¡Hello people!
Hoy tenemos una entrada súper especial. Maki está de cumpleaños~ ¡Happy B-Day~! ella sabe bien cuánto aprecio la amistad que tenemos, y por eso no he dudado en "regalar" este proyecto como presente en un día especial para ella.
Sí, esta historia será suya, tendrá privilegios tales como leer antes cada cap o tener otras informaciones exclusivas xD es la primera vez que me animaré a publicar algo original de mi mentecita, aunque hace años también escribí historias originales, están guardadas en algún rincón de la casa de mis papás aguardando a que un día las pula y sean dignas de compartirse.
Este proyecto inició originalmente con la intención de escribir un libro y tal, pero, mi mundo sigue estando en sitios como este hermoso blog, así que no he escatimado. Espero de corazón que sea agradable, entretenida y, por sobre todas las cosas, que enganche para que quieran más xD
Sin palabras por añadir, les dejo el Prólogo + Capítulo 1 de
BLOOD RED MOON
* * *
* * *
PRÓLOGO
Siglos
han transcurrido, viven entre nosotros
sin levantar sospechas, parte de una mitología acuciada a la humanidad y su
deseo por personificar sus oscuros instintos. Llamados de muchas formas en
diversas culturas a lo largo y ancho de nuestro mundo, los términos más comunes
pueden ser “vampiro”, “licántropo” o “criaturas nocturnas”. Seres inmortales que viven en las noches y
se alimentan de sangre y carne.
¿Realidad
o ficción?
Mi
respuesta, ¿quién podría tener una verdad absoluta?
Ellos, quizá.
Y,
¿quiénes son ellos?
Eh
aquí una breve respuesta, un fútil intento por darle cierta identidad a estas criaturas nocturnas.
Vampiro.
Depredador chupasangre que puede o no
haber nacido con esta maldición. En
caso de haber sido convertido por otro vampiro, se les llama también no muerto. Para los vampiros, la sangre
es su fuente de poder y un vehículo del alma humana, es por ello que se
alimentan de ella. Suelen ser selectivos ya que la sangre tiene cierto aroma y
sabor, aquellos humanos con alma pura poseen una sangre más atractiva y
poderosa.
Licántropo.
Hombre lobo, u hombre bestia. Cuando se transforman pueden mantener la forma de
bestia solo por algunas horas. La transformación es dolorosa pues muta
totalmente la apariencia fisiológica y la estructura ósea. Algunos licántropos
solo pueden convertirse cuando hay luna llena, otros en presencia de la luna en
cualquiera de sus fases (independientemente que sea día o noche, mientras la
luna sea visible). Se alimentan de carne y sangre.
Entre
ellos, existe un grupo de seres llamados dhampiro (o dhampir), híbridos
nacidos entre un vampiro y un humano, considerados perfectos cazadores, poseen habilidades similares a los
vampiros, pero tienen la condición irrefutable de la mortalidad, aunque llegan
a vivir considerablemente más que cualquier persona. No necesitan alimentarse
de sangre con la misma disposición que los vampiros pura sangre, pero sí cada
determinado tiempo.
La
coexistencia de estas criaturas nocturnas, ¿qué tanto afecta el curso natural
de la vida humana?
Capítulo 1
~*~
El
más antiguo de los vampiros habita en Las Montañas Rila en Bulgaria, en uno de
sus circos glaciares naturales, la
depresión en forma de anfiteatro estampada en las rocosas montañas ha servido
de cueva para Él durante siglos. Su casa fue construida a base de marro y
cincel, tallada por esclavos para El
Grande, con cámaras de piedra y hielo en los que resguardar tesoros. A semejanza de los templos de
la antiquísima civilización del viejo continente. En una de ellas, la más
grande y oscura, ubicada al fondo del circo
glaciar, su principal morada, ahí donde habita cuando es menester una larga
y revitalizante siesta.
Y
entonces, en aquella noche de luna nueva, el vampiro despertó de su extenso
letargo casi de forma abrupta, antes de
lo esperado. La cubierta del ataúd se abrió con un chirrido espeluznante,
crujiendo el mármol que hizo eco en la solitaria cámara. Crujió de tal manera
que parecía que los muros de hielo y piedra colapsarían en cualquier momento.
Los largos dedos que se sujetaron al borde del ataúd lucían pálidos y huesudos,
pero finos y firmes, coronados por un ostentoso anillo con una gema oscura al
centro. Los zafiros que resplandecieron al abrirse los párpados reflejaron su
nocturna naturaleza. El más grande y poderoso, magnificado por el creador de
toda su estirpe. Él ha despertado.
Aren Vasile.
El Grande.
Y
no despertaba precisamente de buen humor.
Conectado
por la sangre a todos sus hijos, Vasile
ha visto a uno de ellos corromper su
preciado legado.
―
Caer tan bajo por un dhampir. Mi
preciado hijo necesita recordar cuál
es su lugar en la cadena de mando.
La
voz trémula y sombría hizo eco en la cámara. La túnica que cubre su cuerpo
demacrado por el letargo arrastró sobre el suelo de piedra conforme Vasile
atravesaba la cámara y el ataúd se cerraba con otro crujido y bajo un suave
movimiento de mano del vampiro. Sus pasos eran tan ligeros y silenciosos que, a
no ser por el rumor de la tela, ningún oído, humano o inmortal, le habrían
presenciado.
El Grande
se sentía, sin embargo, débil. Necesitaba alimentarse de sangre lo más pronto
posible, la poca energía que se mantenía en su huesuda anatomía apenas le será
suficiente para moverse al primer poblado hacia el occidente, cerca del
Monasterio de Rila, hoy día un patrimonio de la humanidad.
***
Esta
mansión está ubicada en una zona montañosa en las tierras de Alberta en Canadá.
El silencio que se consumía en la oscuridad de aquella ciudad helaba con tal
intensidad que calaría hondo en cualquier cuerpo humano que se atreviera a
rondar por aquellos terrenos desolados y casi prohibidos a la cotidianeidad.
Sin
embargo, no conseguía ni pizca de sensibilidad en su dueño.
El
sexy hombre de ojos verdes que, actualmente, se entretenía frente a un espejo
de cuerpo entero. La silueta que esperaba apareciera en el reflejo, no estaba
ahí. Era un tanto frustrante, pero al mismo tiempo le recordaba quién era.
―
Hoy hay luna llena, y además roja. Parece que padre ha despertado. ― El dueño de esta ronca voz lleva por nombre
Eric Dufort. Uno de los vampiros de sangre pura más extravagantes de todo el
planeta. ― Y no precisamente de buen humor. ― Añade, en tanto las líneas de sus
comisuras son tiradas hacia los lados y formado en su boca una sonrisa
perversa. Pese a que el espejo no le ha regresado el reflejo de su silueta, si
le ha mostrado el pintoresco anochecer más allá del balcón de uno de los tantos
salones en la mansión. ― Adalia. ― Llama, y en breve una exuberante mujer de
cabellos rojizos e impresionantes ojos azules, aparece por el umbral.
Su
figura llamativa se mueve ágil, los tacones haciendo eco en el casi vacío
salón, las caderas contoneándose seductoramente, los labios cubiertos de labial
rosa y largas pestañas, las exquisitas piernas y un pecho atractivo. Todo en
esta mujer grita sensualidad y lujuria.
―
Sí que tienes una obsesión con los espejos, Eric. ― Ella dice con voz neutral.
Su mirada ni siquiera se pasea más por la cantidad de espejos de diferentes
tamaños, formas y ostentosos precios que cuelgan aquí y allá por todo el salón.
Hace mucho que su reflejo es el único que se aparece en cada uno de aquellos
cristales. ― ¿No es momento de que llames a este el Salón de los Espejos? No es
nada original, pero sí bastante real.
―
Adalia, trabajas para mí. No eres mi amante ni una empleada “cama adentro”, así
que cállate. Lo que hago en mi mansión, o cómo llame a su centenar de salones
no tiene nada que ver contigo. ― Siseó el atractivo vampiro.
Adalia,
su asistente personal, una humana, está más que acostumbrada al carácter del
vampiro francocanadiense. Particularmente si se mete con sus preciados espejos.
―
Qué clase de sucio fetiche tendrá en “esta
vida”.
―
Si sabes que puedo escuchar tus pensamientos, ¿verdad, Adalia? ― Dufort achica
la mirada mientras la ve a través del reflejo en el espejo.
Sus
juguetones ojos verdes brillan bajo las centellantes luces doradas que bailan
sobre las elegantes lámparas del alto techo, además de la brillante luz roja
que el domo de cristal deja pasar de la luna.
―
Lamentablemente. Es un incordio, pero una maldición con la que tengo que cargar.
Debo añadir que mi esperanza es la mortalidad con que cuento, me aseguraré de
disponer para ti una identidad con la que estés satisfecho para tu “próxima
vida”. Sin embargo, dudo mucho que tal nimiedad sea la razón por la que me has
llamado, así que solo pide lo que desees, Eric.
―
Oh, cuanta certeza, Adalia. Por eso eres mi mano
derecha, probablemente seas la primera en tu familia a quien eche de menos
cuando no estés, asegúrate de tener hijos con tu mismo temple. ― Su tono frío y
burlesco podría ser tomado como aguijones, o una lluvia de pequeñas astillas de
hielo, pero Jarin Adalia estaba más que acostumbrada, y su corazón endurecido
para soportar la cantidad de injurias que este vampiro decía y hacIa
diariamente. ― Contacta a Chen por mí, ¿quieres? ― Dijo él, mostrando
altivamente sus colmillos.
La
rubia resopló, y se tomó la libertad de llevarse una mano a la cintura y
mirarle con furia.
―
¿¡Otra vez!?
―
¿Por qué te quejas? Si no vas a servirme, entonces simplemente renuncia.
―
¡Diablos, como si pudiera Eric! ¡Y sabes perfectamente que ese dhampir nunca accede!
―
Por eso tú sabes cómo persuadirlo. ― Dufort avanzó tranquilamente, reduciendo
la distancia entre la mujer y él. ― ¿O no?
―
¿Persuadirlo? Generalmente termina matando a algunos de los nuestros antes que
dignarse en siquiera decir “no”. Ese dhampir
está demasiado consentido por tu cobijo, Eric.
―
¿Y qué si así es, Adalia? ― Finalmente la alta figura del vampiro se paró
delante de la mujer. ― Trae a Chen, es una orden. ― Siseó. Y el matiz gélido en
sus ojos verdes provocó un sofoco en la mujer.
Las
fijas pupilas verdosas mandaron una vibración enigmática que cerró la tráquea
de Adalia cortándole la respiración. Una sugestión hipnótica que podía ser
mortal si solo el vampiro lo deseaba. Después de los eternos segundos de
privación vital, la mujer fue liberada y las bocanadas de aire necesarias.
Adalia se cubrió el cuello con una mano por instinto, aunque Dufort no la
hubiera tocado siquiera, la sensación que ha dejado se siente como si una de
sus fuertes manos se hubiese cerrado directamente contra su cuello, presionando
hasta casi torcerlo a punto de la ruptura.
Mierda.
Lo había olvidado. Adalia se compuso rápidamente, y tras lanzarle una mirada
resentida al vampiro, dio media vuelta en tanto usaba su móvil para hacer
algunas llamadas. Si hay algo que toque los nervios violentos de Eric Dufort,
eso era un solo ser. El dhampir Chen
Wu.
―
¡Ten el maldito coraje para ser tú quien lo llame una jodida vez, Eric! ―
Adalia de todas formas gritó su enojo cuando salió del salón, haciendo
rencorosos aspavientos por el pasillo, el sonido de sus tacones alejándose
apresuradamente.
Dufort
sonrió mientras elevaba la mirada y se burlaba de la luna roja en el oscuro
cielo. Lo divertido de estar con el joven chino era precisamente su terquedad
cuando lo buscaba.
***
Los
zapatos con punta de oro hacían eco en el pasillo alumbrado cada veinte metros
por antorchas rematadas en bronce. El hombre de piel bronceada y ojos azul
cobalto caminaba con paso calmo, los largos mechones brunos cayendo a la altura
de sus hombros ondeaban apenas perceptiblemente al ritmo de sus movimientos.
Los colmillos sobresalientes bajo el labio superior evidenciaban su condición
sobrenatural. La gabardina oscura que cubre todo el cuerpo del dhampiro se mece
al ritmo de sus pasos ahora más apurados, la puerta al final del pasillo le
separa de aquello que urge ahora su presencia en esta Mansión a la que prometió
nunca volver.
―
Bienvenido, Ferrec.
―
Deja las inútiles formalidades, ¿qué objetivo
te estorba tanto que me has llamado aquí?
―
En realidad es simple. Quiero que captures a Kaspar.
El
dhampir lanzó una maldición, los
pozos azul cobalto centellaron con la furia de una tormenta eléctrica desatada en
medio de una noche sin luna y un océano iracundo. Su cuerpo atlético y
musculoso se tensó al instante, la silueta del dhampir de pronto parecía más
imponente y peligrosa. Sin embargo, el hombre ante él no se inmutó.
―
¿Puedes hacerlo, Ferrec? ― Esta voz burlona hizo eco en los tímpanos del dhampir, cuyo orgullo nunca podía ser
herido sin pagar un precio alto.
Tan
alto, que la muerte era el único pago válido.
Pago,
que no podía tomar del hombre de negocios aún.
Solo,
aún.
―
Asegúrate de tener fondos suficientes, esto te costará muy caro, Demetrio.
Ferrec
siseó, su gabardina ondeó con fiereza cuando giró sobre sus talones regresando
por donde vino. Los pesados pasos y el golpeteo de sus botas parecían emular el
zigzagueo de los relámpagos seduciendo el cortejo entre el cielo y la tierra.
Había
una sola razón por la que Ferrec estaba molesto por tal misión. Kaspar era un
jodido misterio al que, hasta ahora, nadie ha podido dar claridad. Y cazarlo, era sencillamente un dolor en
el trasero. Pero Ferrec, como todo dhampiro, nunca daba marcha atrás una vez
aceptaba una misión. Particularmente si venía de la organización a quien
ridículamente pertenecía.
…
Aquella
noche de luna roja, extendida de hemisferio norte a sur, fue cubierta por
extraños eventos de extrema violencia a lo largo y ancho de todo el mundo. Las
agencias internacionales policiacas, de espionaje y otras dudosas actividades
encendieron sus focos amarillos, movilizando astutamente muchas de sus fuerzas
especiales.
La
INTERPOL no fue la excepción. Pocos eran los dhampiros trabajando para ellos,
pero los había. Sin embargo, lo que ha movilizado a cierto detective en Seúl,
es el aviso que le llegó de un
antiguo amigo en la policía internacional.
―
¡Oye! ¡Detente ahí! ― El detective bramó, arma en mano y un callejón sin
salida.
Sin
embargo, sabe bien que aquello no detendrá al dhampir que está por saltar el muro de dos pisos de altura.
―
¡Tengo información importante para ti! ¡Es sobre Kaspar!
Fue
entonces que la retirada del dhampir
fue abortada. Su cuerpo se giró lentamente, los ojos azul cobalto brillando en
la oscuridad del crepúsculo. Incluso el color púrpura de su cabello bruno
parecía de pronto reflejar los rojizos y tenues rayos lunares.
―
¿Qué sabes sobre Kaspar, Song Hyeon? ― Preguntó con tono neutro. Pero tan frío
y calculador, que el hombre tragó hondo, sin pizca de intención por provocarle.
―
¿Qué tal si vamos por un trago y hablamos, Ferrec?
―
No bebo.
―
¿Café? ¿Té? ¿Nada?
Ferrec
achicó la mirada, peligrosamente impaciente.
―
De acuerdo. Entiendo. Aún así, no es seguro hablar en medio de un callejón,
aunque parezca solitario, los muros pueden escuchar, ¿sabes? ― Dijo,
esperanzado de que el dhampir dejara
de hacer el vago y pudiesen marchar en otra dirección. ― ¿A quién cazaste esta
vez? ¿Era importante?
―
Métete en tus asuntos, Song Hyeon.
―
¡Porque son mis asuntos quiero saber! Hay cinco cuerpos acribillados en la
calle, cerca de la jodida estación de policía donde trabajo, ¿cómo mierda no
iba a ser mi asunto, ah?
El
dhampiro ni siquiera se inmutó ante el arrebato del detective Song. Por tanto,
él solo suspiró.
―
Realmente eres rígido y frío como un iceberg, Ferrec.
―
¿A dónde estás conduciendo?
―
Mi casa. No hay nada de qué preocuparnos ahí.
Los
ojos cobalto le miraron de soslayo analíticamente.
―
¿Todavía no confías lo suficiente en mí?
―
¿Cuándo he dicho que confíe siquiera?
―
Vamos, salvaste mi vida. Algún vínculo debe haber entre nosotros.
―
No hay tal. Simplemente no eras parte de la misión, no tuve razón para matarte,
Song Hyeon.
―
Sí, sí. He escuchado esa explicación suficientes veces, deja que tu hyung se
sienta un poco entusiasmado con la idea de haber sido salvado por un dhampir de
tu talle. En los círculos donde te mueves eres conocido como el mejor. Nunca
dejas siquiera testigos.
―
Porque siempre han sido ojos peligrosos los que me veían.
―
¿Jamás has matado inocentes?
―
Nunca.
―
Cuánta entereza para un dhampiro.
―
No todos somos simples asesinos a sangre fría. ¿Qué sabes de Kaspar?
―
Casi llegamos, espera solo un poco más. Este hyung quiere pasar un poco más de
tiempo contigo.
―
No me halaga que un cuarentón como tú diga eso.
―
¡Qué! ¡Soy bastante atractivo y deseado, sabes!
―
No me interesa.
―
¡De acuerdo! De todas formas, no estaba flirteando contigo, mi deseo se mueve
por las mujeres.
―
Eso dices, pero no tienes un amante varón, Song Hyeon.
El
detective lanzó una maldición. Sus orejas por alguna razón se ruborizaron. La
expresión de Ferrec nunca cambió.
***
El
astuto dhampir lanzó la puerta varios
metros salón adentro cuando la fuerza de su patada cedió las bisagras que la
mantenían unida al muro.
―
¡Pero mira lo que la noche finalmente ha traído! ― Los ojos verdes del vampiro
brillaron intensamente al reconocer a su invitado.
Los papeles en el escritorio de su oficina en la Mansión fueron olvidados,
mientras el, también, hombre de negocios, se apartaba y reducía la distancia
con el dhampiro.
―
¡Jódete, Eric! ¡Estaba trabajando, maldito! ― Bramó con los marrones ojos
encendidos de furia. Su apariencia adolescente traicionaba por completo a su
temperamento.
―
Pero de qué hablas, yo no te he llamado, Wu. Has venido por cuenta propia,
aunque de muy mal humor.
El
dhampir le lanzó una mirada asesina,
y en milésimas de segundo ya le apuntaba con un arma, apenas un metro de
distancia entre ellos. El arma, Dufort sabe, bien tendría municiones que le
hiriesen si Chen lo deseaba.
―
Baja eso, y ven. Quiero follarte hasta saciarme. ― Dijo, indicando con un
movimiento de cabeza la salida, en el pensamiento del vampiro flotaba el salón
de espejos, ahí donde, por alguna razón que todavía no entendía, su figura se
reflejaba cada vez que tenía sexo con Chen.
―
¡Lo sabía! ¡Me interrumpes solo porque estás caliente! ¡Eres un jodido vampiro!
¡Ve y cógete a cualquiera en la ciudad! ― Gritó fuera de sus casillas.
Pero
incluso su caliente rencor no tuvo comparación contra aquella gélida mirada que
le hizo estremecer de pies a cabeza por un segundo, aunque no lo demostrara a
posta.
―
¿Por qué iba a follar con cualquiera cuando mi cuerpo se satisface contigo,
estúpido dhampir?
Chen
farfulló a diestra y siniestra por las inverosímiles palabras del vampiro. Y
cuando hizo el fútil intento de marcharse de la Mansión, Dufort ya se había
movido gracias a la impresionante velocidad de su naturaleza nocturna y cerrado
el paso. Arrebatándole el arma de la mano la lanzó al descuido lejos, el
estrépito de su caída sobre el piso de mármol apenas hizo eco en sus rencorosas
anatomías. Las verdosas pupilas de pronto parecían capaces de emular un
tenebroso pantano, mientras que las cuencas marrones crepitaban de enojo.
Dufort
torció luego una diabólica sonrisa, Chen elevó finamente una ceja. Y luego su
cuerpo fue levantado en vilo mientras los labios eran devorados por la
injuriosa boca del vampiro. El dhampir,
lejos de renegar y alejarse, envolvió las largas y fuertes piernas en la cadera
de Dufort, intentando ser él quien empujase su lengua en la boca de su amante,
gimió ahogado incontables veces por cada derrota que sufría mientras era
hábilmente sometido por el vampiro.
―
¡Imbécil! ¡Al menos déjame ganar de vez
en cuando! ― Pensó.
Y
se regocijó con esta victoria minúscula en comparación, porque pese a que
vampiros pura sangre como Dufort tenían la habilidad para leer los pensamientos
de los humanos, era una historia completamente diferente tratándose de los
mestizos, vampiros o licántropos. Chen era libre en su mente.
Los
colmillos del vampiro fueron reducidos por su conciencia, emulando la casta menor del dhampir, aun así, podía morderle a su antojo, y no escatimó en
ello, clavándolos seductoramente en el hombro derecho.
―
¡Ng! No muerdas tan rápido, Eric~. ― Gimoteó, sus manos aferrándose con dulce
pasión a la espalda del vampiro mientras su sangre era succionada y las oleadas
de placer corrían en círculos por todo su cuerpo haciéndole temblar.
―
Un mes, Wu. Es mi merecida recompensa. ― Dijo. Y astutamente sus manos
desgarraron las ropas de combate que vestían la esbelta y seductora figura de
su amante. Cuando los pies del dhampiro tocaron el piso, descalzó las botas y
sintió el frío mármol bajo sus plantas.
―
¿Por qué siempre eres tan bruto? Puedes pedirme que me desnude y no solo rasgar
mi ropa. ― Gruñó, mirando con tristeza el nuevo conjunto de prendas destrozadas
en el piso.
―
Esta noche, no vas a dormir. ― Relamiéndose los labios, el vampiro se regocijó
anticipando la cantidad de placer que obtendría de él. Honestamente haciendo
oídos sordos a las quejas de su amante.
―
¿Sólo esta noche? ― Chen preguntó, torciendo una sonrisa irónica sumamente
encantadora.
Peinando
el mechón escarlata que cubre el fleco sobre su frente mientras la lechosa piel
de su cuerpo excita otro poco a su amante. Su caprichosa actitud cuando estaba
con Dufort era única, incluso él sabe que no actúa de esta manera con nadie
más. Le gustaba quejarse, ser infantil, demandar y hacerle las cosas difíciles
por el simple hecho de que Dufort recibía todo de él sin contemplaciones, a
veces devolviéndole lo mismo, otras tantas imponiéndose y doblegándole.
―
Este idiota despierta una vena masoquista
en mí. ¡Demonio abusador! ― Pensó. Consciente de que estas palabras nunca
llegarían a mente del vampiro. Él quien en esos instantes simplemente se
deleita la pupila mirándole de pies a cabeza con absoluto descaro.
Cada
rasgo en su atractivo rostro era sencillamente hermoso y seductor a ojos del
vampiro, particularmente el lunar en su mentón, ese que lamió sin prisas al
abrazarle de nuevo mientras sus toscas y grandes manos recorrían sus costados
haciéndole estremecer de pies a cabeza. Este mestizo era el primero en su larga
existencia que lograba colarse en su torrente sanguíneo como un virus incapaz
de ser erradicado, fusionándose en cada célula y marcando deliberadamente su
obsesión por él.
―
No provoques mi ya encendida lujuria, Wu.
―
Nunca lo he hecho, Eric. ― La juguetona sonrisa y los gruesos labios combinaban
a la perfección para hacer eso que se negaba en admitir. Provocarle. ― ¿Por qué
te dejaste crecer la barba otra vez? ― Dijo de pronto, acariciando el vello
facial en la mandíbula de su amante.
―
¿No te gusta? ― Dufort preguntó, mientras empujaba su rostro contra la palma de
su amante, una sonrisa tirando divertida de sus labios.
―
¡Pica y deja hinchazón cuando me lo chupas!
¡Rasúrate!
―
No.
―
¡Eric!
―
Ya cállate, te hice venir para follarte, Wu. ― Comenzando a perder la
compostura, el vampiro presionó sus nalgas y le cargó en vilo, acto seguido
caminó con él oficina afuera, empujándole contra el muro para besarle ardiente.
―
¡Ngh! ― Chen jadeó, sus colmillos chocaron con los ajenos en distintos
momentos, también rasgaron los labios de su amante y obtuvo de ellos gotas de
delicioso carmín, aunque él no necesitaba alimentarse de sangre, cuando podía
beber la de Dufort, por alguna razón se ponía más caliente.
―
Antes de continuar, déjame verlo. ― Dufort dijo con voz ronca, le bajó y giró
para admirar la espalda de su amante.
Chen
no dijo nada en ese momento. Sabe cuánto disfruta el vampiro de admirar su obra
maestra. Tatuado en su espalda, un tigre blanco que le abarca por completo a lo
largo y ancho, la cola del felino ondeaba y su punta culminaba justo sobre el
coxis del dhampiro chino, casi como una sensual invitación al dulce anillo
entre sus nalgas.
―
Lo has cuidado bien, mereces una recompensa. ― Embriagado de excitación, Dufort
se inclinó y comenzó a lamer y besar el tatuaje.
Chen
comenzó a jadear y gemir al instante, su corazón palpitando presuroso contra su
pecho, su sangre caliente y cada célula en su cuerpo reaccionando a estas caricias.
Él no lo admite, y cada vez aleja la idea de su pensamiento. Pero ¿de qué otra
manera podría llamar a esta relación y cada una de sus acciones? Desde terminar
yendo ahí donde le llama, hasta asegurarse de no recibir herida o daño alguno
particularmente en su espalda, para evitar que el tatuaje que fue dibujado
permanentemente en su piel hace ya un año, fuese alterado o maltratado de
cualquier manera. Debido a que como dhampiro no posee la misma velocidad para
sanar heridas, si eran profundas, solían dejar cicatrices minúsculas, apenas
perceptibles, en su cuerpo. Por lo que, no está dispuesto a permitir que nada
altere su tigre blanco.
―
Eric~. ― Gimoteó de pronto, algo más expectante que antes. La lengua de Dufort
estaba dentro de su cavidad anal, sus grandes manos separándole las nalgas.
***
Ferrec
no había obtenido demasiado del detective Song cuando se reunieron hace un par
de días. Pero le fue útil para dirigirse con alguien más.
Alexander
Gideon.
El
informante.
No
había nadie alrededor del planeta con más habilidad para obtener y comerciar
información que este hombre de mediana edad.
―
Pudiste llamar, te habrías ahorrado el viaje. Pese a que mi orgullo se siente
herido por esto, tratándose de este tal “Kaspar”, sé exactamente lo mismo que
todos. Este misterioso ser, es eso, un misterio. Hombre, vampiro, licántropo,
dhampiro. Nadie sabe qué o quién es él.
―
¿Nadie lo ha visto?
―
Quienes le conocieron están muertos. Si hablaron antes de ser asesinados, no
fue ante oídos que puedan ser comprados.
―
Así que estás seguro de que fueron asesinados.
―
Obviamente. Alguien, muy capaz e inteligente, se encargó de eso.
―
Cuál es tu opinión, Gideon.
―
Mi opinión, Ferrec, es que la teoría inicial es correcta. Un experimento
genético que se salió de control. Ese tal Kaspar podría ser peligroso incluso
para ti.
―
Hazme un favor, Gideon. Investiga esto por mí. ― Dijo, extendiendo un micro
dispositivo hacia el informante. ― Y asegúrate de que nadie sepa al respecto, o
sabes lo que pasará.
―
Sí, sí. Me gusta mi vida tal como es, y mi cabeza donde está, así como mis
extremidades y cada uno de mis órganos. No me apetece provocar la ira del cazador número uno del mundo. ¿Vas a
decirme que es?
―
No. Gracias por el té. ― Ferrec dijo, marchándose de inmediato de aquel humilde
café en una tranquila ciudad de su natal Francia.
Mientras
conducía por sus apacibles avenidas, el pensamiento de Ferrec se perdía en las
memorias de un par de meses atrás. Cuando por los extraños giros del destino,
conoció a Kaspar.
…
Se había quedado sin cartuchos y una
sola bala quedaba en la recámara de su arma. La emboscada había sido bien
planeada y le tomaron con la guardia baja. Mientras apresuraba su pensamiento y
analizaba la situación, una serie de disparos hicieron eco en el desolado
hangar de una base militar abandonada al sur de Rusia. Los vampiros que le
emboscaron fueron reducidos a ceniza uno a uno en cuestión de segundos.
Ferrec achicó la mirada mientras,
oculto tras un montón de chatarra, buscaba el origen de esta lluvia letal de
municiones.
―
Demasiada precisión en un arma. También
parecen balas especiales.
Luego escuchó el particular sonido de
un arma gatillando. El cañón estaba en su sien.
―
No tengo intención de matarte, Silvain
Ferrec. Por el contrario, me agradas. Mi nombre es Kaspar, no lo olvides, y no
trates de averiguar nada más sobre mí.
Ferrec apenas pudo dar un vistazo al
dueño de esta voz más bien tímida y amable. El perfil de un apuesto joven de
tes canela y ojos grises bañado por la luna. Luego las sombras. Kaspar había
desaparecido como el humo.
***
PERSONAJES PRINCIPALES
Eric Dufort
Con
poco más de 4 siglos de existencia, Eric es considerado uno de los vampiros más
jóvenes entre los de su especie, para los humanos él no rebasaría los 35 de
edad. Con 1.83 cms de envergadura, cabello corto color chocolate oscuro, piel
clara, nariz afilada y unos acentuados ojos verdes. Boca media compuesta por el
labio inferior grueso y el superior ligeramente más delgado, generalmente de un
color rosado que enfatizaba su cualidad vampírica, llegando a mostrarse pálidos
cuando era clara su sed de sangre.
Aunque
se le considera francocanadiense, cuando nació como el vampiro puro que es,
habitaba en Francia. Con el pasar de los siglos y la necesidad de cambiar de
identidad cada determinado tiempo, se enamoró
de la gélida Alberta en Canadá, siendo actualmente esta su ciudad natal bajo la
identidad de Eric Dufort. Por supuesto, este no es su nombre real.
Probablemente ni él recuerde cuál era.
Chen Wu
Probablemente
el dhampir más joven de todos los registrados
por la INTERPOL, aparenta ser un adolescente de 17, aunque 34 años precedan su
existencia. Mide 1.72, es atlético y hábil con armas de alto poder. Posee una
personalidad juguetona, tanto inocentemente como en lo sexual. Es uno de los
mejores cazadores, nunca falla. Pero cuando se le encomendó la misión de
encargarse de Eric Dufort, fue el dhampir quien cayó en las redes del vampiro.
Actualmente viven en una relación sexual que los mantiene atados el uno al
otro, ninguno admite o reconoce que exista sentimiento alguno de por medio,
pero sus acciones demuestran sus celos e imponen la fidelidad disfrazada de muchas maneras.
Chen
tiene cabello corto y lacio de color negro, con una sombra escarlata que se
extiende por el fleco que cae sobre su frente, posee una nariz respingada y
boca ancha de labios gruesos en forma de corazón, un coqueto lunar en el mentón
y un tatuaje en la espalda. Un imponente tigre blanco que se extiende a lo
largo y ancho, perdiéndose hasta el coxis, dicho tatuaje fue hecho por mismo
Dufort, un mero capricho para marcarlo
de su propiedad.
Ohh q emoción me ha encantado actu pronto xfa gracias
ResponderBorrarSjhgdkdfjqvklw hermoso regalo mio de mi nomas pero se los presto
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Me encanta!!!! Por supuesto que estaré pendiente de las actualizaciones. Gracias, Feli.
ResponderBorrarAsdfasddasd gracias por esta nueva historia :3 estaré pendiente de sus actualizaciones, gracias por compartir esta nueva historia
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