CAPÍTULO
6. DAGA DEL HADO
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Club
Dance-Hot
Soo
Ahn sabe que está siendo ambiciosa al presentarse aquí con aquella nítida
intención. Lo supo desde el momento en que tuvo la idea. Sin embargo, la
ambición se ha convertido desde hace mucho tiempo en una de sus torcidas
habilidades. La Abuela de los Tres Dioses lo reconoce, y le ha nombrado su
sucesora desde que era una infanta con dotes especiales, la mayoría de ellos
con tendencias a la oscuridad. Alguna vez, hace no demasiado tiempo, el zorro
de ojos negros había cuestionado a la Abuela de los Tres Dioses sobre su
decisión de considerarla digna de sucederla, la anciana mujer había respondido
escuetamente “no hay alternativa”,
pero no le había ofrecido ninguna explicación que convenciera al Gumiho.
Naturalmente, Jaejoong tiene su historia con Soo Ahn. Porque fue ella quien
arrebató a Yoon Hoo de su lado hace doscientos años. Y el tiempo, pese a la
vaga ilusión de la humanidad, no borra ni sana heridas pasadas.
En
medio de la febril danza con su cuerpo pegado al de Yoochun, Junsu solo podía
sentir un calor subiéndole desde las entrañas y bombardeando todo su cuerpo.
Este calor se le concentraba en las mejillas, y en aquella parte de su anatomía
a la que poco caso solía prestarle, la entrepierna. El roce de su trasero
contra la pelvis del pelinegro le hacía sentir sumamente extraño, necesitado de
un contacto mucho más íntimo y prohibido.
Porque es un Gumiho, y no puede aparearse
solo por tener el deseo. La virginidad
de un zorro de nueve colas es más que
valiosa. Pero Junsu siente que se sofoca, que le hormiguea cada páramo de
terreno cutáneo hasta los labios.
—
Junsu… — Le susurra al oído, paseando su mano por el vientre plano del
pelirrojo en un movimiento seductor que, en cualquier otra ocasión, habría
enviado una señal directa de sexo a
una de las tantas féminas que Yoochun sedujo
en el pasado. Aunque con ninguna de ellas hubiese terminado en la cama.
—Yoochun… — Y entonces el tímido susurro
del zorro le manda una oleada de expectación que hace vibrar todo su ser.
Y
al mismo tiempo una punzada aguda le pincha contra el pecho, el Aliento del zorro se revela, le hace
saber que ni aún con su propio contenedor
original le permitirá tener pensamientos impuros. Pero el pelinegro trata
de ignorarle, de eludir este incómodo dolorcito enterrado en el pecho y dejarse
envolver por las sensaciones.
Sumidos
en aquellas sensaciones, ni Junsu ni Yoochun prestaban atención alrededor. Soo
Ahn está a unos cuantos pasos, solo necesita abrirse camino entre las personas
que bailan frenéticos al ritmo de la música que retumba en los altos muros. Un
par de pasos más y la daga en su mano derecha podría clavarse directo en el
pecho del zorro de ojos avellanas. Repentinamente el Aliento contenido en el pecho del pelinegro resuena, vibra de una
forma en la que no había experimentado Park hasta el momento. No duele ni le
sofoca, de alguna manera se siente como una advertencia. Instintivamente deja
de bailar, pero mantiene sus manos aferradas a la delgada cintura de Junsu,
levanta la mirada y mira alrededor. Los profusos ojos ónix alcanzan a
vislumbrar una silueta femenina, pero parece un mero espejismo que desaparece
de su vista rápidamente.
—¿Yoochun~? ¿Qué sucede? ¿Ya no quieres
seguir bailando?— La curiosa mirada del pelirrojo le arranca del estado de
concentración en que se sintió abstraído por un instante.
—
No es eso. ¿Quieres beber algo? Creo que me siento un poco acalorado, Junsu ah.
Park
tira de la mano del pelirrojo una vez éste asintió a su propuesta. Se
internaron en la muchedumbre impulsándose hacia las barras. A Yoochun le
preocupa por un momento lo que pasó ya que no sabe a qué se debió esa sensación
de incertidumbre y algo parecido al miedo. Esa sensación de peligro que le puso
en un estado de alerta que piensa solo se tiene cuando se está por proteger la
vida misma.
El
zorro de ojos avellana le sigue con detenimiento, observa su expresión corporal
e intenta leerle la mirada. Park sin embargo se cierra, evade sus ojos y le
distrae con una bebida que sabe amarga y le raspa la garganta, pero se siente
bien. Junsu sabe que esto es licor, y que la opción de embriagarse es amplia
para un Gumiho como él, que ausente
de su Aliento también es susceptible
a ciertas tendencias humanas.
Park
vuelve a pasear la mirada por el club, más allá encuentra a Hayami junto al
hermano menor de Junsu, según sabe ha llamado “ChangMin” al zorro. Se les ve
bastante entusiasmados conversando a saber de qué cosa. Junto a ellos, Wooyoung
sigue taciturno, al pelinegro le llama la atención el vaso de licor en sus
manos y las mejillas ligeramente ruborizadas que lleva. Wooyoung es mayor de
edad y perfectamente capaz de beber, pero nunca le ha visto embriagarse porque
de hecho a su amigo no le gusta.
—
Es verdad, Ji Seok no ha llegado. ¿Ese idiota en verdad piensa no venir?
—¿Quién es idiota, Yoochun ah?
—
Nadie. Solo estaba pensando en voz alta y… ¡ah! cuántas de esas te has bebido,
Junsu.
—Esta es la quinta que él me ha servido~ —
Junsu dijo sonriendo lindamente, mientras apuntaba infantilmente al barman al
otro lado de la barra.
—
Es porque él me lo ha pedido. Y no parece menor de edad… — Se excusó el sujeto
en cuestión.
—
Bueno no, es adulto pero… — El pelinegro
suspiró y decidió que mejor no pensaría en ello… — Lo que quiero decir, Junsu,
sería mejor si no tomas tanto en poco tiempo.
—
¿Entonces debo beber cada trago
lentamente?
—
Más o menos. No sé, al menos dejar que pasen algunos minutos entre un vaso y
otro.
—¿Así debe ser? Ah, ya veo. ¡Pero en realidad
me siento bien cuando lo tomo~!
Mientras
Park se preocupaba por haber descubierto una debilidad del pelirrojo y su poca tolerancia al licor; detrás del
club dos personas están reunidas.
Jaejoong
y Soo Ahn se retan con la mirada. Los ojos negros del zorro brillan
intensamente, pero en el fondo de sus cuencas nebulosas solo puede vislumbrarse
ira y rencor. Soo Ahn no se siente intimidada sin embargo, conoce a este Gumiho
desde hace mucho tiempo, incluso antes que el episodio de hace doscientos años
cuando se marcó claramente una enemistad entre los dos. Aunque no es que antes
pudieran considerarse amigos, tan solo era que el destino los había puesto en
el mismo camino que la Abuela de los Tres Dioses.
—
Me sorprende que te hayas dado cuenta de mi presencia con tanta facilidad y
rapidez.
—Eso es porque tienes en tu poder la Daga del
Hado, Soo Ahn.
—
Tengo entendido que ahora tienes un nombre. Jaejoong, ¿verdad? Ese chico, Jung
Yunho, me lo topé hace unos días y tuvimos una pequeña conversación muy
interesante.
—Voy a decirte esto como advertencia, Soo
Ahn, aléjate de Yunho, de mis hermanos y de los humanos con los que convivimos.
—
¿Y crees que tu advertencia me produce algún temor? Estás muy equivocado si
crees que soy como todos esos a quienes has dominado antes, no se te olvide
quién soy.
— Obviamente esas palabras también aplican a
tu propio criterio, Soo Ahn. No se te olvide quién soy, ni el lazo que me une a
la Daga del Hado.
—
Es verdad. Al parecer fue la Daga la razón por la que te diste cuenta de mi
presencia justo a tiempo, ¿no es así?
—También fue el corrupto olor de la traición
y la ambición desprendiendo de tu aura.
Soo
Ahn se rió con ganas. Una risa burlona que sin embargo ni siquiera inmutó al
zorro de ojos negros. La mujer se acomodó un mechón de cabello ocre tras la
oreja, empuñó la Daga y de los cristales incrustados en la empuñadura emanó un
brillo azulino que provenía directamente de la magia del objeto.
—
Hace doscientos años, cuando iba a matar a Yoon Hoo, tú estuviste tan dispuesto
a sacrificar tu vida que te interpusiste en el camino de la hoja. Estabas tan
preocupado por la vida de un simple humano que no pensaste en ocultar tu verdadera
naturaleza. Toda tu magia emanaba de ti esa noche, Jaejoong. Las esplendorosas
colas de zorro, las orejas blancas, los colmillos filosos, la piel bañada de
plata. Esa noche revelaste al zorro polar que llevas dentro, y esa misma noche
fuiste totalmente rechazado por Yoon Hoo. Qué fue lo que dijo. Ah, sí. “Jamás me enamoraría de un monstruo como tú”.
La
mujer dijo con malicia, Jaejoong podía notarlo no solo por el veneno que
pululaba en sus palabras, sino también por la mirada perversa que siempre le ha
caracterizado. Sin embargo, a diferencia de lo sucedido hace doscientos años,
hoy no le dejaría ver cuánto dolor podía ocasionarle memorar aquella
experiencia.
—¿Terminaste ya de usar esa lengua bífida que
te caracteriza?
Soo
Ahn afiló la mirada con molestia. Por supuesto, es inherente el insulto que el
zorro le ha lanzado. Su sonrisa burlesca, su mirada superior. Todo gesto en el
cuerpo del zorro de ojos negros le hacía sentir humillada. Esa era la principal
facultad del gumiho mayor, imponerse sin demasiadas palabras, sin demasiados
actos, su cuerpo por sí solo emitía suficiente.
—
Sabes que no me sería tan difícil eliminarte
ahora.
—Quiero ver que lo intentas. ¿Sabes que sigo
siendo más poderoso que tú?
Cuando
Soo Ahn hizo el primer movimiento alzando la Daga con toda la intención de
atacar, y de su cuerpo emanó su propia magia agitando su cabello por inercia;
Jaejoong también estuvo dispuesto a enfrentarla sin miramientos, sus colas se
desplegaron hermosas, brillando bajo la luz de la luna en aquel callejón oscuro
detrás del club.
—
Baja la Daga, Soo Ahn.
Sin
embargo, ambos se detuvieron cuando una tercera voz interrumpió repentinamente.
De entre las sombras de una esquina en el callejón asomó una silueta masculina
que tanto Soo Ahn como Jaejoong reconocieron. Es otro de los favoritos de la Abuela de los Tres
Dioses.
—Jong
Suk, así que fuiste el elegido para venir a detenerme.
—
Esa ha sido la voluntad de la Abuela,
Soo Ahn.
La
mujer sonrió de medio lado, alargó la mano hacia el lado contrario, apuntando
con la Daga al recién llegado.
—
No estás a mi nivel, eres un simple Baku. Estás en el Templo solo porque la
Abuela se siente aliviada de sus propias pesadillas cuando estás ahí.
—
No estoy aquí para probar nuestras destrezas, pero tengo el deber de detenerte.
No puedes eliminar a ninguno de los
Gumiho, Soo Ahn.
—
Estúpido engreído… — La mujer se abalanzó contra Jong Suk, pero entonces otro
cuerpo, poco más alto y atlético, se interpuso en su camino. Soo Ahn chasqueó
la lengua con una maldición… — Woo Bin, tú también estás aquí. A Dónde irá Jong
Suk que no le siga su perro.
—
En dado caso no soy un perro, sino un neko. Y se me reconoce por ser demoniaco… — El bakeneko no se preocupó
por ocultar su naturaleza, con su cola y orejas negro azabache ostentando su
poder, así como los fieros colmillos en su mandíbula. Además, las irises
cruzadas del peculiar brillo rojizo tan propio de su perversa personalidad… —
No pienso reprimirme ni un poco si se trata de pelear contra ti, Soo Ahn.
—Suficiente. Esta conversación termina aquí…
— Jaejoong dijo imponiéndose con profusa autoridad.
Soo
Ahn sabía que en dado caso ahora estaba desventaja. Incluso si los enfrentaba
uno a uno, para cuando llegara al tercero de ellos, lo más seguro es que
tendría una derrota asegurada. Sin embargo…
—
No pienso cederte la Daga.
—
No te pertenece, Soo Ahn. La Abuela
la quiere de vuelta si no vas a darle el uso adecuado.
—
La Abuela me la entregó
voluntariamente. Debió imaginarse que mis intenciones no serían leales a las
suyas.
—Está bien. Ella puede marcharse con la Daga
del Hado. Sabe bien que si volvemos a encontrarnos, si amenaza una sola vez más
la vida de mis hermanos o los humanos con que vivimos, voy a tomar su vida
dolorosamente.
Incluso
Soo Ahn se tomó estas palabras con la debida seriedad. Jaejoong es un zorro
feroz, violento y presto a la venganza si solo se le provoca lo suficiente.
Hace doscientos años de no ser por la intervención de la Abuela de los Tres
Dioses, él habría arrasado con toda la humanidad en el arrebato de su ira y
dolor.
—
Ustedes y yo, volveremos a encontrarnos pronto… — La mujer dijo lanzando la
advertencia al baku y bakeneko. Luego simplemente se marchó saliendo hacia la
avenida.
Jung
Suk observó al Gumiho. Seguía tan imponente y hermoso como la última vez que le
vio. Jaejoong ocultó sus colas, inconforme con la idea de que otros ojos además
de los del moreno las hubiesen contemplado. Su faz molesta era, pese a todo,
seductora. Woo Bin supo de inmediato por qué los Gumiho eran particularmente
consideradas criaturas peligrosas
para la humanidad.
—
Hyung, ¿qué hacemos con el humano que estuvo escuchando?
El
zorro de ojos negros clavó su mirada en un punto oscuro del callejón.
—Me encargaré de eso. Por favor, agradeceré
que no me sigan.
Jung
Suk y Woo Bin le reverenciaron respetuosamente cuando les pasó por un lado,
luego simplemente desaparecieron entre las sombras.
—Yunho ah…
—
¿En qué momento supiste que estaba aquí? — El moreno preguntó saliendo de su
improvisado escondite.
—Todo el tiempo.
—
Eres bueno para detectar la presencia de otros, eh. También supiste quién era
ella y cuáles eran sus intenciones incluso antes de que Junsu pareciera
siquiera enterarse.
—Mi hermano tuvo una razón para no enterarse,
Yunho ah.
—
Jaejoong ah, estoy acumulando dudas. Sé que me pediste que no interfiriera
pero…
—Hace doscientos años, Soo Ahn se convirtió
en la concubina de Kim Yoon Hoo, el hombre del que yo me enamoré, a quien me
entregué y por quien estaba dispuesto a renunciar a mi naturaleza mágica… —
Jaejoong dijo súbitamente, sorprendiendo al moreno por su repentina confesión...
—Soo Ahn es poderosa, probablemente más
que mis hermanos y yo, y está enfadada conmigo desde hace mucho más tiempo que
lo sucedido hace doscientos años.
—
Ella dijo, que esa daga te hirió por proteger a ese hombre.
—Es verdad. No iba a permitir que matara al
hombre que amaba.
—
Y él traicionó tu confianza, ¿verdad? Es por eso que no confías en los humanos.
El
zorro de ojos negros sostuvo la mirada del moreno. No necesitaba responderle,
era obvio.
—¿Algo más que quieras saber?
—
Si tú me lo preguntas de esa manera, te diré que quiero conocerlo todo de ti.
Las
palabras de Yunho lograron agitar algo en el interior de Jaejoong. La coraza
que con tanto empeño levantó durante esos años parecía ir adelgazándose más y
más por las acciones de este chico.
—No seas tan ambicioso.
—
Entonces, Soo Ahn me dijo la otra noche que yo era probablemente la
reencarnación de este Kim Yoon Hoo, el hombre al que amaste. Pero, yo no puedo
encontrar ninguna relación con ese nombre.
—Es verdad que en apariencia te le pareces
mucho. Pero tu alma… — El zorro de ojos negros dio un paso más cerca,
posando su mano en el pecho del moreno… —Vibra
de una forma completamente diferente. Incluso si tuvieras alguna relación con
esa persona, no aseguraría que seas el mismo.
—
Pero Jaejoong ah, ¿tanto le amaste que por su deslealtad no puedes confiar más
en la humanidad?
—¿No te sentirías enojado con el mundo entero
si la persona más importante para ti te diera la espalda en el momento que
consideras crucial entre una vida juntos y la miseria?
Yunho
pudo ver entonces todo el dolor que corroía las entrañas de Jaejoong. Y sintió
una punzada de remordimiento. Si él en verdad tuviese alguna relación con el
hombre del pasado del zorro de ojos negros, ¿tendría que pagar el mal hecho en
su vida actual?
—
Por qué renunciar a ser quien eres… — Jung quiso evadir deliberadamente la
herida más profunda, pero todavía se mantenía curioso por lo sucedido.
— Por amor, por
supuesto.
—
Pero, ¿no es acaso igual vivir con la persona que amas siendo quién eres?
—¿Serías feliz viviendo a lado de una persona
cuya apariencia siempre será la de un joven en sus veintes?
—
Pienso que cuando estás con la persona que amas, todo lo demás debería carecer
de significado.
—Ese es el pensamiento romántico de un
muchacho que todavía no ha sido herido en el corazón. Yoon Hoo en cambio solo
vio, un monstruo.
—
Tal pensamiento no me ha cruzado por la mente en ningún momento desde que
mostraste quién eres ante mí, Jaejoong ah.
El
zorro de ojos negros evadió la mirada finalmente. Las palabras seguían
golpeando insistentemente su coraza.
—Deberíamos volver.
—
Espera, quiero preguntarte una cosa más. Por qué Soo Ahn fue tras Junsu.
—Porque Junsu es ahora el más vulnerable de
nosotros tres.
—
Por qué.
—Verás, los humanos tienen dos estratos que
componen su existencia. Cuerpo y alma. Todas las criaturas mágicas tenemos tres
estratos, cuerpo, alma y Aliento. El Aliento es el núcleo de todos nuestros
poderes mágicos, pero podemos manipularlo a voluntad.
—
¿Manipularlo a voluntad?
—Así es. Sin embargo, cuando este Aliento no
está dentro de nuestro cuerpo, somos susceptibles de ciertas circunstancias.
—
¿Pueden ser heridos fácilmente?
—No exactamente. Quiero decir, si hablas de
herir, por supuesto. Cualquiera podría herir un cuerpo. Pero, los Gumiho
tenemos la capacidad de sanarnos rápidamente, por más profunda que sea una
herida, nos recuperaremos en un tiempo relativamente corto. Incluso si nuestro
Aliento no está dentro de nosotros… — El moreno achicó la mirada, como si
estuviera tratando de entender todo lo que el zorro decía. Jaejoong suspiró,
obviamente no iba a entenderle si él no le hablaba con la suficiente claridad… —Los humanos creen que cuando el cuerpo
muere, el Alma puede reencarnar o bien ascender a un mundo celestial. Para las
criaturas mágicas, cuerpo, alma y aliento están conectados estrechamente entre
sí. Si el Aliento es separado del cuerpo, el Alma es vulnerable, y puede ser
arrancada del cuerpo. Si esto sucede, el Alma muere. Pero, solo hay una manera
de separar el Alma. Y esa es usando la Daga del Hado.
—
La que Soo Ahn tiene en su poder.
—Exacto.
—
Entonces por qué no quisiste recuperarla.
—Porque hace doscientos años, esa Daga
atravesó mi corazón cuando yo estaba dispuesto a renunciar a mi naturaleza
mágica. Irónicamente, en ese preciso momento todo el alcance de mi magia estaba
siendo manifestada a través de mi cuerpo, podrías decir que mi Aliento salvó mi
vida, mientras que mi Alma era herida. De alguna manera, parte de mi magia se
filtró en la Daga del Hado. Desde entonces, puedo sentir a la Daga como una
presencia mágica más, no como un simple objeto. La esencia mágica de esa Daga,
vibra con el alma de Yoon Hoo.
El
moreno abrió los ojos de par en par. No entendía exactamente lo que pudo haber
pasado, pero escuchar el nombre de Yoon Hoo unido a la Daga del Hado le hacía
sentir incómodo, preocupado.
—
Entonces…
—Suficiente por hoy, Yunho. Volvamos.
…
Al
volver, Yunho se sorprendió al ver a Ji Seok ahí, ingeniándoselas para
conseguir que Wooyoung se mantuviera en pie y dejara de reír como idiota.
—
¿Está ebrio?
—
Totalmente… — Mokomichi respondió, Yunho le miró de lado. ChangMin estaba
recargado en su hombro murmurando a saber qué cosas, pero el japonés le
sostenía por la cintura… — También se embriagó. Igual que Junsu.
—
¿Ah? — Yunho buscó al pelirrojo, pero éste estaba en la pista bailando llamativamente, con un Park que intentaba
conseguir sacarle de allá pero no conseguía otra cosa que un Junsu pegándosele
descaradamente al cuerpo.
—Debí suponerlo… — Escuchó decir a
Jaejoong…
—
¿Son intolerantes al licor?
—Junsu sí, sobre todo sin su Aliento.
ChangMin, él es otra historia.
Yunho quiso preguntar, pero entonces Jaejoong
ya se había internado en la pista y rápidamente conseguía que Junsu le
siguiera.
—Hyung~ ¡Me gusta bailar~!
—Bailarás todo cuanto quieras cuando estés en
tus sentidos, Junsu.
—
Lo siento, hyung. Intentaba detenerlo, pero de alguna manera él siempre
consiguió salirse con la suya… — Yoochun quiso defenderse, pero el zorro de ojos negros le fulminó con la mirada.
Y
él sintió como si se tratara del llamado de atención de una madre hacia el hijo
mayor, o algo parecido. No era como si de pronto Junsu hubiera conseguido lo
que quería con lindas caritas, tiernos pucheritos y alguno que otro beso
embriagados. No, no era para nada eso. El Aliento
le aguijoneó con una punzada sofocante cuando los pensamientos del pelinegro
fueron hacia un sentido subido de tono con el pelirrojo.
—Por tu propia seguridad, y la estabilidad
del Aliento de mi hermano lo mejor será que lleve a Junsu conmigo. Ah, a casa
de Yunho ah, si no te molesta.
—
No, para nada… —Aunque estaríamos
bastante apretados así. Pensó.
—¡Yah! Por qué hueles tan delicioso, quiere
comerte… — ChangMin dijo con expresión ceñuda al japonés.
—
Vamos, te alimentaré en cuanto lleguemos a casa… — Mokomichi dijo
pacientemente, instándole a caminar fuera.
—Alto ahí… — Jaejoong se talló las sienes
por unos segundos. El Aliento de su hermano menor estaba inquieto… —Lo siento Yunho ah, podrías prestarme un poco de dinero para llevarles
conmigo a un lugar seguro. Tampoco puedo dejar que ChangMin vaya con Hayami.
—
Puedo encargarme, Jaejoong hyung.
—Ningún puedo encargarme. Veo claramente en
tu mirada que si mi hermano hace un movimiento más, tú no te detendrías
precisamente.
Mokomichi
tuvo que admitir que el mayor tenía razón. La noche anterior a las justas se
había contenido de dejarse llevar. Pero como ChangMin asaltara su cama nuevamente y le atacara, él probablemente no tendría la voluntad para contenerse.
Jaejoong suspiró, ChangMin estaba actuando negligentemente, y no podía permitir
que fuese por ahí en estado de embriaguez mostrando su naturaleza verdadera.
La
razón por la que la verdadera naturaleza de un Gumiho solo se revela en
determinadas circunstancias tiene que ver con sus sentimientos más profundos.
Generalmente un Gumiho se mostrará ante un humano con apariencia similar,
ocasionalmente permitirá que sus nueve colas también sean vistas por ojos
humanos siempre que quiera imponerse como alguien de respeto o temor. Pero,
cuando la verdadera magia de un Gumiho asciende desde su Aliento y se combina con la apariencia que hay en su corazón, las
orejas, los colmillos, el tono de piel y el nivel de poder que exprese serán la
evidencia clara de que ha alcanzado su máxima maduración como zorro de nueve
colas.
Jaejoong
sabe eso muy bien, pero simplemente considera que este no es el momento ni son
las circunstancias para permitir que sus hermanos interactúen con los humanos.
Al final Yunho le dijo que podía quedarse en su departamento y él pasaría la
noche donde Yoochun. El pelinegro estuvo un poco inconforme, o decepcionado. Y
pasó mala noche, le fue imposible dormir, pensando una y otra vez en las cosas
que habían pasado esa noche en el Club.
…
Por
otro lado, Wooyoung frunció el ceño e hizo pataleta cuando despertó en su cama,
en su departamento. Con Ji Seok cantando cómodamente en su cocina mientras
prepara el desayuno.
—
Por qué esa tierna actitud
berrinchuda tan temprano, Wooyoung ah.
—
Ji Seok hyung, no deberías estar aquí… — Exclamó intentando ser serio. Pero
entre la vergüenza, la jaqueca y la emoción inevitable, la seriedad se había
ido al caño y en su cara solo se dibujó una curiosa expresión aniñada.
—
He hablado con mis padres. He cancelado el compromiso. Quiero estar contigo,
Wooyoung.
…
—Escucha, Junsu ah. La única forma en la que
un Gumiho puede renunciar a su magia, es si su Aliento permanece fuera de su
cuerpo durante treinta días. En el transcurso de este tiempo, irás perdiendo
una a una tus colas cada tercer día, iniciando el día tres después de que hayas
tomado la decisión y entregado un poco de tu sangre en un ritual durante Luna
Llena. En este ritual también deberás entregar tu Aliento a un contenedor vivo.
Y mientras tu Aliento esté fuera de tu cuerpo, el contenedor sustituto deberá
cuidarlo con honestidad. Esto significa que no deberá tener emociones o
pensamientos impuros por nadie, o el Aliento podría ser corrompido y consumirse
en soledad. ¿Entiendes que todo esto es complicado, que puede o no funcionar?
—Entiendo, Jaejoong hyung.
—De acuerdo. Esta noche es Luna Llena, es tu
última oportunidad. Si vas a hacerlo, tiene que ser hoy.
Junsu
asintió. Entonces ChangMin salió de la habitación, claramente malhumorado por
la resaca. Pero se había enterado de todo porque había estado escuchando
incluso si no esperaron por él para tener esta conversación.
—Jaejoong hyung, también quiero hacerlo.
Jaejoong
se sorprendió cuando escuchó esto de labios de ChangMin. ¿Era acaso que
realmente se ha enamorado de Mokomichi? Junsu también le ha mirado con
sorpresa, luego una sonrisita tira de sus labios, pero esa vez guarda silencio,
no quiere jugarle ninguna broma porque esto es realmente importante. El zorro
de ojos negros suspira. Tuvo esta misma ilusión doscientos años atrás. Pero incluso
si casi perdía sus nueve colas, cuando Yoon Hoo le traicionó, estas volvieron a
él en un abrir y cerrar de ojos, simplemente por la voluntad de su corazón.
Porque incluso al final, Jaejoong había estado dispuesto a sacrificarse por
Yoon Hoo.
—La razón por la que continué viviendo no fue
por amor, sino por desamor. Si Yoon Hoo me hubiera amado como juró, las colas
no habrían vuelto a mí, ni mi magia con ellas. No puedo evitar sentirme
aprehensivo con mis hermanos. Son mi vida, lo único que me mantiene cuerdo… —
Pensaba. Mientras que sus hermanos intercambiaban miradas y se sonreían. Y que
ChangMin sonriera con aquella sinceridad, era suficiente para incrementar su
deseo de protegerlos, de cuidarlos a toda costa.
Continuará…
Todo lo q tuvo q sufrir mi JJ 😭😭😭😭😭
ResponderBorrarJajaja ese YC q rápido los convencen 🤣
La idea de que los pequeños Gumyo están dando decisiones por amor tiene muy asustado a Jae. Por qué los pequeños no piensan en su hermanos mayor, cierto que el amor te vuelve un tanto egoísta, pero he aquí que Jae sufre por temor a que sus hermanos no logren lo que quieren no quiere perderlos.
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