miércoles, 28 de diciembre de 2016

Nine Tailed Fox. CAPÍTULO 5.



CAPÍTULO 5. ENTRE MIEDOS Y ANHELOS
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Departamento de Park Yoochun

El roce de labios es suficiente para que el pelinegro recapacite sobre lo que está haciendo y recule apartándose de golpe del pelirrojo. El zorro de ojos avellana no le soltó la mirada sin embargo, y el brillo en sus pupilas parecía capaz de transmitirle mucho más de lo que podría incluso manejar. Park piensa acerca de ello. Y se asusta. Honestamente lo hace, porque estuvo a punto de besar al zorro, a un chico en apariencia.

— Yo, creo que… esto está mal.

¿Lo está? ¿Por qué, Yoochun ah? ¿Porque soy un gumiho?

Park se le quedó mirando también. Sostuvo la mirada de aquellos ojos avellanas que parecían necesitados de algún tipo de promesa, y sintió nuevamente cómo se agitaba algo en su interior, pero no se trataba del Aliento del zorro, sino de su propio corazón. ¿Es acaso que siente algo especial por el gumiho? ¿Cómo iba eso a ser posible? Sobre todo considerando que su apariencia no deja de ser masculina. Y no es que él tuviese nada contra la homosexualidad, después de todo Yunho y Hayami son sus amigos. Y tiene sus dudas respecto a Ji Seok y su extraña amistad con Wooyoung, quien no hace mucho salía con un chico también.

Pero esto es diferente. No se trata simplemente de que comience a gustarle un chico, sino un zorro; lo que le hace pensar que Junsu no deja de ser unacriatura mágica. No una persona. Si se tratara de una persona, tal vez no sería tan difícil aceptar lo que siente por el pelirrojo.

Yoochun ah

— Por favor Junsu, hagamos de cuenta que esto no sucedió.

Dijo, y sin esperar la mínima reacción del pelirrojo, Park tomó una chaqueta y salió de su departamento. El pecho le dolía porque el Aliento le atizaba alguna especie de molestia, pero por esta vez iba a soportarlo, no quiere mirar atrás, no quiere que Junsu pida más explicaciones o intente convencerle de algo que no puede permitirse pasar.

Cuando el pelinegro salió del departamento, Junsu se tocó los labios. Aquel roce ha despertado en él sensaciones que nunca en su larga vida había experimentado. Y se ha sentido bien. Pero que Yoochun se vaya así, que le pida que lo olvide, le hace sentir incómodo, decepcionado, herido. ¿Ha sido tan malo que él sienta deseos de establecerse en este mundo como un humano? ¿Es tan castigable el hecho de enamorarse de un humano? ¿Yoochun no podrá verle como una persona?

¿Qué estoy haciendo? Este deseo que tengo. Estas sensaciones. Estos, sentimientos. Si para Yoochun son un problema, ¿con qué derecho estoy entrando en su vida a desordenar todo lo que conoce?

El zorro medita, sabe que en el fondo su actuar es inadecuado, pero todavía quiere ser amado.
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Departamento de Jung Yunho

Yunho ha regresado, su encuentro con Soo Ahn le ha inquietado demasiado. Y le ha revelado hechos que aún considera increíbles. ¿Reencarnación? ¡Imposible! Cómo podría él haber reencarnado después de doscientos años. Y sin embargo, las imágenes que llegaron a su mente en cuanto vio a la mujer, le perturbaban.

Antes de entrar al departamento se quedó sentado en las escaleras de emergencia a un costado del ascensor en el edificio. Se le antojaba incluso un cigarrillo aunque solo había intentado fumar alguna vez recién ingresando a la universidad y le había resultado desagradable. También pensó en tomarse una cerveza, pero no pretendía comenzar con una pues probablemente terminaría embriagándose y confundiendo más los pensamientos en su cabeza. De ese modo, no tenía más opción que quedarse con las dudas y aguardar solo un poco para regular al menos la sensación quemante de su cuerpo que le hacía sentir un calor ascendiendo desde las entrañas.

— Pero si los Gumiho existen, no suena tan descabellado que las reencarnaciones también, ¿verdad? — Hablaba para sí, sumido en sus pensamientos se sujetaba los mechones cafés con las manos, soltando el aliento de tanto en tanto sin estar consciente de cuánto tiempo lo contenía en los pulmones… — Kim Yoon Hoo. Bueno, ni siquiera tenemos el mismo apellido. Aunque supongo que eso no tiene nada qué ver.

Sabía yo que te vería por aquí, Yunho ah.

— Jaejoong… — Levantó la mirada y sintió un vuelco en el estómago cuando vio al pelioscuro. Los ojos negros del hermoso muchacho le hicieron tragar hondo, por alguna razón, le cautivaba más que antes.

Pensé que estabas tardando demasiado y me preocupé. Así que salí a echar un vistazo, pero percibí tu perfume viniendo de aquí.

— Jaejoong ah, ¿quién fue Kim Yoon Hoo? — Suelta de golpe, sin siquiera pensar en las consecuencias de su cuestionamiento. Casi ignorando el hecho de que el zorro de ojos negros haya manifestado preocupación por él.

Las facciones del zorro de ojos negros cambian radicalmente. La fría expresión de su mirada, el ceño ligeramente fruncido, los labios apretados en una línea de silencio forzado, quizá callando los recuerdos.

— ¿Dónde has escuchado ese nombre?

— Me lo ha dicho una mujer que me encontré fuera del súper.

— ¿Te la encontraste? ¿No crees que sea más probable que te haya estado esperando?

— Sí, lo creo de hecho. ¿La conoces?

— Tal vez. Si ella ha nombrado a ese hombre, seguramente que sí.

— Se llama Soo Ahn. Kang Soo Ahn, ¿te resulta familiar?

Es algo de lo que prefiero no hablar, Yunho ah.

— Por qué no.

Porque llevo doscientos años tratando de olvidar aquel pasaje de mi vida. ¿Es esa razón suficiente para ti?

Yunho se le quedó mirando. No, honestamente no le resulta suficiente. Pero sabe que si presiona le resultará peor, presiente que Jaejoong es alguien perfectamente capaz de cerrarse en una coraza tan dura, que ni toda su vida le alcanzaría para hacerla caer.

— De acuerdo, Jaejoong ah.

Yunho, si llegas a encontrarte de nuevo con esta mujer, ¿me harías el favor de no escuchar lo que tenga para decirte? Sé que te pido demasiado.

— Lo haces. Pero intentaré hacer lo que me pides.

Aunque la curiosidad que le corroe las entrañas pudiera impulsarle a faltar a esta promesa. Que aunque no es dicha con todas sus letras, no deja de ser algo que en su inconsciente ha decidido ya.

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Departamento de Mokomichi Hayami

— ¿Qué es lo que has…?

Nada. El japonés no puede culminar siquiera su cuestionamiento cuando ya el zorro de ojos oscuros cae inconsciente sobre su pecho. Mokomichi suspira y le observa simplemente para asegurarse de que respira y de que su corazón late. Las esponjosas colas color arena siguen ahí, igual que las orejas y los colmillos. Tiene a un zorro con silueta masculina dormitando entre sus brazos. Sonríe y le acomoda el cabello de la frente, le acaricia las orejas y ríe sin reserva cuando le escucha maullar quedito disfrutando de su toque. Se siente como si tuviera un crío ahí.

— Me pregunto si se ha quedado dormido porque no le quedaban más energías.

Murmura para sí y se resigna. Guarda en la memoria las palabras que ha escuchado y cerrando los ojos se dice a sí mismo que mañana habrá de preguntarle sin falta.

Pero cuando Mokomichi cae en sueño profundo, las colas del zorro se agitan cual si tuviesen vida propia, se enredan en su cuerpo y luminosas, sueltan un polvo mágico que se le impregna en la tostada piel.

Reconozco las huellas de una antigua llama…— Murmura el zorro de ojos oscuros mientras continúa sumido en su propio sueño.

Ambos parecen ajenos a lo sucedido. ¿Destino? Tal vez, pero en la otra dimensión, la Abuela de los Tres Dioses observa meticulosamente la escena a través de un pergamino especial que le muestra los sucesos en el plano humano. La expresión de la bonachona mujer es indescifrable, pero sus intenciones son claras en el pensamiento.

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Departamento de Jang Wooyoung

El muchacho se quedó estupefacto con la declaración del abogado. Ji Seok sin embargo le sostenía la mirada, incluso ha sujetado su mano como si temiera que fuera a escapar pese a que es su propia casa. Wooyoung balbucea incapaz de emitir una frase coherente, está tan sorprendido que siente que le tiemblan las piernas. Se sienta en el sofá y es seguido por el hombre, se niega a soltarle la mano.

— Hyung, tú no…

— ¿No debería haberme enamorado de ti?

— No. Tú debías ser un hombre inalcanzable. Alguien con quien solo pudiera soñar, que me hiciera sentir el corazón destrozado porque no podía corresponder de ninguna manera mis sentimientos.

— Wooyoung ah…

— ¡No tendrías que haber dicho nada! ¡Ni preocuparte por mí y cuidarme! ¡No quería que hicieras latir aún más mi corazón, Ji Seok hyung! — Exclamó, sollozando entre lágrimas y golpes que dio al pecho del abogado… — ¡Si vas a casarte, por qué me dices que te gusto! ¡Por qué! ¡Por qué!

Ji Seok le dejó golpear, le dejó exclamar con algo de enojo, que le reclamara su falta. Amarle, sin ser capaz de estar con él.


Afuera, Soo Ahn espía a la distancia. Ni bien ha terminado de hablar con Yunho se había trasladado hasta aquí para observar a su prometido. La daga que la Abuela de los Tres Dioses le entregara sigue en el asiento del copiloto. Está tentada de usarla, aunque no con uno de los zorros.

— Este chico. Su alma me resulta tan familiar. Tiene el mismo olor que el chico que casi echa todo mi plan a perder hace doscientos años. No quiero arriesgarme a que su alma sea la misma de entonces, pero si la Abuela de los Tres Dioses está viendo esto, seguramente pensará que no me entregó la Daga del Hado para mis propios fines.

En la otra dimensión, la anciana mujer daba media vuelta apartando su vista del pergamino. El Templo donde está su morada es amplio, de fino mármol y gruesos pilares ataviados en las bases con figuras de oro y plata e incrustaciones de piedras como el jade, zafiro y los rubíes. Los recintos del Templo son solitarios pero muy cálidos, y de todas las columnas penden velos de seda que ondean por un viento con olor a mar y rocío de montaña.

La Abuela de los Tres Dioses viste con ropas de colores nítidos, y su largo cabello canoso está trenzado pulcramente, descansando la trenza sobre su hombro derecho, colgando al frente hasta su cadera. La anciana mujer pinta sus labios de rosa y las mejillas de rubor, las acomodadas cejas están blancas como su cabello, y las pestañas de un intenso castaño otoñal, los surcos que se abren paso por su piel le dan el toque de la sabiduría y la experiencia. Ha vivido durante siglos, probablemente desde el inicio de los tiempos entre los mundos.

Y de pronto una silueta se mueve entre los velos de seda, la anciana mujer no se extraña ni se preocupa. Ella sabe bien quién es su huésped.

Abuela… — Le llama un joven apuesto de melena color caoba… — Me mandaste llamar.

— Por supuesto, Jong Suk. Ha sido un tiempo desde que te vi por aquí. ¿Cómo ha ido tu entrenamiento?

— Ha ido muy bien, Abuela. Se me ha instruido en casi todas las lecciones que has solicitado.

— Casi, ¿cuáles te faltan?

— Armas mágicas, Abuela.

— Oh. Es verdad, Soo Ahn sigue siendo la número uno en armas mágicas. Aunque veo que su favorita sigue siendo la Daga del Hado.

— Soo Ahn tiene un alma apasionada, quizá sea por eso, Abuela.

— ¿Y tu alma, Jong Suk? ¿Cómo es?

El apuesto muchacho frente a la anciana guardó silencio. Sus ojos dorados son francos, y expresan lo que su boca no hace. La Abuela de los Tres Dioses sonríe, conoce a este joven, básicamente se convirtió en uno de sus pupilos favoritos, igual que Soo Ahn y los tres zorros. Jong Suk viaja entre los mundos en contadas ocasiones, pero es un privilegio que posee dada su naturaleza mítica. Él es un baku. Un cazador de sueños.

— Mi alma es como usted quiera que sea, Abuela.

La anciana sonrió de medio lado. Se irguió totalmente aunque su estatura no sirviera de mucho junto al joven frente a ella que le superaba por al menos 25 centímetros. La anciana estiró el brazo y sus huesudos dedos palparon la mejilla del chico.

— ¿Seguro? Porque sigo viendo en los pozos de tu alma el mismo espejismo de siempre. No puedes negarlo, Jong Suk, está en tu destino estar unido a ese bakeneko. Pero ten cuidado, pueden ser engañosos, después de todo tiene la facultad de evolucionar en un nekomata, y tú no querrás eso porque mientras tú consumes las pesadillas de los humanos por bondad, ellos juegan con sus ambiciones por mero placer y a cambio alimentan su perversa alma.

Jong Suk guardó silencio una vez más. Esta no es la primera vez que el bakeneko es mencionado en una conversación con la Abuela de los Tres Dioses. Jong Suk piensa sin embargo que ése bakeneko no jugaría nunca con él. Porque tienen un lazo especial.

— Sé que lo que estás pensando Jong Suk. No subestimes mi sabiduría. Además, no te estoy prohibiendo nada, solo te estoy dando una advertencia que puedes o no, considerar. Ahora bien, esa no es la razón por la que te llamé. Como bien has mencionado, Soo Ahn está en posesión de la Daga del Hado, yo misma se la entregué para que pueda traer a mis preciados Gumiho de vuelta. Pero, me temo que en su camino se cruzaron más obstáculos de los que ella podrá manejar. Pese a ser la heredera de todo mi poder, aún no tiene la habilidad para canalizar la presión que un amor pasado dejó en su alma. Su Aliento a diferencia del tuyo, el de Woo Bin o mis preciados Gumiho, se agita con demasiada facilidad y es motivado por la ira.

Su discurso es interrumpido por la tardía llegada de su segundo huésped. La anciana mujer apenas desvía la mirada hacia el apuesto joven de cabellos ébano que acaba de ingresar corriendo al recinto. Sus pies resbalan sobre el pulcro mármol y la sonrisa burlona que adorna sus labios arranca una severa mirada a la anciana.

— Llegas tarde, estúpido bakeneko.

— Oh vamos, Abuelita~

— ¡Respétame, Woo Bin!

— Está bien, está bien. Era una forma de decir que me da gusto verte, Abuel…a…— Culmina la palabra con una sonrisa inocente que la anciana obviamente no le compra.

La Abuela de los Tres Dioses suspira, se talla las sienes y medita un momento. Woo Bin era extraño, un neko a fin de cuentas. A veces tan bromista que la desquiciaba, y otras tan sereno y centrado que la hacía recordar por qué le había acogido de entre sus favoritos. En cierta forma, todos ellos eran como hijos adoptivos para la anciana. Les ha cuidado desde siempre, y es esa razón por la cual no concibe la idea de que ninguno de ellos se marche por cuenta propia, sin consultarle, dándole la espalda.

— Y entonces, por qué estoy aquí también. ¿Es reunión de familia?

— Si piensas que vas a tener la oportunidad de aparearte con mi preciado Jong Suk estás equivocado, estúpido bakeneko.

La anciana vio al apuesto muchacho fruncir el ceño y cruzar los brazos. El bonito jovencito junto a él simplemente se había sonrojado. Hace algún tiempo habían tenido el descaro indecente de tener sexo en pleno Templo de la Abuela de los Tres Dioses. Ella, obviamente, los había pillado; no solo por estar en su templo, sino porque además de eso no había cosa en esta dimensión o la otra, que pudiera escapar a su analítico mirar.

— En fin, la misión que voy a encomendarte es sencilla. Irás al mundo humano junto a Jong Suk simplemente para acompañarle.

— ¿Ah? ¿Voy a ser su niñera?

— Vas a asegurarte de que Soo Ahn no pierda los estribos y quiera castigarle cuando Jong Suk la detenga.

— ¿Cuando yo la detenga?

— Así es.

— Pero, de qué voy a detenerla, Abuela.

— De su propia ira.

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Departamento de Park Yoochun

Cuando el pelinegro ha vuelto a su departamento, se ha encontrado con que el pelirrojo no estaba ahí. Otra vez se sintió como la ocasión anterior, ansioso y desesperado.

— Otra vez no, joder.

¿Yoochun ah?

— ¡Junsu! — El pelinegro giró sobre sus talones cuando escuchó su nombre, y al ver al pelirrojo parado en el umbral de su puerta, sintió que el alma le volvía al cuerpo. No dudó entonces en estrecharle entre sus brazos… — Gracias a Dios estás aquí. Por un momento pensé que te habías marchado de nuevo, por mi culpa. Lo siento, por haberme ido así nada más. Pero yo no estaba enojado, o molesto por ninguna razón. Yo solo, yo solo… estaba muy confundido, Junsu.

Soltó de corrido, sin aflojar ni un poco la fuerza con que estaba abrazando al pelirrojo.

Yoochun ah… — Sonrió, sintiéndose demasiado feliz como para ignorarlo. Y su Aliento, vibrando como él, colmó el cuerpo de su actual contenedor de cálidas sensaciones… —Estaba en la azotea, la noche está hermosa.

— Lo está… — Park dijo por decir. Él solo se sentía aliviado. Contento de que él continuara ahí.

¿Quieres ver?

— ¿Ahora? Es un poco tarde, sabes.

Solo cinco minutos~

Y por supuesto, cómo negarse a esa carita de ángel. Park se dio un golpe mental, no debería estar pensando en ese tipo de cosas con un chico.

Cuando subieron a la azotea, el pelirrojo levantó la mirada hacia el firmamento, contemplaba la luna con mirada melancólica. ¿No eran los lobos a los que se le caracterizaba por su atracción hacia la luna? Bueno, después de todo lobo y zorro son parientes en la clasificación animal, ¿cierto?

Aunque no es que esté con un animal a fin de cuentas. Junsu es un chico por donde quiera que lo mire. Algo extraño e infantil, pero un chico. Un chico con, colas zorrunas... — Pensaba, hasta que las nueve esponjosas colas del zorro de ojos avellana se desplegaron luminosas… — ¡Junsu, las colas! — Exclamó preocupado, acercándose para tratar de ocultarlas, o cubrirlas con algo, su cuerpo naturalmente era insuficiente. Y las colas muy juguetonas. Justo como la personalidad del pelirrojo… — ¡Por favor, alguien podría verlas!

Nadie me ve Yoochun ah~ estamos muy lejos de la vista de cualquiera.— Protestó divertido, agitando sus colas casi con alevosía, impidiendo que las manos del pelinegro sujetase ninguna de ellas. Hasta que recordó el motivo por el cual, por principio de cuentas, se había marchado. E inmediatamente las ocultó. Si quiere ser un humano, definitivamente debe de dejar de permitir que sus colas aparezcan de la nada solo porque se emociona… —Ya está. Se han ido.

Park suspiró. Luego se dejó caer en la silla de madera que estaba en la azotea junto a una mesa de madera que a veces usaba para comer con los amigos. Amigos, ¿cómo lo sobrellevaban ellos? ¿Esto era tan extraño para ellos como para él?

Yoochun ah, si tanto te molesta, prometo hacer todo lo que pueda para no dejar que salgan otra vez.

— No me molesta.

¿Mh?

— La verdad, Junsu. Tus colas no me molestan. Me sorprenden, pero no me molestan. Nada en ti me molesta.

El corazón de ambos comenzó a latir a toda prisa. El Aliento contenido en el pecho de Park se sintió sumamente cálido además. Las palabras entonces sobraron, y el tiempo para contemplar la noche no fue suficiente.

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Departamento de Mokomichi Hayami

La noche no ha sido francamente mala, de hecho el japonés podría jurar que hace mucho tiempo no descansaba como ahora. Cuando abrió los ojos, su zorrito invitado seguía durmiendo cómodamente pegado a él, con sus piernas enroscadas a las suyas y un brazo en su vientre mientras el otro le sirve de almohadilla junto a su pecho. Las colas han desaparecido, igual que sus orejas y colmillos. Es de nuevo solo un chico de piel bronceada y un calor que le estremece de pies a cabeza.

— Muy bien, hora de preparar el desayuno… — Mokomichi le movió para poder salir de su cama sin despertarle… — Aunque de pronto tengo la impresión de que podría caerse la casa y tú ni enterado, zorrito lindo… — Dijo con una sonrisita.

Te estoy escuchando, Hayami no baka… — El zorro gruñó entre dientes, con su voz pastosa prueba de que no hace demasiado también ha despertado del largo letargo.

— Buenos días, ChangMin ah.

¿Eh? ¿Quién es “ChangMin”?

— Tú, por supuesto.

¿Ah?

— Como tu hermano Junsu ya tiene nombre, y me imagino que Yunho debe estar haciendo lo mismo con tu hermano mayor. Pienso que es momento de darte uno a ti también, además te disgusta que te diga “zorrito lindo”.

Y entonces por qué vuelves a decirlo, baka…— Gruñó, de nuevo.

— Porque por alguna razón eres increíblemente adorable cuando te enojas.

En serio, me dan ganas de “comerte”. Darte unos cuantos mordiscos y hacerte pagar por tu atrevimiento de tratarme con tal confianza.

— Bueno, anoche sentí que me devorabas.

¿Ah? De qué estás hablando, pervertido. Por qué estoy durmiendo aquí de todos modos.

— Oh vamos, ¿en serio vas a decirme que no recuerdas? Fuiste tú quien asaltó mi cama, mi espacio íntimo y me besó.

— ¿Be-besarte? ¡Cuándo hice yo eso!

— Anoche, te lo acabo de decir.

P-pero… ¡No puede ser!

— Pues lo hiciste. Y no es que me esté quejando. ¡Demonios, besas exquisito!

¡Cállate! No, no quiero escucharte decir eso.

Mokomichi no dijo nada al respecto, aunque tenía muchas cosas para decirle. Entonces recordó las palabras que dijera también y eso definitivamente no lo omitió.

— Bien, pero tengo otra pregunta.

¡No tiene que ver con que tú me gustes! ¡De ninguna jodida manera!

— Ah, ChangMin ah también es bueno con las maldiciones a diestra y siniestra. Pero no, no era eso lo que iba a preguntarte. Y no diré nada más porque me advertiste que no querías escuchar más nada de eso. Lo que quiero preguntarte es sobre el significado de lo que dijiste.

Qué.

— Tú hablaste en latín. Eso sí lo recuerdo, y más o menos las palabras que dijiste. Pero no sé qué signifiquen. Y no sé, podría ser importante para ti.

Qué fue lo que dije… — El zorro de ojos oscuros quiso saber. Aunque su expresión había cambiado de molesta a taciturna. Al japonés eso no le dio buena espina, pero decidió que lo mejor era aclarar cualquier duda desde ahora, o tal vez esperar podría traer consecuencias con las que no poder lidiar.

—Agnosco veteris vestigia flamea. O algo parecido. ¿Te resulta familiar?

Sí. Yo, mis colas se mostraron, ¿verdad?

— Todas ellas.

Había un brillo dorado alrededor de mí, ¿cierto?

— Era más como que lo que brillaba eras todo tú. Y también tenías orejas y colmillos.

¡Maldición! Mi verdadera naturaleza se reveló por completo… — Dijo, aunque más bien parecía que estaba hablando para sí mismo.

— ¿Es algo malo?

No… — El zorro de ojos oscuros levantó la mirada para encarar a su anfitrión… —De hecho no. O al menos no del todo. La verdadera naturaleza de un Gumiho se revela cuando…

Y luego silencio. El zorro de ojos oscuros no terminó su frase, se quedó pensativo. Y así, sumido en aquel estado de análisis silencioso, ChangMin abandonó el lecho de su anfitrión y se internó en la ducha. Mokomichi al captar que no le sacaría ni una sola palabra más, decidió seguir con su plan inicial, preparar el desayuno. Ya luego conseguiría sonsacarle más información.

— Además, nada quita el hecho de que nos besamos. Y que yo me siento estúpidamente atado a él. Si pudiera elegir, me quedaría para él todo el tiempo que fuese posible. Ya que él es algo así como inmortal, un poco de mi vida a su lado sería suficiente para ser feliz.

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Club Dance-Hot

Están aquí, las formas han sido por demás extrañas, pero a un par de días de la última vez que se habían reunido, todos los amigos se reúnen en un club en el centro de la ciudad. La idea ha sido de Yoochun, y el resto no ha dudado en seguirla. Aunque Ji Seok esté ausente y Wooyoung luzca algo aburrido.
Por otra parte, los tres zorros están entretenidos mirando alrededor. Nunca habían estado en uno lugar de estos. Para Jaejoong la música retumbando por todas partes es algo molesta, casi le cuesta escuchar sus pensamientos. A ChangMin lo único que le importa es conseguir algo de carne, aunque Mokomichi ya le ha advertido que en un club de este tipo será imposible, así que está enfurruñado.

Junsu por su parte, está entusiasmado.

Oh, así que de esta manera son los bailes hoy en día… — Dijo elevando la voz para que el pelinegro pudiese escucharle por encima del estruendo del club.

— Sí, hay pasos muy interesantes. Pero es sencillo incluso si solo mueves el cuerpo un poco porque los láser hacen parecer que te estás moviendo mucho… — Respondió, acercándose para hablarle al oído ya que sentía que de otra manera no le escucharía.

El Aliento contenido en su pecho se agitó para variar, sin embargo no dolía como antes. El zorro de ojos avellana sonrió ligeramente avergonzado. Le gustaba sin embargo, sentir el cuerpo del pelinegro tan cerca del suyo, su voz hablándole al oído, su cálido aliento erizándole la piel.

— ¿Quieres intentar, Junsu?

Que Park le hablase por el nombre que le dio desde hace días, emocionaba todavía más al pelirrojo. El zorro de ojos avellana asintió. Y juntos se internaron en la pista. Yoochun no iba a decirlo –pero el pensamiento estaba ahí–, pero cuando comenzó a bailar, todo lo que tenía en la mente era hacer su mejor papel y mostrar sus habilidades en el baile. Lo que de todas maneras no le iba a ayudar mucho porque honestamente no era su mejor arma de seducción. ¡Y no es que él quisiera de pronto seducir a Junsu!

— Mierda…

Pero todo se fue por la borda cuando, tras algunos instantes mirando a su alrededor, fue el zorro de ojos avellana quien comenzó a moverse al ritmo de la música que suena en el club. Park se quedó boquiabierto. Y no fue el único, ya que propios y extraños comenzaron a ser atraídos por el bullicio y la rueda que se ha hecho en torno a un zorro que, perdido en el ritmo, se mueve sexy al compás de la ruidosa música electrónica mezclada con hip hop y techno.
Yoochun comenzaba a arrepentirse. No porque no le gustase cómo bailaba Junsu, ¡todo lo contrario! Le encanta. Pero que otros miren la anatomía del pelirrojo y se pongan casi a babear, eso definitivamente no le agrada ni un poquito.

— Hey, ¿quieres bailar conmigo ya que tu amigo está ocupado? — Una chica le invitó. Y era preciosa a decir verdad, pero para Park (por primera vez en su vida de casanova) no le movió el tapete.

— No, gracias pero estoy con alguien ya… — Park sonrió coqueto. Y, a saber exactamente por qué, se internó en el círculo alrededor del pelirrojo, yendo directo hacia él, bailando pegados, rozando sus pelvis en algunos movimientos, inventándose otros con tal de sentirle más y más cerca… — Junsu ah…

Yoochun~

Y sentir que el mundo se le desaparece. Que todo lo que importa es este chico frente a él cuyos ojos brillantes le hacen caer en un vórtice de emociones. Sin enterarse de la pulsión del Aliento contenido en su pecho. Ni las miradas y los murmullos. Mucho menos, de esa silueta que se va abriendo paso entre la muchedumbre para llegar hasta ellos, de la daga en su mano derecha, ni de la mirada severa de Jaejoong cuando reconoce esta silueta femenina.

Continuará……

2 comentarios:

  1. jajaja ese CM se quemó solito con HM 🤣 Mi JJ que tanto te hicieron sufrir que te cierras al completo 😭

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  2. Jajaja Con que a Changmin le dan sus crisis de amanecía...que oportunas.. verdad. Tanto como la mirada pendiente de Jae sobre sus hermanos.

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