jueves, 6 de abril de 2017

SWEETEST DEVOTION (JunHwan)



Sweetest Devotion
JunHwan
YooSu, YunJae & HayaMin (secundarios)

~~*~~

Recostado contra el respaldo de la cama en aquella habitación de hotel, el muchacho de cabellos brunos jadeó al sentir la mano de su amante acariciando la línea de vello que baja desde su ombligo hasta la entrepierna. Se sentía tan bien, que no dudó en soltar aquellas dos palabras.

— Te amo~.

Pero entonces el toque se detuvo, y su amante se apartó poniéndose en pie con una expresión de desconcierto que a él le dio también un vuelco en el estómago.

— Tengo que irme.

— Espera, por-por qué Dave.

— Estábamos genial como compañeros sexuales, pero ahora tú hablaste de sentimientos, YooHwan. Esto termina aquí.

— Pero, creí que tú…

— No te hagas ideas absurdas, sabías que era solo sexo desde el principio.


— Toma, va por mi cuenta.

— Gracias, Hayami-san.

— Entonces, ¿te botaron de nuevo, YooHwan?

El de cabellos brunos frunció el ceño ante las palabras de una tercera voz interrumpiendo su amable conversación con el dueño de su bar favorito en toda la capital nipona. Hizo un puchero y bebió de una su trago.

— No quiero que tú me consueles, ChangMin, eres un insensible en estos temas.

— No pensaba consolarte.

— Como dije, insensible.

— Y tú eres demasiado inocente.

— Nh…

— Ya, ya. ChangMin, atiende al cliente amablemente.

— Pero YooHwan no cuenta como cliente, de todas formas solo viene cuando lo dejan.

El de cabellos brunos lo fulminó con la mirada. Pero el alto y delgado muchacho de cabellos oscuros ni se inmutó. Hayami, dueño y bartender de reconocimiento, sonrió dejándoles ser.

— Cuando te rompen el corazón, algunas personas encuentran algún alivio en unos tragos con los amigos, ChangMin ah.

— ¿Y dónde están los amigos de este tonto?

El dueño señaló al morocho y a sí mismo, sonriendo divertido al ver a su joven pupilo refunfuñar a diestra y siniestra alegando no ser, para nada, amigo del otro.

— Pero es verdad, soy un tonto. Nunca aprendo y elijo a los peores amantes. Aunque, con Dave realmente creí que funcionaría, llevábamos más de un mes viéndonos.

— Ustedes solo se veían para tener sexo, dónde hay amor en eso, YooHwan.

— Pero, éramos tan compatibles.

— Repito, dónde está el amor cuando solo se trata de sexo. Deja de engañarte, idiota.

— ¡Oye, deja de insultarme!

— ¡Y tú deja de ser tan inocente!

— Basta los dos, o los echo de mi bar.

— ¿Eh? Pero Hayami-san~.

— ¿Cómo echarme? Yo trabajo aquí.

— Exacto, otro cliente está llegando, atiéndelo… — El dueño dijo, sirviendo otro trago al de cabellos brunos.

— ¿Eso es fuerte? — El recién llegado preguntó. Se le veía claramente agitado, probablemente conmocionado.

— ¿Eh?

— Eso es… mío.

Las palabras de YooHwan y Hayami quedaron suspendidas en el aire. El recién llegado había tomado el trago del de cabellos brunos y tomado de una el contenido. Sintió la garganta quemarle y luego de sopetón se dejó caer en el asiento junto a YooHwan de ese lado de la barra.

— Otro, más fuerte por favor.

— De acuerdo… — Hayami dijo, sirviéndole sin embargo algo más ligero. No era el dueño por las puras, y no era nuevo en el negocio. Sabe observar, y sabe atender a la clientela, aunque lleguen a su bar por primera vez.

YooHwan le miró. Básicamente el perfil, porque el sujeto en cuestión continuaba pidiendo un trago tras otro sin mirar a ninguna otra parte.

— Pero se nota que es atractivo. Mentón cincelado, cejas bien formadas, voz suave pero áspera, buena musculatura. Además, me di cuenta de que es alto, y atlético. Ah, es totalmente mi tipo~… — Pensaba el de cabellos brunos.

— ¿Quiere algo de comer, señor…?

— JunHo. Solo sírvame licor hasta que tenga que sacarme a rastras de aquí.

— Comprendo, está usted pasando por un mal momento.

— ¡El peor! Acaban de dejarme.

— Oh… — Dijeron al unísono YooHwan y ChangMin. El morocho estaba parando oreja aunque atendía a otros clientes en la barra. Hayami solo sonrió, ya se imaginaba que podía ser eso.

— Lo superará con el tiempo, JunHo-san.

— ¡No lo creo! Yo la amo, sabe. ¡Iba a proponerle matrimonio!

— ¿La?

— Sí, pero ella ni siquiera quiso mirar el anillo. Se rió de mí y terminó conmigo, alegando que era demasiado pronto para ella pensar en casarse. Y llevábamos casi dos años saliendo, ¿cómo es posible que haya pasado esto? ¡Deme otro trago!

El dueño le sirvió, pero luego se dio cuenta de que algunos de los clientes del bar estaban prestando atención. Y momentos como ese eran los indicados para que algunos “consolaran” a sujetos atractivos como su conmocionado cliente. Que, según captó, es completamente heterosexual.

— Disculpe, JunHo-san, por casualidad notó usted en qué clase de bar entró.

— ¿Qué?

— Lo que Hayami-san quiere decirte es que estás en un bar gay, y tienes muchos ojos puestos en ti, JunHo-san… — El de cabellos brunos dijo. Honestamente interesado también, en consolar a este hombre heterosexual tan jodidamente sexy.

— ¿Gay? — El apuesto hombre preguntó, aunque por la mirada algo ausente, las mejillas ligeramente rosadas y la lengua entumecida, el dueño y el de cabellos brunos comprendieron que el licor ya estaba haciendo efecto en él.

— No eres muy bueno con el alcohol, ¿verdad? — YooHwan le miró inquisitivamente. Preguntándose si tanto así debía amar a aquella mujer para desear embriagarse por ella, considerando que unas cuantas copas le harían efecto.

— En realidad no suelo beber. Mi hermano ni siquiera tolera olerlo, y en casa mis padres tampoco son de tener licor, así que supongo que simplemente no crecí en el ambiente adecuado… — El hombre se quedó mirando al de cabellos brunos, lo que de paso al muchacho le alteró el pulso… — Disculpa, ¿quién eres?

— Solo un cliente frecuente de este bar. Me llamo YooHwan, Park YooHwan.

Dijo, y de pronto el hombre estaba riéndose. Honestamente algo bobo, pero demasiado lindo como para no quedarse como idiota mirándole. Todo y que no entendía cuál era la gracia con su nombre.

— Has sonado como “Bond, James Bond”… — JunHo comentó, casi como si le hubiera leído el pensamiento. Y las mejillas del de cabellos brunos se encendieron al rojo vivo… — Hace calor… — Murmuró, zafando la corbata de su pulcro traje, quitándose el saco y desabrochando los primeros botones de su camiseta impecablemente blanca… — Me sirve otro trago, por favor, Hayami-san.

— No tiene nada de conciencia. Ahora son un par de bobos con el corazón roto.

— ¡ChangMin!

— ChangMin ah, ¿no estabas atendiendo los clientes en la otra esquina?

— Sí, sí. Solo estaba expresando lo que también piensa, Hayami-san… — El morocho, indiscreto (aunque él lo llama honestidad) y despreocupado por sus palabras, volvió al otro lado de la barra, atendiendo a una joven pareja que acababa de abordarse justo frente a sus narices… — Tantas feromonas revoloteando por aquí me da náuseas… — Dijo para sí, lo suficientemente bajo para que su jefe no le dijera nada.

En tanto, el apuesto hombre se había tomado de otra copa de licor, mientras que el de cabellos brunos se preguntaba cuánto más aguantaría bebiendo sin caer repentinamente inconsciente.

— JunHo-san, si usted no es bueno con el licor, debería considerar beber al menos más despacio.

— ¡Pero quiero olvidarme de mi ex! — Exclamó, sujetándose la frente y enterrando sus dedos en los largos cabellos oscuros que caían en flequillo sobre su rostro… — Por favor, solo déjeme beber hasta que olvide su nombre, o la expresión espantada con que me miró cuando hablé de matrimonio.

— Incluso olvidando el hecho de que es un bar gay, me da un poco de pena verle así. De este modo no me siento tan miserable. Él dijo antes que fue una relación de dos años con su exnovia, lo mío con Dave apenas tenía un mes. Creo que soy tonto, como dice ChangMin… — Pensaba, mirando de soslayo al hombre engullir uno tras otro cada trago que el dueño le servía… — Tan callado, solo bebiendo para olvidar. Creo que, eso es realmente dolor.

— ¿Su, baño?

— Eh, por allá.

El muchacho se levantó, y en cuanto lo hizo se dio cuenta de que el licor finalmente había llegado hasta su cabeza. Algo tambaleante se encaminó a los sanitarios. Las miradas de algunos hombres lo siguieron, algunos de ellos incluso sus pasos. Por lo que YooHwan enseguida se apresuró hasta allí también. Cuando entró en los sanitarios, apenas unos segundos después del hombre, ya se había encontrado con una escena, honestamente cómica.

— Ah, YooHwannie~ este hombre dice que quiere consolarme, pero, no entiendo por qué ha querido besarme, y por reflejo le di un puñetazo, y accidentalmente ha ido a dar justo en el retrete.

— Y además con el trasero alzado… — Dijo, aguantándose las ganas de reír abiertamente… — Por eso te dijimos, este es un bar gay, muchos aquí querrán ligar contigo.

— ¿Eh? Pero yo no quiero ligar con ninguno de ellos.

— Entonces por qué no vuelvas a tu casa.

— Pero quiero seguir bebiendo.

— Hazlo en tu casa, compra cerveza en alguna tienda de conveniencia en tu camino.

De pronto la mirada de JunHo endureció, casi parecía ofuscado por su propuesta. Y por alguna razón, YooHwan se sintió excitado bajo aquellos intensos ojos castaños.

— ¿Vas a acompañarme? — JunHo preguntó. Con la voz más ronca para el gusto excitado del de cabellos brunos.

— ¿Qué?

— No quiero beber solo, y si me estás mandando a casa como si fuera un chiquillo, entonces lo correcto es que un adulto venga y cuide de mí.

— Nh, esto, no es buena idea. Y tampoco es la interpretación adecuada.

— Entonces solo déjame seguir bebiendo aquí, es un sitio agradable porque estoy acompañado de Hayami-san y YooHwannie… — Dijo, como si estuviese hablando de amigos.

Lo que es más, finalmente estaba orinando como la cosa más natural del mundo –que de hecho es–. Y claro, el pulso del de cabellos brunos se fue por los cielos, no es que estuviese viendo su pene mientras se encarga de lo suyo, pero verle la espalda y encontrar que sus anchos hombros son terriblemente adecuados para sostenerse, le complicó la existencia haciendo estragos en su propia entrepierna.

Un infierno, o el karma. Qué hice para ganarme esta dulce tortura~… — Gimoteó en pensamientos. Y para cuando el hombre terminó de lavar sus manos y volvió la mirada hacia él, sonreía afablemente.

— Vamos, creo que me he despejado un poco, vamos por la siguiente ronda y conozcámonos, YooHwannie.

¡Un puto infierno! — Gimió de nuevo en su pensamiento, dejándose arrastrar por su inconsciente, echando a andar detrás del hombre… — Un momento, me ha llamado “YooHwannie”, ¿qué mierda?


— ¿Cómo diablos terminó todo así? — El de cabellos brunos gimoteó, consiguiendo meter a JunHo en la cama, con algo de dificultad, que el muchacho además de alto, ebrio pesaba como el demonio.

Pero no, sin pensar mal, que no están ahí para tener una apasionada noche de sexo. Aunque le encantaría aprovecharse un poquito del hombre, que gimoteaba más dormido que despierto, acomodándose en la cama como si estuviera en su propia casa, buscando la almohada con desesperación, pero tirando del cuerpo del de cabellos brunos y apretujándole contra su propia anatomía.

— ¿Q-qué? ¡De ninguna manera! ¡Suéltame, JunHo-san!

— Shh~ hora de dormir.

— ¿¡Ah!?

Pero incluso si el de cabellos brunos intentó escapar, fue imposible. El hombre apretaba con más fuerza conforme él quería zafarse. Y luego de unos minutos, simplemente se rindió.

