~~*~~
De
los puntos que se deslizan por la red, llegan las sorpresas
La
adrenalina, la emoción que viene de los sueños personales, de las metas en
equipo, el rechinar de los tenis, el sudor, los gritos, las ovaciones, las
sonrisas y el llanto. Todo, todo aquello reunido bajo el mismo techo. Todo ello
bullendo por una sola razón, el Inter-High.
El
primer partido, la primera victoria o la primera derrota. Los diversos clubes
de las diferentes escuelas experimentaron un sabor u otro, no había más
opciones que aquella. Para Karasuno fue un empezar desde cero y comenzar a
mostrar lo diferente que son respecto al torneo anterior. Para otros equipos
como Tokonami venir aquí era como un trámite necesario nada más. Ikejiri había
sabido eso pero aún así el sentimiento de decepción estaba ahí. Incluso si
había tenido oportunidad de hablar un poco con Sawamura después del encuentro,
de pedirle que jugasen también por ellos, que ganaran más y más; estaba también
ahí ese otro sentimiento, esa otra sensación de vacío y congoja.
–
Ah, y yo creyendo todo este tiempo que ya
no importaba más.
Pensamientos
como aquél se continuaron repitiendo en la mente del chico de cabellos café
claro desde ese día. Todo y que han pasado ya un par de semanas. Lo que más le
inquietaba era estar en contacto con Sawamura y no poder hacer nada al respecto
más que conformarse con una linda amistad. Conformarse es lo único que le
queda, ¿cierto?
--//--
Independientemente
de las experiencias en el Inter-High, ahora todos debían volver a sus vidas
como estudiantes e integrantes de su respectivo club. Las condiciones para cada
uno de ellos era diferente, los de tercer año tenían que comenzar a pensar en
la Universidad a la que les gustaría ir y tomar con la debida seriedad el
asunto, pero también tenían otras cosas en mente más que su futuro profesional
y laboral, los asuntos del corazón.
Con
el tiempo avanzando tan vertiginosamente, ocupados con el torneo y
experimentando un montón de vivencias, casi nadie se había puesto a pensar en aquella
otra situación inmediata. El embarazo de Sugawara, y la adorable pancita que
comenzaba a brotarle en la tripa.
–
Como tu estado aún está en desconocimiento de la escuela, tenemos que pensar en
cómo podrás seguir ocultándolo, Sugawara-kun. Algunos de tus maestros se han
acercado a mí para preguntar si tienes problemas en casa porque te han notado
ansioso, dormitas en clase y pides permiso para salir al baño constantemente.
Sé que son síntomas normales para ti, pero no lo son para el resto, no solo para
los docentes sino también para tus compañeros de clase.
–
Yo he tratado de pensar en opciones, pero cuanto más lo hago más me doy cuenta
de que llegará el momento en que no podré hacer mucho para ocultarlo. Al menos
hasta el sexto mes o algo así podría disimular con las ropas holgadas, y
entonces también será invierno así que el exceso de ropa podría funcionar
también. Pero mientras más me acerque a la fecha de parto, no tengo idea de qué
hacer.
–
Entiendo. Bueno, por ahora no te enfoques en el final del embarazo, vamos a
seguir adelante con lo inmediato. Sobre todo, no quiero que te estreses, ¿de
acuerdo? Que la próxima vez que veamos a tu hermoso bebé no está tan lejos como
parece.
Sugawara
se despidió de Takeda sensei agradeciéndole todo el apoyo que le ha brindado,
no solo como alumno, sino también como persona. Como un chico que todavía a
veces se siente asustado de su nueva realidad.
–
Ah, tengo antojo. Mh, bebé, no seas tan
antojadizo durante la escuela… – Pensó mientras andaba por los pasillos y
se le hacía agua la boca porque en su mente le rondaba la imagen de un tazón de
arroz dulce.
–
Suga, ¿ha ido todo bien con sensei?
–
Sí, Dai, nada de qué preocuparse… – Respondió sonriendo lindamente, ladeando el
rostro y colocando las manos en su espalda. Su novio se sonrojó mordiéndose el
labio inferior, ahora mismo le encantaría besarle.
–
No hagas esas expresiones aquí, Suga.
