miércoles, 28 de diciembre de 2016

Nine Tailed Fox. CAPÍTULO 11.



CAPÍTULO 11. DESCENDENCIA
--//--

Ante Ji Seok estaban dos personajes que resultaban completamente extraños a su memoria. Dos jóvenes que no parecían mayores a él pero quienes desprendían a su vez un aura que le hacía sentirse en alerta. Tenía muchas preguntas para estos sujetos, pero también estaba contra reloj, necesitaba dar cuanto antes con el paradero de Wooyoung.

No tenemos ningún interés en ocultar nuestra identidad, pero a cambio queremos contar con tu palabra para poder obtener de ti un favor en el futuro.

— No haré trato alguno sin saber al menos qué tanto estoy poniendo sobre la mesa.

¿La seguridad de tu novio no vale cualquier precio?

Ji Seok titubeó. , gritaba su corazón, pero cautela le exigía su mente. Tenía que ser inteligente y evitar caer en alguna trampa que le resulte peor que la situación actual.

— El precio de la vida de Wooyoung es incalculable para mí, pero no las tretas en las que puedan involucrarme.

Justo como lo pensaba, eres un humano astuto. Tu novio se encuentra en las garras de tu exprometida.

— ¿Qué? ¿Cómo es posible? ¿Cómo podría Soo Ahn llegar a tanto?

Es sencillo en realidad, a Soo Ahn siempre le ha molestado ser humillada por otros, sobre todo si son humanos. Aunque tiene cierta fascinación por ustedes después de todo.

Ji Seok quiso saber más. ¡Dios, sí lo quiso! Pero no tenía tiempo para hacer demasiadas indagaciones, cada segundo que pasaba eran más posibilidades de que algo aún peor que estar privado de su libertad, pudiera pasarle al morocho universitario. El abogado no tuvo entonces más remedio que confiar en su instinto. Instinto que, si bien le instaba a permanecer alerta, también le dejaba el espacio suficiente para confiar.

— ¿Dónde está Wooyoung?

Sabia elección, Ji Seok. Muy sabia.

Entonces ambos chicos le dijeron que le guiarían en su automóvil hasta el lugar indicado. Con la sangre caliente, Ji Seok les permitió abordar su auto particular y emprendieron un camino que le era desconocido metro a metro recorrido, solo aguardando por recibir esas indicaciones superfluas de dónde doblar a izquierda o derecha. Un rumbo incierto que tenía su corazón tan agitado que el pecho le dolía.

No me perdonaré si algo te pasa, Wooyoung. Ni a quien se haya atrevido a ponerte la mano encima.

Si bien el pensamiento estaba enardecido, el miedo le daba serenidad. Ironías de la vida. Pero su única alternativa.

Departamento de Park Yoochun

La confesión del pelirrojo no le sorprende del todo. Hay cierta lógica tomando en cuenta las cosas que han pasado entre los dos. Pero el pelinegro no se considera particularmente listo para que se lo suelte sin más. Tampoco es que vaya a rechazarlo, o que… ¡Stop! Se ordena a sí mismo en pensamiento, tratando de frenar el tren de ideas que harían colapsar su mente.

— Junsu ah, yo… — Trabarse y maldecir por lo bajo es todo cuanto le queda. Está tan asustado de sus propias emociones que se niega en nombrarlas.

Porque decirlas implicaría hacerse responsable de todas ellas. Y hacerse responsable es aceptarlas. Y aceptarlas es, admitir, que se ha enamorado. Y el amor. Ah, el amor. Tan complicado.

El pelirrojo le miraba esperando su respuesta, pero todo cuanto veía en los pozos negros del otro era vacilación. Evadió la mirada sintiendo cómo la motivación disminuía y era suplantada por una sensación de ansiedad que agitó su Aliento con la propiedad de un barbaren.

Quiero que me quieras, Yoochun ah. Quiero poder ser capaz de enamorarte. Quiero ser un humano aunque no haya nacido como uno, para que puedas ver en mí alguien como tú, alguien a quien no temer, rechazar o sentir diferente a ti.

— Junsu ah… — Quiere detenerle, pero el pelirrojo sigue hablando sin mirarle a los ojos.

Quiero ser dueño de mi destino, elegir por cuenta propia todo lo que quiero, puedo y debo hacer o ser.Quiero que tu corazón lata junto al mío aunque la naturaleza del mío sea ahora tan diferente a la tuya. Quiero que llegues a comprender que si se trata de sentimientos, los míos valen tanto como los tuyos.

— Junsu ah, basta… — Le obliga, cubriéndole la boca con una mano y topando sus frentes en el acto. Cierra los ojos pero lo percibe, el pelirrojo está a punto de llorar. Otra vez por su causa… — No llores, es un día muy bonito como para que lo cubran negras nubes y la lluvia opaque al sol.

El pelirrojo traga hondo luchando por contener sus emociones. Pero no puede evitarlo, siente que cuanto más cerca llega a sentirse del pelinegro, éste más se aleja de él.
Park aparta su mano de la boca del zorro de ojos avellana y sus manos le rodean la cintura abrazándole con una sutileza que desconocía de sí mismo.

— Yo también te quiero, Junsu ah. Pero necesito tiempo. Esto que siento por ti es tan novedoso que asusta.

Yoochun ah…— Suspira, y un brote de esperanza nace en su corazón. Su Aliento, contenido en el pecho del pelinegro, se agita emocionado e irradia una cálida sensación que contagia ambos cuerpos, esos que estrechados entre sí, parecen vibrar con una magia especial. Diferente, única.

— Lo siento, por ser tan cobarde. Debe haber muchos zorros por ahí que darían todo por tenerte a su lado, y tú, vienes y depositas tu cariño en alguien como yo.

Por qué menosprecias el valor de tu existencia, Yoochun ah. ¿No puedes sentirte un poco feliz porque te quiera?

Park abrió entonces los ojos, dejándose absorber por esas canicas avellanas que le miraban tan dulcemente que la calidez que sentía abrigando su cuerpo estalló en una sensación indescifrable. Algo que movía su cuerpo en una danza silenciosa cual luciérnagas cortejando un bosque en la oscura noche.

Yoochun ah…

— Me gustas. Sí que me gustas, Junsu.

Y alcanzar los labios del otro en un ínfimo afán de sellar el significado de sus palabras. Fusionar sus bocas con una ternura tal que el hormigueo les subió desde el estómago hasta el corazón y terminó en las puntas de sus dedos mientras calzaban sus carnosos pliegues con sutiles movimientos, probándose los labios, colando la lengua, humedeciéndose hasta el alma con un beso plagado de mil emociones.


Al no recibir respuesta, YongGuk simplemente se quedó parado, aguardando por alguna indicación de parte del morocho. Pero ChangMin seguía ahí, con el ceño fruncido y la mirada perdida.

Es extraño, no se parece en nada a SungJae. Por más que lo pienso, la repentina aparición de familia suya me intriga demasiado. Quiero preguntarle muchas cosas, pero no creo que vaya a darme las mismas respuestas.

Tus pensamientos son ruidosos, YongGuk.

— ¿Eh? — Parpadeó mirándole con sorpresa, pero también esa expresión suya tan boba que exasperaba al zorro de ojos oscuros.

No pienses demasiado, no te estoy leyendo la mente. De hecho tú estabas farfullando entre labios, pero tengo oído fino y pude escucharte… — Agregó, omitiendo el hecho de que la finura de sus sentidos se deba a su naturaleza mágica.

— ¿Lo hice? — Pregunta sonriendo tan amplio que el zorro podría contar cada uno de los dientes en su perfectamente alineada dentadura.

El chico se rasca torpemente la nuca, y hay algo brillando en sus ojos que hace exasperar aún más al zorro. Sentimientos. Incapaz de lidiar con ellos como un humano, logran un efecto contrario en el zorro.

¿Te gusta mi sobrino?

— ¿Mh? ¿Qué?

¿SungJae te gusta? ¿Tienes pensamientos impuros con él?

— ¡Qué! N-no.

¿Y por qué te sonrojas?

— ¿No es natural sonrojarse con preguntas así? — Cuestionó con una risita boba, notando cómo las mejillas de hecho se le encendían un poco más.

Pues no… — El zorro de ojos oscuros respondió tajantemente. Aunque pudiera haber dejado al menos la duda.

— Entonces hyung, qué hacemos aquí… — El universitario insistió, desviando deliberadamente el rumbo de la conversación.

El zorro de ojos oscuros gruñó inconscientemente, sintiéndose abochornado por la situación en sí. ¿Que qué hacía aquí? Oh, realmente muy simple. Moría por subir al departamento de Mokomichi. Pero claro, con esa extrema condición de “no verse”, el zorro sospechaba que no iba a resultarle para nada.

Tengo hambre, quiero comer carne.

— ¿Eh? — YongGuk pensó que este muchacho era muy pero que muy extraño. No le estaba entendiendo la mitad de sus acciones y palabras, y la otra mitad solo le hacía sentir avergonzado. Y no es que él piense en SungJae de ninguna forma romántica o especial, o no, para nada.

ChangMin farfulló entre dientes una cantidad de improperios que era mejor ni siquiera tratar de entender, luego caminó edificio adentro –seguido por YongGuk, aunque el universitario no tuviera ni idea de nada–, pulsó el botón del ascensor y aguardó pacientemente unos segundos antes de que las puertas metálicas se abrieran. Entró con paso firme y mirada seria, YongGuk seguía sus pasos aunque siguiera sin entender cuál era la meta final. El zorro de ojos oscuros pulsó el 9 en el tablero digital y uno a uno fueron ascendiendo hasta el piso indicado. El universitario prefería ya no hacer preguntas y esperar.

¡Mierda! No debería estar aquí… — El zorro de ojos oscuros volvió a mascullar por lo bajo, poniendo un pie fuera del ascensor, dando un paso titubeante. Frenando abruptamente… —Puedo sentirlo, mi Aliento está ahí dentro, contenido en el interior de su pecho.

YongGuk, confundido a cada segundo, omitió cualquier cuestionamiento porque de todas formas intuía que ninguna respuesta clara iba a obtener del morocho. ChangMin por su parte seguía con los pies clavados en el piso sin avanzar ni un solo paso pasillo adentro. Allá, en el pent-house de la derecha se encontraba el departamento de Mokomichi. Un lugar que el zorro de ojos oscuros añoraba más de lo que pudiera imaginarse.

En el interior de dicho sitio, el japonés sintió el Aliento dentro de su pecho agitándose. Tenía un presentimiento, pero al mismo tiempo se repetía a sí mismo que era prácticamente imposible que el zorro de ojos oscuros fuera a buscarle, al menos tan pronto. Estaba seguro –o casi– de que el orgullo de ChangMin no le permitiría acercarse ni un kilómetro a la redonda con tan apenas un día separados.

— Aunque si lo hiciera, probablemente sería peor para ambos. Dijo que su Aliento dolería mucho, y que podía ser peligroso para él, por eso fui tan extremista al pedirle que no nos viésemos. Ya me es bastante difícil pensar en él y controlar el rumbo de mis pensamientos.

Mokomichi sonrió, cortando algunos vegetales y vigilando una cacerola en la lumbre. Seguía cocinando como si ChangMin estuviera ahí, y al final del día terminaría guardando la comida en recipientes que llevar a algún albergue cerca de allí por la mañana. O quizá enviárselas al mismo zorro a departamento de Yunho, donde sabe se estará quedando durante esos días.

— Hombre, hasta dónde he caído por amor. Me pregunto, ¿te arrepentirías en algún momento de esta decisión que has tomado si te dijera que no me importa tu naturaleza, sino quién eres en esencia?

No es algo nuevo, de alguna forma el tema ya había sido planteado entre japonés y gumiho, pero el zorro se había inclinado hacia probar el valor de los sentimientos de Mokomichi sometiéndolo al peso que implica cuidar de su Aliento.


En tanto, Wooyoung permanecía sentado en el muido colchón al centro de la habitación. Los muebles cubiertos con sábanas no parecían estar en buenas condiciones, y ahora que prestaba un poco más de atención, el muchacho se daba cuenta de que no parecía estar en la ciudad. Por los ventanales de cristales cubiertos de telarañas y polvo, más de alguno estaba roto o estrellado, en el exterior alcanzaba a vislumbrar árboles de gran tamaño cubriéndolo todo, y el olor que se le ha impregnado en la nariz le parece el que proviene de madera húmeda envejecida, como las antiguas casonas en los bosques.

— ¿Es posible, que me haya sacado de la ciudad?

Wooyoung tenía además otras inquietudes. Hace rato que no escucha nada, salvo los sonidos de aves piar lejos de ahí, ni siquiera podría decir que se encuentren en las copas de los árboles en el jardín. Y helaba tanto ahí dentro que parecía estar dentro de un congelador.

—Demasiado silencioso, como si el calor o la vida se alejara de esta casa a propósito.

Luego de pronto el crujir de una puerta en la lejanía. El muchacho se replegó contra sí mismo inconscientemente, movido por puro instinto de supervivencia. A ese ruido le siguió el sonido de algunos pasos que se acercaban a esta habitación, y unos instantes después, un hombre entraba con una bandeja en la mano.

— Despertó, mi señorito.

— ¿Quién es usted?

— Descuide, mi intención no es lastimarle de ninguna manera. Le he traído algo de comida… — El hombre ofreció con una sonrisa amable, dejando la bandeja sobre una cómoda al lado de la entrada. Wooyoung sin embargo miraba con desconfianza… — En su lugar también actuaría como usted.

— ¿Quién es usted? — Insistió.

— El último en la línea de sangre que sirvió a su familia durante la época más gloriosa de la Villa.

— ¿Villa? ¿Qué Villa? No entiendo nada.

— La señorita Soo Ahn no le contó nada según parece.

— ¿Se refiere a la mujer que me secuestró?

— Está enojada. Las mujeres de su naturaleza suelen llevar a cabo este tipo de acciones. Hay registros de que en la antigüedad ya se hacían cosas así. La historia no se ha escrito con tinta rosa, ¿verdad?

— Aún así, por qué estoy aquí. Que pretende hacer esa mujer conmigo.

— Bueno, Soo Ahn cometería un grave error si se atreviera a matarte. Aunque pienso que solo quiere darle un susto a tu novio, el joven Ji Seok.

— Es una tontería hacer algo así.

—Joven  Wooyoung, ¿no está curioso por saber acerca de su pasado?

— ¿Qué?

— Se lo dije, soy el último en la línea de sangre que sirvió a su familia.

— Debe estar confundido.

— No, no lo estoy. Y es realmente una de las razones por las que la Srita. Soo Ahn está tan enojada. La familia Jang se interpuso en su camino tiempo atrás también. ¿Está usted ajeno a todo lo que representa su apellido, verdad?

La mirada inquieta del universitario fue suficiente respuesta. El hombre se acercó a la cómoda donde antes dejara la bandeja con comida y removió la tela blanca para hurgar en uno de los cajones. Sacó un libro que se veía desgastado y sucio, el hombre sacudió un poco de polvo y se lo extendió al muchacho. Wooyoung lo tomó en sus manos, palpando la cubierta de cuero leyó el título grabado en ella.

— Clan de Guardianes. ¿Qué se supone que es esto?

— Parte del pasado de su familia. Los Jang fueron predecesores de una importante comunión entre los humanos y las criaturas mágicas.

— ¿Qué?

— El Clan Jang tenía cierta habilidad para ver y sentir la magia, Gumihos por ejemplo, entre otras criaturas mágicas que cruzaban el plano de lo espiritual hacia lo banal. Se los conoció por un tiempo como cazadores de fantasmas, aunque preferían no tomar parte de tal nombre ya que no se dedicaban a cazar, sino simplemente a buscar algún equilibrio entre ambos mundos. Las criaturas mágicas no deberían cruzar libremente de un plano a otro para su propia diversión, además se creía que generaban un desajuste en la armonía de ambos mundos.

— Es imposible… — Wooyoung murmuró.

— ¿El qué? ¿Que usted sea descendiente de este Clan? ¿O la existencia de criaturas mágicas?

— Todo lo que usted está diciendo.

— ¿Nunca se ha sentido diferente, joven Wooyoung? ¿No ha tenido sensaciones extrañas que le hacen permanecer en alerta? ¿No ha tenido visiones difíciles de explicar?

— No… — Respondió sin dudarlo, pero la mirada del muchacho titubeó. Ciertamente hubo un tiempo en su infancia en la que pasaba por cosas así. A veces las personas en la calle lucían diferentes, o les brillaban los ojos de alguna manera especial. Incluso en ocasiones parecían enfadados al percatarse de que los miraba, y él, siendo tan solo un niño, terminaba asustado pues no comprendía lo que sucedía a su alrededor.

— Su mirada lo traiciona, joven Wooyoung.

— Por qué está diciéndome todo esto.

— Porque es necesario. La Srita. Soo Ahn lo sabe también. Ella teme que usted conozca sobre su linaje porque terminaría siendo un problema para ella. La familia Imperial le trajo muchos problemas en el pasado, doscientos años atrás fue tu Clan quien protegió celosamente a otra criatura mágica.

— No lo entiendo.

— Claro que no. Lea ese libro, joven Wooyoung, conozca a su Clan, sepa cuáles son los dones ocultos en su sangre.

— Esa mujer, ¿me dejará salir de aquí con esto en mi poder? Sé que Ji Seok vendrá por mí, confío en él. Pero no en ella, ¿intentará hacerle daño si viene?

— Soo Ahn no puede lastimarlo a usted o a su novio. El joven Ji Seok sigue siendo una pieza fundamental para ella, la Srita. es inteligente, no hará nada que sea contraproducente para sus ambiciosos planes.

— ¿Quién es ella? ¿Por qué tiene tanto poder? ¿Por qué me odia?

— Se lo diré de una forma sencilla, aunque todavía tendrá que averiguar el resto por su propia cuenta. Soo Ahn es una princesa, el nivel de su magia es elevado, se le ha llegado a comparar con los dones de una diosa, pero nunca ha podido ganarle una batalla a un zorro de nueve colas.

— ¿Zorro de nueve colas?

— Podrías considerar que los Gumiho son el enemigo natural de Soo Ahn, sus habilidades mágicas son equiparables. Sin embargo, Soo Ahn tiene una tendencia a la oscuridad, y es por eso que la Abuela de los Tres Dioses no le ha sucedido su sitio aún.

— ¿Abuela de los Tres Dioses?

— Tienes mucho qué conocer, joven Wooyoung. Tenga en mente esto, no debe preocuparse por Soo Ahn, sino ocuparse por apresurarse en saber quién es usted, de dónde viene, cuáles son sus responsabilidades.


Ji Seok torció una vez más a la derecha, entrando en un viejo y escarpado camino bosque adentro. El cielo se ha cubierto de nubes grises y sopla un viento helado que mece las copas de los altos árboles y se cuela entre arbustos y otra vegetación. Los animales corren a ocultarse en sus guaridas y el silencio, repentinamente, se torna abrumador.

Oh, estamos en el camino indicado, Wooyoung se encuentra cerca, pero Soo Ahn no lo dejará fácil para nosotros.  

— ¿Por qué sabes que está cerca?

La Naturaleza lo está diciendo, Ji Seok.

Al abogado no le hacía nada de gracia que estos chicos parecieran tener su propio idioma, le desesperaba no entender la mitad de las cosas que decían. Al menos ahora sabía sus nombres, no es como si hubieran tenido problema en decírselo.

Pero incluso si intentas investigarnos, no encontrarás nada. Tenemos nombres como cualquier humano, pero no un registro como ustedes.

— ¿Como nosotros? ¿Están diciendo que borraron sus registros de cualquier base de datos en el país?

No estás entendiendo, Ji Seok. Lo que Jong Suk intenta decir es que no existe un registro nuestro, ya que nosotros no pertenecemos a este plano.

¿Qué mierda ha sido eso? No pertenecer a este mundo. ¿Acaso intentan tomarme el pelo? Pero, no parece que estén mintiendo. — El abogado pensaba en tanto el camino se iba ampliando, cercado por una fila de árboles tupidos a cada lado, culminaba en lo que parecía ser la entrada a una casa antigua.

Hemos llegado. Wooyoung está ahí dentro.

Ji Seok aparcó y bajó del auto con cautela. El corazón seguía martillándole en el pecho y su mente inquieta no le daba tregua para la serenidad. Los otros dos también bajaron del auto, encaminándose sin titubeo hacia la entrada, golpeando con el puño el portón de caoba. Un minuto después éste se abrió.

— Bienvenidos, la Srita. Soo Ahn los espera, síganme por favor.

Los jóvenes siguieron al hombre que les había abierto por un pasillo a la izquierda. Ji Seok, incómodo con la situación en sí, también echó a andar tras de ellos, ansioso por ver a su novio. Caminaron por el corredor hasta un segundo patio, y ahí fueron guiados a un salón amplio en cuyos muros había faroles para iluminar, una mesa redonda con una bandeja de plata, copas y una botella de vino, pero más nada.

— Aguarden aquí, la Srita. llegará en un momento… — El hombre dijo para luego salir y dejarles a solas.

No importa lo que diga, Ji Seok, no puedes ceder a ninguna de sus demandas.

— ¿Qué?

Intentará engañarte a cambio de entregarte a Wooyoung. Sé precavido.

— Ustedes dos de nuevo, por qué no me sorprende. Jong Suk y Woo Bin, comienza a ser molesto encontrármelos en todas partes, chicos.

La Abuela lo encomendó expresamente. Mantenerte vigilada.

— Pero con tal descaro, por favor chicos, denme un respiro.

— ¿Dónde está Wooyoung, Soo Ahn?

La mujer clavó su mirada en el abogado. Y éste tuvo que admitir mentalmente que imponía cierto respeto su presencia.

— Por supuesto, has venido por él. Pero, vamos a conversar un poco antes de responder a tu pregunta. ¿No crees que es un poco descortés tratarme con tal indiferencia?

— Secuestraste a mi novio, no te debo ninguna cortesía.

— Oh, estás enojado… — Se mofó con una sonrisa siniestra… — Estuve observando minuciosamente a ese chiquillo y no pude entender por qué motivo te enamoraste de él. No es demasiado guapo, ni tampoco es brillante. Sus habilidades son demasiado comunes, Ji Seok.

— Mis sentimientos por Wooyoung no tienen relación alguna con nada de eso. Lo amo y punto. Ahora, dime dónde está, qué le has hecho.

— ¿Hacerle? No me hagas reír Ji Seok, por qué razón habría de ensuciar mis manos lastimando a tu insulso entretenimiento. Oh no, la razón por la que pedí que lo trajeran aquí aún en contra de su voluntad, era para ver tu miedo… — La chica alzó la nariz cual si estuviera olfateando el ambiente… — Es tan profundo que lo transpiras.

— Me estás colmando la paciencia, Soo Ahn. Dónde está.

— ¿Dónde está? ¿Dónde está? No tienes idea de cuánto disfruto de tu desesperación. No dudaste en terminar conmigo, pero mírate, justo ahora serías capaz de mucho con tal de rescatar a tu novio, ¿no es así?

— Deja de jugar Soo Ahn, ¡habla de una vez!

— No te atrevas a levantarme la voz, Ji Seok, ten en cuenta que puedo matar a tu noviecito si me provocas.

— Hazle el mínimo rasguño y te juro que iría por ti al mismo infierno.

La mujer frunció ligeramente el ceño. No iba a negarlo, la determinación de este hombre le provocaba sentimientos encontrados, por un lado la desesperaba, pero por otro excitaba hasta la última fibra de su ser.

— Vamos a negociar, querido.

— No vamos a negociar nada, entrégame a Wooyoung… — Dicho lo cual, Ji Seok sacó un arma del bolsillo interno de su gabardina. Soo Ahn se rió de buena gana. Jong Suk y Woo Bin mantenían la mirada en ambos.

— Ten en cuenta, Jong Suk. Que mientras fuimos pareja tuviste relaciones sexuales conmigo, a veces sin protección. El bebé que crece dentro de mí es tuyo, si me matas, correrá la misma suerte.

— ¡Qué! — La mano del abogado tembló al instante… — ¡Estás mintiendo!

— No tengo razón alguna para mentirte. Estoy segura de que este bebé incluso es más importante para ti de lo que es para mí. No dejas de ser un humano lleno de emociones, no te atreverías a lastimar a tu propia sangre.

— ¡Cállate! — Tembloroso e impotente, Ji Seok sabía que no presionaría el gatillo.

En tanto, Jong Suk se ha percatado de lo que está sucediendo ahí.

Es una ilusión. Soo Ahn no está aquí en realidad. Está proyectando los miedos de Ji Seok para confundirlo.

¿Y, estás encargándote?

Lo estoy haciendo Woo Bin, pero la magia de Soo Ahn está repeliendo mis intentos de entrar en la mente de Ji Seok y comer sus sueños.

¿Debería encargarme? Seguro que incluso si es una ilusión, si la hago explotar donde quiera que Soo Ahn esté se dará cuenta y perderá concentración.

Es probable, pero todavía no sé si esta ilusión de Soo Ahn pudiera estar conectada de alguna manera a Wooyoung, es arriesgado.

Woo Bin gruñó entre dientes, eso significaba que no podía hacer otra cosa que esperar a que Jong Suk se hiciera cargo. Y él, inquieto por naturaleza, comenzaba a desesperarse.

Mantente quieto, no vayas a hacer ninguna tontería. Casi lo consigo.

Date prisa, Ji Seok está a punto de ceder, si él lo hace entonces habremos perdido una batalla contra Soo Ahn.

Ya lo sé. Estoy en ello.

Jong Suk seguía empujando su magia en la mente de Ji Seok, atravesando lentamente la barrera de la ilusión que Soo Ahn había conseguido impregnar en el pensamiento del abogado. La razón por la cual no pueden permitir que Ji Seok ceda ante Soo Ahn es demasiado simple a decir verdad, si ella gana, tendría control sobre la mente del abogado, siendo capaz de engañarle a tal punto de confundir sus emociones. Si Soo Ahn hacía esto, seguramente le alejaría de Wooyoung, y eso simplemente no podían permitirlo.

¿Has entrado, Jong Suk?

Sí, ya entré en su mente. Estoy devorando todo a mi paso, pero hay demasiados miedos.

Date prisa, ya casi no siento la presencia de Ji Seok sin diferenciarla de Soo Ahn.

Estoy en ello, maldición.

Las ilusiones proyectadas en la mente del abogado estaba menguando su fuerza de voluntad. La vida de un hijo contra la vida del chico que ama. Era tan difícil. El temblor en su mano se volvió doloroso, y el arma que sostenía comenzaba a quemarle la piel.

— ¿Vas a matarme, Ji Seok? Todo lo que he hecho ha sido porque te amo. Vamos a volver, démosle una familia hermosa a nuestro hijo, por favor.

Casi podía creerle. Casi podría ceder. Pero entonces algo le aguijoneó el pecho y una voz hizo eco en su mente.

Ji Seok hyung. Ji Seok hyung, mírame. Por favor, mírame.

— Ngh… — El abogado sintió una punzada en la sien, y la sensación de una mano tocando su pecho, una calidez alcanzando su corazón… — Wooyoung… — Le llamó en pensamientos, reconociendo a esa silueta que se aferraba a su cuerpo, esos ojos que le miraban con aprehensión, temerosos de ser abandonados… — Wooyoung.

Y entonces, tiró del gatillo. La bala penetró más que madera, no había nadie frente a él. Pero cuando volvió la mirada tras recuperar sus sentidos, vio a Woo Bin sosteniendo a un agotado Jong Suk que parecía apenas estar consciente.

Tienes buenos sentimientos, tu amor por Wooyoung fue lo que realmente te salvó… — Jong Suk dijo a media voz, dejándose cargar en brazos por Woo Bin, estaba agotado, la magia de Soo Ahn parecía estar incrementándose pues a pesar de la distancia, su proyección ilusoria le había dado batalla.

Tu novio está en la habitación contigua… — Woo Bin anunció.

Y rápidamente los pies del abogado fueron hacia allá.

— ¡Wooyoung! — Con el corazón conmocionado, Ji Seok se acercó al cuerpo recostado sobre una mullida cama. El universitario estaba dormido, probablemente sedado. Le cargó en brazos y salió a prisa, necesitaba llevarlo a un hospital para que le hicieran un chequeo concienzudo.

Antes de que te marches, lleva esto contigo… — Woo Bin le extendió el libro que antes el hombre le hubiese entregado al universitario… — Hay muchas cosas que ustedes dos necesitan comprender, tu novio debe leer esto y ayudarse.

— ¿No vendrán?

No. Pero estoy seguro que volveremos a vernos. Mantén los ojos bien abiertos, Soo Ahn no se dará por vencida.

Y ante los ojos incrédulos de Ji Seok, Woo Bin desapareció con Jong Suk en sus brazos. Tenía muchas dudas, pero ahora su prioridad era la salud de Wooyoung.


Tras haber pasado todo el día en compañía de su hijo, Jaejoong finalmente volvía al departamento del moreno. Cuando le abrió la puerta –el zorro de ojos negros no se acostumbraba a entrar sin más sabiendo que el moreno se encontraba allí–, Jaejoong pudo notar cierta expresión resentida en el moreno.

Yunho ah, sobre lo que dijiste la otra ocasión, que te gusto.

— ¿Sí? ¿Qué sucede con eso?

Incluso si me mostrara ante ti como realmente soy, ¿crees que te seguiría gustando?

— Puedes apostarlo, Jaejoong.

Entonces… — El zorro de ojos negros reveló sus colas, y esa vez también aparecieron sus orejas. Las nueve colas ondearon extendiéndose cuan largas son, el tono azul cielo moteando las puntas le daba un aspecto relajado y hermoso que acentuaba la blancura del resto de su pelaje tanto en las colas como en sus orejas. Los finos colmillos sobresalían apenas bajo sus labios rojos, pero resultaban además de intimidantes, eróticos. La nívea piel parecía bañada de plata y los grandes ojos negros brillaban como si un universo plagado de estrellas estuvieran albergados en ellos… — Ámame, Yunho.



Continuará……

2 comentarios:

  1. Ay, no puedo evitar estar súper emocionada con ese beso del YooSu, Junsu dice cosas que mueven el corazón de tal modo que quieres llorar y luego de eso imaginar el rostro mi Yoochun tan lleno de emociones Wooo que bello.

    ResponderBorrar

Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión