En
la línea final, todo se resume a nuevas aventuras
Ikejiri
estaba tan contento que las lágrimas han resbalado por sus mejillas. Embarazado. Fujimi estaba tan emocionado
como su esposo, escuchar al doctor en la consulta acerca de los cuidados y
citas programados para chequeos continuos fue un poco exasperante. Querían
disfrutar a solas de la felicidad de ser futuros padres, y además primerizos.
Ni
bien entraron en casa, abrazarse y fusionar sus labios fue la primera reacción,
llorar de nuevo entre sonrisas y murmullos que quedaban grabados en sus
corazones.
—
Te amo, Hayato.
—
Arita~ yo también~. Soy tan, tan feliz~.
—
Yo más, Hayato.
—
No es una competencia, Arita~. — Ikejiri sonríe, dejándose hacer cuando su
esposo comienza a desnudarle, aunque aún estén en el recibidor.
—
Sopórtalo, seré un poco egoísta los siguientes meses, Hayato. — Asegura con
expresión seria. Con ese brillo en sus ojos que hace sentir cómodo a su esposo,
amado.
—
Date prisa, Arita. Estoy impaciente~.
Los
ojos azules de Fujimi brillan intensamente. Se excita un poco más (si es que
era posible), le levanta en vilo y las piernas de Ikejiri responden enredándose
en su cintura. Se besan de nuevo y a trompicones avanzan hasta la estancia, las
ropas quedan desperdigadas en el camino, aunque no son realmente muchos pasos
se han desnudado con prisas. Celebran a su manera la felicidad del embarazo,
entre besos y caricias, entre jadeos y cuerpos febriles. Faltarán más de siete
meses para que nazca, ni siquiera saben aún si será niña o niño, pero ya le
esperan con ansias.
…
Sugawara
cantaba una nana para su pequeño Tensei mientras lo alimenta con mamila, su
hija Eri está sentado junto a él, tarareando la canción de cuna que canta su madre. Tensei tiene apenas un mes de
nacido, pero Eri ya quiere que crezca mucho más y poder jugar con él. Por
supuesto, siendo la niña inteligente que es, sabe que eso no sucederá hasta que
pasen algunos meses más, pero ya quiere enseñarle un montón de cosas. Sawamura
está sentado frente a ellos, con algunos papeles sobre la mesa de centro y el
portátil en las rodillas, terminando un proyecto para el trabajo. De tanto en
tanto su mirada viaja hacia su hermosa familia, y ya ha hecho algunas
fotografías, colocando al instante una de ellas como fondo de pantalla en su
celular.
—
Lo ha terminado… — Dijo Eri con voz baja, tomando el biberón que su madre le ha entregado.
—
Claro que sí, ahora hay que ayudarlo a repetir para que duerma tranquilo. — El
peliplatino dijo con sonrisa materna, dando unos golpecitos en la espalda de su
bebé hasta obtener ese pequeño eructo y arrullarle nuevamente contra su pecho.
—
¿Hacías así conmigo, mami?
—
Sí, para evitar que luego tuvieras cólico o incomodidad, Eri.
—
Eres increíble, mami.
—
¿Sí? ¿Luzco increíble para ti, Eri?
—
¡Eres el mejor del mundo de las mamis! — Exclamó contenta la niña, cubriéndose
casi al instante la boca al ver que su hermanito se remueve inquieto en brazos
de su madre. — Lo siento, casi le
despierto.
—
Está bien, Eri. A Tensei le gusta escucharte.
—
¿De verdad? Pero casi grito~.
—
Bueno, pero todavía le gustas. ¿Me acompañas a llevarlo a su cuna?
—
Sí~.
—
¿Daichi, vienes?
—
Sí, Koushi. — Responde. No se ha perdido la escena en ningún momento, sonríe
completamente dichoso.
Rodea
la cintura del peliplatino y toma la mano de Eri, andan juntos como familia
hasta la habitación, donde Tensei es arropado en su cunita, encienden el móvil
de figuras de animales y tras desearle buena noche, es momento de acompañar a
Eri a tomar su ducha y arroparla también.
A
las diez de la noche sus hijos duermen profundamente, y ellos se miman en la
habitación, besándose dulcemente una y otra vez. Tan enamorados.
—
Koushi, ¿te estás poniendo travieso?
—
Sí, ¿no quieres, Daichi?
—
Ni loco me negaría.
Se
sonríen y cuando sus labios se encuentran de nuevo, los delicados dedos de
Sugawara hay se han abierto camino entre la ropa interior de su esposo,
acariciando la entrepierna con suavidad. Excitándole. Sawamura ahoga un jadeo
contra el cuello de su esposo antes de levantarle la parte superior del pijama
y lamerle los pezones, todavía sensibles por los cambios hormonales de su
cuerpo. El peliplatino busca de inmediato la almohada, necesita morder algo
para evitar que sus gemidos salgan de su boca. No quiere despertar a sus hijos,
Eri en particular.
…
Es
día de fiesta, el compromiso de Tsukishima con Yamaguchi se ha hecho oficial, y
han decidido celebrarlo en compañía de sus amigos. En realidad, ha sido idea
del pecoso, y visto que su rubio prometido no le niega nada ahora, ha sido
perfecto para engreírse un poco.
Oh
sí, finalmente comprometidos. Aunque la proposición ha sido sencilla y sin
demasiada ceremonia, Tsukishima se lo ha pedido en medio del desayuno hace
algunos meses, deslizando la cajita con el anillo sobre la mesa mientras
Yamaguchi se llevaba un trozo de pancake a la boca. Le había pillado tan de
sorpresa que se había embarrado los labios con miel y tragado el bocado de una,
mirándole con sus expresivos ojos de par en par y las pecosas mejillas bañadas
de carmín.
— ¿Kei?
— Lo
habíamos hablado antes, ¿no? Tadashi, vamos a casarnos. Aunque tenemos a Yakumo
ya, y tal vez lo querías desde antes. Creo que es el momento justo para nosotros.
— Sí,
Kei.
Así
había sido. Tan sencillo que cuando lo contaban, más de alguno reñía al megane por su poco
romanticismo. Al pecoso en realidad no le importaba, estaba feliz. Dentro de
poco firmarían los documentos necesarios y él entraría en el registro familiar
de su prometido. El anillo en sus manos era por ahora de compromiso, pero ya
estaban en espera de que les entregasen los de bodas. Se sentía como un sueño
realizado. El hecho de ser gay implicaba algunas limitaciones, no podían tener
el mismo tipo de matrimonio que las parejas heterosexuales todavía, y no es que
él envidiase en particular tenerlo. Pero le gustaba, un anillo, ser parte de su
familia incluso legalmente, eso se sentía simplemente genial.
Hinata
y Kageyama estaban aún en espera, tal como lo ha dicho el pelinegro meses
atrás. Esperarían un tiempo antes de dar ese paso. Pero no era que no lo
tuviesen contemplado o decidido. Era más bien simplemente que ya estaba
planeado, y como tal, solo debían aguardar.
—
¡Pero mira que preciosuras~! Crecen tan rápido.
Eran
los elogios que llegaban para los más pequeños.
—
¿No está demasiado grande tu vientre para el tiempo que tienes de embarazo,
Ikejiri?
Y
esa la pregunta que inquietaba a algunos. Ikejiri sonreía y asentía, para luego
responder que, tras la primera ecografía una semana atrás, han confirmado que
esperan gemelos.
—
Lo sospeché~ durante los primeros meses de mi embarazo tuve esa sensación de
que algo era diferente. Además mi
vientre estaba creciendo más de lo normal.
— Takeda comentó, sonriendo afable a los más jóvenes. Todavía a veces sentía
nostalgia, pero estaba feliz, Noriko y Natsumi le llenaban completamente, junto
a Ukai.
Oikawa
apoyó la moción, siendo el único entre los presentes que también experimentó el
embarazo gemelar. Y no dudó en comenzar a darle consejos y tips a Ikejiri,
aunque que fueron relacionados a la intimidad, tenían al muchacho acalorado con
tal detallada información. Iwaizumi, que se había distraído en la charla con
Hanamaki y Matsukawa, no ha podido detener
los descarados comentarios de su amante.
—
Tienes suerte de que todos los pequeños estén jugando por allá, Oikawa.
—
Futakuchi, es que tú no sabes cuán difícil puede ser el sexo cuando el vientre
pesa el doble~. De todas formas, son sabios consejos para el buen amigo
Ikejiri, me lo agradecerá después.
—
No estoy seguro de que él vaya a hacerlo, Oikawa.
—
Tú cállate, Kuroo. ¿Qué haces aquí? Esta es una conversación entre “mamis”. —
Dijo, haciendo un caprichoso mohín de disgusto.
—
Vengo a enterarme de los consejos que de todas formas está escuchando mi Kenma.
Soy yo quien tendrá que saber cómo manejarlo después, Oikawa. — Respondió con
esa sonrisa burlona que exasperaba a más de alguno. Y Oikawa no era la
excepción, todo porque sentía que el felino
podía ser más astuto que él. Obviamente, eso no le gustaba.
—
Un lindo minino como Kenma seguro no
es tan difícil de manejar, Kuroo.
—
Oye, ¿estás coqueteando ahora con mi novio?
—
¿Qué si lo hago? ¿No es sexy ver a dos hombres sexys cerca?
—
¡Kusokawa! — El grito no fue para nada de Kuroo. Iwaizumi estaba que echaba
fuego por los ojos, y las venitas en la sien palpitaban furiosamente.
Oikawa
se estremeció y comenzó a sudar frío. Se ha pasado, aunque solo un poquito,
tampoco es que hubiera hecho nada malo. Solamente había pegado su mejilla a la
del neko. Kenma, indiferente a los falsos coqueteos de Oikawa se había limitado
a ignorarle, con su mirada más bien clavada en su novio. Kuroo sonreía también,
sus jugueteos a veces eran extraños, como de otro nivel. Tal cosa como celarse
por los triviales flirteos de sus amigos no funcionaban en ellos. A ellos se
les encendía la llama de la pasión con mirarse, y eran pervertidos de forma que
Oikawa probablemente solo podría fantasear.
Como
fuera, era justamente Oikawa el que estaba en problemas en esos momentos.
Porque Iwaizumi sí que es celoso, le crispa el actuar de su amante cuando se
pone coqueto, aunque sea solo bromas o juegos estúpidos.
—
Vamos, Iwa-chan~ no ha sido en serio~. No te enojes, ¿sí~?
—
Shiori y Sora dormirán en casa de mis padres esta noche, Kusokawa.
—
¿Eh?
—
Voy a castigarte hasta que llores.
Oikawa
tragó hondo. Pero todavía sus mejillas se ruborizaron, el castigo sonaba tan prometedor. Sí, vamos, que a estas alturas de la
vida todos saben que Oikawa es un masoquista manipulador que sabe cómo obtener
lo que quiere de Iwaizumi, es que un sádico involuntario. O algo por el estilo.
—
Kenma, ¿qué estás mirando?
—
Oh, encontré unos videos para hacerle peinados preciosos a nuestra Ayane. Mira,
¿crees que puedas hacerlos también?
Kuroo
y Kenma se perdieron entonces en su mundo. La verdad es que ambos eran unos
padres súper consentidores con su niña. La pasaban siempre buscando cómo hacer
que sea tanto más bonita, y pasaban horas enteras practicando peinados cómodos
pero monos. A saber, Kenma era el modelo de práctica para Kuroo, ahora que
tenía su cabello bastante largo (por debajo de los hombros) era una oportunidad
perfecta para conseguir buenos peinados para Ayane. De vez en cuando Ayane
también peinaba a su mami, y a veces
tanto la pequeña como Kenma eran modelos del orgullo felino.
Así
es como la vida sigue su curso.
…
El
embarazo de Ikejiri estuvo acompañado de algunos momentos difíciles para la
pareja. No ha sido sencillo, y estuvieron en la sala de emergencias en más de
una ocasión. Pero, gracias al amor que se tienen y al apoyo oportuno de todo un
equipo médico comprometido con su trabajo, el embarazo gemelar ha llegado a
buen término. Y los tragos amargos han quedado en el pasado.
Ahí
estaban, con dos varones saludables en sus brazos. Haruhi y Kazuki los han
llamado. Una semana ha transcurrido desde que nacieron, y ambas familias de la
joven pareja están tan contentas como ellos de que finalmente les tengan ahí.
Pero
los señores Fujimi eran los que realmente se estaban dando el lujo de malcriar
a sus nietos desde temprana edad. Hanna quería ir de compras con Ikejiri en
cuanto se sintieron mejor después de la cesárea.
—
Iré, Hanna-san, pero espero que realmente no quiera comprar todo cuanto vea
lindo para Haruhi y Kazuki. — Dijo, sonriendo con amabilidad, contento de que
sus suegros estén tan llenos de vida ahora que sus nietos nacieron. Para ellos
también han sido tragos amargos cada vez que estuve en emergencias.
—
Oh, cariño, no te lo puedo prometer~. — La señora dijo con una gran sonrisa. —
Pero mira nada más, Kazuki, sí que comes bien eh. — Añadió con una sonrisita,
viendo el biberón vacío del pequeño que ella alimentaba en ese momento.
—
Haruhi es un poco más lento, querida. Mira, se toma su tiempo para terminar su
mamila, la saborea. Igual que nuestro Arita cuando era un bebé. — Ibuki, el
abuelo consentidor, dijo mientras es quien se encarga de alimentar a su segundo
nieto.
—
¡Hey, papá! No ventiles esos detalles frente a mi esposo.
—
¿Por qué no, Arita? ¿No es que tu mamá ya le ha contado de absolutamente todo?
—
Ng, ustedes dos son demasiado, demasiado openmind
y desconsiderados, no me dejan ni pizca de privacidad.
—
¿La necesitas? Son esposos, ¿para qué los secretos, cariño?
—
Mamá, todos necesitamos algo de misterio, sabes.
—
Tú padre y yo nunca lo hemos necesitado.
—
Ng, me rindo.
Ikejiri
se rio de buena gana, invitando a su esposo a sentarse junto a él, agradeciendo
el té que ha preparado para todos.
…
Tal
vez era realmente que se contagiaba
de la felicidad que veía en su círculo de amigos. Cuanto más lo pensaba más se
convencía de que algo no andaba del todo bien con sus propios pensamientos, y
que extrañamente comenzaba a sentirse envidioso
de la paternidad de todos ellos.
Akaashi
no se consideraba a sí mismo demasiado paternal, no era bueno con los niños y
en general no se había imaginado a sí mismo teniendo hijos propios antes.
Antes. Ahora, desde que los gemelos de Ikejiri y Fujimi nacieron, y
considerando los bebés de sus otros amigos, o los niños ya más crecidos yendo a
preescolar o al colegio, lo hacía. Se imaginaba con panza de embarazo, teniendo
antojos y calores, perdiendo el control de sus estados emocionales y soportando
a un emocionado Bokuto cuidándole de manera algo infantil, pero estúpidamente
dedicado.
—
Akaashi, ¿estás en un viaje ahora?
—
¿Qué?
—
Estabas ahí, con una expresión de ido.
Así que, en qué estabas pensando.
—
Nada en particular, Bokuto-san.
—
¡Vamos! Somos novios, deberías confiarme más cosas personales, Akaashi.
El
muchacho miró enfáticamente a su novio. El búho
se sintió analizado por sus ojos e incluso se permitió una risilla burlona.
—
¿Estás pensando en cosas pervertidas, Akaashi?
—
No en realidad, Bokuto-san. Aunque, tal vez algo tendría que ver.
—
¿Eh?
—
Bueno, una cosa no puede suceder sin la otra.
—
¿De qué estás hablando, Akaashi? Al menos explícame para seguirte.
El
menor de los dos continuó mirando a su novio. Suspiró, se sujetó el mentón,
volvió a suspirar y respondió un tajante “todavía
no” que solo consiguió más ansioso al mayor.
…
—
Obviamente no está listo para contarte, Bokuto. No te pongas ansioso, dale
tiempo.
—
Pero, ¿si me quiere dejar?
—
¿En serio? Después de todos los años que han estado juntos, y que te confesaste
y todo, ¿crees que querrá terminar la relación?
—
Kuroo, Akaashi no es tan transparente como Kenma, la mitad del tiempo no sé qué
está pensando. Y es él quien me conoce a mí mejor que nadie.
—
¿Te estás sintiendo inseguro solo porque estaba pensativo?
—
¡Porque no sé en qué estaba pensando! — Exclamó desesperado, bebiendo de una
más de media lata de cerveza.
Kuroo
se rió burlón, y destapó otra lata que ofrecerle. Estaban en el parque del
complejo de departamentos donde el búho reside, esperando por Kamasaki y Aone,
que habían ido a comprar más cerveza. Sus respectivas parejas estaban en casa
del minino, reunidos con sus hijos,
Akaashi ha ido a visitar a sus padres, por lo que no estará ese fin de semana,
y la noche anterior habían tenido esa cuasi
discusión.
—
¿Piensas embriagarte, Bokuto?
—
Sí, confío en ustedes para llevarme a casa en cuanto pierda el conocimiento,
Kamasaki, Aone. No lo olviden.
—
Preferible sería que no bebas hasta perder la conciencia, Bokuto.
—
Vamos a dejarlo, se siente solo sin Akaashi, ¿no?
—
Aone, eres un buen tipo, ¡dame un abrazo! — Bokuto se arrepintió al segundo.
Aone era un buen amigo, y no dudaba en apoyar o dar lo que le pedían si estaba
en su poder. Un abrazo era fácil. Su fuerza, no una broma. — ¡Ng, no de oso!
¡No de oso, Aone!
—
Lo siento, dicen que mientras más fuerte un abrazo, más conforta.
—
¡Pero tu fuerza es brutal! Creo que me rompiste una costilla.
—
No exageres. — Kamasaki dijo riéndose divertido.
—
Lo que sí creo es que te bajó la poca borrachera que llevabas encima, Bokuto. —
Agregó, más divertido, Kuroo.
—
¡Tomaré más en tal caso!
…
Había
cosas en la vida que Akaashi no podía entender, la emoción de la paternidad era
una de ellas. Hacía semanas que Bokuto hacía comentarios de eso más a menudo. Y
estaba más empalagoso que de costumbre, lo ha notado desde que volvió de
visitar a sus padres.
—
Bokuto-san, estoy tratando de cocinar, no vamos a tener sexo ahora.
—
No estoy intentando tener sexo contigo, Akaashi. Lo dices como si solo pensara
en eso.
—
De todas formas, si me abrazas todo el tiempo es difícil cocinar.
—
Pidamos algo a domicilio. O salgamos a cenar, deja eso Akaashi.
—
¿Y dices que no quieres sexo? — Dijo, luego de que su novio comenzara a besarle
el cuello y el hombro, deslizándole la cómoda playera para hacerlo.
—
No realmente, pero sí quiero besarte. No es la primera vez que soy así de
cariñoso, Akaashi.
—
Es verdad. Bokuto-san.
—
Mh.
—
¿Qué te pasa?
—
Ya te dije, solo estoy siendo cariñoso.
—
No me refiero a este momento. Es decir, has estado así desde que volví de
visitar a mis padres. ¿Te sentiste solo?
—
Bueno, un poco. Pero, solo resulta que quiero estar cariñoso, qué te preocupa
tanto, Akaashi.
—
Bokuto-san, ¿quieres tener bebés?
—
¿Qué? — el búho finalmente se detuvo de los besitos, girándole para verle de
frente. Akaashi desvió apenas un poco la mirada. — ¿Por qué preguntas?
—
Has estado hablando de eso últimamente. De cómo nuestros amigos son con sus
hijos, y te has emocionado hace unos días cuando Kuroo dijo que Kenma estaba
embarazado otra vez, o lo felices que estaban de que Ayane no fuera a ser hija
única. Y parece que Moniwa-san también está intentando embarazarse de nuevo.
—
¿Qué dirías si fuera así?
—
¿Eh?
—
Si yo quisiera tener hijos, ¿tú cómo te
sentirías Akaashi?
—
Pues, no lo sé realmente, Bokuto-san.
—
¿No te interesa?
—
No es que no me interese. Solo, siento como que no va mucho conmigo la maternidad. Pero, si tú quisieras,
entonces yo…
—
Yo no lo querría así, Akaashi.
—
¿Qué?
—
Si tenemos hijos en algún momento, espero que ese momento sea un deseo mutuo.
…
10
años, esos estaban cumpliendo Noriko y Natsumi, las gemelas de Takeda y Ukai.
Eri, la nena de Sugawara y Sawamura los ha cumplido antes, pero, como cada año,
no les viene mal festejarle a las tres el mismo día. Para entonces Yakumo y
Tsubasa han alcanzado los dos años, mientras que Kira, Tensei, Aika, Itsuki y
Kazuya rondan sobre el año y año y medio. Los extremos en edades, los más
grandes y los más pequeños. Los gemelos Haruhi y Kazuya andan sobre los siete
meses. Kenma tiene cinco meses de embarazo, y Moniwa recién lo ha confirmado
esa mañana, apenas 7 semanas de gestación.
Y
la vida sigue.
Las
risas, los juegos, la sensación de que el tiempo vuela, los recuerdos, la añoranza, las metas a corto y largo plazo.
Todo va ganando espacio en la vida del grupo de amigos. Sus familias,
diferentes entre sí pero similares en amor, también van creciendo a su manera.
Al
final, el tiempo es el único que avanza sin mirar atrás, sin detenerse, sin
apresurarse. A su ritmo, y el tiempo es el único que puede darse el lujo de no
mutar, pero sí de darle la oportunidad a todos de transformarse. Las ironías
del universo, o algo así.
Kenma
y Kuroo han tenido un varón, lo llamaron Masao. mientras que Moniwa y Kamasaki
tuvieron una niña a la que nombraron Suzu; dato curioso, pues así ambas parejas
tienen ahora la parejita, aunque varios años de diferencia haya entre sus
hijos.
…
—
Estoy en casa. — Bokuto dijo ni bien entró a su casa. Pero silencio fue todo lo
que recibió a cambio. — ¿Akaashi? — Nada. Parecía que su novio no estaba. Y era
extraño, pues no solían ausentarse de casa sin avisar al otro dónde estarían o
si llegarían tarde. — Últimamente ha estado algo extraño, ¿estará todo bien?
Inquieto
por la ausencia de su novio, el búho anduvo hasta la habitación, sacándose el
traje que había tenido que utilizar ese día, habían tenido una reunión con
representantes de la Federación Nacional de Voleibol, le han puesto una vez más
una propuesta para integrarse al equipo nacional. Con miras al campeonato
mundial a celebrarse en dos años. Se ha emocionado, innegablemente.
—
Y Akaashi brillando por su ausencia, quiero hablar esto con él.
Habiendo
comenzado a desabotonar su camiseta, el saco y la corbata ya estaban sobre la
cama, el búho finalmente se dio cuenta de lo que estaba sobre la mesa de noche,
junto a la lámpara. Una caja rectangular con moñito azul, y su nombre pegado en
ella.
—
¿Un regalo? Ni siquiera es mi cumpleaños aún.
Movido
por la curiosidad, Bokuto tomó el supuesto regalo, la letra era de su novio, de
eso está seguro, así que abrió la cajita, había otro objeto dentro, un sobre y
una nota más. Bokuto sacó ambas, mirando perplejo el objeto. No era ningún
idiota. Era una prueba de embarazo, positiva además, las líneas marcadas lo
confirmaban. El sobre contenía otro papel, una prueba de embarazo sanguínea,
que también tenía por resultado positivo.
Y estaba a nombre de Akaashi Keiji, su novio.
Con
dedos temblorosos y un nudo atorado en la garganta, el búho finalmente desdobló
el otro papel, la nota de su novio.
—
Estoy seguro de que ya has comprendido
que estoy embarazado, Bokuto-san. Así que no será una sorpresa decirlo aquí.
Pero, de todas formas lo voy a decir. Estoy embarazado, vamos a ser papás. Lo
siento también por no decirte esto cara a cara, siento que me pondré a llorar,
debe ser por los cambios hormonales. Bokuto-san, hace un tiempo dijiste que
solo querías tener hijos si yo también quería. Pues, hace casi un año que lo
deseaba, por eso es que dejamos de preocuparnos por los condones y tomé el
tratamiento adecuado, sin consultarte. Creo que, quería darte la sorpresa. En
fin, vamos a ser papás, Koutarou. Estaré esperando por ti en tu restaurante
favorito, celebremos la gran noticia.
Bokuto
gritó de emoción cuando terminó de leer la carta
de su novio. Puso todo de vuelta en su regalo
y cambió su traje ridículamente incómodo por ropa casual, apresurándose
entonces al restaurante ubicado a unos minutos de ahí. En cuanto vio a su
novio, corrió hacia él, le sujetó el rostro por las mejillas y plantó un beso
en sus labios, poco le importó que los otros comensales les vieran. Estaba
feliz.
—
Bokuto-san…
—
No, llámame por mi nombre, como en la carta, Kenji.
—
Koutarou-san.
—
No tienes remedio, Kenji.
—
¿Eh?
—
Te amo, Kenji.
…
Transcurridos
los nueve meses de gestación, Akaashi y Bokuto tuvieron a sus pequeños. Sí,
gemelos también. La parejita, una niña a la que llamaron Hana, y un varón al
que nombraron Kai. El embarazo de Akaashi había sido el más tranquilo que nadie
pudiera recordar, casi no había tenido náuseas ni cambios de humor, los antojos
le eran bastante normales y su apetito sexual plenamente satisfecho por Bokuto.
No presentó dolores preparto demasiado fuertes, y sus bebés habían gozado de
buena salud durante todo el período de gestación en el vientre de su mami.
Akaashi
le había pedido a Bokuto que aceptara integrarse al equipo nacional de
voleibol, porque era el momento ideal. Fujimi también lo había animado,
asegurándole que su puesto de trabajo estaría ahí aguardando por él cuando su
talento ya no fuera requerido para el equipo nacional. Había sido un poco
difícil con el embarazo de Akaashi desarrollándose, pero lo habían hecho bien.
Y ahora, mientras su novio y sus pequeños le miraban desde las gradas, el búho,
junto a Asahi, Nishinoya, Hinata, Kageyama, Sawamura, Kuroo, Tsukishima, Oikawa
y Aone, estaban por iniciar su primer partido oficial como parte de la
selección nacional en el campeonato mundial de voleibol. Todos ellos querrían
iniciar el partido, pero algunos tendrían que aguardar a tener la oportunidad
de pisar la cancha. Algunos otros solo pueden apoyar desde las gradas, tenían
el talento para portar el uniforme del equipo nacional, pero habían decidido no
hacerlo y dedicarse a sus trabajos y familias.
Lo
verdaderamente importante allí era que esos 10 hombres, portaban con los sueños
y deseos de todos sus amigos, de toda una nación. Y darían lo mejor de sí
mismos en cada set, luchando por quedarse en la cancha hasta el partido final y
llevar título de campeón a casa.
El
silbatazo inicial, el chillar de tenis, la mirada concentrada, la estrategia
definida, todas las ganas, la actitud y la pasión. Un balón en el aire. Una
sola escuadra podía ganar ese partido.
…
Takeda
comenzaba a sentir el peso de la edad, sus hijas estaban en la universidad, y
no recientemente, sino que estaban por graduarse. Han crecido como señoritas
hermosas, tienen novio (y han tenido antes) pero aún no piensan en matrimonio, Noriko
y Natsumi quieren hacer muchas cosas antes de casarse, no es aún una meta que
considerar, tampoco embarazarse.
—
Y siguen siendo las favoritas de tus padres, Keishin.
—
Lo sé, parece que serán unas niñitas para ellos toda la vida. Mi abuelo también
las ama, aunque sea un viejo que apenas puede moverse ahora.
—
Keishin~ no hables así del abuelo Ukai.
—
Ya, lo sé, Ittetsu. De todas formas, por qué estabas pensando en eso, eh.
—
Me siento viejo~.
—
¿Qué dices? Somos jóvenes aún, amor.
—
Cumpliré cincuenta este año~. No hay nada joven en mí~.
—
Yo no pienso así. De todas formas, te amo cada día más, Ittetsu.
…
—
Tobio~ no pongas esa mala cara~.
—
No tengo otra, Shoyo. Además, estoy realmente cabreado ahora.
—
Tonterías~. Nuestro Tsubasa es feliz, no le arruines eso.
—
Apenas tiene 14, ¡por qué tiene novio ya! ¡Es un niño aún!
—
Nosotros empezamos a salir casi a esa edad.
—
¡Ah! ¡Teníamos 16!
—
Bueno, qué son dos añitos de diferencia. Y no es como si ya esté teniendo sexo
con su novio. Apenas si se miran a los ojos, ya están sonrojándose.
—
Eso es lo que más me molesta.
— ¿Tenía que ser Tsubasa?
— Vamos, Kei. Los chicos están
enamorados, no vayas a hacerle la vida imposible a Yakumo, ¿sí?
— Ese polluelo se parece demasiado a Kageyama.
— A nuestro Yakumo eso no le importa,
vamos, no seas tan celoso y egoísta. ¿No quieres que Yakumo sea feliz?
— Tsk.
— Kei, por qué mejor no te concentras
en nuestro propio trozo de felicidad un poco, eh. Falta poco para que nuestro
segundo bebé nazca~.
Era
verdad, aunque habían creído que tal vez no podrían tener un segundo hijo, el
embarazo de Yamaguchi había sido una grata sorpresa, después de todo tiene ya
38 años y habían dejado de intentar embarazarse.
Los
curiosos caminos del destino eran tan juguetones que, una vez más, Hinata
también se había embarazado simultáneamente con el pecoso. Y ambos estaban a
unas semanas de dar a luz. Yakumo y Tsubasa se habían hecho novios unos días
atrás, y las sorpresas continuarían. Líneas de historias que aún no se
escribían.
FIN
Oohhh!!! Que emoción que por fin pude leer el final de esta fantastica historia!! Me sospechaba que Tsubasa y Yakumo iban a ser novios para coraje de sus padres, pero que divertido es enfadarlos jajaja que bueno que al final asi sean solo 10 puedan cumplir el sueño de todas y jugar como el equipo nacional
ResponderBorrarGracias por publicar esta historia aqui, de verdad que queria leer su final
Hi~
BorrarObvio xD había que hacer renegar a Kageyama y Tsukishima xD además, cm me imaginé a Tsubasa y Yakumo era cm *-* tienen que estar juntos! y pues me di el gusto xD
Como no sigo el manga de HQ, pero con el final de la 3ra temp con Kageyama siendo invitado a un campamento del nacional, me he estado preguntando si es que en el manga se hará alguna referencia respecto al equipo nacional, además de lo de Ushijima claro xD pero bueh, me salí del tema xD gracias por haberte pasado, y en vdd me da gusto que lo hayas disfrutado pese a que fue una secuela más bien express, le perdí el hilo en muchos momentos y fue un arduo trabajo terminarlo ñ.ñ
Me encanto, y finalmente me anime a leer todo TIME OUT y Match Point
ResponderBorrarEnserio ame tus fics, las relaciones, los problemas, las reconciliaciones, los juegos de oikawa (yo si queria el karaoke en parejas con canciones dueto)
Los hijitos y las bodas
Y aun mas ver a Tsubasa y Yakumo juntos
Oh sii, no podían contra ello Tobio y Kei, Shoyo y Tadashi ya sabian eso desde que los tenian en sus vientres
Me los imagino juntos y celando a sus pequeños, e imagino que los futuros bebes en camino tambien se enamoraran
En fin muchísimas gracias por esta maravillosa historia
Agradecimientos y bendiciones