–
¿Eh? – Cuando el peliplatino vio a su novio rascarse distraídamente la nariz,
comprendió a qué se refería. Así que ensanchó la sonrisa y le guiñó el ojo con
aire coqueto. Honestamente era divertido ver a Sawamura aproblemado de esa
manera.
Sawamura
sin embargo no pensaba exactamente lo mismo, internamente lloraba esa
imposibilidad de ser cariñoso con Sugawara como cualquier pareja heterosexual.
Bueno, no es que sea imposible aguantar unas cuantas horas más para cuando las
clases terminen y sea hora de practicar, entonces podría abrazarle y besarle
sin tapujo alguno.
Por
otra parte, Asahi y Nizhinoya tenían sus propios dilemas sentimentales. O
sexuales quizá. El asunto era que, después del torneo, el líbero estaba un
poquito más seductor que antes, todo
y que ese antes ya había estado lleno
de pasión, sin embargo se habían contenido un poco durante el torneo para no
entorpecer su rendimiento físico. Así que ahora, en palabras de Nishinoya,
estaban recuperando el tiempo perdido. Por tanto, durante las clases y visto
que son de grados diferentes, Nishinoya pasaba rato molestándole con textos
subiditos de tono, haciéndole sugerencias lascivas y desesperándole un tanto.
Que tener una erección en plena clase ya era mala señal, un signo de absoluta debilidad para el as de Karasuno,
porque incapaz de controlar las reacciones de su cuerpo, tenía que sufrir las clases sin poder enfocarse
siquiera un 50% en ellas.
–
Baño, baño, baño… – Murmuraba entre dientes mientras salía a toda prisa del
aula mientras se hacía cambio de clase.
Asahi
avanzó por el pasillo hasta los sanitarios, algunos le veían pasar y se
preguntaban si se sentiría bien o si tendría fiebre ya que sudaba y se le
notaba algo sonrojado y tambaleante al caminar. Por supuesto que estaba
afiebrado, pero una mera calentura hormonal.
–
Por qué me haces esto, Yuu… – Gruñó
entre dientes encerrándose en un cubículo. Ni hablar, no tenía opción, hora de
confiar el problema a su mano.
Cuando
estaba por comenzar a masturbarse, tocaron a su puerta. Y aunque un par de
veces insistió en que estaba ocupado, quien estuviera del otro lado parecía
urgentemente necesitar algo ahí, así que, subiéndose el zipper y luchando
contra la excitación punzante en su entrepierna, abrió.
–
¿Yuu? – Oh sorpresa cuando se topó con los expresivos ojos marrones de su
novio… – Q-qué… qué.
–
Shh… – Nishinoya le empujó nuevamente dentro y cerró con pistillo la puerta… –
No hay nadie más ahora, pero alguien podría entrar en cualquier momento, así
que mejor no hagas mucho ruido, Asahi… – Dijo con una sonrisa traviesa,
adentrando su mano entre los pantalones de su novio.
–
Qué crees que haces, Yuu… – Gimió avergonzado y preocupado. Sentado en el
inodoro no pudo controlar la reacción de su cuerpo y mediar con la razón,
Nishinoya ya le estaba acariciando con la lengua su extensión… – Mghh.
–
Silencio… – Le mandó callar con una risita… – Vaya, sí que te has puesto
caliente con lo que te he estado diciendo por móvil, pervertido.
–
Nhh ¿yo soy el pervertido? Túnhh, Yuu, basta.
–
Imposible que me detenga.
–
Estamos en…
–
Sé dónde estamos. Así que, shh… – Acto seguido metió el falo de su novio en su
boca, succionando con ávidez hasta sentir que la enrojecida punta profana su
garganta.
Azumane
hacía hasta lo imposible por mantener sus gemidos bajos, pero se le estaba
yendo de las manos. Que hablando de manos, las suyas jugaban con el cabello de
Nishinoya, enredando sus dedos en los mechones, tirando de ellos cuando le
succionaba más fuerte y tensaba sus músculos en espasmos de placer. Un instante
después se escucharon voces, la puerta abriéndose y risas. Parecían dos o tres
chicos hablando de chicas o algo así, uno de ellos entró al baño a orinar
mientras los otros hacían el tonto apostando sobre quién tenía el pene más
grande. Azumane estaba a punto de volverse loco, entre la adrenalina de ser
pillados y el intenso placer que su novio le estaba proporcionando, su cerebro
podría colapsar.
