CAPÍTULO
4. ZORRO DEL DESIERTO
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Departamento
de Mokomichi Hayami
La
noche anterior el zorro de ojos oscuros se había quedado demasiado sorprendido
por el halago de su anfitrión, tanto que incluso se había sonrojado
furiosamente, pero entonces lo dejó pasar y se quedó callado. Al menos un par
de minutos, en lo que su cerebro procesó la información percatándose de la
situación en que se encontraba. Musitó algo como…
—Bueno,
esta es la razón por la que no tengo un nombre como tú o cualquiera de tus
amigos humanos… — Explicó, aunque en el fondo piensa que no es quién para
dar explicaciones de nada, y menos a un humano… —Aunque sea sexy y provoque extrañas sensaciones en mi cuerpo. No es
propio de un zorro del desierto excitarse de esta manera… — Piensa, y
siente que algo dentro de sí se agita con vehemencia cuando los ojos oscuros
del japonés deciden que soltar su mirada no está dentro de sus planes
inmediatos. Se siente, por primera vez en toda su existencia, intimidado por un
humano… —Qué estás mirando.
—Lo realmente hermoso que eres. No sé
mucho sobre Gumihos en Corea, pero en Japón los kitsune de nueve colas suelen
considerarse como criaturas sumamente inteligentes que adoptan la forma de una
mujer, generalmente joven. A veces actúan como guardianes de bosques y aldeas,
también pueden ser amigas fieles, amantes o hasta esposas; los kitsune en Japón
son más sabios de acuerdo a la cantidad de colas que adoptan con el paso de los
años; un zorro de nueve colas como tú es la máxima jerarquía en nuestro
folclor. Como sea, pienso que tú, definitivamente, eres como una deidad.
Asombrado
por la honestidad del japonés, el zorro de ojos oscuros zanjó el tema y se
marchó a dormir sin mencionar ni una sola palabra más, pero sumamente
avergonzado; y eso, tratándose de él, era mucho decir. El zorro de ojos oscuros
dio media vuelta y se internó en la otra habitación,todo y que aún tenía hambre
y le costó un poco más de lo esperado ocultar sus colas, pues su corazón
emocionado y su Aliento agitado no
parecían acordar con su mente el misterio en el que aún debían sumirse. Así,
cuando el alba despuntó en el horizonte y Mokomichi asomó el rostro en la
cocina, se sorprendió al ver ahí a su invitado, y no precisamente asaltando su
nevera.
—
¿Tú estás cocinando? ¿Acaso te caíste de la cama y golpeaste tu cabeza y te
volviste una persona normal con rasgos de amabilidad? No me gusta, te prefiero
al natural, tal como eres, en serio.
—Cállate. Ni creas que pienso compartirte de mí
comida.
—
¿Tú comida? ¿Es que no piensas compartirme de lo que estás preparando?
—No.
—
Vaya, ya decía yo que era demasiado bueno y lindo para ser verdad. Aún así me
simpatizas más de esta manera, hubiera sido raro que amablemente respondieras
que preparabas la comida para los dos.
—¿Te han dicho que hablas demasiado?— El
zorro de ojos oscuros le gruñó de mala gana.
Aunque
en el fondo también está intentando ignorar los sucesos de la noche anterior.
Que, agregando a la lista que se estaba extendiendo de “cosas sexys que el
japonesito hace para alterarle las colas”,
estaba el hecho de que no le había hecho ninguna pregunta, como si le hubiese
dado su espacio y dejado pasar la bochornosa situación de anoche como un pasaje
sin importancia de su convivencia obligada.
—
Y tú comes como si tuvieras que satisfacer el hambre de un ejército, y no te
digo nada. ¿Todos los Gumiho son como tú?— Comentó con una de esas sonrisas
confiadas que le hacían latir las venitas en la sien al zorro.
—¡Claro que no! ¡Soy único e irrepetible! ¡Lo
mejor de lo mejor de mi raza! ¡Y ya te dije que como mucho para mantener esta
apariencia humana, idiota!
—
Seguro… — El japonés se permitió una risita burlona. Mirando distraídamente el
trasero del zorro. Le apetecía admirar de nuevo sus fantásticas colas de zorro.
—¡No te atrevas a burlarte de mí, Hayami no
baka!
—
Alguien está aprendiendo a insultar en japonés.
—¡Eres tan exasperante!
—
Y tú eres hermoso con tu apariencia zorruna, pero tienes un carácter del
demonio. De todas maneras podrías gustarme, zorrito
lindo.
El
de ojos oscuros no dijo nada aunque le fulminó con la mirada –y las prietas
mejillas abnegadas de rubor–, terminó de servir algunos platos y los llevó a la
mesa en absoluto silencio, luchando contra el hormigueo en su espalda baja que
viene de la ansiedad de sus colas por revelarse; y entonces él tiene que invertir mucha más de su energía para
conservar la calma y dejarlas ocultas, así que tendrá que comer un poco más
después de todo. Está avergonzado, pero claro que no piensa admitirlo bajo
ninguna circunstancia. Ha encontrado insultante el apelativo ese de "zorrito lindo", pero al mismo
tiempo le ha causado este efecto de vergüenza que ha puesto a latir como loco a
su corazón. Y además no puede creer que Mokomichi se haya tomado con tan buen
humor el asunto de su condición sobrenatural. ¡Y menos supera que lo haya
llamado hermoso! Eso va bien para sus
hermanos, que son demasiado lindos incluso para sus ojos. ¿Pero hermoso? ¿Él?
¡De ninguna jodida manera!
Mientras
el zorro se dignaba en ser egoísta y no compartir de sus alimentos al japonés,
éste resignadamente se ha dispuesto en preparar algo rápido para desayunar
–recalentaría algo como hace en ocasiones, pero con el zorro de ojos oscuros
viviendo bajo su mismo techo, las sobras
no existen–. En eso estaba cuando se distrajo al recordar la imagen del zorro
con sus nueve colas desplegadas. En verdad le ha parecido demasiado hermoso,
con las colas esponjosas agitándose suavemente en arriba y abajo con solemne
tranquilidad, casi como si fuera el reflejo de la personalidad intelectual del
zorro, brillando con luz propia, dándole ese aspecto fantástico que.
—
¡Kuso! — El japonés exclamó un minuto después tras cortarse el dedo con el
cuchillo. El zorro de ojos oscuros abandonó la mesa y se apresuró a la cocina
intuyendo el motivo de tal exclamación.
—Baka… — El zorro tomó la mano del
japonés y llevó el dedo herido a su boca.
Mokomichi
se quedó sin habla ante la acción –sensual, sobra decir– del zorro, sintió la
lengua húmeda presionar contra su herida y los labios succionando. Boca tibia.
Eso es lo único que pensaba. Vale, y también en controlar las reacciones de su
cuerpo, que la temperatura le ha aumentado y el pulso se le ha disparado. Y no
es que él sea un calenturiento, ni mucho menos que tenga que ver el hecho de
que tiene más de un año en abstinencia. Todo es culpa de este sexy y gruñón
zorro.
—No tenía idea de que yo fuera masoquista.
Porque mira que venir a gustarme este chico tan arisco…— Sonriendo como
bobo, el japonés seguía mirándole con cara de enamorado.
Cuando
el zorro liberó el dedo del japonés la herida había desaparecido completamente.
Su Aliento se había encargado de
sanarlo. Y la única manera de hacerlo había sido mediante ese vergonzoso gesto,
metiendo el dedo en su boca. Vamos, que no pensaba prestarle su Aliento por
unos segundos solo para sanarle. Mejor esto que algo tan vergonzoso como besarle. ¡Ok! Tampoco es propiamente que
haya de besarle, pero sí tendría que haber acercado sus bocas lo suficiente
para transmitirle su Aliento.
—También pude simplemente ignorarle. O dejar
que se encargara por sí solo del corte, dudo mucho que sea la primera vez que
se lastima cocinando. ¡Argh! ¡Estúpido humano qué está haciendo conmigo! —
Pensó fuera de sus casillas, frunciendo inconscientemente el ceño.
—
Gracias. Así que es cierto que los Gumiho tienen poderes de este tipo, eh. Y
además fue sexy, zorrito lindo.
—¡Deja de llamarme zorro lindo, maldición!
—
Entonces dime cómo debo llamarte— Mokomichi clavó sus ojos almendrados en la
mirada oscura del zorro, haciéndole temblar por culpa de la intensidad en sus
pupilas.
—No sé. Decide un nombre para mí… — Dijo,
gruñendo para variar.
—
¿Quieres que yo elija cómo te llamarás?
—Solo porque no tengo ganas de pensar—Aseguró
lanzando un bufido y desviando la mirada. Mokomichi sonrió.
—
Buscaré uno digno de ti, zorro lindo.
—
¡Que no…!
—
Sí, sí. Nada de zorrito lindo para el
zorro lindo… — Continuó, riendo de
buena gana cuando el de ojos oscuros maldijo en varios idiomas fulminándole con
la mirada. A decir verdad, ¿qué tenía tan especial este chico que le estaba
volviendo todo loco por él? ¿Sería acaso algo relacionado con su naturaleza
mágica? Aún si lo fuera, Mokomichi estaba más que dispuesto a seguir cayendo en el amor por él.
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Centro
de la capital
Tras
reunirse con sus hermanos en la universidad, el zorro de ojos avellana
convenció a los otros de salir a pasear nuevamente. Aunque los zorros no
estaban convencidos de moverse de ahí –que por alguna razón ahora ambos querían
pasar más tiempo con sus humanos anfitriones–, siguieron al zorro medio hasta
el centro de la ciudad, donde más cosas novedosas tuvieron su atención. Abstraído
por las novedades que le ofrecían los grandes locales con sus escaparates
coloridos y diseños extravagantes, Junsu mató
el tiempo por largas horas, era preferible esto que estar en las cercanías de la
universidad, ya que él lo que menos quería era sentir su Aliento y pensar en Yoochun.. La mañana se fue así entre algarabía
y asombro por parte del pelirrojo, el hastío y la apatía del menor de los tres,
y la prudencia del de ojos negros.
—Sus humanos deberían darles un nombre
también. A mí me gusta que Yoochun ah me llame “Junsu” cuando habla conmigo…—
Comentó casi con aire distraído, mirando alternadamente una tienda de mascotas
y otra de peluches en la plazuela a que han llegado a media tarde.
—¿No se supone que no querías hablar de ese
malagradecido? Estoy aquí aburriéndome con ustedes por esa razón, hyung— El
zorro de ojos oscuros dice de mala gana, resopla y mira distraídamente unos
aparadores en una tienda de instrumentos para la cocina. Piensa en el japonés y
se pregunta qué estará haciendo en ese momento, si también ocupará algún
espacio en su mente para pensarle mientras no se ven.
Junsu
suspiró.
—No puedo evitarlo, Yoochun ah es importante
para mí, quiero que me mire como mira a las chicas. Quiero gustarle, pero no
hay acciones en él que me hagan pensar que lo hará.
— ¿Entonces para qué quieres ser un humano?
No lo entiendo, hyung.
El
de ojos avellana bajó la mirada, jugueteó con el borde de una cortina de holanes
expuesta en la tienda por la que han pasado sin responder a su hermano menor.
El de ojos negros miró a sus hermanos, cada uno tenía sus propias ideas y
comprendía de forma diferente la estancia en este mundo. El zorro mayor optó
por cortar el tema, no quería una confrontación entre sus hermanos ahora, y
presentía que el zorro menor estaba alterado, más que su habitual mal humor
lucía como si algo estuviese haciendo estragos en su mente.
—Vamos a volver ya a la universidad. Podemos
volver luego para que decidas qué quieres mirar, Junsu ah.
—Sé lo que quiero mirar, hyung. Lo que no sé
es si Yoochun ah estará de acuerdo en tener mascota en casa, o si sería mejor
solo tener un peluche.
—Ninguna de las dos cosas debería ser una
opción en tu cabeza, hyung… — Se quejó el de ojos oscuros… —Ni siquiera tienes dinero para comprar
ninguna de las dos cosas. Y por el geniecito que se carga tu humano, dudo mucho
que vaya a querer cualquiera de las dos.
El
pelirrojo pucheó y pateó el suelo con aire berrinchudo; al menos por un
instante su personalidad infantil resurgió. Luego suspiró y resignado se
encaminó hacia la calle para tomar el camino de vuelta a la universidad para
reunirse con los humanos. Sus hermanos caminaron junto a él en silencio. Estaba
cada uno metido en sus propios pensamientos.
—Hyung, ¿vas a decirme qué necesito para
convertirme en humano de verdad?
—Paciencia, Junsu. Te lo explicaré todo
cuando sea luna llena. Entonces tendrás todo un mes para conseguir tu cometido,
cuando otra luna llena se haga presente en el firmamento. Por ahora pienso que
es mejor tomar las cosas con calma, volvamos a nuestras casas.
El
de ojos negros omitió mencionar el hecho de que se sentía inquieto, tenía un
presentimiento más allá de esta situación con su hermano. El pelirrojo quiso
replicar, pero en este punto sabía que los reclamos no servirían de nada. El
ritual no iba a ser alterado solo porque él ansiara ser humano de inmediato. El
zorro de ojos negros suspiró mirando hacia el cielo claro, no hay nubes y los
rayos del sol caen con energía sobre la ciudad, encandilándoles incluso la
mirada. El zorro mayor recuerda un poco cuando estuvo dispuesto a renunciar a
su condición sobrenatural, el proceso es literalmente doloroso, una muerte tras otra por cada cola perdida.
No quiere que ninguno de sus hermanos pase por esto, pero sabe que es tarde.
Junsu está decidido.
—He estado pensando. No podemos estar sin
hacer nada durante todo este tiempo. Debemos encontrar la manera de apoyar a
los humanos que nos cuidan, encontrar un trabajo aunque no tengamos
credenciales que nos identifiquen.
El
de ojos oscuros sintió de pronto que su comentario había caído en saco roto
pues ninguno de sus hermanos mostró reacción alguna. Estaba por repetir lo dicho
cuando el mayor dijo algo sobre encargarse del asunto, pero pronto los tres
volvieron a quedar en silencio mientras caminaban de vuelta a sus respectivos
sitios.
—Ah, olvidé mencionarlo. Soñé con La Abuela
anoche.
Junsu
dijo repentinamente. Y en cuanto aquella frase salió de sus labios los pasos de
los tres zorros se detuvieron en seco. El de ojos negros y el de ojos oscuros
volvieron la mirada hacia el pelirrojo, inquiriendo los detalles de este sueño.
— Yo, no quiero revelar lo que he visto en mi
sueño.
—¿Estás de broma? ¡Tenemos que saberlo,
hyung!
—Tranquilízate, hermano. Junsu ah, es
necesario que lo sepamos. Recuerda que esta aventura no es solo tuya, lo que
sea que la Abuela decida nos afectará a los tres, de nuevo.
El
zorro de ojos avellana evadió la mirada de sus hermanos. Lo sabe, está
consciente de eso, pero…
—La Abuela quiere que volvamos a su lado. Ha
enviado a alguien tras nosotros.
El
zorro de ojos oscuros chasqueó la lengua. Esto traería más problemas para los
tres. Mientras tanto, el zorro mayor elevó la mirada al cielo. Le resultaba
bastante familiar esta historia. Hace doscientos años, La Abuela también exigió
su regreso, justo antes de que su última cola desapareciera.
—Ella sigue negándose a permitir que seamos
humanos, por qué…— El zorro mayor dijo para sí, sintiendo cómo el Aliento en su interior se agitaba
inquieto, casi temeroso. Más que nada, rencoroso.
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Universidad
de Seúl
Cuando
estuvieron de vuelta, Mokomichi y Jung ya esperaban por sus respectivos
invitados. Pero del pelinegro ni sus luces, a Junsu no le extrañó, o tal vez
era que en el fondo tenía algo de miedo de encontrarse con él. De todas formas
no sentía su Aliento lejos, así que
Park debía andar aún por ahí en la Universidad.
—
Está realizando un trabajo en la Biblioteca, puede que tarde hasta el
anochecer, Junsu. ¿Quieres venir con nosotros? — El moreno ofreció amablemente.
—No, está bien. Volveré a su departamento, al
fin que ya me sé bien el camino y tengo el código para entrar. Gracias, Yunho
hyung.
—
¿Seguro? En verdad que no me importaría que nos acompañes.
—¿Será que no tienes ganas de quedarte a
solas con mi hermano~?— El pelirrojo cuestionó con una sonrisilla
divertida, le brotaba algo de picardía, pero todavía era más la inocencia que
destilaba incluso en su tono de voz, la misma que se le reflejaba en los
juguetones ojos avellana.
De
todas formas Jung carraspeó nervioso. En parte tiene que admitir que sí es eso.
Le da un poco de vergüenza estar a solas con el de ojos negros, y eso es culpa
de su cuerpo, que ha decidido que alterarse ante la presencia del zorro le
agrada de sobremanera. Todo y que debiera tomarse esto de los Gumihos de otra
manera, no le resulta tan irreal, casi como si toda su vida hubiese esperado
por este tipo de experiencia. O como si sus memorias reconocieran una vida
pasada. El moreno desechó todos esos pensamientos y se limitó a sonreír cuando
la insistente mirada aniñada del pelirrojo le hostigaba por una respuesta.
—Junsu, deja de molestar a Yunho-ssi. Vuelve
al departamento de Yoochun ah con cuidado. Mañana vamos a reunirnos de nuevo
para hablar de lo que tenemos pendiente, ¿de acuerdo?
—Sí, hyung. Yunho hyung, ¡recuerda darle un
nombre a mi hermano~! — Exclamó con emoción, agitando la mano para
despedirse antes de girar sobre sus talones y echar a andar hacia la salida.
El
moreno volvió a carraspear. Claro, los zorros no tienen nombre, por eso Yoochun
llamó Junsu al pelirrojo. El japonés le había mencionado algo también antes de
que los zorros llegaran, y él parece ser el único que no ha prestado atención
en los detalles, demasiado abstraído en el universo de posibilidades que se
abrió cuando las colas del zorro de ojos negros se mostraron ante él la noche
anterior.
—Yunho-ssi.
—
¿Sí?
—¿Nos vamos? ¿O aún tienes pendientes que
realizar?
—
No, no. Vamos, mis clases terminaron y las tareas puedo hacerlas en casa. Nos
vemos mañana, Hayami, esto… — El moreno se trabó cuando se dio cuenta de que no
podía despedirse con un nombre del joven morocho.
—Nos vemos luego. Ya cuando Hayami no baka
decida darme un nombre te sentirás mejor, Yunho hyung. Vamos. — El zorro de
ojos oscuros dijo con tono demandante, sus tripas gruñeron y al japonés le dio
entre comicidad y ternura. Parecía un crío en pleno desarrollo.
—
Él lo ha dicho, nos vemos Yunho, hyung… — El japonés les sonrió a ambos al
despedirse, siendo sumamente respetuoso con el de ojos negros. Luego, japonés y
morocho se retiraron también.
—Yunho-ssi.
—
¿Sí?
—¿Te asombró saber la verdad sobre nosotros?
—
Bueno, claro que sí. Bastante.
—Pero vas a sobrellevarlo, ¿verdad? Al menos
hasta que, podamos volver a nuestro mundo…— Dijo, teniendo que mentir al
final, porque si Junsu se volvía humano antes de que La Abuela pudiera impedirlo, su hermano menor y él no podrían irse
sin más. La separación de los tres hermanos le resultaba simplemente imposible.
—
P-por supuesto… — El moreno respondió. Pero cuando pensó en esta partida de los zorros, de su invitado en
particular, algo dentro de él se agitó inconforme, casi temeroso. De alguna
manera, la idea de tener que despedirse de él no cuadraba en su pensamiento y
le aguijoneaba una sensación de malestar en la boca del estómago. No, era en el
pecho, donde su corazón golpeteaba casi agónico ante la sola idea.
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Departamento
de Park Yoochun
Cuando
el pelirrojo llegó hasta aquí se dio cuenta de que los pies le punzaban en la
planta, se sentían calientes y un dolorcito le subía por las pantorrillas hasta
los muslos y la espalda.
—¿Esto será a lo que los humanos llaman
cansancio? Quizá fue mala idea caminar para todos partes durante toda la
mañana, además como no teníamos mucho dinero no pudimos comer antes de volver
aquí… — Un tierno pucherito brotó en labios del pelirrojo.
Luego
pensó en que el malhumor de su hermanito debió ser justamente por esta razón,
ya que solo habían comido un poco temprano y el resto de la tarde le habían
tenido a base de agua para hidratarse, cuando él suele dar al menos siete u
ocho comidas durante todo el día. Rió bajito mientras se tallaba las plantas de
los pies y daba algunos apretoncitos alrededor del empeine queriendo aliviar la
sensación de cansancio.
—¿Yoochun ah tardará mucho más en volver?—
Murmuró, reposando sus pies sobre el piso de madera, suspirando casi aliviado
al sentir el contraste de temperaturas entre lo fresco del liso piso y lo
caliente de sus pies.
Luego
escuchó el sonido de la puerta al abrirse y cerrarse e instintivamente agudizó
sus oídos. Naturalmente debía tratarse de Yoochun, pero por el simple hecho de
no haber sentido su Aliento cerca ni
reconocido el aroma del pelinegro, él supo que no podía tratarse de su humano.
Así que sigilosamente avanzó hacia el pasillo de entrada listo para defender el territorio de su humano de
cualquier extraño que quisiera robarle. O lo que sea.
Pero
dudaba mucho que la mujer delante de él fuera una ladrona. O algo.
—
¿Y tú quién eres? ¿Qué haces en casa de mi sobrino?
—¿Mh? ¡Ah! Usted debe ser Min Hee-ssi, la Tía
de Yoochun ah— El pelirrojo sonrió tímidamente. Esta es la primera vez que
se encuentra con algún familiar del pelinegro y por alguna razón quería dar una
buena impresión. Aunque probablemente ya ha iniciado con el pie equivocado al
respecto.
—
Sí, pero no sé quién eres tú.
—
Me llamo Junsu… — Dijo. Y al hacerlo se dio cuenta de que se sentía
maravillosamente bien poder presentarse como cualquier humano común y
corriente. Sin tener que evitar el revelar su verdadera identidad. Estaba
emocionado, tanto que tuvo que hacer un gran esfuerzo por dejar sus colas bien
ocultas a la vista de la mujer.
—
Oh, así que tú eres el famoso Junsu que tuvo tan preocupado a mi sobrino días
atrás… — La mujer finalmente se adentró con confianza en el departamento,
cargando un par de bolsos que parecían contener alimentos.
El
pelirrojo de inmediato se ofreció en ayudarle con la carga, que francamente era
pesada para la fuerza de una mujer. De cualquier manera, lo que tenía al
pelirrojo sonriendo como bobo era lo que acababa de escuchar. Su humano de
verdad se había preocupado cuando desapareció así sin más.
—Nada le cuesta ser así de amable y lindo más
a menudo… — Pensó, internándose en la cocina al seguir a la mujer que
seguía parloteando con ese tono chillón que se le hacía algo extravagante pero
mono al pelirrojo.
—
¿Y de dónde eres? ¿Cómo es que apareciste así de repente en la vida de mi
sobrino y no nos había hablado nunca de ti?
—Nos conocimos recientemente pero nos hemos
entendido muy, bien.— El pelirrojo titubeó de último momento cuando tuvo
que decir aquello. A veces parecía que sí, que podía llevarse bien con el
pelinegro. Pero en otras ocasiones, las palabras y las acciones de su humano
consiguen hacerle sentir realmente mal, incómodo, triste… —Disculpe si le he ocasionado problemas a Yoochun ah, le aseguro que no
ha sido esa mi intención al quedarme unos días a su lado.
—
¿Eh? Oh bueno… — La mujer comenzó a guardar la despensa que ha llevado para el
pelinegro en los cajones de la alacena y el frigorífico… — En realidad Yoochun
no nos ha dicho gran cosa. De hecho solo te mencionó esa noche cuando fue a
pedirle ayuda a mi padre para buscarte, pero aunque intenté sonsacarle algo de
información acerca de ti, él no soltó prenda. Siempre tan obstinado para sus cosas.
—Yoochun ah es un chico extraordinario. Yo le
q… le estimo mucho por eso. — ¿Se habría corregido a tiempo? No debe ser
normal que un chico diga que quiere a otro, ¿o sí? Bueno, todavía están los
tipos de querer de familia, de camaradería también. Se pone a la defensiva por
nada.
La
mujer volvió la mirada hacia el pelirrojo, extrañada de la seriedad y timidez
con que aquellas palabras brotaron de labios de este chico que luce algo
adorable para su edad.
—
Salvo Yunho y en ocasiones Hayami, no hay muchas personas que digan eso acerca
de mi sobrino, ni siquiera Ji Seok. Yoochun debió dejarte una muy buena
impresión y se deben estar llevando definitivamente bien para que lo veas de
ese modo.
—Yoochun ah me permite quedarme en su casa, y
cuida de mí. Se comporta como un hyung responsable. O casi todo el tiempo lo
hace…— El de ojos avellana admitió con una sonrisita entre divertida y
molesta. Una vez más, las acciones y el trato del pelinegro a veces dejaba
mucho qué desear para él, que está ansioso de un cariño especial de su parte.
—
Ya decía yo que era demasiado perfecto que hablaras tan bien de mi sobrino… —
La mujer soltó una sonrisita… — De todas maneras así suena más a que estamos
hablando de la misma persona. Sé que mi sobrino es buena persona, solo tiene
algunos detalles de personalidad que le arruinan la extraordinaria reputación.
Ambos
rieron bajo por el comentario. No había intención de burla allí, simplemente se
sentían como si estuvieran hablando de una persona a quien conocen de toda una
vida. Y bueno, Park Min Hee sí que conoce a Yoochun desde que nació, pero Junsu
apenas tiene unos días a su lado y ya sabe –porque lo siente en el fondo de su Aliento, que en caso de los zorros
existe una especie de equivalencia con su alma y corazón– que no podría vivir
separado de él. Él va y piensa con soltura y libertad que está enamorado,
aunque está seguro también de que si hablara de esto con un humano como los
amigos del pelinegro, e incluso con Min Hee-ssi, ellos le dirían que no se
trata de amor.
—Los humanos son los primeros en negarse a
algo tan suyo. El amor no es inauditamente espontáneo, puede nacer en un abrir
y cerrar de ojos. El reto está en cosecharlo y dar buenos frutos de él. Mirarle
florecer como cerezo en primavera.
—
¿En qué estás pensando, Junsu-ssi?
—En nada en particular. ¿Usted le trae
siempre la despensa a Yoochun ah?
—
Al menos una vez por semana, aunque esta ocasión ustedes dos se han terminado
todo muy rápido; así que he pensado en traerle dos o tres veces a la semana.
Incluso puedo cocinar para ustedes si deciden venir a casa a visitarnos. Al abuelo
también le gustará conocerte, Junsu-ssi.
—Se lo diré a Yoochun ah, Min Hee-ssi…—
Sonrió cordial. Aunque en el fondo pensaba que el pelinegro se negaría en
rotundo en llevarle… —Yoochun ah sigue
evitando a toda costa que tenga contacto con sus amigos de la Universidad, con
mayor razón lo hará de su familia. No, probablemente aunque llegara a ser un
humano de verdad, Yoochun nunca me verá diferente.
—
Lo que sea que estés pensando, no te líes tanto. Tu cara se ve más bonita cuando sonríes que cuando tus
ojos reflejan tristeza… — Las palabras de la mujer pillan por sorpresa al
pelirrojo. No se ha percatado de su ensimismamiento… — Por cierto, ¿tú no vas a
la Universidad?
—No… – Junsu dijo honestamente. No tenía
intenciones de mentirle a aquellas personas que se nota quieren al pelinegro
con tal sinceridad… —Yo, he tenido
algunos problemas de familia que me han impedido hacer muchas de las cosas que
quiero. Pero espero pronto poder integrarme a la vida con normalidad.
—
Oh querido.— La mujer le dio un repentino abrazo cariñoso. El pelirrojo se
sorprendió pero al instante correspondió el gesto con suavidad. Nunca había
sentido este tipo de abrazo. Con calidez humana… — No desistas, estoy segura de
que lo que sea que estés pasando pronto será solo un recuerdo. Tengo la
impresión de que harás algo muy importante con tu vida.
Min
Hee pellizcó las mejillas del pelirrojo con súbito maternalismo. Junsu sonrió,
ligeramente adolorido de los mofletes por aquel gesto cariñoso. Pero feliz.
Ella que no sabe quién es él en realidad, le trata como a cualquier chico, como
a un ser humano. Entonces, ¿por qué sigue sintiendo que con Yoochun no será así
de sencillo?
—
Así que, ¿vas a decirme por qué mi sobrino estaba tan preocupado buscándote
aquél día? Realmente estaba angustiado, y lo suficientemente desesperado para
aparecerse por la casa y pedirle un favor a mi padre, después de todo
últimamente ellos son como agua y aceite.
—
Min Hee-ssi, ¿por qué ellos no se llevan bien? Son familia.
Junsu
evadió la pregunta de la mujer y al mismo tiempo le devolvió una, curioso a más
por conocer de la vida del pelinegro. Min Hee rió con soltura, el pelirrojo
ladeó el rostro con curiosidad sin comprender el motivo de su risa cuando ha
hecho una pregunta que ha considerado seria.
—
En realidad ellos se quieren, por supuesto que se llevan bien; estellevarse mal es superficial y solo una
especie de rebeldía de parte de ambos. Después de todo son abuelo y sobrino, y
créeme cuando te digo esto, son igualitos… — La mujer volvió a reír, y el
pelirrojo tuvo la impresión de que esta persona era una de las más
transparentes que ha podido conocer en esos días.
A
Junsu le agradaba mucho Min Hee, y esperaba que al menos con el tiempo, Yoochun
pudiera ser más amable con él como su tía. Que le tratara como humano, tal vez
como un amigo.
--//--
Departamento
de Jung Yunho
—
He estado pensando en un nombre para ti… — El moreno dijo repentinamente
mientras tomaban la cena.
—¿No te gusta algún nombre en particular?
—
Pero puede que a ti no te guste. Por eso pensaba que lo mejor sería que tú lo
eligieras.
—Entonces dime cuáles te gustan y elegiré uno
de entre ellos. No es gran cosa, solo se trata de un nombre temporal.
El
moreno se le quedó mirando. ¿Por qué parecía que quería complacerlo pero al
mismo tiempo guardar la distancia?
—Yunho-ssi…
—
Jaejoong. Me gustaría llamarte Jaejoong.
—Entonces a partir de ahora ese será mi
nombre, Yunho-ssi. Jaejoong… — El de ojos negros le regaló una sonrisa.
Suave, casi un sortilegio de su imaginación. Hermosa.
—
Jaejoong ah, ¿podrías dejar de usar tal respeto cuando me hablas? Con que uses
mi nombre es más que suficiente. Es extraño cuando me llamas de esa manera.
—¿Te disgusta?
—
Es demasiado respeto, y a veces pienso que quien merece más respeto entre
nosotros dos eres tú.
— Bueno, en cuanto a
edad ciertamente te llevo siglos enteros de ventaja… — Jaejoong dijo con una sonrisita.
Cristalina, pura. Tal vez la más sincera que le ha mostrado hasta ahora… —
Entonces, Yunho ah ¿Estará bien de esa manera para ti?
—
Sí, Jaejoong ah.
--//--
La
tarde se ha ido demasiado rápido y el oscurecer de la noche cubría el
firmamento. Yoochun sabía que Junsu debería estar esperándole ansiosamente en
su departamento, y una parte de él también quería encontrarse con el chico y discutir por cualquier tontería, quería
comprobar que la personalidad infantil del zorro de ojos avellana estaría de regreso.
—
Le contaré acerca de los buenos comentarios que recibí hoy en mi clase de Taek
Won Do. A pesar de que hacía unas semanas que no me aparecía por ahí, hoy
conseguí ejecutar cada movimiento con perfección.
Decía
para sí, sonriendo feliz mientras camina por la calle y dobla en la esquina, el
edificio donde se ubica su departamento ilumina la noche y alcanza a notar las
luces encendidas de su piso. Se imagina a Junsu haciendo el vago la mar de
aburrido sin él. Y de solo imaginarlo, la sonrisa se ensancha en sus labios. El
Aliento contenido en su pecho también
parece alegrarse, se siente cálido y ligero.
Sin
embargo, su mejora en el Taek Won Do no venía de práctica alguna. De hecho
hacía algún tiempo que faltaba a las clases y su sensei ya le había dado un
ultimátum para conservar su cinturón. Yoochun sin embargo había querido lucirse
esa tarde en la clase extracurricular de cinematografía a que asistía una vez a
la semana y, actuando como personaje principal en un cortometraje que realiza
junto a sus compañeros de clase, ejecutó una escena de artes marciales casi tan
pulcra como lo hacen los profesionales. Todos habían quedado impactados. Sus
compañeras de clase incluidas, una de ellas, la que la resulta más atractiva,
le había invitado a salir esa noche. Y él, emocionado había querido aceptar la
invitación, pero el dolorcito en su pecho le había recordado que este intentar
ser galante con las mujeres era la principal razón por la cual el dichoso Aliento le aguijoneaba con dolor.
—
Maldito Aliento. Estúpido zorro.
¡Ngh!— Se quejó, doblándose de dolor justo fuera de su puerta. Parecía que el
Aliento en su pecho le daba una advertencia acerca de su pensamiento respecto
al pelirrojo.
Park
abrió con dificultad, respirando laboriosamente y deseando con fuerza que ese
dolor desapareciera. Cuando el pelirrojo le vio sonrió contento, aunque al
notar el estado del pelinegro su sonrisa se esfumara y apareciera una expresión
de auténtica preocupación. Anduvo hasta él con prisas, sujetándole por el brazo
para ayudarle a sostenerse.
—¿En qué has estado pensando que mi Aliento
está tan enojado, Yoochun ah?
—
¡No te importa! — Gruñó dejando caer su cuerpo a peso muerto sobre el sofá,
sobándose el pecho y respirando profundamente.
Junsu
frunció el ceño dolido por la actitud del pelinegro. Sí, a veces se llevaban
bien. Otras parecía que Yoochun solo veía un estorbo en él. De todas maneras,
ya no podía hacer nada por evitar que su corazón latiera tan rápido cada que le
ve, cada que le escucha, cada que le tiene así de cerca. Llevó su mano al pecho
del pelinegro habiéndola pasado por debajo de su ropa.
—Solo voy a calmar miAliento… — Aseguró
al percatarse de la incomodidad y la molestia del pelinegro que ya había
comenzado a respingar por su tacto.
—
Maldición.— Bufó por lo bajo, enfadado consigo mismo al descubrir que a su
cuerpo le agradaba el suave y tibio contacto de la mano del pelirrojo. Incluso
más que la sensación que experimentó cuando recibió aquella invitación de una
de las chicas más populares de toda la Universidad. Lo sabe porque siente
caliente la zona donde la mano del pelirrojo ha rozado en su camino hacia su
pecho. Un calor diferente, agradable.
—Yoochun ah, ¿tan desagradable es tenerme
contigo?
—
¿Qué?
—Estás enojado conmigo, no solo porque mi
Aliento te duele. Lo puedo notar. Soy un Gumiho, pero no soy idiota, Yoochun
ah.
Cuando
el pelirrojo terminó de decir eso, Park buscó su mirada con aprehensión.
Realmente despotricó contra el chico sin medirse en absoluto. Le hizo sentir
mal sin realmente quererlo. Actuaba casi por instinto, por mero mecanismo de
defensa. Como si tuviera miedo de todo lo que puede encontrar en un ser
sobrenatural como él.
Vio
entonces en los ojos avellana una tristeza y una decepción tan nítidas que le
hincó en el corazón un profundo sentimiento de culpa. ¿La actitud de esa mañana
también era por su causa?
—
N-no. Oye, no es que me desagrades. Lo… lo siento, estaba enfadado contigo
porque tu Aliento duele mucho cuando
quiere. Y hoy se lució.
—
No es que quiera dolerte, ya te expliqué que eso se debe a que piensas cosas
indebidas.
—
Pero si una chica me gusta mucho, tu Aliento
debería saber que es normal que piense en tener una cita perfecta con ella,
besarla cuando le lleve a su casa… — El tono soñador del pelinegro se incrustó
dolorosamente en el pensamiento del pelirrojo.
Al
mismo tiempo el pecho de Park volvió a sufrir a causa del Aliento. Maldijo por lo bajo y apretó los dientes. Esta vez ha
dolido incluso más que antes. Junsu se sintió culpable al ver el rostro
contraído del pelinegro, sabe que debió doler mucho más esa vez porque, estando
tan cerca de su Aliento era como si estuviesen conectados, y su tristeza lo
hizo reaccionar.
—Lo siento. Soporta solo un poco más. Tu
cuerpo tiene que sanar por completo para que pueda tomar mi Aliento de vuelta.
El
pelirrojo susurró, tan bajo y débil que Yoochun tuvo la impresión de que se
alejaba más del Junsu revoltoso que le perseguía a todas partes y se colaba sí
o sí en su cama todas las noches. Entonces buscó de nuevo la mirada del zorro,
pero la vista de éste estaba centrada únicamente en su pecho mientras le
acariciaba suavemente y reconfortaba la sensación ahí dentro. Realmente su sola
cercanía tranquilizaba al Aliento y
le dejaba sentirse de nuevo tranquilo. Tuvo así la oportunidad de observar el
rostro abstraído del pelirrojo, no había tenido antes esta vista. La expresión
ida del pelirrojo sin embargo no le gustó, tampoco la oscuridad en sus pupilas
avellanas ni la seriedad de su rostro risueño y juguetón.
—
Antes me preguntaste si te vería diferente si llegabas a ser un humano de
verdad. Y ahora yo me pregunto, ¿por qué quieres ser un humano? ¿No te gusta
quien eres? Cualquiera quisiera tener tus habilidades, esto de sanar
rápidamente, de tener más habilidades que cualquier humano como yo. He estado
poco tiempo con tu Aliento dentro de
mí pero me he dado cuenta. ¿Por qué renunciar a esto por algo tan pueril como
ser humano?
Los
ojos del zorro entonces sí que centraron su atención en los pozos negros del
humano. La caricia tranquilizadora que su mano había estado proporcionando
sobre el pecho de Park se detuvo también.
— Quiero ser un humano
porque estoy cansado de vivir encerrado en una pintura. Quiero ser humano
porque no me gusta más la vida como Gumiho, la gente nos teme, nos tratan como
demonios crueles y eso no es verdad. Además, si soy humano podré conocer el amor…— Murmurando la última frase, Junsu
finalmente retiró su mano del cuerpo de Yoochun, notando el cosquilleo en su
espalda baja donde sus colas amenazan con mostrarse. Le emociona la idea de
enamorarse y ser correspondido, sobre todo porque tiene enfrente a quien desea
le enseñe aquello tan humanamente misterioso como maravilloso.
—
El amor no es tan magnífico, Junsu.
— Pero tú te has
enamorado, ¿cierto? Quizá de alguna chica lo estés ahora.— Cuando el pelirrojo mencionó aquello
su emoción se evaporó. Casi había olvidado aquello. Puesto de esa manera,
¿realmente tenía caso convertirse en humano? Yoochun no iba a corresponderle,
jamás lo haría. Y ser su amigo, ¿sería suficiente? ¿Podría vivir solo con eso?
—Tal
vez. Pero no es la primera vez que me pasa eso con una chica. Creo que el amor
es más que sentirse enamorado de una persona. Y ese algo más no lo he sentido aún… — Dijo y sus ojos negros chocaron
con las pupilas avellanas. Su estómago se sacudió y el corazón le dio un
vuelco. Un calor agradable se extendió desde su pecho hasta el resto de su
cuerpo haciéndole sentir sumamente relajado. Como si hubiera descubierto algo
tan grandioso que solo puede ser admirado con sumisa devoción.
—Entonces, ¿podría ser que tu amor verdadero
no ha llegado?
—
S-supongo.
Una
suave sonrisa abarcó los gruesos y rosados labios del pelirrojo. Y por alguna
razón aquella sonrisa contagió al pelinegro.
—
Quiero ser humano. Y ser el amor verdadero de alguien… como t… — El intento de
confesión del zorro se vio interrumpida por el tono del móvil del pelinegro,
que totalmente desprevenido por el sonido de aquel aparato dio un bote de
impresión, apurándose en contestarlo.
Era
la chica de su clase. Y la sonrisa bobalicona que Yoochun puso mientras atendíael
móvil apresurándose al balcón en busca de algo de privacidad, volvió a deprimir
al pelirrojo. Un segundo se sentía confiado de convertirse en humano si podía
permanecer a lado del pelinegro, pero al segundo él mismo se encargaba de
destruirle los castillos de arena que levantaba en el viento como auténticas
ilusiones de nada.
Así
que tenía ahí su dilema. Buscar o no buscar convertirse en humano.
—Yoochun ah no se enamoraría de mí nunca.
¿Podré vivir una vida con esa realidad en el corazón?—El zorro de ojos
avellana dijo para sí, acurrucado en el sofá donde antes había estado el
pelinegro. Pero distraído en sus pensamientos no se percató de la figura de
Park a sus espaldas. El pelinegro ha escuchado sus palabras.
—
¿Junsu?
El
pelirrojo levantó la mirada cuando escuchó la voz del pelinegro. Temeroso de
que le haya escuchado, reculó en el sofá como si pretendiera esconderse o huir.
Park suspiró, dejó su móvil sobre la mesa de noche y se sentó junto al zorro.
—
Junsu, ¿los zorros también se enamoran?
—¿Eh?
—
Incluso si lo hicieran, no te enamores de un humano vulgar como yo. Te mereces a alguien mucho mejor, más digno de ti,
de tu superioridad.
—Yoochun ah… — El pelirrojo abrió los
ojos de par en par, asombrado por este tipo de respuesta. Se había esperado
cualquier cosa, pero nunca esto.
—
Toma tu Aliento de vuelta en cuanto
mi cuerpo haya sanado y ve con tus hermanos a cualquier otra parte, conoce
otras personas.
—No me interesan otras personas, me interesas
tú, Yoochun ah.
Avellana
contra negro se enfrentaron cuando sus ojos se buscaron al mismo tiempo. El Aliento contenido en el pecho de Park
pareció latir con una fuerza descomunal junto a su corazón. Sus rostros se
fueron acercando lentamente, mezclando sus alientos, rozándose los labios.
--//--
Departamento
de Jang Wooyoung
—
Hyung, ya estoy mejor. Vuelve a tu casa, a tu trabajo.
—
Ya te he dicho que pedí unos días de descanso, me iré cuando te hayas
recuperado por completo.
—
Pero ya no necesito que cuides de mí.
—
Wooyoung, ¿acaso te molesta que esté al pendiente de ti?
—
N-no. No es eso, hyung.
—
¿Te has encontrado recientemente con Nichkhun?
—
¿Eh? ¿Qué, qué tiene que ver él en todo esto?
—
Estaba pensando, si no habrás colapsado por su culpa.
—
¡Claro que no! He superado mi rompimiento con él, hyung.
—
Está bien, te creo.
Wooyoung
suspiró, ¿así que todo este tiempo Ji Seok había pensado que su colapso se
había debido a Nichkun? Se sintió decepcionado. En realidad, ha colapsado por
otra razón, y le tiene enfrente.
—
Wooyoung ah.
—
Mh.
—
Voy a casarme.
El
muchacho abrió los ojos de par en par. ¿Ha escuchado bien?
—
Oh al menos eso es lo que mi familia quiere que haga. Pero, no estoy enamorado
de mi prometida… — Ji Seok continuó, casi como si le resultara importante
hablar de esto con el muchacho… — En realidad no quiero casarme, pero estoy
siendo presionado por ambas familias.
—
Hyung…
—
Ella se ha mudado a mi casa incluso, por disposición de nuestras familias.
Estoy harto de eso.
—
¿No puedes negarte?
—
Soy el primogénito, heredaré la fortuna de mi familia, y mis padres tienen un
acuerdo con la familia de ella. Es todo algo caótico, puedo negarme, pero hay
muchas cosas a considerar. Mis padres no van a dejar que me niegue sin más.
Wooyoung
bajó la mirada. Debería apoyarlo de alguna manera pero no tiene idea de cómo,
sobre todo considerando que su corazón ha terminado por quebrarse en ese
preciso instante. Ji Seok ha de casarse.
—
Ji Seok hyung, eres inteligente. Sabrás, sabrás cómo salir adelante. Tal vez…
tal vez cuando te cases, cuando convivas con tu prometida, puedas, enamorarte… —
Duele. Tener que hablar de esto como si no le estuviese sangrando el corazón.
—
Pero, la cuestión es que no quiero casarme porque no puedo enamorarme de ella.
La verdad, Wooyoung, es que quien me gusta eres tú.
--//--
Soo
Ahn se encuentra con Yunho en un callejón cerca de un súper mercado que queda a
unos minutos del departamento del moreno; está vacío, el silencio es sofocante,
la luna está brillante pero una nube la cruza y apaga su luminosidad. La mirada
profunda de la hermosa mujer le provoca un dolor de cabeza intenso. Memorias
sacuden su mente.
—
Tanto tiempo, Yoon Hoo.
--//--
Las
colas del zorro de ojos oscuros volvieron a revelarse, esta vez agitándose con
un ímpetu desconocido. Mokomichi no se entera, está ocupado, cada célula de su
ser está enfocada en una sola cosa, disfrutar. Disfrutar de este beso cargado
de una pasión fulgurante que el zorro de ojos oscuros ha iniciado una vez ambos
ocuparon la amplia cama de su habitación.
Las
puertas de la ventana se abren de par en par y fuertes ventiscas acuden del
exterior sacudiendo las cortinas y colándose en el interior como un remolino
furioso. Pero el japonés ni siquiera podría enterarse, las colas del zorro los
cubren, se agitan con vehemencia e incluso parecen más grandes y esponjosas,
más brillantes. Todo el cuerpo del zorro parece brillar cual si su piel
estuviera cubierta de oro.
Luego
el beso se rompe de la misma forma en que llegó, repentinamente. El zorro de
ojos oscuros tiene las pupilas dilatadas y su respiración está tan alterada
como la del japonés; además, sobre su cabeza, dos amplias orejas color arena
han crecido, y los colmillos que sobresalen bajo su labio superior le dan un
aire salvaje. Mokomichi está tildado,
no tiene idea de lo que ha pasado.
—Agnosco veteris vestigia flamea.
—
¿Ah? — Mokomichi se arrepintió en ese preciso instante de no haber tomado aquel
curso de latín que le ofrecieron cuando estuvo durante un año en Italia como
parte de su doctorado.
Continuará……
Ya se prendió el "zorrito lindo " 🤣🤣🤣🤣🤣
ResponderBorrarYunho es la reencarnación de Yoon Hoo 😍 Así si, no me agradaba la idea q JJ hubiera estado con otro 😝. Pero mendrugo, q le hiciste a JJ 😭😭😭😭😭?
ResponderBorrarZaaaz se acerca la parte intensa ok yo no puedo evitar que se me llenen los ojos de lágrimas cada que el Cabrón de mi Ratón hace entristecer a Junsu. Santo por Dios no siii de plano amo mil veces más que Changmin se prenda con Hayami!!!💕💕💕
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