Capítulo 2. Una Confesión Apresurada
~~*~~
El partido entre Seirin y Shutoku fue de lo
más emocionante, llegó un momento en que los espectadores realmente no sabían a
qué equipo apoyar; ambos merecían la victoria, ninguno la derrota. Era
impresionante la forma en que desplegando su juego se hicieron de las vítores
de cada persona en las gradas. Al final el encuentro culminó en empate. No
estaban justamente conformes con el resultado, pero al mismo tiempo parecía que
esto era lo mejor para ambos equipos. Todavía tenían oportunidad en las
preliminares, el camino no ha terminado.
De vuelta a los vestidores, Shutoku desfiló
con normalidad por el pasillo, el sudor y el andar pausado propio del
agotamiento tras un intenso partido. Midorima seguía con el ceño fruncido, no
le gustan los empates y menos cuando los horóscopos habían apuntado a su favor.
Takao sonríe simplón, camina a lado del ojiverde y espera el momento para
molestarle un poco. Sabe cuánto debe estar fastidiándole esto el pensamiento, y
por alguna razón a él le dan unas ganas horribles de incrementar sus enojos.
Porque Takao sabe, que a pesar de todo, Midorima no está realmente enojado,
herido en su orgullo definitivamente, pero que también reconoce que ha mejorado
y que ha visto mejorar con grato desafío a Kagami y Kuroko –principalmente,
aunque todo Seirin había pulido sus habilidades–, que el camino a la Winter Cup
no ha terminado y que casi es aceptable
este empate con sabor a…
– Takao, date prisa. Tienes que llevarme a mi
casa… – El ojiverde interrumpe el hilo de pensamientos del pelinegro… – No me
digas que estás pensando que es bueno
el empate.
– ¿No lo es?
– Definitivamente no.
– Siempre tan de pocas palabras, Shin-chan.
Kazunari sonríe divertido cuando la gélida
mirada de Midorima cae sobre él. A veces se pregunta qué será realmente lo que
le agrada tanto de este tipo cuando claramente no tiene grandes habilidades
para nada de índole relacional. Es un prodigio en el baloncesto, pero está
completamente fuera de forma en
cuanto a relaciones sociales se refiere.
El ojiverde se acomoda los anteojos que han
resbalado en el puente de su nariz, cierra los ojos unos instantes y trata de
ignorar las pulsaciones de su corazón. No tienen nada qué ver con el esfuerzo
físico ni el resultado del partido. Están ahí por culpa de esos ojos oscuros
que ríen al mirarle, porque encuentra atractivo el gesto en la varonil cara de
Takao, porque de alguna manera, es al único al que le ha permitido llamarle por
su nombre. Aunque en realidad, no es que Takao le haya pedido permiso,
simplemente había comenzado a llamarle Shin-chan
y ya. Siempre tan jodidamente presuntuoso para sus cosas.
– ¿Quién es ahora el que está pensando sin
mover un músculo? – La sonrisa sarcástica del pelinegro resuena en sus oídos
haciéndole sentir entre molesto y avergonzado… – Siempre tan arisco, Shin-chan.
Incluso cuando miraste un partido de Seirin y dijiste que ni de loco irías.
– Estás hablando demasiado, Takao… – Intenta
sonar autoritario, advertirle que está por cruzar los límites de lo permitido,
pero entonces Shintaro Midorima se da cuenta de algo.
Desconoce cuáles son esos límites de lo permitido.
…
Kuroko está terminando de cambiarse, pensando
en las probabilidades de ganar el próximo encuentro y asegurar un lugar en la
Winter Cup, la entrenadora Riko acaba de mencionar al rival y parece que ha
puesto a los senpai en alerta, principalmente a Hyuga-senpai que no ha dejado
de mirar a Kiyoshi. Kagami mira al peliazul de soslayo, todavía se siente
incapaz de enfrentar directamente el hecho de que se besaron después de las
prácticas –un roce también puede considerarse un beso, no es que él vaya por
ahí permitiendo que sus labios entren en contacto con los de cualquier
persona–. Riko menciona algo sobre darse prisa, los chicos hablan de prepararse
para el siguiente encuentro y Kiyoshi parece sumamente entusiasmado pese a que
el partido de hoy contra Shutoku ha puesto en marcha prácticamente todas sus
jugadas y habilidades.
– ¿Alguien ha visto a Tetsu?
– ¿Eh? ¿Has traído a #2 contigo?
El peliazul asiente, mientras que al Capitán
le ha dado un tic en el ojo y refunfuña por cada frase que sale de labios del jugador fantasma. Kagami resopla los
cabellos de su frente y se ofrece en acompañar al más bajo en búsqueda del can.
– Pobrecito, era natural que se enfadara
estando encerrado todo el tiempo.
– ¡Cállate Izuki!
– Hyuga, pienso que deberíamos preocuparnos
más por #2, es el jugador más importante de nuestro equipo.
– ¡Qué sandeces estás diciendo, Kiyoshi!
¡Ustedes dos son tan molestos!
Mientras el Capitán reñía a sus amigos,
Kuroko con Kagami salieron a buscar al esponjoso animal. Más tarde lo
encontraron, para bien o para mal, tras encontrarse por azares del destino con
Midorima, Takao, Kise y Momoi. Como era de esperarse, la pelirosa se lanzó a
brazos del peliazul chillando como la colegiala que es, sonrosándose de las
mejillas y declarando libremente lo mono
que resultaba que su novio tuviera a
un can tan lindo como #2.
Kagami tenía el ceño fruncido, no solo por
encontrarse con Midorima y Kise cuando pensaba que al menos durante algunos
días no les vería más, sino también porque la pelirosa se tomaba todas las
confianzas del mundo para abrazar a Kuroko, para repetir que era su novio. Inevitablemente el pelirrojo se
hizo una pregunta, ¿por qué Kuroko ha permitido el anterior beso con él si algo sucede con esta chica? Lo que es más, ¿qué hay sobre el
misterio en la relación con Aomine? ¿Por qué tiene el presentimiento de que algo más fuerte pasó entre ellos?
– Momoi-san, por favor deja de decir que soy
tu novio.
– ¿Mh? Pero Tetsu-kun…
– Gracias por cuidar de Tetsu… – El peliazul
ignoró la expresión en el bonito rostro de la muchacha y cargó al can, que
encantado de volver a brazos de su dueño, agitó la cola y le lamió las mejillas…
– Midorima-kun, Kise-kun, Takao-kun; nos vemos en otra ocasión.
– ¡Ah! Pero Kurokocchi~ ni siquiera he podido
felicitarte por el partido… – El escandaloso rubio se fue directo a abrazar al
peliazul, el ceño del pelirrojo se frunció pronunciadamente y apretó los puños.
¿Por qué tenía que aguantarles esa clase de trato para con SU Kuroko? Sí, que
está ahí el sentido posesivo hacia el pálido muchacho.
– Kise-kun, gracias. Pero estás asfixiándome.
– ¡Ay, lo siento Kurokocchi~!
– Kuroko y yo nos vamos, los demás nos están
esperando.
– ¿Eh?
Kagami ni siquiera dio tiempo a que los otros
dijeran nada. Se llevó a rastras a Kuroko de ahí, no le apetecía que Kise o
Momoi volvieran a abrazarle. Y por lo que ha notado, hasta Midorima quería
largarse ya, así que solo está siendo amable
acelerando el proceso. El peliazul se deja llevar sin ninguna resistencia, en
realidad ha pasado por un momento incómodo. No es que haya olvidado el pequeño detalle del beso en la noche
anterior. Y aunque antes le había dado prácticamente igual que Momoi dijera que
es su novio o que Kise demostrara tan
afectuosamente su aprecio, hoy había sido honestamente incómodo, porque no
quiere que Kagami piense que ha olvidado el beso o que no le ha importado en
absoluto.
– Kuroko…
– ¿Mh?
– ¿En serio eres novio de Momoi?
– ¡No! – Exclama con la voz más alta de lo
que nunca hubiera imaginado que podía hablar. Se le ruborizaron las pálidas
mejillas y bajó la mirada sumamente avergonzado.
– Ella lo repite prácticamente cada que se
encuentran.
– Pero no es así. Momoi-san siempre ha dicho
que yo le gusto y por eso dice que
somos novios, pero a mí ella nunca me ha gustado.
– ¿Y se lo has dicho?
– Pues… no.
– Tal vez sería conveniente que se lo
dijeras, Kuroko.
– Kagami-kun, ¿estás celoso de Momoi-san?
– ¡Qué! – Todas las alarmas en Kagami se
dispararon tras la pregunta tan directa del peliazul… – Cl-claro que no. Quiero
decir, por qué debería estar celoso de ella. No es que tú y yo, que nosotros,
que… pues… – El pelirrojo se incomodó claramente, e inconscientemente comenzó a
juguetear con el anillo que cuelga de su cuello. Al percatarse de eso el
peliazul recordó el estrecho vínculo entre su amigo pelirrojo y el chico de
nombre Himuro Tatsuya que conocieron antes durante el torneo de baloncesto
callejero.
– Kagami-kun, ¿estás enamorado de Himuro-kun?
– ¡Ah! ¿De dónde demonios sacas tremenda
estupidez?
– ¿Entonces de mí?
– ¡Q-qué! ¡Maldición, Kuroko!
– Eh, chicos. ¿Por qué están armando alboroto
ahora? Oh, encontraron a #2.
Kagami casi agradeció que sus compañeros de
equipo los hubieran alcanzado. Mientras que Kuroko sintió que algo se asentaba
inquieto en su pecho. Necesitaba algunas respuestas, pese a su personalidad
pasiva y a veces desinteresada, estaba muy necesitado de saber lo que pasa
entre el pelirrojo y él.
…
Durante la noche anterior Kagami se las
arregló para huir de Kuroko –cosa de la que sus compañeros se dieron cuenta
pero que prefirieron dejar por la paz hasta que ellos se arreglaran solos,
después de todo no es la primera vez que toman distancia el uno del otro–,
durante las clases simplemente evitó a toda costa mirar hacia atrás para no
encontrarse con el peliazul. Luego, cuando pensó que volverían a las prácticas,
la entrenadora Riko dijo que era día de limpieza. Toda una aventura, pero
pasaron cosas muy divertidas e interesantes, supieron un poco más sobre cómo se
inició Seirin y comprendieron también por qué todos ellos estaban tan unidos;
incluso la amistad entre Kiyoshi, Hyuga y Riko.
Por un momento Kuroko se dio el tiempo para
pensar. Tal vez la amistad entre Kagami y Himuro era similar a la de sus
senpai, y no era que hubiera algún sentimiento romántico entre ellos. Aún así,
tenía sus dudas. Pero Kagami no parecía por los términos de ayudarle a resolverlas.
– Kuroko, te acompaño a tu casa… – El corazón
del peliazul dio un vuelco. El más alto no se lo estaba preguntando, le estaba
avisando. Y además tenía las morenas mejillas rojas.
– Está bien, Kagami-kun.
Durante el trayecto iban demasiado callados. #2
iba metido en el bolso del peliazul asomando la cabeza, sonriendo con sus ojos
alegres, olfateando el aire y ladrando de vez en cuando.
– Sí. – Kagami dijo repentinamente.
– ¿Sí, qué? Oh, quieres que lleguemos al
Maji…
– No eso. Sí, creo que estoy enamorado de ti,
Kuroko.
Ambos detuvieron sus pasos al mismo tiempo,
probablemente más por inercia que por alguna razón en particular. Sus rostros
estaban completamente cubiertos de carmín.
– Kagami…
– Lo estuve pensando desde ayer. Y, lo único que
explica cómo me he sentido últimamente contigo es, que me gustas. Aunque seas
un chico. También estuve celoso, de Momoi y de Kise, porque te abrazan y… – El
pelirrojo detuvo su discurso atropellado cuando sintió los brazos del peliazul
rodeando su cintura. El rostro de Kuroko se enterró en su pecho… – Kuroko…
– Tenía miedo de que no sintieras lo mismo
que yo.
– ¿Qué quieres decir? – Kagami le separó en
busca de su mirada. Los grandes ojos azul océano brillaban como si el sol
estuviera bañando sus pupilas. Tragó hondo y tartamudeó sin conseguir hilar una
sola palabra más.
– Me gustas mucho, Kagami. Mi corazón palpita
emocionado cuando estoy contigo, y cuando siento tu calor cerca, mi cuerpo se
siente extraño. Además, cuando nos hemos besado antes, me sentí tan feliz.
– Eso, esto… yo…
– Kagami-kun… – El peliazul alzó la mirada y
alargando las manos alcanzó el rostro del más alto instándole a inclinarse… –
¿te sientes incómodo?
– Claro que sí. Pero no por sentir esto por
ti. Es solo que yo nunca me he, confesado. Me siento torpe y… – Una preciosa
sonrisa se formó en labios del peliazul, haciéndole sentir algo más bobo que de
costumbre…
– No necesito más confesión que esta,
Kagami-kun… – Las palabras del más bajo le quitaron un peso de encima.
Y mucho más confiado por eso, fue que su
cuerpo pareció actuar por cuenta propia. Sus rostros se encontraron en algún
punto, con Kuroko estirando el cuello y Kagami inclinándose hasta que sus bocas
se fundieron compartiendo un beso diferente, un beso de verdad y no solo un
roce. Se acariciaron tímidamente los labios, sintiéndose inexpertos pero
tranquilos, seguros quizá. Kagami nunca había besado, y Kuroko siempre aguardó
por alguien como el pelirrojo para entregar sus besos. Estaban destinados.
– ¿Esto… nos hace, pareja?
Que Kagami preguntara tras romper el beso
hizo sonreír tiernamente a Kuroko. Ver esta clase de sonrisas en la expresión
generalmente inmutable del peliazul hizo sentir sumamente especial al más alto.
Como si fueran reservadas para él.
– ¿Es lo que quieres, Kagami-kun?
– Si así Momoi dejará de decir que eres su
novio y que Kise lo piense dos veces antes de abrazarte como si fueras un lindo
peluche apachurrable.
– ¿Solo por eso? – Kuroko pregunta, sus cejas
se han curvado ligeramente en un curioso mohín de disgusto. Kagami niega
efusivamente y toma nota mental de ser más cauto para hablar.
– Porque me gustas. Porque me pongo celoso
cuando ellos hacen eso. Por eso quiero que seas mi, novio, Kuroko… – La sonrisa
del peliazul se expande, y es tan brillante que a Kagami le dan ganas de
besarle de nuevo.
Si la gente les ve, honestamente en ese
momento no les importa.
…
En la Academia Shutoku, Midorima está listo
para marcharse pero Takao ha salido con la absurda justificación de tener que
ir al baño retrasándole.
– ¿Acaso tienes el estómago flojo? Te has
tardado más de diez minutos.
– Shin-chan, ¿nunca has tenido que desahogar ciertas tensiones del cuerpo?
– Takao sonríe pícaro.
– No te interesa. Date prisa, llegaré tarde a
la cena.
– Oh vamos, Shin-chan. ¿No me digas que usas
tus manos solo para jugar baloncesto?
– Estás extralimitando mi paciencia, Takao.
– ¡Ok! Vamos ya.
Al pelinegro le divierte de sobremanera hacer
reaccionar de esta manera al ojiverde, a veces al sonreír se pregunta si
Midorima pensará en él como un amigo de verdad o si solamente le deja
acompañarle siempre porque tira de la carreta o tolera todas sus cosas
obsesivas como las cintillas en los dedos o la fiel creencia en los horóscopos.
– Oye, Shin-chan.
– ¿Ahora qué quieres?
– ¿Piensas tener novia algún día?
– No te importa, Takao.
El pelinegro siguió pedaleando la carreta,
mirando de refilo hacia atrás, donde Midorima va sentado observando nada en
particular según parece. Takao se percata del suave rosado que cubre sus claras
mejillas.
– Me importa. Así sabría si tiene algún caso
que yo siga enamorado de ti, Shintaro.
Los ojos del peliverde se abren de par en
par. Mira hacia delante pero solo ve la espalda del muchacho. Piensa en
ordenarle que se detenga pero ni un solo sonido sale de su garganta. ¿Qué
narices acababa de decirle?
…
La mañana parecía demasiado brillante hoy.
Kise se ha levantado feliz y lleno de energía –como en los últimos dos días–,
ansía el momento de las prácticas y también tiene muchas, muchísimas ganas de
ver a Kasamatsu-senpai. Aunque el de ojos cromados ha sido muy bruto para
confesarse –si es que un beso impulsivo y unos cuantos gruñidos muestra de
vergüenza pueden considerarse una confesión–, el modelo está más que fascinado
con la idea de ser quien provoca esa forma bruta de comportarse.
– ¡Kise Ryota, a dónde vas sin desayunar al
menos!
– ¡Tengo prisa por llegar a clases, mamá!
Apenas llegó a la Preparatoria, buscó desesperadamente
a su senpai antes de que iniciaran las clases. Se asomó en el aula y llamó al
mayor con su peculiar escandalosa alegría. Las chicas que le veían suspiraban y
murmuraban por lo bajo con emoción. Kasamatsu le riñó como siempre hacía y tiró
de él sacándole al pasillo y luego caminando hasta un sitio donde pudiesen
hablar a solas.
– ¿Qué quieres? Las clases están por
comenzar, Kise.
– Tenía muchas ganas de verte~ – Responde con
una enorme sonrisa, alzando los labios como quien pide un beso. El de ojos
cromados evadió un segundo la mirada, maldiciendo por lo bajo la personalidad
del rubio y su popularidad dicho sea de paso… – Kasamatsu-senpai, ¿me quieres?
– No pienses que me pondré romántico, Kise… –
Advierte con tono severo. O al menos lo intenta, se desliza la vergüenza en su
voz y farfulle entre dientes por ello… – Sí.
– ¿Sí, qué?
– Kise.
– ¿No vas a darme un beso de buenos días? –
Sugiere juguetón, sus manos no se quedan quietas y juegan con la corbata del
uniforme del mayor, sus ojos azules coquetean con su mirada.
– Solo uno. Luego te vas a clases y te
concentras, o le diré al entrenador que no jugarás en el primer partido de la
Winter Cup.
– Pero senpai~
– No me contradigas… – Amenaza y sus labios vuelven a unirse a los del modelo, como
aquella tarde en el Mall, como lo han hecho durante esos dos días. Con algo de
brusquedad y ansiedad, un beso rudo
que les deja los labios húmedos y rojos. Demasiado confiado para un par de adolescentes, pero tan natural, espontáneo
y sincero, que no cabe dudas de que hacen lo correcto.
– Después de las prácticas, vamos a cenar
senpai.
– Hoy no puedo, tengo que volver a casa.
– ¿Mañana?
– Ya veremos, ahora tú a tu aula y yo a la
mía.
…
En Touou las cosas transcurren con la
normalidad de siempre. Con la ausencia de Aomine durante las prácticas. A
Sakurai le mandan a buscarle aunque saben de antemano que aunque de con el
moreno, éste no se presentará. Así de maldito
es el prodigio. El castaño le encuentra en la azotea del edificio más alejado
en el complejo, se acerca llamándole entre disculpas. Tan propio de él. Aomine
gruñe y abre apenas un ojo para mirarle, los pómulos del castaño enrojecen en
automático y sus labios balbucean varios “lo siento” antes de que él se digne
en sentarse perezosamente.
– Basta, Sakurai.
– ¡Lo siento! Ahm, yo… prácticas…
– Sabes que no iré.
– Lo siento. Lo sé. Aomine-senpai, ¿irá a ver
el siguiente partido de Seirin?
– ¿Por qué habría de hacerlo?
– Momoi-san irá y le ha pedido a
Imayoshi-senpai que vaya también. Como Capitán del equipo y…
– Cállate. No me interesa si van o por qué.
No iré y punto. Vuelve a las prácticas.
– ¡Lo siento! – El castaño da media vuelta
pero aunque tiene planeado marcharse le resulta imposible. La mano del moreno
ha rodeado su muñeca… – ¿Olvida algo, Aomine-senpai?
– Tengo hambre, ¿tienes algo para mí?
– ¡Oh! Yo, lo siento. No traigo nada conmigo.
Pero en mi casillero… – Sakurai se paraliza, el moreno le mira fijamente. Sus
rasgados ojos azul marino le intimidan, le hacen tragar hondo… –
¿Aomine-senpai?
– ¿Por qué eres tan lindo, Sakurai?
– ¿Eh?
– Demasiado, dulce. Podría comerte a ti…
– S-senpai…
– Unas cuantas mordidas aquí y allá…
Continuará……
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión