jueves, 27 de abril de 2017

WHISPERS IN THE SHADOWS (KNB). Capítulo 7.



“Dulce y triste, como un amor sobrecogido por largos suspiros de lo profundo de un sauce poco a poco va saliendo la luna.”
Akiko Yosano  

Capítulo 7. SANGRE DE DRAGÓN
~*~


Aomine se sentó a lado de Sakurai, frunciendo el ceño cuando le notó recular en el colchón hasta replegarse contra el muro detrás de sí, encogiéndose como un niño asustado que teme ser castigado. El moreno no se imaginó que el castaño pudiese mostrar tal grado de temor, sobre todo si no había motivo alguno, sabe que es algo torpe, tímido y generalmente se disculpa hasta por respirar; aunque últimamente había pensado que estaba cambiando un poco en esto desde que empezaron a salir, que él le daba algo de seguridad y confianza.

– ¿Por qué te alejas?

– Esas heridas… ¿te las hice yo?

El moreno estuvo tentado de negarle rotundamente e increparle si se creía más fuerte que él como para llegar a lastimarle, pero la verdad era innegable.

– Sí, pero no es nada grave. Espera, ¿por eso estás que casi atraviesas el muro para no estar cerca de mí? ¿Piensas que podrías lastimarme de nuevo? – El castaño asintió angustiado… – ¡Ni de coña volvería a pasar! ¡Ha sido mera suerte y que me has pillado por sorpresa antes! Además el Dr. Hotaru estaba también complicándome las cosas.

– Aomine-senpai, qué fue lo que pasó… – El moreno largó un suspiro. Honestamente no tenía ganas de responderle, pero sabía que no tenía opción.

– Cuando fui por ti a la Enfermería, estabas medio ido y solo me pedías que te sacara de allí. El Dr. Hotaru intentaba hacer que tomaras una píldora pero tú te negabas, parecías muy asustado. Así que terminé enfrentándome a él… – Los grandes ojos color chocolate se abrieron de par en par, aquella mirada fue suficiente para que el moreno comprendiera la repentina preocupación de su novio… – No le he matado, realmente creo que no podría ganarle una batalla de verdad, le herí apenas porque él se dejó. No sé quién es él, pero puedo asegurarte que no es un mortal, aunque tampoco olía a ninguna de las especies inmortales, y dijo que tus padres le pusieron ahí para que te estuviese vigilando. ¿Tenías idea?

– N-no… – El castaño evadió la mirada con desconcierto y un dejo de aprehensión.

– Ahora todo está bien, estás conmigo y voy a protegerte, puedes estar seguro de eso, Ryo.

– Yo confío en Aomine-senpai, pero… – Oculta el rostro contra sus rodillas negándose en soltar aquella sensación de temor que le acecha… – No entiendo lo que ha pasado conmigo, no puedo recordar y eso no me gusta para nada.

– El Dr. Hotaru dijo que hablaría contigo cuando quisieras, después de todo es algo así como su responsabilidad.

– Entonces quiero verlo ahora mismo.

– Él puso una sola condición.

– ¿Eh?

– No puedo estar ahí cuando hable contigo.

– P-por qué. No quiero estar a solas con él de nuevo, no estaré con él a menos que tú estés ahí.

– Bueno, intentaremos convencerlo de eso. Estoy tan curioso como tú respecto a lo que pasó contigo, aunque quise obtener alguna respuesta de él antes, solo me dijo cosas sueltas y no consigo entender del todo. Te lo he dicho antes, no tienes el aroma de un mago, ni mucho menos de un vampiro o un licántropo, y aunque he olido antes a algunos híbridos, no hueles tampoco a ninguno de ellos.

– Si el Dr. Hotaru sabe quién soy, solo escucharé sus palabras si también serán dichas para tus oídos, Aomine-senpai.

– ¡Tsk! ¿Hasta cuándo vas a seguir llamándome “senpai”? Si no vas a llamarme por mi nombre al menos quita los honoríficos, Ryo.

El castaño sonrió suavemente, algo tímido y avergonzado, pero mucho más tranquilo que apenas un minuto atrás cuando recobró la conciencia. Después de todo, Aomine era el único que podía hacerle sentir así de seguro.