— Genial, súper genial… — Dijo con sarcasmo, mirando el rostro dormido del hombre, arrugando la nariz porque no era tan lindo su aliento alcoholizado.

Pero sonriendo luego, recordando lo difícil que había sido zafarse del hombre cuando Hayami advirtió que estaba borracho hasta “las manitas” y que pronto cerraría el bar. A saber, JunHo había querido seguir tomando, pero ni Hayami ni YooHwan pensaron que era buena idea, así que quisieron sonsacarle la dirección de su casa para enviarle en un taxi, pero entonces él se negó rotundamente a separarse de “YooHwannie~” y, terminaron en su casa.

Las pocas horas que le quedaban a la noche pasaron rápido. JunHo durmió como tronco, y honestamente que YooHwan también, aunque le costó un poquito conciliar el sueño.

Para cuando ambos hombres despertaron, ni bien se miraron a los ojos, JunHo salió disparado de la cama, con dolor de cabeza y un horrible sabor de boca. Obviamente, la resaca ni siquiera le tuvo una pizca de clemencia.

— JunHo-san, ¿recuerdas quién soy?

— S-sí, te recuerdo, YooHwannie, ¿correcto?

El de cabellos brunos asintió, francamente aliviado de que no le olvidase. Luego algo hizo clic en su mente. Eso, porque ver la expresión contrariada del hombre le recordó que él es heterosexual, y que se han conocido en un bar gay.

— Ahm, nosotros dormimos en la misma cama porque me atrapaste cuando quise dejarte. Eres bastante fuerte en estado de embriaguez, JunHo-san.

— Lo siento, debió ser extraño… — El hombre dijo, y su compañero sonrió con un dejo de nerviosismo… — Es tu casa, ¿verdad?

— Sí.

— Sé que estaré aprovechándome de tu hospitalidad pero, ¿me permitirías la ducha?

— Oh, ¡claro que sí! Ah, no tengo ropa que te quede, pero si la dejas fuera la lavaré, mientras tanto quizá puedas ajustarte un poco a algo de ropa deportiva.

— Está bien, gracias.

— Ahm, tu saco y tu corbata están un poco arrugados, pero no creo que sea conveniente que los eche junto al resto de la ropa.

— No hay problema, iré a casa después del baño… — Dijo, arrugando el entrecejo por el dolor de cabeza.

— Te traeré algo de medicina.

— Gracias.

JunHo le vio salir de la habitación, y le escuchó hablar en el camino sobre dónde estaba el baño y que podía usar las toallas que estaban ahí. Miró de soslayo la cama en la que ha dormido, compartiendo el espacio con otro hombre.

— Nunca había dormido con otro chico que no fuera Junsu. Y en una cama tan amplia… — Murmuró, preguntándose por qué había hecho aquello.

Bueno, beber fue por la desilusión amorosa. Pero, abrazar a un chico al dormir era otra cuestión. No es como si él estuviese acostumbrado a dormir particularmente “cariñoso”, o aferrado a una almohada.

— Entonces, por qué actué de esa manera anoche. ¿Fue por el licor?

Incapaz de comprenderlo todo, JunHo se dirigió al baño, la ducha despejó un poco sus sentidos, pero era ahora su estómago el que se quejaba de la irritación. De esa manera terminó comiendo con YooHwan, tomando más de su tiempo.

— Lamento en verdad las molestias.

— No te preocupes, es agradable comer acompañado. A veces mi hermano pasa por aquí, así que me sienta bien tu compañía.

— ¿Tienes un hermano?

— Sí, mayor que yo. Se llama Yoochun.

— También tengo un hermano, podría decirse que menor que yo. Se llama Junsu.

Se sonrieron, cómodos con la trivial conversación.

— Entonces, ¿vas a menudo a ese bar?

— Sí.

— Eres… ah…

— Lo soy, por eso voy a ese sitio. Hay más personas como yo.

JunHo asintió, aunque no estaba seguro del por qué, se sentía cómodo con este chico. Más tarde, después de ayudar a limpiar la mesa, se despidió de YooHwan, agradeciendo sus atenciones. Cuando el hombre salió de su departamento, el de cabellos brunos largó un suspiro.

— Qué tonto soy, pensé que habría sido genial que me besase cuando se fue. No debería hacerme ilusiones con tanta facilidad.


Después de una semana, el de cabellos brunos pensó que no volvería a ver a JunHo. Al final no habían intercambiado mayor información personal como número de teléfono, lugar de trabajo o alguna forma de comunicarse. Esa noche, sentado en la barra como cada vez, el muchacho estaba dispuesto a ligar con algún chico guapo, necesitaba un poco de “cariño”, aunque fuese pasajero.

Pero entonces la conocida figura del apuesto hombre apareció en la entrada. Y le siguió mientras se acercaba a la barra.

— Hola, YooHwannie.

— Hola, JunHo-san.

Lo primero que el de cabellos brunos tenía que hacer, era calmar los latidos presurosos de su corazón, y en lo posible, que aquella excitante emoción se extendiera hasta sus mejillas.

Vino. JunHo-san, está aquí. Joder, y lo encuentro más guapo que la otra noche, cómo es eso posible. ¡Ay, mierda! ¡Parezco colegial todo emocionado~! — Pensar no le iba a llevar a mucho.

Excepto tal vez las burlas de ChangMin, que seguro llegarían sin dudar siquiera en parlotear delante del apuesto hombre.

— Hayami-san, me sirve algo ligero, por favor.

— Por supuesto. ¿Está mejor, JunHo-san?

— Use solo mi nombre, por favor, no soy tan mayor… — El de ojos castaños dijo con una suave sonrisa. Y claro, el corazón del de cabellos brunos decidió que acelerar venía bien.

— Sigue siendo un cliente, y además se le nota que es digno de todo respeto.

— Pero realmente me sentiré más cómodo si solo me llama JunHo. Y respondiendo a su pregunta anterior, sí, estoy mejor. O eso espero.

— Tómeselo con calma.

— JunHo-san, por qué viniste.

— ¿No está bien que haya venido, YooHwannie?

— Yo no, no dije eso. Es solo que, este bar es…

— Sé lo que es, pero no creo que eso excluya a los heterosexuales de venir, ¿verdad?

— No.

— Y tenía ganas de verte.

— ¿Eh?

— Ah, te traje esto… — El de ojos castaños le entregó un bolso… — En agradecimiento a tus atenciones cuando me emborraché.

— No era necesario, pero gracias, lo aceptaré con gusto… — El de cabellos brunos suplicó mentalmente que sus mejillas no se coloreasen, o el apuesto hombre terminaría dándose cuenta de que le pone nervioso y emocionado.

JunHo sonreía amablemente. Y bebió de su trago mientras veía de reojo el cuidado con que YooHwan se enteraba del presente. Había visto en el departamento del de cabellos brunos algunas botellas de sake, celosamente ubicadas en un rincón del cajón en un mueble de la estancia. Y él se había esmerado en conseguir una botella del mejor sake de todo Japón.

— Vaya, esto me encanta. ¿Quieres venir a mi departamento y beber, JunHo-san? — Demasiado tarde se dio cuenta de su propio tono de voz o el gesto coqueto de su mirada. El de cabellos brunos maldijo mentalmente.

— Claro, pero esta noche no, o Hayami-san se enfadará.

El de cabellos brunos gimoteó en pensamiento.

JunHo-san es tan cruel~ bueno, yo soy un idiota también. Qué esperaba, ¿que se diera cuenta de que estaba flirteando con él?

— Saldrán arrugas, YooHwannie.

Para cuando el de cabellos brunos comprendió, el dedo del mayor ya estaba presionando su entrecejo, mientras le veía con esa sonrisa bailándole en las mismísimas castañas pupilas.

— ¿Se burla de YooHwan, JunHo-san?

— ¿Eh?

— No digas nada, ChangMin~. O te acusaré con mi hyung.

— ¿Quién le tiene miedo al pervertido de Yoochun?

— ChangMin ah, clientes.

— Sí, sí, Hayami-san, entiendo cuando me quieres lejos… — El morocho dijo con cierto tono resentido, y se alejó al otro extremo de la barra…

— Por cierto, ¿Yoochun vendrá?

— Sí, no debe tardar en llegar. Será una excelente oportunidad para presentártelo, JunHo-san.

— ¿En serio? Qué casualidad, mi hermano también viene para acá. Conoceremos al hermano del otro esta noche, es gracioso, ¿no?

— Me parece que es más como algo del destino… — Hayami agregó.

Y antes de que ninguno dijese nada, el dueño ya estaba alejándose para atender a otro cliente.

Justo entonces el móvil de ambos sonó. Casualmente para lo mismo, sus hermanos avisándoles que acababan de llegar. Un guapo hombre de cabellos azabache recogidos en una coletilla pegada a la nuca avanzaba con cierto andar arrogante. Mientras que un chico de cabellos teñidos y una sonrisilla linda, estiraba el cuello buscando a su hermano.

— ¡Hyung~!

— ¿Él es tu hermano?

— Sí, Junsu.

— Lo conozco.

— Sí, me lo imaginé. Cuando le dije dónde estuve me lo contó, ha venido algunas veces a este bar. Junsu es gay, lo he sabido desde que éramos adolescentes.

Conversaron mientras el peliteñido llegaba hasta ellos.

A unos pasos, Yoochun observaba a su hermano saludar de mano al jovencito de cabellos teñidos. Pese a que él solía conocer a los amigos de su hermano menor, en esa ocasión ambos acompañantes le resultaban desconocidos.

— Aunque ambos tienen un aura bastante interesante… — Murmuró, sin evitar que sus ojos siguieran repentinamente la línea de la silueta del peliteñido… — Qué buen trasero.

— Entonces, JunHo hyung, ¿conseguiste novio?

— ¿Eh? — Murmuró YooHwan inconscientemente. Y es que Junsu le había señalado a él al hacer tal pregunta.

— ¿Qué? — El de ojos castaños abrió los ojos de par en par, contrariado por la absurda pregunta de su hermano… — No soy gay, Junsu ah. Sin ofender, YooHwannie, además, eres sumamente atractivo.

El menor Park jadeó. Y gritó mentalmente por un respiro.

— Pero qué desperdicio~ estoy seguro de que YooHwan hyung será mejor novio que esa tonta que te dejó, hyung.

— Junsu ah, ya hemos hablado de esto.

El peliteñido alzó los labios en trompetilla pero no dijo nada más. Y por un segundo el de cabellos brunos encontró incluso más atractivo al hombre, quizá porque había empleado un tono de voz ronco y más varonil, o tal vez porque su mirada también se había endurecido un poco mientras le respondía a su hermano.

Ah, estoy en problemas, cuanto más lo observe más cosas me gustarán de él~.

— Entonces, ¿cuántos años de diferencia se llevan? — Hayami quiso saber, honestamente preocupado por el sonrojo en aumento en las mejillas de YooHwan.

— Junsu y yo somos gemelos.

— ¡Qué? — YooHwan casi se cae de su silla.

— ¿En serio? No lo parece… — El dueño opinó.

— Todos los que lo saben dicen lo mismo. Sin embargo, debe ser porque Junsu ah tiene esta personalidad tan infantil.

— YooHwan, lamento llegar tarde.

— Ah, hyung, no me sorprendas por la espalda.

— Te has sorprendido porque tenías esa expresión de sorpresa en la cara, y me entraron ganas de molestarte.

— Qué tonto eres, hyung.

— Respétame, mocoso.

— No soy tan menor que tú.

— Lo que sea, ¿no vas a presentarme? — El de cabellos azabaches sonrió galante, mirando fijamente al peliteñido, cuyas mejillas se sonrosaron al instante.

— Hey, no intentes ligar cuando ni siquiera te interesa, hyung… — Murmuró al oído de su hermano mayor.

— Bueno, parece que podría interesarme por él, rostro tierno, buen trasero, mirada brillante, como que podría volverme gay por él ahora mismo, YooHwan… — Respondió de la misma manera, pero sin apartar sus ojos de los del peliteñido.

El menor Park resopló, inconforme por el repentino interés de su hermano ante otro hombre. Aunque no era del todo la primera vez que mostraba cierta atracción hacia alguien de su mismo sexo.

— Ellos son JunHo y Junsu, hermanos gemelos. Éste es mi hermano Yoochun.

— ¿Gemelos? Cuánta sorpresa, aunque pienso que tú posees una seductora belleza muy diferente a la de tu hermano… — El azabache dijo con una sonrisa. Dando un apretón a la mano de JunHo, pero besando los nudillos de la de Junsu.

— ¿Lo de siempre, Park?

— Hayami, interrumpiéndome por algo tan evidente. Obvio, lo de siempre.

— Me fastidia que flirtees con mis clientes cuando te has cansado de decir que eres heterosexual; además, JunHo-san está que casi se te va encima por molestar a su hermano. Te estoy salvando el pellejo.

— Oh, ¿de verdad? — El peliazabache, que ya había tomado sitio al lado de su hermano menor, volvió la mirada hacia el hombre sentado del otro lado, pero pronto sus ojos fueron aún más allá, hasta dos lugares hacia su derecha, donde Junsu animadamente revisaba algo en su teléfono móvil… — Que hermanos tan interesantes.

— Es en serio, hyung, no fastidies al hermano de JunHo-san.

— YooHwan, ¿es el hombre que te gusta?

— Sí, pero no es solo por eso. Mira, Junsu ha venido algunas veces antes, es algo inocente y se nota que no anda buscando aventuras de una noche, ¿entiendes? Así que no hagas nada raro, hyung.

— Ok, ok, ya entendí. No aventura de una noche con el hermanito del tipo que te gusta. YooHwan, ¿no soy yo el mayor aquí?

— Últimamente no lo demuestras mucho, hyung.

— No importa, tú eres un buen chico sin importar el ejemplo que te dé. Pero este tipo…

— Se llama JunHo-san.

— Bien, éste JunHo, ¿también le interesas?

— Él es hetero.

— ¿Y entonces por qué sigues entusiasmado?

— Qué se yo, supongo que simplemente me gusta… — Murmuró.

Y cuando el mayor Park miró a su hermano, se encontró con una mirada que ya antes ha visto. Sabe que está enamorado. Pero no uno de esos amores pasajeros de los que últimamente su hermano menor caía presa. No, ésa mirada pertenecía a un amor verdadero.

Joder, y debía llegarle justo por un hombre heterosexual que no va a corresponderle. Por eso casi nunca vengo a bares gay, ni pienso que ningún heterosexual deba frecuentarlos, enamorar a alguien a quien no va a correspondérsele no es justo. Aunque bien, solo he venido porque YooHwan me ha invitado. Pero, ¿por qué razón este tipo ha venido?

— Deja de pensar tanto, se te van a freír las neuronas.

— ¡ChangMin! También me da gusto verte, hombre.

— Nunca dije que estuviera gustoso de verte, hyung.

— Siempre tan amargado, en serio Hayami, ya deberías de darle algo de cariño a ChangMin.

— Métete en tus asuntos, Park.

— Comienzo a sentir malas vibraciones en este bar… — Dijo, fingiendo un escalofrío al enfrentar la mirada del morocho y el dueño.

Y no conforme con eso, justo cuando giró para “quejarse” con su hermano menor, YooHwan “desapareció” y en cambio junto a él se sentó JunHo. Quien ha cambiado de lugar con YooHwan porque, de alguna manera, se sintió un poco abandonado/dejado de lado por el de cabellos brunos, quien parecía haber estado conversando animadamente con su hermano mayor. Lo que no era de extrañar, pero que tampoco entró en el razonamiento del gemelo.

— Hyung~ me hubieras cambiado de sitio a mí con YooHwan hyung~… — Se quejó Junsu, que aunque quisiera colarse a lado del peliazabache encontró imposible hacerlo pues el lugar del mayor Park era el de la esquina en la barra.

— Eh, Junsu hyung, de verdad creo que soy menor que tú, así que no es necesario que me llames con tanta formalidad.

— ¿En serio? ¿Qué edad tienes? JunHo y yo estaremos cumpliendo los 29 este año.

— ¿30? Wow, de verdad lucen más jóvenes, sobre todo Junsu hyung.

— ¡Gracias~!

— Yo tengo 24, así que está bien si solo me llamas por mi nombre.

— Entonces, YooHwan, ¿qué te trajo a vivir a Tokio?

— Mh, mamá se casó con un japonés cuando era adolescente. Se divorció de nuestro papá cuando hyung y yo éramos niños. Y bueno, su felicidad nos importaba, así que no fue tan malo mudarse desde Seúl. ¿Qué hay de ustedes?

— Una gran oportunidad de trabajo para los dos, hace unos tres años apenas. pero si quieres saber más, mejor le preguntas a él. Hyung~ ven, vamos a cambiar de lugar.

— ¿Qué? No, estamos bien así, Junsu ah.

— No, no lo estamos… — Dijo determinado, y en un parpadeo ya había cambiado sitio con su gemelo, sentándose así a lado del azabache… — Estás queriendo hablar con YooHwan desde que llegamos, ¿verdad? De esta manera ni yo ni su hermano te quitaremos la oportunidad~… — Añadió con un guiño, luego pidió una bebida sin alcohol al morocho y se quedó quietito en su lugar, esperando que fuera el azabache quien le dirigiese la palabra… — ¿Está texteando a su novia? Se le ve entretenido en el móvil. Su perfume huele exquisito~ ah, por qué me pone el destino esta clase de tentaciones~. — Pensaba el peliteñido, suspirando mientras bebía con la pajita. Ajeno a la mirada de soslayo del azabache, que sentía un pinchazo en la entrepierna al ver la forma tan sexy en que tomaba la pajita con la lengua antes de cerrar sus labios sobre ella.

“— Jaejoong, acabo de conocer a mi alma gemela.

— ¿Qué? ¿No era ese yo? Tu soulmate.

— No es lo mismo, tú eres mi soulmate hablando de música y moda. Pero este chico, hace que me excite, y hasta creo que me tiembla el corazón.

— ¡Tú, idiota! ¡Piensa primero con el corazón y luego con la entrepierna! Y ya déjame en paz, Yunho ah va a darme amor~.

— Ah, con que por eso no andan por aquí, están teniendo sexo salvaje eh.”

El mayor Park ya no recibió respuesta a su último mensaje, seguro de que el amante de su amigo le habría arrebatado el móvil de las manos y hecho su movimiento “cama adentro”. O algo parecido.

— Así que, Junsu ah, ¿te invito una copa?

El peliteñido asintió, aunque no era nada bueno con el licor, no iba a negar la tentadora invitación.

Por otro lado, JunHo se había sumido en sus pensamientos. Realmente quería preguntarle un montón de cosas a YooHwan, conocerlo mejor y hacerse amigo suyo. Pero, cuanto más lo pensaba también más se liaba.

Realmente por qué tenía tanta urgencia por encontrarme con él. Toda la semana estuve malhumorado porque el trabajo estuvo imposible, y ahora que nos encontramos su hermano y Junsu estaban en el medio. Pero, estoy junto a él, nadie interrumpe y yo no sé cómo continuar la conversación.

— JunHo-san, ¿todo bien?

— ¿Qué? Sí, todo bien, YooHwannie.

— Luces un poco aproblemado.

— Vayamos a tu casa, YooHwannie.

— ¿Mh, qué?

— Quiero ir a tu casa.

El menor Park tragó hondo. ¡Por qué el karma se ensañaba de esta manera con él!

Antes de responder el insistente “sí” que resonaba en su cabeza ante la “extraña” petición del apuesto hombre, el de cabellos brunos respiró profundo, rogando porque los latidos de su corazón disminuyesen y que algo de claridad entrase en su mente.

— JunHo-san, yo no…

— ¡YooHwan~! — Y luego de pronto esta voz ajena al oído del apuesto hombre. Algo ruidosa y demasiado fingida como para ignorar el hecho de que ha nombrado al menor Park.

No bastando con la obvia interrupción, el intruso se colgó de los hombros del de cabellos brunos, sonriendo ampliamente con una asfixiante confianza que hizo arder el estómago del gemelo Kim.

— ¿Kazuma?

— ¡El mismo! Cómo es que nunca me llamaste de nuevo, mh. Eres malvado~.

— No tenía ninguna razón para llamarte.

— Oye, qué demonios haces en mi bar, Kazuma.

— Oh vamos, Hayami, no seguirás molesto por lo mismo, ¿verdad? ¡Sucedió hace meses!

— Incluso si fueran años, te advertí que no quería verte de nuevo en mi bar. Así que lárgate.

Kazuma, un hombre en sus treintas que lucía bastante atractivo a la vista, era sin embargo una presencia desagradable para el dueño. A saber, había una sola razón por la cual no quería volver a tener a este hombre en su negocio. Hacía varios meses atrás, había tenido la osadía de, en absoluto estado de embriaguez, besar a ChangMin. Sí, besar al morocho. La falta era simplemente imperdonable.

— No entiendo por qué haces tanto lío, Hayami. Ni siquiera ChangMin ha dicho palabra alguna, trabaja comúnmente, es todo un profesional.

— ChangMin te está ignorando, porque es buena persona. Pero mi paciencia está llegando a su límite, si no te largas ahora mismo, voy a echarte por la mala, Kazuma.

El sujeto en cuestión sonrió con un dejo de burla, alzó las manos en señal de rendición y volvió a colocar un brazo sobre los hombros del menor Park.

— ¿No has perdido clientes desde que dejé de venir?

— Al contrario, han aumentado. Lárgate, Kazuma.

— Eres el único aquí haciendo rabieta, si tanto te gusta ChangMin por qué no se lo dices y ya. ¿Verdad, YooHwan?

— Eh…

A pesar de que el menor Park realmente no quería involucrarse más en aquella situación, todo se volvió turbio cuando el gemelo Kim se levantó de su silla, apartó la mano de Kazuma de los hombros del de cabellos brunos, y con una mirada gélida siseó aquellas palabras.

— No vuelvas a tocarlo.

— ¿Qué? ¿Tú quién eres? ¿Con qué derecho actúas de esta manera?

— Quién soy no es de tu incumbencia. Pero que toques a YooHwan con tal confianza me enfurece. Hayami-san ya lo pidió, lárgate.

El corazón del menor Park acababa de dar otro brinco justo en aquel momento. JunHo se veía tan guapo y sexy actuando de esa manera. Que si solo volvía a pedirle llevarle a casa, seguro que aceptaba.

Kazuma, viéndose superado por la situación, se zafó con tirón, acomodó su chaqueta y salió del bar con la poca entereza que le quedaba. Dentro, el morocho miraba de reojo al dueño, quien se limitó a decir que volvía en cinco minutos, yendo a su oficina en la parte trasera del bar. Cuando ChangMin paseó la mirada por la barra, se percató de algo más.

— Oh mierda, Yoochun se fue con ese chico bonito. No estoy seguro de cómo va a terminar todo esto.

Por su parte, el apuesto hombre se había bebido de un solo trago su tarro de cerveza, y pedido uno más. Estaba furioso, pero cuando lo pensaba un poco se daba cuenta de que no tenía razón para ponerse así. Sin embargo, ver a aquel tipo tan cerca del de cabellos brunos sencillamente le había hecho hervir la sangre.

— ¿Qué pasa conmigo? — Pensó, enterrando sus dedos en su cabello castaño.

A su lado, YooHwan comenzaba a sentirse incómodo. La emoción de un instante atrás se había desvanecido y suplantada por una sensación de ansiedad que amenazaba con llevarle a ser imprudente.

— YooHwannie.

— ¿Sí?

— Lo siento, reunámonos en otra ocasión.

— ¿Eh? Ah, s-sí.

El apuesto hombre dejó dinero en la barra y se despidió apenas con la mirada del morocho, tomó su chaqueta y salió del bar con pasos presurosos, algo mareado y sofocado de un calor novedoso. Y allí en su sitio, el de cabellos brunos enterraba el rostro en sus manos. La noche ha terminado de la peor manera que se habría imaginado.


Horas más tarde, ChangMin ayudaba a Hayami a cerrar el bar, y como cada noche, caminaban juntos hasta el parking, donde el auto del dueño les esperaba.

— Hayami-san, tomaré un taxi hoy.

— ¿Por qué? Me queda de paso, sube.

— Yo no quiero ir contigo hoy.

El japonés miró al morocho. No era novedad, ChangMin es bisexual, pero ya le rechazó una vez. Y ocasionalmente llegan momentos como éste, cuando la incomodidad se abre paso entre los dos.

— Entiendo. Descansa, mañana es tu día libre.

El morocho asintió, y con las manos en los bolsillos salió a la avenida, tomando al instante un taxi hasta su domicilio, a solo un par de calles del edificio de departamentos donde vive el dueño.


El timbre de su departamento sonó con tanta insistencia que, aunque se negaba en salir de su cama y prefería seguir suspirando como idiota mientras piensa en JunHo, el de cabellos brunos no tuvo más remedio que abrir.

— ¿JunHo-san?

En tanto el menor Park se debatía ante la razón por la cual el apuesto hombre estaba en la entrada de su departamento, el mayor de los Park maldecía mentalmente la suerte con la que ha corrido.

Sí, está en el departamento de Kim Junsu. En su habitación, en su cama. Durmiendo –no muy– plácidamente junto al tierno muchacho. ¿Cómo ha terminado de esa manera lo que supuso podría haber sido su primera noche con otro hombre? Bueno, una vez que consiguió colarse de “Moco´s Bar” sin que sus amigos o el hermano del peliteñido se diesen cuenta, arrastró al joven a su auto y le robó un beso.

— Exquisito, sobra decir. Nunca había besado a alguien y sentido que el suelo bajo mis pies se sacudiera. — Pensó, tocándose los labios con aire distraído, con la mirada al techo y el brazo izquierdo sirviéndole de almohada al peliteñido… — Sus labios fueron tan suaves, y húmedos. Calzaron perfecto con mi boca. Y tenía el sabor dulce de la bebida que tomó, pero lo caliente de su lengua. Ah, debo dejar de recordarlo, me empalmo solo con el recuerdo y aquí estoy, incapaz de conciliar el sueño mientras este pequeño angelito con cuernos y cola duerme profundamente.

Claro que dormía, porque horas antes, apenas a unos minutos de camino, la voz de Junsu había comenzado a sonar extraña. Para cuando el azabache volvió la mirada, el muchacho ya estaba dormitando en el asiento. Cuando llegaron al departamento del gemelo Kim se las ingenió para arrastrarle hasta allí, somnoliento Junsu había caminado con su peso prácticamente sostenido por el mayor Park. Sacarle el código de acceso a la puerta, otra odisea. Meterle en la cama, no tanto, sacarle el calzado, cubrirle con las mantas y tener el coraje para marcharse. O intentarlo, porque aún entre sueños, Junsu no le había dejado marchar, aferrándose a su mano, tirando de él y obligándole a acostarse a su lado, abrazándose entonces a él sin oportunidad de escapar. Bueno, no es que Yoochun hubiera puesto gran empeño.

Y por eso estaba ahí, con el reloj en la mesita de noche marcando las 2:47 de la madrugada.

— Esta es la primera vez que tengo la intención de hacerlo y duermo con un hombre. Sin tener sexo. ¿Por qué me siento tan bien a pesar de que mi parte inferior está frustrada? — Meditar tal vez no le daría una respuesta.

El hombre durmiendo a su lado, quizá sí.


— ¿Puedo pasar?

— Ah… nh… — Asintió y se hizo a un lado permitiéndole el paso a su departamento. Aunque el menor Park realmente no estaba convencido de esto.

— Te estoy importunando, YooHwannie. Lo sé, pero no pude simplemente ir a mi casa.

— ¿Cómo supiste dónde vivo?

— Ya estuve aquí una vez.

— Pero, no creí que lo recordaras.

— Por alguna razón, recuerdo todo alrededor de ti.

— ¿Por qué viniste, JunHo-san?

El apuesto hombre soltó el aire, cerró los ojos y presionó su entrecejo. El licor continuaba en su sistema, se sentía un poco mareado y ansioso. Llevaba rato imaginando cómo sería abrazar a YooHwan. Lo que es más, imagina besarle.

— JunHo-san.

— No estoy seguro, YooHwannie. Solo vine. Porque no podía sacarte de mi cabeza.

— Escucha, JunHo-san, estás vulnerable.

— Disculpa.

— Terminaste con tu novia hace poco, y esa noche por casualidad nos conocimos, te desahogaste y te sentiste bien después de hacerlo. Y tal vez tengas curiosidad, pero si la tienes, pienso que es solo porque nos conocimos en tu momento emocional más vulnerable.

El gemelo Kim tomó asiento en un sofá. JunHo le siguió, sentándose a su lado. Demasiado cerca para la salud mental del menor Park.

— ¿No me escuchaste?

— Te escuché, YooHwannie. Pero, incluso si fuera curiosidad, o causa de mi vulnerabilidad por la relación terminada. No eras tú el único que estaba ahí, pero no siento esta ansiedad cuando pienso en Hayami-san o ChangMin. Honestamente, no pienso en ellos. Cuando estuve en el bar, solo quería que me prestaras atención a mí, incluso pude ignorar que mi hermano quisiera ligar con el tuyo. Yo, simplemente tenía todos mis sentidos puestos en ti. Y cuando ese tal Kazuma te tocó, mi sangre hirvió, quería partirle la cara, apenas pude controlarme. Y a mí en realidad no me gusta la violencia.

— JunHo-san…

— Lo sé, lo sé. Curiosidad, vulnerable. Pero… — El gemelo Kim volvió el rostro, tomó el mentón del menor Park y le obligó a mirarle también… — Nunca mi corazón palpitó como lo está haciendo ahora, YooHwannie. Y yo, realmente… — Tragar hondo y admitir que los labios del de cabellos brunos se le antojaban deliciosos… — Muero por besarte ahora.

El menor Park jadeó, inquieto por la expectación que inevitablemente sacudía sus entrañas.


Cuando ChangMin se metió bajo las mantas de su cama, se mordió el labio inferior. Bufó por lo bajo, maldijo a diestra y siniestra, y al final, tomó su móvil marcando un número específico.

— ¿ChangMin ah? ¿Qué sucede? Son casi las cuatro de la mañana.

El morocho se quedó mudo. Honestamente que en aquel preciso momento su boca ha decidido traicionarle y mantenerse sellada. Mientras que el resto de su cuerpo hacía lo propio y se encendía a niveles insospechados.

— ¿ChangMin? — Escuchar al japonés con aquel tono de voz preocupado ha conseguido un efecto que al morocho le llena abruptamente de vergüenza.

Porque la entrepierna le ha pinchado con excitación. Abrió la boca para responder algo, lo que fuese, cualquier palabra ahora podría venir bien. Pero contrario a sus pensamientos, de sus labios solo había escapado un jadeo. El ardiente deseo de su cuerpo tomaba control de sus acciones.

— Ng… — Tarde quiso cubrir el sonido indecente de su boca, morderse los labios no ayudaba en nada a disfrazar los jadeos.

— ChangMin, ¿estás tocándote?

“¡No, en absoluto!” Hubiera sido su respuesta, y francamente la que su cerebro debería haber anunciado sin reparo alguno. Pero no, su ingrato inconsciente ha tomado el control y está ahí su ego, haciendo de las suyas, disfrutando la onírica idea de hacerlo, de tocarse mientras escucha la varonil, segura y algo desquiciante voz de Hayami al otro lado de la línea.

— ChangMin, eres cruel. Masturbarte a costa mía, después de haberme rechazado.

— Ngh… — Tal vez era que tenía un poco de vena sádica, pero el morocho lo disfrutaba incluso si la voz al otro lado de la línea le reclamaba.

— Espero que lo entiendas, ChangMin ah, no voy a servirte de estímulo gratuitamente.

— ¡Ngh!

¡Joder! ¿Podía ser más sexy lanzándole aquella advertencia con un tono áspero, peligrosamente exigente y hasta violento?

Oh, ¡al carajo! También tenía vena masoquista.


Tenerle tan cerca, tan absurdamente cerca que podía admirar sus pestañas o el intenso fulgor en sus cuencas castañas. El de cabellos brunos tragó hondo. ¡No tendrá voluntad para negarle un beso! Pero, teme. Por primera vez desde su primer amor siendo un adolescente insulso, tenía miedo de un gesto tan significativo como un beso.

— YooHwannie… — Suspiró su nombre. Tan ansioso por reducir la distancia que se desconocía a sí mismo. Porque él nunca deseó tanto algo tan simple como un beso.

Tan simple, tan hermoso, tan especial.
Y de pronto se sintió algo así como iluminado. Porque así veía a YooHwan, como un chico sencillo, simple a su manera, hermoso, especial. El corazón le palpitó emocionado, y el pulso se le aceleró.

Quiere besarle. Tanto, tanto. Besarle. Despacio, suave, como si estuviera profanando un templo sagrado, o un paraíso virgen. Comenzar lento, saborear sus labios y, tras pedir una muda petición de suaves roces labio contra labio, penetrar con su lengua y explorar el interior de su cálido interior, encontrarse con su igual y rozarle, enrollarse o lamerle, compartir la saliva, tener un tórrido romance boca contra boca. Sacudirle de pies a cabeza y alejarse con una promesa silenciosa de volver a profanarle con la misma devota pasión.

Si tan solo aquello solo hubiese sido un deseo o un pensamiento. Sin embargo, cuando JunHo abrió sus ojos le vio, con el rostro arrebolado de carmín, los labios rojos y húmedos, respirando agitado, mirándole como una presa a su cazador.

Le ha besado. De verdad lo ha hecho.

El apuesto hombre relamió sus labios en un gesto inconsciente, saboreando los resquicios húmedos del beso robado. El de cabellos brunos se tocó los labios en acto reflejo, sumamente avergonzado de la respuesta tan honesta de su cuerpo. No conforme con emocionarse de sobremanera con aquel beso, ha sido suficiente para excitarse. Era difícil ocultar su erección, o el calor que le abrasaba el cuerpo cuando incluso perlas de sudor se formaban juguetonas por el contorno de su joven rostro.

— YooHwannie… — Susurró, acercándose de nuevo al menor. Algo más seguro. Algo más impaciente. Algo más lleno de calor.

— JunHo-san… — Suspirar al tiempo que entrecierra los ojos y comprende. Que si “algo más” sucede ahora, más tarde el sentimiento de arrepentimiento podría ser demasiado pesado en el corazón.

O tal vez, solo tal vez, las piezas del puzle finalmente encajaran perfectamente.


Junsu despertó y perezosamente se estiró en su lecho, empujando distraídamente las mantas hasta botarlas al suelo. Luego se dio cuenta de que “algo” era diferente esa mañana. Aparte de que le dolía un poquito la cabeza y tenía un desagradable sabor en la boca, “algo” más estaba ahí. Más específicamente, alguien más.

— ¡Yoochun hyung! — Exclamó sorprendido. Dando un salto hacia atrás, casi cayendo de su cama, que estaba al centro de la habitación, por lo que no había muros con los que chocar.

— Tranquilo, Junsu ah… — Dijo, sonriendo con ademán coqueto, sujetándole por la espalda para evitar que cayese de su cama.

Y entonces, estar frente a frente, mirándose a los ojos.
El rostro del gemelo Kim se encendió al rojo vivo. Acaba de recordar el beso que se han dado la noche anterior en el parking.

— Oh mi, ¿tuve sexo con Yoochun? — Pensar no respondería su inquietud. De todas formas, la respuesta sería NO.

El mayor Park estaba honestamente tentado de decirle que habían tenido sexo esa noche. Pero tenía varias cosas en contra. Una, los dos estaban perfectamente vestidos; dos, no hay rastros de semen en la cama (aunque probablemente el peliteñido se creería la mentira incluso si excluía estas razones); tres, y la más importante de todas, no tenía corazón para mentirle de esa manera a Junsu.

— Oye, estás tan rojito que comienzo a preocuparme. No te habrá dado fiebre, ¿verdad?

— N-no. Solo, estoy avergonzado. Nunca había dormido con otro hombre. Excepto mi hermano JunHo, pero eso es diferente. Yoochun hyung, ¿nosotros… nh?

— No. No te preocupes, realmente solo dormimos. Quise dejarte dormir tranquilo pero entonces te aferraste a mi brazo, así que me tumbé a tu lado y terminé durmiendo también.

— Oh. Ha sido eso.

El gemelo Kim susurró. Absurdamente decepcionado de la realidad. Y el azabache pudo darse cuenta de ello. Lo que infló un poco su ego, a decir verdad.

— Oye, Junsu ah. ¿Esperabas que pasara algo entre nosotros anoche?

— ¿Eh? Yo, bueno. Supongo que, no… — Respondió. Mucho más nervioso y tímido de lo que podía.

— Entonces por qué luces tan decepcionado ahora.

— Ah, yo… — El peliteñido levantó la mirada. Ni siquiera se había dado cuenta de que la había bajado, las sábanas no eran para nada tan interesantes como los ojos ónix del mayor Park… — Eres heterosexual, ¿cierto? He escuchado mucho acerca de ti en las pocas ocasiones en que estuve en el bar. Aunque no te conocía, supe que serías un hombre sumamente atractivo, con un poderoso sex appeal que me robaría el aliento. Cuando me invitaste la copa anoche, comencé a hacerme ideas. Creí que, incluso si era curiosidad, nosotros.

— Pensaste que quería sexo.

— Así que ahora sé que no. Lo siento, por haberte retenido anoche, no soy nada bueno con el licor.

El azabache vio detenidamente al peliteñido. Es verdad, él es heterosexual, siempre han sido mujeres con curvas finas y pechos modestos las que le han atraído. Pero si lo piensa, nunca se ha sentido enamorado. Siempre ha pensado en sexo, no en cosas como “hacer el amor”. Entonces, ¿cómo este hombre conseguía incluso sacudir sus partes bajas y aún más su lógica y hasta palpitarle el corazón?

— Escucha, Junsu ah. Sí lo pensé. Tuve esa intención cuando te saqué del bar a hurtadillas de tu hermano o mis amigos. Lo pensé mientras conducía hacia acá, incluso cuando te saqué de mi auto y sonsaqué el código de seguridad para entrar en tu departamento, todavía pensaba que podría simplemente conseguirlo de ti. Pero, no pienso que una experiencia sexual en la que estés dormido sea buena para ti.

— Yoochun hyung.

— Tengamos sexo, Junsu ah. No, mejor aún, hagamos el amor después de tener algunas citas, ¿te gustaría?

Probablemente la efusiva respuesta del peliteñido sería uno de esos mágicos momentos que el azabache recordaría para siempre. Junto al primer beso de la noche anterior. Y las mil y un cosas que aún tendrán por experimentar.


YooHwan despertó de buen humor. De muy, buen humor. La sonrisa boba pintada en sus labios parecía que no se iría nunca más. No, JunHo no estaba por ahí. Pero había dormido con él, abrazado a su cintura, pegado a su espalda. Tan cálido, que incluso su solo calor corporal y los latidos rítmicos de su corazón le habían mandado al mundo de los sueños en un santiamén. Y aunque al despertar JunHo no estaba más por ahí, el hecho de que le hubiese dejado una nota en la almohada despidiéndose hasta más tarde, o que le dejase el desayuno preparado y una rosa roja en la mesa, le valía absolutamente todo.

Fue a trabajar con aquella misma sonrisa. Y por alguna razón sintió que todos le miraban más que nunca. En la oficina y fuera de ella. En palabras honestas, estaba recibiendo coqueteos descarados ahí donde iba.

— ¿Será verdad que cuando uno se enamora, el aura cambia?

— Feromonas. Es como si despidieras un gran número de ellas, por lo que te vuelves atractivo para el resto.

— ¡ChangMin! Me has dado un susto enorme, ¿qué haces aquí?

— La universidad está cerca, ya se te olvidó.

— Ah, pues no, es solo que aún así casi nunca coincidimos. Tienes ojeras, no descansaste anoche… — El de cabellos brunos sonrió pícaro… — ¿Acaso Hayami-san y tú finalmente?

— No. Exactamente.

— ¿Qué con esa pausa? ¡Oh por dios! ¡En verdad lo hicieron!

— Baja la voz. Y no, no lo hicimos. Bueno, solo tuve un momento de debilidad. Pasó algo extraño solamente.

— No te estoy entendiendo. Y presiento que no me vas a decir claramente nada, pero tengo una enorme duda. ChangMin, ¿por qué rechazaste a Hayami-san si te gusta? Y no intentes negarlo. No se me ocurre otra razón por la que estarías trabajando en su bar cuando eres asquerosamente rico.

El morocho aclaró la garganta. ¿Por qué lo rechazó? ¿Por qué se masturbó anoche con el japonés al otro lado de la línea? ¿Con qué cara debería verlo esa noche?

— Ah, hoy es mi día libre. No tengo que ir al bar.

— Tengo la impresión de que estás hablando contigo mismo. Eres tan extraño, la verdad es que tampoco entiendo qué te ve Hayami-san.

— ¿Es de tu incumbencia?

— No propiamente.

— Por cierto, deja de sonreír como idiota. Incluso mientras estás hablando conmigo sigues sonriendo así. ¿Tuviste sexo con JunHo-san finalmente?

— No~. Pero somos novios ahora.

— ¿Lo son? ¿En serio? ¿Y no tuvieron sexo?

— No quiero seguir hablando contigo, tienes una retorcida forma de pensar acerca del amor.


Cuando Hayami llegó al bar, un par de horas antes de abrir, lamentó que ChangMin tuviese su día libre esa noche. Quería hablar con él, pero tendría que esperar, y darle el espacio que seguramente buscaba con ansia.

— JunHo-san, llega temprano, aún no abre el bar.

— Lo sé, vine porque quiero saber algo. Antes de que YooHwannie llegue.

— ¿Qué necesitas?

La verdad es que resultaba vergonzoso venir hasta aquí para cuestionarle a Hayami acerca de aquello en particular. Pero, aunque Junsu se había declarado gay desde hace algún tiempo, sabe bien que en términos de vida sexual la de su gemelo es nula. Y sabe también que tarde o temprano –honestamente que parece que será más temprano que tarde, con la urgencia con que su cuerpo entró en calor la noche anterior junto al de cabellos brunos–; bien, tal como iban sus pensamientos, sabe bien que no tiene mejor opción que Hayami para saber lo básico sobre la vida sexual entre hombres. Claro que, preguntarlo ya era bastante vergonzoso.

— Descuida, intuyo lo que quieres.

— ¿En verdad?

— Bueno, eras heterosexual hasta hace algunos días, y de pronto vas y actúas todo celoso alrededor de YooHwan, supongo que de pronto ampliaste tus horizontes.

— Podría decirlo de esa manera, Hayami-san. Pero, no es solo que me haya dado cuenta de que me gusta. Es que, tengo este deseo carnal por él. Quiero decir, no es solo lujuria, realmente me siento enamorado de YooHwannie, pero la pasión, el deseo de hacerlo con él es fuerte.

— Y no tienes idea de cómo funciona.

— Exacto. Bueno, no es que no haya sido curioso cuando era adolescente o en mis primeros años de vida adulta, pero incluso si fui así nunca experimenté realmente alguna atracción gay antes, así que ese es un campo nuevo para mí.

— ¿Aún cuando tu hermano es gay? Eso en verdad es increíble.

— Junsu ah nunca me pidió consejos, le daba vergüenza, así que a menudo solo venía y me decía que le entregaría su primera vez a un chico que de verdad amase y le correspondiera, por lo que mantenerse virgen casi hasta de pensamiento fue su objetivo. No quiero decir que no esté informado al respecto, pero dudo realmente que tenga experiencia alguna.

— Así que piensas que yo sí soy experimentado. ¿Es a causa de que manejo un bar gay? ¿O luzco lo suficientemente maduro?

— No, bueno. Un poco, quizá.

El japonés se rio de buena gana.

— JunHo-san, quiero preguntarte algo antes. ¿Estás realmente seguro de que quieres esto con YooHwan? Sé que dijiste que realmente te gusta, pero, y lo siento si insisto, eras heterosexual hasta hace unos días. ¿Has pensado en lo que pasaría si no te “gusta”? El sexo entre hombres es igual que el sexo heterosexual, es más acerca de sentimientos por tu pareja, de buscar el placer mutuo, que acerca del género.

— Hayami-san, ¿qué es el amor? Yo sé que parece loco o demasiado increíble pensar que me haya enamorado de YooHwannie tan rápido. En serio, cuanto más lo pensé durante los días que no le vi, más me di cuenta de que no tengo argumentos más allá de una impetuosa necesidad de verlo, de estar cerca, de saberlo todo sobre él. Quiero ser su número uno, ¿entiende? Quiero ser todo su mundo, porque de alguna manera él ha conseguido ser el mío. Y anoche, cuando le besé. Tuve ese pensamiento algo utópico del primer amor, ¿sabes? Las mariposas, la ansiedad, el nervio, la incapacidad de pensar o ver claramente, tener ojos solo para YooHwannie.

— Bueno, parece ser que es así. Simplemente te enamoraste. Debo decir que tiene suerte. Por primera vez desde que lo conozco, su novio habla así de él.

Mokomichi se dio cuenta de inmediato de que sus palabras encendieron un switch oscuro en la faz del gemelo Kim. Probablemente la mención de otras parejas del de cabellos brunos desataba esos celos insensatos que cualquier hombre –gay– al saber que hay “ex´s” en el pasado de su novio.

— ¿YooHwannie ha tenido muchos, novios?

— ¿Estás seguro de que es una pregunta que debas hacerme a mí, JunHo-san?

— No, sé que no.

— No te frustres con cosas como esas. Viniste aquí por otra razón, ¿no? Bueno, si quieres que te aconseje te lo voy a decir claramente. En el sexo entre hombres la cuestión es el placer mutuo y la penetración anal. Acerca de los roles es cuestión de pareja. ¿Técnicas? Quizá sea mejor ir conociendo los puntos sensibles de cada uno en la intimidad y luego se te ocurrirán formas de hacerlo con él. Si quieres informarte, hay un montón de información en la red, algunas fuentes son más confiables que otras, pero la gran mayoría te mostrarán que el sexo es placer. Bueno, para el dominante seguramente que así será, pero para quien adopta el rol pasivo, sobre todo en las primeras veces, es doloroso. Y en ocasiones, cuando uno de los dos es más experimentado que el otro, el riesgo es el mismo.

— ¿Significa que si adopto el rol dominante, mi inexperiencia podría llevarme a lastimar a YooHwannie?

— Es probable. Pero, eh aquí el mejor consejo que te puedo dar. Háblalo con él. Hacer el amor, tener sexo. Lo que sea, no vas a ser el único ahí. YooHwan también debe participar activamente de ello. Estoy seguro de que eso les ayudará a tener una experiencia increíble.

El gemelo Kim guardó silencio durante unos instantes, como asimilando las palabras del japonés. Asintió y decidió tener en cuenta todo lo que ha escuchado. Luego miró la hora en su reloj de muñeca. Sin darse cuenta le ha robado minutos considerables de su tiempo.

— Una última cosa, JunHo-san.

— ¿Sí?

— Tal vez no es nada pero, creo que te enganchaste a él desde que lo conociste aquella noche en que te emborrachaste. Desde el primer momento, tú lo has llamado “YooHwannie” con un tono bastante cariñoso. Ten más confianza en lo que iniciaste con él, y las cosas irán bien.

— Hayami-san, disculpe que me entrometa pero, ¿no inició bien usted las cosas con ChangMin ah?

El japonés sonrió.

— Tal vez no. No lo sé.


JunHo no preguntó más. No era como si Mokomichi pareciera molesto o afectado de alguna forma en particular por el tema. Pero no se sentía tampoco con la confianza suficiente de cuestionarle sobre su vida personal. Aunque no dudó en ir y pedir consejo de su situación con YooHwan, esto parecía algo muy diferente.

Así que se limitó a agradecer la atención y los consejos, anunciando retirarse y volver por la noche. De alguna manera reunirse ahí con YooHwan se sentía sensato, tomar algunos tragos y luego marcharse a donde quisiesen.

— No su departamento o el mío, o seguramente terminaremos haciendo más que besarnos o dormir calientitos en cama… — Meditaba camino a su auto, aunque no a menudo conducía (con su exnovia no le interesaba ser todo un caballero), estos días piensa que es mejor tener transporte propio… — ¿Quizá estoy intentando lucirme con YooHwannie?

Y es que, honestamente, el auto que tenía no era cualquier auto. Se trata de un Bugatti Veyron color negro con magenta cromático. Un auto de lujo que había conseguido finalmente después de un jugoso negocio en la empresa de renombre para la que trabaja. No es que JunHo se considerara “millonario”, pero se daba sus gustos, y cuando lo hacía no tenía medida.

Como fuese, tras subir a su auto se encaminó a su casa, necesitaba arreglarse para verse en unas cuantas horas más con su novio.

Novio.

La sonrisa que se ensanchó en labios del apuesto hombre fue inmediata, cristalina, sincera. Espontánea. Él no lo iba a pensar en ese momento, pero si tuviera oportunidad de hacerlo se daría cuenta de que hacía mucho tiempo que no sonreía de aquella manera en una relación sentimental. Se daría cuenta de que, probablemente, el primer amor tocaba por primera vez a sus puertas. Y corría con la suerte de haberlas abierto de par en par y permitirse caer en el amor por alguien, aun cuando fuese otro hombre.


Mokomichi abrió el bar como todas las noches con puntualidad. Los clientes regulares comenzaron a llegar como de costumbre, algunas caras nuevas también. El dueño atendía como siempre, atentamente, saludando a aquellos que incluso le tenían algo más de confianza. Y alguna que otra vez, más de algún hombre se le acercaba con dobles intenciones, sin embargo, él siempre declinaba con amabilidad. Con la respuesta de cada vez.

— Lo siento, hay alguien en mi corazón ya.

Aunque ese alguien ahora solo le hubiese utilizado para masturbarse vía telefónica y tuviese el descaro de no enviarle siquiera un texto, ya no se diga llamarle. Por supuesto, no espera que se aparezca por ahí esa noche porque es su día libre, pero ¡no podía tener un poco de consideración y dar señales de vida!

— Ese mocoso necesita ser castigado severamente… — Rumió con una sonrisa sobrada de confianza, aunque su mirada más despedía un aura siniestra que seguro haría pensar a cualquiera que se trata de un sexy sádico.

— Hayami-san, le buscan en la barra… — Uno de sus empleados le avisó, todo porque él se había recluido unos instantes en la parte trasera con el pretexto de buscar algunas botellas de vino para los cocteles.

Cuando volvió a su sitio se dio cuenta de que quien le buscaba era una ridícula pareja de enamorados tan empalagosa que podía ver corazoncitos flotando sobre sus cabezas.

— Jaejoong, Yunho, qué sorpresa.

— ¡Hayami~! — Jaejoong. Hombre de belleza divina, sonrió enormemente, saludándole de beso.

— Hey, Hayami, qué tal todo por aquí… — Yunho. Sexy hombre de tez morena y un sex appeal deslumbrante, le saludó con su característico tono varonil, estrechando su mano y pidiendo una cerveza.

— No tienen idea, han sucedido algunas cosas de película.

— ¿Qué? Tienes que contarme~.

— Jaejoong, la gente dirá que soy un chismoso… — Dijo con una sonrisa traviesa.

— Vamos~ lo has dicho por alguna razón.

— Bueno, lo descubrirás en unos momentos más, solo espera. ¿Lo de siempre?

— Sí~.

Y tal como Mokomichi dijo, a los pocos minutos las “sorpresas” comenzaron a revelarse.

— ¡Omma~! — La chillona de voz de cierto muchachito de cabellos teñidos tuvo por completo la atención del bello hombre.

— ¡Mi bebé~! — Jaejoong volteó, y recibió con un fuerte abrazo a Junsu.

Mientras que detrás suyo, su azabache novio se quedaba pasmado sin comprender por qué su amante y su mejor amigo se conocían y parecían tan confiados.

— Un momento, ¿tú bebé? — Park cuestionó. Y no, no había ni ápice de tranquilidad en su oscura mirada.

— ¿Eh? ¡Yoochun! ¿Qué haces aquí? Maldito, no me dijiste que vendrías.

— ¡Ah! Lo siento por no avisarte, si hubiera sabido que nos ibas a honrar con tu presencia tal vez lo hubiera hecho. Pero no, cierto amigo mío y supuesto soulmate pasó los últimos días pegado al engreído de su novio. Y por cierto, deja de abrazar a MI baby.

Dicho lo cual, el azabache tiró del peliteñido, abrazándole con evidente aire posesivo. Mientras que Jaejoong parpadeaba confundido, mirando a su mejor amigo actuar de aquella manera con Junsu. Con otro chico.

— ¿Desde cuándo? ¿Cómo es que…? ¡Estás saliendo con mi bebé~!

— No es tu bebé, joder… — Siseó, francamente actuando por demás celoso… — De todas formas, cómo es que se conocen. Y por qué nunca supe de mi hermoso ángel a través de ti, Jaejoong. ¿Acaso lo estabas ocultando de mí?

— No seas idiota, ¿qué razón tendría de ocultarte la existencia de Junsu si hasta donde sabía eres un casanova heterosexual que se llevaba a una mujer dif…?

Las palabras murieron en sus labios cuando el azabache le tapó la boca, sonriendo nervioso, fulminándole con la mirada y jalándole a un lado.

— ¡Shh! Qué clase de fama piensas hacerme frente a Junsu. No menciones eso, recuerda que él es ahora mi novio… — Dijo en susurros.

— ¡Tu novio! Por eso digo desde cuándo te interesas por los hombres. Park, te lo advierto, si juegas con mi bebé.

— ¡Que no es tu bebé, mierda! Y no estoy jugando, ¿ok? Ya sé que antes era un player cualquiera, pero voy en serio con él. Así que guárdate esos comentarios mordaces, Jaejoong.

— Park… — De pronto una tercera voz interrumpiendo la exaltada conversación en susurros de los amigos. Se trata de Yunho, que ya está fulminando al azabache con la mirada.

— ¡Hey, mi estimado y buen amigo Yunho! — Soltando al bello hombre, el azabache estrechó la mano del moreno, dándole un abrazo varonil, palmeando con fuerza un par de veces la espalda de éste. Volviendo luego junto a un Junsu que solo había estado siguiendo con la mirada todo… — ¿Baby?

— No tenía idea de que conocías a Jaejoong omma y Yunho appa.

— Err, ¿omma y appa? — Park miró a sus amigos en busca de explicación.

— Oh ya sabes, tengo este complejo, y cuando conocí a Junsu simplemente no pude evitarlo. Es tan lindo y alegre como un pequeño bebé~… — Jaejoong incluso volvió a abrazar al peliteñido, restregando su mejilla con la ajena. Junsu se dejaba hacer, honestamente fascinado con los mimos de su “omma”.

— Ya, ya. Suelta… — Park sin embargo no estaba por los términos de compartir el entusiasmo “familiar”, así que volvió a tirar de su novio y acapararlo… — De todas formas, es una novedad que estén aquí. Seguro estuvieron haciendo cosas pervertidas día y noche sin parar.

— Bueno, ya sabes Park, veo a mi Jaejoong una semana cada tres meses, así que debemos aprovechar el tiempo al máximo.

— ¡Joongie hyung~! — Luego esa otra voz, se trata del menor Park, que entusiasmado con la presencia de la pareja empalagosa se apresuró a su encuentro en la barra, llevando de la mano a un JunHo que sería el único que no encajaría con la misma presencia que su gemelo.

Mokomichi sonrió al verlos a todos reunidos. Jaejoong estaba que no cabía de felicidad con Junsu y, ahora, YooHwan ahí. La verdad era que tenía este complejo de omma con ellos que cuando los veía, se derretía de ternura maternal hacia ellos.

— Me falta ChangMin, es como mi bebé rebelde que hace perfecta la familia~. ¿Es su día libre, Hayami?

— Lo es, Jaejoong.

— Así que por eso te ves un poco apagado, eh. ¿Cuándo te le vas a confesar formalmente, Hayami? Aunque tiene ese carácter tan difícil, hay muchas y muchos detrás de él, lo sabes.

— Porque lo sé, trato de ganar su corazón, pero no es sencillo.

— Por eso debes confesarte, y obligarlo si es necesario.

— Yunho, ni tú crees que eso sea realmente buena idea. O siquiera posible.

— Es porque Hayami-san lo espantó antes, por andarlo abordando antes de tiempo.

— YooHwan, yo no lo abordé antes de tiempo. Era el momento perfecto.

— ¿Lo abordaste? ¿Cómo es que no estoy enterado de eso?

— Porque Yoochun solo viene a beber de vez en cuando, y casi siempre terminas lleno de ti mismo en las conversaciones.

— Oh bueno, es cierto… — El azabache no dijo nada más. Porque honestamente no tenía mucho en su defensa. Aunque ahora se sentía diferente. Todo lo que quería era acaparar a Junsu y asegurarse de besarle tanto como fuese posible, y que todos alrededor supieran que era suyo.

— En fin, la historia la podemos contar después. Ahora estoy más interesado en saber cómo pasó lo de ustedes cuatro. ¡Tienen que contarme!

Mientras Jaejoong charlaba largo y tendido con YooHwan y Junsu, ante un tímido JunHo y un egocéntrico Yoochun; Yunho observó a Hayami alejarse con aire taciturno. Actitud que ya era rara en el japonés, porque casi siempre estaba de un muy buen humor, a pesar de todo. Claro que, todos los que le conocen, saben que el tema “ChangMin” era honestamente delicado.

Todo había sucedido algunos meses atrás, a unas semanas de que ChangMin hubiera comenzado a trabajar en Mokomichi´s Bar. Sus compañeros de trabajo –todos ellos hombres–, habían comenzado a hostigarle haciéndole comentarios acerca de cuán guapo era, preguntando si tenía novia o novio, y por qué había decidido trabajar ahí, sabiendo que se trataba de un bar gay.

— ¿Es acaso una regla ser gay para trabajar aquí?

— ChangMin-kun, eres un chico demasiado serio.

— ¿Y?

— ¡Que así no conseguirás pareja!

— No me interesa, tengo las manos llenas con la universidad.

La conversación solía terminar con sus negativas y respuestas cortantes. Sin embargo, esa personalidad suya tan fría y desinteresada, conseguía darle ese aire misterioso que llamaba la atención de sus compañeros, y de algunos clientes en el bar. Más no solo eso, el dueño del bar, Mokomichi-san, también estaba cautivado por el muchacho, casi doce años menor que él.

— Acerca de tu día libre, quiero pedirte un favor ChangMin.

— ¿Quiere que venga a trabajar, Mokomichi-san?

— Así es. ¿Crees que sea posible?

— Supongo que sí.

— Excelente. Cuento contigo entonces.

Un par de días después, Shim se quedó a apoyar a Mokomichi con las cuentas del día. El japonés estaba todavía más encantado, tenía muchas habilidades que lo hacían un chico atractivo, en muchos sentidos.

— Sé que te lo han preguntado antes, pero, ¿cómo va tu vida romántica?

— No tengo.

— Recuérdame tu edad, ChangMin.

— 21.

— ¿Y no tienes vida romántica? Ninguna novia.

— No… — El morocho volvió la mirada hacia su jefe… — ¿No va a preguntar si tampoco hay un novio?

— ¿Lo hay?

— No.

— Lo sabía… — Dijo, sonriendo ligeramente divertido… — ¿Es una pérdida de tiempo tener alguna relación?

— No es eso. Es solo que no me interesa nadie.

— ¿Has intentado interesarte en alguien?

— ¿Eso se puede?

— Bueno, tal vez si hicieras más que trabajar y estudiar. Ampliar tu perspectiva, el horizonte es bastante más amplio que solo el bar y la universidad, ChangMin.

— ¿Qué hay de usted? Nunca lo veo actuar como los demás. No llama ni recibe llamadas, no envía ni recibe textos, nadie viene a visitarle, y no tiene días libres. Además, vive prácticamente aquí.

— Soy gay, terminé una relación seria hace más de un año. Ahora me gusta alguien, pero parece que no es recíproco.

— ¿Parece? Así que no está seguro.

— Bueno, no consigo sacarte más información, ChangMin.

— ¿Eh?

— ¿Debería intentarlo de otras maneras?

— ¿Ah?

Cuando ChangMin sintió el aliento de Mokomichi contra sus labios, ya era tarde para alejarse. El beso fue lento, profundo y húmedo. Demasiado experimentado por parte del japonés, ridículamente intenso para el morocho. Pero, aunque no le disgustó, tampoco estaba precisamente feliz por el repentino asalto.

El morocho no dijo nada, ni le empujó ni sostuvo tampoco la mirada del japonés. Dio media vuelta y se marchó del bar sin ser capaz de comprender las emociones que sacudían su mente. Lo único claro desde entonces es que nada fue igual. ChangMin regresó al trabajo con normalidad, apoyó al dueño en numerosas ocasiones con las cuentas y el inventario. En realidad fue como si simplemente hubiese hecho de cuenta como si aquel beso no hubiera existido. Y la barrera que el morocho levantó fue tal que el japonés no encontraba aun la parte blanda que le permitiese derrumbarla. De esa manera su relación había quedado como empleado-jefe, aunque con el pasar de los meses la confianza le permitiera a ChangMin ser tanto más sarcástico y demandante con Hayami. Tanto, como para incluso masturbarse hablando por teléfono con él.

Y era esa la razón por la que ahora solo podía esperar impacientemente a que fuese mañana, y que cuando el morocho llegase a trabajar, ellos pudieran hablar. De la diferencia entre un beso repentino, y usarle como material para auto-complacerse.


Abandonando el mundo de los recuerdos, Mokomichi despidió a sus amigos esa noche, poco antes de cerrar el bar. Sus empleados se retiraron unos minutos después, y él se dedicó a lo de cada noche. Hacer las cuentas, checar el inventario, asegurarse de tener todo para el día siguiente, y de lo contrario, hacer la lista pertinente. Cerca de las cuatro de la mañana estaba saliendo del bar, con la intención de ir y dormir al menos hasta mediodía en su departamento. De pronto se sentía honestamente agotado, necesitado de una larga siesta.

Sin embargo...

— Hayami-san.

La presencia del morocho iba a truncar sus planes. Para bien, o para mal. O lo que es lo mismo, tanto como para alegrar su corazón, como para recordarle la realidad de un rechazo.

— ChangMin, ¿qué haces aquí?

— Te esperaba.

— ¿Aquí? ¿Por qué no entraste? Es peligroso estar solo.

— Sé defenderme. Literalmente, sé algunas artes marciales, y tengo gas pimiento en mi bolso. Lo que no significa que sea “delicado” ni nada, es solo por seguridad.

— No estaba pensando ni insinuando nada acerca de “delicadeza”. — Añadió, consciente de que la palabra “delicado” en el vocabulario del morocho estaba relacionado con feminidad… — Entonces, ¿qué era tan importante para esperar aquí afuera?, el invierno está llegando, ¿sabes? Te puedes resfriar.

— Lo que pasó la anterior madrugada. Yo, creo que debo disculparme.

— ¿Crees?

— Es solo que… — Sellar los labios y darse cuenta de que está más nervioso de lo que debería. O de lo que imaginó. O de lo que su orgullo debería permitirle. Maldijo entre dientes y desvió la mirada del japonés.

— Oye, ¿un café en mi casa?

— ¿Es buena idea?

— No me preocupa que me “ataques” … — Dijo con una sonrisilla. Sintiéndose un poco más animado cuando vio las quemadas mejillas llenarse de carmesí… — En serio, si necesitas decirme algo pero necesitas tiempo o un espacio más íntimo, solo tienes que seguirme, ChangMin.

El morocho gruñó, pero echó a andar detrás del japonés apenas cuando él dio algunos pasos en la calle. Luego no tardó en emparejar el paso, y sentirse ligeramente acalorado, con las manos en los bolsillos de sus pantalones porque no quería dar la mínima oportunidad de que se rozaran con las del japonés.


Cuando YooHwan despertó, JunHo estaba ahí, a su lado. Durmiendo todavía. Desnudo bajo las mantas compartidas de su lecho.

— ¿¡Desnudo!? — El menor Park tembló por su propio pensamiento, y se apresuró en apartar con cuidado las mantas para asegurarse de que no estaba imaginando cosas, ya que solo había visto los hombros y parte del torso, al desnudo.

Suspiró de alivio cuando comprobó que el apuesto hombre llevaba los pantalones bien puestos. El menor Park gimoteó cubriéndose el rostro, debió ofrecerle un pijama esa noche, ahora su traje estaría arrugado, al menos una parte.

— De todas formas, ¿cómo es que estamos durmiendo otra vez juntos? No recuerdo bien cómo llegamos a casa. Con Joongie hyung nos emocionamos tanto que creo que me emborraché.

— Lo hiciste… — Dijo de pronto JunHo, haciéndole chillar de impresión. El gemelo Kim sonrió adormilado, pestañeando para mirarle de reojo… — Ahora sé algo más de ti, piensas en voz alta, YooHwannie.

Las mejillas del de cabellos brunos se encendieron al instante. E intentó ocultarse bajo las mantas, pero aún allí su novio le siguió.

— Bebiste demasiado y cuando estaba por dejarte en casa, vomitaste encima de mí.

— ¡No puede ser~! — Gimoteó tanto más abochornado, deseando internamente que la tierra lo tragase. Tan cliché, y resultaba ser que le había pasado.

— Así que por eso terminé durmiendo contigo medio desnudo, YooHwannie.

— Espera… — El de cabellos brunos enfrentó la mirada de su novio… — ¿Estoy en pijama porque tú me cambiaste?

— Sí.

— También huelo a champú.

— Tomamos la ducha juntos, pero no pasó nada, lo juro.

— No me hubiera importado, ¿sabes? — Murmuró, avergonzado pero estúpidamente contento.

— A mí sí, porque quiero que ambos tengamos un buen recuerdo de nuestra primera vez. Aunque estoy preocupado por no satisfacerte.

— Yo, he tenido sexo con otras personas. Personas que me han gustado. Pero ningún hombre me ha hecho sentir como tú, JunHo-san. Yo no sé cómo explicarlo, pero estoy seguro de que nuestra primera vez será como si ambos fuéramos inexpertos.

— ¿Porque estamos enamorados, YooHwannie? — Preguntó sonriendo dulcemente, el rostro del de cabellos brunos se coloreó mientras agitaba afirmativamente la cabeza… — Voy a besarte ahora, YooHwannie.

— No tienes que avisarme, JunHo-san… — Suspiró, entrecerrando los ojos mientras su novio se acerca.

Y la distancia entre sus labios desaparece, y muere cualquier vestigio de vergüenza, siendo suplantado por confianza y necesidad. El beso lento cobra fuerza. Y la dulzura de un gesto de amor, muta en pasión.


Francamente, ¿qué de “esto” era exactamente “hablar”? ¡Ninguna maldita parte! ChangMin jadeó, luchando por arrancarle –lo más literalmente posible, considerando la efusión y torpeza de sus movimientos– las ropas a su jefe. No, a Hayami-san. No su jefe, sino, probablemente, el tipo con el que, de alguna manera, ha “ligado” en un bar.

Joder no, no puede ser solo un ligue de un bar… — Pensó, breve, casi efímero. Porque sus neuronas estaban realmente ocupadas en disfrutar.

Disfrutar de los besos candentes, de las caricias insensatas, de la respuesta tan voluntaria del japonés. De su propia respuesta, de la voracidad con que su anatomía buscaba el contacto con el cuerpo ajeno. Tan desesperado por hacer realidad los pensamientos impuros de la noche anterior, que el raciocinio se había ido al carajo.

— ChangMin, espera. ¡ChangMin! — Mokomichi exclama, y le aparta sujetándole los hombros. Están medio desnudos, y es obvia la erección del morocho. La suya propia. Los labios hinchados o la respiración alterada, son evidencias imposibles de contradecir… — ¿Estás seguro? No te lo voy a poner fácil si te arrepientes más tarde, en serio.

— Yo… lo estoy.

— ¿Qué con esa maldita pausa? ¡Mierda, no! ¡Si tenemos sexo ahora te olvidas de tu soltería o de hacerte el tonto como lo hiciste con el beso de aquella vez!

— ¿Cuál bes…? Ah.

— No jodas, ¿lo olvidaste? — El japonés, por primera vez en mucho tiempo, o quizá en toda su vida, suspiró decepcionado y molesto, a partes iguales.

— ¡No! No es que me haya olvidado. ¡Cómo mierda me voy a olvidar del primer beso que me daba otro hombre! Es solo que, ¡fue tan jodidamente repentino! ¡Al menos hubieras dicho “agua va” o algo!

— Mejor ya no elevemos la voz. Te estuve lanzando indirectas bastante evidentes.

— Soy lento para esto.

— ¿Y ahora eres un jodido correcaminos? Porque, míranos, si no te freno casi podías tomar el control de las cosas.

— Bueno, lo estaba pensando. Soy un hombre también, por qué no debería hacerlo.

— Ni de coña. Es la primera vez, obviamente te tengo que enseñar a disfrutar del sexo anal.

— Hayami-san, te creía más prudente de palabra.

— ChangMin-kun… — Dijo, sonriendo autosuficiente, añadiendo el “kun” por las puras ganas de verle sonrojarse mientras lucha contra su pensamiento de “no soy un criajo”… — La realidad es esa, entre hombres tarde o temprano el sexo es anal.

— Sí, sí, ya entendí. Ahora tenemos que entrar en ambiente otra vez.

— Oh, eso se resuelve fácil pero, ChangMin antes de eso.

— ¿Ahora qué? Tengo una roca justo aquí, Hayami-san… — Dijo, señalando la prominente erección que de todas formas no ha perdido excitación.

— Y dices de mi prudencia al hablar.

— ¿Vas a decir algo o no? Ya quiero que me “enseñes”, Hayami-sensei… — Fue entonces él quien jugó con las palabras, agregando el “sensei” con alevosía, sonriendo sarcástico.

Mokomichi le empujó contra el muro, apresando sus manos por las muñecas por encima de su cabeza, perfilando su pierna derecha entre las del morocho, presionando deliberadamente su rodilla contra la entrepierna. Arrancándole un jadeo, se acercó lentamente a su oído, lamiendo el lóbulo antes de susurrarle unas sencillas palabras.

—Eres mi amante a partir de ahora, y voy a grabarlo en tu cuerpo porque no confío en tu memoria, cariño~.

Por supuesto, la lección de Hayami sensei se extendió hasta el mediodía.


Junsu casi hacía fiesta. De por sí que había estado contento cuando su gemelo comenzó a salir con YooHwan, ahora que se enteraba por labios de su cuñado de que habían llegado hasta el final, se sentía casi orgulloso.

— No entiendo por qué te emocionas tanto, baby.

— Es que Yoochun ah, mi hyung tuvo sexo con YooHwan~.

— Sí, eso ya lo comprendí. Pero sigo sin entender la emoción.

— Oh, eso es porque mi hyung nunca antes tuvo relaciones con ninguna de sus exnovias hasta que hubo salido con ellas por meses. ¡Eso significa que JunHo hyung realmente ama a YooHwan!

La algarabía de Junsu seguía sin cuadrarle del todo a Yoochun, pero igual lo dejó ser por una sencilla razón. Estaba adorable con esa actitud emocionada suya, y claro, lo invitaba a hacerle cosas sucias.


LALA

YooHwan: ¡Un momento! Felina~ ¡ni siquiera salimos! ¿Cómo es que esto es “mes del JunHwan”? *^*

Felina: O.O ¿YooHwan?

YooHwan: ¡Quién más! *gimotea*

Felina: Espera *lo observa bien, se talla los ojos y vuelve a mirarle* si eres YooHwan~

YooHwan: ¡Obviamente! ¡Exijo más momentos JunHwan! JunHo~ dile algo~.

Felina: No, no, espera YooHwan, algo debe ir mal por aquí.

YooHwan: ¿Eh?

Felina: Bueno, que normalmente en estos espacios el que se aparece para fastidiar es la garrosha, pero tú o.o

YooHwan: Tengo derecho y razón~ ¿qué hay del momento lleno de amor con JunHo-san~?

Felina: Err, ¿mañana? ;D

YooHwan: Pero incluso mi hyung con Junsu han tenido más acción que JunHo-san y yo~

Felina: Ya, vale, lo siento. Cerraré el mes con un lindo lemon JunHwan, ¿bien? 6.6

YooHwan: ¡Que sea salvaje, por favor~ *u*!

Felina: -w- definitivamente tienes vena Park.

Yoochun: ¿Yo qué?

YooHwan: ¡No te aparezcas hyung~! O Felina terminará más perdida~

Felina: *----* Yoochun!

Junsu: Yoochunnie~ se terminó el champú~

Yoochun: Ya voy, baby *mirada pervertida*

Felina: *---------* *q*

YooHwan: ¡Quiero sexo con JunHo-san~!

Felina: ¡Ah, sí~! Hablando de sexo, en serio, esto es raro sin ChangMin fastidiándome OwO

ChangMin: *adolorido de la cadera en el departamento de Hayami* Ese idiota, ¡no puedo moverme!

Felina: *huye* xD


Saber quién fue el primero en encender el interruptor del deseo sería realmente difícil, y honestamente innecesario. Lo importante ahí era las ganas que tenían del otro. Esas ganas que vienen de un amor sincero, complicado quizá, pero tan puro como el agua en los riachuelos de montañas vírgenes.

El apuesto hombre nunca había tenido siquiera el mínimo de interés por alguien de su mismo sexo, pero el de cabellos brunos había llegado a su vida para cambiarlo absolutamente todo. Para mostrarle que el amor existía, y el sexo con el corazón entregado al cien por ciento, también.

Las ganas que tenía de sentirle tan suyo que el calor de su piel se impregnase en la propia eran tan grandes y descaradas que los límites habían dejado de existir. En mente, y cuerpo. La desnudez de sus anatomías se reveló en segundos, las caricias suaves pero intencionadas, igual. Y los besos. Ah, los besos. YooHwan nunca había experimentado esa clase de ternura mezclada con pasión. Una devota pasión, una auténtica expresión de instintos primitivos y sentimientos profundos.

— JunHo-san~ — Suspiró, consciente de la erección que roza su pelvis, del calor emanando de ambos falos. De la sensación incipiente de placer y el anhelo embriagador de sentirle dentro, vibrando en las profundidades de su estrechez.

— YooHwannie, lo siento si no soy muy bueno… — Susurra, con el temor inconsciente de fallar como amante, de no ser bueno en el sexo, de no darle el suficiente placer.

Casi se siente como un jovencito primerizo a punto de perder la virginidad con la persona amada. Bueno, nada de aquello es mentira, incluso es lo suficientemente joven como para sentirse inexperto y dubitativo. Pero entonces basta la sonrisa del de cabellos brunos para sentirse tanto más seguro. Basta la forma en que sujeta sus mejillas y le besa, entregando sumisamente sus labios, dándole la oportunidad de tomar el control. De demostrarle cuánto le ama, cuánto le desea.

— Nhh~.

Y es cuando los labios de JunHo descienden por el pecho de YooHwan que el menor Park comprende cuán febril se encuentra su anatomía, porque es sensible a la intermitente respiración de su amante, a la humedad de sus labios y de su lengua, al suave frescor de sus besos.

— ¡JunHo-san~!

Gimotea cuando los dedos del gemelo Kim forman un anillo alrededor de la base de su erección, al tiempo que (decididamente y sin ápice de dudas) lo coloca en su boca, tragándole lentamente hasta el inicio troncal, donde la piel se arruga en torno a los testículos; allí donde el apuesto hombre lame insaciable, olfateando inconscientemente el aroma de su sexo, acariciando arriba y abajo con el anillo que sus dedos continúan formando.

Luego de pronto la posición se invierte. YooHwan impulsa la popular postura para el mutuo placer y sus cuerpos forman un erótico 69, con el rostro enclavado en la pelvis ajena, lamiendo, besando, bombeando, mordiendo y estimulando de mil maneras la erección ajena.

— JunHo-san, espera~ espera~ — Jadea sintiéndose al borde del abismo de placer, y aleja su pelvis del rostro de su amante, empujándole contra el lecho y montando sobre él, apenas rozando su trasero contra la pelvis ajena… — Hoy, por favor, hazme tuyo. Tómame~.

El apuesto hombre jadeó extasiado con la visión. La desnuda piel perlada en sudor que se erguía delante suyo se le antojaba de maneras inimaginables.

— Eres, sensualmente adorable, YooHwannie… — Murmuró. Con un tono de voz que incluso desconoció de sí mismo.


Tan ronco, tan varonil, tan ansioso.
Cuando sus manos resbalaron por los costados de la cintura del de cabellos brunos, le sintió estremecerse, y le escuchó jadear con aire tímido. Pero la forma en que le miraba, hambriento de sus atenciones, disparó en el gemelo Kim una pasión desconocida, cual volcán que despertaba de un largo letargo de inactividad.

— ¡JunHo~! — El de cabellos brunos gimoteó temblando de pies a cabeza al momento en que su cuerpo fue impulsado al frente. Tanto, que su pelvis quedó ante el rostro de su novio. Y su falo, engullido por la boca del gemelo Kim, al tiempo que su mano hacía lo propio en aquel estrecho agujero entre sus glúteos.

Gemir y temblar fue una reacción natural. Una expresión de placer inconsistente que no le hacía justicia al mar de emociones que sacudieron el interior del de cabellos brunos. El lubricante que JunHo usó salió del cajón en la mesita de noche, el condón dejado al lado de la almohada, también. Preparar a YooHwan una tarea demasiado larga para los sentidos del gemelo Kim, considerando que estaba en su límite.

— YooHwannie~ ayúdame, ¿cómo es mejor para ti? — Jadeó extasiado, notando cómo dos de sus dígitos resbalaban dentro y fuera con facilidad, sabiendo que le ha humedecido suficiente con el lubricante.

El de cabellos brunos se tumbó a un lado, luego se giró mostrándole la espalda, elevando la cadera, inclinando la espina dorsal y enterrando su rostro contra las almohadas. Esta era su respuesta. JunHo lo comprendió de inmediato. Se colocó torpemente –no por falta de experiencia, sino por deseo desbordado– el preservativo, y perfilándose entre los glúteos de YooHwan, empujó suavemente su pelvis, penetrando lento.

— ¡Ngh! — Sofocándose en placer.

Esta sensación era única, indescriptible. Erótica.

— JunHo-san~.

— No me importaría morir haciendo el amor contigo, YooHwannie.

Empujar hasta sentirse profundamente dentro, llenándole con su viril miembro. El menor Park contrajo su interior, apresándole con egoísta deseo. Y el gemelo Kim sintió que podría terminar ahí mismo. Embestir fue otro tortuoso placer, la agonizante sensación de perecer ahogado en este embriagador calor febril mandaba por todo su cuerpo electrizantes oleadas de un placer infinitamente exquisito. Y sin embargo, no era suficiente. Necesitaba más de su amante.

— Nh, YooHwannie, ngh.

Colar una mano bajo el vientre, alcanzar la erección del de cabellos brunos y estimularle, buscar sincronizar el ritmo de su bombeo con el de sus estocadas. Sintiéndose estúpidamente fuera de ritmo.

— Ahh~ JunHo-san~ no, no~. ¡Wahh~ me correré si tocas así~!

— ¿Tocar dónde? — Gimió el apuesto hombre. Sabiendo que en sus penetraciones ha encontrado la próstata. Y que finalmente su bombeo ha sincronizado los movimientos ideales. Que el placer que su novio siente, es doble.

Y que él, está a punto de tocar el cielo con las puntas de los dedos.

— ¡JunHo~~! — Gimotear en éxtasis, sintiendo cómo de pronto es girado y tumbado de espaldas a la cama. El gemelo sigue dentro suyo, tan adentro, tan lleno de él… — Córrete, dentro… — Gime con voz áspera, apoyando la diestra sobre su propio vientre… — Lléname~.

El apuesto hombre abandonó su interior, y dominado por el ciego placer, se sacó el preservativo botándolo por ahí al descuido. Volviendo a penetrarle, embistiendo apenas un minuto más antes de derramarse en el interior de YooHwan. El de cabellos brunos se corrió al instante en que sintió su interior lleno del cálido semen de JunHo.

Sonreírse con el rostro sudado, besarse lento. Enredar las piernas, recostarse nuevamente. Amarse. Saber que esto, apenas ha comenzado.


— ¿Por qué tienen que reunirse todos aquí? Son un dolor de cabeza.

— ChangMin, son clientes. Y amigos. Así que deja de poner esa cara amargada y vuelve a tu trabajo, cariño~… — Sonreír egocéntrico, besarle y darle una nalgada mandándole al otro lado de la barra, donde clientes nuevos acaban de llegar.

El morocho le fulmina con la mirada. Detesta los besos sorpresa. Claro que, el japonés obvia el trasfondo de aquella mirada furiosa. La vergüenza y los celos, porque mientras ChangMin debe atender a otros clientes, Hayami es acaparado por el grupo de amigos.

Iré a su casa esta noche terminando aquí. Y entonces no le dejaré decir ni una sola palabra de lo felices que están todos ahora… — El pensamiento del morocho era así de honesto. Y sus acciones seguramente que lo serían también.

Después de todo, hace ya casi un año que comenzaron a salir, desde aquella primera noche desahogándolo todo. La lujuria y los sentimientos por igual.

Y es de esa misma manera que el grupo de amigos alcanzó la felicidad. YooHwan finalmente había encontrado el amor verdadero en JunHo, y aunque el apuesto hombre seguía pensando que su orientación era más bien heterosexual, la verdad era que su joven novio era el único que ponía su mundo de cabeza. Ningún otro chico le atraía de ninguna manera, y aunque encontraba bonitas a algunas mujeres, bastaba una mirada del de cabellos brunos para que él sintiese el suelo sacudirse bajo sus pies. Y era absurdamente feliz a su lado, le gustaban las citas, las salidas al cine, de compras o un sencillo paseo por el parque. Le gusta el sexo, los juegos preliminares y los abrazos codiciosos después del coito, aferrados al cuerpo febril del otro, enredados bajo las mantas hasta que se les tibia la piel sudada y el olor a sexo se funde en el ambiente.

— ¿En qué estás pensando, JunHo-san?

— En lo afortunado que soy por tenerte, YooHwannie. Y, ¿no quedamos que dejarías el “san”? vamos a cumplir un año saliendo, es rarísimo que lo uses.

— Es costumbre, pero lo voy a hacer. Poco a poco.

— Como si algo hubiera sido “lento” con ustedes.

— Yoochun hyung~ no empieces… — Gimotea avergonzado.

Y es que su hermano encontraba gracioso cómo la relación entre su hermano y su cuñado se había dado tan sorprendentemente rápido. Considerando lo aparentemente negado que se encontraba el gemelo Kim al principio.

— Te lo he dicho, YooHwan. Le callarías con solo nombrarle a Junsu. ¿No fueron ustedes dos rápidos también? Casanova Park.

— Hayami, tienes personalidad peligrosa, ¿sabías?

— ChangMin me lo ha dicho a menudo. En medio del sex-mhh.

— ¡Cállate, Hayami baka! — Exclama rojo hasta las orejas, manteniendo su mano cubriendo la boca descarada de su amante.

— ¿Qué pasa aquí?

— Junsu baby, te tardaste. Ya me estaba preocupando.

— Solo fui al baño. Y Jaejoong hyung estaba conmigo también, que exagerado eres, Chunnie.

— Es que no te veo un segundo y ya se siente como una eternidad.

— ¿Sí?

— Sí.

— ¡Ag! Dejen de coquetear tan melosamente.

— No seas envidioso, ChangMin.

— Aww bebé Min~ ¿Hayami no te mima lo suficiente?

— ¡No soy tu bebé, Jaejoong hyung! ¡Y no necesito que me mimen! ¡Joder!

— Yo creo que no han tenido acción estos días, con lo apurado que ha estado Hayami ampliando el bar.

— Verdad, Yunho ah. También creo que debe ser eso.

— ¡Ustedes dos...! — A ChangMin le latían las venitas de la sien.

Ahora que Yunho finalmente había conseguido trasladarse a la ciudad de Tokio, habían terminado las visitas cada tantos meses. Jaejoong y él viven juntos, aunque apenas hará cosa de un par de semanas. Y están cual si viviesen su luna de miel. Y sí, ChangMin está seguro –igual que todos los demás– que ese par tiene sexo ni bien se cierran las puertas de su casa.

— Por cierto, Jaejoong, ¿ya vas a decirme por qué no estás bebiendo?

— Oh, Hayami, no es porque no sean deliciosas tus bebidas~ es por una razón superior… — El bello hombre dijo, acariciando su vientre con una sonrisa enorme, radiante, feliz.

— ¿En serio?

— Sí~ Yunho y yo vamos a tener un bebé en siete meses~.

— ¡Qué emoción! — YooHwan y Junsu han sido los primeros en abrazarle, sumamente entusiasmados por la noticia.

Mientras tanto, JunHo y Yoochun se atragantan con sus bebidas. No es que sea raro, más bien poco común. Un embarazo masculino no es tan sencillo, pero sucede. Y así es como ellos de pronto recuerdan que, la felicidad plena, todavía tiene sorpresas y gratas experiencias por ofrecerles.


FIN

2 comentarios:

  1. Me encanta esta historia, el Junhwan es de esas parejas que al tener una la referencia a sus hermanos, uno se pregunta como definitivamente pueden ser tan distintos en su vida normal pero a la hora de la intimidad son iguales, claro esta lo unico diferente son sus roles jajajajajajaja pero que mejor que que compartan cuñados ajajajajaja aunque no puedo negar que tambien me gusta cuando Changmin es emparejado con alguno de ellos dos porque como siempre nuestro Minnie muestra lo.versatil que es jajajajajajaja
    Como siempre gracias por la historia me encantan.todas ellas!! :*

    ResponderBorrar
  2. Hola hola... no quiero ser inoportuna, pero... ya se enteraron que PARK YOOCHUN DE VA A CASAR EN LA VIDA REAL, EN SEPTIEMBRE DE ESTE AÑO???

    La noticia se dio a conocer desde ayer en las redes sociales del kpop... XC

    A causado mucha controversia por la reacción de las fans y por Jaejoong...

    Si desean saber un poquito más, pueden ir a mi blog.
    LO QUE LES INFORMO ES 100% REAL...

    ResponderBorrar

Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión