--//--
—
Err… — Orión se rascó nerviosamente la nuca, con su mirada en los ojos del
lobezno.
Había
varias cosas ahí que inquietaban al zorro. Yannick apenas tenía doce, pero no
era de extrañar que comenzara a sentirse atraído por cosas como el amor, o
incluso atracciones físicas dominadas por la revolución hormonal. Quitando eso de
lado, ¿por qué de pronto venía y le confesaba romance a él?
—
Hyung, ¿escuchaste lo que dije? — Yannick preguntó con tono tímido, pero ya que
su voz era particularmente ronca para su edad, aquello había erizado el vello
del zorro.
—
Te escuché, Yannick… — Dijo, tras aclararse la garganta y desviar su mirada de
las pupilas del lobezno… — Es solo que, es repentino que vengas a decirme esto.
Y recordé, cuando hiciste algo así con Iker. ¿Lo recuerdas?
—
Era un cachorro impulsivo, y… yo no sabía exactamente lo que era el amor.
Quiero decir, quería ver a Iker hyung sonreír, pero se le veía tan decaído
porque Lucka hyung no le hacía caso.
—
Sí, sé que tomaste el primer beso de ambos, Yannick.
—
Fueron besos inocentes.
—
No es lo que dice mi hermano. Lucka todavía se siente un poquito traumatizado
porque metiste tu lengua en su boca.
—
¡Eso no puede contar como algo atrevido! Quiero decir, fue una cosa… absurda.
Hyung, ¿vas a rechazarme también? — El lobezno bajó la mirada. Y sus orejas y
cola imitaron el gesto de sus ojos.
Orión
suspiró. Bien, había otras cosas más ahí para considerarse. Como la gran
diferencia de edad al momento, si él intentara cualquier cosa con el lobezno
quedaría como un pedófilo. Yoochun lo descuartizaría sin dudarlo. Ante el
pensamiento de ver al lobo zafiro hirviendo de ira, el joven zorro se
estremeció a tal punto que se le erizó el pelaje. Por otro lado, que el lobezno
mencionara ese “también”, calaba algo como el orgullo en su interior.
—
No deposites en mi responsabilidades que no me conciernen. El hecho de que Iker
no correspondiera tus infantiles sentimientos hace más de cuatro años no tiene
nada que ver conmigo, o la respuesta que te de ahora, Yannick.
—
Lo sé… — El lobezno levantó la mirada.
Esos
profusos ojos color carbón y zafiro irradiaban una fuerza que sacudió,
involuntariamente, el corazón del zorro. Orión recordó también lo que su
hermana Amaya le dijera años atrás. Y casi parecía una broma.
…” mantente soltero
hasta que Yannick tenga nuestra edad y cuando Iker le rompa el corazón, tú lo
consuelas” …
—
Aunque no es precisamente que tenga nuestra edad. ¿Este lobezno siempre toma un
paso por delante? — Pensó, aún sin darle al adolescente la respuesta a su
confesión.
—
Hyung…
—
Escucha, Yannick… — Suspirar y tallarse las sienes, agitando la esponjosa cola
de un lado a otro con nerviosismo… — No sé qué decirte, honestamente.
—
¿No le gusto?
—
Tienes doce años, yo casi dieciocho.
—
¿Así que dice que no le gusto porque aun soy joven?
—
Bueno, no exactamente… nh, verás… ¡ng! — El zorro se desordenó el cabello
ligeramente frustrado… — La verdad es que hasta ahora no me he sentido
particularmente interesado en nadie. No me he enamorado una sola vez, y te
mentiría si dijera que de pronto por tu confesión voy a caer en el amor por ti,
Yannick. Además, apenas estás comenzando, tal vez en unas semanas te guste
alguien más.
—
Cuando tenía ocho, Iker hyung demeritó el valor de mis sentimientos porque era
un niño. Hoy, Orión hyung los demerita porque apenas soy un púbero. ¿Cuándo
tenga dieciocho cuál será la justificación? ¿Qué eres demasiado adulto?
—
Yannick, no puedo evitar pensar como lo hago. Y tampoco puedo entender cómo de
pronto vienes y me hablas de estar enamorado de mí. Nos hemos conocido toda la
vida, nos reunimos con nuestras familias al menos una vez por semana, nunca
sentí tu mirada en mí.
—
Dejaste de jugar con Kirian y conmigo cuando cumplieron los quince. Decían que
definitivamente ya no eran unos niños, y comenzaron a tener otros intereses y
actividades. No me gustabas entonces, pero cuando dejaste de jugar con
nosotros, cuando reunirse en familia era solo para que ustedes hablaran de sus
romances o cosas que pasaban en la escuela y Kirian y yo fuimos dejados de
lado, comencé a sentir el peso de la edad. Comprendí la diferencia entre ser
niño o adolescente. Si no sentías mi mirada en ti fue porque me aseguré de no
buscarte, no tenía caso que te hostigara esperando que volvieras a sentarte por
horas junto a mí matando el tiempo con videojuegos o juegos de azar. Ni tú, Ni
Iker o cualquiera de los mayores pudieron darse cuenta cómo Kirian y yo fuimos
hechos a un lado, cómo no encajábamos con ustedes, ni con los más pequeños. La
brecha se volvió terriblemente sofocante, así que solo nos tuvimos el uno al
otro. Después, cuando cumplí los once, echaba de menos verte. Y en las
reuniones de familia me sudaban las manos y se me aceleraba el corazón. También
me volví sensible a tu aroma, y quería saberlo todo de ti. Kirian me ayudó con
eso, tienes muchas fans en la escuela, y te hacen muchas fotos que cuelgan en
sus redes sociales. Y yo tontamente comencé a guardarlas todas, pero continué
evitando tu mirada cuando nuestras familias coincidían. Y conocí por primera
vez los celos, aquella vez que tu grupo salió de excursión. Hubo montones de
fotografías y videos circulando por ahí, y una chica linda no paraba de
colgarse de tu brazo y sonreír con las mejillas rosadas y la mirada emocionada.
Incluso besó tu mejilla. Y yo imaginé miles de formas de hacerle pagar por el
atrevimiento. Eso fue malo, ¿verdad?
—
Yannick… — Orión no supo exactamente qué decirle.
Es
decir, como stalker el lobezno tenía futuro. Pero acerca del control de sus
emociones, tenía un largo camino por recorrer. Aunque le daría una estrellita
por dejar todo en la imaginación y no ir por ahí asustando a chicas que solo
tienen, probablemente, el mismo tipo de ilusión que él. Vamos, que Orión no
pretende ser arrogante, pero sabe que ha roto corazones desde que era un púber
como el lobezno.
—
Entonces, voy a dar media vuelta y retirarme. No miraré atrás. Fingiré que este
momento no existió. No voy a disculparme, pero no te incomodaré más, hyung.
El
lobezno, demasiado alto para gusto del zorro, hizo lo que dijo. Y cuando su
espalda temblorosa comenzó a alejarse, el zorro dio pasos apresurados hasta
asir el brazo del menor.
—
No me incomodas, Yannick. No puedo darte la respuesta que esperas, pero no soy
indiferente a ti. De todas formas, crece un poco más. Y si tus sentimientos no
han cambiado, búscame. Permaneceré soltero, por ti.
—
¿En serio? — La mirada se le iluminó al lobezno. Y sus orejas erguidas así como
la juguetona cola lo reflejaba… — ¿No estás jugando conmigo, Orión hyung?
—
Nh, no. Joder, deja de lucir tan emocionado. Maldición, soy un asaltacunas o
algo.
…
No
se suponía que estuvieran haciendo aquello, pero tampoco estaban por los
términos de pensar en ello. Llevaban años saliendo, y lo más que han hecho es
tocarse íntimamente hasta provocarse un orgasmo. Pero, toqueteos con las manos
no era suficiente, ni los besos húmedos o las caricias por encima de la ropa
–que solo apartaban lo necesario para alcanzar la virilidad del otro–.
—
Iker, ¿podemos ir hasta el final esta vez?
—
Ng, ¿qué? N-no, Lucka~… — El neko jadeó inquieto cuando las manos del zorro
acariciaron sinuosamente su espalda.
—
¿Por qué no? ¿Cuánto más vamos a esperar? ¿No estamos listos?
—
Cálmate. Oye, dije cálmate, Lucka… — El neko le apretó las mejillas, y usó su
delgada cola para alejar la mano de su novio de sus jeans, pues pretendía
colarse en su trasero… — ¿Estás en celo?
—
Creo, sí. Lo estoy. Pero no quiero tener sexo contigo solo por eso. Es,
añadidura.
—
Lucka, ¿cuál es entonces la repentina urgencia por llegar hasta el final?
—
No sé, tal vez que te amo y te deseo, Iker… — Bufó, un poquito sarcástico y
molesto.
El
neko se sonrojó, no muy seguido el zorro confesaba sus sentimientos con tal
soltura. Aunque que lo haga con el ceño fruncido le restaba romanticismo.
—
Entonces vamos a hablarlo, y decidir. Juntos, no solamente dejarnos llevar,
Lucka.
—
¿Qué hay de malo en dejarse llevar, Iker? Llevamos cuatro años saliendo, ¿no
crees que va siendo hora de hacerlo?
El
neko se mordió el labio inferior. El zorro se había vuelto demasiado varonil
desde que cumplió los 16, y ya de por sí era difícil lidiar con sus hormonas,
que se pusiera tan terco con el asunto iba a ser contraproducente. Para la
castidad de ambos.
…
Jaejoong
se sentó junto a Vladimir. Su hijo estaba nuevamente en casa. Como
prácticamente todos los días, claramente decaído. Supo que Eider estaba
teniendo citas con alguien desde hace un par de semanas, aunque no era su novio
oficialmente, a la neko Park-Kim el sujeto en cuestión parecía agradarle. El
neko blanco estaba preocupado por su hijo. Mucho más de lo que pensó que podría
estar por cualquiera de ellos, incluso Iker cuando tuvo su primer decepción
amorosa por Lucka, con quien ahora era absurdamente feliz.
—
Cariño, ¿qué tal si vamos todos de vacaciones?
—
¿Eh? ¿Vacaciones?
—
Sí. Bueno, todos estarán en su descanso de verano en un par de semanas,
¿verdad? La familia debería salir a algún lado. ¿Dónde te gustaría?
—
No sé, mamá. No es que tenga muchas ganas de salir a ninguna parte.
—
Vladimir.
—
Ya sé que estás preocupado. Lo siento, mamá, por deprimirme por cosas como
ésta.
—
No te disculpes, cariño. Pero es verdad, no me gusta verte así, y no sé cómo
ayudarte. Quiero que salgas y te distraigas, pero también sé que tú no quieres
eso. Aún así, ¿podemos intentarlo? Tal vez te diviertas en familia.
El
neko asintió. Y recibió con agradecimiento el cariñoso abrazo de su madre.
Minutos después Jaejoong salió, quiso llevar a Vladimir consigo, pero el
muchacho dijo que mejor aprovechaba para comenzar a buscar dónde podrían
vacacionar. El neko blanco aceptó su excusa, y prometió volver pronto. Sus tres
hermanos menores fueron con su mamá, preguntando insistentemente acerca del por
qué “hyung” estaba tan triste. Minutos después, Vladimir atendió el insistente
timbre de su casa. Quedándose helado al ver a la persona que llamaba.
—
Eider.
—
¿Puedo, pasar?
La
neko tenía el rostro sudado, y el cabello desordenado. Además de una pequeña
herida en el labio inferior. El instinto salvaje de Vladimir despertó al
instante.
--//--
—
¿Dónde está? — Bramó el neko.
—
Tranquilízate, estoy bien… — La neko dijo, tratando de ordenar sus mechones
oscuros… — ¿Me vas a dejar pasar?
—
Sí, pasa. Pero dime dónde está el imbécil que te hizo esto.
—
Seguramente camino al hospital. No soy una señorita indefensa, Vladimir. Así
que cálmate, por favor.
El
neko chasqueó la lengua y dijo algo sobre ir por el botiquín. Luego misma Eider
se encargó de limpiar su corte y ponerse una bandita.
—
¿Por qué viniste aquí? No estoy diciendo que me moleste.
—
Sé que no. Vine porque estaba cerca, y porque no quiero que mis padres me vean
así. Tú me escuchaste, pero si papá me ve, él seguro lo mata.
—
Cierto, Yoochun hyung no lo dejaría pasar. Quizá ni Junsu hyung.
—
Si me hubiera pasado algo más que un corte, probablemente. Pero dadas las
circunstancias, mamá primero me escucharía y luego actuaría. De todas formas,
es probable que cuando vuelva, papá ya esté ahí, así que pensaba pedirle a
Dayelin que me cubra y quedarme a dormir aquí.
—
Mi mamá terminará enterándose, y tal vez le cuente a Junsu hyung.
—
Quizá, pero creo que Jaejoong hyung como mi madre, son de escuchar antes que
actuar.
Después
hubo un largo silencio. Incómodo para ambos. Eider está consciente de los
sentimientos de Vladimir. Y él no puede hacer nada para evitar que su corazón
palpite como lo hace.
—
Me voy.
—
¿Qué? Pero, dijiste que querías quedarte a pasar la noche aquí. Mamá y los
demás no tardarán en volver.
—
No, no es que… — Resopla frustrada y encara al menor de los dos… — No es buena
idea, Vladimir, ambos lo sabemos.
—
No estoy saltándote encima ni nada, ¿cierto? Por lo que, aunque no es buena
idea, es tu mejor opción. Si tanto te incomoda mi presencia, descuida, estaré
lo suficientemente lejos de ti como gustes. Puedes esperar incluso en la
habitación de Dayelin, seguro que a ella no le molesta, o puedo salir si así lo
prefieres.
—
¿Qué tontería estás diciendo? No es para, tanto… — Murmura, y se da cuenta de
lo inconsciente que ha sido siempre, tomando en cuenta solo sus propios
sentimientos, demeritando los del neko en el acto… — Siempre esperé que
salieras con alguien.
Eider
dijo tan repentinamente, que Vladimir no supo qué responder de inmediato, por
lo que otro silencio se instaló entre los dos. Ella sabe que no debe decir más
nada. Él, solo quiere decirle nuevamente cuánto le ama.
—
Nunca he conocido a nadie más que me haga sentir como tú, Eider.
—
Han pasado tantos años.
—
Cuando uno se enamora, el tiempo no significa nada. Eso pienso.
La
neko desvió la mirada, observando entonces atentamente su regazo. No, fingiendo
hacerlo porque en realidad todo lo que hacía era pensar. Sobre todo lo que ha
pasado desde que, años atrás, terminó con Vladimir simplemente porque no pudo
contra la sensación de hacer algo incorrecto. Eran demasiado jóvenes los dos,
adolescentes solamente. Pero ahora, aunque ella era básicamente una adulta, y
Vladimir no era un simple adolescente aunque en edad todavía cayese en aquella
etapa, Eider sentía esos nervios tan a flor de piel siempre que la mirada del
neko estaba sobre ella. No es solo atracción, es un sentimiento verdadero. Pero
negado por tanto tiempo, que hoy solo puede darle vergüenza pensar en ello, o
en la posibilidad de salir otra vez con Vladimir. En realidad, es más que lo
encuentra injusto de su parte.
—
¿Te has enamorado, Eider?
—
¡Eh! — La neko volvió a mirarle tan rápidamente, que sintió un ligero tirón en
el cuello.
—
En estos años, ¿te has enamorado de alguno de los sujetos con que has salido? —
Vladimir cuestionó sinceramente. Necesitado de una respuesta igual de sincera.
Eider
volvió a apartar sus ojos de los de Vladimir. Quería decirle que no, pero
hacerlo sería como aceptar que no se ha olvidado de él. Aunque, si lo pensaba,
ella nunca aseguró tampoco haberse enamorado del neko. Sencillamente le gustaba. Y los novios que tuvo, también
le atrajeron en su momento. Aunque nunca, nunca de la misma manera en que
Vladimir conseguía sacudir el mundo bajo sus pies.
—
Me gustaron.
Cuando
Eider respondió, Vladimir quiso contraatacar con otra pregunta, ya que eso no
es lo que había cuestionado. Pero en lugar de las palabras, fue y se le paró
enfrente, apoyando las manos en el respaldo del sofá, mirándole a los ojos en
una reacción netamente refleja de parte de ella, cuyas mejillas se sonrosaron
al tenerle así de cerca, respirando prácticamente el mismo aliento. Vladimir
tragó hondo, si se inclinaba solo un poco más, sus labios alcanzarían los
femeninos. Pero así, de esta manera, el beso parecería forzado.
