Había subido este miniserial (?) anteriormente en A-Y, pero cuando estaba revisando los archivos me di cuenta de que lo tenía sin nombre, únicamente fueron "drabbles" que se supone escribí el año pasado en Marzo ;D lo siento, mis locuras a veces están terriblemente desorganizadas. Intenté recordar con qué nombre lo subí antes, pero no conseguí hacerlo, y la vdd es que tuve pereza de buscar. Pero estoy segura de que por ahí iba el nombre, y que de todas formas no anda tan errado.
Después del testamento de notas iniciales, que disfruten (nuevamente, tal vez) del fic~.
~*~
Enamorarse
no había sido tan complicado. La verdad no. Lo complejo fue llevar esos
sentimientos al nivel adecuado, es decir, una relación estable en la que ambos
se sintieran cómodos y felices con el otro. Lo cual no ha sido sencillo, dada
la personalidad de cada uno. Pero, lo estaban llevando bien. Lo suficientemente
bien como para que Steve Rogers sintiera la mansión Stark como su propio hogar.
Aunque Tony tenía unos gustos extravagantes para todo. Todo, señoras y señores,
lo que, obviamente, se extiende al plano sexual.
—
¡De ninguna manera, Tony!
—
Oh vamos, Steve, es solo un delantal.
—
¡Sumamente vergonzoso! ¡He dicho que no, y no lo haré!
—
Tacaño… — Farfulló el multimillonario, guardando de vuelta en un cajón en la
amplia cocina, el delantal que había comprado con la ilusión de convencer a su
amante de usarlo para él.
—
No me digas así, es porque quieres que lo use para tu propio placer, Tony… — El
capitán dijo, alzando la barbilla con ademán caprichoso.
—
Pero tú también lo vas a disfrutar, eso es obvio, Steve.
—
No, solo estaría en una crisis de vergüenza dándote el gusto. Y mejor que no lo
vuelvas a mencionar o me molestaré en serio, Tony.
El
morocho suspiró. De momento era mejor dejar el tema por la paz. Pero solo de
momento. Ya volvería “al ataque” después. Uno de esos días tendría que
conseguir que el ojiazul le cumpla la erótica fantasía de hacerle el amor con
aquella única prenda cubriendo su esculpida desnudez.
—
Ah, te estás imaginando la vergonzosa escena, ¿verdad, Tony? — El rubio le dio
un puñetazo en el costado, demasiado abochornado para ignorar la lujuriosa
mirada de su amante.
—
¡Ng! Eso dolió, Steve. Trátame con más cariño, algodoncito de azúcar… — Stark
dijo. Y vio el semblante de Rogers ensombrecerse. Realmente detestaba cuando se
ponía “meloso” con él, porque ambos saben que es más un jugueteo que un gesto
sincero o propio de la personalidad del magnate.
—
Sigue provocándome y dormiré en otra habitación esta noche.
—
Ok, ok. Cielos, tantos meses saliendo y todavía no puedes compartir mi sentido
del humor. En serio, Steve, en algo estoy fallando como tu amante, me haré un
análisis exhaustivo. JARVIS.
—
“De inmediato, Sr. Stark. Iniciando secuencia de análisis.”
—
Eres tan… — Rogers soltó una risita, ver a Tony ser escaneado por su propio
sistema computarizado era divertido. Sobre todo porque de pronto “babas” le
estaba arrastrando al sótano, donde seguramente el “análisis” le haría hacer
más de alguna rabieta… — A veces tan, pero tan infantil que casi es lindo.
—
¡Te escuché, Steve! ¡Deja que termine de desarmar a “babas” y te mostraré quién
es el lindo aquí!
Por
supuesto, Stark cumplió –y con creces– lo “prometido”. Pero Rogers no se quejó.
De hecho no hizo otra cosa más que gemir bajo el cuerpo de su amante, sudar con
el rostro colorado y temblar por cada oleada de placer que lo recorrió de pies
a cabeza durante horas hasta que el morocho se sintió “saciado” de él. Lo que
de todas formas no duraba gran cosa, porque el ojiazul presiente que, si por
Tony fuera, estarían como conejos teniendo sexo todo el tiempo posible.
—
¿Quieres ducharte?
—
No quiero moverme de aquí, ¿me llevarás cargando?
—
Steve, si no fueras un poquito más alto y robusto que yo, seguramente lo haría.
Pero no, así como me has dejado de agotado, soy incapaz de cargarte al estilo
princesa.
—
Oh, pero dijiste que soy lindo, deberías ser capaz de llevar a tu lindo novio a
la ducha, Tony~.
El
morocho podía darse cuenta del tono divertido con que su novio hablaba,
riéndose descaradamente de su rostro frustrado. Y Stark no es de los que dejan
pasar una “broma” de esta naturaleza. Orgullo y vanidad, eran rasgos de su
personalidad imposibles de ignorar.
—
¡Tony! ¿Qué estás haciendo? Bájame, te vas a lastimar la espalda~.
Claro,
Stark consiguió llevar en brazos a Rogers a la ducha, y darle una buena lección
del por qué no debe meterse con su orgullo masculino –o lo que es lo mismo en
el lenguaje del multimillonario, le hizo nuevamente el amor, castigándole un
poquito al no dejarle correrse hasta que le vio llorar necesitado de aquel
desahogo sexual–. Naturalmente, al día siguiente se quejó de dolor de espalda,
y tuvo que usar una faja de apoyo dorsal para recuperarse.
En
realidad, no les iba nada mal como pareja. Aunque todavía había ocasiones en
las que Rogers se ponía un poco ansioso cuando Stark tenía una reunión de
negocios o asistía a alguna fiesta. Las mujeres lo perseguían como moscas, y el
magnate no podía flirtear con ellas. Aunque ser infiel estaba simplemente fuera
de toda posibilidad, el capitán no disfrutaba para nada las portadas de
revistas que veía por la calle o hasta en el trabajo.
—
¿Capitán, está todo bien?
—
¿Qué? Ah, sí Srita. Hll. ¿En qué puedo ayudarla?
—
Ya sabes, eres el jefe. Tony quiere que firmes unos documentos.
—
¿Qué documentos?
—
Solo, documentos que te avalan como su, pareja.
—
¿Qué? Pero, no estamos casados.
—
Oh, esto es similar. De todas formas, te los dejo, puedes leerlos si gustas. Cualquier
duda que tengas, no dudes en llamarme. Ah, capitán, ustedes podrán no estar
casados, no portar un anillo de bodas pero, a mi parecer, y de todo el equipo,
ustedes estarán juntos para siempre, ese es un compromiso más valioso que un
papel o una argolla.
En
cuanto María Hill dio media vuelta, Rogers sintió sus mejillas calientes. Que
todos –los más cercanos, los verdaderos amigos– sepan sobre su relación con
Stark hacía todo más sencillo, pero al mismo tiempo le seguía llenando de
vergüenza. Observó la carpeta que Hill le entregó antes y sonrió, está seguro
de que algo como dejar propiedades a su nombre estará entre todos esos papeles.
Y eso, aunque le agradaba, también se sentía como una gran carga.
—
Comportándonos como una pareja felizmente casada, esa es la idea que tengo… —
Dijo para sí. Consciente de los valores morales que todavía estaban bien
arraigados en su mente.
