jueves, 29 de diciembre de 2016

Match Point. PARTE 11. FINAL.



En la línea final, todo se resume a nuevas aventuras


Ikejiri estaba tan contento que las lágrimas han resbalado por sus mejillas. Embarazado. Fujimi estaba tan emocionado como su esposo, escuchar al doctor en la consulta acerca de los cuidados y citas programados para chequeos continuos fue un poco exasperante. Querían disfrutar a solas de la felicidad de ser futuros padres, y además primerizos.

Ni bien entraron en casa, abrazarse y fusionar sus labios fue la primera reacción, llorar de nuevo entre sonrisas y murmullos que quedaban grabados en sus corazones.

— Te amo, Hayato.

— Arita~ yo también~. Soy tan, tan feliz~.

— Yo más, Hayato.

— No es una competencia, Arita~. — Ikejiri sonríe, dejándose hacer cuando su esposo comienza a desnudarle, aunque aún estén en el recibidor.

— Sopórtalo, seré un poco egoísta los siguientes meses, Hayato. — Asegura con expresión seria. Con ese brillo en sus ojos que hace sentir cómodo a su esposo, amado.

— Date prisa, Arita. Estoy impaciente~.

Los ojos azules de Fujimi brillan intensamente. Se excita un poco más (si es que era posible), le levanta en vilo y las piernas de Ikejiri responden enredándose en su cintura. Se besan de nuevo y a trompicones avanzan hasta la estancia, las ropas quedan desperdigadas en el camino, aunque no son realmente muchos pasos se han desnudado con prisas. Celebran a su manera la felicidad del embarazo, entre besos y caricias, entre jadeos y cuerpos febriles. Faltarán más de siete meses para que nazca, ni siquiera saben aún si será niña o niño, pero ya le esperan con ansias.


Sugawara cantaba una nana para su pequeño Tensei mientras lo alimenta con mamila, su hija Eri está sentado junto a él, tarareando la canción de cuna que canta su madre. Tensei tiene apenas un mes de nacido, pero Eri ya quiere que crezca mucho más y poder jugar con él. Por supuesto, siendo la niña inteligente que es, sabe que eso no sucederá hasta que pasen algunos meses más, pero ya quiere enseñarle un montón de cosas. Sawamura está sentado frente a ellos, con algunos papeles sobre la mesa de centro y el portátil en las rodillas, terminando un proyecto para el trabajo. De tanto en tanto su mirada viaja hacia su hermosa familia, y ya ha hecho algunas fotografías, colocando al instante una de ellas como fondo de pantalla en su celular.

— Lo ha terminado… — Dijo Eri con voz baja, tomando el biberón que su madre le ha entregado.

— Claro que sí, ahora hay que ayudarlo a repetir para que duerma tranquilo. — El peliplatino dijo con sonrisa materna, dando unos golpecitos en la espalda de su bebé hasta obtener ese pequeño eructo y arrullarle nuevamente contra su pecho.

— ¿Hacías así conmigo, mami?

— Sí, para evitar que luego tuvieras cólico o incomodidad, Eri.

— Eres increíble, mami.

— ¿Sí? ¿Luzco increíble para ti, Eri?

— ¡Eres el mejor del mundo de las mamis! — Exclamó contenta la niña, cubriéndose casi al instante la boca al ver que su hermanito se remueve inquieto en brazos de su madre. — Lo siento, casi le despierto.

— Está bien, Eri. A Tensei le gusta escucharte.

— ¿De verdad? Pero casi grito~.

— Bueno, pero todavía le gustas. ¿Me acompañas a llevarlo a su cuna?

— Sí~.

— ¿Daichi, vienes?

— Sí, Koushi. — Responde. No se ha perdido la escena en ningún momento, sonríe completamente dichoso.

Rodea la cintura del peliplatino y toma la mano de Eri, andan juntos como familia hasta la habitación, donde Tensei es arropado en su cunita, encienden el móvil de figuras de animales y tras desearle buena noche, es momento de acompañar a Eri a tomar su ducha y arroparla también.

A las diez de la noche sus hijos duermen profundamente, y ellos se miman en la habitación, besándose dulcemente una y otra vez. Tan enamorados.

— Koushi, ¿te estás poniendo travieso?

— Sí, ¿no quieres, Daichi?

— Ni loco me negaría.

Se sonríen y cuando sus labios se encuentran de nuevo, los delicados dedos de Sugawara hay se han abierto camino entre la ropa interior de su esposo, acariciando la entrepierna con suavidad. Excitándole. Sawamura ahoga un jadeo contra el cuello de su esposo antes de levantarle la parte superior del pijama y lamerle los pezones, todavía sensibles por los cambios hormonales de su cuerpo. El peliplatino busca de inmediato la almohada, necesita morder algo para evitar que sus gemidos salgan de su boca. No quiere despertar a sus hijos, Eri en particular.


Es día de fiesta, el compromiso de Tsukishima con Yamaguchi se ha hecho oficial, y han decidido celebrarlo en compañía de sus amigos. En realidad, ha sido idea del pecoso, y visto que su rubio prometido no le niega nada ahora, ha sido perfecto para engreírse un poco.

Oh sí, finalmente comprometidos. Aunque la proposición ha sido sencilla y sin demasiada ceremonia, Tsukishima se lo ha pedido en medio del desayuno hace algunos meses, deslizando la cajita con el anillo sobre la mesa mientras Yamaguchi se llevaba un trozo de pancake a la boca. Le había pillado tan de sorpresa que se había embarrado los labios con miel y tragado el bocado de una, mirándole con sus expresivos ojos de par en par y las pecosas mejillas bañadas de carmín.

¿Kei?

Lo habíamos hablado antes, ¿no? Tadashi, vamos a casarnos. Aunque tenemos a Yakumo ya, y tal vez lo querías desde antes. Creo que es el momento justo para nosotros.

Sí, Kei.

Así había sido. Tan sencillo que cuando lo contaban, más  de alguno reñía al megane por su poco romanticismo. Al pecoso en realidad no le importaba, estaba feliz. Dentro de poco firmarían los documentos necesarios y él entraría en el registro familiar de su prometido. El anillo en sus manos era por ahora de compromiso, pero ya estaban en espera de que les entregasen los de bodas. Se sentía como un sueño realizado. El hecho de ser gay implicaba algunas limitaciones, no podían tener el mismo tipo de matrimonio que las parejas heterosexuales todavía, y no es que él envidiase en particular tenerlo. Pero le gustaba, un anillo, ser parte de su familia incluso legalmente, eso se sentía simplemente genial.

Hinata y Kageyama estaban aún en espera, tal como lo ha dicho el pelinegro meses atrás. Esperarían un tiempo antes de dar ese paso. Pero no era que no lo tuviesen contemplado o decidido. Era más bien simplemente que ya estaba planeado, y como tal, solo debían aguardar.

— ¡Pero mira que preciosuras~! Crecen tan rápido.

Eran los elogios que llegaban para los más pequeños.

— ¿No está demasiado grande tu vientre para el tiempo que tienes de embarazo, Ikejiri?

Y esa la pregunta que inquietaba a algunos. Ikejiri sonreía y asentía, para luego responder que, tras la primera ecografía una semana atrás, han confirmado que esperan gemelos.

— Lo sospeché~ durante los primeros meses de mi embarazo tuve esa sensación de que algo era diferente. Además mi vientre estaba creciendo más de lo normal. — Takeda comentó, sonriendo afable a los más jóvenes. Todavía a veces sentía nostalgia, pero estaba feliz, Noriko y Natsumi le llenaban completamente, junto a Ukai.

Oikawa apoyó la moción, siendo el único entre los presentes que también experimentó el embarazo gemelar. Y no dudó en comenzar a darle consejos y tips a Ikejiri, aunque que fueron relacionados a la intimidad, tenían al muchacho acalorado con tal detallada información. Iwaizumi, que se había distraído en la charla con Hanamaki y Matsukawa, no ha podido detener los descarados comentarios de su amante.

— Tienes suerte de que todos los pequeños estén jugando por allá, Oikawa.

— Futakuchi, es que tú no sabes cuán difícil puede ser el sexo cuando el vientre pesa el doble~. De todas formas, son sabios consejos para el buen amigo Ikejiri, me lo agradecerá después.

— No estoy seguro de que él vaya a hacerlo, Oikawa.

— Tú cállate, Kuroo. ¿Qué haces aquí? Esta es una conversación entre “mamis”. — Dijo, haciendo un caprichoso mohín de disgusto.

— Vengo a enterarme de los consejos que de todas formas está escuchando mi Kenma. Soy yo quien tendrá que saber cómo manejarlo después, Oikawa. — Respondió con esa sonrisa burlona que exasperaba a más de alguno. Y Oikawa no era la excepción, todo porque sentía que el felino podía ser más astuto que él. Obviamente, eso no le gustaba.

— Un lindo minino como Kenma seguro no es tan difícil de manejar, Kuroo.

— Oye, ¿estás coqueteando ahora con mi novio?

— ¿Qué si lo hago? ¿No es sexy ver a dos hombres sexys cerca?

— ¡Kusokawa! — El grito no fue para nada de Kuroo. Iwaizumi estaba que echaba fuego por los ojos, y las venitas en la sien palpitaban furiosamente.

Oikawa se estremeció y comenzó a sudar frío. Se ha pasado, aunque solo un poquito, tampoco es que hubiera hecho nada malo. Solamente había pegado su mejilla a la del neko. Kenma, indiferente a los falsos coqueteos de Oikawa se había limitado a ignorarle, con su mirada más bien clavada en su novio. Kuroo sonreía también, sus jugueteos a veces eran extraños, como de otro nivel. Tal cosa como celarse por los triviales flirteos de sus amigos no funcionaban en ellos. A ellos se les encendía la llama de la pasión con mirarse, y eran pervertidos de forma que Oikawa probablemente solo podría fantasear.

Como fuera, era justamente Oikawa el que estaba en problemas en esos momentos. Porque Iwaizumi sí que es celoso, le crispa el actuar de su amante cuando se pone coqueto, aunque sea solo bromas o juegos estúpidos.

— Vamos, Iwa-chan~ no ha sido en serio~. No te enojes, ¿sí~?

— Shiori y Sora dormirán en casa de mis padres esta noche, Kusokawa.

— ¿Eh?

— Voy a castigarte hasta que llores.

Oikawa tragó hondo. Pero todavía sus mejillas se ruborizaron, el castigo sonaba tan prometedor. Sí, vamos, que a estas alturas de la vida todos saben que Oikawa es un masoquista manipulador que sabe cómo obtener lo que quiere de Iwaizumi, es que un sádico involuntario. O algo por el estilo.

— Kenma, ¿qué estás mirando?

— Oh, encontré unos videos para hacerle peinados preciosos a nuestra Ayane. Mira, ¿crees que puedas hacerlos también?

Kuroo y Kenma se perdieron entonces en su mundo. La verdad es que ambos eran unos padres súper consentidores con su niña. La pasaban siempre buscando cómo hacer que sea tanto más bonita, y pasaban horas enteras practicando peinados cómodos pero monos. A saber, Kenma era el modelo de práctica para Kuroo, ahora que tenía su cabello bastante largo (por debajo de los hombros) era una oportunidad perfecta para conseguir buenos peinados para Ayane. De vez en cuando Ayane también peinaba a su mami, y a veces tanto la pequeña como Kenma eran modelos del orgullo felino.

Así es como la vida sigue su curso.


El embarazo de Ikejiri estuvo acompañado de algunos momentos difíciles para la pareja. No ha sido sencillo, y estuvieron en la sala de emergencias en más de una ocasión. Pero, gracias al amor que se tienen y al apoyo oportuno de todo un equipo médico comprometido con su trabajo, el embarazo gemelar ha llegado a buen término. Y los tragos amargos han quedado en el pasado.

