jueves, 29 de diciembre de 2016

Match Point. PARTE 7.



Juntos, sin importar el tiempo transcurrido

…Flashback…

Después de mucho discutir sobre cómo organizarse, particularmente Karasuno que por algo tiene a los más problemáticos –Kageyama y Tsukishima–, iniciaron con el juego con los cubos de hielo. Ya ni siquiera se han molestado en indagar cómo es que Oikawa se las ingeniaba para tener todo lo que necesitaba a la mano.

Para hacer el juego más “justo”, algunos propusieron que participara una escuela contra otra, y no todas a la par. Por lo que hicieron papelitos para elegir el rival de cada una y dejarlo a la “suerte”. Así, Datekou fue contra Shinzen, Fukurodani frente a Nekoma, Aoba fue contra Karasuno, y Ubugawa tuvo que esperar a que se definieran los vencedores de las tres primeras contiendas. Como era de esperarse, Shinzen y Ubugawa se mostraban mucho menos interesados en el juego, aunque no desestimaban esfuerzo y daban lo mejor de sí. De cualquier manera, Shinzen no pudo hacer gran cosa contra Datekou, y cuando Ubugawa enfrentó en la segunda ronda a Karasuno (que sorpresivamente venció a Aoba, para berrinche de Oikawa), no hubo mucho qué decir, los cuervos se impusieron sin problemas. La final fue, curiosamente, Nekoma versus Karasuno. Aunque esto no era voleibol, se sentía como una “batalla del basurero”.

— ¡No es justo, Iwa-chan~! Aoba tendría que estar allí y no ellos~.

— Cálmate ya, Kusokawa, perdimos por tú culpa.

— ¡No es cierto~! — Gimoteó.

— Sí lo fue. Intentando aprovecharte del juego para besarme.

— ¡Pero tú no me dejaste ni una sola vez!

— Obviamente, ¿soy tu uke acaso? — Iwaizumi le fulminó con la mirada. Y de pronto este gesto consiguió excitar a su novio. — Eres realmente masoquista, ¿verdad?

— ¡No tienes que decirlo con esa cara de fastidio, Iwa-chan!

— Pueden dejar de discutir, queremos ver cómodamente el encuentro final. Es la batalla del basurero, ¿saben?

— ¡Maki, esto también fue culpa de Matsun y tú!

— ¿Nosotros por qué?

— ¡Todavía lo preguntan! Ustedes sí se besaron, ¡y apasionadamente~!

— ¿Y por qué estás lloriqueando por eso, Oikawa?

— ¡Porque estoy envidioso~! ¡Iwa-chan nunca quiere besarme apasionadamente en los juegos! ¡Me parto la cabeza buscándolos~!

Iwaizumi suspiró cansado de los berrinches de su novio, así que le jaló a un lado, sentándole en su regazo para que dejara de lloriquear y el dichoso juego pudiera continuar. Claro, Oikawa no se conformaba con sentarse en el regazo de su novio, quería beso. ¡Y lo quería delante de todos!

— Eres imposible, Kusokawa. No seas tan caprichoso, y te está escurriendo el moco, cochino.

— Es un reflejo natural después de llorar~.

— Pero si has llorado porque has querido, Oikawa.

— Porque tú no me tratas bien, Iwa-chan~.

— Ya estoy contigo, qué más quieres, mimado.

— Justamente que me mimes más. Hasta Maki y Matsun que se niegan a admitir que están saliendo tienen más momentos románticos que nosotros que sí somos novios~.

— Primero límpiate los mocos y luego sigue hablando. Qué ganas me van a dar de besarte si tienes el rostro todo sucio.

— Mh… — Aunque confundido, el acto reflejo del rematador fue limpiarse el rostro con su playera y aguardar pacientemente a que su novio le besara.

Kusokawa… — Dijo sencillamente, presionándole la nariz, pero sin darle lo que quería. Aunque el armador prácticamente pataleara de nuevo, ahí, montado en su regazo… — Deja de moverte así, idiota.

Y es que, además de que estaban siendo la comidilla de todos, el roce estaba resultando peligroso para su autocontrol. Por lo que, para calmarlo, le besó. Uno de esos besos que al armador realmente le gustaban, jugando con su lengua, chupándole y mordiéndole los labios hasta dejarle sin aliento. Al separarse, Oikawa sonreía feliz y satisfecho.

— Ahora quédate quietito y en silencio, Oikawa.

— ¿Puedo tener otro? — Preguntó mimoso. La respuesta fue un ceño fruncido y una mirada que decía claramente “no”. — Qué tacaño. — Agregó haciendo puchero. De cualquier manera no le besaron otra vez.

En tanto, Karasuno y Nekoma se han reorganizado, los cubos de hielo están listos en un recipiente hondo, el cronometro ha sido puesto en ceros para comenzar el conteo de un minuto.

— No vayas a dejar caer ningún cubo, Hinata idiota.

— ¡Ya te dije que se me resbaló, Bakayama!

— ¡Deja de hacer el tonto y solo concéntrate!

— ¡No estoy haciendo el tonto!

— Tan ruidosos. En verdad, hay demasiado escándalo en el campamento ahora que nos hemos reunido tantas escuelas.

— Sí, pero de alguna manera, resulta más divertido también.

Al final, algunos chicos se han retirado porque están cansados, o simplemente con esa excusa para huir del juego que les resultaba incómodo o absurdo, por lo que, visto que Nekoma se ha quedado solamente con siete participantes, Karasuno ha debido “sacrificar” tres de los suyos, que han resultado ser, casualmente, Yamaguchi, Ennoshita y Sugawara.

El orden de Karasuno, yendo de izquierda a derecha era: Tsukishima, Azumane, Nishinoya, Hinata, Tanaka, Kageyama y Sawamura. Obviemos los celos posesivos del rubio y el capitán, quienes se han aferrado a esta disposición, evitando que sus respectivas parejas participaran y al mismo tiempo siendo las puntas del juego; mientras que la salida de Ennoshita ha sido cuestión de suerte pues han decidido con “piedra, papel y tijeras”. En tanto que el resto ha sido básicamente estrategia, todo y que Kageyama no estaba feliz con los extremos del pelinaranja.

En Nekoma iniciaba Kenma y seguían en orden Yaku, Shibayama, Inuoka, Kuroo, Lev y terminaba Yamamoto. El mestizo ha hecho berrinche porque quería ir junto a Yaku-san, mientras que al líbero le sentaba bien donde estaba, sabiendo que Kenma se estaba tomando esto más con indiferencia y que Shibayama era todavía lo suficientemente inocente como para ver en esto alguna posibilidad de más nada que hacer un buen trabajo entregando el cubo a Inuoka.

— ¡Comiencen! — Anunció Futakuchi.

Y entonces Kenma y Tsukishima tomaron el primer cubo, iniciando el pase del cubo de hielo en su respectivo equipo. Sosteniéndolo con sus dientes, el rubio entregó el cubo a Azumane, que titubeaba incómodo al estar cerca del menor, pero ya que apenas iban comenzando, el cubo de hielo no era tan difícil de manipular, luego tocaba de turno de pasarlo a su novio; Nishinoya cada vez estaba más que dispuesto a tomar el cubo sin importar que sus labios se rozasen, y al entregarlo a Hinata, su similar estatura con el pelinaranja facilitaba el pase, aunque, ya algo más resbaloso, el cubo de hielo amenazaba con escapar de sus dientes o ser sujetado principalmente con los labios; Tanaka, que no encontraba demasiado agradable acercarse de esta manera a Hinata, se apresuraba en tomar el cubo, por lo que en más de una ocasión lo perdieron dejándolo caer al piso y teniendo que comenzar de nuevo. Kageyama entonces gritoneaba exasperado que era mejor cambiar de lugar, pero incluso si lo hicieron, Tanaka todavía encontraba odioso acercar tanto así su rostro al pelinegro o después a su capitán. Por lo que, en esta ocasión, los cubos perdidos fueron básicamente culpa suya.

En Nekoma, el pase del cubito de hielo era más fluido, siendo la parte más incómoda al final, pues Yamamoto se mostraba asqueado al recibir el cubo de parte de Lev, particularmente porque estaba más resbaladizo y pequeño.

— ¡Qué es lo que hacen que llega tan pequeño hasta aquí! — Exclamaba fuera de sí, mientras las caras del mestizo eran bastante cómicas y sus gimoteos se convertían en una fuente de risas para los que solo miraban.

De cualquier forma, al final Nekoma resultó triunfador. Dos de tres ocasiones pasó más cubos de hielo de un lado a otro. Karasuno solo podía culpar al tímido Tanaka.

— Hubiéramos dejado a Ennoshita, en las ocasiones anteriores él lo hizo sin respingar.

— ¡De ninguna manera!

— ¡Por qué eres tan celoso, Tanaka! ¡De todas formas no te tardaste un par de años en aceptar tus sentimientos por Ennoshita!

— ¡No quiero que tú me gritonees, Noya!

— Bueno ya, vamos a jugar con las barras de hielo~ es en parejas, así que nadie tendrá por qué quejarse. ¡Levanten la mano los que van a jugar!

— Oikawa realmente disfruta estos ridículos juegos, ¿verdad, Iwaizumi?

— Lo hace, Hanamaki. ¿Matsukawa y tú van a jugar?

— Sí, ya que no tenemos nada mejor qué hacer y es interesante.

— ¿Cuándo van a aceptar que ustedes dos tienen algo?

— Oh, nosotros sabemos que tenemos algo.

— ¿Son novios?

— Amigos con derecho a roce es mejor. No nos interesa un compromiso.

— Ustedes son tan… — El rematador de Aoba se limitó a mirar de hito en hito a sus dos amigos.

Mientras Matsukawa iba y se anotaba junto a Hanamaki con Oikawa. El armador de Aoba hizo la relación de las parejas participantes, y al lado estarían anotando sus récords para saber quienes conseguían el trozo de hielo más pequeño.

— Si la barra de hielo se quebra o cae de sus bocas, no contará y quedarán descalificados. Solo deben ir mordiendo los lados e irse acercando mutuamente, hasta que casi se toquen los labios, entonces mediremos el pedazo de barra de hielo y ése será su récord.

— Espera, si se parte en dos y apenas hemos iniciado, ¿no podemos simplemente tomar otra barra?

— No, es por eso que deben tener cuidado y encontrar la mejor forma para hacerlo~.

— Esto será difícil para las parejas en donde uno es mucho más alto que el otro. La estatura es clave así, ¿no?

El comentario de Sawamura tocó la fibra sensible de algunos. Específicamente Hinata, Nishinoya, Yaku e incluso Shibayama. A Kenma honestamente le daba igual, como siempre, no ponía particular empeño en los juegos de Oikawa.

— ¡Ok, vamos a colocarnos con nuestra respectiva pareja! Ya que Suga-san no va a participar, él y Daichi-san van a estar registrando las medidas.

— Bien, tomen su barra de hielo, cuando silbe todos deberán comenzar a morder, los que no estamos jugando estaremos atentos a que ninguno haga trampa, y mediremos de inmediato en cuanto haya terminado cada pareja. — Sawamura dijo. Algunos chicos de Fukurodani y Datekou que no estaban participando se dispersaron en el amplio salón para estar observando a todas las parejas.

— Kageyama, inclínate hasta mi altura.

— Ya lo sé, sostén la barra al costado de tu boca, firmemente con los dientes, cuando muerdas rápidamente sujétala con los labios, ¿entiendes?

— Sí, sí, entiendo.

Kageyama entonces se inclinó lo suficiente para quedar a la altura de Hinata, abriendo las piernas y apoyando las manos en los hombros de su novio, para mejor soporte y equilibrio.

Por otro lado, Lev se ha arrodillado frente a Yaku, igualando de esa manera sus estaturas. Por supuesto, ha sido idea del mayor de los dos. A Nishinoya le ha dado por acomodarse en el regazo de Azumane, postura vergonzosa que provocaba la timidez del as de Karasuno, pero que era importante para tomar ventaja en el pensamiento del líbero. Así, cada pareja buscó su propia estrategia, y cuando Sawamura silbó, todas las parejas comenzaron a morder su barra de hielo, la que era más bien tubular, de un par de centímetros de diámetro y unos veinte de largo.

“Crac, crac, crac” comenzó a sonar en el salón por cada mordisco dado mientras las parejas se iban acercando a ritmos diferentes, algunos iban más lento, otros un poco más rápido. Las parejas más tímidas dejaron su barra de hielo entre los dos y los tres centímetros de largo, entre ellas Yamaguchi y Tsukishima, Shibayama e Inuoka, Ennoshita y Tanaka (que más que mostrar timidez, tuvieron un pequeño error y el trozo de la barra de hielo cayó de sus labios antes de dar otro mordisco), la misma suerte han corrido Moniwa y Kamasaki, así como Ikejiri y Fujimi, que por esos tiempos se integraban a los campamentos de las escuelas como amigos (además de que Fujimi continuaba aportando económicamente los encuentros escolares).

Kuroo, que tenía bien medido el ritmo de Kenma, continuó acercándose hasta que sus labios rozaron los ajenos. La mirada del minino brilló un poco, y él supo que Kenma estaba deseando un beso, el trozo de la barra de hielo de ellos quedó en los 7 milímetros. Cundo lo hubieron entregado a Sugawara y Sawamura para su medición, el felino no titubeó en atrapar a su novio por la cintura y besarle apasionadamente, colando su lengua en la fría boca, ambos estaban entumecidos y quedaban rastros de la barra de hielo, pero lo derritieron con ese beso, ante la mirada atónita y avergonzado de otros.

Por su parte, Oikawa e Iwaizumi han hecho un gran trabajo, reduciendo la barra de hielo a 6 milímetros, apenas lo que quedó cuando mordieron casi chocando sus dientes. Ambos tenían la boca llena de hielo y sentían la lengua entumecida, pero sonreían satisfechos con el resultado, pensaban que nadie superaría eso.

— Iwa-chan~ ¿no vas a besarme también~?

— ¿Otra vez? Te di tu recompensa antes, no seas avaricioso.

El armador de Aoba gimoteó inconforme, pero su novio pronto le susurró al oído que aguantara, antes de ir a sus habitaciones le besaría hasta hincharle los labios. claramente Oikawa se entusiasmó.

Hinata y Kageyama han logrado un centímetro, porque al final el trozo de hielo ha resbalado de labios de ambos, sin embargo estaban avergonzados y satisfechos.

— Siento la lengua entumecida… — El pelinaranja dijo con voz curiosa, dado que aún estaba masticando hielo en su boca.

— No sigas comiendo, dámelo, Hinata.

— ¿Eh?

La respuesta fue evidente. Kageyama le besó, atrayendo hacia su boca el resto del hielo que Hinata aún tenía en la suya. Las mejillas del pelinaranja se encendieron al rojo vivo. A Kageyama últimamente le daba por ser un atrevido cuando menos se lo esperaba. Y le dejaba mudo de la impresión.

Hanamaki y Matsukawa han conseguido un buen récord, obteniendo una medida de ocho milímetros.

— No fue tan difícil, creo que podríamos haber conseguido una mejor marca, Matsukawa.

— Mis labios se entumecieron, no podía soportarlo más, Hanamaki.

— ¿Vamos a escaparnos a algún lado en la oscuridad después de esto?

— Claro que sí, estoy acumulando.

Mientras que los únicos representantes de Fukurodani, Akaashi y Bokuto, quienes simplemente se dejaban llevar por la corriente en lo que podía considerarse una relación, obtenían también siete milímetros, empatando de esa manera con Kenma y Kuroo. Finalmente, Nishinoya y Azumane conseguían ser eliminados, todo porque en el transcurso del juego, sus miradas se habían olvidado del objetivo principal y han terminado besándose apasionadamente, la fría y entumecida sensación en labios y lengua volvía estos besos de alguna manera, más eróticos. Futakuchi y Aone han conseguido ocho milímetros, lo que ya reflejaba desde entonces cuánto había mejorado la confianza entre los dos.

Durante estos tiempos, también, Sugawara estaba aún embarazado, rebosaba unas 30 semanas de gestación, y continuaba integrándose a los campamentos como manager más que como jugador del club. Su estado no era más un secreto, naturalmente, y todos le cuidaban bastante. Así que se sentía bastante relajado y mimado.

— ¡Ganamos, Iwa-chan~!

— Tsukki.

— Qué sucede, Tadashi.

— Si hay otra oportunidad, hagámoslo mejor. Yo, creo que podríamos obtener al menos el centímetro como Hinata y Kageyama.

…Flashback…

Sabes algo, Kei.

— ¿Qué cosa?

Nosotros no hemos tenido oportunidad de conseguir menos del 1.5 en los juegos de Oikawa-san. Cuando Yakumo haya crecido un poco más y pueda acompañarte en algún campamento, si Oikawa-san propone uno de sus juegos vergonzosos, vamos a intentarlo, ¿sí?

— Como quieras, Tadashi.

El pecoso sonrió al otro lado de la línea. Luego el llanto de su bebé los interrumpió. Al parecer tenía hambre y demandaba la presencia de “mamá”, por lo que la joven pareja tuvo que despedirse. A Tsukishima escuchar el llanto de su bebé le hizo extrañar aún más estar con ellos. Suspiró y se sacó los anteojos, tallando el puente de su nariz.

— Solo un poco más, Yakumo, Tadashi. Volveré pronto.


Durante los días de campamento, las charlas por teléfono y las fotografías enviadas al móvil fueron lo que mantuvo a flote el ánimo de Tsukishima y Kageyama. Para cuando el regreso a casa estuvo ahí, casi no podían ocultar su emoción. En las instalaciones del complejo deportivo, sus familias los esperaban a todos. Pelinegro y rubio no corrieron hasta sus parejas y bebés solo porque querían conservar la calma, pero en cuanto llegaron a ellos, les abrazaron y besaron sumamente aliviados de estar de vuelto.

— Los extrañé tanto, Tsubasa, Shoyo.

— También te echamos de menos, Tobio~. Tsubasa sonreía y abría sus ojitos cuando te escuchaba en el teléfono.

— ¿Es eso verdad, Tsubasa?

El bebé se regocijó en brazos de su padre cuando éste le cargó. Despedirse de los demás no fue necesario pues ya lo han hecho antes de bajar del autobús. Partir a casa, la prioridad.

El recibimiento ha sido similar para Tsukishima, que no se cansa de besar a Yamaguchi y su bebé Yakumo, acariciando todo su rostro de camino a casa, dejando que su pecoso novio les tome tantas fotos como quiere.

— ¿Le dijiste a tu madre que volveríamos directamente a nuestra casa, Tadashi?

— Lo hice, prometí que iríamos el fin de semana a agradecer sus cuidados hacia nosotros, Kei. Comeremos allá, ¿sí?

— Está bien, de cualquier manera le llamaré por teléfono cuando lleguemos a casa. ¿Deberíamos llevar algún presente el fin de semana?

— Voy a preparar un postre y lo llevaremos con nosotros.

El rubio asintió, atrapando el mentón de Yamaguchi y besándole suavemente mientras Yakumo dormita en sus brazos, arrullado por las anteriores caricias de su padre.


Cuando llegaron a casa, Kageyama se sentó en el sofá, mientras Hinata llevaba su maleta al cuarto de lavandería, donde más tarde harían la colada. Tsubasa estaba tomando la mamila en brazos de su padre, y él estaba encantado. Sonreía con la misma emoción que cuando le cargó por primera vez, una semana había sido eterna.

— Hace un par de días, cuando estuvimos en la Mansión Fujimi, Ikejiri mencionó algo que no sabía.

— ¿Qué cosa?

— Dijo que Yaku-san hace poco había recibido otra negativa de su intento de embarazarse.

— Oh, eso debe ser muy duro para él y Lev. ¿Cómo es que Ikejiri lo sabe y Kenma no te dijo nada?

— Ikejiri se mantiene en contacto con todos, y sabe cómo van sus vidas. Él tiene una personalidad noble como la de Suga-san, creo. Tiene esa aura. En fin, supongo que Kenma no lo mencionó antes porque Tsubasa acababa de nacer. De cualquier forma, no sé qué debería hacer, me da pena hablarle solo para recordarle algo tan triste, pero no decir nada también me hace sentir culpable. ¿Qué si piensa que no nos interesa, Tobio?

— Entonces solo envíale un texto con saludos y buenos deseos. No necesitas mencionar nada de embarazos, Shoyo.

— Oh, esa es buena idea. Le enviaré uno ahora mismo. ¿Tú no los notaste diferente en el campamento, Tobio? — Cuestionó, al tiempo que escribía el mensaje para sus amigos.

— La verdad es que no, trataba de concentrarme en las actividades, pero una vez que terminaban yo solo pensaba en Tsubasa y en ti, Shoyo.

— Oh, Yaku-san me ha contestado rápidamente. Quiere que le envíe una foto de Tsubasa. ¿Debería, Tobio?

— Si él te lo está pidiendo, por qué no. No creo que él quiera aislarse del mundo de los niños o algo así. Tal vez le suba el ánimo.

Hinata asintió, aunque no se imaginaba la perspectiva de su novio. Tomó una foto en ese momento y se la envió al exlíbero de Nekoma.


— Mira, Lev, Tsubasa es un bebé precioso, igual que Yakumo.

— Lo es. Oh, Kageyama-san se ve como todo un adulto alimentando a su bebé.

— Cuando tengamos nuestra familia te haré muchas fotos siendo un papá adulto también, Lev. — Dijo con una sonrisita, admirando la foto del bebé Kageyama. Conteniendo su propio deseo de tener hijos.

— Yaku-san… — Lev dijo acercándose lentamente, quitándole el móvil y besándole dulcemente. — ¿Puedo hacerte el amor ahora?

— Házmelo, Lev. Marca todo mi cuerpo con tu calor.

Yaku rodeó sus brazos en el cuello de Lev, besándole también, dejándose hacer cuando lentamente fue recostado en el sofá. Ha sido una semana sin poder intimar en el campamento, una semana restringiendo sus emociones. Una semana, con el deseo a flor de piel. Un deseo que, últimamente, compartían al desnudo para aliviar sus corazones.


En los departamentos cerca del complejo deportivo, otras tres familias se sienten felices de estar en casa. Ellos son Kamasaki, Aone, y Akaashi con Bokuto. Los primeros dos están felices de reunirse con sus hijos y pareja, mientras que los últimos solo lo hacen por la comodidad y saber que tendrán un día de descanso.

— Vayamos de compras, Bokuto-san.

— ¿Eh?

— No hemos devuelto el favor a Moniwa-san y Kamasaki, invitémosles a cenar mañana, también a Futakuchi y Aone.

— Quieres decir, ¿invitarles con sus hijos a cenar a nuestro departamento?

— Sí. ¿Tiene algún problema con eso, Bokuto-san?

— Ninguno, Akaashi… — Se apresuró a responder, visto que la expresión de su no-novio resultaba amenazadora.

— Que bien, porque también quiero comprar algo para sus hijos. Hibiki casi cumple los cinco, ¿me pregunto qué debería comprarle? Es una niña preciosa, así que debe ser algo igual de precioso. Nori es niño, por lo que pienso que algo relacionado con los deportes, o para el dibujo quizá, la vez que fuimos lo vi entusiasmado dibujando con crayolas.

Bokuto estaba escuchando a su no-novio, inquieto por el repentino interés que Akasshi manifestaba por los niños. No es que fuera particularmente desinteresado, es solo que había algo diferente en su tono de voz.

— Akaashi, ¿será que te está despertando instinto maternal?


Ukai estaba más que feliz de volver a casa, no solo por ver a su amado y a sus gemelas, sino también por sus padres, por poder retomar el apoyo con la tienda y ser buen padre, buen esposo, pero también buen hijo.

— Noriko y Natsumi dijeron que quieren dormir esta noche con nosotros. — Sensei dijo de pronto, interrumpiendo sus pensamientos.

— Oh, entonces no podremos hacer cosas de adultos esta noche, Ittetsu. — Ukai chasqueó la lengua. Su esposo soltó una risita.

— Tendremos otra oportunidad, Keishin.

— Pero ha sido una semana sin vernos~ ¿no podemos pedirles solo esta noche, que se queden en su habitación?

— Vamos, cariño, ellas también te extrañaron mucho.

— Lo sé, lo sé. Yo también las eché de menos. Pero, también extraño hacerte el amor… — Ukai jaló a Takeda, enrollando su mano en la cintura del sensei pegó su rostro al vientre de éste, aspirando el aroma de su piel.

— ¡Papi~! — Cuando de pronto sus gemelas llegaron corriendo hasta ellos, saltando al sofá y sonriendo, venían de la ducha recién. — Noriko y yo dormiremos esta noche con ustedes, ¿sí~?

— Claro, cariño. Haremos una red de brazos y piernas.

— ¡Sí~!

Takeda sonrió. Aunque entiende la necesidad de Ukai por la intimidad, no hay poder que pueda más que las peticiones de sus hijas.

El tiempo sin embargo, seguía su curso.

Y a un mes de distancia, una buena noticia finalmente llegó para una pareja en particular. Yaku, está embarazado.
Continuará…

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