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De
Estrategias y Metas Claras
Por
partes, todo en esta vida puede ser comprendido y asimilado si solo se observa
desde todas las perspectivas posibles y se toman en cuenta cada una de las
partes que componen tal o cual situación, ¿cierto? ¡Por supuesto! Sugawara Koushi
está convencido de eso justo ahora. De modo que, hay que pensar primero en
todas las posibles explicaciones a los cambios en su rutina como el aumento de
apetito o la agudeza de algunos de sus sentidos. ¿Cómo va a tratarse de un
embarazo? Ni que fuera chica.
–
Aunque Shimizu sonó tan segura cuando lo
dijo… – El peliplatino suspiró una vez más en lo que va de la mañana, todo
y que debería estar prestando atención a sus clases.
Sentado
unos cuantos lugares atrás, Daichi tampoco estaba atento a la clase por estar
observando a Sugawara, algo andaba raro con él y no ha encontrado el momento
oportuno para preguntarle nada, entre los entrenamientos y las clases poco
queda de tiempo libre, esperar hasta el fin de semana le suena casi a
eternidad, pero piensa que no tendrá más opción.
–
A menos que me las ingenie para volver a
casa juntos sin la compañía de los demás… – El pensamiento del Capitán fue
interrumpido por el sonar de la campana que anunció el cambio de clases. Quiso
acercarse a Sugawara para proponerle irse juntos esa noche luego del
entrenamiento, pero de inmediato un par de compañeras acapararon la atención
del muchacho.
Daichi
suspiró derrotado. Ni hablar, tendría que esperar.
Y
esperar.
Y
esperar.
–
¡Maldición, no puedo hablarle ni siquiera
antes del entrenamiento! ¡Joder, me estoy poniendo nervioso!
–
¿Daichi-kun?
–
¿Sí sensei?
–
Te noto algo distraído, ¿va todo bien?
–
Sí. Disculpe haberle preocupado, sensei… – El Capitán se inclinó acompañando su
disculpa con el respeto pertinente. El hombre de personalidad amable (aunque
algunos lo considerando “tierno” y “lindo”) sonrió suavemente y agitando la
mano aseguró que no era nada.
–
Es normal que me preocupe por cada uno de ustedes, después de todo el Club de
Voleibol también es mi responsabilidad, así que por favor, no dudes en acudir a
mí si necesitas hablar de lo que sea, ¿está bien?
–
Ah, sí. Gracias, sensei.
–
No es nada… – Dijo riendo nerviosamente, azorado por el respeto,
malacostumbrado a ese trato de parte de sus alumnos cuando escucha los rumores
por los pasillos acerca de lo joven que luce o de lo fácil que podría resultar
confundirle con un alumno más… – Hay que continuar entonces.
–
¡Sí!
En
tanto el entrenamiento seguía su curso normal –lo que lleva por default las constantes
peleas entre Kageyama, Hinata y Tsukishima (Yamaguchi solía entrar por inercia,
Tanaka se incluía por voluntad propia, y Nishinoya era lo suficientemente
enérgico como para quedarse atrás)–, Kiyoko estaba al pendiente de Sugawara,
convencida de su teoría respecto al estado de salud del muchacho, y no es que
esté presentando mareos. Aún. Sin embargo, el peliplatino podía darse cuenta de
la mirada de la chica, y eso lo estaba poniendo de nervios.
–
Hoy andan raros algunos de ustedes. Especialmente Daichi y tú, Sugawara, ¿están
teniendo problemas en sus clases o algo?
–
Para nada Ukai-san, es… es solo… algo que resolveremos de inmediato. Por favor
disculpe si estamos interfiriendo con el entrenamiento.
–
No es nada de lo que tenga que preocuparme según parece, pero más vale
prevenir. Así que lo que sea, confiaré en que puedan solucionarlo por su propia
cuenta.
Con
tantas miradas sobre su persona, Sugawara se percató de que la solución debía
encontrarla de inmediato. Una vez terminado el entrenamiento y el
correspondiente aseo para dejar el gimnasio en las condiciones adecuadas, todos
comenzaron a tomar camino a sus respectivos hogares. Como solía pasar, Daichi y
Tanaka, junto a Hinata y Kageyama hacían compañía con él y andaban más o menos
por el mismo rumbo hasta ciertas calles. Pero esa vez, necesitaba hablar con
Daichi a solas, tenía que ingeniárselas para tomar caminos separados.
– Daichi, vayamos hoy
después de los chicos, necesitamos hablar.
Envió un
texto al móvil del Capitán, recibiendo rápidamente una respuesta.
– Está bien, porque
pensaba justamente lo mismo. Les diré que tengo que hablar algo con el sensei,
así que tú espera por mí en la entrada de la escuela.
Ciertamente
Daichi quiso consultar algunas cosas respecto a los partidos de práctica que
todavía tenían en puerta, así que fue el pretexto ideal. Así, mientras hacía
tiempo y todos los demás se iban retirando, Hinata prácticamente se colgaba de
Kageyama haciéndole toda clase de preguntas absurdas.
–
¿Cómo esperas que yo sepa algo de eso, idiota?
–
Pues tú todo lo sabes, Kageyama. Y deja de llamarme idiota, idiota.
La
venita en la sien del setter comenzó a latir molesta, y naturalmente el ceño se
frunció pronunciadamente dándole ese aspecto de enojo que el pelinaranja se
sabía de memoria.
–
¿Sobre qué están discutiendo tan animadamente esta vez? – Tanaka les preguntó
mirándolos acosadoramente, lo que hizo tragar hondo a los más chicos, después
de todo su senpai sí que sabía cómo sonsacarles información.
–
N-nada… – Tartamudearon al unísono.
–
Con que nada, eh… – Los miró inquisitivamente sin tragarse la respuesta que le
dieron… – Ustedes, tan idiotas como desde que llegaron al Club y quisieron
hacernos creer que se estaban llevando bien cuando no era así. No saben mentir
para nada, par de idiotas.
–
Vimos por accidente algo en los vestuarios esta tarde cuando vinimos a
practicar dado que no tuvimos una clase que nos suspendieron.
–
¿Qué cosa vieron?
–
Esto…
–
¡Contarlo de una vez!
–
¡Noya-san y Asahi-san estaban besándose! – Hinata respondió alterado. Kageyama
se golpeó la frente pensando en que debería haber aguantado la presión y así no
meterse donde no les llaman. Y Tanaka, bueno… Tanaka estaba pálido de la
impresión.
–
¡¿Qué?!
--//--
Nishinoya
y Asahi estornudaron al mismo tiempo. Totalmente ajenos a haber sido
descubiertos por el dueto dinámico del equipo. Se miraron un poco sorprendidos
por el estornudo simultáneo y luego simplemente sonrieron, iban andando por un
parque que queda relativamente cerca de la casa del Libero, y era lo
suficientemente solitario a esa hora como para animarse en caminar pegado uno
al otro, sujetándose las manos y disfrutando de lo que ellos llaman su momento de calidad romántica. ¿Qué? Son
así de románticos los dos.
–
Estás sudando, Asahi.
–
Es porque estoy nervioso, Yuu.
Ambos
soltaron una risita. Era extraño llamarse por sus nombres y todavía no
conseguían acostumbrarse a ello realmente, pero habían hecho una promesa cuando
decidieron formalizar la relación complicada que tenían y convertirse en
pareja, en novios; llamarse por su nombre cuando estuvieran a solas, y sentirse
mucho más cerca del otro.
–
Ya sé. Siempre lo diré, eres grandote y hasta puedes dar miedo, pero eres
realmente tierno… – El Libero se permitió una sonrisita al notar la vergüenza
del As de Karasuno… – Supongo que eso es justamente lo que me encanta de ti.
¿Sabes que esa fue la primer cosa que me enamoró de ti?
–
¿En serio? Creía que tal vez había sido mi impresionante físico.
–
¡Baka!
–
Me gustó tu personalidad desde el momento en que te conocí en el Club… – Asahi
dijo frenando de pronto su andar, sujetando el rostro de Nishinoya con su mano
libre e inclinándose por un beso. Corto, rápido, dulce.
Las
mejillas de ambos adolescentes se tiñeron abruptamente de carmesí. Sonrieron
avergonzados y luego simplemente continuaron su camino. Todavía tenían al menos
un par de minutos para disfrutar de la calidez de sus manos entrelazadas.
Además, esa noche Asahi estaba invitado a pasar la noche en casa de Nishinoya,
los padres de su novio estarían fuera por cuestiones de trabajo. Esa noche lo
harían, por segunda vez. Era mucha la emoción que ambos sentían.
--//--
Una
vez que habían comenzado el recorrido a sus hogares se sentía algo de tensión
entre los dos, y eso era porque ninguna estaba seguro de cómo comenzar la
conversación.
–
¿Te has estado sintiendo mal de salud, Suga?
–
¿Eh? No. En realidad no, Daichi. ¿Has notado algo raro en mí como los demás?
–
Bueno, es cierto que has estado comiendo más, e incluso el otro día me echaste
la bronca porque no te gustaba el olor de mi perfume. Y yo ni siquiera usaba
perfume, era el simple olor del desodorante que siempre he usado.
–
Cierto. Lo siento.
–
Está bien, además ya te habías disculpado entonces. Aún así, no es propio de ti
alterarte siquiera, y menos por cosas como esa. Si estás teniendo problemas en
casa…
–
No es nada acerca de eso.
–
¿Entonces?
–
La verdad es que no lo sé. Simplemente comenzó y ya. Tengo hambre pero pensé
que era solo porque me sentía contagiado por el entusiasmo de Hinata y
Kageyama, pero luego está lo del olfato sensible, o ese cambio de humor tan
impropio de mí. Estoy curioso también porque no tengo idea de lo que me pasa,
Daichi.
–
Bueno, podemos probar con comenzar a observar tu comportamiento, tal vez haya
algo que lo esté desencadenando, el estrés o algo así. Ya sabes, desde que
Kageyama se integró es inevitable que te sientas algo presionado por la
posición de Setter, y es normal, Suga.
--//--
–
Ahora que lo pienso, Kageyama, ¿a ti te gustan las chicas?
–
No te incumbe.
–
¡Eh! ¡Pero claro que sí! Eres el único que nunca reacciona como Tanaka-senpai
cuando la manager anda cerca, por ejemplo. Y las chicas de nuestra clase, hay
algunas muy bonitas que incluso te encuentran atractivo, aunque luego dicen que
el único problema contigo es tu personalidad.
Kageyama
fulminó con la mirada al pelinaranja, pero éste parecía ajeno a las expresiones
del peliazabache y seguía parloteando muchas cosas que ha escuchado de sus
compañeras de curso junto a los recuerdos que tiene del Setter.
Tanaka
por su parte hacía rato que se había despedido de ellos y tomado su propio
camino, Hinata y Kageyama le vieron avanzar como auténtico zombie por las
calles iluminadas por los faroles pues el anochecer estaba profundamente
instalado en la ciudad. Luego de eso habían continuado dialogando de lo visto
con sus senpais.
–
Creo que deberíamos sentirnos un poco perturbados por eso, Hinata… – Kageyama
dijo de pronto, interrumpiendo la verborrea del pelinarajna.
–
¿Mh? ¿Por qué?
–
Porque ambos son chicos, por eso, idiota.
–
¿Eh? ¿Está mal que dos chicos se besen?
–
No sé si esté mal, pero no es lo más común. O por qué crees que Noya-san y
Asahi-san se ocultan para hacer ese tipo de cosas.
Hinata
se sujetó el mentón con aire pensativo. Kageyama sonrió con burla tentadísimo
de soltar uno de sus sarcásticos comentarios.
–
¿Deberíamos intentarlo?
–
¿Qué?
–
Bueno, para saber lo que se siente y eso. Si ellos lo hacían no debe ser tan
malo, ¿verdad? Además, tal vez así aprendamos para cuando salgamos con chicas.
¡Supongo que algún día querré salir con una!
Se
miraron por un instante, más retándose que nada más y tras varios gruñidos,
refunfuños, miradas duras y hasta un “piedra, papel y tijeras”, acordaron
considerarse “novios”.
--//--
Esa
tarde, como en otras ocasiones, sensei llegó corriendo al gimnasio. Sin
embargo, en esta ocasión no llegaba tarde por nada relacionado propiamente con
el club, simplemente le habían entretenido más de lo previsto en una Reunión de
profesores emergente. Al entrar al gimnasio, la sudadera verde olivo estaba en
sus hombros, dejando al descubierto lo delgado de la línea de sus hombros,
además estaba algo sudado y las finas gotas resbalaban por el contorno de su
cara. El Entrenador Ukai tragó hondo tras percatarse de que se le había quedado
mirando de una forma extraña. Y por extraña, se refiere a que su cuerpo
había tenido ciertas reacciones que nunca, pero en serio nunca, habían estado
ahí por un hombre.
Para
espabilar un poco, el Entrenador Ukai los separó para comenzar a practicar sus
recepciones; haciendo mientras tanto todo lo posible para evitar que su
pensamiento fuera donde el sensei.
Mientras
tanto, Yamaguchi observaba con atención a Tsukishima. Pese a que ellos dos
parecen amigos, a veces el joven se pregunta si en verdad será considerado un
amigo por el rubio, ellos en realidad no conversan demasiado, y a menudo es
tratado con insultos.
–
Aún así, lo admiro mucho. No, más que
eso, hace algún tiempo que admití que me gusta. Tsukki realmente me gusta
mucho.
–
Hey, Yamaguchi, es tu turno.
–
¿Eh? ¡Ah, sí!
Tsukishima
chasqueó la lengua cuando se dio cuenta de la distracción de su compañero. Se
preguntó si todo andaría bien con él o si quizá estaban molestándole de nuevo
por los alrededores de su casa.
–
Lo acompañaré hasta su casa hoy… –
Fue la resolución a la que el rubio llegó sin siquiera pensarlo demasiado.
--//--
Todo
había comenzado, como cada cosa natural en el pensamiento adolescente, por curiosidad. Kageyama Tobio es un
muchachito cualificado para muchas, muchas cosas, no del todo académicas pero
al fin y al cabo cualificado es –venga que inevitablemente el 90% de sus
facultades intelectuales las emplea para el voleibol, razón por la cual el
resto de las áreas en su vida están más bien desprotegidas–, pero una vez que
se decidió en “salir” con Hinata Shoyo, obviamente que él tenía que asumir el
rol maduro en la supuesta relación sentimental que han iniciado.
Claro que ser novios todavía suena súper raro en el pensamiento del prodigio
setter, pero como se dice por ahí, al toro
por los cuernos.
–
Bien, ahora que tú y yo estamos en una especie de relación hay que poner
algunas cosas claras… – El prodigio setter carraspeó y cruzado de brazos se
sentó ante un expectante Hinata que le miraba con sus enormes ojos almendrados
y una media sonrisa que desde ya, tenía los nervios del más peliazabache
crispados… – No vamos a ir por ahí cogidos de la mano ni haciéndonos arrumacos
melosos.
–
Oh, por qué no, las parejas hacen eso.
–
¡Las normales, idiota Hinata! Tú y yo
solo estamos saliendo por conveniencia
y es para saber cómo funciona todo
esto.
–
No tienes que gritarme por cada cosa que me dices, ¿sabes? Le pregunté a mamá
ayer cómo actuaba ella cuando estaba embarazada de mi hermana o de mí y dijo
que una de las cosas que más recordaba eran los cambios de humor, cuando me
contó eso pensé “ah, Bakayama debe estar preñado siempre”. ¡Auch! ¡Bakayama eso
dolió!
–
Si no dijeras tantas estupideces no te golpearía tanto, incluso podrías ser
algo lindo como Suga-san, idiota.
–
¿Ah? ¿Lindo yo? ¡De verdad!
–
¡No te emociones por cosas como esas, Hinata idiota!
Bueno,
lo dicho con anterioridad, cuando los nervios de Kageyama están crispados en
compañía de Hinata, difícilmente serán capaces de entablar algún tipo de
conversación que los lleve al objetivo planteado.
–
Deja de maltratarme, Kageyama-kun~ – Hinata dijo de pronto en medio de la pelea que la recién parejita estaba
teniendo, en ese instante había empleado el tono más dulce y ladino que podía
emplear, y notó con cierto agrado malévolo la forma en que el setter detenía
todo movimiento y le miraba con expresión sorprendida. Ah sí, y las mejillas
ligeramente rosadas… – Así que te gusta el tono suave y dulce, ¿eh? ¡Maldito
Kageyama soy un chico! ¡No puedo emplear esos tonos agudos para que me mires
con esa cara tan atractiva!
–
¿Qué dijiste?
–
¿Eh?
Ambos
se quedaron finalmente en silencio, evadiéndose la mirada y con una
considerable distancia entre ambos, avergonzados de lo sucedido en ese último
minuto de sus vidas.
–
Oye, debería ser normal, Hinata.
–
El qué.
–
Que te resulte atractivo, si se supone que estamos saliendo deberíamos
gustarnos, o algo así.
–
¿Aunque estemos saliendo solo por conveniencia?
–
Sí.
–
Ah… – Otro momento de silencio, más bien incómodo… – Pero Kageyama, tú no me
has dicho que soy atractivo.
–
Claro que no, porque como tú eres el pasivo
en todo esto el término adecuado para ti será lindo.
–
¿Ah? ¿Qué significa eso de que yo seré el pasivo?
–
¿No es obvio?
–
¡Si te estoy preguntando es porque no es obvio, Bakayama!
–
¡Lo ves, por eso no eres lindo, Hinata idiota!
–
¡No me insultes en un punto crucial de nuestra relación o terminaré contigo
cuanto antes!
–
¡Deja de decir tonterías!
–
¡Explícame por qué soy el pasivo!
–
¡Porque eres bajito, mono, lindo, tierno y te amoldarás perfectamente a mi
cuerpo! ¡Hinata idiota!
–
¿Eh? – Al pelinaranja rápidamente le cambió su humor por uno curioso. Muy, muy
curioso… – ¿Piensas todo eso de mí? Quitando lo bajito claro, eso no es para
nada amable de tu parte, Kageyama-kun~
–
¡Tsk! Cállate.
–
No, no. Vamos, quiero saber si de verdad piensas que soy mono, lindo, tierno.
¿Y qué quieres decir con que me amoldaré perfectamente a tu cuerpo? ¿Estás
hablando de sexo?
El
sonrojo explotó en la cara seria del setter, Hinata se contagió al instante en
que procesó sus propias palabras, sobre todo cuando dijo sexo. Kageyama pensó que justo así, calladito y sonrojado se veía
realmente lindo. Y para su suerte de
adolescente, el tema y todo el contexto, su cuerpo comenzó a reaccionar
proveyéndole de un calor que no necesitaba.
–
¿Vamos a tener sexo, Kageyama?
–
¡Qué! ¡Claro que no!... aún.
–
¡Por qué no! ¡No es que las parejas hacen eso y es por todo lo que estamos saliendo!
¡Queremos saber cómo se sintieron los senpais al besarse!
–
¡Exacto, ellos solo estaban besándose, Hinata idiota!
–
Oh, es verdad… – El pelinaranja volvió a relajarse de inmediato ni bien el
peliazabache había argumentado… – De todas maneras, vamos a intentarlo en algún
momento, ¿no? ¿Cómo será el sexo entre dos chicos? Aunque tampoco estoy seguro
de cómo es entre un chico y una chica. ¿Tú sabes, Kageyama?
–
Tú, enano engreído… – El malhumor de Kageyama estaba peligrosamente en sus
límites… – ¡Deja de decir idioteces sin más!
Por
supuesto, Kageyama se le fue encima tratando de darle su merecido por decir
tantas cosas vergonzosas, ridículas y estúpidas en tan poco tiempo. Así
siguieron un buen rato hasta que las tripas de ambos muchachos gruñeron al
tiempo y se dieron cuenta de lo tarde que era. Los padres de Kageyama no
tardarían en llegar, y él solo se sentía aliviado de saber que no estarían
solos en su casa, eso sí sería peligroso.
–
Vamos a cenar, Hinata.
–
¿Tú sabes cocinar?
–
No mucho, además de todas maneras mi madre dejó algo en la nevera.
–
¿Y estás seguro de que no se molestará por mi presencia?
–
No. De alguna forma estaba contenta cuando le dije que un amigo se quedaría a
dormir.
–
Kageyama, ¿tú de verdad no tenías amigos antes?
–
Tsk, no necesitaba amigos.
–
¿Pero ahora sí?
–
Supongo que no es tan malo tener algunos. Y de paso me he hecho un novio idiota
que no para de parlotear ni un minuto en todo el día… – Sí, ahí comenzó otra de
sus peleas. Solo que al menos sería con el estómago lleno.
--//--
Luego
de mucho haberlo pensado, Sugawara finalmente se decidió por hacerse una de
esas pruebas que venden en las farmacias, sin embargo él la había adquirido vía
web, y de por sí ya había sido un lío no ser descubierto en casa. Pero ahí
estaba, esperando esos inquietantes dos minutos antes de conocer el resultado.
–
Po-positivo. Estoy… en verdad estoy… ¿embarazado?
Continuará…
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