CAPÍTULO
20. LIBERTAD
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Ninguno
de los zorros había siquiera previsto que la Abuela llegara tan rápido. El
zorro de ojos negros la sintió lo suficientemente lejos como para advertirle a
su hijo que se marchara, pero entonces ella estaba ahí. En apenas un parpadeo
les había encontrado. Los cuatro zorros miraron a la anciana. Su presencia sin
duda continuaba siendo omnipotente, y su mirada poderosa, haría temblar a
cualquiera y mandarle arrodillarse sin siquiera pronunciar palabra alguna.
—
Abuela… — Los tres zorros dijeron al
unísono, inclinando apenas un poco la cabeza cual si le estuviesen presentando
sus respetos.
SungJae
por su parte no movió ni un músculo, y su instinto le hacía permanecer a la
defensiva. De hecho, estaba conteniéndose apenas para que su naturaleza zorruna
no se revelara. Una parte de él estaba sumamente asustado, como el cachorro que
presiente el peligro del cazador despiadado al acecho.
—
Es bueno saber que ha heredado todo de ti, mi querido YoungWoong. Me sorprende que durante tanto tiempo hayas podido mantenerlo
oculto ante mí.
—
¿Qué viniste a hacer a la tierra, Abuela?
— Preguntó, ignorando el deseo de recordarle que aquel no era su nombre.
Que él es Kim Jaejoong y no quiere más nada que le ate al pasado.
—
¡Vine a verlos, por supuesto! Ya que ustedes no me visitan, tuve que venir
hasta aquí. Incluso si desobedecieron mis órdenes y escaparon del retrato, no
estaré enojada con ustedes si volvemos. Olvidaré todos y cada uno de sus
caprichos.
—
¿Caprichos? — El zorro de ojos
avellana preguntó, sintiéndose molesto y herido.
—
¿No es solo eso, querido Xia?
Renunciar a su naturaleza por convertirse en simples humanos no es más que un
capricho, una tontería que se les mete a la cabeza debido a la madre que tuvieron.
—
Por favor no hable de esa manera de
nuestra madre, Abuela… — Fue el zorro de ojos oscuros quien dijo.
Su
postura, como la de sus hermanos, era retadora, y permanecían delante del más
joven de todos. SungJae comenzaba a sentirse mareado, y le costaba un poco
respirar. Parecía que fuera a tener un ataque de pánico, o algo parecido. El
zorro de ojos negros advirtió el estado de su hijo, y por instinto dio un paso
más al frente. Su prioridad ahora era protegerle.
—
Iré contigo… — Jaejoong dijo con tono
serio.
—
Omma…
—
¡Hyung, no! — Dijeron al unísono los
otros dos zorros.
—
No te quiero solo a ti, mi querido YoungWoong.
—
¿No es mejor uno que ninguno?
— ¡Hyung, no vamos a
dejar que…!
— Acéptalo, Abuela. Es
una oferta justa y lo sabes.
— ¡Hyung!
—
¿Justa, dices? Los críe a los tres, ¡Y blasfemas hablando de justicia! La
Abuela de los Tres Dioses exclamó con furia. Y al instante los cielos se
surcaron de grises nubes, además del viento que soplaba repentinamente con
fuerza.
Los
zorros se dieron cuenta de que provocar la ira de la Abuela ahí podría ser
sumamente perjudicial para los humanos. Ir con ella parecía ser la única
opción. Pero Jaejoong no quería que sus hermanos volvieran al plano divino al
que pertenecen (o pertenecían, ya que sus corazones hace tiempo que no se
sienten más conectados con aquel lugar). Por su parte, Junsu y ChangMin no
podían simplemente ignorar los hechos, abandonar sus deseos parecía ser la
única alternativa.
—
¿Qué hay de mí? — SungJae dijo de pronto. Y su presencia pareció también
recuperar una atención que la Abuela por instantes perdió de él.
—
SungJae, qué haces… — Su madre quiso saber, pero había algo en la
mirada de su hijo que le hacía sentir preocupado.
—
¿Qué hay de ti? Bueno, primero me gustaría saber qué tanto realmente te pareces
a Young…
—
Jaejoong… — Le interrumpió con tono áspero… — El nombre de mi omma es Kim Jaejoong.
—
Con que su nombre… — Dijo la anciana con tono ácido, burlesco. Y sus plateados
ojos siguieron el camino del hijo a la
madre… — ¿Te has enamorado de nuevo a pesar de saber que solo serás
traicionado, querido?
—
Yoon Hoo no me traicionó antes. Yunho no
lo hará ahora… — Jaejoong siseó con determinación.
La
Abuela de los Tres Dioses rió de buena gana entonces, paseó su mirada por cada
uno de los cuatro zorros, siendo el menor el último al que mirase
concienzudamente, como si estuviera viendo más allá de su apariencia humana, la
criatura sobrenatural que es. SungJae sintió que se mostraba ante la mujer desnudo, su Aliento se sacudió por primera vez en toda su vida con una fuerza
casi agonizante, dolía como el infierno.
—
Ng… — Apenas capaz de sostenerse porque le estaban temblando las piernas, el
muchacho intentó serenarse y controlar aquel agudo dolor en su pecho.
—
SungJae… — El zorro de ojos negros
sabía bien lo que estaba pasando… — ¡Déjalo
en paz, Abuela! — Y sucedió entonces que el zorro liberó el auténtico
potencial de su naturaleza.
La
ola explosiva de magia los envolvió a todos por igual, y encerrados en una
burbuja de luz cegadora fueron todos llevados a la otra dimensión, justo al
Templo de la Abuela de los Tres Dioses. La Abuela estaba impresionada,
generalmente ninguna criatura mágica podía llegar ahí por su propia voluntad,
siempre eran convocados por ella. Que el zorro de ojos negros haya conseguido
pasar por encima de sus barreras mágicas la impresionaba gratamente.
—
Al fin, has despertado tu auténtico poder, Jaejoong…
— Llamarle por su nombre es casi un acto provocador. La anciana sonreía
mientras avanzaba por el amplio corredor de mármol, las columnas a los lados
eran altas y gruesas, tan imponentes que probablemente derribarlas costaría más
que unos cuantos ataques mágicos poderosos… — Adelante, queridos. Ya que
estamos aquí, tengamos una charla como es debido. Quizá con un poco de té y
panecillos.
—
No juegues con nosotros, Abuela… —
Jaejoong advirtió.
Y
cuando la anciana le miró de soslayo, él golpeó con una de sus esplendorosas
colas una de las columnas al costado. El golpe fue tal que cuarteó la
estructura. La sonrisa de la anciana disminuyó. Ha logrado tal daño solo
empleando una de sus colas, ¿significa eso que un golpe de su puño la
derribaría de una sola vez?
La
Abuela también admiró su apariencia, aunque siempre había creído que la belleza
del mayor de los zorros era envidiable, justo ahora no sabría decir si tal
beldad debería ser comparable con el alcance de su poder. Tan hermosa criatura
debió ser pensada por algún ente
incluso superior a ella. Y eso ya era un golpe bastante duro contra su ego.
Las
colas del zorro que una vez fueron matizadas en azul y blanco en ése momento
resplandecían con un intenso color perla platinada, y el sedoso cabello
negruzco se tiñó de gris al tiempo que crecía más hasta caer como brillante
cascada hasta la altura justa donde nacían las nueve esponjosas colas del
zorro. La piel lechosa seguía tan nívea, pero tenía ese toque radiante cual si
estuviera bañada en polvo de estrellas. Los ojos conservaron el profundo color
de la noche, y en cierta forma intimidaban, pero tenían también ese aire gentil
que caracterizaba la noble personalidad del gumiho. Sus orejas, agudas y
esponjosas, coronaban su cabeza con sutil atractivo, y los finos colmillos que
sobresalían bajo sus rojos labios, lucían como un par de agujas capaces de
rasgar cualquier material.
—
Veo que estás dispuesto a retarme de verdad, Jaejoong.
—
Lo hago. Amenazas a mi familia, y eso no
te lo voy a permitir, Abuela. Hemos soportado por siglos tu opresión, pero ya
no más. Te di la oportunidad de elegirme a mí, pero ya que has negado la
oferta, nos iremos todos. Y lo diré una sola vez, no interfieras Abuela.
—
Que no interfiera… — Dijo, riendo pero con un dejo de duda. El zorro mayor pudo
notarlo, los otros dos lo percibían. El cuarto y menor de todos, SungJae,
estaba inevitablemente embelesado con la estructura del Templo y el paisaje que
podía admirar no importando la dirección en que mirase… — Estás
extralimitándote, querido.
—
Lo digo en serio. Vamos a marcharnos,
Abuela. Nos iremos al mundo de los humanos, y haremos nuestras vidas ahí como
nos plazca. Humanos o gumiho, será nuestra decisión como siempre ha debido ser.
La
Abuela de los Tres Dioses dejó de sonreír. Sus ojos reflejaron en todo su
esplendor la molestia que estaba experimentado. Primero han sido el baku y el bakeneko, y ahora los zorros.
—
Soo Ahn… — Llamó la anciana, y al segundo la mujer apareció detrás de ella,
andando con el porte que le caracterizaba, con una katana en la mano derecha y
un arma de largo alcance en la izquierda, los zorros pudieron reconocer el
tipo, una metralleta modificada que, saben, la chica no dudaría en accionar… —
¿Cómo están los otros?
—
El Baku acompaña los sueños de su bakeneko. Creo que ambos han entendido el
castigo, Abuela… — La mujer de cabellos ocre dijo con sorna. Ese tono que los
zorros conocen bien, sin embargo, esa vez ninguno estaba dispuesto a dejarla ir
así nada más.
—
¿Qué les hiciste a Jong Suk y a Woo Bin? —
Fue Junsu quien cuestionó, el zorro de ojos avellana incluso había dado un paso
al frente, y revelado sus siete colas aunque supiera que en unas horas otra más
moriría.
—
¿Ustedes se hicieron repentinamente amigos, Xia?
Ah, tal vez debería llamarte por el nombre que ese humano te dio, ¿verdad? Cuál
era, ah sí. Junsu.
—
Es verdad, Junsu es mi nombre.
—
Y el mío ChangMin, para que lo tenga
presente desde ahora, Abuela… — El zorro de ojos oscuros dijo, casi
haciendo de aquella escena una cómica.
…
Mansión
Seo
Después
de su reunión con NichKhun, Wooyoung había vuelto a la mansión hecho un manojo
de nervios. Le carcomía la ansiedad y su voluntad estaba a punto de quebrarse.
Las palabras de su exnovio han tenido un efecto en él, aunque el amor que una
vez sintió por NichKhun hoy sea solo un recuerdo, el universitario no podía
simplemente darle la espalda y hacer
de cuenta que todo estaba bien.
—
Wooyoung ah…
—
Je Seok-ah, llegas temprano.
—
Sí, te dije que quería estar aquí cuando volvieras. ¿Cómo fue tu encuentro con
NichKhun? — El abogado dijo lo más sereno posible, pero la realidad era que
estaba inquieto. Ver nervioso a su novio tampoco le daba buena espina. En el
fondo, temía que terminase la relación con él para volver con su exnovio.
—
No muy bien en realidad… — Respondió, aferrándose entonces a la cintura de su
novio, enterrando el rostro contra su pecho… — Hizo una estupidez y ahora no sé
qué hacer.
—
¿De qué estás hablando? ¿Qué hizo? — El mayor le apartó casi por instante,
buscando en su mirada alguna respuesta, aunque de pronto tenía dudas de lo que
fuera… — ¿Te hizo algo?
—
No, no es que me haya hecho algo.
Bueno, físicamente no.
—
Wooyoung ah, me estoy imaginando cosas como no tienes idea.
—
De alguna manera él se encontró con Soo Ahn, e hizo un trato con ella.
—
¿Qué trato?
—
Le entregó su corazón, a cambio yo volvería con él.
—
Espera, ¡qué! Eso ni siquiera tiene sentido. Soo Ahn no puede hacer un trato de
tal naturaleza.
—
Puede. Ella es, poderosa. Es capaz de usar magia, hechizos, pociones tal vez.
¡No lo sé! ¡Estoy entre la espada y la pared, Ji Seok! Si no vuelvo con NichKhun,
Soo Ahn lo matará.
—
¿Así que vas a volver con él? — El abogado preguntó con tono hosco.
—
¡Claro que no! Yo te amo a ti, Ji Seok-ah. No tengo intención de volver con
NichKhun, pero tampoco puedo ignorar el hecho de que esa mujer está en el medio
de todo. Sé que tengo que hacer algo, es solo que no sé qué… — Gimoteó.
Y
entonces Ji Seok soltó el aire contenido, relajó los hombros y recargó su
frente en el hombro izquierdo de su amante. Estaba aliviado de verdad,
escucharle decir que no consideraba siquiera volver con NichKhun realmente le
hacía sentir mejor. Había estado tenso todo el tiempo desde que sabía que se
verían.
—
Vamos a preguntarle a esos chicos, a los amigos de Yoochun. Los, gumiho.
—
También lo pensé, pero… me da algo de pena, sé que tienen problemas
suficientes.
—
Sabrán entender.
—
¿De verdad crees?
—
Por supuesto que sí.
…
Templo
de la Abuela de los Tres Dioses
—
¿Por qué siempre que nos encontramos tenemos que hablar? — Soo Ahn dijo con
tono monótono, exagerando un bostezo en tanto dirigía el cañón de su arma al
frente, directo a los zorros… — Se está volviendo aburrido, ¿saben?
—
No te servirá de nada accionar esa arma,
Soo Ahn. Ya deberías saberlo.
—
Oh sí, pero la modifiqué, Jaejoong.
Veamos si funciona como lo pensé.
Soo
Ahn presionó el gatillo, pero toda la carga balística chocó contra lo que
parecía una barrera mágica. Era sin embargo una cortina de viento que el zorro
de ojos negros había levantado. La chica chasqueó la lengua, honestamente
habría esperado que por lo menos le significara algún esfuerzo al zorro.
—
¿Tienes tu respuesta, Soo Ahn?
—
Oh, así que ésta vez es realmente en serio, mh… — Dijo, y lanzó el arma a un
lado.
El
sonido metálico del pesado artefacto hizo eco en el recinto al caer sobre el
pulcro mármol. El zorro de ojos negros alzó la mano y el arma flotó hasta él.
—
Tanto esfuerzo para nada, ¿verdad, Soo
Ahn? — El zorro dijo sonriendo con un dejo de burla… — La última vez que peleamos titubee y te dejé con vida, pero esta vez,
si valoras tu existencia, márchate.
—
¿Estás amenazándome?
—
Sí, porque si te quedas. Voy a tomar tu
vida con mis manos.
Soo
Ahn sonrió, aunque no esa risa estridente que en otro momento podría haber
empleado. Miró de soslayo a la Abuela y la vio asentír. Luego la anciana caminó
por el corredor hasta la silla que estaba al final, donde ella se sentó como
quien observará con entusiasmo un digno espectáculo. Un movimiento de mano y
decenas de armas llegaron flotando en el aire, eran armas blancas, lanzas,
espadas largas y cortas, sais, dagas, kunais, shurikens y otras armas usadas
principalmente en artes marciales.
—
Para que lo sepas, ahora todas las armas del Templo fueron sincronizadas
exclusivamente con mi magia, así que ninguno de ustedes puede usar ninguna de
ellas.
—
No necesito armas para enfrentarte y
derrotarte.
—
Tanta confianza… — Soo Ahn dijo con sarcasmo, enfundó su katana y la dejó
flotar junto a todas las demás.
Las
armas se alejaron un poco de ella y formaron filas en el aire. Soo Ahn eligió
una lanza en primer lugar.
—
Manténgase al margen, hermanos. SungJae,
no se te ocurra alejarte… — Jaejoong dijo. Y su hijo se detuvo justo cuando
estaba dando un paso hacia uno de los pasillos con arcos que estaban a un
costado.
—
Vi algo que me resultó familiar, omma.
—
Dije, no te alejes.
—
De acuerdo. Esperaré pacientemente aquí a que te encargues de la bruja, omma.
—
Bien, omma te compensará cuando volvamos
a casa con Yunho.
—
Mi padre.
—
¿Eh?
—
Lo he estado pensando, ya que es tu novio y descendiente de Yoon Hoo, veo en
Yunho hyung a mi padre, así que… — Explicó, encogiendo los hombros como si
aquello fuera tan simple como hablar del por qué se necesita de oxígeno para
respirar. O algo así.
—
Hablaremos de esto después, SungJae.
—
¿Terminaron su pequeña conversación familiar?
—
Pues no, pero estoy cansándome de
mirarte, así que la pospondremos para cuando termine contigo.
…
Mansión
Seo
Cuando
Ji Seok quiso localizar con Yoochun, Yunho o Hayami a alguno de los zorros, los
tres le dieron la misma respuesta. Ni Junsu, Jaejoong o ChangMin estaban con
ellos desde esa mañana. Y de hecho estaban comenzando a preocuparse. De esa
manera terminaron reuniéndose en casa del abogado.
—
¿Es posible que se hayan extraviado en la ciudad o algo?
—
No lo creo. Bueno, ya que ChangMin estaba con ellos cuando salieron de nuestros
respectivos departamentos… — Hayami explicó… — Sé que Junsu puede ser algo
despistado, y Jaejoong es demasiado noble por lo que podría haber estado
haciendo acciones de buena fe por horas, según dice Yunho. Pero ya que ChangMin
estaba con ellos.
—
He intentado contactar con SungJae, pero su teléfono móvil ha estado muerto todo el día. En la universidad
dicen que no asistió a ninguna clase hoy. Y su compañero YongGuk tampoco tiene
idea de dónde puede estar.
—
Así que en realidad tenemos cuatro zorros extraviados… — Concluyó el abogado
tras las palabras de su moreno amigo.
—
¿Qué hay de ti, Wooyoung? ¿Crees que puedas encontrarlos como aquella vez?
—
Yo no… no sé cómo sucedió eso aquella ocasión. El libro me muestra lo que
quiere cuando quiere, ¿entienden? No lo domino a voluntad.
—
¿Puedes intentarlo? Por favor, el Aliento
de Junsu ha comenzado a inquietarse desde hace un momento.
—
Está bien, Yoochun hyung. Pero no puedo prometerle resultado alguno.
—
Solo inténtalo.
El
universitario suspiró, y subió a su habitación por el libro. Desde hace algunos
días que ni siquiera había intentado volver a abrirlo. Pero ahora era
necesario. Antes de bajar, lo abrió, las hojas estaban en blanco como la
primera vez que quiso mirar dentro de él. Suspiró y se preguntó si es que
realmente tenía algo especial que lo vinculaba a este libro.
—
Clan de Guardianes o no, los amigos de mi novio me necesitan así que no puedo
dar marcha atrás… — Dijo para sí con firmeza. Cerró el libro y volvió abajo con
el resto… — Bien, esto puede funcionar o no, pero pienso que si el Aliento de los zorros está cerca de mí o
algo así, podría resultar.
—
¿Cerca de ti? — Yoochun preguntó, porque honestamente no entendía a lo que se
refería.
—
¿Tal vez si sujeto tu mano, o la de Hayami-san? — Wooyoung dijo, aunque él
tampoco sabía con exactitud lo que necesitaba.
—
Eh, ¿sujetar tu mano? — Park titubeó. Cualquier acercamiento con otras u otros solía poner de malhumor el Aliento en su pecho.
—
Vamos, no hay tiempo para perder en nada… — Mokomichi fue quien tomó sitio
junto al universitario, sujetó su mano y sintió ese pinchazo en el pecho del Aliento en su pecho, pero lo soportó
estoicamente… — Concéntrate o algo, solo encuéntralos.
…
Templo
de la Abuela de los Tres Dioses
Los
ataques de Soo Ahn estaban siendo repelidos uno a uno con suma facilidad por
Jaejoong. La chica de cabellos ocre estaba frustrada, enojada y además herida.
Casi todas las armas de la Abuela estaban inutilizadas en el suelo alrededor de
ellos, quebradas, astilladas o congeladas. La mujer respiraba agitada, y sus
poderes mágicos estaban perdiendo potencia.
—
¿Cansada? ¿Quieres que te deje tomar un
descanso?
—
¡No te burles de mí, estúpido zorro!
Obviamente,
Soo Ahn se lanzó al ataque por enésima vez. Entonces, finalmente usó su katana,
pero aún la poderosa cuchilla de la espada milenaria se doblegó a unos cuantos
centímetros de alcanzar el cuerpo del zorro de ojos negros. La cuchilla
metálica se tambaleó como hoja al viento, el vibrar lo sintió la mujer en la muñeca
y fue tal el dolor que sintió que inevitablemente sus dedos soltaron el agarre
alrededor de la empuñadura. La katana terminó en el piso, como todas las otras
armas.
—
Solo detente, Soo Ahn.
—
¿Estás titubeando de nuevo, zorro? ¿No alardeabas algo sobre matarme?
—
No creo que valga la pena.
La
Abuela de los Tres Dioses se levantó de su silla en ese momento. La expresión
de su rostro era seria, pero no estaba asustada, sorprendida sí. Parecía haber
comprendido algo que Soo Ahn no sabía. Probablemente ni el mismo zorro de ojos
negros.
—
Es suficiente Soo Ahn, retírate.
—
¡Pero Abuela!
—
Dije que te retires. Todavía necesito que vivas, querida.
Soo
Ahn lanzó una maldición. Pero giró sobre sus talones saliendo del recinto.
Jaejoong la siguió con la mirada, pero no hizo absolutamente ningún movimiento,
no tenía interés en detenerla. Podía encargarse de ella cuando sea. Por otro
lado, la Abuela sí que le interesaba.
—
¿Vas a dejarnos marchar ya, Abuela?
—
No. No puedo dejarles ir, Jaejoong. Ahora menos que nunca.
—
¿Qué?
—
Viento, Lluvia, Nube… — Dijo, mirando alternadamente a Jaejoong, Junsu y
ChangMin… — Justo ante mí todo este tiempo. Dioses, bajo la forma de Gumiho´s.
Los
tres zorros se miraron entre sí, no comprendían lo que la Abuela pretendía
decir. Pero cuando ella alzó una mano en dirección a SungJae, y el muchacho
reveló instintivamente su naturaleza zorruna para defenderse de cualquier
ataque que la anciana planeara, no solo Jaejoong había tomado sitio al frente
de su hijo, sino que Junsu y ChangMin habían expresado su auténtica apariencia
también. Y además, Wooyoung y los demás han aparecido ahí.
—
Otra vez tú, el último en el linaje del Clan de los Guardianes.
—
Ah, esto…
—
Jaejoong… — Cuando Yunho tomó un paso al frente para ir junto a su amante. La
Abuela le paralizó con un solo movimiento de manos, y le hizo levitar hasta su
lado.
—
No te atrevas, Abuela.
—
Deben aprender, que la libertad siempre tiene un precio por pagarse.
Continuará…
Esa bruja me cae en el hígado 😡😡😡😡😡
ResponderBorrarEsa señora...ya debería de dejarse de rodeos y decir que quiere de ellos. Está claro que son superiores a ella...pero por alguna razón pretende seguir manipulando todo a su antojo. Aw Hayami y mi Chunnie los ameee por estar ahí todo ese amor por ellos. Yaaa esa par de brujas...dejenlos ir.
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