YooSu
Drabble
(Septiembre 2016)
~*~
Cuando se lleva años saliendo con la
misma persona, y los sentimientos de amor se fortalecen con el pasar de los
días y la cantidad de experiencias juntos, cosas como “sexo” y “amor” iban, por
default, de la mano. Por eso ellos no se preocupaban demasiado por el momento o
el lugar. Si tenían ganas, lo hacían y ya. Era una cuestión de química,
satisfacción de impulsos y un enriquecimiento natural hacia el deseo mutuo.
A veces se les “antojaba” en pleno vuelo
de un país a otro, incluso en el auto de camino a algún compromiso o una de sus
esporádicas citas –causa del trabajo, no de interés por parte de ambos–, en
casa no había rincón sin haber sido explorado, en casa de sus amigos también lo
han hecho –ganándose más de algún regaño del mayor de todos–. Se lo han montado
en baños y probadores de boutiques y otras tiendas de centros comerciales. En
la habitación más lujosa de hoteles de renombre, con sus sudorosos cuerpos
frente a los amplios ventanales desprovistos de cortinas o persianas, gimiendo
para la luna o las luces de la ciudad la intensidad de su amor apasionado. Han
llevado sus fantasías a la realidad en zona montañosa y hasta el parque entrada
la madrugada, ocultos tras arbustos y ahogando los sollozos de placer entre
besos o mordiscos. Por supuesto, lo han hecho tras bambalinas durante sus
conciertos, a veces entre número y número de sus amigos al subir al escenario.
En el salón de ensayos, en las escaleras de emergencia, en el ascensor, en la
oficina del CEO, en el cuarto de mantenimiento. Las probabilidades son tantas
en la vida, que ellos, bueno, simplemente las aprovechan.
Pero, las más de las veces, tenían sexo
de forma “normal”, en casa y con más privacidad de la que nadie podría exigir.
Hoy, les ha apetecido en el recibidor de la casa, ni bien han llegado de una
entrevista de trabajo, las prisas y el deseo estaba por encima del promedio
soportable, por lo que se han limitado a lo altamente necesario para la unión
de sus cuerpos, pantalones y ropa interior abajo.
— Rápido, Yoochunnie~.
— Espera, necesitamos lubricante, Junsu
baby.
Jadeantes, ambos resoplaron con un dejo
de impaciencia, siendo el azabache quien rebuscara en su bolso el tubito de
bolsillo que solía traer para cualquier ocasión –aunque, cuando no era
suficiente o lo olvidaba, la saliva siempre era un recurso que no dudaban en
usar–.
— Separa más las piernas, baby.
— ¿Así?
— Así, Su ah.
— Ngh~, ahh~ — Aliviado al sentir los
dedos de su novio trabajando en su interior, el rubio comenzó a jadear más
ruidosamente, apoyado contra la puerta de entrada a su departamento.
— Hoy estás bastante relajado aquí,
Junsu ah. — El azabache dijo, sonriendo contra la piel de la nuca de su amante,
lamiendo la sudorosa superficie suave. — Mis dedos entran y salen con
facilidad.
— Es porque estoy acostumbrado a ti,
Chunnie~. Angh~ ya, entra rápido~.
Siempre dispuesto a complacer los deseos
de su novio, el azabache derramó otro poco de lubricante sobre su falo,
esparciéndolo a lo largo y ancho con su propia mano, masajeando unas cuantas
veces antes de perfilarse entre sus piernas, colocando la punta fálica en la
cavidad anal del menor de los dos.
— ¿Listo?
— Sí~.
Y penetrar diligentemente, empujando la
pelvis hasta que tocó fondo, sabiéndose tragado por completo por la apretada,
húmeda y caliente entrada del rubio.
— Tan bueno, Chun~.
— Estás apretando demasiado, baby, ngh.
— Siento que me tiemblan las piernas de
placer~.
— Vamos, arrodíllate, baby.
Bajando ambos a nivel de piso,
arrodillados en él y sin separar sus cuerpos, el vaivén de caderas continuó
entonces. El sonido húmedo de las penetraciones les incentivaba la libido, y la
forma en que Junsu gemía el nombre de Yoochun, o cómo éste le masturbaba al
ritmo de sus estocadas, fueron estímulos suficientes para que la excitación los
llevara al final minutos más tarde, ensuciando el piso pero jadeando relajados.
Habían tenido ganas del otro desde hace “una eternidad”, por lo que la
excitación había estado por las nubes, y sus cuerpos demasiado sensibles para
durar demasiado.
De todas formas no importaba, se
levantarían de ahí y continuarían amándose en algún otro rincón de su casa.
Después de todo, ¿cuáles son los límites cuando ambos se tienen así de ganas?
YooSu
Drabble
porn
~*~
Era de madrugada, pero aun quedaban
horas para llegar a destino. Compartiendo asientos, Junsu y Yoochun iban, para
variar, jugueteando con besos y tomaditas de mano, riendo bajito y murmurándose
melosas palabras de amor. En los asientos de atrás no iba nadie, a un lado
tampoco -honestamente es suerte-, delante compañeros bailarines profundamente
dormidos, igual que Jaejoong, que además tenía auriculares puestos.
Probablemente nadie se enteraba de cuán despiertos iban ellos. Probablemente.
Pero, cuando las cosas comenzaron a ponerse más ardientes, las manos de ambos
se habían movido sigilosamente y con pericia hasta la entrepierna del otro,
abriéndose paso entre las ropas y acariciándose mutuamente, callando apenas los
gemidos con besos.
- Ahh~ Chun~... - Junsu jadea con las
mejillas arrebatadamente rojas y la mirada brillos a, con los labios pegados a
la boca, mentón o manzana de adán del azabache, amortigüando ahí sus ásperos
gemidos.
- Estás tan caliente y mojado, baby... -
Park dijo con la voz enronquecida de excitación y placer, amagando con los
dedos la punta fálica del pene de su amante.
- Ngh~ - Kim gimió un poco más alto,
mordiendo la manzana de adán de su novio en venganza por provocarle de esa
manera.
- Mi culpa, lo siento.
- Mentiroso, lo hiciste nhh, a
propósito~.
Park torció una sonrisa pícara. Su novio
le conoce bien después de todo.
Retomaron entonces los besos, y las
caricias en el miembro del otro mutaron por otras más lentas, concentrándose
por momentos únicamente en el tronco, buscando los testículos y jugando a
tocarse con las yemas de los dedos. Minutos más tarde la calentura de ambos
estaba en el punto máximo, el deseo por las nubes y las ganas de arrastrarse
hasta el final estaba ahí.
Junsu rodeó la cabeza haciendo un anillo
con sus dedos, y descendió lentamente hasta la base, subió de nuevo y al bajar
se detuvo a medio camino, dejando el anillo de sus dedos ahí mientras el índice
lo usaba para presionar sobre la hendidura en la punta. Park estaba
desesperándose, quería más.
- Tómalo todo, Junsu baby.
Yoochun dijo con la intención de que el
bombeo fuera más arduo. Pero entonces el destino jugó su propia carta. Alguien
de adelante se levantó, somnoliento avanzó por el pasillo rumbo al baño. Apenas
con algo de lucidez, y básicamente por acto reflejo, Yoochun quiso detener a
Junsu, pero el menor lejos de parar o enterarse de nada, se inclinò sobre sobre
la pelvis de su novio, tragando la hombría del azabache. Ahogando el ronco
gemido de placer, Park atinó a echar la manta sobre ellos, cubriendo la espalda
de Kim, y por supuesto su cadera, ahí donde la boca del menor continuó
atacándole. Y no es que él se quejara. El susodicho pasó de largo, sin apenas
enterarse del camino hasta el baño.
- Mierda, mierda, Junsu. - Jadeó áspero,
grave.
Apretando la manta con la diestra,
enterrando los dedos de la siniestra en la mata de cabellos sedosos del menor.
La lengua caliente y húmeda de Junsu acariciaba el tronco con cada succión, se
enredaba en la punta cuando subía. Los carnosos labios presionando con cada
bombeo, sus dientes jugando con los testículos. Park sintió el pinchazo en el
bajo vientre, estaba demasiado excitado. El orgasmo lo abrazaría en cualquier
momento.
Luego otra vez pasos, el susodicho de
antes volvía del baño, algo más despierto que antes.
- ¿Y Junsu? - Preguntó, bostezando y
rascándose perezosamente la nuca.
- Tomando, leche. - Respondió como pudo,
segurísimo de que su voz sonaba demasiado alterada. Inconscientemente también
presionó hacia abajo la cabeza de su novio, dándose cuenta de cuán profundo en
su garganta su pene está tocando.
El susodicho murmuró cualquier cosa, sin
prestar realmente atención, todavía lo suficientemente somnoliento para ignorar
los hechos y volver a su asiento.
Park acababa de correrse en la boca de
Kim, provocándole arcadas por haber ido tan dentro en su boca. Junsu se
incorporó, tragando el semen de Yoochun sin haberse enterado de nada.
- Chun, todavía estoy caliente~ -
Gimoteó con ojos lacrimosos, con el rostro sudado y enrojecido, con el pelo
pegado a la frente y rastros de semen en los labios. Su pene al aire, la punta
rojiza, palpitando de excitación.
Park le limpió los labios con la lengua
-casi acostumbrado a su propio sabor- y cuando quiso regresarle las atenciones
recibidas, Junsu lo hizo explotar de excitación otra vez.
- ¿No vas a entrar, Yoochun? - Voz
aterciopelada, ojos suplicantes.
- Me vuelves loco, baby.
Junsu sonrió complacido cuando Yoochun
le bajó los pantalones y la ropa interior, instándole a levantarse y mostrarle
el trasero. Dedos y lengua se apresuraron en dilatarle y humectarle. Luego le
hizo bajar la cadera y penetró profundamente en él. Las embestidas fueron
rápidas y profundas, Junsu tuvo que morder su camiseta para no gritar de
placer. Más tarde se dio vuelta, montando de frente a Yoochun. Estaban
poniéndose escándalosos y frenéticos. Yoochun sintió la presión de las paredes
internas de Junsu, los anillos rugosos cerrándose alrededor de su pene. Estaba
cerca, otra vez.
- Mierda~ - Gimió mordiéndose los labios.
Junsu, advirtiendo el orgasmo de su
novio, se levantó de prisa, inclinándose nuevamente sobre la pelvis y tragando
el pene del azabache hasta sentir su semilla llenándole la garganta. Bebió y se
levantó, limpiando sus comisuras con los dedos. Park le sujetó la cintura con
las manos y finalmente tragó también la hombría de Kim.
- Yoochunnie~ - Gimió ahogado, siendo
callado por dos dedos del azabache que se perdieron en su boca, jugando con su
lengua, haciéndole salivar y temblar y enterrar sus uñas en los hombros de su
novio antes de correrse y derramar su esencia en la garganta de Park.
El azabache retrocedió, bebiendo el
semen de su amante con profusos ojos negros cubiertos de placer y lujuria. Le
subió y acomodó las ropas, Junsu volvió a sentarse a su lado, ayudándose
también a adecentarse las ropas. Sonriendo cómplices del encuentro, besándose
apasionada y tiernamente innumerables veces.
Horas más tarde, compañeros bailarines
murmuraban acerca de lo "lindos" que se veían, durmiendo en el hombro
del otro, tomaditos de las manos. Lo que estos bailarines no sabían era la
faena que se había montado el par horas antes, ellos no, pero los del asiento
delantero estaban un poco traumados.
Junsu y Yoochun, bueno, ellos están
satisfechos y felices.
Si JJ se enteraba...
FIN
YooSu
Drabble
(Agosto 2016)
~*~
Yoochun no llevaba años saliendo con
Junsu solo por su linda y divertida personalidad, o por el apetecible cuerpo
que posee. No, no era solo eso. Pero sin duda, eran las cosas “generales” que
el azabache diría que le enamoraron del menor de los dos. Resumiendo, era
imposible no enamorarse de Junsu. Todo en él era perfecto para ser amado. Y no
era el único que lo sabía. Es decir, ¡parecía tener loco a todo mundo! Casi
siempre los compañeros de trabajo terminaban enamorados de Junsu, de una forma
meramente platónica, y también de manera romántica. Por supuesto, los había
también los que perseguían netamente el “amor sexual”, eran encantados por la
sensualidad de Junsu y terminaban deseándole con lujuria. Yoochun también ha
debido lidiar con eso. A otros “comiéndose” con la mirada a su Junsu. ¡Suyo,
carajo!
— Si al menos disimularan un poco. Pero
no, se les nota en la cara. — Refunfuñando, el azabache estaba esperando que
llegara la hora en que su novio terminase la presentación de la noche.
Impasible, Park se había colado en el
teatro con maestría, nadie, absolutamente nadie, se ha dado cuenta de su
presencia. Tal como lo planeó. Cuando llegó a vestuarios, Junsu estaba
despidiéndose de los otros actores principales en el musical. La mirada de Park
traicionó su temple, y sus ojos negros centellearon con recelo.
El rubio sintió la mirada penetrante de
su novio, y sonrió con un dejo de travesura. Se disculpó con los otros y
despidiéndose con una reverencia, avanzó hacia el azabache.
— Deja de mirar a todos así~ pareciera
que quieres lanzar rayos por los ojos.
— No miro a “todos” así, solo a algunos.
— ¿En serio, Chun? Solo son compañeros
de trabajo.
— Me da lo mismo, te comen con la
mirada.
— Pero Chun~ ya ves cosas donde no las
hay.
Park estuvo tentado de continuar
refutando –tenía algunos argumentos para usar– pero de pronto que su delfín
estuviera “defendiendo” a otros hombres delante suyo no le gustó ni un poquito.
Merecía castigo. Uno severo. Xia sintió un estremecimiento correrle por la
espina dorsal. Y comprendió de inmediato, que esa noche no iba a tener
descanso.
Cuando llegaron a su departamento –todo
y que el rubio pensó que irían al de su novio–, Park activó el sistema de
seguridad y luego arrastró a Junsu directamente a la habitación. Obviamente,
iban a hacer el amor.
— ¿No puedes esperar a que me duche al
menos~?
— No.
— Tampoco me he quitado el maquillaje~.
— Yo me encargo.
El rubio sonrió de lado, el rastro de
brillo labial en sus carnosos pliegues se le antojaron exquisitos al azabache,
atrayéndole entonces con actitud demandante, lamiéndolos con su lengua
lentamente, presionando luego entre ellos para profanar la boca del rubio. Pero
éste beso no fue el que Junsu esperó. Yoochun solo empujó su lengua contra la
de su amante, rozándola por arriba y por debajo antes de retroceder y dejarle
con ganas de más.
— Chun~ — El menor suspiró, con las
mejillas ruborizadas ya por calor.
— Hoy no te lo voy a hacer como te
gusta, baby.
— ¿Eh?
Lento, casi en modo tortuoso, Park le
fue retirando las ropas a Kim. La polera desapareció primero, pero las caricias
que solían llegar cuando su torso estaba expuesto no llegaron. El azabache se
limitó a tocar la tibia piel apenas por encima, como el delicado roce del
terciopelo sobre la superficie de un espejo de agua. Esta sensación de
expectación aceleró todavía más el corazón del rubio, su torso subía y baja al
ritmo de su también alterada respiración, y los latidos presurosos de su
corazón podía sentirlos en las venas de su cuello. La boca de Park se deslizó
sinuosa por allí, pero ningún beso cayó, tampoco lametones o mordiscos. La
respiración pesada y caliente de Yoochun le tenía completamente dominado,
expectante y ansioso.
— Yoochun… — Kim suspiró, casi
involuntariamente. Y sus dedos se aferraron demandantes en los hombros del
azabache.
— Te lo dije, hoy no va a ser como te
gusta, Junsu baby.
— Ng… — Quejarse no iba a recompensarle.
Pero al menos se expresaba.
Lo siguiente en caer fueron sus
pantaloncillos cortos, y luego sin demasiada ceremonia fue empujado contra la
cama. Inconscientemente Junsu se recorrió hasta el medio, abriendo sus piernas
y suplicando con la mirada un poco de atención verdadera. Park sonrió siniestro.
Y él sintió algo parecido a un escalofrío mezclado con ansia y miedo. Agazapado
sobre el cuerpo de su novio, el azabache se deleitó la pupila admirando el
sonrojado rostro del rubio, su temblorosa mirada castaña, las pestañas claras y
el contorno oscuro de sus ojos.
Hermoso. Era sin duda, la palabra más
justa para la sinigual belleza y sensualidad de Junsu.
— Yoochunnie~. — Gimoteó caprichoso,
alzando los labios en trompetilla. Sus pucheros generalmente conseguían un
beso, o dos. Y despertaban en el azabache la ternura apasionada con que lo
acariciaba.
Pero aquel beso, tampoco llegó. No como
lo esperó. Pero arqueó la espalda y revolvió involuntariamente las piernas
cuando los besos cayeron sobre su entrepierna, la húmeda lengua caliente
paseándose por el tronco definido bajo la tela de su ropa interior, los dientes
capturando su cabeza fálica.
— Ngh~ Chun~. — Jadeó casi sintiendo la
garganta reseca. Sus ojos en el techo, su cuerpo sensible, la boca del azabache
tan ocupada.
Rara vez Junsu era el primero en
despertar y levantarse, y esa mañana era una de esas rarezas. Cuando el
azabache despertó y notó vacío el otro lado de la cama, pensó que tal vez su
novio estaría en la ducha. Pero pronto el olor a café y el particular dulzor de
pancakes recién hechos le inundó la nariz. Sonriendo complacido por la atención
que estaba recibiendo, apartó las mantas, se colocó ropa interior -sí, primero
eso que la noche había sido intensa y agotados de hacer el amor entrada la
madrugada, se habían dormido entre besos y susurros de amor pero completamente
desnudos-.
- Tomaré una ducha rápida.
Dijo, y minutos después, cuando se
apareció en la cocina de su departamento, se grabó en la retina la imagen que
se le presentaba tan nítidamente. Ahí estaba su Junsu, vistiendo únicamente la
camiseta blanca que, la noche anterior, el mismo delfín le había quitado a él
entre besos y caricias sinuosas. Las torneadas piernas descubiertas, los pies
descalzos, y -Yoochun estaba seguro- nada de ropa interior debajo. El delfín
estaba tarareando mientras acomodaba los platos con el desayuno sobre la mesa,
sonriendo contento cuando vio a su novio parado frente a él.
- Buen día, Yoochunnie~.
- Muy, buen día, Junsu baby. - Aclaró la
garganta, tratando de sofocar la excitación que le burbujeaba en el bajo
vientre, mirando sin pizca de discreción, la anatomía de su novio... - Su ah,
¿no llenas nada debajo?
Su preguntó disparó un adorable sonrojo
en el peliteñido, que atinó a cerrar las piernas e intentar correr a la
habitación para vestirse -por supuesto, más dormido que despierto se había
levantado, y luego entusiasmado con sorprender a su novio preparando el
desayuno-. Sin embargo, Yoochun tuvo otra idea, y le atrapó antes de que
escapase, sonriendo pícaro mientras acaricia el desnudo muslo de su amante.
- Me apetece el desayuno en un plato
"especial", Junsu baby.
- ¿Eh? ¿Por qué me estás...? ¿Chun?
A saber, el azabache le ha sentado en la
mesa, todavía palpando la tersa piel de sus piernas con las manos, relamiéndose
los labios mientras le contempla entre avergonzado y excitado como él. Atraídos
por el mutuo magnetismo de pasión, sus labios se encontraron en un fogoso beso.
Cuando Junsu se dio cuenta de lo que estaba pasando, la camiseta había sido
desabotonada y abierta, mostrando la desnudez debajo de la prenda, y un chorro
de miel caía en su pecho. Oh sí, Yoochun disfrutaría su desayuno con Junsu, y
muy placenteramente.
--//--
Honestamente, Junsu sí que esperaba esto
cuando se percató -a medio camino de preparar el desayuno- de que iba sin ropa
interior, notando incluso la peculiar sensación de brisa bajo la camiseta
mientras se movía de un lado a otro preparando todo. Por eso, ahora que Yoochun
lamía gustosamente uno de sus pezones, tras haberlos coronado con mermelada, no
podía evitar los jadeos que le vibraban en la garganta, ni mucho menos que su
erección comenzase a ganar grosor y tamaño.
- Yoochunnie~ - Suspiró, moviendo con su
aliento los húmedos mechones junto a la oreja del azabache, allí donde él
besaba casto de tanto en tanto.
Park, sensible al cálido aliento de su
novio, sintió cada vez los estremecimientos de su propio cuerpo, y el calorcito
aumentar en grados en la habitación, tan caliente, que chuparle los pezones o
juguetear con sus piernas, vientre y espalda ya no era suficiente.
- Muerde aquí, Su baby... - Acercando un
pancake a la boca del peliteñido, le invitó a comer, atacando su boca cuando un
trozo fue mordido, saboreando en el beso el esponjoso panecillo. - Dulce -
Murmuró gutural, con la voz enronquecida de deseo.
La mirada vidriosa del delfín se le
antojó erótica, invitándole a pecar. El azabache sonrió lascivo, y de repente
se inclinó hasta la pelvis de su novio, enterrando el rostro allí.
- ¡Chun~! ¡Ngh~! - Gimoteó azorado,
sintiendo la traviesa lengua de su novio pasearse a lo largo de su pene.
Park le lamió una y otra, y otra vez.
Tanteando en la mesa el bote de miel, derramando sobre el erecto miembro otro
tanto del pegajoso líquido. Kim jadeó al sentir la miel sobre su pene,
revolviéndose excitado cuando la lengua dio paso a la boca del azabache,
torturándole con succiones lentas, centrándose en la cabeza fálica únicamente.
- Yoochunnie~ juntos ngh, vamos mi
ratoncito.
Le invitó coqueto, acariciando con la
yema de sus dedos el mentón de su amante. Park le empujó sobre la mesa,
desordenando todo, derramando el jugo de naranja cuando los vasos se volcaron
-con suerte el café no había sido servido- y dejando los platos sobre el borde,
a punto de caer al piso. De momento, mucho no importaba nada.
Park rodeó entonces la mesa, de modo que
su pelvis quedó a la altura del rostro de Kim, así el peliteñido podía
acariciar y succionar su hombría en tanto el azabache hacía lo propio con el
falo de su novio, jugando con sus testículos, bombeando con la mano su henchido
miembro.
- Mgh, llévalo más adentro, baby, sé que
puedes. - Park demandó, embistiendo la boca de su novio sutilmente, sintiendo
los dientes y la lengua acariciarle la extensión hasta sentir que se perdía en
su profunda garganta... - Mierda, tan bueno.
Gimió áspero, entrecerrando los ojos por
cada oleada de placer, separando las piernas de su novio, tanteando el orificio
anal entre las nalgas.
--//--
Kim jadeó con la boca llena
–literalmente– al momento en que sintió los dedos de Park amasando sus pezones,
pegajosos aún por la miel que antes había sido derramada –y lamida– sobre
ellos. La siniestra continuaba entre sus nalgas, empujando con las yemas de los
dedos el anillo, sintiéndole algo blando, sabiendo que bastaría un poco para
penetrar con sus dígitos, pero alargando el momento por el mero gusto de
sentirle excitado, notando cómo salivaba un poco más a medida que se emocionaba
con la idea de ser embestido por sus dedos o su pene.
― Yoochunnie~ ― Jadeó, sacándose el
henchido miembro de la boca, lamiéndolo con gula mientras sus vidriosos ojos buscan
las orbes negras de su novio.
― ¿Lo quieres, Junsu baby? ― Preguntó
gutural, acariciándole el mentón, quedándose con rastros de saliva mientras
sonríe pícaro, sujetando la base de su propio miembro y acariciando con la
cabeza fálica el rostro del menor de los dos.
― Sabes que sí, Chunnie~ vamos, dámelo~.
― Sollozó excitado, abriendo sus piernas, aún ahí, recostado sobre la mesa,
tanteando con sus propios dedos su intimidad, empujando dos de ellos en su
cavidad… ― Nghh~.
― Sigue, baby. Prepárate para mí, y
asegúrate de que Micky Jr. no pierda “emoción”.
El delfín, que estaba más que necesitado
del placer que su novio podía brindarle, no dudó en continuar dilatándose,
empujando sus dígitos profundo, abriéndolos como tijeras para expandirse más a
sí mismo. Además, volvió a meter el pene del azabache en su boca, rozando la
punta contra la parte interna de su mejilla, haciendo esos húmedos sonidos
eróticos que casi harían correr a Park. Después hizo un anillo con sus dedos,
apresando la extensión en él, bombeando al ritmo de sus succiones, llenándole
completamente de saliva.
Un minuto más tarde, Park le sujetaba
los tobillos y tiraba de él (casi sin prestar atención al sonido “extraño” que
se produjo al contacto y fricción de la piel del menor con el jugo de naranja
antes derramado), acercándole al borde de la mesa, llevando las piernas de Kim
arriba, agarrándoselas por la parte interna de sus rodillas, separándolas y
saboreándose con lascivia el orificio de su amante, viendo cómo los anillos
rugosos se expandían y contraían.
― Sepárate para mí, baby. ― Demandó con
la voz completamente enronquecida, cegado de deseo.
Junsu sonrió con aire inocente –que en
tal estado no era precisamente sano para la mente del azabache–, separando sus
nalgas y usando al tiempo sus dedos para abrir su entrada. Yoochun tragó hondo,
honestamente sabiendo que este hombre le tenía “comiendo de la palma de su
mano” porque lo descontrolaba como nunca nadie en su vida.
― Ahh~.
― ¡Mgh!
Gimieron al disfrute de la unión. Park
penetró lento en Kim, saboreándose la sensación de la presión de sus calientes
paredes, y (lo apostaría) lo húmedo que estaba dentro no solo por la saliva o
la miel que en algún momento él embarró alrededor de la zona, sino también por
el semen que dejó la noche anterior.
El azabache no tardó nada en comenzar a
moverse, embistiendo con ritmo, yendo profundo, más rápido, más fuerte. La mesa
se movía y hacía ruido por el movimiento apasionado de los amantes. El
peliteñido se masturbó aliviando su excitación, gimiendo sin pudor alguno.
Luego de pronto le instaron a bajar de la mesa, girarse y ofrecer de nuevo su
trasero para su amante. Park penetró más poderoso, más salvaje y ansioso,
gimiendo ronco, áspero y gutural, anclando sus manos a la cadera del
peliteñido, lamiendo su espalda de un momento a otro, notando el sabor
agridulce del jugo mezclado con sudor.
Junsu se mordía los labios
ocasionalmente, no tanto por callar los gemidos de placer que escandalosos
salían desde el fondo de su garganta, sino por el gozo mismo de las estocadas
de Yoochun. El miembro del menor de los dos se agitaba delante y atrás en
inercia del cadencioso vaivén de caderas, Park pasó una mano por debajo del
vientre de Kim, alcanzándolo y masturbándole al ritmo –algo descontrolado– de
sus penetraciones.
Minutos más tarde el orgasmo fue
inevitable. El semen de Junsu ensució la mesa, mientras que Yoochun le llenó
como la noche anterior, derramándose en su interior con un gemido tanto más
ronco que todos los anteriores.
Agotados por la faena matutina, Park
abandonó el interior de Kim con un chasquido húmedo, la entrada del peliteñido
continuaba contrayéndose y expandiéndose, expulsando lentamente el blanquecino
y espeso semen de su amante.
― Joder, vamos a ducharnos de inmediato,
Junsu baby.
― Me tiemblan las piernas aún, Chunnie~.
― Sí, sí. Lo sé, pero como siga viéndote
así tan sexy y erótico, te lo hago de nuevo.
El delfín sonrió coqueto, tomando otro
pancake del único plato que sobrevivió en la mesa, mordisqueando e invitándole
con un sutil guiño, a comer con él. No, la ducha vendría después, aún había
comida para saborear sobre la mesa. Y miel y jugo de naranja en la piel del
menor de los dos. Ah, era tan difícil ser el amante de Junsu, Yoochun sabe que
nadie más estaría tan calificado como él para complacerle los peculiares
caprichos matutinos.
FIN
WOW!!...
ResponderBorrarQue maravillosas historias... me han enloquecido... uff!!
amo que el YooSu sea tan meloso y caliente... son la parejita perfecta...
Gracias por tan inspiradores Drabbles...
TE SIGO LEYENDO*
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