jueves, 29 de diciembre de 2016

Match Point. PARTE 4.



De recuerdos divertidos a presentes honrosos


Fujimi estaba honestamente satisfecho, ahora que su equipo de trabajo se formaba finalmente, él no podía más que pensar que todo estaba marchando mejor de lo que había esperado. Y es que, todos estaban ahí.

— Akaashi-san, Bokuto-san, es un honor que estén aquí. ¿Listos para comenzar?

— Solo quiero aclarar una cosa antes de iniciar, ¡Akaashi es mío! — El búho dijo, con tal ímpetu característico de su personalidad, que Fujimi atinó a ladear el rostro con expresión confusa, mientras que Akaashi suspiraba. Tan típico de su novio.

— Sí, bueno, no hay ¿problema? Es decir, estaba perfectamente enterado de su relación, por lo que, es cosa de ustedes acerca de cómo son posesivos el uno con el otro.

— Es Bokuto el único posesivo, a mí me da igual… — Dijo el muchacho, dispuesto a ignorar la rabieta que, sabe, vendrá a continuación.

— ¡Ah! ¡Cómo que te da igual! ¡Qué clase de novio eres, Akaashi!

El muchacho le ignoró de momento, y es que le conoce lo suficiente como para saber cuáles serán sus reacciones dependiendo de cada situación. Y era honestamente tan fácil “calmarlo”, que a veces, solo a veces, se sentía un poquito culpable por manipularle a su manera.

Aunque él también me manipula. Es decir, estamos aquí porque él fue el más entusiasmado.  

— Bueno, entonces ya que estamos en buenos términos, les mostraré las instalaciones.

Y el tiempo pasó volando, para cuando los colores nacarados del atardecer cubrieron el firmamento, los búhos no tuvieron más opción que aceptar la invitación de Fujimi para cenar en casa junto a su esposo y sus padres. La situación se volvió extrañamente agradable, pese a que Ikejiri no había tenido mayor contacto con los chicos en el pasado, salvo por uno o dos campamentos en los que terminó arrastrado por su, en aquel entonces, novio.

— La cena estuvo deliciosa, señor, señora, Ikejiri-san… — Akaashi dijo con sumo respeto, con ese tono tan educado y formal para dirigirse a las personas.

— Por el contrario, esperamos que pueda repetirse en el futuro, ya que ahora vivirán en la ciudad y trabajarán junto a nuestro hijo, creo que haremos reuniones más a menudo.

— ¡Estaremos encantados de volver, Fujimi-san! ¡Cocina delicioso!

— Oh… — La mujer se rio suavemente… — Pero querido, no he sido yo.

— ¿Eh?

— Ha sido mi encantador yerno~ Hayato-kun tiene una sazón exquisita, ¿verdad? Como la de un chef de talle internacional.

— Hanna-san…

— Oh dios mío, discúlpame Hayato-kun, no tenía intención de avergonzarte, es solo que en verdad me encanta tu cocina, y he aprendido bastante de ti. ¿Dónde más vas a encontrar una suegra que aprenda de cocina con su yerno? ¡Soy especial!

Akaashi y Bokuto estaban ahí, observando pasmados la peculiar conversación de parte de la familia Fujimi. Arita sonrió con un dejo de bochorno –y tomó nota mental de disculparse más tarde con su esposo por las situaciones vergonzosas en que siempre terminaba metido cuando visitaban a sus padres–.

Aunque es mejor que se lleven bien. A veces mamá lo trata con más cariño que a mí, pero es una sensación bastante buena. Y papá también adora a Hayato, aunque no lo expresa con la misma actitud que mamá. Y, oh, me estoy perdiendo en mis pensamientos. Akaashi-san y Bokuto-san deben estar cansados.

— Cariño, creo que debemos despedir apropiadamente a los invitados de Arita.

— ¡Oh, sí! ¡Mis disculpas~!

— Yo los llevaré a casa. Hayato, vamos.

— Sí. Buenas noches, Hanna-san, Ibuki-san.

Tras despedirse de los Sres. Fujimi, Arita condujo hasta el que sería el nuevo hogar de los recién llegados ese día. Un departamento en una zona residencial a unos veinte minutos del complejo deportivo donde todo arrancaría formalmente en una semana. La inauguración prometía atraer bastante atención de rubros gubernamentales y privados.

— Mañana habrá una primera reunión de trabajo con todos los demás.

— Así que te presentarás formalmente como el Presidente, eh.

— Bokuto-san, compórtate.

— Pero no he dicho nada grosero, Akaashi.

— Tiene razón, no lo ha hecho. Entonces, cuento con ustedes, un coche pasará a recogerlos a temprana hora, ya que todavía será difícil para ustedes moverse por la ciudad sin conocer.

— Está bien, podemos arreglárnosla, Fujimi-san. Por favor, solo necesitamos las indicaciones acerca de dónde tomar el tren o el autobús.

— Sí, déjeselo todo a Akaashi, es bueno con eso.

— Tú también vas a cooperar, Bokuto-san.

— ¿Qué? Yo solo voy a seguirte… — Dijo, sonriendo con ese toque juguetón que su novio le conocía. Y que obtuvo justamente de él una impávida expresión de indiferencia que, el búho mayor de todas formas sabía, significaba que no le entraba en gracia su respuesta.

Fujimi se rio divertido, Ikejiri se limitó a sonreír, todavía no se sentía lo suficientemente confiado con ellos como para tratarles como a sus amigos. Un par de minutos después el joven matrimonio se retiró, no sin antes advertir a los búhos que tendrían vecinos con los que seguro se llevarían bien.

— Ah, Akaashi-kun y Bokuto-kun.

Y no tardaron en descubrir de quiénes se trataba.

— Moniwa-san, Kamasaki-san.

— ¡Hey, hey, hey! ¡Pero qué agradable sorpresa!

— No se te quita lo ruidoso, Bokuto.

— Kamasaki-kun~ ¿quieres problemas?

— ¡Cómo si pudieras!

Kamasaki y Bokuto se echaron a reír como un par de locos, sus respectivas parejas les ignoraron en tanto se saludaban amablemente.

— Fujimi-san dijo que tendríamos vecinos, pero no tenía idea de que se tratara de ustedes, Akaashi-kun.

— Sí, ha sido lo mismo para mí. Pero es bueno saber que podré convivir con personas menos ruidosas que Bokuto-san.

Moniwa sonrió entre divertido y tímido.

— Sí, bueno. Futakuchi y Aone también son vecinos.

— Oh, eso es bueno.

— Viven en el siguiente piso, hoy deben estar cansados con la mudanza y todo, pero si mañana está bien, qué tal cenar en casa, prepararé algo delicioso.

— Moniwa-san es amable, nos uniremos sin dudar.

— ¡Akaashi! ¡Y cuándo vamos a tener un poco de tiempo a solas!

— Qué grosero, Bokuto-san, es una invitación formal.

— ¡No es verdad!

— ¡Ah! ¡Te atreves a negar nuestra invitación!

Moniwa suspiró. No es que Bokuto y Kamasaki se hubieran conocido por demasiado tiempo, han coincidido por casualidad en un par de campamentos en el pasado, junto a los chicos de Karasuno y Nekoma.

Debe ser que entre ruidosos se entienden… — Pensó, suspirando con resignación y tirando de su novio para volver a casa… — Vamos, Nori ya debe haberse despertado con tanto grito.

— Oh, Nori es su pequeño, ¿verdad?

— Sí, casi cumple los seis… — Moniwa respondió con orgullo.

— Yo tengo un crío de casi 26, pero seguro que si se juntan se llevan bien.

— ¡A quién llamas crío, Akaashi!

— Deja de alzar la voz, despertarás a Nori, Bokuto-san.

Algunos encuentros solo podían estar destinados a. A funcionar de alguna manera.


La primera reunión de trabajo se llevó a cabo sin complicación alguna. Ciertamente Fujimi Arita se movía como pez en el agua hablando de negocios y todo, y no era para nada un hablador, se le notaba que se había empeñado en estudiar también lo suficiente sobre todos los deportes en general para conocer de su propio ambicioso objetivo. Casi siete horas después, todos abandonaron las instalaciones del Complejo Deportivo y se reunieron en los amplios jardines para compartir un momento de honesta amistad.

La sensación eran, por supuesto, Akaashi y Bokuto. Lo que de paso no le entraba en gracia a Oikawa, acostumbrado a ser el centro de atención.

— Llevas todo el día quejándote, Tooru, así que córtala ya.

— Pero Iwa-chan~ ¡me han estado ignorando!

— Todos, siempre lo hacen.

— ¡Qué malo eres Iwa-chan~!

— Si no puedes con ello, solo resígnate.

— Iwa-chan~ — Aunque gimoteara, nadie más que su novio le estaba haciendo caso.

Por otro lado, curioso por naturaleza, e incapaz de guardarse las palabras, Hinata estaba siendo un poquito indiscreto.

— Akaashi-san, siempre he tenido la duda, ¿cuándo comenzó a salir con Bokuto-san?

— ¿Cuándo? — El búho menor lo pensó. Durante un par de minutos. Y la paciencia del pelinaranja estaba llegando a su límite, se le notaba en la cara… — Bueno, pensándolo detenidamente, si te refieres a cuándo se confesó o me pidió ser su pareja, eso nunca pasó.

— ¡Qué! — Y no fue solo Hinata, sino varios más de los que estaban con el oído aguzado, se sorprendieron al escucharlo.

— Porque Bokuto es un búho idiota… — Kuroo comentó, con esa mordaz lengua suya.

— ¡No me llames idiota, Kuroo!

— Pero lo eres.

— Entonces, ustedes no están saliendo… — Kenma añadió, con tono monótono.

— ¡Sí lo estamos, Akaashi es mío! — Exclamó. Aunque la mayoría ahí ya no estaban seguros si estaba defendiendo su relación, o actuaba como cuando se le provocaba tratándose de voleibol.

— Kenma-san, ¿ha insinuado entonces que soy un chico soltero?

— Sí. Si Bokuto no se confesó, entonces pienso que solo alardea de su amor por ti.

— Oh, soy un chico soltero.

— ¡Que no lo eres, Akaashi!

— Pero, nunca te confesaste, ni me pediste salir contigo. En realidad, ha sido más como ir con la corriente. La primera vez que me besaste se sintió bien, así que en adelante solo me dejé llevar por Bokuto-san ya que se sentía bien todo lo que hacía.

— Nh, eso no es algo muy personal, Akaashi-kun.

— ¿Lo es, Sugawara-san?

— Creo que es un tema que deberían hablar y resolver solo ustedes dos… — El peliplatino sonrió afable.

Y luego Kenma se sonrojó ligeramente, porque antes ha hecho los comentarios casi sin pensar. Quizá un poco contagiado de la lengua mordaz de su novio. Pero que Sugawara pusiese un poco de orden, a él solo le dejaba esa sensación de haber hecho algo malo.

— ¡Quién quiere jugar un partido ahora! — Oikawa propuso repentinamente.

Y, por supuesto, prácticamente todos se anotaron al instante. Aunque solo Iwaizumi comprendía la verdadera razón por la que su novio había sugerido aquello.

Bueno, a su manera consiguió alejar la atención de Akaashi y Bokuto hacia algo diferente. Aunque él sigue siendo ignorado por Hinata y Kageyama… — Iwaizumi sonrió mientras se preparaba para el partido amistoso.

Hijas e hijos de las diferentes familias estaban también ahí, con sus “madres” jugando en el área infantil, pasaron del soccer al voleibol y hasta el basquetbol, pero terminaron ensuciándose con tierra en los amplios areneros, o haciendo malabares en el gimnasio abierto.

Algunos como Hinata y Yamaguchi tuvieron que conformarse con mirar a sus parejas jugar, ya que la tripa les impedía participar. Pero de los dos, el pelinaranja era el más ansioso, se le notaba en la brillante mirada.

— Hinata.

— Mh.

— ¿Volverás a jugar cuando hayas tenido a tu bebé?

— ¡Lo haré! Pero, cuando esté un poco crecidito y no me necesite tanto. Así que no será de inmediato. ¿Por qué? ¿Tú no?

— Supongo que sí, pero no es como si tuviera posibilidades de jugar mucho saliendo de la universidad. En cambio, a Tsukki le siguen llegando ofertas para equipos profesionales, incluso para el equipo nacional.

— Con Tobio pasa lo mismo. Pero él dice que no irá, quiere dedicarse a ser un buen padre, y este trabajo que acaba de tomar llenará el hueco que quede. Aunque yo no creo que sea tan sencillo. Trabajar aquí, jugar voleibol, son cosas completamente diferentes.

— Pero Kageyama seguro sabe lo que hace. Está tomando decisiones pensando en su hijo y en ti, no solo en él mismo. Pienso que Tsukki hace lo mismo.

— Sí, es de esa manera.

— ¿No estás conforme?

— Yamaguchi, ¿tú lo estás? Sabiendo que Tsukishima tiene el talento para hacer más que trabajar aquí. Yo, en las últimas semanas, llegué a dudarlo. Pero Tobio cada vez dice que esto es lo mejor, es un futuro económico más estable.

El pecoso suspiró, mirando a su novio junto a los demás sudar bajo el sol de la tarde, entusiasmados como si fueran los adolescentes de hace unos cuantos años atrás.

…Flashback…

Los campamentos previos al Torneo de Primavera eran una costumbre en las diversas regiones del país, algunos más populares que otros, dependiendo en gran medida de la fuerza de las escuelas que participaban de ellos. En el caso de Karasuno, gracias a la amistad que Takeda sensei había conseguido con el entrenador Nekomata, y a decir verdad también las influencias económicas del padre de Fujimi –y el mismo adolescente– converger junto a Nekoma y Aoba, y en el último año, también con Fukurodani en campamentos en sitios exóticos que les ofrecieran una oportunidad de crecimiento más amplia –como hacerlo en lugares montañosos, pero con instalaciones adecuadas–, se volvió una forma para todos los adolescentes de establecer estrechas amistades entre sí. Algunas más evidentes que otras, después de todo se jugaban también aspectos de personalidad y de curiosidad.

Pero, cada día durante la semana que pasaban juntos, era una guerra sin tregua por demostrar cuál de los tres era el mejor equipo. Y cada uno de ellos daba lo mejor de sí sin dudar. Durante el campamento en que participaron por última vez los de tercer año de cada escuela, todo se volvió más significativo. Aunque los partidos de práctica eran “iguales” a cualquier otro, los juegos y cualquier otro momento de convivencia como los momentos de alimentación o la ducha, así como las interminables ideas alocadas de Oikawa, Futakuchi y Nishinoya, eran más bien, emotivos.

— Un reto para ver cuál es la mejor pareja de setter-rematador, ¿no deja eso a muchos de nosotros fuera, Oikawa?

— Pero es cuestión de orgullo, no pienso perder contra mi kohai, ¡entienden, Tobio-chan, Chibi-chan!

— Así que solo quieres fastidiarlos.

— ¡Por supuesto!

— Yo no quiero… — Kenma dijo, volviendo su atención a su videojuego, sentándose casualmente junto a Kuroo, consiguiendo que la venita en la sien de Oikawa palpitara con disgusto.

— Mi corazón ha hablado, Oikawa.

— ¡Cobardes! — Gimoteó ofendido.

— Yo también paso.

— ¡Akaashi, no podemos pasar!

— Pero no quiero jugar más, estoy cansado.

— ¡Vamos, no seas aburrido!

El búho de cabellos negros ignoró a su amigo, yendo junto a sus compañeros de equipo a sentarse y descansar un poco, tomando un poco de fruta mientras tanto.

— Oikawa, solo di que quieres un encuentro amistoso contra Kageyama y Hinata.

— Pero si es así se volverá aburrido, quiero ver cuánto han mejorado todos los demás.

— ¿No tienes suficiente con los partidos de práctica?

— Allí juegan con todos, yo quiero que esto sea más, personal.

— ¡Olvídalo! — Fue la resolución del resto.

— Mejor juguemos algo más divertido, Oikawa… — Nishinoya levantó la mano con entusiasmo… — Formamos equipos, nos atamos por la cintura con una cuerda y vemos qué equipo es más veloz, pero tenemos que poner algunos obstáculos.

— Más ejercicio… — Murmuraron algunos, con menos entusiasmo que los más activos de cada equipo.

Pero por supuesto, Hinata, Bokuto, Lev, Futakuchi, Inuoka y mismo Nishinoya fueron los más interesados. El resto simplemente fue arrastrado por la corriente.

…Flashback…

— ¡Cuidado con la pelota, Yamaguchi!

La advertencia le llegó apenas a tiempo, esquivando el pelotazo con buenos reflejos, suspirando al hacerlo. También porque habían interrumpido su paseo por los recuerdos.

— ¡Por qué golpeas tan fuerte, Bokuto!

— Se me fue la mano, ¡fue la emoción!

— Tadashi, ¿estás bien?

— Estoy bien, no es la primera vez que una pelota a esa velocidad viene en mi dirección, Kei.

— De todas maneras, por qué no toman un poco más de distancia. Dudo mucho que Bokuto consiga controlar sus ataques.

— Está bien, nos sentaremos más allá… — El pecoso arrastró a Hinata varios metros más retirado. Aunque el pelinaranja alegaba que así no veía igual. De todas formas Kageyama también le gritoneó que se alejara.

— ¿Seguro que estás bien?

— Sí, Kei.

— Es que pareces distraído.

— Porque me estaba acordando de un campamento que tuvimos con todos.

— Oh, esos tiempos.

— No lo digas como si hiciera tanto. Solo unos cuantos años. Además, realmente me gustan todos esos recuerdos.

— Nh… — El rubio chasqueó la lengua. No está completamente de acuerdo. Sobre todo de ese campamento, tiene recuerdos bastante vergonzosos.


Hinata estaba caprichoso, y con rebosantes siete meses de gestación, que Kageyama no le prestara su total atención le crispaba los nervios. Y en ocasiones se molestaba por nada, y en otras se soltaba a llorar a mares, o también se ponía seductor, entrometiéndose entre el trabajo y su propio deseo. Kageyama no es tonto –aunque el terreno emocional seguía lleno de nuevas experiencias para él–, y sabe que todo este comportamiento es debido al embarazo mismo. Sobre todo, considerando lo avanzado de su estado.

— Tobio~ deja de leer eso y mímame~.

— Pero tengo que hacer un informe para mañana a primera hora, Shoyo.

— ¿Es más importante eso que yo? — Gimoteó.

— Esto es trabajo, y el trabajo es lo que permite tener el dinero para ser independientes y tener todo lo que tenemos. Dame unos minutos más, ¿sí?

— Pero dijiste eso hace media hora~.

— Bien, una hora. Y te prometo que tendrás mi absoluta atención.

— ¡Eres tan malo~!

— Sí, sí, el peor novio del mundo… — Dijo, con un tono entre sarcástico y cariñoso, levantándose apenas para ir y darle un beso, acariciarle la tripa en el acto.

— Tonto, me das puras probaditas~… — Gimió pucheroso, anclando sus brazos en el cuello del pelinegro, negándose en soltarle.

— Shoyo, vamos, una hora.

— ¿No puede ser media? — Preguntó con tono sexy, lamiéndole la línea del cuello. Kageyama sintió que se le aceleraba el pulso.

— Está bien, media, ahora suelta y deja de coquetearme.

Hinata sonrió victorioso, levantándose y yendo a la cocina para prepararse algún aperitivo en lo que Kageyama se desocupaba. Esta vida, realmente le gustaba.


Yaku estaba nuevamente ahí, en la consulta con los resultados en sus manos, pero esa vez no estaba solo. Se las había ingeniado para hablar seriamente –y el tono serio había sido el gran logro– con Lev, que al principio pensó que era alguna broma, o una excusa para zafarse de todo el asunto de la paternidad y más. Hoy, sin embargo, se había hecho nuevas pruebas, no para definir si podía embarazarse, sino que directamente para saber si estaba embarazado, ya que había presentado algunos síntomas en el último mes.

— Si da negativo…

— No lo hará, Yaku-san.

— Pero, si lo da, Lev, lo seguiremos intentando, ¿está bien? No voy a rendirme con esto, porque realmente quiero tener una familia contigo.

El mestizo asintió, mirándole directamente a los ojos, sujetando su mano y dándole un apretón, luego un beso en la mejilla y respirando profundamente cuando su novio finalmente leyó los resultados finales de su examen. La realidad no fue buena, y los ojos se le aguaron.

— Yaku-san.

— No lo estoy, Lev. No estoy embarazado.

Ambos muchachos sintieron el peso de la realidad apretándoles el corazón. Pero también estaban seguros de que este trago amargo pasaría, y sin importar los años que pasaran, algún día el resultado sería positivo.


Ennoshita y Tanaka se estaban coordinando para aprovechar el momento del almuerzo e ir por su hijo Denji a la escuela, ya que él se encontraba en su primer año de la educación elemental, no estaba en la guardería del Complejo Deportivo, como si lo estaban los más pequeños como las gemelas de Oikawa e Iwaizumi, Shiori y Sora, junto a otros niños del numeroso personal que engrosaba la nómina del complejo.

— ¡Mamá, papá! — Denji siempre los recibía con entusiasmo, corriendo hacia ellos y hablando de las cosas que aprendía en clase, o de lo que jugaba con sus amigos… — Hoy hemos ido a nadar~.

— ¿Has aprendido bien, Denji?

— Sí~ sensei incluso me felicitó.

— ¡Eso es genial!

De vuelta al trabajo, Ennoshita y Tanaka conversaban con su hijo, reían y planeaban junto a él el resto del día, ya que aún les restaban algunas horas de trabajo en el Complejo Deportivo, Denji les acompañaba todas las tardes, hacía sus tareas y de paso observaba a la gran cantidad de talentos de todas las edades que entrenaban ahí.

— Denji, ¿te gusta algún deporte en particular?

— Me gustan todos.

— Eso está muy bien, pero si en algún momento alguno te gusta más que los otros, no dudes en decirnos, ¿sí?

— ¡Sí~!

Así, como ellos con su pequeño, el resto de las familias interactuaban a su manera con sus respectivos hijos. De entre todos, Sugawara y Takeda habían optado por continuar con sus respectivos empleos, por lo que ellos solían cuidar de sus hijos mientras sus respectivas parejas volvían a casa. Ocasionalmente iban a su encuentro algunos momentos antes de la salida, para que sus hijos tuvieran oportunidad de ver a otros en los entrenamientos de los diversos deportes.

Y de aquella manera también, todos estaban comenzando a ponerse ansiosos pues se acercaba la fecha de nacimiento de los bebés de Hinata y Yamaguchi. Estaban ya sobre el noveno mes, así que todo era cuestión de tiempo.

Fujimi había querido darles vacaciones, pero tanto Kageyama como Tsukishima se habían negado, preferían tenerlas después de que nacieran, considerando que serían las primeras semanas, lo más pesado para todos.

— Los chicos siguen fastidiando porque decidimos no conocer el sexo de nuestro bebé, todos los días replican que no pueden comprar regalos adecuados debido a eso.

— Vamos, Kei, es normal que se sientan inquietos. Pero, nosotros también tuvimos algunas dificultades eligiendo algunas cosas para nuestro bebé porque tú siempre te inclinabas con las cosas para varón, y yo para niña… — Yamaguchi sonreía, dejándose hacer mientras su novio le ayudaba a asearse en la tina de baño… — Ngh.

— ¿Otra contracción?

— Sí.

— Comienzas a tenerles más seguidas.

— Lo sé, pero no creo que sea tiempo aún.

Tuskishima asintió. Luego de pronto el tono del teléfono sonó desde la estancia. Corrió a atender y volvió con el inalámbrico pegado a la oreja, no quería dejar solo a su novio por nada.

— ¿Eh? Ya veo, mh, iremos para allá en unos momentos más, Tadashi está terminando de ducharse… — Dijo, y luego colgó.

— ¿Todo bien?

— Sí. Hinata y Kageyama están en la clínica, al parecer su bebé decidió que ya es momento de nacer.

Yamaguchi ahogó un chillido de impresión y alegría. Luego todo fue vertiginoso. El pecoso exigió salir de inmediato, cambiarse e ir donde sus amigos. Y justo cuando entró a la clínica lo sintió.

— Kei.

— ¿Qué sucede?

— Creo que, es el momento también.
Continuará…

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