De recuerdos divertidos a presentes
honrosos
Fujimi
estaba honestamente satisfecho, ahora que su equipo de trabajo se formaba
finalmente, él no podía más que pensar que todo estaba marchando mejor de lo
que había esperado. Y es que, todos estaban ahí.
—
Akaashi-san, Bokuto-san, es un honor que estén aquí. ¿Listos para comenzar?
—
Solo quiero aclarar una cosa antes de iniciar, ¡Akaashi es mío! — El búho dijo,
con tal ímpetu característico de su personalidad, que Fujimi atinó a ladear el
rostro con expresión confusa, mientras que Akaashi suspiraba. Tan típico de su
novio.
—
Sí, bueno, no hay ¿problema? Es decir, estaba perfectamente enterado de su
relación, por lo que, es cosa de ustedes acerca de cómo son posesivos el uno
con el otro.
—
Es Bokuto el único posesivo, a mí me da igual… — Dijo el muchacho, dispuesto a
ignorar la rabieta que, sabe, vendrá a continuación.
—
¡Ah! ¡Cómo que te da igual! ¡Qué clase de novio eres, Akaashi!
El
muchacho le ignoró de momento, y es que le conoce lo suficiente como para saber
cuáles serán sus reacciones dependiendo de cada situación. Y era honestamente
tan fácil “calmarlo”, que a veces, solo a veces, se sentía un poquito culpable
por manipularle a su manera.
—
Aunque él también me manipula. Es decir,
estamos aquí porque él fue el más entusiasmado.
—
Bueno, entonces ya que estamos en buenos términos, les mostraré las
instalaciones.
Y
el tiempo pasó volando, para cuando los colores nacarados del atardecer
cubrieron el firmamento, los búhos no
tuvieron más opción que aceptar la invitación de Fujimi para cenar en casa
junto a su esposo y sus padres. La situación se volvió extrañamente agradable,
pese a que Ikejiri no había tenido mayor contacto con los chicos en el pasado,
salvo por uno o dos campamentos en los que terminó arrastrado por su, en aquel
entonces, novio.
—
La cena estuvo deliciosa, señor, señora, Ikejiri-san… — Akaashi dijo con sumo
respeto, con ese tono tan educado y formal para dirigirse a las personas.
—
Por el contrario, esperamos que pueda repetirse en el futuro, ya que ahora
vivirán en la ciudad y trabajarán junto a nuestro hijo, creo que haremos
reuniones más a menudo.
—
¡Estaremos encantados de volver, Fujimi-san! ¡Cocina delicioso!
—
Oh… — La mujer se rio suavemente… — Pero querido, no he sido yo.
—
¿Eh?
—
Ha sido mi encantador yerno~ Hayato-kun tiene una sazón exquisita, ¿verdad?
Como la de un chef de talle internacional.
—
Hanna-san…
—
Oh dios mío, discúlpame Hayato-kun, no tenía intención de avergonzarte, es solo
que en verdad me encanta tu cocina, y he aprendido bastante de ti. ¿Dónde más
vas a encontrar una suegra que aprenda de cocina con su yerno? ¡Soy especial!
Akaashi
y Bokuto estaban ahí, observando pasmados la peculiar conversación de parte de
la familia Fujimi. Arita sonrió con un dejo de bochorno –y tomó nota mental de
disculparse más tarde con su esposo por las situaciones vergonzosas en que
siempre terminaba metido cuando visitaban a sus padres–.
— Aunque
es mejor que se lleven bien. A veces mamá lo trata con más cariño que a mí,
pero es una sensación bastante buena. Y papá también adora a Hayato, aunque no
lo expresa con la misma actitud que mamá. Y, oh, me estoy perdiendo en mis
pensamientos. Akaashi-san y Bokuto-san deben estar cansados.
—
Cariño, creo que debemos despedir apropiadamente a los invitados de Arita.
—
¡Oh, sí! ¡Mis disculpas~!
—
Yo los llevaré a casa. Hayato, vamos.
—
Sí. Buenas noches, Hanna-san, Ibuki-san.
Tras
despedirse de los Sres. Fujimi, Arita condujo hasta el que sería el nuevo hogar
de los recién llegados ese día. Un departamento en una zona residencial a unos
veinte minutos del complejo deportivo donde todo arrancaría formalmente en una
semana. La inauguración prometía atraer bastante atención de rubros
gubernamentales y privados.
—
Mañana habrá una primera reunión de trabajo con todos los demás.
—
Así que te presentarás formalmente como el Presidente, eh.
—
Bokuto-san, compórtate.
—
Pero no he dicho nada grosero, Akaashi.
—
Tiene razón, no lo ha hecho. Entonces, cuento con ustedes, un coche pasará a
recogerlos a temprana hora, ya que todavía será difícil para ustedes moverse
por la ciudad sin conocer.
—
Está bien, podemos arreglárnosla, Fujimi-san. Por favor, solo necesitamos las
indicaciones acerca de dónde tomar el tren o el autobús.
—
Sí, déjeselo todo a Akaashi, es bueno con eso.
—
Tú también vas a cooperar, Bokuto-san.
—
¿Qué? Yo solo voy a seguirte… — Dijo, sonriendo con ese toque juguetón que su
novio le conocía. Y que obtuvo justamente de él una impávida expresión de
indiferencia que, el búho mayor de todas formas sabía, significaba que no le
entraba en gracia su respuesta.
Fujimi
se rio divertido, Ikejiri se limitó a sonreír, todavía no se sentía lo
suficientemente confiado con ellos como para tratarles como a sus amigos. Un
par de minutos después el joven matrimonio se retiró, no sin antes advertir a
los búhos que tendrían vecinos con los que seguro se llevarían bien.
—
Ah, Akaashi-kun y Bokuto-kun.
Y
no tardaron en descubrir de quiénes se trataba.
— Moniwa-san,
Kamasaki-san.
— ¡Hey, hey,
hey! ¡Pero qué agradable
sorpresa!
—
No se te quita lo ruidoso, Bokuto.
—
Kamasaki-kun~ ¿quieres problemas?
—
¡Cómo si pudieras!
Kamasaki
y Bokuto se echaron a reír como un par de locos, sus respectivas parejas les
ignoraron en tanto se saludaban amablemente.
—
Fujimi-san dijo que tendríamos vecinos, pero no tenía idea de que se tratara de
ustedes, Akaashi-kun.
—
Sí, ha sido lo mismo para mí. Pero es bueno saber que podré convivir con
personas menos ruidosas que Bokuto-san.
Moniwa
sonrió entre divertido y tímido.
—
Sí, bueno. Futakuchi y Aone también son vecinos.
—
Oh, eso es bueno.
—
Viven en el siguiente piso, hoy deben estar cansados con la mudanza y todo,
pero si mañana está bien, qué tal cenar en casa, prepararé algo delicioso.
—
Moniwa-san es amable, nos uniremos sin dudar.
—
¡Akaashi! ¡Y cuándo vamos a tener un poco de tiempo a solas!
—
Qué grosero, Bokuto-san, es una invitación formal.
—
¡No es verdad!
—
¡Ah! ¡Te atreves a negar nuestra invitación!
Moniwa
suspiró. No es que Bokuto y Kamasaki se hubieran conocido por demasiado tiempo,
han coincidido por casualidad en un par de campamentos en el pasado, junto a
los chicos de Karasuno y Nekoma.
—
Debe ser que entre ruidosos se entienden…
— Pensó, suspirando con resignación y tirando de su novio para volver a
casa… — Vamos, Nori ya debe haberse despertado con tanto grito.
—
Oh, Nori es su pequeño, ¿verdad?
—
Sí, casi cumple los seis… — Moniwa respondió con orgullo.
—
Yo tengo un crío de casi 26, pero seguro que si se juntan se llevan bien.
—
¡A quién llamas crío, Akaashi!
—
Deja de alzar la voz, despertarás a Nori, Bokuto-san.
Algunos
encuentros solo podían estar destinados a. A funcionar de alguna manera.
…
La
primera reunión de trabajo se llevó a cabo sin complicación alguna. Ciertamente
Fujimi Arita se movía como pez en el agua
hablando de negocios y todo, y no era para nada un hablador, se le notaba que
se había empeñado en estudiar también lo suficiente sobre todos los deportes en
general para conocer de su propio ambicioso objetivo. Casi siete horas después,
todos abandonaron las instalaciones del Complejo Deportivo y se reunieron en
los amplios jardines para compartir un momento de honesta amistad.
La
sensación eran, por supuesto, Akaashi y Bokuto. Lo que de paso no le entraba en
gracia a Oikawa, acostumbrado a ser el centro de atención.
—
Llevas todo el día quejándote, Tooru, así que córtala ya.
—
Pero Iwa-chan~ ¡me han estado ignorando!
—
Todos, siempre lo hacen.
—
¡Qué malo eres Iwa-chan~!
—
Si no puedes con ello, solo resígnate.
—
Iwa-chan~ — Aunque gimoteara, nadie más que su novio le estaba haciendo caso.
Por
otro lado, curioso por naturaleza, e incapaz de guardarse las palabras, Hinata
estaba siendo un poquito indiscreto.
—
Akaashi-san, siempre he tenido la duda, ¿cuándo comenzó a salir con Bokuto-san?
—
¿Cuándo? — El búho menor lo pensó. Durante un par de minutos. Y la paciencia
del pelinaranja estaba llegando a su límite, se le notaba en la cara… — Bueno,
pensándolo detenidamente, si te refieres a cuándo se confesó o me pidió ser su
pareja, eso nunca pasó.
—
¡Qué! — Y no fue solo Hinata, sino varios más de los que estaban con el oído
aguzado, se sorprendieron al escucharlo.
—
Porque Bokuto es un búho idiota… — Kuroo comentó, con esa mordaz lengua suya.
—
¡No me llames idiota, Kuroo!
—
Pero lo eres.
—
Entonces, ustedes no están saliendo… — Kenma añadió, con tono monótono.
—
¡Sí lo estamos, Akaashi es mío! — Exclamó. Aunque la mayoría ahí ya no estaban
seguros si estaba defendiendo su relación, o actuaba como cuando se le
provocaba tratándose de voleibol.
—
Kenma-san, ¿ha insinuado entonces que soy un chico soltero?
—
Sí. Si Bokuto no se confesó, entonces pienso que solo alardea de su amor por
ti.
—
Oh, soy un chico soltero.
—
¡Que no lo eres, Akaashi!
—
Pero, nunca te confesaste, ni me pediste salir contigo. En realidad, ha sido
más como ir con la corriente. La primera vez que me besaste se sintió bien, así
que en adelante solo me dejé llevar por Bokuto-san ya que se sentía bien todo
lo que hacía.
—
Nh, eso no es algo muy personal, Akaashi-kun.
—
¿Lo es, Sugawara-san?
—
Creo que es un tema que deberían hablar y resolver solo ustedes dos… — El
peliplatino sonrió afable.
Y
luego Kenma se sonrojó ligeramente, porque antes ha hecho los comentarios casi
sin pensar. Quizá un poco contagiado de la lengua mordaz de su novio. Pero que
Sugawara pusiese un poco de orden, a él solo le dejaba esa sensación de haber
hecho algo malo.
—
¡Quién quiere jugar un partido ahora! — Oikawa propuso repentinamente.
Y,
por supuesto, prácticamente todos se anotaron al instante. Aunque solo Iwaizumi
comprendía la verdadera razón por la que su novio había sugerido aquello.
—
Bueno, a su manera consiguió alejar la
atención de Akaashi y Bokuto hacia algo diferente. Aunque él sigue siendo
ignorado por Hinata y Kageyama… — Iwaizumi sonrió mientras se preparaba
para el partido amistoso.
Hijas
e hijos de las diferentes familias estaban también ahí, con sus “madres” jugando
en el área infantil, pasaron del soccer al voleibol y hasta el basquetbol, pero
terminaron ensuciándose con tierra en los amplios areneros, o haciendo
malabares en el gimnasio abierto.
Algunos
como Hinata y Yamaguchi tuvieron que conformarse con mirar a sus parejas jugar,
ya que la tripa les impedía participar. Pero de los dos, el pelinaranja era el
más ansioso, se le notaba en la brillante mirada.
—
Hinata.
—
Mh.
—
¿Volverás a jugar cuando hayas tenido a tu bebé?
—
¡Lo haré! Pero, cuando esté un poco crecidito y no me necesite tanto. Así que
no será de inmediato. ¿Por qué? ¿Tú no?
—
Supongo que sí, pero no es como si tuviera posibilidades de jugar mucho
saliendo de la universidad. En cambio, a Tsukki le siguen llegando ofertas para
equipos profesionales, incluso para el equipo nacional.
—
Con Tobio pasa lo mismo. Pero él dice que no irá, quiere dedicarse a ser un
buen padre, y este trabajo que acaba de tomar llenará el hueco que quede.
Aunque yo no creo que sea tan sencillo. Trabajar aquí, jugar voleibol, son
cosas completamente diferentes.
—
Pero Kageyama seguro sabe lo que hace. Está tomando decisiones pensando en su
hijo y en ti, no solo en él mismo. Pienso que Tsukki hace lo mismo.
—
Sí, es de esa manera.
—
¿No estás conforme?
—
Yamaguchi, ¿tú lo estás? Sabiendo que Tsukishima tiene el talento para hacer
más que trabajar aquí. Yo, en las últimas semanas, llegué a dudarlo. Pero Tobio
cada vez dice que esto es lo mejor, es un futuro económico más estable.
El
pecoso suspiró, mirando a su novio junto a los demás sudar bajo el sol de la
tarde, entusiasmados como si fueran los adolescentes de hace unos cuantos años
atrás.
…Flashback…
Los
campamentos previos al Torneo de Primavera eran una costumbre en las diversas
regiones del país, algunos más populares que otros, dependiendo en gran medida de
la fuerza de las escuelas que participaban de ellos. En el caso de Karasuno,
gracias a la amistad que Takeda sensei había conseguido con el entrenador
Nekomata, y a decir verdad también las influencias económicas del padre de
Fujimi –y el mismo adolescente– converger junto a Nekoma y Aoba, y en el último
año, también con Fukurodani en campamentos en sitios exóticos que les
ofrecieran una oportunidad de crecimiento más amplia –como hacerlo en lugares montañosos,
pero con instalaciones adecuadas–, se volvió una forma para todos los
adolescentes de establecer estrechas amistades entre sí. Algunas más evidentes
que otras, después de todo se jugaban también aspectos de personalidad y de
curiosidad.
Pero,
cada día durante la semana que pasaban juntos, era una guerra sin tregua por
demostrar cuál de los tres era el mejor equipo. Y cada uno de ellos daba lo
mejor de sí sin dudar. Durante el campamento en que participaron por última vez
los de tercer año de cada escuela, todo se volvió más significativo. Aunque los
partidos de práctica eran “iguales” a cualquier otro, los juegos y cualquier
otro momento de convivencia como los momentos de alimentación o la ducha, así
como las interminables ideas alocadas de Oikawa, Futakuchi y Nishinoya, eran
más bien, emotivos.
—
Un reto para ver cuál es la mejor pareja de setter-rematador, ¿no deja eso a
muchos de nosotros fuera, Oikawa?
—
Pero es cuestión de orgullo, no pienso perder contra mi kohai, ¡entienden, Tobio-chan,
Chibi-chan!
—
Así que solo quieres fastidiarlos.
—
¡Por supuesto!
—
Yo no quiero… — Kenma dijo, volviendo su atención a su videojuego, sentándose
casualmente junto a Kuroo, consiguiendo que la venita en la sien de Oikawa
palpitara con disgusto.
—
Mi corazón ha hablado, Oikawa.
—
¡Cobardes! — Gimoteó ofendido.
—
Yo también paso.
—
¡Akaashi, no podemos pasar!
—
Pero no quiero jugar más, estoy cansado.
—
¡Vamos, no seas aburrido!
El
búho de cabellos negros ignoró a su amigo, yendo junto a sus compañeros de
equipo a sentarse y descansar un poco, tomando un poco de fruta mientras tanto.
—
Oikawa, solo di que quieres un encuentro amistoso contra Kageyama y Hinata.
—
Pero si es así se volverá aburrido, quiero ver cuánto han mejorado todos los
demás.
—
¿No tienes suficiente con los partidos de práctica?
—
Allí juegan con todos, yo quiero que esto sea más, personal.
—
¡Olvídalo! — Fue la resolución del resto.
—
Mejor juguemos algo más divertido, Oikawa… — Nishinoya levantó la mano con
entusiasmo… — Formamos equipos, nos atamos por la cintura con una cuerda y
vemos qué equipo es más veloz, pero tenemos que poner algunos obstáculos.
—
Más ejercicio… — Murmuraron algunos, con menos entusiasmo que los más activos
de cada equipo.
Pero
por supuesto, Hinata, Bokuto, Lev, Futakuchi, Inuoka y mismo Nishinoya fueron
los más interesados. El resto simplemente fue arrastrado por la corriente.
…Flashback…
—
¡Cuidado con la pelota, Yamaguchi!
La
advertencia le llegó apenas a tiempo, esquivando el pelotazo con buenos
reflejos, suspirando al hacerlo. También porque habían interrumpido su paseo
por los recuerdos.
—
¡Por qué golpeas tan fuerte, Bokuto!
—
Se me fue la mano, ¡fue la emoción!
—
Tadashi, ¿estás bien?
—
Estoy bien, no es la primera vez que una pelota a esa velocidad viene en mi
dirección, Kei.
—
De todas maneras, por qué no toman un poco más de distancia. Dudo mucho que
Bokuto consiga controlar sus ataques.
—
Está bien, nos sentaremos más allá… — El pecoso arrastró a Hinata varios metros
más retirado. Aunque el pelinaranja alegaba que así no veía igual. De todas
formas Kageyama también le gritoneó que se alejara.
—
¿Seguro que estás bien?
—
Sí, Kei.
—
Es que pareces distraído.
—
Porque me estaba acordando de un campamento que tuvimos con todos.
—
Oh, esos tiempos.
—
No lo digas como si hiciera tanto. Solo unos cuantos años. Además, realmente me
gustan todos esos recuerdos.
—
Nh… — El rubio chasqueó la lengua. No está completamente de acuerdo. Sobre todo
de ese campamento, tiene recuerdos bastante vergonzosos.
…
Hinata
estaba caprichoso, y con rebosantes siete meses de gestación, que Kageyama no
le prestara su total atención le crispaba los nervios. Y en ocasiones se
molestaba por nada, y en otras se soltaba a llorar a mares, o también se ponía
seductor, entrometiéndose entre el trabajo y su propio deseo. Kageyama no es
tonto –aunque el terreno emocional seguía lleno de nuevas experiencias para
él–, y sabe que todo este comportamiento es debido al embarazo mismo. Sobre
todo, considerando lo avanzado de su estado.
—
Tobio~ deja de leer eso y mímame~.
—
Pero tengo que hacer un informe para mañana a primera hora, Shoyo.
—
¿Es más importante eso que yo? — Gimoteó.
—
Esto es trabajo, y el trabajo es lo que permite tener el dinero para ser
independientes y tener todo lo que tenemos. Dame unos minutos más, ¿sí?
—
Pero dijiste eso hace media hora~.
—
Bien, una hora. Y te prometo que tendrás mi absoluta atención.
—
¡Eres tan malo~!
—
Sí, sí, el peor novio del mundo… — Dijo, con un tono entre sarcástico y
cariñoso, levantándose apenas para ir y darle un beso, acariciarle la tripa en
el acto.
—
Tonto, me das puras probaditas~… — Gimió pucheroso, anclando sus brazos en el
cuello del pelinegro, negándose en soltarle.
—
Shoyo, vamos, una hora.
—
¿No puede ser media? — Preguntó con tono sexy, lamiéndole la línea del cuello.
Kageyama sintió que se le aceleraba el pulso.
—
Está bien, media, ahora suelta y deja de coquetearme.
Hinata
sonrió victorioso, levantándose y yendo a la cocina para prepararse algún
aperitivo en lo que Kageyama se desocupaba. Esta vida, realmente le gustaba.
…
Yaku
estaba nuevamente ahí, en la consulta con los resultados en sus manos, pero esa
vez no estaba solo. Se las había ingeniado para hablar seriamente –y el tono
serio había sido el gran logro– con Lev, que al principio pensó que era alguna
broma, o una excusa para zafarse de todo el asunto de la paternidad y más. Hoy,
sin embargo, se había hecho nuevas pruebas, no para definir si podía
embarazarse, sino que directamente para saber si estaba embarazado, ya que
había presentado algunos síntomas en el último mes.
—
Si da negativo…
—
No lo hará, Yaku-san.
—
Pero, si lo da, Lev, lo seguiremos intentando, ¿está bien? No voy a rendirme
con esto, porque realmente quiero tener una familia contigo.
El
mestizo asintió, mirándole directamente a los ojos, sujetando su mano y dándole
un apretón, luego un beso en la mejilla y respirando profundamente cuando su
novio finalmente leyó los resultados finales de su examen. La realidad no fue
buena, y los ojos se le aguaron.
—
Yaku-san.
—
No lo estoy, Lev. No estoy embarazado.
Ambos
muchachos sintieron el peso de la realidad apretándoles el corazón. Pero
también estaban seguros de que este trago amargo pasaría, y sin importar los
años que pasaran, algún día el resultado sería positivo.
…
Ennoshita
y Tanaka se estaban coordinando para aprovechar el momento del almuerzo e ir
por su hijo Denji a la escuela, ya que él se encontraba en su primer año de la
educación elemental, no estaba en la guardería del Complejo Deportivo, como si
lo estaban los más pequeños como las gemelas de Oikawa e Iwaizumi, Shiori y
Sora, junto a otros niños del numeroso personal que engrosaba la nómina del
complejo.
—
¡Mamá, papá! — Denji siempre los recibía con entusiasmo, corriendo hacia ellos
y hablando de las cosas que aprendía en clase, o de lo que jugaba con sus
amigos… — Hoy hemos ido a nadar~.
—
¿Has aprendido bien, Denji?
—
Sí~ sensei incluso me felicitó.
—
¡Eso es genial!
De
vuelta al trabajo, Ennoshita y Tanaka conversaban con su hijo, reían y
planeaban junto a él el resto del día, ya que aún les restaban algunas horas de
trabajo en el Complejo Deportivo, Denji les acompañaba todas las tardes, hacía
sus tareas y de paso observaba a la gran cantidad de talentos de todas las
edades que entrenaban ahí.
—
Denji, ¿te gusta algún deporte en particular?
—
Me gustan todos.
—
Eso está muy bien, pero si en algún momento alguno te gusta más que los otros,
no dudes en decirnos, ¿sí?
—
¡Sí~!
Así,
como ellos con su pequeño, el resto de las familias interactuaban a su manera
con sus respectivos hijos. De entre todos, Sugawara y Takeda habían optado por
continuar con sus respectivos empleos, por lo que ellos solían cuidar de sus hijos
mientras sus respectivas parejas volvían a casa. Ocasionalmente iban a su
encuentro algunos momentos antes de la salida, para que sus hijos tuvieran
oportunidad de ver a otros en los entrenamientos de los diversos deportes.
Y
de aquella manera también, todos estaban comenzando a ponerse ansiosos pues se
acercaba la fecha de nacimiento de los bebés de Hinata y Yamaguchi. Estaban ya
sobre el noveno mes, así que todo era cuestión de tiempo.
Fujimi
había querido darles vacaciones, pero tanto Kageyama como Tsukishima se habían
negado, preferían tenerlas después de que nacieran, considerando que serían las
primeras semanas, lo más pesado para todos.
—
Los chicos siguen fastidiando porque decidimos no conocer el sexo de nuestro
bebé, todos los días replican que no pueden comprar regalos adecuados debido a
eso.
—
Vamos, Kei, es normal que se sientan inquietos. Pero, nosotros también tuvimos
algunas dificultades eligiendo algunas cosas para nuestro bebé porque tú
siempre te inclinabas con las cosas para varón, y yo para niña… — Yamaguchi
sonreía, dejándose hacer mientras su novio le ayudaba a asearse en la tina de
baño… — Ngh.
—
¿Otra contracción?
—
Sí.
—
Comienzas a tenerles más seguidas.
—
Lo sé, pero no creo que sea tiempo aún.
Tuskishima
asintió. Luego de pronto el tono del teléfono sonó desde la estancia. Corrió a
atender y volvió con el inalámbrico pegado a la oreja, no quería dejar solo a
su novio por nada.
—
¿Eh? Ya veo, mh, iremos para allá en unos momentos más, Tadashi está terminando
de ducharse… — Dijo, y luego colgó.
—
¿Todo bien?
—
Sí. Hinata y Kageyama están en la clínica, al parecer su bebé decidió que ya es
momento de nacer.
Yamaguchi
ahogó un chillido de impresión y alegría. Luego todo fue vertiginoso. El pecoso
exigió salir de inmediato, cambiarse e ir donde sus amigos. Y justo cuando
entró a la clínica lo sintió.
—
Kei.
—
¿Qué sucede?
—
Creo que, es el momento también.
Continuará…
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