Título: ¡YooSu Porn Time!
Autora: Felina
Pareja: YooSu
Género: Romance
Clasificación: NC-18
~*~*~
Cuando
Junsu quería, su lado pervertido –ese “entrenado” y explotado por Yoochun–
tomaba control de la situación. Claro, no es que a menudo saliese a flote ese
lado suyo, porque si lo hacía, probablemente Park estaría un poquito más loco
por el dulce muchachito de personalidad hiperactiva y alegre. Bueno, aunque él
es víctima de la locura de amor por su novio, así que no hay demasiada
diferencia. Pero bien, volviendo al tema original, Junsu hoy se sentía con
ganas de ser coqueto, de tomar un poquito el
control.
Ha
preparado todo para la ocasión, en cuanto su novio llegue, le producirá un
orgasmo visual. No, no es que lleve alguna prenda en particular para resaltar
su sensualidad, de hecho, no lleva más que una prenda, le esperará
prácticamente al desnudo. El negligé de color vino tinto caía asimétrico
dibujando con sutil sensualidad su delicada figura. Debajo, una tanga masculina
que al frente solo tenía la tela suficiente para “ocultar” el miembro, mientras
que por detrás las dos tiras de fina tela bordeaban las torneadas nalgas y
culminaban con un coqueto moño que caía justo al medio del trasero. Su cabello
teñido de un color llamativo estaba desordenado, y se había maquillado con el
efecto Drácula, siguiendo celosamente las indicaciones de sus maquillistas y
estilistas. Aunque supone un secreto su relación con Park, sus más cercanos
amigos estaban al tanto y hacían lo posible por echarle una mano cuando lo
requería. Hoy Junsu quería darle aquella sorpresa a su novio por una sencilla
razón, arrancar el año diferente, amorosos pero salvajes. O algo parecido.
—
Por qué estoy tan nervioso~ debo relajarme, mi Chunnie debe estar por llegar.
Cinco
minutos después, Park entraba al departamento de su novio con una sonrisa
eufórica en los labios, no podía evitar estar emocionado por la sorpresa que
Kim le ha preparado. El recibidor estaba oscuro, pero en el pasillo de la
estancia y el camino a la habitación principal estaba alumbrado por velas rojas
en forma de flores, pétalos carmín de rosas estaban desperdigados por todo el
sendero. La puerta de la habitación entreabierta dejaba escapar un aroma que no
reconocía, pero era agradable a su nariz, algo dulce pero no empalagoso, y fresco,
pero sin opacar el ingrediente principal. El peliazabache entró con cuidado,
abriendo lentamente la puerta fue viendo el interior de la habitación. Aquí y
allá había más velas como las anteriores, con algunos pétalos a su alrededor,
las lámparas a cada lado de la cama estaban cubiertas por bufandas de seda
color rojizo. Las mantas de la cama eran de terciopelo rojo sangre, almohadas
blancas a juego con las sábanas del interior. Y ahí, recostado en una pose
sumamente sensual, dejando ver la perfecta S-Line de su figura, Junsu le
sonreía invitándole al pecado.
~*~
Yoochun
tragó hondo, jadeó involuntariamente cuando el peliteñido se relamió los labios
en un gesto por demás sensual. A la vez, Junsu se irguió, quedando de rodillas
sobre la cama, mostrando de frente su vestimenta. Obviamente, al peliazabache
le palpitó la anatomía entre las piernas. Descalzo, Junsu puso pronto los pies
sobre la alfombra, y caminó dos, tres, cuatro pasos con postura elegante,
provocativa, dando media vuelta para que su amante pudiese verle por detrás. A
Yoochun casi le da un orgasmo al ver aquellas nalgas firmes alzarse en el
trasero de su amante, y ese moño coqueto caer lánguido en el medio.
Inconscientemente estiró la mano, alcanzando las tiras de tela con la intención
de jalar y deshacer el moño, pero el menor se alejó nuevamente un paso, con una
sonrisa cantarina y una mirada lasciva. Chasqueó la lengua y agitó el anular
diciendo “no” hacia la intención del mayor.
―
No seas apresurado, Yoochunnie~… ― Sonreír coqueto y ser él quien se acerca
sigiloso, con aires felinos.
Posar
sus manos en el pecho del azabache y subir lentamente hasta los anchos hombros,
empinarse y besarle apenas superficial, un roce de labios que Yoochun siente en
todo el cuerpo como una corriente eléctrica de excitación, bufando cuando Junsu
se aleja con el mismo roce por la piel de su cuello, sacando apenas la lengua
para dejarle sentir su caliente humedad contra la manzana de adán, la que
atrapa con los dientes presionando apenas lo suficiente para notar como en acto
reflejo, sube y baja al tragar saliva.
Las
manos de Yoochun se cerraron automáticamente en la cintura de Junsu,
atrayéndole hasta dejar sus cuerpos completamente pegados. Su miembro pinchó
contra la pelvis del peliteñido, sintiéndole en sus mismas condiciones. La
lengua de Junsu ya se estaba ensañando contra su lóbulo, cuando Yoochun olfateó
su cabello y dirigió su rostro hacia la línea del cuello de su amante, buscando
besarle o lamer. Al mismo tiempo, sus manos se han deslizado por la espalda,
delineando la espina dorsal y siguiendo el camino hasta el coxis, hasta los
desnudos glúteos que apretó a la vez que aspiraba el perfume de Junsu y se
sentía loco de deseo.
―
Manos quietas, Yoochunnie~, todavía no, travieso.
―
¿Travieso yo? Eres tú quien me está excitando y solo quiere restringirme.
Quiero lanzarte a la cama y enterrarme profundo en ti, baby… ― Su voz pastosa,
algo más ronca y varonil, sedujo el oído del peliteñido, crispándole el vello y
pinchando directamente en su entrepierna.
―
Calma, lobo, ya llegaremos a eso.
Ahora, ven y consiénteme, Chunnie~.
Junsu
le invitó con sensualidad, se sacó lentamente el negligé, dejando la bata de
fina seda caer en la alfombra, luego trepó en la cama con movimientos felinos,
recargándose en el respaldo y posando para Yoochun en una lasciva invitación,
con las piernas abiertas y deslizando la tela que cubría su falo. El
peliazabache sintió otro pinchazo al verle así, su propia erección comenzaba a
ser incómoda apretada dentro de sus pantalones, pero se controlaría, vería
hasta dónde Junsu llevaría este juego de seducción y placer. Así que se acercó,
trepó en la cama y se perfiló entre las piernas de su amante, observando cómo
lentamente Junsu pasaba sus dedos por su propio pene. La discreta mata de vello
púbico en la base dejaba entrever la depilación que el peliteñido se había
realizado con esmero, una línea delgada del mismo vello descendía desde su
ombligo y partía su vientre por la mitad, la nívea piel se le antojaba
deliciosa, fresca, lechosa.
―
Yoochunnie, chúpame… ― Jadeó el peliteñido, abriendo un poco más sus piernas y
dejando de tocarse a sí mismo. Desvió apenas un poco su mirada de los profundos
ojos negros a la entrepierna del azabache. Sonrió juguetón cuando vio el
prominente bulto bajo los pantalones. Pero todavía no le probaría, todavía no.
―
Hoy quieres “mandar”, eh.
―
Y vas a dejarme, ¿cierto, mi coqueto ratoncito pervertido?
―
Lo que quieras, baby. Estoy para complacer todos tus deseos.
Aseguró,
y pronto la mata azabache se perdió en la pelvis del menor. Yoochun no le tragó
de inmediato, se dio su tiempo para lamer lentamente la extensión de Junsu,
enredando la lengua en la punta fálica, pasándola también por la hendidura, jugando
con sus dedos en los testículos.
―
Nghh~ oh sí, Chunnie~, ngh.
Los
gemidos de Junsu comenzaron a sonar de inmediato. Y la temperatura dentro de
aquella habitación pronto se elevó varios grados. Yoochun sintió los dedos de
su amante perderse entre sus cabellos, luego instó otro ritmo empujándole la
cabeza. Fue entonces que el peliazabache finalmente lo tragó, sus labios
rodearon el falo del peliteñido desde la cabeza y descendieron hasta la base,
sintiéndole abrirse camino en su garganta. Por acto reflejo Yoochun produjo más
saliva, y conforme sus succiones aumentaron, también la caliente humedad que
envolvía el falo de Junsu.
―
¡Ahh~ dios, sí! ¡Más, Chunnie nghh, más!
Demandante,
Junsu se mordió los labios, entrecerró los ojos y se entregó al placer, dejando
que esas sensaciones se apropiaran de todos sus sentidos. Yoochun presionó sus
labios al llegar a la base, y subió con aquella fuerza hasta la punta, notando
finalmente el sabor del líquido presemen impregnársele en las mejillas
internas. Un chasquido húmedo sonó cuando liberó la erección de Junsu, solo
para dedicar las atenciones de su boca a los testículos e ingle del menor,
mordiéndole, chupándole, dejándole marcas en la piel. La diestra mantenía
presión en la base, evitando que pudiera correrse. Unos instantes después
volvió a tragarle, dispuesto a beber hasta la última gota de semen.
―
¡Nghh~! ¡No, Yoochunnie, aparta! ¡Apártate~! ¡Mghh!
―
¡Ng, Su!
El
último gemido de Junsu, y el reclamo de Yoochun sonaron al mismo tiempo. A
saber, Junsu había tirado con fuerza de sus cabellos para alejarle, lo que le
había provocado un dejo de frustración al azabache, y un segundo después el
semen del peliteñido había salido disparado directamente a su rostro,
ensuciándole. Junsu jadeaba con una sonrisita traviesa, su flácido miembro
liberado descansó contra la ingle. Yoochun tenía una ceja elevada.
―
¿Querías venirte en mi cara, baby?
―
Sí~ se ve tan sexy en los videos que ChangMin ve~.
―
Te he dicho que no mires porno con ese idiota.
―
No seas celoso~ es educación sexual.
Yoochun
gruñó, anhelando de pronto tirar de los tobillos de Junsu y enterrarse sin más
en él. Pero nuevamente, debía controlarse. Junsu sonrió, casi como si pudiera
leerle el pensamiento, echó el cuerpo al frente y con sensuales lamidas fue
retirando su semilla del rostro de Yoochun, besándole al final fogosamente. Y
cuando el azabache reaccionó de nuevo, sus muñecas ya habían sido capturadas
por esposas a cada lado del respaldo de la cama.
―
¿Su?
―
Todavía no termino, Chun… ― Respondió coqueto, sentándose en el vientre del
mayor.
~*~
Limitado
de movimiento, el peliazabache comenzó a sudar por la excitación sufrible entre
sus piernas. Y es que Junsu, no conforme con haberle esposado justo cuando él
estaba en el límite, se encontraba ahí, sentado en su vientre, postura que
favorecía ciertos niveles de contacto físico, como el falo del peliteñido
rozándole la piel entre el torso y su abdomen después de haberle abierto la
camiseta. Mientras que la parte inferior de su cintura aún llevaba los
pantalones que, sinceramente, estaban odiando como nunca en ese momento.
―
¿Qué pasa, Chunnie? ¿Duele aquí? ― Coqueto, Junsu llevó una mano hacia atrás,
palpando la prominente erección bajo los pantalones de su novio.
―
Mgh, Su baby, ¿cuánto más vas a jugar conmigo? ― El peliazabache gimió lanzando
un gruñido, alzando la pelvis con la intención de tener mayor contacto con la
mano que rozaba su entrepierna.
―
No estoy jugando~ qué mal que pienses así de mí Chun… ― Dijo, alzando los
labios en un puchero. Que, con el maquillaje estilo Drácula le daba un efecto
siniestramente encantador.
Park
gruñó excitado, mordiéndose los labios para no acusarle de ser un pequeño
diablillo jugando con sus sentidos. Junsu, conociendo las reacciones de su
amante, sonrió ladino y luego, con una habilidad que Yoochun no le había
conocido a tal punto, deshizo el cinto y se abrió camino entre los pantalones
del azabache, frotando toda la palma de su mano contra el falo erecto. Al mismo
tiempo, sin despegar la mirada de su amante, el peliteñido llevó un dedo a su
boca, mordiendo primero la punta falange, y metiéndolo lentamente en su
cavidad. Yoochun sintió otro pinchazo de excitación al verle así, tan erótico,
que sus gemidos sonaron como ásperos gruñidos en un acantilado haciendo eco.
Junsu comenzó a jugar con su propio dígito, sacándolo y metiéndolo de su boca
mientras su otra mano seguía friccionando el pene del peliazabache, notando la
ropa interior húmeda para entonces, probablemente porque exudaba ya el líquido
presemen. El menor se sintió orgulloso de sí mismo, de llevar a ese nivel de
excitación a su hombre sin tener que usar más que la visión erótica de su
natural sensualidad.
―
Mghh, Su ah.
―
¿Quieres penetrarme, Chun?
―
¡Joder, sí! Déjame, vamos baby, compláceme… ― Suplicó, tirando inútilmente de
sus manos, escuchando con frustración el sonido metálico de las esposas
impidiéndole cualquier movimiento.
―
Chun, te ves tan sexy desesperado… ― Añadió con una sonrisita, dejando
tranquilo su dígito, pero suplantando la ocupación de su boca en algo más.
Expresamente,
el pecho de su amante. Junsu se inclinó, sin abandonar la tarea que su mano
realiza sobre el falo de Yoochun, pero sin llegar a tocarle directamente, con
el morbo de hacerle correrse en su ropa interior bailándole en el pensamiento.
La boca del peliteñido tomó primero un pezón, saboreando los jadeos roncos que
su amante dejó escapar, succionó y lamió con paciencia, luego mordisqueó el
ajeno, y continuó de esa manera por minutos. Luego su lengua tomó otro camino,
subiendo por el costado hacia la axila del peliazabache, lamiendo cada línea
que se formaba ahí entre los músculos.
―
¡Ngh, joder! ― Yoochun gimió, y es que rara vez se exploraban aquellos sitios
anatómicos. Sin embargo, era extrañamente placentero, le daba un poco de
cosquillas, pero sobre todo sentía corrientes de placer atacarle el bajo
vientre, justo donde podía sentir los redondos glúteos de su amante… ― ¡Junsu
ah!
Gimió,
sin reclamar exactamente que el menor le permitiese el placer de su interior.
El peliteñido se alejó, apartó su mano de la pelvis ajena y se deslizó hacia
ella, cambiando entonces la fricción por la de su trasero, moviéndose adelante
y atrás, en círculos y hasta botando suavemente, apoyando sus manos en el
marcado vientre del mayor.
―
¡Oh, mierda! ¡Nghh, mgh! ― Yoochun gimió alto y ronco, entrecerrando los ojos
ahogado en placer, embistiendo el trasero de Junsu aunque no estuviese dentro
de él y la molesta tela de su ropa interior le impidiera el contacto de su
caliente piel.
Luego
de un momento a otro sintió tenso todo su cuerpo, gimió tan ronco que sintió
que se lastimaba la garganta y al segundo, mojó su ropa interior. Tan
vergonzosamente delicioso, que mandó al carajo la sensación sutil de su orgullo
herido al correrse en su ropa. Junsu reía ladino, y se apartaba elevando su
cadera, apoyándose entonces con sus rodillas a cada lado de la cintura de
Yoochun, empinándose para besarle, caliente, fogoso, húmedo. La lucha de sus
lenguas fue larga, sin tregua, mordiéndose los labios y chocando los dientes,
Junsu se retiró chupando la lengua de Yoochun como si fuera un caramelo.
Dejándole algo de su maquillaje en el acto, ensuciando los labios del
peliazabache, desordenando el suyo.
Con
una lamida a lo largo del cuello del peliazabache, el menor finalmente se
deslizó hacia atrás para sacarle la ropa, pantalones y ropa interior. La pelvis
de Yoochun estaba pegajosa y caliente debido a su semilla, y aún había rastros de
ésta en su falo, el que Junsu admiró con ganas de hacerle una foto, y sobre el
que sopló su cálido aliento, sonriendo casi infantil al verle estremecerse.
―
Baby… ― Yoochun jadeó con tono de advertencia, como si de hecho estuviera
demandando un poco más de atención.
―
¿Puedes soportarlo un poco más, Chun? ― Cuestionó, trepando nuevamente al
vientre de su amante, estirando las manos para rozar las muñecas del mayor,
sonriendo con un dejo de disculpa pues ahora se veían unas marcas ligeramente
rojizas.
―
Hazlo, cumple todas tus fantasías planeadas para mí, Junsu ah. Soy tuyo, y me
encanta cuando te pones así… ― El peliazabache dijo con su voz varonil, con las
pupilas ónix tan salvajemente arrebatadoras que Junsu jadeó excitado.
Volvió
a besarle y luego se acercó mucho más, arrodillado bajo las axilas de Yoochun
su falo quedaba a la altura suficiente de su rostro como para que le hiciese
felación. Y por supuesto, Park le complacería.
~*~
―
¡Ngh~! ― Junsu gimió áspero, sintiendo que le temblaban incluso las rodillas
cuando Yoochun lamió la punta de su falo con una mirada llena de lujuria,
olfateando su sexo y luego chupando nuevamente la cabeza.
El
peliteñido apoyó sus manos en el muro, evitando apenas consciente de su propia
calentura, llevarlas a la cabeza del peliazabache e imponerle otro ritmo o
embestir contra su boca. Esa que caliente y mojada le recibía gustosa hasta el
fondo de su garganta. Junsu se mordió los labios, arruinando de paso otro poco
el maquillaje, pero importando poco cuán sucia pudiera quedar su cara después
de la noche de sexo que estaba teniendo tan a su antojo con Yoochun, que,
aunque podía dar la impresión de comportarse demasiado “sumiso”, simplemente le
estaba consintiendo como de costumbre. Porque así es Park Yoochun con Kim Junsu
incluso en la intimidad, dejándole ser a su manera, cumpliendo incluso estas
fantasías tan llenas de una pasión que el menor cotidianamente no exploraba.
Park
maldijo con un gruñido excitado cuando el escozor de las esposas le recordó
miserablemente su poca movilidad, pues deseaba poder rodear con sus dedos aquel
tronco caliente que seguía succionando con diestra, también se le antojaba
jugar nuevamente con los testículos; pero, sobre todo, deseaba poder apretar el
trasero de su amante, palmearle las nalgas antes de abrírselas y mimar su
orificio, lamerle, llenarle de saliva y profanarle lentamente con sus dedos
para prepararle.
―
¡Mgh, Chun~! ― De repente Junsu se apartó, el sonido húmedo de la boca de
Yoochun al soltarle fue lo suficientemente erótico como para que el calor en la
habitación aumentase otros grados a ser posible.
El
peliazabache se relamió los labios y tragó saliva, llevándose el sabor
agridulce del pene de su amante hasta el estómago.
―
¿Qué sucede, baby? ― Preguntó, mirándole con una sonrisa siniestra que al menor
le produjo un curioso rubor en las mejillas.
―
No quiero terminar todavía, y tú casi me comes~.
―
Es lo que quiero, devorarte.
― Pero tú me devoras siempre, yo también
quiero… ― Dijo, sensual, insinuante, lascivo.
Como
si el personaje de un íncubo (aunque sátiro
encajase mejor con su fisiología, no así con su carácter) se hubiese encarnado
en él, Junsu se deslizó nuevamente hacia abajo, hasta recostarse entre las
piernas de Yoochun, obligándole a flexionar las rodillas mientras él le lamía
lentamente la línea desde el coxis hasta los testículos, mordiendo luego estos.
Dejando cortos besos a lo largo del tronco, sonriendo ladino cuando le vio
ganar tamaño en un santiamén y la respiración del peliazabache volverse
errática otra vez. Junsu entrecerró los ojos, haciendo un anillo con sus dedos
rodeó la base del miembro de su novio, mientras su lengua le lamía como si de
un dulce se tratara, haciendo ese movimiento tan suyo y que toda persona le
conoce, sacando la lengua y abriendo la boca antes de meter el pene en ella,
chupando y repitiendo la acción al sacar el falo completamente.
―
¡Mgh, mierda! ― Yoochun gimoteó sudoroso, encontrando demasiado erótica aquella
visión, sabiendo que nunca más en la vida podría ver a Junsu comer helado sin
acordarse expresamente de éste momento... ― Joder,
joder, quiero enterrarme tan duro en ti Junsu, que tengas un orgasmo solo con
sentirme dentro… ― Pensaba, algo frustrado por no poder cumplir su deseo,
pero no menos jadeoso por las corrientes eléctricas de placer que seguían
golpeando su ingle.
Junsu
levantó los párpados para verle bien, sonriendo con “la boca llena” cuando le
encontró tembloroso, tirando inconscientemente de sus manos y siendo él quien
embiste su boca al agitar la cadera hacia adelante. Cuando el peliteñido le
sintió completamente duro y caliente en su boca, se apartó, lamiendo juguetón
la abertura de la cabeza fálica antes de trepar por el sendero de vello que
ascendía desde el pubis hasta el ombligo. Besándole casto los pectorales,
pellizcando sus pezones al mismo tiempo que ataca de nuevo su manzana de adán
con una mordida que hace gemir mucho más ronco al peliazabache, seguro de que
sus dientes sí que dejarán una violácea marca para la mañana siguiente.
Y
finalmente ese beso apasionado, caliente y lujurioso, saliva y deseo yendo de
una boca a otra, lenguas implacables echando el pulso de su vida en la cavidad
ajena.
Ahí,
con su trasero rozando el falo del mayor, Junsu finalmente liberó la diestra de
Yoochun, dejándole la llave de la contraria en la palma, invirtiendo
rápidamente la posición de manera que quedó cruzado en relación al cuerpo de su
novio. Su rostro estaba frente al pene del azabache, mientras que su trasero
estaba a la altura del rostro de un Yoochun que no dudó en lamerle los
testículos y la línea que subía hasta su cavidad anal. En tanto, se las ingenió
para con una sola mano soltar la contraria. Libre al fin de moverse a su
antojo, Park apretujó el trasero de Junsu mordisqueándole las redondeadas
nalgas, resoplando cegado de placer.
Junsu
reía entre divertido y nervioso, sabe que ha provocado por demasiado tiempo a
su hombre. Esto no podía terminar ahí. Yoochun separó los glúteos con sus
manos, lamiendo directamente el orificio anal, en tanto sus gemidos roncos
venían producto de su anhelo y la excitación que su amante atendía al sur de su
ombligo, lamiéndole y masturbándole con la mano. Nada de boca ya, ambos
deseaban correrse la siguiente vez siendo uno. Pronto la lengua de Yoochun se
abrió paso en la entrada de Junsu, y al músculo le siguieron dos dígitos, que
sin miramientos empujaron contra la fuerza de los anillos internos dilatándole
en brevedad.
―
¡Uohh~! ¡Yoochun~!
La
penetración había llegado de una, casi sin aviso y tomándole absolutamente
desprevenido. Junsu simplemente sintió ser empujado de espaldas al colchón y
luego sus tobillos sujetados con fuerza, tirando de ellos y el pene de Yoochun
clavándose certero en su interior. Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas,
gotas saladas que el peliazabache lamió con fervor.
―
¿Estás bien?
―
S-sí, solo déjame recuperar el aliento, mi Chunnie pervertido~. Todavía no
terminamos, ¿verdad?
―
Ni de cerca, baby. Ni de cerca… ― Promete y comienza a moverse.
Nada
lento, nada suave, nada considerado. Salvaje, deseoso, caliente. Junsu no
renegó, se aferró a los musculosos brazos de Yoochun. Este sexo era solo otra
forma de hacer el amor.
~*~
Park
se detuvo justo cuando estaba profundamente insertado en Junsu, sonrió lascivo
y se quedó quieto unos instantes. No era que se hubiese agotado, o que alguno
de los dos estuviera cerca del orgasmo. No, ese era el momento exacto en que el
menor cruzaba la línea del placer carnal, al placer emocional. Y quería hacerlo
sufrir un poco, solo un poco por todo el tiempo que le hizo esperar para poder
hacerle suyo.
El
peliteñido respiraba laboriosamente, y su mirada lacrimosa estaba pegada a los
lujuriosos ojos negros de su amante. Comprende que se está “cobrando” el tiempo
en “stand by”. Intenta aliviar un poco su desesperación por placer tocándose,
pero el peliazabache ni siquiera necesita mover un músculo, su sola mirada y
ese gruñido de advertencia le son suficientes para saber que, aún sin esposas,
él también está imposibilitado de movimiento hasta que Yoochun diga lo
contrario.
―
Yoochunnie~ vamos cariño, muévete~ ― Jadeó con tono sexy, intentando provocar
la libido de su amante. Aunque si era honesto consigo mismo, el peliazabache no
necesitaba más incentivo, estaba más que excitado, pero también tenía su
“tonto” orgullo seme.
―
Jugaste conmigo, ahora te devuelvo el favor, baby… ― Asegura con una sonrisilla
engreída, se relame los labios y luego escupe un poco de saliva en la palma de
su mano.
La
diestra bajo y envuelve el falo del menor, la caliente sensación de su saliva
le produce escalofríos de placer al peliteñido, pero, aunque aquello se siente
bien, no es suficiente. El pedazo de carne insertado en su cavidad anal es
mucho más satisfactorio, y no se digna en moverse. Un puchero adornó sus
labios, y su ceño curiosamente fruncido marcó el mohín de disgusto en su bonita
cara manchada por el maquillaje que, a esas alturas, era más que embadurnadas
oscuras en tono carmín y negro. Yoochun solo podía pensar que Junsu era erótico
como quiera que lo mirase. Y saber que es por él que el perfecto maquillaje de Drácula
se corrió, le ponía un poquito más de humor.
―
Ngh, Junsu... ― El jadeo ronco sonó sin embargo a advertencia.
Y
es que el peliteñido ha contraído su ano, apresando un poco más el ya henchido
miembro de su amante enterrado en su interior.
―
Muévete~ por favor mi amor~. Anda, lo quieres, ¿verdad? ― Insistió, algo más
coqueto y sensual, moviéndose con la cautela de un felino al acecho. Agitando
la cadera un poco al frente, un poco atrás, usando sus piernas para rozar los
muslos del azabache, acariciando con sus manos los amplios hombros, los
marcados pectorales.
―
¡Mierda! ― Yoochun maldijo sin reparo, alzando la cadera de su novio con el
impulso de sus manos, prologando la profunda penetración unos segundos más,
antes de salir y empujar de nuevo.
Una,
y otra, y otra vez. Cada embestida era tan profunda y poderosa como la
anterior, y mandaba chispazos eléctricos por toda la columna del menor,
haciéndole gemir de placer, entrecerrar los ojos y apretar las sábanas blancas
entre el desorden que era su lecho ya. Park volvió abajo, sus rodillas bien
abiertas, el trasero de Junsu calzando perfecto en el ángulo que marcaba su
anatomía. Los glúteos del peliteñido chocaban contra las ingles del azabache, y
el jugoso sonido de sus estocadas era el coro del concierto de gemidos que
ambos lanzaban al aire caliente de la habitación.
―
¡Ahh~ Chunnie~! ¡Más, más Chun~!
Pedir
sin tregua y dejarse hacer. Seguir los movimientos casi acrobáticos que el
peliazabache le instaba a realizar, manejándose con una elasticidad que, hace
tiempo comprendió, agradece a su anatomía flexible. Porque Yoochun se impulsa
de nuevo y con la fuerza de sus muslos le empuja hacia arriba, le sujeta los
tobillos y los lleva a la altura de sus propios hombros. Junsu no recuerda
haber arqueado de esa manera la espalda en ninguna otra experiencia de su vida,
salvo la intimidad con Yoochun. El placer era exquisito, la profunda sensación
del pene del azabache tocándole las fibras calientes de sus anillos internos
con fuerza, con rapidez, con lujuria.
―
¡Mgh, baby! ¡Joder, yes!
Sentirse
tan caliente que el orgasmo podría anunciarse en cualquier momento, pero
decidir que no quiere alcanzarlo todavía y retroceder, soltar los tobillos de
Junsu y verle volver lentamente a la postura inicial sin parar de gemir, de
cerrar los ojos y tomar de tanto en tanto grandes bocanadas de aire. El
chasquido mojado de sus cuerpos unidos le vuelve un poco más loco de placer. Y
luego de pronto, detenerse por completo otra vez, saliendo de un Junsu
contrariado que jadea con el rostro perlado en sudor y la piel de toda su
figura teñida de rubor.
El
falo de Yoochun palpita, se agita casi como si fuese capaz de reclamar la
ausencia de aquel cálido y apretado pasaje. El peliazabache se masajea con la
diestra para aliviar la excitación, Junsu le mira expectante, casi sumiso a sus
movimientos. No intenta tocarse aunque duele un poco. Es entonces cuando el
peliteñido es consciente del nudo que ata la base de su falo. No sabe en qué
momento Yoochun ató su propia ropa interior en su erección. ¿Fue acaso cuando
en vilo su trasero estuvo completamente a su merced? Sí, Junsu podría
asegurarlo, aunque de momento solo pudiese memorar el placer y la voz de su
amante gimiendo como lobo a la luna llena.
Park
se sentó donde instantes atrás estuviera esposado, de espaldas al respaldo de
la cama, extendió las piernas y sonrió pícaro.
―
Te gusta montar, ¿verdad, baby? Ven, móntame… ― Ordenó con voz profunda.
Y
Junsu no dudó en ir y sentarse en la pelvis de su amante. Pero antes de que el
falo de Yoochun pudiera hacerle temblar de gozo, el peliazabache le indicó
hacerlo de espaldas a él.
―
Muéstrame ese trasero tuyo tan sexy, baby… ― Sonrió, palmeando las firmes
nalgas cuando el peliteñido se agachó dándole la espalda, perfilándose contra
su erecto miembro.
―
¡Ngh~ Chun~! ― Y comenzar a subir y bajar, botando arriba y abajo sobre el pene
del peliazabache.
Gozando
en grande cada sensación de penetración, del roce de carne contra carne
caliente, húmeda, excitada. Junsu siente la boca resaca, comienza a escocerle
la garganta de tanto gemir, la saliva se siente demasiado caliente cuando
traga, y sus pulmones no logran calibrar el ritmo de respiración. Se le agita
el pulso, enloquece, se desespera por sed y placer. El sudor le nubla la vista,
sus labios duelen por la fuerza con que los muerde inconscientemente, por la
cantidad de besos ardientes que recibe de su amante. Quiere terminar, necesita
el orgasmo, el nudo en su pene duele. Y él suplica con voz aguda llegar a su
final.
Park
le acaricia la espalda, le lame en todas partes a su alcance, le muerde aquí y
allá sin miramientos. Luego de pronto le empuja de nuevo, de aquella manera
Junsu queda a cuatro sobre su lecho, y Yoochun embiste con perversa ansiedad.
El orgasmo está cerca, sus dedos se mueven sigilosos bajo el pecho del menor,
se deslizan por su vientre hasta la pelvis, deshace el nudo con facilidad y lo
siente. Junsu explota, y al hacerlo contrae su interior con una fuerza que
consigue exprimir el falo de Yoochun haciéndole terminar casi al mismo tiempo.
Ambos
caen sobre la cama, Yoochun ha rodado a su lado, respiran tan agitados que casi
parece que les dará taquicardia, o algo. Las palabras no salen, la euforia del
encuentro les ha dejado la garganta seca, el cerebro trabado, los sentidos
embotados.
―
Traeré agua, porque todavía no termino contigo, Junsu ah… ― Sonríe perverso, y
tras besarle llevándose el raquítico aliento de su amante, Yoochun abandona el
lecho. La cocina es su destino, una botella de agua para compartir.
Y
esperar, porque la noche es joven. Y a ninguno le importa el mañana.
~*~
Después
de hidratarse, ninguno tiene recato en continuar con los besos y las caricias,
con el juego de seducción que Junsu iniciara antes. Excepto que esa vez,
Yoochun ha tomado las riendas de la situación. Los dos cuerpos aún están
febriles, el deseo no se ha extinto y todavía queda mucha pasión para
desbordar. Sobre el lecho, Junsu está de rodillas dándole la espalda a Yoochun,
cuyo pecho y pelvis le rozan la silueta, compartiendo el calor y más de los mismos
lujuriosos besos. Saliva y sudor se mezclan en páramos de piel que ninguno se
cansa de explorar. Los brazos del peliteñido se extienden hacia atrás, rodeando
el cuello de Yoochun mientras su rostro ligeramente virado es absorbido por la
libido en los ónix de su amante, chupa su lengua y luego le besa, lo domina sin
tregua.
En
aquella postura, las manos de Yoochun tienen toda la libertad de tocarle a su
antojo, con sus manos al frente acaricia el pecho del menor, pellizca sus
pezones y palpa cada centímetro de piel hacia el sur, le toca los muslos y
rodea furtivamente la despierta erección. Junsu gimotea, y mueve su cadera
friccionándose deliberadamente contra la pelvis de su novio, que detrás suyo le
deja ser, notando cómo el tronco caliente le palpita de excitación y se roza
contra los redondeados glúteos. Esos que no duda en estrujarle, colando dos
dígitos entre ellos y entrando en el pasaje que aún tiene rastros de su
semilla.
―
Sigues dilatado, baby… ― Gimió con esa voz tan suya, tan varonil y sexy.
―
Porque quiero que me lo des otra vez, Chun~ ― Jadea coqueto, mirándole de reojo
y lamiéndose el labio inferior, ofreciéndole luego ese músculo rugoso que el
peliazabache no duda en tomar con su boca, llevando la lengua de su amante
hasta la suya, chupándola y arrancándole más de esos amortiguados jadeos de
placer.
―
Voy a cogerte tanto esta noche, que
mañana no te vas a poder incorporar, Junsu ah.
―
Oh, ¿realmente? Porque quiero eso, Yoochunnie~ dámelo fuerte, amor~.
El
mayor llevó sus manos a la cintura de su novio, presionó los costados de ésta
mientras frotaba su miembro contra el trasero, luego las llevó a las nalgas,
separándolas y perfilando su hombría en aquel pasaje que, aunque un poco más
estrecho que hace unos minutos, aún era capaz de recibirle sin mayor
preparación –como si no le hubiese embestido antes con la suficiente salvajez
como para tener consideración ahora–. Yoochun penetró lento, gimiendo gutural
en el oído de un Junsu que jadeaba extasiado y sentía que le temblaban las
rodillas, yéndose involuntariamente al frente, apoyando las manos sobre la cama
otra vez. El peliazabache embistió unas cuantas veces, y más tarde rodeó con la
diestra el vientre del menor instándole a erguirse.
―
Ngh~ así mi ratón pervertido~ me gusta cuando la metes hasta el fondo~.
―
Yo tengo a un delfín lujurioso entre mis brazos, y la próxima vez voy a
grabarnos y mostrarte lo pervertido que eres también cuando te follo.
El
peliteñido soltó una sonrisita, luego arqueó la espalda porque el peliazabache
empujó con fuerza su pelvis entrando profundamente en él.
―
Me pone cuando me hablas así, Chun~.
―
Deja de provocarme, joder.
Así,
ambos de rodillas, pecho contra espalda, Yoochun y Junsu sincronizaron sus
movimientos. Mientras la pelvis de Yoochun iba al frente, la de Junsu iba
atrás, encontrándose en la fusión íntima de sus cuerpos con un candente vaivén
que pronto los obligó a cambiar de postura. Junsu fue empujado de nueva cuenta
contra el colchón, pero esa vez de medio lado; Yoochun detrás suyo le levantó
una pierna, flexionándola hasta que tocara el pecho del propio Junsu, arremetiendo
con salvaje lujuria su cavidad anal. Con sus gemidos llenando la habitación, el
peliteñido alivió la excitación de su pene tocándose, jugando con sus
testículos y bombeando el tronco.
Llegarían
al clímax pronto de seguir así. Yoochun entonces se incorporó, evitando salir
de Junsu se acomodó entre sus piernas, permitiéndole quedar de espaldas sobre
la cama, mirándose de frente. Le mordió los labios y embistió otra vez con
pasión, saboreando cada sensación de placer al entrar y salir del apretado agujero,
del sofoco de sus anillos internos, del roce de la carne caliente. Gimió al
oído de Junsu, lamiéndole la piel, sucia de maquillaje y sudor, pero exquisita
a su antojo. Las piernas de Junsu pronto se cerraron alrededor de la cintura de
su novio, aferrándose con las manos a la espalda baja, arañándole la piel hasta
casi rasgársela, dejando marcas que seguro serían visibles. Mañana, ambos
tendrían demasiado que “maquillar” si querían salir a la calle.
Bastaron
entonces algunas estocadas más, Junsu no había tenido necesidad de masturbarse,
se había corrido con el solo placer del falo de Yoochun tocándole una y otra
vez la próstata. Los torsos de ambos hombres quedaron manchados por su semen,
mientras que la semilla del peliazabache llenó por segunda vez la cavidad del
peliteñido. Cuando el mayor retrocedió abandonando el pasaje caliente, el
movimiento natural de contracción y dilatación que aún agitaba los anillos del
peliteñido, empujó fuera el semen de su novio, la blanquecina sustancia se
deslizó entre sus nalgas hasta manchar las sábanas.
―
Yoochun~ déjame respirar~ ― Gimoteó sintiéndose sobre-excitado cuando la lengua
del mayor comenzó a limpiar su ano, penetrándole con aquel músculo flexible
para sacar hasta el último rastro de su semen.
―
Solo te estoy limpiando, baby… ― Sonrió presuntuoso, metiendo un dedo y haciendo
un movimiento como de gancho para frotar lo más hondo que el dígito podía
entrar y sacar las supuestas reminiscencias de su semilla.
Junsu
sostuvo la mirada de Yoochun cuando éste volvió a su rostro para besarle. No
estaba seguro del por qué, pero estaba locamente enamorado de este hombre. Y
está seguro de que es un amor que nunca se apagará.
―
Házmelo otra vez, Yoochun ah.
―
No necesitas pedírmelo, claro que lo haré, Junsu.
Deslizar
sus labios por el mentón y el cuello, dejando también algunos de esos
chupetones que mañana serán una marca con el título mudo de “mío” que, sabe, su
propio cuerpo gritará con todas las cosas que el menor le hizo antes. Y siguió
cuesta abajo lamiendo en el trayecto el semen de Junsu de su torso, un poco de
jugueteo mientras su cuerpo se repone y pueden ir por una tercera ronda.
Hacerle
el amor, hasta perder la cuenta de las veces en que se vuelve uno con el hombre
de su vida.
…
Habían
hecho el amor hasta que el alba despuntó. Rendidos por el esfuerzo físico
inherente al acto de amor, Junsu y Yoochun cayeron rendidos en brazos de
Morfeo. Arropados por la anatomía del otro, ambos durmieron hasta que el sonido
de la ciudad en movimiento irrumpió a través de las puertas corredizas que dan
al balcón en el departamento. La luz del día apenas se cuela débilmente a
través de las cortinas que permanecen cerradas, cubriendo las puertas
corredizas. La alarma de ambos teléfonos celulares ha sido ignorada por sus
dueños desde hace al menos un par de horas. Es Yoochun el primero en despertar,
pestañeando somnoliento afianzó el abrazo contra el vientre de Junsu, sonriendo
enamorado al verle ahí. Tenían tan pocos amaneceres así, sintiéndose tan
relajado y feliz.
El
azabache jugueteó con las yemas de sus dedos acariciando el vientre del
peliteñido, sonriendo contra uno su hombro derecho le besó la desnuda piel
tibia con devoto cariño. El menor se removió entre sueños, arrugando la nariz y
apretándose más contra el cuerpo de su novio. Park se rió bajito, deslizando
sus labios por el hombro hasta el cuello, desperdigando algunos besos por los
omóplatos y la espalda superior. Kim suspiró y se giró en medio del abrazo, pestañeando
lindamente mientras despertaba, enfocando lentamente la silueta del mayor.
―
Buen día, Chun~ ― Saludarle con voz pastosa, medio dormido todavía, pero feliz.
―
Buen día, Su baby… ― Corresponder con la voz enronquecida por el letargo,
devolverle la sonrisa y enterrar sus dedos en los desordenados mechones
teñidos... ― Ng, está tieso.
―
Calla~ es porque tú hiciste eso esta
madrugada~ ― Quejarse con un pucherito, sonriendo al sentir las manos del mayor
acariciarle el trasero. Que sí, van completamente desnudos bajo el desorden de
sábanas.
―
Tú te corriste en mi cara primero, no fue mi culpa que cuando yo lo intenté,
saliera disparado hasta tu cabello, baby.
―
Chunnie~ no seas tan pervertido apenas despertar~.
―
¿Me dices eso ahora? Que sepas que no tuve suficiente de ti, eh. Solo tomamos
un descanso para reponer energías, pero yo ya quiero hacértelo de nuevo.
Insinuarle
sin tapujos mientras le roba pequeños besos y le va empujando contra el
colchón, siguiéndole entre sonrisas y jadeos, y mirada cómplice, acomodado
entre las piernas del peliteñido.
―
La habitación apesta a sexo, Yoochunnie~.
―
¿Te estás quejando?
―
No~ me gusta porque huele a nosotros. Ngh~ ― Jadear al sentir cómo el pene del
mayor le roza los muslos, y su propia libido resurge… ― Vas a tener que
llevarme cargando a la ducha después de esto, Chunnie.
―
Con gusto, Su baby… ― Sonríe lascivo, lamiéndole los labios antes de besarle
con desenfrenado y renovado deseo.
No
mucho después, Yoochun ha entrado en Junsu, lentamente friccionando la punta en
la cavidad anal fue empujando su pelvis hasta que centímetro a centímetro toda
su extensión penetró el caliente orificio. Junsu suspiró cuando le sintió
completamente dentro, estirando sus piernas para apoyarse únicamente con sus
pies mientras arquea la espalda y siente su trasero rozarle los muslos al
azabache; su peso recae en aquella postura básicamente en sus hombros y la
espalda media. La sensación de profundidad en la penetración le brinda un
placer casi sofocante, por cada embestida Yoochun toca expresamente la próstata
de Junsu. Además, así, puede masturbarle a su antojo, sujetando el tronco del
peliteñido con la diestra bombea al ritmo de sus estocadas, algunas rápidas,
luego lento.
―
Ngh~ Yoochun~.
―
¿Te gusta, baby?
―
Me encanta~, dame más fuerte, Chun~.
Compartir
una mirada lujuriosa y acercar sus rostros para besarse nuevamente, con la
misma pasión, con mucha más dulzura. Cuando rompen el beso, Yoochun se aleja y
cambia la postura, sujeta los tobillos de Junsu y los lleva arriba y al frente,
uniendo las piernas del menor al centro, realizando penetraciones lentas
entonces. Un ritmo desesperantemente placentero que es impuesto por el
azabache, que arranca nuevos gemidos de la garganta del teñido, que no duda en
estimularse cuando su falo es dejado por su amante. Yoochun, sin embargo,
encuentra otro inconveniente a la postura, y es que no puede besar a Junsu a su
antojo, así que le suelta las piernas y sonríe con cierta picardía cuando el
menor las extiende a un lado, formando una V con ellas, recibiendo el impacto
de sus penetraciones con gemidos extasiados.
―
Esto sí que te gusta, Junsu ah.
―
¿Q…? ― La pregunta nunca llega, Park le interrumpe asaltando su boca como si la
vida le fuese a depender de qué tanto lo haga disfrutar con sus labios.
Cuando
el oxígeno simplemente no fue suficiente para abastecerle los pulmones, ambos
rompieron el beso con un erótico chasquido húmeda, saliva colgó por allí en
pálidos hilos de pasión que mojaron sus rostros. La pelvis de Yoochun, que
hasta el momento se había mantenido quieta, se agitó nuevamente golpeando el
trasero de Junsu, penetrando profundo, fuerte, lento.
―
Ahh~, vamos Chun, lléname… ― Susurra coqueto, tocándose el vientre con los
delgados dedos de la diestra, mientras la contraria sube por su pecho hasta su
propia boca, lamiendo y chupando un dígito.
Park
siente el mismo chispazo que en varias ocasiones durante toda la noche, y su miembro
se hincha en su máxima expresión dentro del ano de Kim, haciéndoles jadear a
ambos de placer. Los carnosos anillos del menor se contraen y dilatan
constantemente, presionando y soltando el falo que entra y sale de su interior
con un ritmo relajado. Y siguen así durante minutos, compartiendo besos
fogosos, tiernos, cariñosos y calientes. Junsu se toca de tanto en tanto, a
veces la mano de Yoochun le acompaña. El sudor ha comenzado a perlarles la
piel, y luego el ritmo va ganando cadencia, los gemidos de Junsu aumentan, los
de Yoochun le siguen.
―
¡Yoochunnie~! ― Grita y arquea la espalda cuando el mayor empuja con fuerza,
agitándose en un gemido tras otro cuando las embestidas aumentan ferozmente en
velocidad, pero no escatiman en fuerza y profundidad.
―
¡Mgh, ngh! ― Los gemidos del peliazabache hacen eco, retumban en los tímpanos
de un peliteñido que no sabe qué hacer con su cuerpo, colapsado en placer.
Park
sujeta las piernas de Kim con sus manos, apretando las rodillas contra sus
costados, la V que forman las piernas del peliteñido se pronuncia con aquella
postura, las penetraciones del peliazabache, también. La garganta se les resaca
nuevamente entre tanto gemido y calor, Junsu lleva una de sus manos al torso de
Yoochun sin saber muy bien el por qué, simplemente tocando con sus dedos la
sudorosa y febril piel, casi seguro de que ese repiqueteo exorbitante que
detecta a través de ellos es el corazón enloquecido de su amante golpeando
contra la caja torácica. ¿O eran quizá las vibraciones de su propio pulso
desquiciado?
Yoochun
respiraba laboriosamente, casi parecía igual que una carrera a toda velocidad
en plena pendiente. Junsu jadeaba agitado, ambos hombres gozando la unión, el
acalorado vaivén de caderas provocando sonidos tan húmedos que el erotismo
mismo podría rendirle tributo al sexo que compartían en aquellos momentos. Pero
lo sentían cerca, tanto que era imposible controlarse a sí mismos, sus cuerpos
llevaban la batuta en aquellos instantes. Y perdieron noción de tiempo y
espacio unos segundos después, estallando en el cuerpo ajeno. Junsu ensuciando
sus torsos –otra vez–, Yoochun llenándole, tal como le había pedido. Park se
dejó caer a un lado, agitado, sudoroso y extasiado, Kim sintió que las piernas
se le habían entumecido, pero el calor húmedo en su interior de alguna manera
le hacía sentir sumamente dichoso.
―
Siento que tu semen escurre entre mis piernas, Chun~ creo que esto último fue
el límite de mi traserito~.
―
Espera unos minutos, tomamos la ducha y limpiecito de cabo a rabo, te puedo
llenar de nuevo, Su baby.
―
Pervertido~.
Reír
juntos, buscarse en un abrazo y besarse. Y saber que esa mañana es tan joven
que el amor todavía puede fluir. Aunque para el día siguiente Junsu tenga que
encontrar la forma de justificar su cuasi cojera y cancele todos sus
compromisos laborales porque, oh joder, Yoochun sí que estaba cumpliendo con
darle hasta que no pudiese ni levantarse.
FIN
OMG!!...Junsu en negligé color vino... que ricura para Yoochun...
ResponderBorrarEste porn time ha estado maravilloso!!!... adoro que Junsu no sólo sea hermoso, delicado y tierno, sino apasionado y lascivo. Al parecer lo ha aprendido muy bien de su amado Chunnie...
Gracias por la historia, la he disfrutado mucho mucho...