--//--//--


Takao sonreía radiante, había conseguido que Midorima respondiera sus curiosidades sexuales, y eso a un vampiro adolescente como él simplemente le llenaba de orgullo. Desnudo sobre la cama de su anfitrión, el peliazabache observaba el cuerpo de su amante, los músculos perfectamente definidos, el tono de su piel, el garbo en su postura. Y de pronto se le quedó mirando en la línea del cuello, la picazón en las encías y la repentina sed comenzaban a molestarle, sus colmillos se revelaron impertinentemente y solo podía pensar en lo deliciosa que debía saber su sangre.

– Dime Shin-chan, cómo supiste realmente qué era yo.

– Sigues fastidiando con eso.

– Pues sí, resulta que soy altamente curioso.

– Eres un dolor en el trasero, Takao.

– Sí, sí. Entonces dime, cómo supiste.

– A diferencia de los vampiros nocturnos, los Diurnos como tú no pueden pasar demasiado tiempo sin beber sangre, la exposición al sol les cobra el coste de sus energías, sé que tu Clan es uno de los más prestigiosos en la genética, llevan mucho tiempo estudiando la estructura genética de las diversas razas con el objetivo de manipular el ADN a su antojo, pero siguen solo en investigaciones, ¿no es así? y por lo que se dice, el segundo hijo del Presidente Takao es algo problemático, negándose en beber sangre clonada o donada, prefieres beberla directamente del portador humano.

– ¡Vaya! ¿En qué momento fue que investigaste tanto acerca de mi Clan? ¿Debería estar preocupado? – El peliazabache se permite incluso una sonrisa arrogante, divertida, como si todo aquello no formara parte más que de un juego.

– De verdad eres idiota, Takao. Si tuviera intenciones de hacerte daño ya lo habría hecho, no me tomaría tantas molestias para encargarme de un vampiro, no me importa si es Diurno o nocturno.

– ¿Entonces? ¿Cuál es tu verdadero interés en mí, Shintaro Midorima?

El ojiverde volvió la mirada hacia su acompañante habiendo terminado de vestirse, darle la espalda ya no era necesaria si el otro se ponía serio. Y hablar de seriedad con Takao Kazunari era la cúspide de las sorpresas.

– ¿No lo ves? Eres bueno en la cama, para eso es que me interesas. Donde quiera que investigo obtengo las mismas respuestas, los mejores amantes son los vampiros Diurnos, incluso por encima de sus pares los nocturnos, no hay como un Diurno para el sexo.

Takao soltó una carcajada que inundó la habitación del ojiverde rebotando constantemente en sus cuatro paredes. Midorima no se sintió para nada ofendido, de hecho le extraña que el peliazabache se tome de esta manera sus palabras. No, lo que le extraña es haberse equivocado, porque una parte de él había apostado porque todo cuanto había consultado en textos era mentira, que los Diurnos como Takao no satisfacían solamente el placer banal.

– Así que, sabiendo tanto tú de mí, por qué no comienzas a platicarme de ti, Shin-chan, ya que seremos amantes coopera un poco con mis curiosidades y dime, ¿qué clase de mago eres?

– Al menos eres consciente de que lo soy.

– Soy consciente de eso, por supuesto. Pero todavía no sé de qué clase, así que dime.

– Segunda generación. Y es todo cuanto te diré ahora porque es hora de que te largues, mi casa no es un hotel para que te quedes el tiempo que quieras.

– ¡Que malvado! ¿Acaso solo podré venir cuando quieras sexo?

– De hecho esta es la primera y última vez que lo hacemos aquí, si hay otra ocasión iremos definitivamente a un hotel.

– Hombre, tú que si que sabes cómo tratar a un amante… – La sonrisa sórdida del peliazabache no consigue otra cosa más que alimentar la decepción inconsciente del ojiverde.

Sin embargo en aquella mañana todo queda en eso, una conversación vacía de sentimientos. Más tarde, cuando Takao se ha marchado, Midorima se recuerda a sí mismo que era esperable, después de todo los vampiros como los licántropos han sido reconocidos entre los inmortales como entes incapaces de sentimientos.

– ¿Por qué mierda me molesta tanto esto?


--//--//--


Himuro miró de soslayo a su anfitrión, motivado por el atractivo rostro de Murasakibara se acercó a él, agradeciendo mentalmente que al estar sentado en sitios diferentes (él en el sofá mientras que el de cabellos lilas estaba sentado en la alfombra recargado en el mueble) inclinarse apenas un poco fuera suficiente para alcanzarle. Al sentir la presencia del de rasgos delicados, el corpulento muchacho levantó el rostro, fijando así su mirada en la del otro, cuestionándole en silencio por su repentino movimiento.

– ¿Te gustan los chicos?

– ¿Ah? ¿Gustarme?

– Sí. Del tipo gustar como para hacer cosas pervertidas.

– ¿Quieres saber si me gusta tener sexo con hombres?

– Sí.

– No me interesa particularmente algo así.

– ¿Pero lo has hecho?

– Nunca me he acostado con un hombre, o mujer. Te dije que no tengo particular interés en ello.

– Oh… – El chico de rasgos delicados echó el cuerpo hacia atrás honestamente decepcionado.

La idea de vivir con un chico tan atractivo y varonil (de anatomía no hay duda, aunque de personalidad tuviese sus rasgos inmaduros que rallan en lo infantil) como Murasakibara ya le tenía descontrolado, saber que es virgen le encendía de una manera que nunca había experimentado, pero todo caía en pozo profundo con la revelación del pelivioláceo acerca de no tener interés en ello.

Mierda, estoy tan caliente que en serio me acostaría con él a la mínima insinuación. Pero ahora resulta que no tiene interés. Qué clase de chico a su edad vive sin tener ese tipo de deseo. ¿Acaso no es un licántropo?

– ¿Tú te acuestas con chicos, Murochin?

– Eh, pues… sí, lo he hecho.

– ¿Te gusta?

– Si te refieres a si se ha sentido bien, la respuesta es sí. Pero hay diferencia entre hacerlo porque es placentero, a hacerlo porque realmente quieras.

– Algunas chicas en la universidad parlotean a veces de su vida sexual, la mayoría se frustra luego de romper con sus novios porque entonces dicen que entienden la diferencia entre tener sexo y hacer el amor con alguien a quien amas. Yo no entiendo mucho acerca de eso, mis padres nos tuvieron a mi hermano y a mí porque era necesario para el Clan, también querían una hija, pero creo que mi madre se cansó de esperar a que mi padre pudiera hacerse cargo de su parte.

– Pero dijiste que ellos viajan constantemente, ¿no tienen tiempo para estar solos?

– No siempre viajan juntos, la última vez que hablé con mi madre ella estaba en Suecia, mientras que mi padre estaba en Estados Unidos. A mi padre se le da la poligamia, y a mi madre eso la molesta mucho, creo que por eso tampoco intentaron mucho tener una hija, u otro hijo. La familia es complicada, eso dicen ellos.

– ¿Tus padres, son como tú, Murasakibara-kun?

– ¿Cómo yo? ¿Si pueden atravesar licántropos con las manos?

– Sí.

– Mi madre es bruja, mi padre un licántropo. De sus dos hijos soy el único que heredó ambas razas, soy un híbrido.

– Así que eres lycan y mago. Eres poderoso.

– Supongo, eso no es importante para mí.

– Debe haber algo importante en tu vida, Murasakibara-kun.

– Mh, ya lo hay. Murochin es lo único que me interesa ahora, y eres lo más importante que tengo. Murochin está todo el tiempo en mi cabeza, así que debo cuidar de ti siempre.

El de rasgos delicados abrió los ojos de par en par obviamente sorprendido, esas palabras eran prácticamente una confesión. Pero la sencillez con que el pelivioláceo se tomaba lo que él mismo decía le dejaba pasmado y desconcertado.

– Tú, ¿sabes lo que significa lo que dices?

– Creo que los mortales lo llaman amor, Murochin.


--//--//--


Furihata se encogió en su sitio. Esta era la segunda vez que su cuerpo era tomado por un apasionado Akashi en lo que va de la tarde. Y se ha venido repitiendo de la misma manera en el último mes, prácticamente todos los días es citado por el joven de cabellos bermellón, una y otra vez solo para esto. El sexo, algo salvaje en ocasiones, lo que hace sentir miedo al de cabellos marrón.

– ¿Qué sucede? Parece que estás a punto de llorar, Koki.

– N-nada, Akashi-senpai… – Tartamudeó inseguro. Las lágrimas escocían en sus ojos amenazando con rodar, el dolor en su pecho venía del arrepentimiento de sus decisiones, había tomado la peor de toda su vida al dejarse envolver por el deseo.

El de cabellos bermellón lo miró detenidamente apenas unos segundos, luego dio media vuelta y salió de la cama anunciando que tomaría la ducha. Mientras tanto, Furihata hizo todo lo posible por abandonar el lecho y soportar la incomodidad de su espalda baja.

Duele, Akashi-senpai fue duro conmigo, ni un poco de compasión a pesar de saber que era virgen. ¡Oh cielos! ¡Qué haré ahora! Cuando su padre se entere, mi familia pagará la indiscreción de mis actos.

– No he dicho que puedas marcharte.

– ¿Eh? – Furihata miró hacia su espalda, ¿tan rápido había pasado el tiempo? Su senpai estaba secando sus mechones con una toalla pequeña, con el torso desnudo y un sencillo pantalón holgado blanco azulado.

– Aún tienes que mostrarme tus progresos.

– Y-yo…

– Siempre tartamudeas cuando estás nervioso, Koki. Cuántas veces tengo que decírtelo, necesites tener más confianza en ti mismo.

– Es sencillo decirlo para Akashi-senpai porque nunca ha tenido que bajar la cabeza ante nadie más que su propio padre.

– Qué has dicho.

– ¡Lo lamento! Por favor disculpe la imprudencia de mis palabras, le he ofendido.

– No te haré nada, por ahora. Pero quizá tengas razón, a mi padre es al único a quien he tenido que hacerle reverencia, pero no será por mucho tiempo más, dentro de poco tomaré las riendas de mi vida por completo. Y tú vas a ayudarme en ello, a seguirme fielmente.

– ¿Qué?

--//--//--


Kiyoshi no ha visto a Izuki desde la noche aquella en que casi se lían sexualmente. De hecho todavía quiere saber cuál fue la razón por la que el chico de ojos rasgados salió presuroso corriendo de su lado.

– Cualquier chico que escucha decir a quien le gusta algo como “los lobos solo tienen una pareja”, saldría huyendo, Teppei.

– Hotaru, hace tiempo no te veía por aquí.

– Había dejado de frecuentar los bares por razones de fuerza mayor.

– ¿Aún eres Guardián?

– No es algo que simplemente dejas. Tú deberías de saberlo muy bien.

– Sí lo sé, cuidaste bien de Él entonces.

– Lo que pasó ya es pasado, Teppei. Cuándo vas a dejarle realmente atrás. Este chico, Izuki Shun, es realmente lindo y te quiere, no dejes ir la oportunidad.

– Ya lo sé, pero Izuki es importante, si me relaciono descuidadamente con él podría ser contraproducente.

– Después de todo lo que me contaste por teléfono la vez pasada, solo puedo decir que el encuentro de ustedes dos parece algo así como cosa del destino. No seas idiota y sigue tus instintos.

– No quiero seguir simplemente mis instintos.

– Exacto, por eso te estoy diciendo que los sigas.

– Eres imbécil, Hotaru. Después de tantos años parece que has afinado tu estupidez.

Ambos inmortales rieron de buena gana, dando un largo sorbo a sus vasos de cerveza. El Dr. Hotaru también tenía su propia historia, y en algún episodio de ella tenía escritos capítulos que lo relacionaban con Kiyoshi. Pero eso, tal vez sea algo que a ojos de Izuki no quede claro si todo cuanto ha visto por casualidad es a ambos disfrutando de un trago en un bar.

¿Se refería a este hombre la otra noche? ¿Es él su pareja?

– De todas maneras, confiesa de una buena vez por qué después de tanto tiempo te has tomado la noche para venir a un bar, me tuviste esperándote un buen rato, ¿sabes?

– Acabo de tener una charla con mi actual protegido, le he confesado parte de la verdad.

– He tenido curiosidad acerca de eso desde que abandonaste a mi Clan, qué tarea tan importante se te encomendó para incluso renunciar al anonimato.

– Sangre de dragón.

La expresión de Kiyoshi cambió drásticamente ante aquellas simples palabras. Al parecer, todo era más complicado de lo que imaginaba. Y conocer aquella revelación solo acentuaba su preocupación por relacionarse con Izuki de alguna manera tan personal como estuvo por suceder.

--//--//--


Kuroko miró hacia el cielo, sentado en el pasto de los jardines de su casa contempló la brillante luna colgando del firmamento, rodeada como todas las noches claras de verano, por las coquetas estrellas titilando para ella.

– Así que estás aquí, querido.

– Madre, no le he escuchado llegar.

– Me di cuenta de eso apenas te llamé dos veces y no saliste de tu habitación. Los guardias dijeron que anoche algo extraño pasó, que los perros estuvieron inquietos durante la madrugada. ¿Tienes idea de qué pudo ser?

El peliazul volvió la mirada hacia la mujer, había comprensión en sus ojos y se sentía demasiado culpable de solo pensar en mentirle. Pero tampoco quería decirle que Kagami había estado en su habitación. Todavía tenía ese mal presentimiento asentado en la boca del estómago que le hacía sentir inquieto, mareado, preocupado.

– Ya veo, así que es algo que no puedes decirme… – Demiyah sonrió mirando el mismo firmamento que su hijo… – Está bien, por ahora los guardias se quedarán tranquilos pues me han dado su reporte a mí, y han de estar seguros de que lo haré llegar a tu padre; sin embargo, es algo que por ahora guardaremos en secreto para él, ¿bien? Cualquier cosa que no puedas contarme debe ser lo suficientemente delicada e importante como para callarla a oídos de tu madre.

– Tengo muchas dudas, y un mal presentimiento que me duele en el pecho mucho más desde que me pidieron ir con Kaage-san al Concilio Supremo, por qué no pueden simplemente decirme todo lo que está pasando.

– Quizá tenga que ver con las razones por las que tú estás guardando un secreto también. Hay cosas que suceden entre las diversas razas de inmortales que no podrías entender aún, querido.

– ¿Tienen esas razones algo que ver con la muerta de mi madre biológica?

– La muerte de Natsuki fue una gran pérdida para el Clan, y un dolor irreparable para tu padre. Sabrás a su debido tiempo muchas cosas más, Kuroko querido. Mientras tanto, trata de no atormentarte demasiado, sé sigiloso, y por sobre todas las cosas, no permitas que tus alas se rebelen a menudo, los ojos que las miran podrían condenarse a un final que no podrás controlar.

Kuroko quiso preguntarle a qué se refería con ello, qué podría tener de maldición el que alguien observe sus alas. Pero las preguntas murieron en su garganta antes que ser elaboradas. La imagen de Kagami apareció en su mente, un Kagami transformado en licántropo era envuelto por llamas escarlata y una espada le atravesaba el corazón. Se tensó asustado y sujetándose la cabeza se hizo ovillo sobre el pasto, aquella visión, la sensación que le acompañó, dolía demasiado.


--//--//--

Sakurai se acurrucó contra el pecho de Aomine, desde que salieron de casa del moreno para reunirse con el Dr. Hotaru no se habían separado ni un solo instante, tampoco atendía el llamado de sus padres y se había ocultado de ellos quedándose con su amante en un Hotel.

– Ha sido impactante todo lo que el Dr. Hotaru ha dicho, pero creo que tarde o temprano tendremos que reunirnos con tus padres otra vez, Ryo.

– Lo sé, solo… solo aún no, déjame estar otro tiempo contigo, Aomine-senpai, me reconforta estar a tu lado.

– Tonto, aunque te reúnas con tus padres, no voy a dejarte solo. Nunca más, Ryo.

El castaño sonrió abrazándose aún más fuerte al poderoso pecho del moreno, se sentía bien ahí, donde los latidos del corazón del licántropo se escuchaban como un tambor evocando una dulce melodía para sus oídos.

– Daiki, Te Amo.

Las palabras del castaño conmovieron algo en el interior del moreno, una fuerte sensación de calidez corrió por todo el cuerpo del licántropo.

– ¿Quién lo habría dicho? Una bestia cayendo por los encantos de un mago tan hermoso como tú, Ryo… – Sujetó su mentón besándole apenas con suavidad. Pese a que no perdía oportunidad para hacerle el amor, desde que habían vuelto de su reunión con el Dr. Hotaru no había sido capaz de otra cosa más que abrazarle, darle seguridad, protegerle… – Esto de amar debe ser una cosa torcida, te tengo aquí en la cama, completamente vestido… – Dijo gruñendo, bromeando a su manera mientras le hace cosquillas en los costados a su novio.

Ahora saben ambos lo que Sakurai Ryo es. Saben que la sangre que corre por sus venas no es de un mago siquiera de primera generación, es mucho más poderoso que uno de ellos, o que licántropos, vampiros e incluso híbridos, pues en su sangre corre la magia de los dragones.



Continuará……

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión