jueves, 29 de diciembre de 2016

Match Point. PARTE 3.



Acerca de decisiones difíciles y el inicio de una vida nueva


Kageyama estaba seguro de que la mirada divertida de Oikawa no podía ser cosa buena. No, cuando se supone que él le está amenazando al defender a Hinata. Hería su orgullo masculino que le ignorase con tal desvergüenza.

— Oikawa-san, haga favor de no molestar a Shoyo, le puede hacer mal al bebé… — Agregó, esperando al menos quitarle aquella expresión de felicidad al mayor.

— La forma en que puedo molestarle no es nada~ Chibi-chan y tu bebé estarán bien, Tobio-chan… — Exclamó segurísimo de sí mismo y la casi absurda conclusión a que acaba de llegar.

Iwaizumi revoleó los ojos, de dónde le venía esa fijación a su novio por esa pareja en particular. En más de una ocasión se ha encontrado a sí mismo celoso de esa peculiar amistad que Oikawa tiene –o cree tener– con Kageyama y Hinata. Principalmente el setter, en algún momento de su adolescencia, antes de salir con Oikawa, probablemente en el intermedio entre la secundaria y la preparatoria, Iwaizumi consideró seriamente la posibilidad de que a su, entonces, mejor amigo le gustase el menor de cabellos brunos.

¿Qué hago divagando con esos pensamientos ahora? Lo que tengo que hacer es llevarme a Oikawa o será un dolor en el trasero para Hinata y Kageyama.

Apenas pensó, el pelinaranja ya estaba tirando de su morocho novio hacia la mesa de frituras, fruta y algunas bebidas que hace unos minutos la servidumbre dispuso en el jardín a petición de la señora de la casa.

— ¿Shoyo?

— ¡Chibi-chan~! No te vayas~.

— Oikawa-san, por favor deje de llamar a mi Tobio por su nombre. Eso realmente me molesta. Tobio es mi novio ahora, padre de nuestro bebé, y soy un chico embarazado que pierde los estribos con una facilidad de miedo, Oikawa-san.

Hinata dijo, y Oikawa atinó a quedarse boquiabierto por la forma tan celosa con que el pelinaranaja defendía su posición junto a Kageyama.

— Todo tuyo, Chibi-chan, no es que llamándole por su nombre pretenda algo con él. De hecho, Tobio no es ni de cerca, mi tipo.

— De todas formas, manténgase lejos de mi hombre, Oikawa-san… — Hinata volvió a jalar a Kageyama, demasiado serio para que nadie de los que han presenciado la escena se atreva a decir algo.

— Vamos, Tooru.

— Iwa-chan, ¿me regañó? — Oikawa parpadeó con aire confundido. Y su amante terminó sonriendo divertido por la cara que llevaba.

— Sí, la verdad es que eso ha hecho. Ahora ven, vamos a ver qué están haciendo Shiori y Sora.

— Pero, Iwa-chan. No puedo creer que Chibi-chan me haya reñido por tenerle confianza a Tobio-chan y llamarle por su nombre. ¡Solo llamarle por su nombre!

— Deja de hacer drama y mueve las piernas, Tooru.

— No me riñas tú también, Iwa-chan… — Gimoteó con aire ofendido mientras avanzaban entre sus amigos hasta más al fondo en el jardín, donde sus hijas jugaban junto a los demás pequeñines, bajo el cuidado de Takeda-sensei y Ukai-san.

Por otro lado, Hinata y Kageyama han tomado algunos bocadillos y vuelto al grupo. El pelinaranja estaba nuevamente jovial, con su sonrisa radiante charlando con Kenma y Kuroo.

— Ayane-chan está más bonita que la última vez que la vimos~.

— Es porque se parece cada vez más a Kenma.

— No, no creo que sea eso, Kuroo.

— Sí lo es.

— No lo es.

— Sí.

— No.

— Esto… — Kageyama y Hinata se sintieron un poquito desorientados con la absurda discusión que la pareja estaba teniendo.

Más al costado, Sawamura, Sugawara, Ennoshita y Tanaka charlaban con Moniwa y Kamasaki.

— No ha cambiado nada, Sugawara-san, y su pequeña Eri está muy bonita, ¿cuántos años tiene ya?

— Ocho años, Moniwa-kun. Y por favor, no diga que no he cambiado. Todos aquí lo hemos hecho, aunque puede que no se note tanto.

— Vaya, ocho ya. Sí que ha crecido su pequeña. Nuestro Nori cumplirá los seis en unos meses más. Pero, según parece, celebraremos en ésta ciudad, ¿verdad Kamasaki?

— Ah, bueno, eso parece. Fujimi-kun nos ha propuesto un empleo bastante interesante a largo plazo.

— Sí, creo que es esa la razón principal por la que hemos sido todos nosotros invitados a esta reunión, ¿no es así, Fujimi-kun? — Sawamura dijo, mirando al muchacho que pasaba por ahí, saludando a todos según parece.

— Oh, absolutamente toda la razón tiene usted, Sawamura-san… — Fujimi sonrió, haciendo una venia a todos con respeto… — Pero hablaremos detalladamente después de comer, la barbacoa estará deliciosa~ y con el estómago lleno creo que todos tendrán mejor ánimo para hablar de este proyecto.

— Barbacoa, oh, eso me ha hecho recordar los días finales de campamento durante la preparatoria…. — Ennoshita comentó con aire melancólico. Tanaka asintió vigorosamente.

— De Nekoma solo han venido Kenma, Kuroo, Yaku y ese chico, Lev, ¿verdad? ¿No tuviste interés en otros deportistas de aquella zona, Fujimi?

— No para este proyecto, Tanaka-san. Pero Ennoshita-san tiene razón, se siente como cuando se reunían para los campamentos de prácticas, ¿verdad? Hacía años que no se reunían casi todos. Me da gusto traerles algunas memorias gratas a la mente, si me disculpan, mi padre acaba de llegar.

— Adelante.

Cerca de la alberca en el costado del amplio jardín, Nishinoya y Azumane conversaban con Futakuchi y Aone, y cerca se encontraban Yaku y Lev.

Lev solamente estaba ahí porque jugaba con Hibiki y Taichi en la parte más baja de la alberca. Como un niño más.

— Así que también recibieron propuesta de Fujimi-kun para el proyecto. Definitivamente es un proyecto amplio y ambicioso, para requerir tanto personal… — Futakuchi comentó, mirando alrededor a todos.

— Es probable que sea para una selección, no creo que todos reunamos las cualidades que de seguro se requerirán. Es decir, algunas de nuestras profesiones podrían no ser afines a su proyecto… — Yaku agregó.

— No sea negativo, Yaku-san… — Futakuchi dijo, y los otros asintieron.

El muchacho desvió la mirada. Más que ser negativo, no estaba de humor. Los resultados de sus exámenes de fertilidad seguían haciéndole eco en la mente. Sobre todo porque no lo ha hablado con Lev, y ahora que le ve jugar tan entretenido con los hijos de sus amigos, no deja de tener ese sentimiento de culpa.

Las charlas entre los diferentes grupos que se habían formado seguían más o menos la misma línea. Sin embargo, de todos los que estaban un poquito más alejados del resto eran Yamaguchi y Tsukishima, quizá porque el pecoso nunca fraternizó particularmente con nadie, como Hinata con Kenma, por mencionar a alguno. Él siempre ha sido apegado a Tsukishima nada más.

— ¿Te sientes bien, Tadashi?

— ¿Eh? Ah, sí. Estoy bien, Kei. No te preocupes.

— Es aburrido quedarte solo conmigo, vamos a acercarnos con Hinata y los demás.

— No es aburrido. Pero sí estaba pensando que, a diferencia de él, yo no tengo verdaderos amigos entre los chicos de las otras escuelas. Aún durante los campamentos en la preparatoria, tú hiciste amistad con Kuroo y ese otro chico, ¿cómo se llama?

— Bokuto-san.

— Sí, me extraña que Fujimi no le haya invitado también. Bueno, fue hasta el último año de preparatoria que se incluyeron en los campamentos de entrenamiento que Fujimi ayudaba a Takeda-sensei coordinar siendo el principal inversor, pero se conocieron y pareció caerle bien.

— Bokuto-san dijo que sí había sido invitado, pero Akaashi-san estaba indispuesto para llegar hoy. Quién sabe, tal vez lleguen después.

— Kei.

— Mh.

— ¿Era divertido el tiempo que pasabas con Kuroo-san y Bokuto-san?

— Ah, ¿estás celoso?

— N-no. Solo, tuve curiosidad, porque tú nunca hablabas de tus prácticas con ellos. Y yo solo les vi un par de ocasiones.

— ¿Y, veías que me divertía?

— Sí, lo hacías. Sabes, conmigo no practicaste, creo que casi nunca.

— Porque tú practicabas tus saques, yo practicaba bloqueos… — El rubio volvió a mirar a su novio, seriamente atento a su expresión… — Tadashi, ¿te hice sentir mal entonces por no practicar contigo?

— ¡No! No quiero decir eso. Es solo, bueno… ya sabes cómo soy, me acuerdo de las cosas y tengo curiosidad por saber cómo pensabas.

— Entiendo. Responderé todas tus curiosidades cuando sea, Tadashi; pero te lo digo honestamente, nunca me gustó nadie más que tú.

Las mejillas del pecoso se ruborizaron por la repentina y seria confesión de su novio. Se sujetó el vientre y suspiró.

— Kei, ¿me veo lindo?

— ¿Mh? — El rubio le prestó atención porque no estaba seguro del motivo de su pregunta. Luego bastó recordar lo que Oikawa había dicho antes y lo comprendió… — Claro que sí, sobra decir que para mí tú te ves mil veces más lindo con pancita que Hinata.

El pecoso se rio bajito, acomodando luego el rostro en el hombro del rubio.

— Gracias, Kei.

El rubio acomodó sus anteojos, honestamente nunca se acostumbraría a mostrarse romántico sabiendo que otros están alrededor.

Así, entre recuerdos y charlas sobre sus vidas actuales, todos estuvieron conversando aquí y allá con unos y otros. Más tarde llegó la hora de comer, una deliciosa barbacoa preparada en buena medida por el Sr. Fujimi. El sabor y los aromas de los alimentos sin duda despertaron las memorias de muchos ahí. Luego, cuando los pequeños fueron llevados dentro para tomar una siesta, cansados de jugar y quizá por el peso de la comida, Fujimi pidió a todos pasar a una sala para hablar expresamente del proyecto. Estuvieron ahí por un largo tiempo, la propuesta era por demás interesante, un ambicioso plan de apoyo para jóvenes deportistas, principalmente talentos encontrados en niños y adolescentes de los seis a los diecisiete años de edad, con algunas becas para universitarios. El personal requerido era para varias áreas, tal como Fujimi lo comentó antes con su esposo, Ikejiri.

— No necesito decirles que esta propuesta tendrá éxito solo dependiendo de la forma en que cada uno se integre y participe. Está proyectado para iniciarse dentro de dos meses, cuando inicia el verano, por lo que le pediré a cada uno de ustedes que revisen concienzudamente los documentos personalizados que están en su lugar, contiene información relevante y necesaria para que decidan o no unirse. Esperaré su respuesta lo más pronto posible, sobre todo para los que vienen de otras ciudades, ya que, si deciden unirse, habrá que hacer ajustes inmediatos para la mudanza.

Todos observaron las carpetas que estaban frente a sus lugares, contenían archivos sobre presupuestos, horarios laborales y más.  El silencio reinó en la sala durante algunos minutos, todos mirando aquellos papeles, calibrando probablemente la opción en sus mentes. Para chicos como Kageyama y Tsukishima, la oportunidad era única, y en realidad solo necesitaban concretarlo con sus respectivas parejas. Para otros como Azumane y Sawamura, e incluso Sugawara y Nishinoya, la propuesta era inevitablemente interesante, pero tenían que dialogarlo seriamente. Aquellos que son de otra ciudad, tenían mucho más para pensarse, no era simplemente cambiar de trabajo, era mudarse con sus hijos, iniciar casi desde cero en un lugar diferente al que solo están familiarizados como visitantes.


Aunque la reunión en la Mansión Fujimi había culminado entrada la noche, los que van de otra ciudad iban a quedarse todavía un par de días más, para turistear. Como era de esperarse, Oikawa ha intentado pegarse a Hinata y Kageyama. Con suerte Iwaizumi le ha arrastrado lejos de ellos, llevándole a los sitios que piensa entretendrán a su pareja lo suficiente para que no quiera ir donde los otros dos.

Kenma y Kuroo también han salido a turistear, junto con su pequeña. Lev había querido unírseles junto con Yaku, pero éste último había salido temprano y él ni se había enterado porque despertó después. Así que estaba merodeando por la ciudad sin saber a dónde, marcándole a su novio con la esperanza de ubicarle. Después de varios intentos, finalmente recibió un texto simple.

Estoy bien, solo necesito hacer unas cosas por mi cuenta, nos reuniremos para desayunar en el centro de la ciudad.

Por supuesto, Lev no se ha quedado tranquilo, pero dado que no puede hacer más que esperar, se pierde por ahí para matar el tiempo.

Yaku ha ido a casa de Takeda-sensei y Ukai-san, hasta donde pudo ver, solo Takeda está ahí por la mañana, ya que Ukai apoya en la tienda de sus padres. Las gemelas Noriko y Natsumi fueron llevadas por su padre porque sus abuelos querían verlas e ir de paseo con ellas. Takeda aprovechaba ese momento para limpiar la casa y, a ser posible, adelantar algo de trabajo para la escuela.

Cuando Yaku llamó a su puerta, él no se sorprendió del todo. El día anterior le había visto diferente, y él mismo le había ofrecido escucharle si tenía algo de lo que necesitara hablar. Por eso Yaku estaba aquí.

— Aquí tienes, los panecillos son hechos por la mamá de Keishin, así que no te preocupes, tienen un sabor exquisito… — Takeda dijo con una sonrisilla. Sentándose en la mesa frente al muchacho.

— Gracias, Takeda-sensei. Lamento molestarlo tan temprano.

— No es ninguna molestia, Yaku-kun.

— Mh, su casa es muy bonita. Y cálida. Se nota que es un hogar alegre.

— Gracias. Creo que es debido a nuestras pequeñas, ellas le dan vida a este lugar.

— Sí, imagino que debe ser así.

Al ver el semblante ensombrecido del muchacho, Takeda sospechó cuál podría ser la inquietud del muchacho. Pero quería dejarle hablar a su ritmo, sin ningún tipo de presión.

— Sensei, ¿tendrá más hijos?

— Tal vez, Keishin y yo lo hemos hablado, pero no hemos decidido concretamente.

— Ayer, cuando vi a Lev jugar con los pequeños, me di cuenta de que aunque aún es algo inmaduro e infantil, será un buen padre. Es solo que… — Yaku mordió su labio inferior, temblando involuntariamente, tragándose el dolor que se le atravesaba en la garganta… — No puedo ser yo quien le permita ser papá.

— Yaku…

— Me hice los exámenes tres veces, sensei. Pensando que podría haber habido un error, o que algo iba a cambiar, pero. El resultado fue el mismo cada vez. Tengo un porcentaje de fertilidad mínimo, casi nulo. Los doctores que visité me dijeron lo mismo, era mejor no someter a mi organismo a los tratamientos porque era altamente probable que no resultaran.

— Yaku-kun… — Takeda sujetó la mano del muchacho con fraternal cariño… — Dime, ¿dijeron que es imposible?

— N-no, pero…

— ¿Tú quieres darle hijos a Lev?

— Sí, claro que quiero. Porque lo amo, y no puedo imaginarme una vida sin él, pero…

— Entonces no te anticipes, Yaku-kun. Aunque los doctores te hayan dado su opinión médica. En mi experiencia puedo decirte que embarazarte también depende de cuánto lo desees con esto… — Dijo, señalando el corazón del muchacho.

— Tengo miedo, sensei. Tengo miedo de llenarme de esperanzas, y que no resulte.

— Tener miedo no es malo, Yaku-kun. Lo malo viene después, cuando dejas que ese miedo te limite, o te convierta en alguien que no eres. El Yaku Morisuke que yo conozco no se dejaría vencer por algo como esto. Tampoco dejaría que la situación le quitase valor a su relación con Lev. Además, si Lev lo supiera, ¿crees que él te dejaría?

— No, sé que no lo haría. Lev diría algo estúpido como “no me importa no tener hijos con Yaku-san, lo amo y estaré toda la vida contigo”… — Yaku dijo, sonriendo con un dejo de amargura. Porque sabe que su novio claro que haría algo como eso. Y lo haría enamorarse otro poco y sentirse también algo más preocupado y temeroso.

— Yaku, ¿qué esperabas que te dijera?

— ¿Eh?

— Pienso que quisiste hablar conmigo antes que con Lev justamente porque buscas que alguien refuerce tu propia decisión. Aunque tienes miedo, y puedo verlo en tus ojos, también amas demasiado, y tienes la esperanza de poder darle esa felicidad a Lev, dártela a ti mismo. Así que, ¿te habrías sentido mejor si te dijera, “adelante, ríndete sin siquiera luchar”?

Yaku bajó la mirada, apretando la taza de té entre sus manos. Negando suavemente con la cabeza unos segundos después. Takeda sonrió satisfecho.

— Vamos, termina tu té y come unos panecillos. Y, la próxima vez que estés con tu novio en la intimidad, solo ámale. No te preocupes por nada más, las cosas irán bien. Entrega lo que tienes para dar, no te frenes.

Yaku levantó la mirada. La sonrisa del sensei era tranquilizadora. Y él sentía que creer en sus palabras, podría ser el mejor alicante para sus melancolías.


Shimada y Takinoue también habían sido involucrados en el proyecto de Fujimi, pero no se habían presentado el día de la reunión debido a sus respectivos trabajos. Sin embargo, habían sido los primeros en enfilarse sin dudas en el proyecto.

— Así que, ¿vas a venir también, Ukai?

— Mh, con Ittetsu no lo hemos terminado de hablar. Pero, lo más probable es que sí.

— Bueno, no tienes nada que perder. Y mucho que ganar sí.

— En cuanto a la economía sí es beneficioso para nosotros. Pero, no quiero dejar de apoyar a mis padres, soy el único hijo que tienen. Así que, por eso es que aún lo estoy pensando.

— Eso es verdad, será más difícil coordinarte para apoyarles con la tienda, y cubrir el trabajo ya que tendrá horarios rigurosos.

— Sí, hay mucho que pensar.


Sawamura y Sugawara estaban preparando sus maletas, aunque estaba en puerta la propuesta laboral de Fujimi, ellos aún sentían que necesitaban ese viaje. Y sus familias ya se habían coordinado para cuidar de su hija durante la semana que ellos estarán fuera.

— ¿Quieres llevar éstos pantaloncillos, Daichi?

— Ah, sí. Lo que consideres está bien.

— ¿Qué estás viendo en la red que ni siquiera volteas?

— Oh, esto… — Sawamura sonrió nervioso, rascándose despistadamente la nuca.

— Daichi.

— Solo estoy revisando lugares románticos para visitar.

Sugawara sonrió amplio, avergonzado de la franqueza con que su esposo decía cosas como aquellas. Aunque se le notaba que también tenía vergüenza.

— Y, ¿si no quiero salir de la habitación del hotel, Daichi?

Fue turno de Sawamura de sonrojarse. Pero más que nada por emoción. La idea de estar encerrado en un lujoso hotel en una paradisiaca isla surcoreana le ponía, y bastante.

— ¿Sabes? Ya que Eri duerme, tal vez podría tener una muestra de lo travieso que te pondrás allá.

Sugawara sonrió bajito, dejándose hacer cuando Sawamura le rodeó la cintura comenzando a besarle el cuello y la clavícula.


Kageyama estaba terminando de acomodar las compras en la alacena y la nevera cuando Hinata le llamó.

— ¿Qué quieres? ¿Tienes hambre o algo?

— Ah, no. No es eso. Pero Tobio, se mueve~ — Dijo, tomando la mano de su novio para posarla en el costado de su vientre, donde su bebé se movía, por primera vez.

— Oh, es tan… ¡wow! — Kageyama se había quedado sin palabras, maravillado con la sensación de suaves movimientos contra la palma de su mano.

— Ng… — Hinata se quejó. Aunque era maravilloso sentirle por primera vez dando pataditas, también era un poquito incómodo.

— Oye, cuida más de “mami”, ¿bien? — Kageyama dijo, besando tiernamente la zona del vientre donde su bebé se mueve. A Hinata se le encendieron las mejillas. La escena había sido demasiado tierna.


Casi dos meses más tarde, dos de los personajes que anteriormente solo pudieron ser informados de la propuesta de Fujimi gracias a una videoconferencia, estaban arribando a la ciudad.

— ¡Akaashi, date prisa!

— Guarda silencio, Bokuto, llamas demasiado la atención.

Bien, las cosas solo podían ser más interesantes esos días. O al menos, más ruidosos.


Continuará…

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