—
Vladimir… — Suspiró ella, casi involuntariamente, con el corazón latiéndole a
toda velocidad. Sus orejas estaban alertas, y su cola tranquila descansando en
el sofá.
—
Eider, ¿te gusto?
—
¿Qué? — Pregunta. Aunque no sabe exactamente por qué lo hace. Simplemente sostiene
la mirada del neko, esperando el beso.
Vladimir
no se atrevió en formular nuevamente el cuestionamiento, ni en decir otra
palabra. Pero si le besaba ahí, con todo tan confuso entre los dos, ¿sería lo
correcto? ¿Encontraría algún valor para confesarse nuevamente? ¿Y si le rompían
otra vez el corazón?
…
Lucka
estaba con la mirada hacia el techo, respirando laboriosamente y con el cuerpo
sudado por todas partes. Caliente por doquier. Acababa de tener el orgasmo más
exquisito de toda su vida sexual (que ya acumulaba algunos años de intimidad,
aunque se limitase al toqueteo “superficial”). A su lado, Iker estaba de pecho
al colchón, respirando agitado como su novio, con una sensación de dolor en la
espalda baja que le tenía crispado, y como el neko que es, sus rasgos gatunos
lo delataban, con las orejas altivas y la cola golpeando insistentemente el
muslo de Iker, con la suficiente fuerza como para haberle dejado ya roja la
piel.
—
Estúpido zorro, te dije que pararas y no lo hiciste.
—
Ya me disculpé como mil veces, Iker. Y prometí mimarte, ¿sí? Deja de golpearme
con la cola.
—
¡No me da la gana! ¡Zorro insensible! ¡Solo te preocupaste de tu propio
placer~!
—
No es cierto. Te lo hice con la boca en cuanto terminé, ¿cierto? Y lo
disfrutaste, hasta me arañaste la espalda y gemiste mi nombre.
—
¡Cállate! ¡Eso no cuenta porque me duele horrores el trasero! ¿Cómo voy a
moverme de aquí y volver a casa? ¡Ni siquiera creo que me pueda sentar, idiota!
Lucka
se acercó para abrazarle, aunque al principio se le negara y lanzara arañazos
con el fin de apartarle. Al final, Iker terminó recostado en el pecho de su
novio, todavía maldiciéndole pero dejándose hacer por esos suaves mimos que el
zorro dejaba en su cabello y orejas, dándole también algunos besos demasiado
tiernos como para durar más tiempo enojado con él.
—
La próxima vez te lo haré yo a ti, Lucka idiota.
—
Err… — El zorro sonrió nervioso, la verdad es que no tenía ganas de
experimentar el rol pasivo. Pero si su neko novio llegaba a insistir. Pues, él,
seguro lo complacería.
…
Cuando
el zorro japonés volvió a casa, su novio morocho enarcó una ceja. Perseo iba
profundamente dormido en sus brazos, pero presentía que no había caído dormido
solo por la hora.
—
¿Estuvo mimado con todos en el restaurante?
—
Oh, no puedes culparlos, Perseo es un zorrito precioso, todos lo adoran. Y no
comió nada que no debiera, ChangMin ah.
—
Ahora no podremos ducharle.
—
Seguro despierta en cuanto lo cargues, adora tus brazos.
Mokomichi
le entregó al pequeño, lo suficientemente alto como para saber que ha heredado
la estatura de sus padres, sonriendo al ver cómo Perseo se acurrucaba en brazos
de ChangMin, antes de parpadear y gruñir quedito, buscando la mano de su madre
para succionar uno de sus dígitos.
—
¿Tiene hambre?
—No
tiene hambre, se está mimando contigo, y lo sabes, cariño~. Hace cuánto que
dejó la mamila, al menos dos años.
El
pequeño zorrito abrió los ojos, y sonrió contento al ver el rostro de su madre.
Enredando su esponjosa cola en uno de los brazos de su progenitor. El zorro
morocho le devolvió la sonrisa y comenzó a acariciarle las orejitas.
—
¿Es eso verdad, Perseo? ¿Papá no miente?
—
No miente~ — El pequeño zorrito dijo, buscando con la mirada a su padre, y
estirando una manita hacia él. Una vez que consiguió estar con sus padres al
mismo tiempo, el zorrito comenzó a reír y mimarse restregando sus mejillas con
uno y otro.
—
Oh por todos los cielos, tienes toda la ternura acumulada que no tuvieron tus
hermanos cuando eran chiquititos, Perseo.
—
Cada día me siento más seguro de que será el primer hijo nuestro al que celaré.
—
Nh, no te creo cuando dices eso. ¿De quién ha sido idea de llevarle
prácticamente todos los días al trabajo donde sí o sí lo miman?
—
Por ahora, cuando esté más grande ni de broma lo llevaré, de por sí las chicas
se derriten al verlo. No quiero ni imaginarme cuando algún chico lo haga. No,
definitivamente no.
—
Te desconozco cuando hablas así, Hayami baka. Como que no te queda.
—
¿No? — Preguntó, sonriendo con esa altanería suya tan excitante… — Y qué es lo
que me queda entonces, ChangMin ah.
—
Ni me mires así, ya te dije que nada de cosas adultas estos días, tengo trabajo
acumulado.
—
Sí, sí. Abstinencia hasta nuevo aviso. Al menos no me privas de dormir juntos y
besitos inocentes… — Dijo, estirándose para robar un beso de labios del zorro
morocho.
—
Deja ya, baka.