– Hey,
¿no escuchas algo raro?
– ¿Raro? No sé. Oh, sí.
Pero, qué será.
Azumane
se mordió los labios tan fuerte que se hirió, el sonido de sus gemidos
probablemente podía ser callado así, pero el de las succiones de Nishinoya era
otro tema, los sonidos húmedos de la saliva y el líquido preseminal junto a la
forma en que el más bajo estaba realizando la tarea, era demasiado alto como
para no escuchar.
– Eso suena a…
Luego
el sonido del agua correr y el primer chico saliendo de la ducha con cara de
felicidad.
– Ah, eras tú, idiota.
– Qué. Les dije que
sentía que moría si no venía al baño. La vejiga iba a explotarme.
– Lávate las manos antes
de tocar mi cara, cochino.
Risas
juguetonas y los chicos saliendo de ahí. Azumane casi respiraba aliviado de no
ser porque en una situación así era simplemente imposible respirar siquiera con
normalidad. Sintió un pinchazo en la espina dorsal y sus músculos comenzaron a
contraerse, sabía que estaba a nada de terminar. Pero justo entonces la boca de
Nishinoya lo dejó. Con la vista nublada y ese incómodo dolorcito en su
entrepierna por ser abandonada casi al final, Azumane apenas fue consciente de
que su novio se estaba bajando los pantalones hasta la cadera.
–
Muévete, Asahi.
–
Qué.
–
Rápido, casi suena la campana.
Aturdido
y mareado de placer cortado, Azumane se levantó, vio a su novio levantar la
tapa del inodoro y subir una pierna en el filo mientras inclina la espalda y se
separa los glúteos con las manos.
–
Rápido, córrete dentro de mí.
–
Yuu, estás completamente loco.
Rendido
porque no había caso intentar luchar contra el pensamiento y la acción de su
novio, Azumane sujetó las caderas de Nishinoya con una mano mientras la otra le
ayudaba a perfilarse para la penetración. Entró rápido y nada cortés, cuando
sintió las paredes oprimir su tronco gruñó contra el hombro de su novio
sintiéndose asfixiado, obviamente estaba apretado ahí.
–
Lo siento, ¿te duele mucho?
–
E-estoy, bien. Muévete, Asahi.
Ni
bien Azumane comenzó a moverse, Nishinoya se masturbó al ritmo de las estocadas
que su novio le daba, tuvo que morder su propia camisa para ahogar los gemidos
de placer que se le agolpaban en la garganta. Un minuto después su semen se
derramó en el inodoro mientras que el de su novio le llenaba el interior.
–
Mierda, cómo demonios llegamos a esto, Yuu… – Murmuró contra su oído luego de
haberse recostado en su espalda, cuidando de no dejarle de lleno todo su peso.
–
Es tu culpa, tengo las hormonas todas alteradas por ti, Asahi… – Replicó seguro
de que su deseo sexual se debía nada más que a esto, al amor tan grande que
tiene por su grandote novio.
–
No estoy de acuerdo. No te muevas aún, voy a salir de ti y a limpiarte de
inmediato. Espero que traigas desodorante o algo porque… – Le olió el cuello
rozando su nariz en la sudada piel… – Hueles a sexo, Yuu.
–
Tú igual.
–
Mierda, eres un completo pervertido.
Nishinoya
se rio bajito, dejándose hacer cuando sintió las manos de Azumane separándole
las glúteos para poderle limpiar.
–
Maldición, me mima tanto que es imposible
no amarlo. Además es tan sexy con su cuerpo bien marcado y tan alto. Ah, no sé
qué amo más de ti, Asahi; si tu figura imponente, o la irónica personalidad
dulce que tienes.
--//--
–
Oye, dónde andabas que llegaste apenas a tiempo a la clase.
