~*~
KISS
Song by WheeSung ft. Ailee
Song by WheeSung ft. Ailee
Hazlo como si estuvieras
tocando un instrumento
Haz bailar a mi corazón.
A veces suavemente, a
veces pegadizo
Mezcla con algunos
sentimientos también
Cierra los ojos (Así no te
sentirás tímido)
Mantén la respiración
(Tranquilamente)
Toma mis manos (Inicia
suavemente cariño)
Park
Yoochun es su nombre. Un nombre con mucho peso en la sociedad, sobra decirlo.
Heredero de un conglomerado de negocios hoteleros que, también está de más
mencionarlo, era sumamente atractivo y sexy. Con poco más de treinta de edad,
sus padres habrían esperado que eligiera una linda señorita de élite y “sentara
cabeza”, pero el joven de cabellos azabache tenía otros planes.
Planes
con nombre y apellido.
Y
una sensual silueta masculina.
El
primer amor de Park, Kim Junsu.
Un
apuesto muchacho de 29 que Park conoció en una de sus salidas nocturnas cuando
todavía se ocupaba de divertirse, como el Casanova que fue.
―
Un muy sexy bailarín que me conquistó con sus movimientos pélvicos.
―
No te creas que quiero conocer los turbios detalles de cómo conociste a Junsu,
Yoochun. Además, estuve ahí, ¿recuerdas? Presencié cómo te lo devorabas con la
mirada, el pobre solo se divertía bailando en la pista sin saber que un lobo hambriento se lo estaba comiendo en
sus fantasías.
―
Yunho, le quitas todo lo interesante.
―
Porque luego vienen los detalles pervertidos, y no me apetece escucharte,
idiota.
―
Estás castigado, ¿cierto?
―
Jaejoong me tiene en abstinencia por haber aceptado una copa de vino de una
chica en la fiesta de fin de año. Ahora que lo pienso, es tu culpa.
―
¿Mía?
―
Sí, debiste decirme que “Ella”
estaría ahí.
―
Yo tampoco tenía idea, Yunho.
―
Mi Yoochun tiene razón, se coló como la víbora que es.
Sí,
acertado. El novio del azabache dijo, interrumpiendo la charla de los otros
dos. El apuesto muchacho de cabellos teñidos se sentó, sin vergüenza alguna, en
el regazo de su novio, sonriéndole ampliamente mientras las manos del azabache
se enredaban automáticamente en su vientre, dejando un fugaz beso en su cuello.
―
¿En serio? ¿Van a flirtear delante de mí?
―
No es culpa nuestra que Jaejoong hyung te tenga en abstinencia, Yunho hyung~.
―
Tan inocente que eras, Junsu ah. ― Lloriqueó, fingido, su amigo. La tez morena
del empresario Jung casi parecía brillar a la luz del sol colándose por los
amplios ventanales de la lujosa oficina en lo alto del edificio. ― Lo
corrompiste, Park, y una vez más, todo es tu culpa.
―
Deja de fastidiarme y ve a contentar a tu hombre, dale buen sexo y seguro se le
pasa.
―
¡Yoochun~! ― Gimoteó abochornado, sonrojándose hasta las orejas.
―
Hombre, si te queda algo de inocencia Junsu ah, hay esperanza para ti, deja a
este idiota pervertido.
―
Este idiota pervertido te pateará el trasero como no te largues, Yunho.
―
¿Qué? ¿Piensas hacer cosas pervertidas en la oficina? ¡Ni de coña! ¡Lárgate a
una habitación! Ni que no tuvieras montones de ellas, Park.
―
No vamos a hacerlo en la oficina~. No le des ideas, Yunho hyung.
―
Demasiado tarde, ya se me antojó, Junsu ah. ― Le susurró al oído.
No
tan alto, porque su moreno amigo le acusó de pervertido y varias cosas más,
antes de, en efecto, echar a la pareja de la oficina y llamar a su asistente.
Un joven de alta envergadura y cabellos oscuros.
―
ChangMin, llama a Jaejoong, luego los encierras y te tomas el resto de la tarde
libre.
―
Park, estás loco si crees que voy a hacerlo porque me lo dices.
―
Amarg…
―
Jaejoong viene en camino. Obviamente lo pensé antes, por algo soy el que se
ocupa de sus agendas y todo, porque ustedes dos apenas usan su inteligencia. ―
El joven morocho, algunos años menor que el resto, sonrió burlesco.
Park
achicó la mirada, casi ofendido por el comentario.
―
Luego ajusto cuentas contigo, ahora tengo que raptarme a mi Junsu baby y…
―
No voy a escuchar tus indiscreciones, lárguense y ya.
―
Tú también necesitas algo de “amor”, ChangMin ah.
No
es necesario decirlo, el morocho terminó por echarlos del piso empujándoles en
el ascensor.
―
Yoochun ah, fastidias tanto a Yunho y ChangMin que me sorprende que sean tus
amigos.
―
Es porque toda la vida hemos sido así. De todas formas, no dije nada falso,
necesitan “amor”.
―
¿Tú también~? ― Cuestiona coqueto, con las mejillas arreboladas de carmín pero
sugerentemente enredando sus brazos en el cuello de su novio, besando juguetón
su mentón, jugueteando con la corbata.
―
Podemos comenzar por unos cuantos besos. ― Asegura, rozando sus labios por la
tibia mejilla izquierda.
El
peliteñido suspira, entrecierra los ojos y siente su corazón agitarse contra su
pecho. Como auténtico adolescente, en el vientre le aletean mariposas. Tan
malditamente enamorado de este hombre, de su lengua “sucia” y su habilidosa manera de seducirle, que a veces le duele
el pecho. Tanto amor para dar.
―
Junsu ah.
―
Yoochun~.
Un
llamado a voz ronca. Una respuesta suspirada.
Sus
labios se encuentran en breve, delicado roce que asemeja la caricia contra
terciopelo, tibia sensación que se siente como el rocío matutino de una tierna
mañana de primavera. La boca de Yoochun se mueve primero, hábil y decidida
arropa la de Junsu, marcando un ritmo lento, casi como un vals romántico, así
le besa con lentitud, dirigiendo, llevándole con suavidad. Los suspiros de
Junsu se suceden uno tras otro mientras mueve su rostro y se deja guiar por los
movimientos de su novio, la lengua del azabache pronto se abre paso entre sus
labios, explorando el interior de su boca cual terreno virgen ansiado por
centurias.
La
diestra de Park ancla la espalda de su novio y le impulsa, pegándole mucho más
cerca, un abrazo apretado, en tanto su siniestra se mantiene al costado, con
sus dedos enredados en los ajenos, sintiendo cómo el agarre cambia en fuerza
dependiendo de la forma en que se besan. Suave, lento, profundo, apasionado. La
mano de Kim sigue en el cuello de su novio, juega en la nuca y se pierde entre
los mechones azabaches. Le tiembla el pulso como lo hace su corazón. El aliento
se le escapa de a poco, gramo a gramo robado por esos carnosos labios que le
besan sin tregua alguna.
―
Me encantas, Junsu ah. ― Dice áspero, acariciando con el índice los mojados
labios de su amante, admirando sus pupilas brillantes bañadas del color de la
miel.
Kim
sonríe con las mejillas rosadas. El sonido metálico de las puertas abriéndose
rompe la burbuja, a medias al menos. Park devuelve la sonrisa, y con su mano
enlazada a la de su novio, sale al lobby. Las miradas no importan, hicieron pública
su relación hace meses, sus familias lo aprueban. E incluso si no lo hubieran
hecho, Park lo jura, todavía iría de la mano junto a Junsu, porque se ha
enamorado de este chico como nunca pudo estarlo de nadie más, mujer u hombre.
Y
lo había descubierto, justamente, por un beso robado en una noche de copas.
Un precioso beso solamente
para ti,
Un beso profundo que hace
flotar su cuerpo
Un buen beso que me
enciende en llamas
Lo quiero sin fin.
No
necesitaban habitaciones de hotel, por lujosas que fueran las mejores en
cualquiera de los hoteles de su familia. Para Park, hacer el amor con Kim bajo
el techo de su departamento era mucho más significativo y ardiente que un
encuentro apasionado entre sábanas ajenas.
―
Ngh~ me gusta cuando me acaricias así, Yoochun ah~. ― Jadea entre sonrisas y
sonrojos, estremeciéndose bajo el tacto de su amante.
Park
devuelve la sonrisa, le pega a su cuerpo notando la fricción indecente de sus
pelvis y se deja seducir cuando Kim se mueve al son de una melodía tarareada en
su dulce voz. Es pegajosa y rítmica, y consigue que el azabache tenga antojo por los labios de su novio, el
peliteñido suelta una de sus particulares risas cuando su amante sujeta con
firmeza su cintura y le quiebra la
espalda en un movimiento supuestamente romántico pero que, con el ánimo
divertido y febril que la pareja tenía, solo consiguió arrancarles más risas y
hacerles perder el equilibrio de una forma bastante cómica.
―
Necesito volver al gimnasio. ― El azabache dijo, entre besos aunque hubiesen
terminado en el piso junto a la estancia.
―
Vamos juntos~. ― Propuso mimoso, rozando su mejilla con la de su amante
mientras él le acaricia el vientre bajo la ropa.
―
Me pondré celoso. ― Gruñe, mordiendo un pedacito de piel en la clavícula ajena.
― Todo mundo te comerá con la mirada, no quiero.
―
Yoochun ah~ que tú estés loquito por mí no significa que todos actuarán de la
misma manera~. Vamos, quiero ir y darte ánimos~.
Park
gruñó de nuevo, varias veces a decir verdad. Mordisqueándole aquí y allá,
succionando trozos de piel con toda la intención de dejar marcas de beso
visibles para cualquiera. Kim jadeó por cada acción de su amante, sus
reacciones son naturales y conocidas por él, el azabache era celoso posesivo
desde que comenzaron a salir. No, el peliteñido juraría que incluso desde que
los brunos ojos de Park lo encontraron por primera vez aquella noche en la
pista de baile, él ya se había sentido con algún derecho sobre su silueta, demandando
su atención, secuestrándole de miradas ajenas, alejándolo del bullicioso antro
en la ciudad.
Kim
sonrió antes de que un gemido vibrara en su garganta cuando la pelvis de su
amante chocó contra la suya, provocándole otro poquito. Y sus manos asieron el
cuello de Park con aire dominante, acercándole para besarle. Dulce, suave y
lento. Un beso húmedo y profundo con tintes edulcorados. Se toma su tiempo para
besarle, le entrega otro poco de sus sentimientos por él, de su amor, cariño,
pasión. De ese enamoramiento que había llegado casi tardío para el menor de los
dos, porque nunca antes se había sentido tan atrapado como lo está por Yoochun.
Como un huracán había llegado a su vida a destrozarlo todo, solo para que
pudiese reconstruir todo desde cero, con cimientos fuertes, poderosos, como los
sentimientos que su amante le ha entregado sin falsas promesas ni palabras
vacías.
Se
toma su tiempo para besarle, porque se entrega por completo en aquel sublime
gesto de romanticismo. Porque ha sido solo Yoochun quien ha recibido todos esos
besos que a Junsu le nacen del corazón, impregnados de sus más sinceros
sentimientos en el alma.
Por
eso dulce.
Por
eso profundo.
Por
eso suave.
Cuando
retrocede, Park mantiene sus ojos cerrados, cerca del rostro de Kim,
compartiendo el errático aliento con él. Sonríe y se relame los labios, como
saboreando los vestigios de sus besos.
―
Amo tus besos, Junsu ah. Lo juro, esa dulce boquita tuya me hace tocar el cielo
con la punta de los dedos.
Dice.
Y no hay ni ápice de burla en sus palabras. Tampoco son meros adornos para
“quedar bien” frente a su novio. Su pulso acelerado y el corazón latiendo como
potro desbocado son solo algunas muestras de cuán profundamente enamorado está
de su amante.
―
¿Lo hace? ― Cuestiona el peliteñido. Coqueto, juguetón.
Sus
castañas pestañas se agitan inocentes, mientras que la lengua rosada asoma
entre sus labios con aire provocativo. Park siente un pinchazo en la entrepierna
y sonríe lascivo, colando sus manos bajo el cuerpo de su amante hasta el
prominente trasero que aprieta al tiempo que empuja su pelvis y el contacto
cuerpo a cuerpo inicia un concierto de gemidos y besos, y caricias sinuosas con
el objetivo de abrirse paso entre las molestas ropas del otro.
Siempre hazlo como si
fuera la primera vez
Me gusta un poco torpe
Es como que confías tu
inocencia a mí
Así que solamente yo lo
puedo disfrutar
Cierra tus ojos (Sí, sí)
Mantén la respiración
(Está bien de esa manera)
Toma mis manos (Siente el
aire creciendo acaloradamente)
(Ven conmigo cariño,
inicia suavemente)
A
Park le gusta cuando las mejillas de su amante se cubren de carmín mientras le
va desnudando. Casi pareciera que muere de vergüenza, que se sofoca en deseo y
pudor a partes iguales, que no sabe qué hacer con la cantidad de emociones que
su toque desencadena en el más joven. Kim suspira y jadea, entrecierra los ojos
y lo hace también cuando la mirada negruzca de su novio se dirige hacia su
entrepierna, apartando de su visión la erección entre sus piernas al cerrarlas,
gimoteando al sentir las manos de su amante sobre sus rodillas, las que besa y
empuja suavemente para encontrarse de nuevo con aquella exquisita vista.
―
Necesitas dejarme un día, Junsu ah.
―
No~.
―
Sí, baby. Quiero ver cómo depilas aquí
y devorarte justo después de que lo hagas.
El
azabache dice con voz áspera, relamiéndose los labios al admirar la zona
pélvica de su amante. El erecto falo desprovisto de vello, con la punta fálica
en un adorable tono rosado, invitándole a dar un mordisco, unos lametones y
degustarle como un auténtico manjar de dioses. Un sinuoso sendero cuesta arriba
hasta el ombligo, delgado, delicado, como el camino privado hacia el pecado.
―
Yoochun~ deja de mirar así, pervertido.
―
Como si pudiera, tú me provocas, Junsu ah.
―
Es mentira~ y lo sabes. A ti te pone como quiera que me vea~.
―
Naturalmente. Porque eres sensual de pies a cabeza, Junsu baby.
Ha
asegurado, siguiendo la delgada línea de vello púbico desde la base hasta el
vientre, llevando luego su lengua traviesa al ombligo del peliteñido,
mordisqueando la piel alrededor antes de descender con besos y mordiscos cuesta
abajo, hasta allí, justo en el
nacimiento de la línea púbica.
―
Mgh~ Yoochun~. ― El jadeo le vibra en los labios.
Los
labios de su novio están sobre la base de su erección, su aliento caliente le
golpea directamente y hace que su cuerpo se estremezca por completo. Traga
hondo e inconscientemente lleva sus manos a la cabeza del mayor, enredando sus
dedos en los azabaches cabellos.
―
¿Quieres algo, Junsu ah?
Le
pregunta divertido, sabiendo de antemano que el peliteñido no lo dirá fácilmente,
que habrá de sonrojarse con vergüenza aunque más tarde mande al carajo aquel
pudor y gima bajo su cuerpo hasta rasgarse la garganta. De todas formas le
gusta molestarle un poco, le gusta esa inocencia escurridiza que agita su
corazón y le provoca más ganas de amarle como si no hubiera un mañana.
―
¿Susu baby~?
―
Ng~ lo-lo sabes~ no me hagas decirlo, Chun~.
Gimotea,
como bien su novio ha previsto. Pero no está dispuesto a dejarlo ir así nada
más. Le provoca otro poco con alevosía.
―
No, no lo sé, Junsu.
―
Yoochunnie~.
―
Vamos, dime lo que quieres.
―
¡Malvado~!
―
Sí, yo no lo creo, quiero complacerte pero no sé lo que mi adorable novio
necesita.
―
¡Yoochun~! Vamos, amor, sabes lo que quiero~.
Kim
sin embargo no piensa ceder del todo a las bromas lascivas de su amante. Sabe
también cómo lograr lo que quiere a su manera. Agita sus pestañas y le mira con
su mejor expresión inocente –las facciones de su rostro ayudan del todo, junto
a su sonrojo, es fácil comprarle–,
alza los labios en trompetilla haciendo un tierno puchero y delinea con uno de
sus dedos el mentón de Park, suplicándole de esa manera la atención que quiere
al sur de su ombligo.
―
Tan manipulador, baby.
Aceptando
su momentánea “derrota”, Park se estira primero por un beso, lento y suave,
casi torpe, cual si fuese el primero de miles de ellos. Mariposas aletean por
doquier y el calor que emana de sus cuerpos fragua la pasión que se enciende en
un santiamén ni bien Park desciende de nuevo y entierra su rostro en la pelvis
de su amante.
―
¡Ngh~!
Kim
jadea, revuelve el cabello de su novio y tensa los dedos de los pies un poco.
La lengua del azabache es rugosa y caliente, se enreda en su falo y le da ese
placer que crepita en las llamas internas de su propia lujuria.
―
Chun~.
Gime
de nuevo, mordiéndose los labios por mero acto reflejo cuando la diestra de su
amante sube hasta su pecho y tortura
sus pezones o le acaricia los costados y el vientre, en tanto su boca continúa
chupándole, tragándole por completo. Los jadeos y gemidos se suceden uno tras
otro como notas componiendo una erótica melodía, que a oídos de Park, forman la
más seductora de todas en el mundo.
El
azabache retrocede, usa entonces su mano para acariciarle y bombear arriba y
abajo, aprovecha el momento para admirar la imagen de su novio. El peliteñido
le observa también, y gime para él sin soltar su mirada. Es suficiente aquel
lenguaje mudo para saber que ambos quieren lo mismo. Y terminan adoptando una
postura en la que darse placer mutuamente, Junsu encima de Yoochun,
masturbándose al tiempo. Kim escupe saliva en el falo de su amante, sujeta el
tronco y bombea, mojando con su caliente humedad lo que más tarde habrá de
entrar en él.
No,
no hay mucha inocencia en su acto sexual, pero la hay en los sentimientos que
ambos se expresan. Porque no deja de ser amor verdadero. Lujuria, pasión,
deseo.
Un beso que me hace que
quiera congelar el tiempo
Un beso con sabor a
chocolate
Un beso que solamente tú
puedes darme
Lo quiero sin fin.
Siempre puedo comprobar tu
amor con tus labios
Incluso pensando en lo
dulce que es,
Esa mirada que das después
del beso
Ni
Kim ni Park se contienen entonces, los gemidos que escapan de sus labios
resultan sonoros y eróticos, el placer mutuo ha quedado atrás, aunque se han
corrido en la boca del otro, aquello no ha sido para nada suficiente para
complacer sus cuerpos y sus corazones. Y han continuado su acto de amor íntimo,
un breve jugueteo entre besos, caricias y sonrisas, entre palabras de
provocación que les sabe a picardía y vergüenza –se obvia de quién viene la
segunda y a cuál le sobra la primera– para darse tiempo de recuperarse un poco
y seguir.
Cuando
Park ha perfilado su hombría entre las nalgas de Kim, quien estaba a cuatro
sobre el lecho, el peliteñido se aferró a las mantas y arqueó la espalda mientras
el pene de su amante le penetraba hasta llenarle. Junsu gimió extasiado al
sentirle dentro, complacido por esa sensación punzante de aquel trozo de carne
caliente enterrado en su interior.
―
Tan bueno~, Yoochun.
―
Pero estás apretando mucho, Junsu baby.
―
Es porque me gusta cómo te siento~.
Park
gimió y una sonrisa lasciva cruzó sus labios, los que relamió con antelación a
los movimientos de su pelvis que le darían un grandioso placer. Cuando
decidiera comenzar a moverse, por supuesto, que de momento ha decidido esperar
así, quieto entre las piernas de Kim, acariciándole la espalda, lamiéndole,
besándole, mordiéndole.
―
Ngh~ Yoochun, me encanta pero muévete~.
―
¿Por qué? Yo estoy disfrutando de tu culo apretadito.
―
No me hables tan sucio~.
―
¿No te gusta? Porque acabo de sentir que te estrechaste otro poco.
―
Pervertido~.
―
Lo hiciste de nuevo, baby.
―
¡Ngh~!
Kim
volvió la mirada hacia atrás, frunciendo lindamente el ceño mientras era él
quien se movía, llevando la cadera hacia el frente, sintiendo el pene de su
amante salir y rozar los anillos carnosos de su cavidad anal. Park permaneció
quieto, seducido por esa necesidad irreverente de su novio de sentirle, apretó
las nalgas del peliteñido y las separó para admirar la forma en que su pene
abandonaba el apretado ano.
―
Yoochun~.
―
Sigue baby, casi veo la punta de mi pene.
El
menor volvió a gimotear, pero cuando sintió la cabeza fálica de su amante
alrededor de sus anillos, se impulsó de reversa, chocando su trasero contra la
pelvis del azabache, arrancándole un ronco gemido que vibró incluso en su piel.
Necesitado de más de aquel roce, y sabiendo que Park no le daría lo que quiere
hasta que le provocase lo suficiente, Kim continuó moviéndose de la misma manera,
adelante y atrás impulsando sus caderas, auto-penetrándose con el falo caliente
de su novio.
Park
mantenía las nalgas de Kim separadas con sus manos, gimiendo y saboreando las
embestidas, el placer de la presión de esas paredes apretadas, húmedas y
palpitantes alrededor de su erección. Pero, no era suficiente, necesitaba más
impulso, más profundidad.
―
¡Yoochun~!
―
Mi turno, Junsu baby.
El
mayor ha empujado a su novio, instándole a recostarse de espaldas al lecho,
elevó la pierna izquierda apoyándola en su hombro, penetrándole así. Esta
postura le gustaba a ambos porque podían mirarse, las penetraciones profundas
eran más placenteras, y el peliteñido podía estirar su mano y tocar el falo del
azabache cada que entraba y salía de su interior, del mismo modo podía
estimular su erección o dejar que la mano de su novio le masturbase.
―
Ngh~ ngh~, más Chun, más~.
―
Qué goloso, baby.
―
¡Mgh~!
Kim
metió la siniestra bajo el almohadón, sintiendo algo allí. Cuando sacó su mano
llevaba un envoltorio entre los dedos.
―
¿Choco-ngh~late?
Preguntó
entre jadeos, sonriendo al ver que su novio no tenía cabeza para pensar en una
respuesta. De todas formas se imaginaba que había comido otra vez en la
madrugada, y que en vano ha querido ocultar sus malos hábitos nocturnos –cuando
él no está, obviamente–. Entre espasmos de placer, el peliteñido sacó el
chocolate de su envoltura y lo comió, estaba envinado pero sabía delicioso.
Pronto los labios de Park descendieron capturando los suyos, besándole
apasionadamente, un beso con sabor a chocolate.
Cariño lo hago de esta
manera, lo hago de esta manera,
Así es como te hago sentir
bien, esta es la manera,
Lo hago de esta manera, lo
hago de esta manera,
Puedo hacerte sentir bien
todo el día.
Después
de algunos minutos de intenso fogueo, Kim se posicionó de espaldas al colchón,
con sus piernas abrazando los muslos de Park, y sus manos arañándole la
espalda, dejando líneas rojizas en toda su piel, mordiéndole la manzana de Adán
cuando otra oleada de placer le sacudía de pies a cabeza, gimiendo sin reserva
en el oído de su amante.
―
Yoochun~ ya casi~.
―
También yo, baby.
―
Párteme~.
Y
a veces, cuando el peliteñido le hablaba así al oído y acompañaba su seductora
voz de mordiscos en sus rojos labios, el azabache perdía la razón –si es que
conservaba alguna–, penetraba a su amante con salvaje pasión hasta que el
orgasmo reclamaba el control de su cuerpo por instantes, dejándoles esos
espasmos de placer que sacudía sus anatomías y alteraba sus signos vitales o
ponía sus mentes en blanco.
Cuando
Park conseguía un poco de fuerza, retrocedía saliendo del cuerpo de su amante. A
veces, cuando se daban el tiempo y usaban condón, lo botaba al cesto de basura;
en otras ocasiones se daba el gusto de admirar cómo su semen era expulsado de
la cavidad anal del menor de los dos. Esa noche es la segunda opción, el
preservativo había sido olvidado por completo. Kim respiraba agitado, con las
mejillas arreboladas de carmín y el sudor corriéndole por su atractiva cara. Tenía
el vientre pegajoso con su propio semen y el cuerpo flojo por el acto sexual. Park
también se sentía pesado, pero no escatimó el deseo de tomar con uno de sus
dedos un poco de la semilla de su amante y llevarla a su boca.
―
Chun~ no hagas eso~.
―
¿Por qué no? Siempre te avergüenzas de las cosas que hago cuando te corres,
baby. ― Dijo con aire burlesco, inclinándose por un beso que el peliteñido
devuelve con tintes tímidos.
―
Es porque vuelvo a mis sentidos~ pero tú eres pervertido todo el tiempo.
―
Y me amas así, por lo que no tengo intenciones de cambiar.
―
Claro que te amo así, Yoochun ah. ― Estirar los brazos y abrazarle, fusionar
sus labios y besarle de nuevo.
Besos
diferentes, tiernos y lentos. Como la calma después de una tormenta. Esos besos
que les enamora otro poquito, como si fuese posible. Esos besos que saben a
cariño y amor, a promesas sin palabras, silenciosas y firmes. Ruedan sobre el
lecho una, dos veces, sonríen entre besos, se dan piquitos de labios, se miran
a los ojos y comparten el calor. Se enredan en las mantas, las desordenan y
hacen un lío con sus piernas. Es así como les gusta, como acurrucarse después
del sexo, del acto de amor. Mimándose sin prisas, sabiendo que justo así podrían
estar día y noche. Una vida entera.
…
Cuando
Park volvió a su oficina al día siguiente –obviamente pasó todo el día y la
noche con su novio–, lo primero que hizo fue asomar lentamente el rostro,
asegurándose de que sus amigos no continuaran ahí.
―
Demasiado pulcro todo. Ese maldito no quería que yo hiciera cosas pervertidas
con Junsu aquí pero bien que se lo montó con Jaejoong. Desgraciado.
―
Deja de maldecirme a mis espaldas, Yoochun.
―
¡Lo sabía! Ya me hablas de nuevo por mi nombre, así que sí que te lo montaste
con Jaejoong aquí, y luego me dices a mí pervertido.
―
Como si fuera la primera vez.
―
¡Por eso me quejo! Tómate el día, Yunho.
―
Ni de broma, el trabajo ya se acumuló ayer.
―
¡Pero también quiero tener sexo con Junsu en la oficina!
―
Cállate y ponte a trabajar, Park.
―
¡Ah! ¡Maldito Jung!
―
Qué ruidosos. ― El morocho dijo, entrando en la oficina con una montaña de
papeles… ― Aquí, los dos tienen que revisar esto de inmediato.
―
¿Acaso estoy pintado o qué? ― Incluso si Park hiciera rabieta, sus dos amigos
no iban a escucharle.
El
trabajo debía hacerse sí o sí.
En
el departamento de Park, cierto peliteñido dormía plácidamente aún. Mientras que
cierto bello hombre de nombre Jaejoong, tarareaba una canción en la ducha de su
casa, sumamente complacido por su hombre el día anterior. Y, cierto morocho
asistente de los hombres de negocios, abandonaba la oficina con paso irregular,
sumamente adolorido de las caderas.
―
Estúpido Hayami.
FIN
Empezando el año con la OTP #1 en mi kokoro~ aunque fue un fic que estuve compartiendo en mi fb personal, sé que habrá quienes lo lean aquí por primera vez, así que espero lo disfruten~
¡Que el 2017 sea un gran año para tod@s~!
Ya Ne!
Saludos... me encanta tu blog, y amo el YooSu... te sigo*.
ResponderBorrarGracias por compartir tus historias, me hace inmensamente feliz poder leerte.
Adoré este shot... XD!!
Hi~
BorrarGracias a ti por pasarte. Espero que este blog reciba mucho cariño~ y ps aquí seguimos, compartiendo locuras ;D
Genial! Hace mucho que no leía un one-shoot Yoosu! ♥
ResponderBorrarAprovecho para agradecerte que abrieras nuevamente tu otro blog, tienes historias tan interesantes :D
Oh, según yo he escrito varios, aunque acá no los he resubido~
BorrarQue bueno que te gustó este shot.
Sí, no iba a permanecer cerrado, solo un tiempito. Y ahora espero que aquí vayan habiendo cosas de tu agrado tbn ;D