lunes, 16 de julio de 2018

Entrenando a Otosan, Epílogo


EPÍLOGO
~*~

Midorima puso sobre la mesa una carpeta que Takao miró con desconfianza. Su pequeña descansaba tomando la siesta después de una activa mañana de jugueteo y ensuciarse en el jardín con tierra y agua, actualmente tiene quince meses, pero en ocasiones ambos jóvenes tienen la impresión de que se comporta como si tuviera más edad.

– ¿Qué es eso? Si son papeles de divorcio desde ahora te digo que no los pienso firmar… – El pelinegro dijo con aire ofendido.

– Serás idiota, cómo vamos a divorciarnos si ni siquiera nos hemos casado… – Midorima aclaró pero entonces vio una sonrisa ensancharse en labios de Takao.


El ojiverde enarcó una ceja, ha captado la indirecta de su novio con aquel comentario. Por supuesto, ahora que son los únicos padres solteros viviendo en unión libre, asume que Takao sigue esperando que le pida matrimonio.

– ¿Y, qué es entonces?

– Nuestro plan de sexo.

– ¿Eh? ¿Plan de qué?

– Sexo. No pensarás que iba a quedarme cruzado de brazos teniendo solo a nuestra princesa, ¿verdad? – El ojiverde dijo con su habitual tono serio y esa mirada penetrante que parecía enfatizar cada uno de sus movimientos. Fue entonces turno del pelinegro de elevar una ceja en señal de protesta.

– Supongo que no, pero no entiendo qué mierda me vienes a soltar un “plan de sexo”… – Dijo cruzando las manos bajo su mentón y mirándole inquisitivamente.

– Naturalmente no entiendes, pero no te preocupes que tú solo tienes que confiar en mí… – Midorima dijo con aire superior, lo que hizo sonreír perverso a Takao, si hay algo que le gusta es ir y meterse con el intelecto de su novio.  

– Eso es lo que me preocupa. ¿Casualmente tiene que ver algo con tu manía por los horóscopos? – El ojiverde se acomodó los anteojos, señal suficiente para que el pelinegro comprendiera la afirmación explicita… – ¡Lo sabía!

– Quiero un niño. Necesitamos un niño.

– ¿Necesitamos? – Sonrió con ironía y un dejo de diversión.

– Por supuesto. Tú y yo porque nuestra línea de sangre necesita un varón. Y nuestra princesa para que tenga un hermano que cuide de ella, cuando sea una adolescente los pretendientes le sobrarán.

– Tú lo que quieres es que tengamos un hijo para que vigile a nuestra hija cuando tú no puedas tener un ojo puesto sobre ella.

– Bueno, tal vez… – Midorima admitió sin cambiar en absoluto la expresión de su cara. Takao suspiró.

– Todavía no entiendo qué tiene que ver una cosa con la otra. ¿Es que acaso los astros también te pueden decir cómo concebir un hijo? – Su novio asintió… – ¡No es cierto!

– Claro que sí.

– Ah~ y yo que pensé que nos habríamos librado de la tortura de los astros… – Takao Gimoteó inconforme.

– Te cumplo montones de caprichos absurdos, no veo el problema a que me hagas caso en situaciones lógicas.

Takao le miró como diciendo “mucha lógica que tiene guiarte por los astros”, pero optó por cambiar la estrategia y echar un vistazo en el plan de su novio, seguro encontraba contras que usar a su favor y deshacerse de ese “Plan de Sexo” que, de entrada, le daba mala espina. El pelinegro sujetó la carpeta con cautela antes de abrirla y mirar el contenido.

– ¡Qué! ¡De ninguna manera, Shin-chan! ¡Tienes programado al menos medio año, y hay temporadas en las que marcas “abstinencia” por días! ¡Días! – Exclamó al borde del colapso.

– Se tiene que hacer así, Kazunari. Y baja la voz que nuestra princesa duerme.

– ¡Ningún se tiene que hacer así! – Gimoteó bajando apenas un poco los decibeles de su voz, frunciendo el ceño y mirando los papeles como si fueran su peor enemigo… – ¿Por qué mierda abstinencia? Me encanta el sexo contigo~

– Claro, soy todo un semental. Y de todas maneras estarías muerto si te atrevieras a buscar sexo en cualquier otra parte, eres mío Kazunari… – Midorima señaló con tono posesivo, el pelinegro estuvo por increparle un reclamo pero entonces sintió una oleada de calor correrle por la espina dorsal.

– Ah, joder. Eres tan sexy cuando hablas así que ya me entraron ganas. Vamos a hacerlo Shin-chan~ – Sugirió con tono coqueto, estirando la pierna bajo la mesa para alcanzar la rodilla de su novio y deslizar el pie entre sus piernas en busca de aquel manjar que se saborea de solo pensarlo.

– Quita tu pie, nada de hacerlo. ¿No ves? Hoy nada de sexo.

– ¡Pero Shin-chan~!

– No. Si queremos hacer un varón pronto, tendrás que apegarte a mi plan.

– ¡Joder! No pienso apegarme a la abstinencia. ¡Es tan desesperante querer echar un polvo contigo y me vengas con que no se puede!

– Tienes la boca llena de idioteces.

– Esta boca llena de idioteces te manda a la gloria, no se te olvide Shin-chan.

Oh, bingo. Takao había dado en el clavo, en ese argumento que Midorima, ni aunque quiera, puede refutar. Porque Dios, su novio sí que sabe cómo usar esa boca escandalosa cuando se lo propone. El pelinegro sonrió ladino y luego incluso trepó en la mesa acechando a su novio cual si se tratase de una presa, el ojiverde se mantuvo aparentemente imperturbable, pero la dolorosa verdad estaba comenzando a molestarle en la conciencia –o en su caso en ese momento, en la entrepierna–.

– Vamos Shin-chan, ¿o es que estoy perdiendo atractivo? Porque todavía soy demasiado joven para haber perdido la figura por nuestra Kie.

Midorima hubiera replicado –porque joder, se pone cada vez más guapo y sexy, y duda que deje de mejorar porque presiente que le viene el atributo justamente por la edad y la maduración–, pero los labios de Takao eran astutos y suculentos como para negarse cuando han alcanzado su boca. El problema es que así es como comenzaban sus salvajes sesiones de placer. Cuando la lengua del pelinegro atacó el interior de su boca, el ojiverde supo que tendría que parar o definitivamente terminarían haciéndolo en la mesa.

– Suficiente, Kazunari.

– Vamos Shin-chan, seguro que podemos hacer un varoncito si practicamos suficiente.

Esa tarde Takao terminó por salirse con la suya, Midorima sin embargo no quitó el dedo del renglón y rediseñó su Plan de Sexo. Pero, eso no significa que Takao de todas maneras fuese a aceptarlo así sin más.

– Bien, de acuerdo. Supongamos que acepto seguir este plan tuyo para hacer un varoncito, ¿es en verdad altamente necesario suprimir el sexo?

– Según lo que dicen los astros, sí.

– Vamos, que la cosa debe ser solamente que tú no entres en mí, ¿no? Así que técnicamente debería quedarnos al menos la opción del placer mutuo. ¡Shintaro, no puedo vivir un solo día sin que me toques!

Midorima se sujetó el mentón, pensando en lo que su novio ha dicho. Takao le hizo morritos antes de salir hacia la habitación de su pequeña que, tras un chillido, anunció que despertó de su siesta de media tarde.

– Bueno Kei-chan, cómo has dormido.

– Shoñé ángeles como mami~ – Canturreó la pequeñita con tono somnoliento, tallándose los ojos y dejándose cargar por el pelinegro… – Mami.

– Dime, Kei-chan.

– Quello un hedmanito~

A Takao le dio un tic nervioso, parecía que su hija estaba confabulada con su padre para hostigarle con el tema. El pelinegro suspiró mientras revisaba el pañal de su pequeña y lo cambiaba por uno limpio.

– Bueno, papi y yo estamos pensando en ello. Tal vez pronto puedas tener un hermanito. ¿No quieres una hermanita?

– ¡Quello un hedmanito! – Exclamó emocionada la pequeña.

Takao volvió a suspirar. Ni hablar, tendría que hacer caso del plan de su novio. Bajó a la pequeña y ofreciéndole tan solo uno de sus dedos para que se sujetara, Kei comenzó a andar rumbo a la estancia. Aunque ya domina la marcha le gusta sentirse segura tomando al menos el dedo de su mami o de su papi. En tanto, el pelinegro se preguntaba si era solo ese amor de madre que tiene por su hija, o si definitivamente también debería culpar a esos grandes ojos verde jade que, cual mismísimas joyas invaluables, solían comprarle con facilidad.

– ¡Papi~!

– Cómo está mi princesa.

Takao se quedó mirando entonces el cuadro ante él. Su novio podía ser todo lo tsundere del mundo, pero se derretía con su pequeña, y está seguro de que Kei-chan obtendrá de él tanto como logra sonsacarle también. Un varoncito definitivamente vendría bien, Midorima necesita más personas en su vida que le hagan perder el control de su perfecta vida regida por los astros.


Cuando el grupo de amigos supo, alrededor de la fecha en que los gemelos de Izuki y Kiyoshi estaban cumpliendo su tercer año, que Takao estaba embarazado de nuevo, la mayoría quedó en blanco. Es que todos recuerdan bien cómo fue el proceso para ellos dos, sobre todo cerca de la fecha de parto. Midorima se había vuelto más irritable, algo histérico incluso; y Takao había estado tan sensible que lloraba sin razón alguna. Y el día del nacimiento, Midorima no se había desmayado, pero había entrado en pánico y amenazado a diestra y siniestra a todo ser que se atravesaba en su camino si solo le pasaba algo a su bebé o a su novio. De aquel día lo que todos se empeñaban en recordar con nitidez era solamente el momento en que, a medio pasillo, Midorima había gritado amar a Takao a pulmón abierto. Bastante surrealista toda la experiencia.

– Taiga.

– Qué.

– ¿También deberíamos tener más hijos?

– ¿Ah? – El pelirrojo miró a su esposo. Sí, esposo, que finalmente hace cerca de medio año la ceremonia se había efectuado, una reunión muy sencilla, solo familia y amigos. Bien, quizá no había sido tan sencilla. Como fuera, Kuroko le estaba preguntando algo importante ahora… – La verdad es que me gustaría, cuando ambos estemos listos.

– ¿No estamos listos ya?

– Tetsuya, no es solamente pensarlo porque Takao y Midorima sean los primeros de todos en encargar por segunda vez. Es que nosotros dos lo deseemos y nos sentemos a planearlo. Haruko y Katsu están en preescolar, tú y yo estamos en la Universidad y hemos visto cuán pesado puede ser comportarnos como estudiantes y como padres al mismo tiempo. Tan solo creo que debemos meditarlo, y si estamos de acuerdo entonces claro que estaremos listos.

El peliazul bajó la mirada ligeramente avergonzado. Honestamente la idea le había venido a la mente así sin más, tal vez por un poco de envidia ante la felicidad que vio en la expresión de sus amigos. Pero su esposo tiene razón, deben meditarlo y planear adecuadamente aumentar su familia.

– Tetsuya…

– Tienes razón. Lo siento, Taiga, me dejé llevar.

– No te disculpes, también me dio emoción la noticia de Takao y Midorima, pero tenemos que pensarlo muy bien antes que buscar otro bebé.

– O bebés.

– Sí, o bebés… – El pelirrojo sonrió abrazándole por la cintura, inclinándose y besando los aterciopelados labios de su esposo… – Te Amo, Tetsuya.

– Y yo a ti, Taiga… – Kuroko correspondió enredando sus manos tras el cuello del más alto, tirando de él para acercarle todavía más… – Hazme el amor, Taiga.

– Como lo ordene, mi Señor… – Kagami sonrió sexy, y por un instante el peliazul se sintió atrapado entre los brazos de un soldado de antaño, de esos hombres temerarios que cautivaban con su fiera mirada.

Sumido en la ensoñación, Kuroko fue consciente del mundo más allá de su cuerpo atravesado de placer, cuando Kagami embistió con fuerza tocando el punto más sensible de su interior. Quién sabe, cómo han olvidado las precauciones, podría resultar que en algún momento haya otro embarazo.


Kise se ha encargado nuevamente de organizar el baby shower, esa vez de Takao. Los juegos estaban siendo tan divertidos como cada vez, aunque ahora estaban ahí también sus hijos haciendo de las suyas, alegrando mucho más el momento. Mitobe miró de soslayo a su novio, Koganei estaba más feliz que nunca. ¿Razón? Hacía una semana que se habían enterado de una maravillosa noticia. Un mes de gestación aproximadamente, serían padres dentro de algunos meses también.

– ¿Han empezado sin nosotros? – La voz de Takuma, el padre de Taiga, irrumpió en los amplios jardines de la Mansión Midorima cual Papá Noel clamando atención de los niños. Niños que gritaron el nombre del abuelo Kagami antes de lanzarse hacia él corriendo con marcada emoción.

Lo que dejó en blanco a los adultos fue sin embargo algo en particular.

– ¿Q-qué…? ¿Por qué están tomados de la mano, papá?

– Mi amada Riko~ puedes ir pensando en Taiga como tu hermanastro.

– ¡Qué!

~FIN~

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