Los
ojos de Nishinoya brillaron cuando Tanaka le hizo aquella pregunta. Está seguro
de que si Azumane se entera de que anda hablando de sus intimidades con Tanaka
se molestará. ¡Pero él necesita contárselo a alguien! ¡Ha sido tan excitante!
Solo que, ya tendría que haber visto venir la reacción de su amigo cuando se lo
contó.
–
¡Que tú qué! ¡Cómo demonios…! ¡Cómo demonios se les ocurre tener sex…!
–
¡Shh! – El líbero tapó la boca de su amigo para callarle.
No
estaba para nada bien que se pusiera a gritar aquello como si nada, que todavía
están en los pasillos de la escuela. Tanaka le dio un puñetazo en el estómago
(no muy fuerte) para que le soltara, tomando grandes bocanadas de aire, entre
la impresión y la mano de su amigo impidiéndole respirar normalmente, casi se
asfixia. Vale, está exagerando un poquito.
–
No hagas escándalo.
–
Cómo rayos quieres que me lo tome. Asahi-san y tú no pueden andar haciendo eso en la escuela.
–
No es la primera vez ahora que lo pienso.
–
¡Qué!
–
Bueno, antes lo hemos hecho en los vestidores.
–
¡Argh, mierda! ¡No me lo recuerdes que todavía estamos en el mismo club!
–
Sigo sin entender por qué te sorprendes tanto. Hacer eso con tu pareja es normal, aunque seamos adolescentes. Tú
deberías hacerlo también.
–
¡Qué carajo! ¡Ni siquiera tengo novia! ¡Y no significa que si la tuviera lo
haría!
–
Shh, baja la voz, nos están mirando al pasar.
–
Es tu culpa por hablarme de temas tan, tan… ¡argh!
–
Por cierto, no tendrías que haber dicho novio en lugar de novia.
–
¿Ah?
–
Sí, bueno con eso de que te traes un rollo medio raro con Fujimi.
–
¡¿Ah?!
–
Pensé que ustedes tal vez estaban…
–
¡No!
–
Aunque también me preocupaba… – Dijo con aire pensativo mientras a su amigo le
latían las venitas en la sien… – Me parece que a Ennoshita no le ha sentado
bien tu relación con Fujimi. ¿Están en alguna especie de triángulo amoroso
ustedes?
–
¡¡No!! ¡Somos amigos, amigos! ¡Joder! – Si tuviera cabello largo, Tanaka
seguramente habría tirado de él. Pero como no, pues entonces solo hacía drama y
se ponía rojo, azul, luego otra vez rojo y finalmente una bruma depresiva
cubría su rostro.
Nishinoya
sonrió divertido, le encantaba hacer pasar por estos problemas a Tanaka. Pero
la verdad es que estaba curioso porque es verdad que entre esos tres hay una
onda rara que le hace pensar en un triángulo amoroso. Lo extraño ahí es que el
único gay (oficial, declarado y orgulloso) es Fujimi, Tanaka siempre se las ha
dado de ser heterosexual, y Ennoshita es tan borde que es imposible saber si
siquiera le atrae el sexo.
–
Cierto, a lo mejor es asexual.
--//--
–
Oye, Kageyama.
–
Qué.
–
¿No crees que hoy está haciendo un día muy bonito?
El
pelinegro alzó una ceja al escuchar al pelinaranja. No era nada propio de él
decir algo así, por lo que no sabía si seguirle la corriente, reírse o
ignorarle. La última opción parecía la más aceptable –y acorde a su
personalidad–, pero como no tenía ganas de hacerle enojar porque recientemente
Hinata ha encontrado factible vengarse de sus cabreos no dejando que le toque,
mejor preguntó a qué venía el comentario.
–
Eso sonó demasiado a niña.
–
Bueno perdóneme sr. macho, pero
reconocer un día agradable no tiene nada que ver con eso.
–
No te enojes, solo que nunca habías dicho algo así, Hinata.
–
Estaba tratando de crear un ambiente romántico aquí, Bakayama… – Gruñó haciendo
puchero, el pelinegro volvió la mirada y luego le dio un repentino beso en los
labios.
–
Vale, ya lo pillo. De ahora en adelante no me burlaré de tus intentos de crear
ambientes románticos… – Dijo con una sonrisilla que a ojos del más bajo parecía
siniestra.
–
Te juro que si usas esto para burlarte de mí…
–
No lo haré, promesa… – Su pequeño novio asintió y terminó recostándose en el
pasto… – No te vayas a dormir, casi es hora de irnos al gimnasio.
–
¿Te das cuenta, Kageyama?
–
De qué.
–
Últimamente aprovechamos cada momento para estar solos, antes corríamos al
gimnasio ni bien terminaban las clases.
–
Es verdad… – Quizá sea porque ahora
estamos en una relación. Al menos yo sé que estoy enamorado, pero todavía no
estoy seguro de lo que soy para Hinata. ¿Debería preguntarle si todavía somos
novios por conveniencia?
--//--
–
Tsukki, ¿qué…? – El pecoso no terminó de formular su pregunta porque los labios
de su novio cubrieron los suyos por un segundo.
–
Vamos este fin de semana, quiero hacerlo
contigo.
Tsikishima
le había entregado a Yamaguchi el folleto de un hotel que estaba a un par de
estaciones de ahí, lo suficientemente apartado y privado como para evitar ser
reconocidos por alguien.
–
Solo si quieres y estás seguro, claro.
–
¡Sí! – Yamaguchi se sonrojó al darse cuenta de que había elevado demasiado el
tono de voz. Pero no podía evitarlo, estaba más emocionado que nunca.
--//--
Luego
de haber ido a cenar con Tsukishima y haber pasado un día flotando en las nubes
con la proposición de esa mañana, Yamaguchi se fue a la cama luego de la ducha.
–
Tienes que secar tu cabello primero, Guchi.
–
¡Fujimi! – Sorprendido por la presencia del ojiazul, se levantó rápidamente… –
Qué haces aquí.
–
Vine a preguntarte algunas cosas que no entiendo de las clases.
–
Oh, bueno no soy precisamente el chico indicado, no soy tan inteligente… – Dijo
con una risita.
–
Bueno, intentaré con alguien más mañana.
–
Pu-puedes mostrarme y si te puedo orientar, lo haré.
–
No es necesario.
Silencio
incómodo.
–
No voy a saltar sobre ti, Guchi.
–
Yo, ya sé que no.
–
Desde que me pusiste esta restricción de no acercarme tanto a ti y evitar las
muestras físicas de afecto, siento que hay una barrera enorme entre nosotros.
–
Lo siento, no ha sido mi intención.
–
Sé que me pasé mucho contigo, pero era porque en verdad me gustabas… – Las
mejillas del pecoso se colorearon, pero el ojiazul pudo verle incomodarse con
sus palabras… – En tiempo pasado Guchi, me gustabas. Ya lo he superado.
–
Que bien… – Suspiró aliviado… – Quiero decir… – Arrepintiéndose al instante
pues se da cuenta de que es sumamente descortés. Pero Fujimi se rió de buena
gana…
–
En serio, no tienes que preocuparte, ya acepté que el idiota de Tsukishima ganó
tu corazón. De hecho estaba perdiendo mi tiempo si intentaba acercarme a ti
porque él ya te gustaba desde mucho antes, ¿verdad? – El pecoso asintió.
–
Ah, Fujimi-kun, ¿te puedo, hacer una pregunta?
–
Seguro…
–
C-cómo… cómo es el… eso, entre
hombres.
–
¿Quieres saber cómo dos hombres tienen sexo? – El rostro del pecoso se encendió
de rubor, y a él le entró otra ronda de risas al verle tan avergonzado… – Tsukishima
y tú van a dar el gran paso.
–
N-no, es solo… curiosidad… – Yamaguchi sabía que su amigo probablemente no le
creería, pero de todas maneras era difícil aceptar así como así que iba a tener
relaciones con su novio.
–
Vale, te lo explicaré, pero que tu novio no se entere o me descuartiza.
--//--
Takeda
estaba escribiendo uno poema cuando llamaron a su puerta. Dejó el lápiz a un
lado y fue a atender, aunque ya sabía quién era.
–
Buenas noches, Takeda.
–
Buenas noches, Ukai.
Saludarse
con un beso profundo y cerrar la puerta con la pierna porque no querían
separarse. Así sucedía cada vez que se reunían en casa del sensei.
–
Traje postre, mamá lo envía.
–
Tu mamá me hará ganar peso, cocina delicioso y sus postres son irresistibles.
–
Estoy celoso de ella.
–
Tonto.
Se
internaron en la cocina de sensei para guardar el postre pues primero tenían
que cenar, y la comida la había preparado Takeda.
–
¿Qué hago con los documentos que tienes en la mesa, Takeda.
–
Oh, espera… – Dejó la cena a medio servir para poder despejar la mesa ratona… –
Estaba escribiendo un poco.
–
¿Poesía? – Su novio asintió… – Eres bueno en eso, Takeda. Deberías publicar o
algo así.
–
No es para tanto… – Comentó con tono avergonzado.
–
Pero lo digo en serio. Además tus discursos con los chicos antes de cada
partido también son muy buenos.
–
Son algo aburridos.
–
Claro que no, puede que a veces a algunos les cueste entender algunas de tus
palabras, pero en general siempre conseguiste motivarlos acertadamente. Y los
poemas que me has mostrado son muy buenos, me estremecen de emoción.
–
Tú, estás haciendo que me avergüence… – Dijo mirándole con la cara ruborizada,
luego se enredó con sus propios pantalones deportivos y cuando quiso
equilibrarse terminó desparramando los papeles.
–
¿Te ayudo?
–
Termina de servir la cena, por favor… – Susurró más que avergonzado. Ukai se
guardó cualquier comentario al respecto porque no quería ser grosero y mejor
fue a hacer lo que le pidió.
Desde
la cocina vio a su novio recogiendo los papeles, revisando el título de cada
hoja y acomodándolos en cierto orden.
–
Supongo que por eso no quería mi ayuda, parece que lo tiene organizado de
alguna manera… – Murmuró entre dientes, luego su vista fue de las manos de su
novio a otra parte de su anatomía. La vista que le ofreció de su trasero le
pinchó directamente en la entrepierna… – Mierda,
parezco adolescente excitándome a la mínima insinuación. Y en realidad no es
que se me esté insinuando. No, no. Control Ukai, control.
Takeda
sintió un escalofrío, volteó hacia la cocina y pilló a Ukai mirándole como si
se le fuera a ir encima. Se sonrojó al punto máximo y dejó los papeles en el
mueble de la tv antes de que ambos se sentaran a cenar. Estaban callados y algo
tensos, no porque estuviesen incómodos o molestos, era más bien del tipo tensión sexual en el aire. Pero habían
prometido contenerse lo más posible y no convertir sus visitas en un pretexto
para terminar en la cama.
–
Joder, no voy a resistir esta restricción…
– Se lamentó el rubio mentalmente.
--//--
Una
de las cosas en que Takeda sensei estuvo trabajando últimamente era un Campamento de entrenamiento inter-escolar
con los chicos. Pero un campamento especial, uno donde reunir a las escuelas
más significativas en la vida escolar y
deportiva del club de voleibol Karasuno. Por eso, cuando recibió una
afirmación de parte de los entrenadores de Nekoma, Aoba Johsei y Datekou, se
sintió particularmente emocionado. Podrían estar los clubes con los jugadores
que participaron en el Inter-High, seguramente sería un poco complicado con
tantos adolescentes conviviendo cuando tenían una historia deportiva detrás,
pero ha tenido la idea de fortalecer la experiencia de vida de sus chicos.
–
Ukai…
–
Oh, Takeda, es raro que me llames al trabajo.
–
¿Recuerdas del proyecto que te hablé hace unos días?
–
Sí.
–
Tenemos luz verde.
–
¿En serio?
–
Sí.
–
¡Genial! Hay que comunicarle a los chicos por la tarde. Felicidades Takeda, ha
sido por tu perseverancia como siempre.
–
Gracias… – Avergonzado por el cumplido de su novio, colgó la llamada. Y anduvo
en la nube el resto del día.
Para
cuando estuvieron todos reunidos y antes de comenzar el entrenamiento. Anunció
junto a Ukai, el dicho programa de entrenamiento interescolar. Había una amplia
gama de reacciones ahí.
Continuará……
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