…
Habían
pasado dos, DOS días sin verse. Stark estaba ansioso, todo lo que quería era
que Rogers volviera también pronto de su trabajo y comérselo a besos.
—
Besos, mordiscos, algunas lamidas por aquí y allá. Diablos, quiero empujarlo
tan fuerte que tenga que mostrar los músculos de sus brazos, tensar el torso y
morderle la clavícula.
—
¿Qué cosas impúdicas estás balbuceando, Tony?
—
¡Steve! — Excitado, el morocho lo recibió con un húmedo y profundo beso, lengua
y saliva por todas partes. Y las rojas mejillas en la tez clara de su amante… —
De prisa, quítate la ropa.
—
¿Qué? ¡Acabo de llegar, deja tus manos quietas! ¡Tony~!
No,
Rogers no ganó esa batalla. E hicieron el amor en plena estancia, ensuciando el
sofá con semen y sudor. El semen era lo vergonzoso. Y más, saber que no eran
ellos quienes limpiaban lo que “ensuciaban”.
—
Pervertido, siempre haces lo que quieres.
—
Fue un impulso debido a la abstinencia sexual, Steve.
—
¿Abstinencia sexual? ¡Lo hicimos toda la noche antes de que te fueras de viaje!
¡Y solo fueron un par de días!
—
Uno solo, unas horas, minutos incluso. El tiempo que no puedo estar contigo, ya
me hace entrar en crisis. Y es porque te amo, Steve Rogers. Acostúmbrate a eso.
La
seriedad, la determinación, el brillo juguetón en la mirada oscura de Stark.
Todo eso hacía flaquear las débiles defensas de Rogers, y tiraba de sus labios
formando una sonrisa enamorada que no tardaba en desaparecer cuando la boca del
morocho le besaba.
Bueno,
no era una relación sencilla, y sus personalidades podían tener grandes
diferencias. Pero, a su manera, encajaban. Y estaban enamorados así.
~~*~~
Cuando
comenzaron a salir, Rogers siempre estaba inquieto alrededor de Stark, le ponía
los nervios de punta que le abrazara o besara despreocupadamente en cualquier
momento sin importar las personas o la situación. En una misión incluso tuvo el
atrevimiento de besarle en medio de una ráfaga de disparos, cubriéndose con el
escudo del capitán para evitar ser heridos.
—
Para recargar energía.
Había
sido la excusa del Ironman, sonriendo pícaro antes de lanzarse al vuelo y continuar
como si nada hubiese pasado, dejándole a él con el corazón desbocado y las
mejillas calientes. Por mero instinto, el capitán se había defendido y
enfrentado a los enemigos, terminando satisfactoriamente la misión encomendada.
Aunque aquella había sido una de las tantas discusiones sin fin en que no
llegaban a un acuerdo en común, la verdad es que su relación había continuado
“viento en popa”. Y poco a poco se iban acostumbrando, adaptando y aceptando la
personalidad del otro. Las discusiones iban y venían, pero ninguna tan
importante como para poner en riesgo la relación.
Aún
así, el noviazgo de la pareja de superhéroes era tema de conversación a menudo,
sobre todo cuando ellos estaban presentes y se convertían en la comidilla de
las reuniones. Generalmente era Rogers quien terminaba todo avergonzado, y
Stark más que feliz reconociendo que están enamorados, entre otros datos
indecentes que el multimillonario soltaba sin “pelos en la lengua”.
—
Ahora lo disfrutas, pero durante los primeros meses también te ponías ansioso,
Tony.
—
Pepper, no sabía que vendrías.
—
Por si lo has olvidado, me tienes dirigiendo tu empresa, por supuesto que de
vez en cuando todavía tengo que pasar por aquí. Capitán, chicos… — La rubia
saludó a todos, sentándose luego junto a Natasha, viendo cómo el morocho le
ignoraba y se servía una copa de vino, mientras que el ojiazul continuaba
leyendo algo en una tableta.
—
Se pone al día con algo diferente cada vez. Creo que hoy está leyendo sobre
maternidad… — Natasha relató por lo bajo, mientras la rubia revisaba en su
móvil algo relacionado con la dirección de Industrias Stark.
—
¿Maternidad? — Preguntó incrédula. Viuda negra asintió.
—
También me intriga saber por qué está tan interesado en el tema.
—
¿Será que esté pensando en familia?
—
Pues con Stark no podría. A menos que consideren la adopción, es decir, ambos
son hombres. O quizá busquen una madre sustituta.
—
Con una madre sustituta seguiría siendo el hijo de uno u otro, no de ambos. No
me los imagino asumiendo una paternidad de esa manera. Quizá adopción, pero
todavía sigue siendo extraño que esté leyendo sobre maternidad.
—
Pepper, te ves relajada.
—
¿Eh?
—
Solo me estaba dando cuenta, hasta hace algunos meses tú también te veías más
estresada. Quizá porque tenías que cuidar de Stark, bueno, de que ninguna de
esas arpías que suelen buscarlo consiguiera meterse en sus pantalones.
La
rubia sonrió. Realmente había sido así.
—
Sí, antes de que conociera a Steve, Tony aprovechaba cualquier oportunidad para
llevar mujeres a la cama. El sexo para él no era más que eso, el placer físico
sin compromiso alguno. Pero, incluso antes de que comenzaran a salir, ni bien
Tony supo que el capitán había vuelto de su estado de congelamiento, iniciaron
los cambios. A veces hablaba del capitán como si le cayera mal, pero siempre
supe que simplemente estaba ansioso por todo lo relacionado con Steve. Después
de su primera reunión, Tony simplemente dejó de conquistar mujeres, digamos que
se mostró fiel desde entonces. Cuando Steve aceptó salir con él, mismo Tony me
pidió que vigilara que ninguna mujer se metiera en su vida.
—
Pero no han parado de buscarlo, ¿cierto?
—
Bueno, no será sencillo que se deshaga de su pasado como playboy, sobre todo
cuando él mismo lo ostentaba con orgullo.
—
¿Crees que llegue a hacer pública su relación con el capitán?
—
Definitivamente. No me sorprenderá cuando lo haga. Tony es así, te aseguro que
ahora se ha contenido solamente porque sabe que Steve no lo toleraría, pero en
cuanto sienta un poco más seguro al capitán, Tony soltará “la bomba”.
—
Sí que le conoces bien.
—
He estado con él durante mucho tiempo, supongo que soy su mejor amiga.
—
¿Y ya no estás enamorada de él?
—
No, Natasha. Ya superé ese sentimiento, ahora me es suficiente con ser su
amiga. Y encargarme de que Industrias Stark se mantenga en la cúspide del
éxito.
Las
mujeres sonrieron, viendo lo insistente que Stark había comenzado a ponerse con
Rogers, queriendo su atención como un niño malcriado.
—
Deja ya de leer, vamos a darnos un chapuzón en la alberca, Steve.
—
¿Qué? ¿Ahora? Es casi hora de cenar, Tony. Es verdad, debería ponerme en ello.
—
¿Ya vas a usar el delantal?
—
No… — Dijo de inmediato, fulminándole con la mirada antes de dejar la tableta
sobre la mesa de centro y levantarse… — Ni se te ocurra venir a la cocina si no
piensas ayudar.
