jueves, 29 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 1.



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De Estrategias y Metas Claras

Por partes, todo en esta vida puede ser comprendido y asimilado si solo se observa desde todas las perspectivas posibles y se toman en cuenta cada una de las partes que componen tal o cual situación, ¿cierto? ¡Por supuesto! Sugawara Koushi está convencido de eso justo ahora. De modo que, hay que pensar primero en todas las posibles explicaciones a los cambios en su rutina como el aumento de apetito o la agudeza de algunos de sus sentidos. ¿Cómo va a tratarse de un embarazo? Ni que fuera chica.

Aunque Shimizu sonó tan segura cuando lo dijo… – El peliplatino suspiró una vez más en lo que va de la mañana, todo y que debería estar prestando atención a sus clases.

Sentado unos cuantos lugares atrás, Daichi tampoco estaba atento a la clase por estar observando a Sugawara, algo andaba raro con él y no ha encontrado el momento oportuno para preguntarle nada, entre los entrenamientos y las clases poco queda de tiempo libre, esperar hasta el fin de semana le suena casi a eternidad, pero piensa que no tendrá más opción.

A menos que me las ingenie para volver a casa juntos sin la compañía de los demás… – El pensamiento del Capitán fue interrumpido por el sonar de la campana que anunció el cambio de clases. Quiso acercarse a Sugawara para proponerle irse juntos esa noche luego del entrenamiento, pero de inmediato un par de compañeras acapararon la atención del muchacho.

Daichi suspiró derrotado. Ni hablar, tendría que esperar.
Y esperar.
Y esperar.

– ¡Maldición, no puedo hablarle ni siquiera antes del entrenamiento! ¡Joder, me estoy poniendo nervioso!

– ¿Daichi-kun?

– ¿Sí sensei?

– Te noto algo distraído, ¿va todo bien?

– Sí. Disculpe haberle preocupado, sensei… – El Capitán se inclinó acompañando su disculpa con el respeto pertinente. El hombre de personalidad amable (aunque algunos lo considerando “tierno” y “lindo”) sonrió suavemente y agitando la mano aseguró que no era nada.

– Es normal que me preocupe por cada uno de ustedes, después de todo el Club de Voleibol también es mi responsabilidad, así que por favor, no dudes en acudir a mí si necesitas hablar de lo que sea, ¿está bien?

– Ah, sí. Gracias, sensei.

– No es nada… – Dijo riendo nerviosamente, azorado por el respeto, malacostumbrado a ese trato de parte de sus alumnos cuando escucha los rumores por los pasillos acerca de lo joven que luce o de lo fácil que podría resultar confundirle con un alumno más… – Hay que continuar entonces.

– ¡Sí!

En tanto el entrenamiento seguía su curso normal –lo que lleva por default las constantes peleas entre Kageyama, Hinata y Tsukishima (Yamaguchi solía entrar por inercia, Tanaka se incluía por voluntad propia, y Nishinoya era lo suficientemente enérgico como para quedarse atrás)–, Kiyoko estaba al pendiente de Sugawara, convencida de su teoría respecto al estado de salud del muchacho, y no es que esté presentando mareos. Aún. Sin embargo, el peliplatino podía darse cuenta de la mirada de la chica, y eso lo estaba poniendo de nervios.

– Hoy andan raros algunos de ustedes. Especialmente Daichi y tú, Sugawara, ¿están teniendo problemas en sus clases o algo?

– Para nada Ukai-san, es… es solo… algo que resolveremos de inmediato. Por favor disculpe si estamos interfiriendo con el entrenamiento.

– No es nada de lo que tenga que preocuparme según parece, pero más vale prevenir. Así que lo que sea, confiaré en que puedan solucionarlo por su propia cuenta.

Con tantas miradas sobre su persona, Sugawara se percató de que la solución debía encontrarla de inmediato. Una vez terminado el entrenamiento y el correspondiente aseo para dejar el gimnasio en las condiciones adecuadas, todos comenzaron a tomar camino a sus respectivos hogares. Como solía pasar, Daichi y Tanaka, junto a Hinata y Kageyama hacían compañía con él y andaban más o menos por el mismo rumbo hasta ciertas calles. Pero esa vez, necesitaba hablar con Daichi a solas, tenía que ingeniárselas para tomar caminos separados.

