lunes, 24 de septiembre de 2018

I BLOOM FOR YOU (Oneshot YuuVic)


Título: I BLOOM FOR YOU
Autora: Felina
Pareja: YuuVic
Fandom: Yuri!! on Ice.
Género: Romance
Clasificación: NC-18/Lemon

~~*~~

No es como si fuese una relación reciente, pero tampoco es que ellos hubieran intimado la primera noche o antes de volverse novios. No, ellos han ido manteniendo una relación de esas que, cualquiera, podría considerar de ensueño. Porque Nikiforov ha querido demostrarle cuán en serio es, y porque para Katsuki cada cosa es su primera vez. Su primer cortejo, su primer ramo de rosas, la primera vez que recibe una confesión, la primera carta de amor, la primera cita, la primera tomada de manos, el primer beso, los primeros sonrojos motivos de todo e incluso de nada. La primera vez tocando a otro, la primera vez siendo tocado de esa manera. La primera noche de sexo… no, la primera vez haciendo el amor.


Pero, para tener todas esas primeras veces, Nikiforov lo ha hecho con sumo cuidado, siempre pendiente de las reacciones de Katsuki. Sencillamente porque le ama, y no quiere que tenga malos recuerdos de su relación.

Sin embargo, algo le llamaba últimamente la atención. Su amado novio estaba actuando un poquito raro.

― Yuuri, ¿quieres salir mañana? Después de todo, es tu día libre.

Katsuki miró a su novio, titubeó ligeramente y luego declinó sutilmente la invitación.

― Quiero buscar canciones para el programa del próximo año.

Nikiforov no fue capaz de decirle nada, porque sabe cuán importante es este paso para ellos como patinadores élite.

― De acuerdo, haré eso también. No puedo relajarme después de todo, ¿verdad, Yuuri?

― Eh, mh.

Monosílabos que parecen no decir nada, pero que a Nikiforov le aporta mucho.
Katsuki busca algo, y él no puede hacer más que darle espacio.


Cuando el alba despuntó, Katsuki se coló fuera de la cama compartida con su novio, fue a la cocina y comenzó a preparar el desayuno. Viste únicamente un blusón como pijama, pies descalzos y un rico aroma a café flotando desde la cafetera, el día anterior finalmente ha conseguido los granos ideales para un café que despierta y llena de energía en un sorbo. Así como sabe su novio lo disfruta mucho más. Antes, esto formaba parte de una larga lista de cosas a las que no le prestaba la mínima atención, es más, ni siquiera tomaba demasiado café, se inclinaba por los tés o sencillamente agua. Hoy en día, tantas cosas son diferentes.

― Yuuri~ me has dejado solo en la cama~. ― Nikiforov dice con tono somnoliento, entrando a la cocina con lentitud, dejando que las fosas nasales se le llenen del rico aroma a café.

― Lo siento, quería llevarte el desayuno a la cama, Víctor. ― Dice, sonriendo con disculpa y recibiendo con un tenue sonrojo el beso matutino que no tarda en llegar, acariciando sus labios mientras las manos del ruso se apostan en su vientre, el mentón contra su hombro. ― Todavía tienes sueño, debiste quedarte acostado, Víctor.

― Nh~ imposible. Si no estás junto a mí no puedo conciliar el sueño.

― Vamos, ¿cómo haces cuando tenemos que patinar en destinos diferentes?

― Duermo con mi dakimakura de Yuuri, por supuesto. Pero sabiendo que estás en casa, ¿cómo podría simplemente estar sin ti?

Katsuki ríe un poco, le acaricia la coronilla y promete terminar en breve. Nikiforov hace lo posible por no estorbar, aunque pegado como lapa a su novio casi parece imposible, pero ambos se las ingenian. Varios minutos después finalmente están sentados a la mesa con el desayuno servido y sonrisas cariñosas yendo y viniendo entre los dos.

― Me gustan los días relajantes como hoy, deberíamos tener más a menudo.

Katsuki vuelve la mirada hacia su novio, sonríe, pero no se emociona demasiado.

― Lo haremos, cuando ninguno de los dos sea patinador profesional, Víctor.

Nikiforov asiente, evitando añadir más nada. Lo tienen decidido desde hace tiempo, competir a nivel profesional unos años más y luego retirarse para abrir su propia pista de hielo. Ser entrenadores y seguir la línea de este deporte que tanto les ha dado. Después de todo, ha sido gracias al patinaje que ellos se han conocido y enamorado.

― Pero, disfrutemos al máximo estos días libres, ¿de acuerdo, Yuuri?

― Sí, Víctor.


Salir de compras, bañar a Maccachin, hacer la colada juntos, preparar los alimentos, ver televisión y tomar una siesta en el sofá. Una semana de pronto parecía muy poco para esa sensación de pereza que a ambos les ha sentado bien. Ha transcurrido la mitad de ese tiempo, y han podido hacer el amor en cualquier otro lugar de la casa que no sea la habitación. Se han terminado el lubricante y los condones, han desconectado el teléfono fijo y dejado en silencio sus móviles. De antemano han advertido a familia y amigos tomarse muy en serio el descanso, por lo que no se preocupan por demorar en echar una mirada en sus teléfonos y responder alguno que otro mensaje antes de que los besos y las caricias ganen de nuevo sus voluntades.

Sin embargo, Nikiforov ha notado algo, y entiende que está relacionado con ese algo que su novio ha estado buscando recientemente. Cuando se enfrascan en los juegos previos, Katsuki es un poco más propositivo, y al momento en que la desnudez se hace presente, sus ojos brillan diferente, como anhelando algo en particular. Pero luego, tras respiraciones profundas y una mirada dubitativa, es él quien se dispone para ser amado.

― Yuuri.

― ¿Mh?

― Te amo.

Katsuki parpadea, ligeramente despierto, pero todavía entregado en brazos de Morfeo, murmura un “yo también” pero continúa dormido. Nikiforov sonríe, le besa la frente y le acurruca contra su pecho.

― Te amo, quiero recibir todo de ti, Yuuri. ― Dice a media voz, como si pretendiese que sus palabras le diesen ese último empujoncito a su novio, y despertar en él toda la seguridad que necesita para ceder.

Ceder a su propia masculinidad.
A su propio deseo de ser hombre. De tomar las riendas y dirigir.
De hacerle el amor.


A la quinta noche, ambos juguetean en la ducha, besos van y vienen, intercambian pasión y avivan la llama del deseo mutuamente. Katsuki se sonroja, Nikiforov se enciende.

― Sostente bien, Yuuri.

El ruso sonríe lascivo, su lengua no escatima y le tortura entre las nalgas. El japonés gimotea, le tiemblan las rodillas y su entrepierna endurece. Esa noche sus voces resuenan ruidosamente contra los azulejos de la ducha, desechan un condón y el agua que corre lleva rastros del orgasmo del menor de los dos.

Para cuando entran en la habitación, envueltos por una bata de baño que, ambos saben, de todas formas, desaparecerá en breve, Katsuki se siente un poco más decidido, así que empuja a Nikiforov en la cama y abre la prenda para comenzar a besar y lamer aquí y allá.

― Ng~ Yuuri~. ― Nikiforov se deja hacer, jadea y entrecierra los ojos cuando su novio le toca ahí donde es más sensible, como las axilas y los pezones.

Katsuki gana confianza cuando le escucha, y tantea el virgen páramo entre sus nalgas. Nikiforov lo comprende al instante, así que coopera y separa un poco más sus piernas, suspirando varonilmente el nombre de su amante.

― Yuuri~ no te detengas. ― Suspira cuando Katsuki eleva el torso y permanece sobre sus rodillas.

― No, no pienso detenerme. Pero, no pude evitar admirar a mi amado Víctor, eres tan hermoso como un Dios. ― Farfulla anonadado con la vista que se le presenta.

Porque le tiene ahí, tumbado bajo su cuerpo, entre sábanas revueltas, con la bata abierta desperdigada sobre las mantas, la escultural anatomía al descubierto, con algunas perlas que bien podrían ser agua o su propia saliva, piel moteada de rubor aquí y allá, cabello húmedo y enmarañado, ojos azules brillantes, labios apetecibles, piernas entreabiertas y una obvia erección entre ellas. La atractiva figura de Nikiforov era sencillamente erótica.

― Realmente te gusto, ¿verdad, Yuuri? ― Nikiforov dijo con aire sugerente, flexionando una rodilla y mostrándole mucho más.

― Por supuesto. ― Katsuki tragón hondo, notando cómo la entrepierna le palpitaba de excitación ante tal vista. ― Aunque al principio era meramente platónico, fuiste tú quien despertó el deseo sexual en mí. ― Añadió, llevando las yemas de sus dedos por la pierna derecha, esa que permanecía contra el colchón, enfocando sus marrones ojos en las cuencas azulinas. ― Ahora, Víctor, quiero ser capaz de amarte en compensación por todo lo que me has dado. No solo porque deseo tu cuerpo, sino porque quiero hacerte el amor con toda mi alma.

― Yuuri, no tienes idea de cuánto amor me has dado tú. Que me dejes hacerte el amor es un regalo cada vez. Pero que quieras hacerme el amor, es igual de hermoso para mí. Porque quiero todo de ti, amarte y que me ames en todas las formas posibles. Así que ven, continúa amándome.

El ruso estiró los brazos, acunando en un segundo el rostro de su amante. Katsuki se acercó con toda la intención de besarle larga y profundamente, de descender su cuerpo y rozar el ajeno, acercar sus anatomías y producir ese contacto piel a piel que les arrancase jadeos y gemidos, que encendiera la llama de la pasión y convirtiera la habitación en un fogón imposible de menguar hasta que ambos saciasen el deseo mutuo.

Lengua contra lengua produciendo sonidos húmedos y excitantes, cuerpo contra cuerpo aumentando el calor, pelvis friccionándose e incentivando la libido del otro. Katsuki gimió en medio del beso cuando presionó un poco más, sintiendo la palpitante y endurecida carne contra su tronco. Aprovechó la ocasión para acomodarse un poco mejor entre las piernas de su novio, separando las del ruso con sus rodillas, dejando apenas sus labios para tomar un respiro y atacarle de nuevo.

Así, aunque sus pelvis ya no se friccionasen, el japonés pudo llevar la diestra a la entrepierna de su amante, acariciar el tronco desde la base hasta la punta, sentir el vello púbico cuando descendía y notarle temblar cuando se concentraba en la cabeza. Obviamente, esto le gusta a Nikiforov, lo siente en la carne y el corazón.

― Yuuri~. ― Gimotea rompiendo uno de los tantos besos, mirándole fijamente mientras alarga la siniestra y acaricia el miembro de su novio. ― Me gusta cómo se siente, date prisa, lo quiero dentro de mí~.

Katsuki no se había imaginado hasta ahora esa faceta caprichosa y demandante de Nikiforov al ser quien recibe su amor, pero le encantaba. Porque bueno, honestamente todo de él le fascina.

― No seas impaciente, tengo que prepararte, Víctor. ― Dijo. Casi desconociendo la voz ronca que nació desde el fondo de su garganta.

Por supuesto, está excitado, en ello no hay novedad. Pero hoy todo se siente diferente, probablemente por el mero hecho de ser la primera vez en que él toma el rol activo en el encuentro sexual.

― Ng, Yuuri. ― Jadea, arqueando la espalda cuando la siniestra de su novio amasa sus testículos.

Oh sí. Claro que es diferente.
Katsuki era inexperto en todas las esferas posibles de una relación amorosa. Tan inexperto, que incluso comprender cuán enamorado estaba de Nikiforov fue un gran descubrimiento. Como lo fue el hacer algo con todas esas emociones que se aglutinaban en su mente y corazón antes de que ambos encontrasen la única respuesta posible: estar juntos.

― Ng~ Yuu~ri~.

El japonés buscó a ciegas el lubricante en la mesa de noche, ahí donde un par de condones reposaban también. Vertió de aquella viscosa sustancia en su mano y la llevó a la cavidad anal de su novio.

Nikiforov arqueó de nuevo la espalda, esa vez con un dejo de incomodidad. El primer intruso presionaba su agujero, apenas amasando los anillos externos sin llegar a entrar del todo. La sensación de expectación mezclada con nervio y deseo hicieron del ruso un lío. Su rostro enrojecido, el sudor y la mirada inquieta delataban su propio humor. Katsuki sonrió de lado, besándole dulcemente mientras continuaba masajeando la zona alrededor del comprimido pasaje hasta que finalmente empujó firmemente el primer dígito.

― ¡Ng! ― El gemido del ruso murió contra los suaves labios de su amante.

Aferró sus manos a los antebrazos de Katsuki y ancló sus ojos azules en las pupilas ajenas, nadando en el océano marrón para empaparse de sus emociones y sentimientos de amor. Porque esa mirada siempre era cristalina, transparente y pura. Porque no había nada que esos preciosos ojos no le dijeran en silencio.

― Víctor, estás apretando mi dedo. ― Dijo, sonriendo con ese aire erótico que mostró por primera vez al interpretar Eros.

Nikiforov no dijo nada, pero intentó relajarse un poco más al tiempo en que estiraba otra vez los brazos y le llamaba más cerca, abrazando su espalda y besándose fogosamente. Vista la oportunidad, el ruso llevó los mechones de Katsuki hacia atrás, peinándolos con determinación, enamorándose otro poquito de su apariencia Eros, aunque hablando con honestidad le gustase de todas las formas, incluso con el cabello enmarañado después de despertar de una larga y merecida siesta vespertina.

― ¡Yuuri~! ― Gimoteó de pronto, casi pillado por sorpresa cuando un segundo intruso se añadió al primero, empujando en su interior con tortuosa lentitud.

― Respira, Víctor. ¿No es eso lo que me dices siempre? ― Usando un tono de voz confiado, Katsuki le besó la sien, presionando los rugosos anillos con las yemas de sus dedos.

― Ahh~, Yuuri~. ― Jadeó, temblando bajo el tacto de aquellos intrusos.

― Estás caliente y palpitante, Víctor. ¿Así te sientes cuando me preparas?

― Claro que sí, Yuuri~. ¡Ng~! Otra vez ahí~ eso fue bueno~.

― ¿Aquí?

― Sí~. ¡Mgh~!

Besarle numerosas veces, mirarle a los ojos, acariciarle un poquito aquí o allá mientras le dilata, fue una labor extraordinaria que le llenó de complacencia. Katsuki estaba fascinado con cada una de sus expresiones, con los pequeños temblorcitos y los deliciosos espasmos. Estaba fascinado también con sus tonos de voz, con sus ojos brillantes y su respiración intermitente. Con su silueta erótica y su caprichosa personalidad.

― Vamos, Yuuri. Métemela. ― Nikiforov sujetó el falo de su novio, bombeando mientras le miraba suplicante y era él quien movía su cadera autocomplaciéndose con los dedos del japonés en su interior. ― Estoy listo, ámame.

― Esta faceta tuya es tan preciosa, Víctor. ― Dijo, casi por inercia, embobado en cada una de las acciones de su novio.

Katsuki sujetó el tobillo izquierdo de Nikiforov, elevándolo a la altura de su rostro para besar y chupar sus dedos, el empeine y subir hasta el muslo, perfilándose así entre las piernas de éste, rozando con la siniestra las ingles hasta alcanzar los testículos y acariciarlos sinuosamente.

― Necesito el condón, Víctor.

Nikiforov sonrió lascivo, y estirando su mano alcanzó el preservativo en la mesa de noche, rasgó el envoltorio con los dientes y con una significativa mirada rápidamente fue su rostro el que estaba frente a la pelvis de Katsuki.

― ¡Víctor~! ― El japonés gimoteó entre avergonzado y excitado cuando la boca de su novio se encargó hábilmente de colocarle el condón. Labios y lengua, su aliento caliente, la sensación de su saliva. Todo le volvió otro poquito más sensible.

― Entonces, ¿vas a follarme ya, Yuuri? ― Nikiforov dijo con voz áspera y provocativa, ladeando el rostro y recostándose nuevamente.

El japonés pasó los dedos por sus oscuros mechones, sonriendo a la provocación de su novio actuó por instinto, elevando las piernas del ruso hasta dejar los tobillos en sus hombros. Nikiforov cooperó manteniéndolas ahí, en tanto su novio se valía de la diestra para perfilar la punta de su caliente erección contra su lubricado ano.

― ¡Ngh! ― Ambos gimieron ronco a la vez.

Nikiforov respiró profundo, relajándose y soportando la penetración. Sentir el endurecido miembro clavándose en su cavidad no tenía comparación con los dedos. Katsuki fue despacio, aguantando las ganas de empujar de una y penetrar hasta el fondo. El placer era increíble, pero la presión de los anillos resultaba incómoda y hasta cierto punto dolorosa. Probablemente porque estaba sensiblemente excitado.

― Víctor, ¿debería parar?

― No, no. Estoy bien, sigue Yuuri.

Nikiforov respiró y respiró, relajando el cuerpo y confiando en su novio.
Katsuki entrecerró los ojos, empujando sin detenerse hasta que se sintió completamente dentro.

― Acabo de perder la virginidad de mi trasero con mi amado Yuuri. ― Dijo, sonriendo algo bobo, respirando agitado. ― ¡Wow, me siento lleno de mi Yuuri~!

― Víctor, no digas cosas vergonzosas ahora~. ― Katsuki no pudo evitar el sonrojo que tinturó sus mejillas. Pero sonrió complacido cuando Nikiforov le acarició el torso mirándole amorosamente. ― Ambos hemos dejado de ser vírgenes por completo, Víctor.

― Sí~ y estoy feliz por eso, Yuuri. Amarte, que me ames, no puede haber nada más hermoso que eso en la vida.

Buscarse y besarse de nuevo porque, bueno, porque sí. Porque se aman y son uno en cuerpo y alma en ese preciso momento. La primera vez en que Katsuki se une a Nikiforov.

― Voy a moverme, Víctor.

― Hazlo, Yuuri.

Lento. Casi como un vals bajo la luna, romántico y dulce, hipnotizante. El movimiento de pelvis de Katsuki es así, respetuoso y amable. Disfruta cada roce, cada sensación, cada oleada de placer. Contempla en el rostro de su novio la evolución de sus emociones, cómo muta del dolor a la incomodidad y finalmente al placer. Y es ahí, cuando la atractiva faz del ruso es bañada de gozo, que Katsuki siente que se le infla el pecho de orgullo y su cuerpo se entrega al mismo placer. Aumenta la velocidad de sus embestidas, también varía la profundidad de cada penetración, se vanagloria con las expresiones de su novio, con sus gemidos y exigencias.

― Ahh~ ¡ng! ¡Más, Yuuri! ¡Mg!

― Víctor, me aprietas cuando toco tu punto sensible.

― ¡Nh!

Nikiforov comenzó a perder noción de todo. Del tiempo y del espacio, de cualquier sonido que no fuese la respiración, los gemidos y la voz de su novio, de cualquier sensación que no fuese el placer que le recorría de pies a cabeza cada que penetraba profundamente y dejaba una caliente marca de su presencia. Se sentía tan lleno que hasta las entrañas le temblaban, y estaba cerca del orgasmo aunque no se hubiese masturbado ni su novio le tocase una sola vez.

― Ah~, Yuuri~, estoy ¡ng!

― ¿Vas a correrte, Víctor?

― Sí~.

― Hazlo, no te contengas en absoluto.

Casi como si aquel permiso le hubiera incentivado, Nikiforov exclamó en placer, abrazando el orgasmo con espasmos y sensación de plenitud. El semen ha disparado sobre su propio torso, la espesa y blanquecina sustancia resbaló entre las líneas de los pectorales, hipnotizando otro poquito al japonés.

Katsuki había parado sus estocadas apenas dándole tiempo de disfrutar su orgasmo, pero cuando retomó el vaivén, fue algo más candente y profundo, sintiendo su propio final cerca. Las paredes internas de Nikiforov parecían sufrir todavía el orgasmo, palpitando contra su erección con cada penetración, le arrastró al éxtasis en poco tiempo. Katsuki casi extrañó no haber podido llenarle con su semen, lamentándose del condón que bota al piso en cuanto abandona el interior de su amante.

Luego se tumba a un lado, respira laboriosamente, tiembla también, suda y no sabe si está en el paraíso o si con solo alzar la mano, podría tocar el cielo con la punta de los dedos.

Lo ha hecho.
Ha tomado a su novio por primera vez.
Lo ha marcado en el alma aunque sus fluidos no le hubiesen llenado hasta el vientre.

― Yuuri, eso estuvo fabuloso~.

― ¿De verdad?

― ¡Sí! Te lo digo, de ninguna manera será esta la primera y última vez, en adelante vamos a turnarnos~.

― Víctor, tonto. ― Murmura, de pronto avergonzado de todo por nada. Se acurruca en el pecho del ruso y escucha claramente su todavía inquieto corazón. ― Gracias, por ser mío, Víctor.

Nikiforov sonríe, le besa la coronilla y juega con sus sudados cabellos.

― Por ti, Yuuri, es que florezco cada día. Porque desde que me enamoré de ti, el mundo es otro para mí. Ser tuyo hoy de esta manera, solo reafirma cuán tuyo he sido desde que nos conocimos en aquella Gala.

Katsuki se acurruca un poco más, está avergonzado, pero también emocionado y conmovido. Cuando Nikiforov le habla de amor de esta manera, él no sabe qué responder o cómo expresarse. Así que hace lo mejor que puede, se incorpora y centra su mirar en los ojos del otro, se estira y le besa, dulce y lento. Quiere entregarle todas sus emociones en un solo beso, aunque sepa que ni millones de ellos serían de hecho, suficientes.

Y es la mano de Nikiforov la que presiona su cintura y le abraza, es su diestra la que acuna su rostro y le acaricia mientras sus bocas permanecen unidas y comparten un amor que bien merece ser llamado eterno.

― Yuuri.

― ¿Sí?

― Hazlo de nuevo, esta vez, probemos algo diferente.

― ¿Eh?

Entrada la noche, dos cuerpos danzaban sobre la desordenada cama, con las cortinas meciéndose gentilmente por el viento nocturno cubierto de brisa y la luna colgando del firmamento como fiel testigo. La lengua de Katsuki perfora la cavidad anal de Nikiforov, mientras sucede lo mismo a la inversa. La posición 69 les resulta ideal para darse placer al mismo tiempo, no solo jugando con sus erecciones, sino también explorando con la lengua el paraje caliente y húmedo del otro, ahí donde residuos del semen ajeno dejan un sabor particular en las papilas gustativas, impregnándose el aroma hasta las fosas nasales. Poco después es Nikiforov quien perfila el pene de Katsuki contra su dilatado ano, descendiendo las caderas y gimiendo de placer al sentirle profundamente. El japonés se aprovecha de la postura y usa sus dedos para torturar los pezones, aunque no mucho después las inquietas manos viajen al delicioso trasero del ruso, amasando sus nalgas y ayudándole a cabalgar.

Sin todavía llegar al clímax, deciden cambiar a medio camino de postura, e incluso de rol. Nikiforov penetra el delgado cuerpo de Katsuki desde la espalda, saborea su mojado anillo y le habla sucio al oído, mordisqueando las tinturadas orejas mientras el sonido húmedo que produce la unión de sus cuerpos los arrastra al mundo del placer.

La noche no era tan joven, pero el deseo febril de la pareja de enamorados, sí.
Estaban floreciendo, junto al alba y los cerezos en flor.
Floreciendo como el amor puro que rinde tributo a la inmortalidad.
Porque el amor que florece a diario está condenado a la perpetuidad.


FIN



No tengo la más mínima idea de hace cuánto subí algo. He tenido meses intensos en muchas maneras, pero bueno, mientras siga teniendo ánimos de escribir, seguro aparezco aunque pasen siglos ;D 

En esta ocasión aparezco con un YuuVic, esta parejita me gusta versátil, aunque me incline más por Víctor seme xD En fin, ojalá guste a quienes le den una oportunidad. 

Gracias por pasarse. ¡Ya Ne! 

2 comentarios:

  1. Holis!
    Si pues, de todas las parejas, de todos los fandom que hay, esta la veo bien versátil.
    Muy linda la historia y muy romántica.
    Creo que voy a considerar ver esta serie en la 40tena

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