—
Mis papis se aman~ mis papis se aman~… — Canturreó el zorrito, bajando de
brazos de su padre y corriendo, a cuatro extremidades, alrededor de la
estancia.
—
Las cosas que le enseñas, baka… — Gruñó el zorro, con las prietas mejillas
rosadas.
—
¿Yo? Nosotros, cariño, nosotros~… — Aseguró con una sonrisita divertida.
—
Cuando sea grande me casaré con alguien a quien ame como ustedes dos. ¡Me
casaré con Helena!
—
¿¡Ah!? — ChangMin sintió cómo le palpitaba la venita en la sien.
—
Oh mi… — Hayami se cubrió la boca, tentado de reírse a carcajadas, ligeramente
preocupado del futuro.
Resultaría
que todos sus hijos les llevasen a emparentar entre las familias de sus mejores
amigos.
--//--
Eider
estaba por llegar a su casa, pero el corazón todavía lo tenía atorado en la
garganta. Al final, sí que había permitido que Vladimir la besara. Y se había
sentido muy bien, con un montón de aleteos en el vientre y un cosquilleo que
agitó sus orejas y cola con súbita emoción. Pero, todavía sintiéndose culpable
por lo sucedido años atrás, la neko había sido incapaz de permanecer más junto
al neko. Y se había marchado antes de que sus sentimientos tomaran control de
las cosas. Cuando entró a su casa, anunció que estaba cansada y subió
directamente a su habitación. Por supuesto, Junsu se ha dado cuenta de extraño
comportamiento de su hija, pero la ha dejado estar, por ahora, sola. Mañana
hablaría con ella.
—
Dante, deja a Nasya en paz, sabes que no le gusta que juegues con su cola.
—
Pero es porque su cola está más esponjosa que la mía, mamá.
—
Sigue sin gustarle, Dante.
Nasya,
el menor de los lobeznos, le enseñó infantilmente la lengua a su hermano neko,
y abrazó su cola como para protegerla de las manos de Dante, quien pucheó cual
si quisiera ablandar a su hermano. Cosa que no resultó.
—
Mamá, cómo es que tú siempre consigues lo que quieres de papá cuando haces
pucheros, y yo no puede lograr que Nasya me deje jugar con su cola.
—
Oh cariño, eso es porque tu papi en realidad siempre quiere dejarme hacer lo
que quiero, pero tiene que hacerse el fuerte como el lobo alpha que es.
—
¿Tú no vas a ser un alpha, Nasya?
—
Sí, cuando tenga “todos los años” como papá, pero no para dejarte hacer lo que
quieras, Dante.
—
Mamá, necesito hablar contigo.
—
Oh, Kirian, ya terminaste de ducharte.
—
Sí, sí. Pero necesito hablar contigo, mamá.
—
Está bien. Cuál es la prisa, Kirian. Al menos seca bien tu cabello, trae la
toalla para ayudarte.
—
Mamá…
—
Hablaremos mientras lo hago, ¿bien? Ya que pareces tener urgencia, cariño. Oh,
Dante y Nasya, dejen esas galletas para después de la cena, ya no falta tanto.
Junsu
sonrió, tenía unos hijos inquietos a donde quiera que mirase. Y pensó que le
vendría bien un poco de apoyo si Yoochun llegaba ya. Elián estaba con Maximus,
aunque aún no vivían juntos, ya estaban en planes para ello. Kilian estaba
arriba en su habitación, seguramente hablando por teléfono con Dayelin. Eider
le preocupaba un poco, pero ha aprendido a darle su espacio cuando la nota
extraña. Kirian volvió con su toalla, y se sentó en la alfombra para que su
madre le secara el cabello.
—
Bien, qué necesitas hablar. Dante y Nasya no van a escuchar, están escuchando
un audio libro que Constantine les recomendó. Y Yannick, bueno, espero que esté
estudiando en su habitación.
—
Lo está, dice que necesita esforzarse porque quiere ser un lobo digno de Orión.
—
Oh, así que realmente estaba siendo serio con eso. Espero que Orión pueda
corresponder a tu hermano.
—
Mamá, ¿está bien si me gusta una, chica?
—
Mh, por supuesto. Es más que claro que no juzgamos de quién se enamoran,
Kirian. ¿Por qué estas preocupada?
—
Bueno, tengo doce años. Me pregunto si no cambiaré de sentimientos cuando
crezca un poco más. ¿Siempre te gustaron los hombres, mamá?
—
Cariño, tenía tu edad cuando me di cuenta de que mis ojos seguían
particularmente las figuras de mis compañeros de clase. Pero me enamoré por
primera vez hasta que conocí a tu padre. No diría que es algo que cambie con el
tiempo. Aunque sí puede ser que te gusten tanto chicas como chicos, esa es otra
opción.
La
loba se quedó callada entonces. Junsu no quiso preguntarle más hasta sentir que
se relajaba, así que secó concienzudamente el cabello alrededor de sus anchas
orejas, adormilándola un poco.
—
Me gusta Amaya. Pero creo que a ella le gusta Eider. O le gustaba. De todas
formas, ¿crees que tomaría en serio una confesión de una chica de doce?
—
Bueno, Orión tomó en cuenta los sentimientos de Yannick, ¿verdad? En realidad,
lo que más importa es que tú estés segura de lo que sientes, cariño. Y de que
tengas en cuenta que todo puede pasar si te confiesas.
…
Al
tigre le saltaron involuntariamente las venitas en la sien. Iker acaba de
llegar a casa, y es evidente lo que ha estado haciendo por varias razones. El
cabello húmedo y olor a un champú que no se usa en casa, el caminar dificultoso
y las facciones incómodas en el rostro de su hijo. Y por supuesto, el aroma a
zorro impregnado en su piel.
—
Yunho ah, cálmate~. No vayas a reñir a Iker, ¿sí?
—
Cuándo van a entender que duchándose no eliminan el aroma de con quien lo
hicieron… — Gruñó el tigre, viendo a Iker subir a su habitación diciendo que ha
comido bastante con Lucka ya.
—
Vamos, sabíamos que tarde o temprano iba a suceder. En cierta forma es mejor
que hubieran esperado años para dar este paso, ¿no crees?
—
Se pudieron esperar otros tres o cuatro años, Jaejoong ah.
El
neko blanco se rió quedito, agitó la cabeza en negación y dijo que él iría a
ver cómo se encontraba su hijo. Llamó a la puerta antes de entrar. Sonrió un
poquito enternecido al verlo acostado de pecho al colchón. Seguro que debía
dolerle.
—
Iker, cariño, ¿estás bien?
—
La verdad no, mamá. Papá ya se dio cuenta, ¿verdad? ¿Está enojado?
—
Está un poquito celoso, pero eso está bien. Me extrañaría que no lo hiciera.
—
Lucka intentó ser gentil, pero perdió el control a medio camino y ahora me
duele un poco.
—
Cariño, voy a preguntarte algo muy personal e íntimo, pero necesito que me
contestes con franqueza, ¿sí? — El menor asintió… — ¿Sangraste? ¿Crees que te,
rasgaste?
—
¡Oh, no! No es para tanto, solo resulta que le puse demasiado entusiasmo y me
cansé, y supongo que como es la primera vez, es normal que me duela, ¿cierto?
—
Cierto, cariño… — Sonrió el neko blanco, respirando aliviado al saber que el
dolor solo se debía a la inexperiencia de la joven pareja… — ¿Quieres
descansar?
—
Sí, mamá.
—
¿Seguro que cenaste ya?
—
Sí. Lucka me llevó cena a la cama, por eso es que llegué tarde también. Además,
me ayudó a ducharme.
—
Ya entiendo, Iker. Bueno, me da gusto de que aunque duele un poco, lo pasaste
bien, recibiste muchos mimos de parte de Lucka.
—
No quita el hecho de que para la próxima se lo haga yo a él.
Jaejoong
se rio, revolvió el cabello de su hijo y besándole la frente le aseguró que no
estaba mal probar cosas diferentes, pero que fueran con calma.
…
Las
tres familias se reunieron para celebrar el cumpleaños cinco de Helena, Ninfa y
Sión, por lo que había por ahí montones de comida, risas y conversaciones con
algunos bochornosos recuerdos. Dante y Nasya han acaparado, como siempre, a
Constantine, aunque ahora ya no podían jugar con él como cuando eran más
pequeños. Naturalmente, Kenzo no está muy feliz con esto.
Maximus
y Elián acaban de mudarse a vivir juntos hace cosa de un mes, y aunque fue un
paso difícil para la familia Park-Kim, también es grato saber que está con
alguien digno de sus afectos. Además, Maximus ya le ha propuesto matrimonio a
Elián, por lo que ellos están más que felices. Yoochun, bueno, él no puede
evitar sus celos de padre, y aunque ha aceptado ya al lobo europeo como el indicado
para su hijo, todavía se muestra reticente a todo alrededor de ellos.
—
Yoochunnie~ se te nota el ceño fruncido, amor.
—
Ya, lo siento. Pero, Junsu ah, ¿tienen que estar de manita sudada y a los besos
todo el tiempo?
—
Vamos, Yoochun ah, están enamorados.
Mientras
Junsu trataba de calmar los celos de Yoochun, Yannick buscaba a Orión,
pretendiendo pasar tiempo con el zorro. Y, de alguna manera, el zorro se
muestra más interesado en el lobezno.
—
Ven, Yannick.
—
¿Eh? ¿A dónde?
—
Solo ven… — El zorro llevó al lobezno al interior de la casa, después de todo a
Jaejoong o a Yunho no les molestaba que se sintieran como en su propia casa.
Dentro,
lejos de las miradas de los demás. Orión hizo algo que Yannick no había visto
venir. Le besó.
--//--
Orión
lo había estado pensando mucho desde que Yannick se le confesó, y tenía la
impresión de que entre ellos se sentía natural estar juntos. No le incomodaba
en absoluto los sentimientos del lobezno, y sabe que durante los años que le
tomó a Yannick crecer, habían pasado muchas cosas que él no podía ignorar. Pero
sobre todo, saber que nunca estuvo interesado por nadie
en particular, pero que en un santiamén, justamente el lobezno pudiera poner su
mundo de cabeza. Besarle ahora no ha sido un simple impulso, lo decidió con
conciencia. Porque un beso es la primer muestra de afecto que dos enamorados se
dan cuando se dan cuenta de que su amor es correspondido. El zorro, sin
embargo, admite que su experiencia en el amor es básicamente nula, que tal vez
cometerá errores y que probablemente algunas dificultades vengan al tomar esta
decisión. Pero ahí está, ese “gustar” que hace a su corazón latir de prisa,
llenarle el estómago de mariposas inquietas y motearle las mejillas de un
tímido rubor.
Yannick
devolvió torpemente el beso, dejando que la lengua de Orión entrase en su boca,
pero su instinto lobezno le instó a buscar el dominio del mismo. Tirando el
cuerpo del zorro más cerca de sí, y empujándole luego para invertir posiciones.