– Daichi, vayamos hoy después de los chicos, necesitamos hablar.

Envió un texto al móvil del Capitán, recibiendo rápidamente una respuesta.

– Está bien, porque pensaba justamente lo mismo. Les diré que tengo que hablar algo con el sensei, así que tú espera por mí en la entrada de la escuela.

Ciertamente Daichi quiso consultar algunas cosas respecto a los partidos de práctica que todavía tenían en puerta, así que fue el pretexto ideal. Así, mientras hacía tiempo y todos los demás se iban retirando, Hinata prácticamente se colgaba de Kageyama haciéndole toda clase de preguntas absurdas.

– ¿Cómo esperas que yo sepa algo de eso, idiota?

– Pues tú todo lo sabes, Kageyama. Y deja de llamarme idiota, idiota.

La venita en la sien del setter comenzó a latir molesta, y naturalmente el ceño se frunció pronunciadamente dándole ese aspecto de enojo que el pelinaranja se sabía de memoria.

– ¿Sobre qué están discutiendo tan animadamente esta vez? – Tanaka les preguntó mirándolos acosadoramente, lo que hizo tragar hondo a los más chicos, después de todo su senpai sí que sabía cómo sonsacarles información.

– N-nada… – Tartamudearon al unísono.

– Con que nada, eh… – Los miró inquisitivamente sin tragarse la respuesta que le dieron… – Ustedes, tan idiotas como desde que llegaron al Club y quisieron hacernos creer que se estaban llevando bien cuando no era así. No saben mentir para nada, par de idiotas.

– Vimos por accidente algo en los vestuarios esta tarde cuando vinimos a practicar dado que no tuvimos una clase que nos suspendieron.

– ¿Qué cosa vieron?

– Esto…

– ¡Contarlo de una vez!

– ¡Noya-san y Asahi-san estaban besándose! – Hinata respondió alterado. Kageyama se golpeó la frente pensando en que debería haber aguantado la presión y así no meterse donde no les llaman. Y Tanaka, bueno… Tanaka estaba pálido de la impresión.

– ¡¿Qué?!

--//--

Nishinoya y Asahi estornudaron al mismo tiempo. Totalmente ajenos a haber sido descubiertos por el dueto dinámico del equipo. Se miraron un poco sorprendidos por el estornudo simultáneo y luego simplemente sonrieron, iban andando por un parque que queda relativamente cerca de la casa del Libero, y era lo suficientemente solitario a esa hora como para animarse en caminar pegado uno al otro, sujetándose las manos y disfrutando de lo que ellos llaman su momento de calidad romántica. ¿Qué? Son así de románticos los dos.

– Estás sudando, Asahi.

– Es porque estoy nervioso, Yuu.

Ambos soltaron una risita. Era extraño llamarse por sus nombres y todavía no conseguían acostumbrarse a ello realmente, pero habían hecho una promesa cuando decidieron formalizar la relación complicada que tenían y convertirse en pareja, en novios; llamarse por su nombre cuando estuvieran a solas, y sentirse mucho más cerca del otro.

– Ya sé. Siempre lo diré, eres grandote y hasta puedes dar miedo, pero eres realmente tierno… – El Libero se permitió una sonrisita al notar la vergüenza del As de Karasuno… – Supongo que eso es justamente lo que me encanta de ti. ¿Sabes que esa fue la primer cosa que me enamoró de ti?

– ¿En serio? Creía que tal vez había sido mi impresionante físico.

– ¡Baka!

– Me gustó tu personalidad desde el momento en que te conocí en el Club… – Asahi dijo frenando de pronto su andar, sujetando el rostro de Nishinoya con su mano libre e inclinándose por un beso. Corto, rápido, dulce.

Las mejillas de ambos adolescentes se tiñeron abruptamente de carmesí. Sonrieron avergonzados y luego simplemente continuaron su camino. Todavía tenían al menos un par de minutos para disfrutar de la calidez de sus manos entrelazadas. Además, esa noche Asahi estaba invitado a pasar la noche en casa de Nishinoya, los padres de su novio estarían fuera por cuestiones de trabajo. Esa noche lo harían, por segunda vez. Era mucha la emoción que ambos sentían.

--//--

Una vez que habían comenzado el recorrido a sus hogares se sentía algo de tensión entre los dos, y eso era porque ninguna estaba seguro de cómo comenzar la conversación.

– ¿Te has estado sintiendo mal de salud, Suga?

– ¿Eh? No. En realidad no, Daichi. ¿Has notado algo raro en mí como los demás?

– Bueno, es cierto que has estado comiendo más, e incluso el otro día me echaste la bronca porque no te gustaba el olor de mi perfume. Y yo ni siquiera usaba perfume, era el simple olor del desodorante que siempre he usado.

– Cierto. Lo siento.

– Está bien, además ya te habías disculpado entonces. Aún así, no es propio de ti alterarte siquiera, y menos por cosas como esa. Si estás teniendo problemas en casa…

– No es nada acerca de eso.

– ¿Entonces?

– La verdad es que no lo sé. Simplemente comenzó y ya. Tengo hambre pero pensé que era solo porque me sentía contagiado por el entusiasmo de Hinata y Kageyama, pero luego está lo del olfato sensible, o ese cambio de humor tan impropio de mí. Estoy curioso también porque no tengo idea de lo que me pasa, Daichi.

– Bueno, podemos probar con comenzar a observar tu comportamiento, tal vez haya algo que lo esté desencadenando, el estrés o algo así. Ya sabes, desde que Kageyama se integró es inevitable que te sientas algo presionado por la posición de Setter, y es normal, Suga.

--//--

– Ahora que lo pienso, Kageyama, ¿a ti te gustan las chicas?

– No te incumbe.

– ¡Eh! ¡Pero claro que sí! Eres el único que nunca reacciona como Tanaka-senpai cuando la manager anda cerca, por ejemplo. Y las chicas de nuestra clase, hay algunas muy bonitas que incluso te encuentran atractivo, aunque luego dicen que el único problema contigo es tu personalidad.

Kageyama fulminó con la mirada al pelinaranja, pero éste parecía ajeno a las expresiones del peliazabache y seguía parloteando muchas cosas que ha escuchado de sus compañeras de curso junto a los recuerdos que tiene del Setter.

Tanaka por su parte hacía rato que se había despedido de ellos y tomado su propio camino, Hinata y Kageyama le vieron avanzar como auténtico zombie por las calles iluminadas por los faroles pues el anochecer estaba profundamente instalado en la ciudad. Luego de eso habían continuado dialogando de lo visto con sus senpais.

– Creo que deberíamos sentirnos un poco perturbados por eso, Hinata… – Kageyama dijo de pronto, interrumpiendo la verborrea del pelinarajna.

– ¿Mh? ¿Por qué?

– Porque ambos son chicos, por eso, idiota.

– ¿Eh? ¿Está mal que dos chicos se besen?

– No sé si esté mal, pero no es lo más común. O por qué crees que Noya-san y Asahi-san se ocultan para hacer ese tipo de cosas.

Hinata se sujetó el mentón con aire pensativo. Kageyama sonrió con burla tentadísimo de soltar uno de sus sarcásticos comentarios.

– ¿Deberíamos intentarlo?

– ¿Qué?

– Bueno, para saber lo que se siente y eso. Si ellos lo hacían no debe ser tan malo, ¿verdad? Además, tal vez así aprendamos para cuando salgamos con chicas. ¡Supongo que algún día querré salir con una!

Se miraron por un instante, más retándose que nada más y tras varios gruñidos, refunfuños, miradas duras y hasta un “piedra, papel y tijeras”, acordaron considerarse “novios”.

--//--

Esa tarde, como en otras ocasiones, sensei llegó corriendo al gimnasio. Sin embargo, en esta ocasión no llegaba tarde por nada relacionado propiamente con el club, simplemente le habían entretenido más de lo previsto en una Reunión de profesores emergente. Al entrar al gimnasio, la sudadera verde olivo estaba en sus hombros, dejando al descubierto lo delgado de la línea de sus hombros, además estaba algo sudado y las finas gotas resbalaban por el contorno de su cara. El Entrenador Ukai tragó hondo tras percatarse de que se le había quedado mirando de una forma extraña. Y por extraña, se refiere a que su cuerpo había tenido ciertas reacciones que nunca, pero en serio nunca, habían estado ahí por un hombre.

Para espabilar un poco, el Entrenador Ukai los separó para comenzar a practicar sus recepciones; haciendo mientras tanto todo lo posible para evitar que su pensamiento fuera donde el sensei.

Mientras tanto, Yamaguchi observaba con atención a Tsukishima. Pese a que ellos dos parecen amigos, a veces el joven se pregunta si en verdad será considerado un amigo por el rubio, ellos en realidad no conversan demasiado, y a menudo es tratado con insultos.

Aún así, lo admiro mucho. No, más que eso, hace algún tiempo que admití que me gusta. Tsukki realmente me gusta mucho.

– Hey, Yamaguchi, es tu turno.

– ¿Eh? ¡Ah, sí!

Tsukishima chasqueó la lengua cuando se dio cuenta de la distracción de su compañero. Se preguntó si todo andaría bien con él o si quizá estaban molestándole de nuevo por los alrededores de su casa.

Lo acompañaré hasta su casa hoy… – Fue la resolución a la que el rubio llegó sin siquiera pensarlo demasiado.

--//--

Todo había comenzado, como cada cosa natural en el pensamiento adolescente, por curiosidad. Kageyama Tobio es un muchachito cualificado para muchas, muchas cosas, no del todo académicas pero al fin y al cabo cualificado es –venga que inevitablemente el 90% de sus facultades intelectuales las emplea para el voleibol, razón por la cual el resto de las áreas en su vida están más bien desprotegidas–, pero una vez que se decidió en “salir” con Hinata Shoyo, obviamente que él tenía que asumir el rol maduro en la supuesta relación sentimental que han iniciado. Claro que ser novios todavía suena súper raro en el pensamiento del prodigio setter, pero como se dice por ahí, al toro por los cuernos.

– Bien, ahora que tú y yo estamos en una especie de relación hay que poner algunas cosas claras… – El prodigio setter carraspeó y cruzado de brazos se sentó ante un expectante Hinata que le miraba con sus enormes ojos almendrados y una media sonrisa que desde ya, tenía los nervios del más peliazabache crispados… – No vamos a ir por ahí cogidos de la mano ni haciéndonos arrumacos melosos.

– Oh, por qué no, las parejas hacen eso.

– ¡Las normales, idiota Hinata! Tú y yo solo estamos saliendo por conveniencia y es para saber cómo funciona todo esto.

– No tienes que gritarme por cada cosa que me dices, ¿sabes? Le pregunté a mamá ayer cómo actuaba ella cuando estaba embarazada de mi hermana o de mí y dijo que una de las cosas que más recordaba eran los cambios de humor, cuando me contó eso pensé “ah, Bakayama debe estar preñado siempre”. ¡Auch! ¡Bakayama eso dolió!

– Si no dijeras tantas estupideces no te golpearía tanto, incluso podrías ser algo lindo como Suga-san, idiota.

– ¿Ah? ¿Lindo yo? ¡De verdad!

– ¡No te emociones por cosas como esas, Hinata idiota!

Bueno, lo dicho con anterioridad, cuando los nervios de Kageyama están crispados en compañía de Hinata, difícilmente serán capaces de entablar algún tipo de conversación que los lleve al objetivo planteado.  

– Deja de maltratarme, Kageyama-kun~ – Hinata dijo de pronto en medio de la pelea que la recién parejita estaba teniendo, en ese instante había empleado el tono más dulce y ladino que podía emplear, y notó con cierto agrado malévolo la forma en que el setter detenía todo movimiento y le miraba con expresión sorprendida. Ah sí, y las mejillas ligeramente rosadas… – Así que te gusta el tono suave y dulce, ¿eh? ¡Maldito Kageyama soy un chico! ¡No puedo emplear esos tonos agudos para que me mires con esa cara tan atractiva!

– ¿Qué dijiste?

– ¿Eh?

Ambos se quedaron finalmente en silencio, evadiéndose la mirada y con una considerable distancia entre ambos, avergonzados de lo sucedido en ese último minuto de sus vidas.

– Oye, debería ser normal, Hinata.

– El qué.

– Que te resulte atractivo, si se supone que estamos saliendo deberíamos gustarnos, o algo así.

– ¿Aunque estemos saliendo solo por conveniencia?

– Sí.

– Ah… – Otro momento de silencio, más bien incómodo… – Pero Kageyama, tú no me has dicho que soy atractivo.

– Claro que no, porque como tú eres el pasivo en todo esto el término adecuado para ti será lindo.

– ¿Ah? ¿Qué significa eso de que yo seré el pasivo?

– ¿No es obvio?

– ¡Si te estoy preguntando es porque no es obvio, Bakayama!

– ¡Lo ves, por eso no eres lindo, Hinata idiota!

– ¡No me insultes en un punto crucial de nuestra relación o terminaré contigo cuanto antes!

– ¡Deja de decir tonterías!

– ¡Explícame por qué soy el pasivo!

– ¡Porque eres bajito, mono, lindo, tierno y te amoldarás perfectamente a mi cuerpo! ¡Hinata idiota!

– ¿Eh? – Al pelinaranja rápidamente le cambió su humor por uno curioso. Muy, muy curioso… – ¿Piensas todo eso de mí? Quitando lo bajito claro, eso no es para nada amable de tu parte, Kageyama-kun~

– ¡Tsk! Cállate.

– No, no. Vamos, quiero saber si de verdad piensas que soy mono, lindo, tierno. ¿Y qué quieres decir con que me amoldaré perfectamente a tu cuerpo? ¿Estás hablando de sexo?

El sonrojo explotó en la cara seria del setter, Hinata se contagió al instante en que procesó sus propias palabras, sobre todo cuando dijo sexo. Kageyama pensó que justo así, calladito y sonrojado se veía realmente lindo. Y para su suerte de adolescente, el tema y todo el contexto, su cuerpo comenzó a reaccionar proveyéndole de un calor que no necesitaba.

– ¿Vamos a tener sexo, Kageyama?

– ¡Qué! ¡Claro que no!... aún.

– ¡Por qué no! ¡No es que las parejas hacen eso y es por todo lo que estamos saliendo! ¡Queremos saber cómo se sintieron los senpais al besarse!

– ¡Exacto, ellos solo estaban besándose, Hinata idiota!

– Oh, es verdad… – El pelinaranja volvió a relajarse de inmediato ni bien el peliazabache había argumentado… – De todas maneras, vamos a intentarlo en algún momento, ¿no? ¿Cómo será el sexo entre dos chicos? Aunque tampoco estoy seguro de cómo es entre un chico y una chica. ¿Tú sabes, Kageyama?

– Tú, enano engreído… – El malhumor de Kageyama estaba peligrosamente en sus límites… – ¡Deja de decir idioteces sin más!

Por supuesto, Kageyama se le fue encima tratando de darle su merecido por decir tantas cosas vergonzosas, ridículas y estúpidas en tan poco tiempo. Así siguieron un buen rato hasta que las tripas de ambos muchachos gruñeron al tiempo y se dieron cuenta de lo tarde que era. Los padres de Kageyama no tardarían en llegar, y él solo se sentía aliviado de saber que no estarían solos en su casa, eso sí sería peligroso.

– Vamos a cenar, Hinata.

– ¿Tú sabes cocinar?

– No mucho, además de todas maneras mi madre dejó algo en la nevera.

– ¿Y estás seguro de que no se molestará por mi presencia?

– No. De alguna forma estaba contenta cuando le dije que un amigo se quedaría a dormir.

– Kageyama, ¿tú de verdad no tenías amigos antes?

– Tsk, no necesitaba amigos.

– ¿Pero ahora sí?

– Supongo que no es tan malo tener algunos. Y de paso me he hecho un novio idiota que no para de parlotear ni un minuto en todo el día… – Sí, ahí comenzó otra de sus peleas. Solo que al menos sería con el estómago lleno.

--//--

Luego de mucho haberlo pensado, Sugawara finalmente se decidió por hacerse una de esas pruebas que venden en las farmacias, sin embargo él la había adquirido vía web, y de por sí ya había sido un lío no ser descubierto en casa. Pero ahí estaba, esperando esos inquietantes dos minutos antes de conocer el resultado.

– Po-positivo. Estoy… en verdad estoy… ¿embarazado?


Continuará…

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