocionado. Podrían estar los clubes con los jugadores que participaron en el Inter-High, seguramente sería un poco complicado con tantos adolescentes conviviendo cuando tenían una historia deportiva detrás, pero ha tenido la idea de fortalecer la experiencia de vida de sus chicos.

– Ukai…

– Oh, Takeda, es raro que me llames al trabajo.

– ¿Recuerdas del proyecto que te hablé hace unos días?

– Sí.

– Tenemos luz verde.

– ¿En serio?

– Sí.

– ¡Genial! Hay que comunicarle a los chicos por la tarde. Felicidades Takeda, ha sido por tu perseverancia como siempre.

– Gracias… – Avergonzado por el cumplido de su novio, colgó la llamada. Y anduvo en la nube el resto del día.

Para cuando estuvieron todos reunidos y antes de comenzar el entrenamiento. Anunció junto a Ukai, el dicho programa de entrenamiento interescolar. Había una amplia gama de reacciones ahí.


Continuará……

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