Ahí estaban, con dos varones saludables en sus brazos. Haruhi y Kazuki los han llamado. Una semana ha transcurrido desde que nacieron, y ambas familias de la joven pareja están tan contentas como ellos de que finalmente les tengan ahí.

Pero los señores Fujimi eran los que realmente se estaban dando el lujo de malcriar a sus nietos desde temprana edad. Hanna quería ir de compras con Ikejiri en cuanto se sintieron mejor después de la cesárea.

— Iré, Hanna-san, pero espero que realmente no quiera comprar todo cuanto vea lindo para Haruhi y Kazuki. — Dijo, sonriendo con amabilidad, contento de que sus suegros estén tan llenos de vida ahora que sus nietos nacieron. Para ellos también han sido tragos amargos cada vez que estuve en emergencias.

— Oh, cariño, no te lo puedo prometer~. — La señora dijo con una gran sonrisa. — Pero mira nada más, Kazuki, sí que comes bien eh. — Añadió con una sonrisita, viendo el biberón vacío del pequeño que ella alimentaba en ese momento.

— Haruhi es un poco más lento, querida. Mira, se toma su tiempo para terminar su mamila, la saborea. Igual que nuestro Arita cuando era un bebé. — Ibuki, el abuelo consentidor, dijo mientras es quien se encarga de alimentar a su segundo nieto.

— ¡Hey, papá! No ventiles esos detalles frente a mi esposo.

— ¿Por qué no, Arita? ¿No es que tu mamá ya le ha contado de absolutamente todo?

— Ng, ustedes dos son demasiado, demasiado openmind y desconsiderados, no me dejan ni pizca de privacidad.

— ¿La necesitas? Son esposos, ¿para qué los secretos, cariño?

— Mamá, todos necesitamos algo de misterio, sabes.

— Tú padre y yo nunca lo hemos necesitado.

— Ng, me rindo.

Ikejiri se rio de buena gana, invitando a su esposo a sentarse junto a él, agradeciendo el té que ha preparado para todos.


Tal vez era realmente que se contagiaba de la felicidad que veía en su círculo de amigos. Cuanto más lo pensaba más se convencía de que algo no andaba del todo bien con sus propios pensamientos, y que extrañamente comenzaba a sentirse envidioso de la paternidad de todos ellos.

Akaashi no se consideraba a sí mismo demasiado paternal, no era bueno con los niños y en general no se había imaginado a sí mismo teniendo hijos propios antes. Antes. Ahora, desde que los gemelos de Ikejiri y Fujimi nacieron, y considerando los bebés de sus otros amigos, o los niños ya más crecidos yendo a preescolar o al colegio, lo hacía. Se imaginaba con panza de embarazo, teniendo antojos y calores, perdiendo el control de sus estados emocionales y soportando a un emocionado Bokuto cuidándole de manera algo infantil, pero estúpidamente dedicado.

— Akaashi, ¿estás en un viaje ahora?

— ¿Qué?

— Estabas ahí, con una expresión de ido. Así que, en qué estabas pensando.

— Nada en particular, Bokuto-san.

— ¡Vamos! Somos novios, deberías confiarme más cosas personales, Akaashi.

El muchacho miró enfáticamente a su novio. El búho se sintió analizado por sus ojos e incluso se permitió una risilla burlona.

— ¿Estás pensando en cosas pervertidas, Akaashi?

— No en realidad, Bokuto-san. Aunque, tal vez algo tendría que ver.

— ¿Eh?

— Bueno, una cosa no puede suceder sin la otra.

— ¿De qué estás hablando, Akaashi? Al menos explícame para seguirte.

El menor de los dos continuó mirando a su novio. Suspiró, se sujetó el mentón, volvió a suspirar y respondió un tajante “todavía no” que solo consiguió más ansioso al mayor.


— Obviamente no está listo para contarte, Bokuto. No te pongas ansioso, dale tiempo.

— Pero, ¿si me quiere dejar?

— ¿En serio? Después de todos los años que han estado juntos, y que te confesaste y todo, ¿crees que querrá terminar la relación?

— Kuroo, Akaashi no es tan transparente como Kenma, la mitad del tiempo no sé qué está pensando. Y es él quien me conoce a mí mejor que nadie.

— ¿Te estás sintiendo inseguro solo porque estaba pensativo?

— ¡Porque no sé en qué estaba pensando! — Exclamó desesperado, bebiendo de una más de media lata de cerveza.

Kuroo se rió burlón, y destapó otra lata que ofrecerle. Estaban en el parque del complejo de departamentos donde el búho reside, esperando por Kamasaki y Aone, que habían ido a comprar más cerveza. Sus respectivas parejas estaban en casa del minino, reunidos con sus hijos, Akaashi ha ido a visitar a sus padres, por lo que no estará ese fin de semana, y la noche anterior habían tenido esa cuasi discusión.

— ¿Piensas embriagarte, Bokuto?

— Sí, confío en ustedes para llevarme a casa en cuanto pierda el conocimiento, Kamasaki, Aone. No lo olviden.

— Preferible sería que no bebas hasta perder la conciencia, Bokuto.

— Vamos a dejarlo, se siente solo sin Akaashi, ¿no?

— Aone, eres un buen tipo, ¡dame un abrazo! — Bokuto se arrepintió al segundo. Aone era un buen amigo, y no dudaba en apoyar o dar lo que le pedían si estaba en su poder. Un abrazo era fácil. Su fuerza, no una broma. — ¡Ng, no de oso! ¡No de oso, Aone!

— Lo siento, dicen que mientras más fuerte un abrazo, más conforta.

— ¡Pero tu fuerza es brutal! Creo que me rompiste una costilla.

— No exageres. — Kamasaki dijo riéndose divertido.

— Lo que sí creo es que te bajó la poca borrachera que llevabas encima, Bokuto. — Agregó, más divertido, Kuroo.

— ¡Tomaré más en tal caso!


Había cosas en la vida que Akaashi no podía entender, la emoción de la paternidad era una de ellas. Hacía semanas que Bokuto hacía comentarios de eso más a menudo. Y estaba más empalagoso que de costumbre, lo ha notado desde que volvió de visitar a sus padres.

— Bokuto-san, estoy tratando de cocinar, no vamos a tener sexo ahora.

— No estoy intentando tener sexo contigo, Akaashi. Lo dices como si solo pensara en eso.

— De todas formas, si me abrazas todo el tiempo es difícil cocinar.

— Pidamos algo a domicilio. O salgamos a cenar, deja eso Akaashi.

— ¿Y dices que no quieres sexo? — Dijo, luego de que su novio comenzara a besarle el cuello y el hombro, deslizándole la cómoda playera para hacerlo.

— No realmente, pero sí quiero besarte. No es la primera vez que soy así de cariñoso, Akaashi.

— Es verdad. Bokuto-san.

— Mh.

— ¿Qué te pasa?

— Ya te dije, solo estoy siendo cariñoso.

— No me refiero a este momento. Es decir, has estado así desde que volví de visitar a mis padres. ¿Te sentiste solo?

— Bueno, un poco. Pero, solo resulta que quiero estar cariñoso, qué te preocupa tanto, Akaashi.

— Bokuto-san, ¿quieres tener bebés?

— ¿Qué? — el búho finalmente se detuvo de los besitos, girándole para verle de frente. Akaashi desvió apenas un poco la mirada. — ¿Por qué preguntas?

— Has estado hablando de eso últimamente. De cómo nuestros amigos son con sus hijos, y te has emocionado hace unos días cuando Kuroo dijo que Kenma estaba embarazado otra vez, o lo felices que estaban de que Ayane no fuera a ser hija única. Y parece que Moniwa-san también está intentando embarazarse de nuevo.

— ¿Qué dirías si fuera así?

— ¿Eh?

— Si yo quisiera tener hijos,  ¿tú cómo te sentirías Akaashi?

— Pues, no lo sé realmente, Bokuto-san.

— ¿No te interesa?

— No es que no me interese. Solo, siento como que no va mucho conmigo la maternidad. Pero, si tú quisieras, entonces yo…

— Yo no lo querría así, Akaashi.

— ¿Qué?

— Si tenemos hijos en algún momento, espero que ese momento sea un deseo mutuo.


10 años, esos estaban cumpliendo Noriko y Natsumi, las gemelas de Takeda y Ukai. Eri, la nena de Sugawara y Sawamura los ha cumplido antes, pero, como cada año, no les viene mal festejarle a las tres el mismo día. Para entonces Yakumo y Tsubasa han alcanzado los dos años, mientras que Kira, Tensei, Aika, Itsuki y Kazuya rondan sobre el año y año y medio. Los extremos en edades, los más grandes y los más pequeños. Los gemelos Haruhi y Kazuya andan sobre los siete meses. Kenma tiene cinco meses de embarazo, y Moniwa recién lo ha confirmado esa mañana, apenas 7 semanas de gestación.

Y la vida sigue.

Las risas, los juegos, la sensación de que el tiempo vuela, los recuerdos, la añoranza, las metas a corto y largo plazo. Todo va ganando espacio en la vida del grupo de amigos. Sus familias, diferentes entre sí pero similares en amor, también van creciendo a su manera.

Al final, el tiempo es el único que avanza sin mirar atrás, sin detenerse, sin apresurarse. A su ritmo, y el tiempo es el único que puede darse el lujo de no mutar, pero sí de darle la oportunidad a todos de transformarse. Las ironías del universo, o algo así.

Kenma y Kuroo han tenido un varón, lo llamaron Masao. mientras que Moniwa y Kamasaki tuvieron una niña a la que nombraron Suzu; dato curioso, pues así ambas parejas tienen ahora la parejita, aunque varios años de diferencia haya entre sus hijos.


— Estoy en casa. — Bokuto dijo ni bien entró a su casa. Pero silencio fue todo lo que recibió a cambio. — ¿Akaashi? — Nada. Parecía que su novio no estaba. Y era extraño, pues no solían ausentarse de casa sin avisar al otro dónde estarían o si llegarían tarde. — Últimamente ha estado algo extraño, ¿estará todo bien?

Inquieto por la ausencia de su novio, el búho anduvo hasta la habitación, sacándose el traje que había tenido que utilizar ese día, habían tenido una reunión con representantes de la Federación Nacional de Voleibol, le han puesto una vez más una propuesta para integrarse al equipo nacional. Con miras al campeonato mundial a celebrarse en dos años. Se ha emocionado, innegablemente.

— Y Akaashi brillando por su ausencia, quiero hablar esto con él.

Habiendo comenzado a desabotonar su camiseta, el saco y la corbata ya estaban sobre la cama, el búho finalmente se dio cuenta de lo que estaba sobre la mesa de noche, junto a la lámpara. Una caja rectangular con moñito azul, y su nombre pegado en ella.

— ¿Un regalo? Ni siquiera es mi cumpleaños aún.

Movido por la curiosidad, Bokuto tomó el supuesto regalo, la letra era de su novio, de eso está seguro, así que abrió la cajita, había otro objeto dentro, un sobre y una nota más. Bokuto sacó ambas, mirando perplejo el objeto. No era ningún idiota. Era una prueba de embarazo, positiva además, las líneas marcadas lo confirmaban. El sobre contenía otro papel, una prueba de embarazo sanguínea, que también tenía por resultado positivo. Y estaba a nombre de Akaashi Keiji, su novio.

Con dedos temblorosos y un nudo atorado en la garganta, el búho finalmente desdobló el otro papel, la nota de su novio.

Estoy seguro de que ya has comprendido que estoy embarazado, Bokuto-san. Así que no será una sorpresa decirlo aquí. Pero, de todas formas lo voy a decir. Estoy embarazado, vamos a ser papás. Lo siento también por no decirte esto cara a cara, siento que me pondré a llorar, debe ser por los cambios hormonales. Bokuto-san, hace un tiempo dijiste que solo querías tener hijos si yo también quería. Pues, hace casi un año que lo deseaba, por eso es que dejamos de preocuparnos por los condones y tomé el tratamiento adecuado, sin consultarte. Creo que, quería darte la sorpresa. En fin, vamos a ser papás, Koutarou. Estaré esperando por ti en tu restaurante favorito, celebremos la gran noticia.

Bokuto gritó de emoción cuando terminó de leer la carta de su novio. Puso todo de vuelta en su regalo y cambió su traje ridículamente incómodo por ropa casual, apresurándose entonces al restaurante ubicado a unos minutos de ahí. En cuanto vio a su novio, corrió hacia él, le sujetó el rostro por las mejillas y plantó un beso en sus labios, poco le importó que los otros comensales les vieran. Estaba feliz.

— Bokuto-san…

— No, llámame por mi nombre, como en la carta, Kenji.

— Koutarou-san.

— No tienes remedio, Kenji.

— ¿Eh?

— Te amo, Kenji.


Transcurridos los nueve meses de gestación, Akaashi y Bokuto tuvieron a sus pequeños. Sí, gemelos también. La parejita, una niña a la que llamaron Hana, y un varón al que nombraron Kai. El embarazo de Akaashi había sido el más tranquilo que nadie pudiera recordar, casi no había tenido náuseas ni cambios de humor, los antojos le eran bastante normales y su apetito sexual plenamente satisfecho por Bokuto. No presentó dolores preparto demasiado fuertes, y sus bebés habían gozado de buena salud durante todo el período de gestación en el vientre de su mami.

Akaashi le había pedido a Bokuto que aceptara integrarse al equipo nacional de voleibol, porque era el momento ideal. Fujimi también lo había animado, asegurándole que su puesto de trabajo estaría ahí aguardando por él cuando su talento ya no fuera requerido para el equipo nacional. Había sido un poco difícil con el embarazo de Akaashi desarrollándose, pero lo habían hecho bien. Y ahora, mientras su novio y sus pequeños le miraban desde las gradas, el búho, junto a Asahi, Nishinoya, Hinata, Kageyama, Sawamura, Kuroo, Tsukishima, Oikawa y Aone, estaban por iniciar su primer partido oficial como parte de la selección nacional en el campeonato mundial de voleibol. Todos ellos querrían iniciar el partido, pero algunos tendrían que aguardar a tener la oportunidad de pisar la cancha. Algunos otros solo pueden apoyar desde las gradas, tenían el talento para portar el uniforme del equipo nacional, pero habían decidido no hacerlo y dedicarse a sus trabajos y familias.

Lo verdaderamente importante allí era que esos 10 hombres, portaban con los sueños y deseos de todos sus amigos, de toda una nación. Y darían lo mejor de sí mismos en cada set, luchando por quedarse en la cancha hasta el partido final y llevar título de campeón a casa.

El silbatazo inicial, el chillar de tenis, la mirada concentrada, la estrategia definida, todas las ganas, la actitud y la pasión. Un balón en el aire. Una sola escuadra podía ganar ese partido.


Takeda comenzaba a sentir el peso de la edad, sus hijas estaban en la universidad, y no recientemente, sino que estaban por graduarse. Han crecido como señoritas hermosas, tienen novio (y han tenido antes) pero aún no piensan en matrimonio, Noriko y Natsumi quieren hacer muchas cosas antes de casarse, no es aún una meta que considerar, tampoco embarazarse.

— Y siguen siendo las favoritas de tus padres, Keishin.

— Lo sé, parece que serán unas niñitas para ellos toda la vida. Mi abuelo también las ama, aunque sea un viejo que apenas puede moverse ahora.

— Keishin~ no hables así del abuelo Ukai.

— Ya, lo sé, Ittetsu. De todas formas, por qué estabas pensando en eso, eh.

— Me siento viejo~.

— ¿Qué dices? Somos jóvenes aún, amor.

— Cumpliré cincuenta este año~. No hay nada joven en mí~.

— Yo no pienso así. De todas formas, te amo cada día más, Ittetsu.


— Tobio~ no pongas esa mala cara~.

— No tengo otra, Shoyo. Además, estoy realmente cabreado ahora.

— Tonterías~. Nuestro Tsubasa es feliz, no le arruines eso.

— Apenas tiene 14, ¡por qué tiene novio ya! ¡Es un niño aún!

— Nosotros empezamos a salir casi a esa edad.

— ¡Ah! ¡Teníamos 16!

— Bueno, qué son dos añitos de diferencia. Y no es como si ya esté teniendo sexo con su novio. Apenas si se miran a los ojos, ya están sonrojándose.

— Eso es lo que más me molesta.

— ¿Tenía que ser Tsubasa?

— Vamos, Kei. Los chicos están enamorados, no vayas a hacerle la vida imposible a Yakumo, ¿sí?

— Ese polluelo se parece demasiado a Kageyama.

— A nuestro Yakumo eso no le importa, vamos, no seas tan celoso y egoísta. ¿No quieres que Yakumo sea feliz?

— Tsk.

— Kei, por qué mejor no te concentras en nuestro propio trozo de felicidad un poco, eh. Falta poco para que nuestro segundo bebé nazca~.

Era verdad, aunque habían creído que tal vez no podrían tener un segundo hijo, el embarazo de Yamaguchi había sido una grata sorpresa, después de todo tiene ya 38 años y habían dejado de intentar embarazarse.

Los curiosos caminos del destino eran tan juguetones que, una vez más, Hinata también se había embarazado simultáneamente con el pecoso. Y ambos estaban a unas semanas de dar a luz. Yakumo y Tsubasa se habían hecho novios unos días atrás, y las sorpresas continuarían. Líneas de historias que aún no se escribían.

FIN

3 comentarios:

  1. Oohhh!!! Que emoción que por fin pude leer el final de esta fantastica historia!! Me sospechaba que Tsubasa y Yakumo iban a ser novios para coraje de sus padres, pero que divertido es enfadarlos jajaja que bueno que al final asi sean solo 10 puedan cumplir el sueño de todas y jugar como el equipo nacional
    Gracias por publicar esta historia aqui, de verdad que queria leer su final

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    1. Hi~
      Obvio xD había que hacer renegar a Kageyama y Tsukishima xD además, cm me imaginé a Tsubasa y Yakumo era cm *-* tienen que estar juntos! y pues me di el gusto xD

      Como no sigo el manga de HQ, pero con el final de la 3ra temp con Kageyama siendo invitado a un campamento del nacional, me he estado preguntando si es que en el manga se hará alguna referencia respecto al equipo nacional, además de lo de Ushijima claro xD pero bueh, me salí del tema xD gracias por haberte pasado, y en vdd me da gusto que lo hayas disfrutado pese a que fue una secuela más bien express, le perdí el hilo en muchos momentos y fue un arduo trabajo terminarlo ñ.ñ

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  2. Me encanto, y finalmente me anime a leer todo TIME OUT y Match Point
    Enserio ame tus fics, las relaciones, los problemas, las reconciliaciones, los juegos de oikawa (yo si queria el karaoke en parejas con canciones dueto)

    Los hijitos y las bodas
    Y aun mas ver a Tsubasa y Yakumo juntos
    Oh sii, no podían contra ello Tobio y Kei, Shoyo y Tadashi ya sabian eso desde que los tenian en sus vientres
    Me los imagino juntos y celando a sus pequeños, e imagino que los futuros bebes en camino tambien se enamoraran

    En fin muchísimas gracias por esta maravillosa historia
    Agradecimientos y bendiciones

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