Orión jadeó entre la sorpresa del repentino movimiento y la ansiedad con que el
lobezno le besaba. Ahora tenían prácticamente la misma estatura, pero no quiere
imaginar lo que será cuando Yannick le supere.
Un
sonido húmedo fue el testigo del final de aquel beso. Además de las respiraciones
agitadas o las orejas erguidas mientras sus colas ondean de un lado a otro.
—
Que te quede claro, no haremos más que esto hasta que seas mayor de edad,
Yannick.
—
¿Solo besos?
—
Sí, nada sexual hasta que…
—
¡Es demasiado tiempo! — Exclamó, enterrando el rostro en el cuello del zorro.
Quien simplemente le dejó ser… — ¿Podría ser al menos a los, quince? — Musitó,
oliendo concienzudamente la piel del mayor.
—
No, soy yo quien queda como el pervertido saliendo con un menor, tendré 21 y tú
15, no hay manera… — Aseguró, suspirando al sentir la nariz del lobezno
acariciando su cuello.
—
Pero, Orión hyung…
—
Tómalo o déjalo. Son mis condiciones para que, salgamos, Yannick.
—
Eres injusto.
—
Y tú un niño todavía, crece adecuadamente y, veremos qué otras libertades te
puedo dar.
Orión
sonrió cuando sintió los dedos de Yannick enredándose con los suyos, mientras
le susurraba al oído aquél “lo tomo” que alocó su corazón.
Cuando
escucharon el sonido de la puerta abriéndose, se separaron lentamente,
permitiendo que sus manos se separaran también con aquel ritmo. Se trata de
Constantine, que ha entrado por algunas cosas que le ha encargado su madre.
Kenzo sigue sus pasos, demandando también un poco de atención.
—
No seas tan quejumbroso, Dante y Nasya no me ven todos los días, tú sí Kenzo.
—
Pero soy tu novio~.
—
Precisamente, y ellos unos niños que quiero como mis primos, así que deja de
hacer morros y ayúdame. Oh, Yannick, Orión, no sabía que estaban aquí.
—
Ya nos íbamos, solo… vinimos por algo… — El zorro salió a prisa, seguido por un
Yannick que sencillamente no podía ocultar su felicidad, con esa sonrisa
radiante en la cara y una mirada intensa que brillaba cual si fuese un cielo
nocturno plagado de estrellas. Además, su cola se movía sin cesar, y sus orejas
se mantenían erguidas, dirigidas al frente, o ahí donde Orión se movía.
—
Parece que mi hermano finalmente lo conoció… — Kenzo dijo con una sonrisita.
—
¿Conoció qué?
—
El amor, Constantine~ no tienes nada de tacto~.
—
Y dónde está la novedad… — El neko sonrió, ladino, pícaro, juguetón. Esas
expresiones que casi nunca mostraba, pero cuando lo hacía, era solo para los
ojos del zorro.
…
Otro
año más. Inclemente, el tiempo continuaba avanzando para las tres familias. Y muchas
sorpresas han aparecido. Eider y Vladimir finalmente se han dado una segunda
oportunidad. Tal vez la primera con sus corazones sincronizados en
sentimientos. Yoochun actuó como el padre celoso que es, y puso las cartas
sobre la mesa para el joven neko. Cualquier daño, por mínimo que fuera, a su
hija, lo pagaría con sangre.
—
Papá, no digas ese tipo de cosas.
—
Es la verdad, princesa.
—
Pero me avergüenza que le hables así a Vladimir. Danos una oportunidad, ¿sí?
Llevo años intentando ser feliz, y al fin comprendí que solo puedo serlo con
él. Así que no le pongas tanta presión, ¿sí, papi?
—
Nh… bien, ok. Pero no quiero que hagan cosas indebidas hasta que hayan salido
al menos unos cinco años.
—
Eso es terriblemente exagerado, papá.
—
No lo es.
—
Yoochunnie~… — Junsu le nombró, colándose en su regazo con aire coqueto,
acariciándole la mandibula con uno de sus delicados dedos… — Amor, tenía la
edad de Eider cuando me quitaste la virginidad, ¿ya se te olvidó?
—
Es diferente. Eider es nuestra hija, y es mujer y…
—
Papá, nos portaremos bien, al menos un año.
—
¡Qué!
—
Y ahora me voy, tengo cita con Vladimir y no quiero llegar tan tarde.
—
¡Eider!
—
Diviértanse, cariño~.
—
Gracias mami~.
Eider
besó la mejilla de sus progenitores y luego salió feliz rumbo a su cita con
Vladimir. A Yoochun le palpitaban las venitas en la sien, mientras Junsu
continuaba en su regazo.
—
No te enfades~.
—
Son demasiadas cosas para un solo día. Hace un momento Kilian me dijo que
planea proponerle matrimonio a Dayelin. Siento que si “bajo la guardia” solo un
poco más, en nada nuestros hijos mayores ya no vivirán más en esta casa.
—
Yoochun ah, ya lo hemos hablado. Es lo normal, y pasará en los siguientes años
hasta que Dante y Nasya sean los últimos en partir.
—
Mi manada está formando sus propias manadas, eso me pone raro, Junsu ah… —
Bufó, dejándose hacer cuando su neko amante le acarició la nuca al tiempo que
le rozaba los labios con cariño.
—
Porque hemos criado excelentes nekos y lobos, Yoochunnie. Siéntete orgulloso de
ellos.
—
Sí, lo sé…. — Entonces se dieron un largo y profundo beso… — Oye, ¿tú crees que
todavía podríamos tener más bebés?
El
lobo zafiro sugirió seductor, el neko rosa se rio de buena gana, dejándose
hacer cuando su amante le empujó contra el sofá acariciándole el costado.
—
Imposible, no más bebés Chun. Pero, me gustaría que me hicieras el amor.
—
Todos los días, Junsu ah.
—
¡Ay no! ¡Mamá, papá! ¡No hagan cosas cuando todavía estamos en casa!
—
Kirian, creí que saldrías con Amaya.
—
Eso haré, pero todavía estaba aquí y ustedes… — Los aspavientos de la loba
resultaron de alguna manera cómicos, junto a su sonrojo y los movimientos
inquietos de su cola… — Son unos aprovechados porque Dante y Nasya están de
campamento.
—
Solo un poquito, cariño~.
—
Princesa, recuerda llegar antes de las diez.
—
Sí, papá. Bueno, ahora sí me voy. De todas formas aguarden unos minutos antes
de seguir en lo suyo, no sea que tenga que regresar a algo y los pille.
…
Elián
estaba feliz, a sus 23 de edad, estaba en la dulce espera por primera vez. Por
supuesto, Maximus está tan contento como él. Y cuando se lo han contado a Junsu
y Yoochun, gustosamente han recibido sinceras felicitaciones.
—
Pensé que te enojarías, papá.
—
Bueno, sé que siempre reniego de Maximus y todo pero, sé que eres feliz con él,
Elián. Y convertirme en abuelo, pues eso ablanda un poco mi coraza. Pero solo
un poco, eh.
El
neko sonrió, abrazándole con fuerza.
—
Señor Park, gracias, por haberme permitido ser feliz con Elián.
—
Maximus, sé buen padre, como has sido buen novio para mi hijo. Y cuando tus
cachorros crezcan, seguro te acordarás de mí y sabrás por qué soy tan
cascarrabias.
—
Lo sé, señor Park. Lo sé… — El lobo europeo se sorprendió cuando el lobo zafiro
le estrechó en un abrazo.
Sin
duda, otra historia comenzaba ahí.
…
Tras
dar a conocer la noticia de su embarazo a las tres familias, el clamor de la
felicidad cayó a raudales. Y así, conformadas las parejas entre ellos, los
mayores ya no podían más que sonreír y sentirse agradecidos porque las cosas
terminaran de esta manera.
Kilian
y Dayelin estaban comprometidos, Eider y Vladimir gozaban de un noviazgo
estable. Constantine y Kenzo seguían siendo los mismos, con un neko poco
romántico y un zorro que demandaba sin tregua a su novio. Iker y Lucka han
mejorado –y mucho– en su vida sexual, y aunque pocas veces, el neko ha
conseguido “someter” al zorro. Orión tiene algunas pequeñas dificultades para
mantener bajo control las hormonas de Yannick, sobre todo cuando sus propios
deseos amenazan con revelarse a su voluntad, pero lo hacen bien. Kirian y Amaya
también llevan una buena relación de pareja, aunque a menudo tienen que
“presumir” de la misma para que los chicos dejen de abordarlas. Lo que en ocasiones
incluso se vuelve divertido.
Y
bueno, ¿quién sabe? Pero una vez al reunirse, Junsu, Jaejoong y ChangMin
coincidieron en haber tenido un sueño en particular. En él, Dante salía con
Sión, Nasya con Ninfa y Helena con Perseo. Pero ha sido solo un sueño. Después
de todo, faltaban años para que pudiera conocerse la verdad.
—
Pues Perseo dice desde que tiene tres que se quiere casar con Helena… —
Mokomichi recordó. Y el zorro morocho no pudo más que admitirlo.
—
Bueno, si eso llega a pasar, no nos pillará tanto por sorpresa. De cualquier
manera, ya estamos más que emparentados con el resto de nuestros hijos.
—
Tienes razón, Yunho… — Yoochun dijo… — Es tarde para evitarlo.
—
¿Qué se siente estar a unas semanas de ser abuelo?
—
Emocionante.
—
Yoochun es un peligro, si salimos de compras quiere llevarlo todo para el bebé.
—
No todo.
—
Pero casi~.
—
Oh, yo también quiero ser abuelo… — Jaejoong dijo con entusiasmo.
—
Mejor no… — Pero Yunho no quería que Dayelin fuera mamá todavía. Y aun no podía
asegurar si su hijo Constantine o Kenzo terminarían siendo “la madre”.
—
De la forma en que esto va, no me extrañará que el año entrante alguno de
nosotros se vuelva abuelo… — ChangMin comentó.
Y,
como dijimos antes, ¿quién sabe? A partir de ahora, todo podía pasar.
FIN
Ya habia perdido el hilo de la historia asi q me tocó volver a leerla desde el principio, pero me sigue encantando!! Se ha convertido en una de mis favoritas, me encantaron los nombres de los niños, cada una de las historias, me encantó Yannick en este ultimo capitulo, y cada uno de ellos con sus personalidades, y escuchar a Hayami con tono celoso x uno de sus hijos tambien quede extrañada como Changmin. La historia estuvo muy linda y me encantaria que si la inspiración te encuentra que hicieras un especial con esos cachorros que quedaron.
ResponderBorrarGracias por tan buena historia!!! ����
Uy qué bello!!! Me quedé enamorada de mi Chunne siendo así se protector. Llama mi atención como es que se le dió tan bien la idea de Miriam con Amaya, mi Chunnie no hizo tanto pancho pomo con Elian y Eider😂😂😂 ame a los bebés Dante y Nashya ay cosiiitas pero Yannick awww siento que era igualito a Junsu pero en lobito😍😍😍 woooo Muchas gracias Feli. No tienes idea de lo mucho que me gustó cada pareja y sus pequeños.
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