—
Que aburrido, no me dejas hacerte nada porque tenemos visita, ¿verdad?
—
Obviamente… — El ojiazul sonrió a las mujeres, y más allá a Bruce y Clint, el
doctor revisando algún artículo, y el arquero haciendo zapping en la tv.
—
Steve, la habitación es insonora, ¿sabes?
—
Dormiré en otra.
—
Nh, puras privaciones, los voy a correr a todos.
—
No te atrevas, me enojaré.
—
Siempre me amenazas con eso, Steve.
—
Porque sé que me escuchas… — El ojiazul le dedicó una sonrisa. Y fue suficiente
para que el morocho se resignara.
—
Lo sabe, me manipula a su antojo con esa sonrisa linda.
Pronto,
Pepper se unió a Rogers en la cocina para ayudarle con la cena, ya que estaba
de invitada quería ayudar, y la verdad es que se le daba bastante bien. Natasha
por su parte, terminó uniéndose a Clint haciendo zapping en la tv. Stark echó
una ojeada en los archivos que su amante estuvo leyendo en la tableta. Igual
que sus amigas, estaba curioso acerca del motivo por el que el ojiazul estaba
leyendo específicamente acerca del tema.
—
¿Querrá tener hijos? — Pensó.
Pero
dio por zanjado el tema, era un poco extraño incluso para él, que hasta el
momento no ha pensado en familia, demasiado ocupado en disfrutar de la relación
siendo solo ellos dos.
—
Además, deberíamos casarnos primero de todas formas… — Concluyó, y se unió al
Dr. Banner hasta que la cena estuvo lista.
…
Durante
las semanas siguientes, Rogers continuó leyendo un montón acerca de la
maternidad, aprovechando los pocos momentos libres que tenía entre el trabajo y
su demandante novio. Luego de pronto, una mañana despertó sintiéndose “raro”,
como enfermo. Lo que ya de por sí era raro pues él no se enfermaba. Tenía dolor
de cabeza y náuseas, y aunque normalmente consumía líquidos suficientes para
mantenerse hidratado, ir contantemente al baño comenzó a preocuparle. Y por si
fuera poco, tenía sensibles los pezones, el simple roce de su camiseta le
resultaba extraño.
—
¿Otra vez al baño?
—
No molestes, Tony. Es solo que he tomado mucha agua.
—
Yo he visto que tomas lo de siempre, Steve. ¿Estarás enfermo?
—
¿Qué? No, no creo. Estoy bien.
—
También vomitaste esta mañana después de desayunar, y durante la comida apenas
tocaste tu plato.
—
Yo no me enfermo.
—
Sé que no, pero es raro, tienes que admitirlo. Vamos con Banner, que te haga un
chequeo médico, por las dudas.
A
regañadientes, Rogers aceptó. A la mañana siguiente se pasaron por el
laboratorio, y después de que el Dr. Banner hiciera lo propio, la gran
revelación llegó.
—
Enfermo no estás, Steve.
—
Lo sabía.
—
Sin embargo, y desde ahora les digo que hice la prueba tres veces porque yo
tampoco podía creerlo, lo que tienes es una condición que “pasa” transcurridos
unos meses.
—
¿Qué? — Dijeron al unísono la pareja.
—
Bueno, seguro que leíste sobre esto desde que has estado interesado en el tema
de la maternidad. De hecho, puede ser que instintivamente hayas buscado
prepararte para este momento.
—
Bruce, no te estamos siguiendo el hilo, amigo… — Stark dijo, aunque la
expresión de Rogers decía lo contrario. Sí que estaba entendiendo.
—
Pero, es imposible Bruce. Soy, hombre.
—
Lo sé, pero como dije antes, hice la prueba varias veces. Y fue positivo en
todas ellas.
—
¿De qué están hablando? Qué tiene Steve.
—
Pues, que está embarazado.
Stark
se quedó boquiabierto. Rogers se cubrió el rostro con las manos. Ambos
demasiado incrédulos de la noticia.
~~*~~
Banner
estaba esperando pacientemente por una reacción más allá del asombro, aunque le
estaba divirtiendo bastante la cara de idiota que estaba poniendo Stark. Un par
de minutos después, finalmente la pareja salió del trance. Con un comentario un
poco “extraño” de parte del morocho.
—
¿Eso significa que estarás gordito en unos cuantos meses? ¡Wow! ¡Eso será
asombroso, Steve!
—
¿Gordito? — Al ojiazul le saltó una venita en la sien. Y no era cosa buena
hacerle enfadar, sobre todo metiéndose desde tan pronto con su figura. Que
además, es en parte culpa del morocho.
—
Sí, bueno. Ganarás peso con el embarazo, ¿verdad, Bruce? Me encantará verte con
tripa abultada, y tengo curiosidad por ver cómo ese cuerpazo que te mandas
cambia. ¿Puedo hacer un diario con videos a lo largo de los meses?
—
Tony, estás diciendo tonterías, ¿sabes?
—
¿Eh? ¿Por qué? Vamos a tener un hijo. Un bebé crece en tu vientre desde,
espera, ¿cuánto tiene de embarazo, Bruce?
—
Dos meses y medio.
—
¡Eso! Un mini capi-paleta crece en tu interior desde hace dos meses y medio.
Aunque, la tripa es calientita, ¿verdad? Por lo que no es mini capi-paleta,
sino un mini ironman.
—
Tony, ¿estás bien? — El Dr. Banner preguntó, visto que el morocho estaba
demasiado hablador con tonterías, sudaba y parecía que estaba al punto del
desmayo.
—
¿Yo? ¡De maravilla! Voy a ser papá… — Dijo, y comenzó a reírse
escandalosamente, parándose y caminando de un lado a otro repitiendo la misma
frase… — Voy a ser, papá.
Hasta
que finalmente se desmayó. El sonido de su cuerpo cayendo en el suelo fue
bastante escandaloso, pero Banner pronto dijo que estaba bien, que simplemente
se había desmayado y si acaso, tendría un chichón en la nuca.
—
¿Me ayudas a levantarlo, Steve?
—
Oh no, vamos a dejarle ahí.
—
¿Te estás vengando por todo lo que dijo?
—
No, estoy velando por su orgullo masculino. Él detesta que le cargue, ya que él
es “el hombre” de la relación, así que simplemente esperaré a que recobre la
conciencia. A menos que te estorbe, Bruce.
—
No, para nada. Yo, voy a volver al laboratorio, ustedes… Felicidades por tu
embarazo, Steve.
—
Sí, gracias. Todavía es como un sueño, pero, gracias. Realmente me siento
feliz.
Minutos
más tarde, Stark despertó. Quejándose de un ligero dolor de cabeza.
—
¿Por qué sigo tirado en el piso?
—
Porque eres “el hombre”, ¿no?
—
Ah, tienes unas maneras muy extrañas de vengarte, Steve. aunque me agrada el
sitio donde estuve desmayado, deja pierdo la conciencia otra vez.
—
¡No me estés tocando las piernas! ¡Descarado~! — El ojiazul le empujó,
levantándose de su sitio y quejándose de un entumecimiento en las piernas por
haber estado arrodillado tantos minutos, ofreciendo su regazo como cabecera
para su amante.
El
multimillonario se rio de buena gana un rato, aún ahí, en el piso. Luego se
quedó callado, mirando hacia arriba, teniendo una buena vista del capitán.
—
En serio, Steve, tienes un cuerpo condenadamente sexy, quiero hacerte el amor
aquí y ahora.
—
De ninguna manera, estamos en los laboratorios Stark.
—
Steve.
—
Ya te dije que…
—
Te amo.
Rogers
se sonrojó profusamente.
—
Yo, yo también a ti.
—
Y, de verdad estoy feliz porque vamos a ser padres. No sé cómo es posible pero,
ahora mismo me siento absurdamente dichoso, más millonario que nunca.
—
A veces dices cosas realmente cursis, ¿sabes, Tony? — Dijo, agachándose hasta
que su rostro estuvo a poca distancia del de su amante. Sonriendo radiante.
—
Sí, bueno. Un hombre tiene que hacer lo suyo. Además, estoy haciendo méritos
para una buena sesión de sexo.
—
¡Idiota! — Dijo, empujándole cuando le vio con las claras intenciones de
besarle, levantándose e ignorando las palabras de su novio mientras salía de
ahí.
Rogers
sonrió mientras le daba la espalda a Stark. Ambos saben que así se demuestran
sus sentimientos, cada uno a su manera. Y esperaba que esta nueva experiencia
como pareja, solo les uniera más, mucho más.
…
La
noticia del embarazo de Rogers corrió rápidamente entre sus amigos vengadores.
Pero todavía estaban haciendo lo posible por mantenerlo en secreto del mundo
entero a ser necesario.
—
Eso significa que tienes que dejar de trabajar entrenando reclutas y en
misiones, Steve.
El
rubio abrió la boca para decir algo, pero la cerró al instante. No podía negar
eso. Ahora tenía una prioridad en su vida, traer al mundo a su bebé.
—
¿Cómo vamos a cubrir mi repentina ausencia?
—
No sé, algo se nos ocurrirá. Prometo asegurarme de que no te aburras… — Agregó
con una mirada pícara. El ojiazul sonrió, agitando la cabeza de un lado a otro
con resignación.
—
No vamos a tener sexo como conejos, Tony.
—
¿Por qué no? Vas a tener tanto tiempo sin nada más interesante que hacer,
necesitas desfogar toda esa adrenalina que se te acumulará.
—
Tonto… — Sonrió, dejándose hacer cuando el morocho comenzó a besarle, sabiendo
que no solo serían besos.
—
¿Tus pezones siguen sensibles? — Murmuró con voz ronca, frotando con sus dedos
los montecitos del ojiazul.
—
Ngh~ basta, no seas tan aprovechado, Tony.
—
Lo siento, no puedo prometerlo, Steve… — Dijo, abriéndose paso hasta el pecho
de su amante, lamiendo y succionando sus pezones.
Le
hizo el amor con lentitud, hasta que sus cuerpos no dieron para más.
Y
fue de la misma manera en adelante, siempre que intimaban se tomaban su tiempo
para disfrutarse. Por supuesto, Stark encontró sumamente satisfactoria su vida
como “esposo responsable que atiende 24/7 a su amante”, largo el nombre, pero
título que se había adjudicado sin titubeos.
Luego,
al cuarto mes de gestación, en una cena romántica, la propuesta de matrimonio
que hizo llorar a Rogers. Quizá también por el cambio hormonal. No,
honestamente conmovido por la sencillez de Stark para entregarle el anillo que
ahora no deja de mirar.
—
¿Qué tanto le miras? No es tan impresionante, ya que decidí algo sencillo y no
llamativo… — Dijo, bostezando y espabilando el estado somnoliento, todo y que
el sol había despuntado desde hace rato.
—
Es perfecto, y me hace sentir más unido a ti.
Stark
sonrió, y se inclinó por un beso. Y luego otro, y otro. Por supuesto, hicieron
el amor esa mañana. Luego compartieron el desayuno y salieron de compras. Lo
que ya de por sí fue bastante llamativo, Stark simplemente llamaba la atención,
y Rogers igual. Aunque ahora intentaba ocultarse, particularmente porque sus
pectorales han comenzado a dejar paso a un vientre abultado.
—
¿Qué crees que tendremos? ¿Niña, niño?
—
No sé, pero será precioso cuando podamos tenerlo en nuestros brazos.
—
Tenemos que pensar en nombres.
—
Sí.
—
¿Quieres que conozcamos el sexo antes de que nazca?
—
¿Tú quieres, Tony?
—
Bueno, la verdad sí.
—
Entonces está bien.
—
No tienes que acceder solo porque yo quiero, Steve.
—
No es eso, es que realmente no es algo que me preocupe. Pero, si sabemos qué
viene, podemos elegir mejor todo lo que comprar para su habitación, ¿verdad?
—
¡Exacto!
Y
fue así, que, en la siguiente ecografía, supieron que tendrían un varón.
~~*~~
—
¿Quieres que organice la boda para el próximo mes?
—
Sí, no debe ser tan difícil Steve. Además, voy a estar aquí para ayudarte.
—
Pe-pero… ¿en verdad? ¿Quieres que organicemos una boda? Con invitaciones,
pruebas de traje, anillos y todas esas cosas… — Murmuró, con las mejillas
encendiéndosele cada segundo más, hasta parecer un lindo tomatito colorado, o
quizá semáforo en alto.
—
Así es… — Stark respondió, mirándole de frente, sin perderse detalle de la
forma en que su expresión iba mutando del desinterés a la vergüenza matizada de
felicidad… — Pero sin despedida de soltero, a menos que sea yo quien sale del
enorme pastel para bailarte un privado… — Alardeó con aire coqueto, agitando
las cejas con picardía. Aunque de momento lucía más como un gesto cómico que
hizo reír honestamente al ojiazul.
—
No creo que quiera esa escena delante de nuestros amigos, Tony. Y
definitivamente no querría una despedida de soltero para ti, seguro habría un
montón de chicas queriendo meterse en tus pantalones.
—
Ellas podrían, pero yo no estaría interesado en absoluto. Porque tengo al
hombre más sexy del universo entero esperando por mí, o quizá ese hombre sexy
podría salir de un enorme pastel vestido con algún provocativo conjunto de
lencería.
Lo
que Stark recibió fue un golpe de un muy avergonzado y caprichoso Rogers, que,
por si fuera poco, es además un hombre embarazado que no quiere bromitas de
aquella naturaleza.
—
Ya te he dicho que no me gusta que pienses en mí vestido con ropa de mujer,
Tony.
—
Ok, ok. Era una broma. De cualquier manera te prefiero mil veces desnudo que
con ropa, no importa de cuál sea. Aunque desnudarte también es entretenido y… —
Uno de los cojines de la sala fue a dar a su rostro. Obviamente, Rogers se ha
avergonzado de sobremanera.
Stark
se rio sin ánimo de burla. Claro que adora avergonzar a su prometido, pero
sobre todo le encanta que, a pesar de todo, Rogers haya entendido que es esa su
manera de expresarle su amor. Un poco retorcido, quizá demasiado lleno de
orgullo y vanidad, pero honesto.
—
Entonces, ¿planeamos la boda, Steve?
—
Siempre que prometas estar para ayudarme, supongo que no está mal.
—
¡Excelente! Bien, vámonos de compras.
—
¿Qué? ¿Ahora? Ni siquiera he tomado una ducha, y no estoy vestido para salir, y
¡Tony~!
—
Excusas. Estás sexy así, es más, si tuvieras pijama aun así todo mundo
voltearía a mirarte. ¿Tienes idea de cuánto me tengo que controlar?
—
¿Te pones celoso?
—
Bueno, sí, también. Pero, oye, quiero presumirte en todas y partes y decir con
orgullo que solo pueden mirar, porque para amarte ya me tienes a mí. Al gran
Tony Stark.
Fue
turno del ojiazul de reírse de buena gana, aunque al sujetarse el estómago, la
forma de éste le recordara con infinita alegría que ahí, ahora, no estaban sus
bien trabajados pectorales, sino una tripa que comenzaba a redondearse.
—
¿Me veré gordo cuando nos casemos? Tendré cinco meses, Tony.
—
¿Gordo? Bueno, probablemente se te note más la tripa, pero pienso que te verás
lindo, precioso, atractivo. Mh, creo que “hermoso” es una mejor palabra para
definirte.
—
Que tonto~.
—
Ese lenguaje, últimamente te has puesto muy rebelde con eso, Steve.
—
¿Qué? N-no, yo solo… es tu culpa, Tony.
—
Sí, sí. Mía. Ahora deja de aferrarte a la puerta y vámonos ya, hay mucho qué
comprar. JARVIS, investiga por mí todo lo referente a la organización de una
boda.
—
“Enseguida, señor”.
…
Apenas
es el tercer día, pero Rogers ha pasado más tiempo escuchando las interminables
charlas de Natasha y Pepper, que concentrándose realmente en su boda. Y Stark,
bueno, él se la pasaba reprogramando, reconstruyendo y haciendo berrinche
porque sus amigas tenían acaparado a su novio.
—
Pepper, Natasha, soy yo quien va a organizar mi boda con mi prometido, así que.
—
¿Nos echas de tu casa, Tony?
—
Pues. Sí, eso es.
—
¡Tony~! No seas grosero con las chicas.
—
Ellas son más groseras interrumpiendo sin parar. Y a quién le interesan los
vestidos de novia que ellas quieren usar, cuando vayan a casarse que lo piensen.
—
Fue un tema de conversación, y duró apenas unos minutos, Tony, no seas tan
exagerado y celoso.
—
Una hora, Natasha, ese tiempo valiosísimo consumieron de MI tiempo con MI
prometido.
—
Oh, cielos, estás demasiado engreído y celoso hoy, Tony. Debe ser que te estás
contagiando de los cambios hormonales de Steve.
—
No me estoy contagiando de nada, es que me están arruinando las grandiosas
sesiones de sexo que tenía planeadas para estos días.
—
¿Quién dijo que íbamos a tener sexo, Tony? — Rogers preguntó, enarcando una
ceja con ese gesto suyo que dice que está a punto de darle un golpe o irse a
dormir a otra habitación.
—
¿No? Ya sabes, entre los modelos de invitaciones o destinos paradisiacos para
la luna de miel, iba a darte un masajito y luego una cosa llevaría a la otra y…
—
¡Tony, pervertido!
—
Bueno, nunca dije que sería abstemio durante estos días.
Rogers
suspiró. Honestamente, cómo podía ser que su prometido no pensase en otra cosa
más que sexo. Aun así terminó por sonreír, también le gustaba ese lado suyo,
aunque nunca se lo diría. Natasha y Pepper finalmente se despidieron.
—
No nos vamos porque nos corras, Tony. Es que tenemos una cita doble con unos
chicos súper ardientes.
—
Mal influencias a Pepper, Natasha.
—
No quiero escuchar eso de ti, Tony.
—
Al fin solos, bebé… — Obviamente, Stark iniciaría su “ataque”. Y seguramente
Rogers cedería.
~~*~~
Rogers
se estiró bajo el calor de las mantas, dando media vuelta y suspirando cuando
sintió la presión en la vejiga. Tenía que levantarse al baño, aunque se le
antojaba quedarse otro rato ahí, compartiendo el calor con su prometido.
—
¿Vas a orinar tan temprano, Steve?
—
Sí, nuestro bebé insiste en presionarme la vejiga aunque aún es pequeñito.
—
¿Te puedo mirar?
—
¿Qué? — Preguntó, pero en cuanto se topó con la mirada pícara de su prometido,
gimoteó casi ofendido… — ¡No!
Stark
simplemente se rio de los tiernos berrinches que su prometido hacía siempre que
insinuaba algo lascivo.
—
Como si fuera mi culpa de todas formas, él despertó en mí un lado pervertido
que ni yo me conocía.
Meditó,
preguntándose al mismo tiempo si debería esperarle ahí y tomarse otro rato
acostados, o si sería mejor levantarse y prepararle el desayuno.
—
Supongo que debo consentirlo. Así que le preguntaré qué prefiere en este
momento.
Después
de liberar espacio en su vejiga, Rogers no pudo contener la curiosidad por
mirarse el vientre en el espejo del baño. El bulto se notaba bastante para su
gusto.
—
¿Y tendré que casarme luciendo así? Bueno, no me quejo realmente. Pienso que
Tony me hace sentir lo suficientemente bien como para no avergonzarme. ¿Mh? ¿Mi
pecho realmente luce, crecido? — El ojiazul se tocó el pecho, notando cómo la
sensibilidad en sus pezones continuaba ahí… — Bruce dijo que era normal por los
cambios hormonales. Pero, que haya dicho que era altamente probable que pudiera
amamantar me dio un poco de escalofríos. ¿Voy a ser un hombre amamantando? ¿Y
si nuestro bebé se trauma por eso?
—
Ya decía yo, que deberías estar pensando algunas tonterías para tardar en
volver.
—
Tony, no me sorprendas así.
—
Y tú no pienses bobadas. Nuestro bebé va a ser afortunado por todo lo que ya
haces por él, está creciendo dentro de ti, y vas a amamantarle. ¿Sabes que hay
mujeres que no pueden hacerlo? Tú también deberías sentirte afortunado, y no
pensar en nada como traumarlo.
—
¿Estás enojado? — Rogers preguntó, honestamente sorprendido de ver cuánto sus
palabras e inquietudes podían afectar a su prometido.
El
morocho aclaró la garganta, como si recién se diera cuenta de su propio
comportamiento. E intentó disfrazarlo con una expresión arrogante y uno de sus
tantos comentarios cargados de lujuria.
—
Sí, pero lo puedo pasar por alto si me dejas probarte ahora mismo.
—
¡Definitivamente no~! ¡Tony, pervertido!
—
Ok, ok. No te enojes, ¿quieres desayunar?
—
Ahora que lo mencionas, sí, tengo hambre. Quiero fruta, y pan recién horneado,
también leche con chocolate, y jugo de zanahoria.
—
Bueno, bueno, hoy se despertaron con mucho apetito eh.
—
Estamos en pleno desarrollo… — Dijo con una sonrisa ancha, sobándose la tripa
con orgullo.
—
Ya veo, me encargaré de vigilar que mis nenes crezcan súper bien.
—
Deja de coquetearme y apresúrate a la cocina, Tony.
—
¿Ya me mandoneas tan pronto? Al menos un besito de buenos días.
—
Tú no sabes de “besitos”, siempre terminas metiendo tu lengua y acariciándome
por todas partes.
—
¿Y? Ni que no lo disfrutaras.
Rogers
entonces selló sus labios. Porque se defendía mejor guardando silencio. Pero
claro, todo era causa y culpa de las hormonas, que se le revolucionaban en un
santiamén cada que su prometido se ponía un poquito caliente. Casi parecía que,
con el embarazo, su cuerpo se había vuelto terriblemente lascivo.
…
Esa
mañana salieron temprano, tenían cita con un diseñador para elegir los trajes a
usar el día de su boda. Stark quería vestir de negro, y que Rogers lo hiciera
de blanco. Aunque Rogers se inclinaba también por el negro, presentía que
terminaría usando el color que su prometido quería. De alguna forma, parecía
más armónico hacerlo así.
—
¿Ya terminaste de cambiarte?
—
Espera un poco, ya casi, Tony.
El
ojiazul jadeó cuando su prometido entró, de todas formas, en el probador. Le
veía las “malas” intenciones en los oscuros ojos. El morocho sonrió coqueto,
pero mantuvo la distancia, solo mirando con ojos hambrientos la forma en que su
prometido terminaba de cambiarse. El traje blanco le quedaba simplemente
perfecto.
—
Deja de mirarme así, me avergüenzas.
—
Pero te estoy mirando con cariño. Estás muy guapo, Steve.
—
Por eso te digo que me avergüenzas. Y de todas formas no quieras convencerme
con unas simples palabras cuando tu cuerpo es tan honesto.
El
morocho se dio cuenta de que el ojiazul estaba mirándole, en el reflejo del
amplio espejo, la entrepierna. Donde, naturalmente, había un bulto que delataba
su excitación.
—
Entonces, ¿lo hacemos aquí?
—
No. Y es en serio, Tony. Moriré de vergüenza.
—
No te vas a morir, Steve.
—
De todas formas, no quiero. Así que no me “obligues”, por favor.
La
mirada de “cachorro abandonado” que puso el capitán, desarmó las lujuriosas
intenciones del ironman, que tuvo que conformarse con admirarle, grabarse la
imagen a fuego en la retina, y conseguirle un modelo extra de este traje para
hacerle todas las cosas pervertidas que se le vinieron a la mente después,
quizá en la comodidad de su casa.
Después
de eso pasaron a una joyería, donde se probaron los anillos de bodas, pero
mismos que no se llevaron aún pues había que hacerles algunos ajustes.
—
Supongo que estoy reteniendo líquidos, siento un poco hinchados mis dedos… —
Rogers dijo, mirándose con un tierno puchero, los dedos de sus manos.
—
Pues vamos con Bruce, para cerciorarnos.
—
No tenemos que molestarlo cada vez que me siento un poquito diferente. Bruce
también tiene muchas ocupaciones con sus investigaciones y todas esas cosas que
hace en los laboratorios.
—
No me gusta.
—
¿Eh?
—
Que hables tan bien de otro hombre delante de mí.
—
Pero, es Bruce, nuestro amigo.
—
Da igual, habla bien de mí. Mira que tengo miles de cosas buenas para decir,
comienza cuando quieras y por donde quieras.
Rogers
le miró un segundo, luego simplemente siguió su camino, ignorándole por
completo. Iba a ser difícil que dejara de ser, a veces, tan infantil. Pero así
es el amor.
~~*~~
El
momento en que la pareja de superhéroes pudo llevarse finalmente los anillos de
bodas, ambos sintieron como que todo iba perfecto, que nada ni nadie les
arruinaría la felicidad que se avecinaba en el horizonte. Y la sensación era
idílica.
—
Voy a ponerlos en un lugar seguro, no quiero que “babas” los encuentre y los
tire por error, o algo así.
—
Tony, eso es exagerado.
—
Qué, ¿no has visto la cantidad de cosas inútiles que “babas” hace? Lo voy a
desarmar un día de estos, lo juro, montón de chatarra… — Farfulló. Mientras que
Rogers se limitó a sonreír, guardando para sí los comentarios que le bailaban
en la mente… — ¿Por qué me miras como si hubieras descubierto algo increíble de
mí? Digo, porque todo en mí es increíble de por sí, Steve.
—
¿Sabes que no tienes ni pizca de modestia, Tony? — Dijo, con una sonrisilla
divertida.
—
¿La necesito?
—
No, supongo que tratándose de ti, no la necesitas.
—
Uy, no estás peleándome, ¿te sientes mal? ¿te duele algo? Es raro que no me
riñas. Ya sé, es parte de los cambios de humor, ¿verdad? No sé, me pones de los
nervios cuando solo me miras con esa sonrisa transparente y yo siento que eres
como un ángel, y entonces tengo todos estos pensamientos pervertidos que me
hacen sentir como un pecador, no, como un demonio, un sátiro que quiere
corromperte hasta el alma.
—
Tony, ya cállate y bésame.
— Oh my god,
Houston, tenemos un problema. El
gran Capitán América le está pidiendo un beso al extraordinario IronMan.
—
Tony~.
—
¿Solo un beso?
—
¿Qué más tiene, el multimillonario genio Tony Stark para mí?
—
Ya sabes, un gran “poder” entre las piernas.
—
¿Sí?
—
Sí, ¿quieres verlo?
—
No sé, ¿me meteré en problemas?
—
Lo que voy a meterte es todo mi poder, Steve.
El
obvio coqueteo entre los prometidos terminó en la habitación, hicieron el amor
lentamente, dedicándose a acariciar con pasión y cariño la desnudez ajena, tan
suya como cada latido del corazón que palpita al unísono del propio. Casi al
caer la noche, Rogers tuvo –para variar– antojo. Y Stark se estaba volviendo
todo un experto en la cocina.
—
Terminé de revisar los diseños para las invitaciones, me gustan estos dos,
ahora queda elegir uno.
—
¿No pudiste decidirte por uno?
—
No, creo que ambos son realmente, lindos.
—
Entonces por qué no usar ambos.
—
¿Qué? Pero, Tony…
—
¿Pero qué? Es nuestra boda, y de todas formas no será nada ordinaria, qué más
da hacerlo como queramos. Y será sencilla, amigos solamente, no es como si
fuéramos a tener cientos de invitados. Yo opino que usemos ambos diseños,
Steve.
El
ojiazul sonrió. La idea no era tan mala, y los argumentos de su prometido
bastante ciertos. No hay nada de ordinario en su boda. Stark vio la mirada
melancólica de su prometido y casi se arrepintió de haber hablado.
—
Steve…
—
Desde que comencé a salir contigo, muchas veces me pregunté cómo es que había
terminado enamorado justamente de ti. No somos compatibles en casi nada, y
definitivamente hay muchas cosas que no me gustan de ti. Bueno, que no me
gustaban de ti, tenía muchos prejuicios con tu personalidad, en realidad, pero…
te he ido conociendo, Tony, y ahora, por más que piense en el por qué me
enamoré de ti, yo solo puedo concluir que, si no fueras tú, no me enamoraría de
nadie más ahora.
—
Soy muy diferente de “Ella”, ¿cierto?
—
Abismalmente.
—
Supongo que, si yo hubiera existido en tu época pasada, nosotros no hubiéramos
coincidido para nada.
—
Tal vez no.
—
¿La extrañas? O, ¿has pensado que hubiera sido mejor casarte con alguien como
“ella”?
Stark
preguntó directamente. Aunque sentía un nudo atorado en la garganta.
Probablemente esto era miedo, la ansiedad de recibir una respuesta que exponga
demasiado su vulnerable corazón. Rogers le sostuvo la mirada, sonrió y alcanzó
la mano de su prometido, acariciando los nudillos de Stark negó agitando la
cabeza de un lado a otro.
—
Te amo a ti, Tony Stark. El pasado es eso, cuando desperté tal vez echaba de
menos todo lo que quedó allí, pero… — Levantar la mirada y sostener la de su
prometido… — Eres mi presente, y nuestro futuro crece dentro de mí. ¿Cómo
cambiaría o dudaría de esta felicidad? Soy el hombre más dichoso del universo
entero teniendo todo esto.
—
Yo debería decir eso, Steve… — Stark sonrió. No una de sus arrogantes sonrisas,
una diferente. De puro amor. Rogers pensó que sería fantástico si hubiera
podido hacer una fotografía de su expresión justo en ese momento. Pero tendría
que conformarse con guardarlo a fuego en su memoria.
—
¿Tú, no extrañas tu vida de soltero?
—
Para nada. Quién se preocuparía por algo como eso cuando puedo hacerle el amor
a Steve Rogers, y no hablo solo del sexo. En verdad, me has cambiado como no
tienes idea.
Y
con los aromas de la cena flotando en la cocina, los prometidos se besaron.
Lento, dulce. Profundo, fogoso. Rogers terminó sentado en la encimera de la
isla al centro de la cocina, con los pantalones en el piso y la ropa interior
en los tobillos, y el rostro de Stark clavado en su pelvis, lamiendo y
succionando su erección, haciéndole temblar de puro placer.
—
Ngh~ Tony~ no tan fuerte~.
Los
movimientos de cabeza del morocho disminuyeron, pero en cambio su diestra se
movió hábil entre los glúteos del ojiazul, acariciando la superficie del anillo
comprimido, descendiendo luego hasta ahí con su lengua, lamiendo alrededor,
dejando una estela de saliva que, sabe, no será suficiente para dilatarle, pero
si para incentivar su propia libido.
—
No tengo lubricante en la cocina, ¿por qué no tengo aquí? — Gruñó, ansioso por
dilatarle y poder entrar en él.
—
Solo, hazlo así, Tony… — Jadeó excitado, con las mejillas a tope de carmín,
llevando los dedos de su prometido a su boca, chupándolos con gesto sensual.
—
Oh cielos, tan erótico, Steve… — Gimió con éxtasis, sintiendo cómo su entrepierna
se hinchaba otro poco solo por sentir la lengua caliente de su prometido
jugando con sus dedos.
—
Hazlo, rápido, te necesito Tony~.
Por
supuesto, su necesidad fue atendida, y con creces. Porque bastaron unos pocos
minutos para prepararle, y después, cuando Stark le penetró, Rogers se aferró a
la cadera de su prometido cruzando sus piernas en ella. Poderosos muslos que se
anclaron con firmeza con cada embestida. Y sus gemidos hicieron eco hasta que
el orgasmo los alcanzó.
—
Es una suerte contar con JARVIS, o la cena estaría quemada.
Rogers
atinó a esconderse, avergonzado para variar. Estaba ahí, desnudo, sudado y
oloroso a sexo. Acababa de hacerlo en la cocina, ¡cuando se supone que solo
iban a cenar!
—
Me he vuelto tan lujurioso~ — Gimoteó, haciendo puchero y cubriéndose el
rostro.
—
Oh, pienso que ya lo eras. Solo necesitabas encontrar al hombre adecuado para
sacar todo ese potencial… — El morocho dijo con tono sórdido, ayudándole a
limpiarse y dejándole cambiarse mientras hacía lo propio consigo mismo… — Por
cierto, aún no hemos decidido dónde realizar la ceremonia.
—
Todas las opciones son encantadoras, París, Venecia, Verona, Londres, Kioto.
Había más ciudades en los archivos que dejaste en la tableta para mí, todavía
estoy revisándolos, Tony.
—
Pero no te tardes demasiado, tenemos que elegir al menos una semana antes de la
fecha.
—
Sí, sí, lo decidiré esta misma semana.
Stark
terminó de cambiarse, y revisó la cena. Necesitaba terminar de prepararla.
Rogers suspiró, se tocó el vientre y observó a su prometido continuar con su
labor. Honestamente, es tan feliz y amado.
~~*~~
Elegir
el lugar dónde celebrar su ceremonia de compromiso había sido difícil. A Rogers
le habían encantado todos los sitios que Stark le propuso; sin embargo, a
diferencia de los diseños de invitaciones, no podían casarse en todos esos
sitios, habían de elegir solamente uno de ellos. Al final se habían inclinado
por la idílica ciudad de París, la capital del romanticismo. Y ahí, el destino
estaba en Louveciennes, en la zona oeste suburbana de la ciudad de las luces,
en el Castillo que lleva el mismo nombre.
Stark
ha terminado invirtiendo una considerable suma de dinero para comprar este
lugar, no pretende “rentar” el sitio aquél que se convertirá en el recuerdo
irremplazable de su ceremonia, quiere sentirlo tan suyo que, en cualquier
momento pueda simplemente llegar ahí y sentirse en casa. Por supuesto, Rogers
piensa que es un gesto extravagante, demasiado para su gusto, pero admite que
es ese el estilo de su prometido, y nada puede hacer para cambiarle. Además, no
lo pretende, respetarse y adaptarse es parte de la vida en pareja.
El
Castillo de Louveciennes tiene su historia, y una vista espectacular desde el
cielo, piensa Stark. Los amplios terrenos del castillo despliegan una hermosa
panorámica ataviada de verde, tinturada aquí y allá de colores vivos gracias a
los rosales y otras flores que crecen en sus bonitos jardines, así como las
fuentes y el pequeño lago, o la vista que solo El Pabellón de Música ofrece del
Sena. La arquitectura del edificio no es para menos, bella a la vista, con
prominentes arquitectos de antaño habiendo dedicado su genio para embellecer el
castillo. La decoración interna le hace justicia a la vista externa, es
elegante e incluso, ostentosa. Oro, plata y maderas finas, y un toque casi de
fantasía con sus luces que, suspendidas en frente de los espejos entre las
pilastras de forma semicircular, dan la impresión de candelabros circulares
flotando en el espacio con el juego de sus reflejos en ellos.
El
día de la ceremonia está ahí, y los invitados (aquellos a quienes consideran
familia) están ahí, admirando la glamurosa belleza del antiquísimo castillo,
esperando por el gran momento en que, finalmente, sus amigos contraigan
matrimonio.
Rogers
viste de blanco, Stark de negro. Ambos, extraordinariamente apuestos. La
abultada tripa del ojiazul lo hace lucir sencillamente adorable, y el
multimillonario tiene que contenerse para no hacerle el amor ahí mismo,
conformándose con un largo y dulce beso antes de pararse en el jardín, bajo
aquel altar arqueado decorado con flores blancas, con un ministro que
legalmente les nombraría esposos, y sus amigos como testigos, con Fury cm
padrino de bodas. Los votos han sido tiernos, honestos, cortos. Sin demasiado
aspaviento pues lo que más les importa ya se lo han dicho, y luego, ese beso
que hace gritar y aplaudir a todos, sonriendo felices por verles así, tan
entregados el uno con el otro. Los anillos brillan bajo la luz del sol
crepuscular, y pronto da inicio la fiesta en honor de la pareja recién casada,
las estrellas brillan en el firmamento, la luna hace acto de presencia, amplia
y brillante cual si se hubiese vestido de gala para la ocasión, y las luces
interiores juegan a seducir el ojo humano.
—
Esto es, tan hermoso Tony.
—
¿En serio? ¿Te gusta, Steve?
—
Sí, todo. Me encanta. Me encanta bailar contigo, aunque no se me da muy bien,
me encanta que me guíes, que me mires como lo haces, que me hagas sentir tan,
especial para ti.
—
Porque lo eres, Steve. Eres mi todo.
Besarse
en medio de la improvisada pista de baile en uno de los salones del Pabellón de
Música, y suspirar, ansiosos por estar a solas, hacer el amor y despertar otra
vez juntos, con la diferencia de que, a partir de ahora, son más que novios o
amantes, son esposos.
—
Pepper, estás llorando.
—
Es que, todo salió perfecto, ¿cierto? Y ahora Steve y Tony realmente son
esposos, estoy tan feliz por ellos, Natasha.
—
Bueno, pienso yo que todos los presentes lo estamos. Aunque tú has sido la más
emotiva de todas.
—
Sí, sí, ya sé, soy una llorona en momentos como éste. Pero, ¿qué hay de Barton
y tú? ¿No voy a verlos casarse también?
—
Eso es, complicado. Clint y yo, bueno, todavía no diría que encajamos como para
pensar en matrimonio.
Después
del vals y otras canciones románticas, llegó el momento de “sacudir” el cuerpo,
el baile de todos resultaba incluso gracioso, pero también sensual. O al menos
Stark pensó eso cuando vio a su esposo moverse como lo hacía, razón por la que
terminó empalmándose en pleno baile.
—
Tony, por qué te excitas tan de pronto~… — Gimoteó el ojiazul.
—
Bueno, alguien me estuvo restregando el trasero en la pelvis, ¿cómo esperabas
que reaccionara, Steve? — Gruñó, apretándole más contra su cuerpo, listo para
mandar a todos al carajo y secuestrar a su esposo para iniciar la luna de miel…
— Exijo mi noche de bodas… — Susurró seductor, mordisqueándole el lóbulo.
Naturalmente,
se largaron de su propia fiesta, temprano. Que a Stark le apetecía hacer
“fondue” con su esposo. Y obviaremos los detalles. De todas formas, el tiempo
es inclemente, y siguió su curso sin consideraciones de ninguna naturaleza. Los
nueve meses de gestación se han completado, y Rogers ha comenzado con los
dolores propios de un parto desde hace al menos diez horas.
—
¿Cuánto más va a tardar, Bruce? Steve no se queja demasiado, pero puedo ver en
su cara que le duele.
—
Bueno, él no tendrá al bebé por la vía natural, pero todavía debo asegurarme de
que esté listo para nacer.
—
No me respondiste, Bruce.
—
Está bien, no te alteres. Solo digo que, ya lo estamos preparando para la
cirugía. Tú también debes alistarte.
—
¿Qué?
—
Que te pongas el traje estéril para que puedas entrar en la sala de
operaciones… — El doctor empujó la prenda en el pecho del morocho.
Stark
tardó unos segundos en reaccionar, luego simplemente se volvió un curioso
manojo de nervios que, dada su personalidad, no se notaría de cualquier manera.
Y unos instantes después, estaba grabando el nacimiento de su hijo. Un
escandaloso pequeñín que lloró con fuerza ni bien le sacaron del vientre de su
“madre”.
—
Qué buenos pulmones.
—
Eso es excelente, Tony.
—
Espera, espera, no te lo lleves aún.
—
Tiene que hacerlo, Tony, hay que revisar que todo esté bien, y limpiarle.
El
morocho siguió los movimientos de la enfermera que ahora tenía a su bebé. Y él,
tembloroso, continuaba grabando, con una boba sonrisa en la cara y los ojos a
punto del llanto de felicidad.
—
Déjalo ser, Bruce. Es un papi primerizo que ahora solo tendrá ojos para su
hijo… — Rogers dijo con voz suave, aletargado por la anestesia local, radiante
porque su bebé ha nacido.
—
Nada de eso, cariño, todavía tengo ojos, y mucho más que eso, para ti… — Acotó,
volviendo la mirada hacia él, haciéndole un guiño coqueto antes de apresurase
en besarle los resecos labios, y retomar su acción grabando todo acerca de su
bebé.
Más
tarde al fin entregaron al pequeño en brazos de Rogers, el bebé se tranquilizó
en su regazo al instante, y aunque no abriría sus ojitos aún, claramente
reconocía los armoniosos latidos de su “madre”.
—
Es momento de alimentarle, Steve. — Banner dijo, y avergonzado, el ojiazul
acercó el pequeño a su pecho.
El
pezón de inmediato fue succionado por el bebé. Y a Tony se le aguaron los ojos.
—
Que papá tan sentimental resultaste, Tony.
—
¿Por qué lo dices, Bruce?
—
Estás al borde del llanto viendo cómo tu esposo amamanta a tu hijo.
—
Ah, qué. No, estoy que lo envidio. Steve, yo del otro lado, ¿sí?
En
cuanto el morocho hizo el amago de hacerse del pezón libre de su esposo, la
mirada asombrada del ojiazul fue suficiente para que el doctor interviniera,
sacándole a rastras de la sala para que terminara de llenar la documentación
pertinente.
—
No seas tan pervertido, Tony. Compórtate y no hagas pasar vergüenzas
innecesarias a Steve.
—
Pero realmente quiero hacerlo, tengo la fantasía desde hace meses, ¡meses!
—
No tienes remedio, ya no quiero ser tu amigo.
—
Mojigato.
—
¿Qué dijiste?
—
No te pongas verde, amigo.
—
Jódete.
—
Ya, ya, que amarguitos, ¿te consigo novia?
—
Piérdete.
—
¿Prefieres novio?
Banner
lo lanzó lejos. Pero claro, nada detendría a Stark de conseguir su objetivo.
Nada.
Excepto,
su propio hijo. Que, cuando la feliz familia volvió a casa, y el pequeño exigió
alimento, Stark quiso aprovecharse de la situación, pero cuando su rostro se
acercó apenas un poco al pecho de Rogers, una extraña tela de araña cubrió su
boca. Y no fue tan fácil sacársela.
—
¿Peter lo hizo?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión