martes, 2 de enero de 2018

Sport Lovers. Parte 9. Crossover KNB&HQ!



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Parte 9. Las primeras veces, llegan en cualquier momento de la vida


Luego de conseguir que cenaran como personas civilizadas, Tetsuya arrastró a Taiga por el lado opuesto de la acera una vez vio el destino que tomarían su hermano y cuñado. Shoyo y Tobio sonrieron cuando se dieron cuenta, honestamente les daba bastante gracia que el peliazul tuviera tal control sobre las acciones del pelirrojo.

— Algún día serás conmigo igual que Taiga-nii con Tetsu-san~… — Comentó el pelinaranja, sonriendo ampliamente como si estuviese de hecho diciendo algo súper genial.

Al menor Kageyama, por supuesto, la idea no le agradó precisamente. Su ceño se frunció automáticamente y estuvo por soltar una gran cantidad de razones por las que él nunca le mimaría a tal grado, pero de último se calló. Era mejor mantener las palabras en la garganta, porque más tarde podía resultar que sí. Que se ponía lo suficientemente idiota de amor por Shoyo como para complacerle los mínimos caprichos.


El pelinaranja miró de soslayo a su novio. Sumamente extrañado de que no le hubiera refutado las palabras. Pero en lugar de eso, caminó más cerca de su novio, rozando deliberadamente sus dedos con los del pelinegro. El menor Kageyama miró de reojo, y de pronto le tomó la mano al menor Kagami. Las mejillas de ambos se colorearon al instante, pero no negaron el contacto en absoluto, caminar tomados de la mano no debía ser para nada malo, aunque sí les daba bastante vergüenza y caminaban lo más cerca posible para ocultar la unión de sus manos.

Por el lado contrario, Tetsuya y Taiga iban sin destino fijo, aunque el pelirrojo pensaba que tal vez pararían por algún parque deportivo a jugar un poco y luego acompañaría a su novio a su casa.

— Tu mano está sudada, Taiga.

— Nh, hace calor.

— Qué mentiroso. Te suda porque sigues molesto. Ya te dije que mi hermano es buen chico, deja de pelear siempre con él. Y a Sho-chan le gusta, que es lo más importante.

— Sí, ya. Ya lo sé, solo me cuesta adaptarme. De todas formas, ¿tienes idea de a dónde irán ahora? ¿Y si Tobio intenta hacer algo pervertido?

— No harán nada, tenle más fe a mi hermano, Taiga.

— ¿Y si es un seductor en potencia? Mi hermano podría caer en sus redes.

— ¿De dónde le notas tú algo de seductor a Tobio? A menos que pienses que su personalidad lo es por sí misma.

— Qué se yo. Tú tampoco te consideras seductor, y lo eres bastante, Tetsuya.

— ¿Soy seductor? — El peliazul volvió a mirarle, incrédulo de aquella afirmación.

— Absolutamente. Sabes cómo poner mi mundo de cabeza con solo una mirada o un movimiento. Y bueno, ya sabes que me encanta tu figura, y la forma en que nos besamos… — El pelirrojo entrecerró los ojos. Ya que lo pensaba, ¿será que por estar enamorado de su novio es que encuentra todo en él tan sensual?... — Ng, dejemos el tema, o me darán ganas de arrastrarte a un hotel.

— Qué pervertido. Te enciendes así de fácil, Taiga.

— Cállate, es tu culpa.

— ¿Mi culpa?

— Por ser absurdamente sensual. ¿De dónde sale tanto sex appeal para volverme loco, mh?

Tetsuya pasó su mano por la cintura de Taiga, jugueteando con sus dedos al llegar de un lado a otro. El pelirrojo se estremeció de pies a cabeza.

— No sé, pienso que es simplemente que Taiga es un pervertido que busca pretextos para meterme mano.

— ¡Ah! ¿Quién es el que me está provocando ahora?

— Soy inocente, tú un pervertido… — Dijo y de pronto el pelirrojo lo jaló al costado, ocultándose en un callejón semi-oscuro donde, tras empujarle contra el muro, le besó.

Salvaje, rudo, fuerte, ansioso. El peliazul respondió el beso tratando de seguirle el ritmo, pero era imposible, cuando el pelirrojo se ponía en modo “hormonal” actuaba como un tigre al acecho, hambriento de él. Taiga se apartó primero, y buscó los profusos ojos azul océano de Tetsuya antes de besarle de nuevo. Tal vez los planes cambiarían, y en verdad tendrían que buscar un hotel.


Durante todo el día, el alto muchacho con sangre rusa en las venas, estuvo inquieto y distraído. Había visto a Yaku en varias ocasiones, en el pasillo, el comedor y hasta cerca de la biblioteca, pero en ninguna ocasión se animó en dirigirle la palabra. Y el líbero del club de voleibol apenas si le había dirigido la mirada por segundos, apartarla y seguir su camino como si él no fuera nadie. Lev estaba desesperado por hacer las paces con el mayor de los dos.

Una vez que llegó la hora de las prácticas, se apresuró hacia el gimnasio. No sabe qué debería hacer para disculparse, lo intentó antes pero en cuanto Yaku se dio cuenta de que le seguía, le lanzó tal mirada fulminante que reculó en automático, posponiendo su disculpa. Pero ahora al menos quiere asegurarse de que el líbero está ahí. Y lo estaba.

— Buenas… — Saludó el mestizo, entrando en el gimnasio con la espalda encorvada. Los que ya estaban ahí, que era la mayoría del club, devolvieron el saludo.

— Deja de encorvar tanto la espalda, Lev.

— Ah, sí.

Kuroo se sorprendió de ver tan desanimado al mestizo, estaban más acostumbrados a su carácter inquieto. Buscó con la mirada a Yaku y comprendió lo incómodo que era esto para los dos. Aunque lo manejan de una forma tan diferente. Pero no solo el felino se dio cuenta. Daichi, como capitán que es y conociendo a su club, se percató de todo.

— Koushi.

— ¿Sí?

— ¿Puedes apoyarme con esto y hablar con Yaku?

— Oh, por supuesto… — El peliplatino tampoco necesitó más detalles, en realidad todos en el club estaban bastante conscientes de la tensión entre el líbero y el rematador.

Así que fue e invitó a Yaku unos instantes afuera.

— Sé de lo que se trata, Suga-san. Es solo que me enfadan muchas cosas que hace ese idiota.

— ¿Y ya se las has dicho?

— ¡Muchas veces!

— ¿Sin perder los estribos?

Ante la última pregunta del peliplatino, el líbero selló los labios y desvió la mirada. Es difícil no perder los estribos cuando Lev era tan estúpidamente honesto.

— Escucha, no pretendo meterme en sus asuntos personales. Solo nos gustaría que el ambiente en el club esté, más relajado. Y que Lev vuelva a ser el ruidoso que junto con Shoyo vuelven un poco loco a Daichi… — El menor Sugawara sonrió, palmeó el hombro del líbero y volvió al interior del gimnasio.

Por su parte, Daichi también había hablado con Lev, y la conclusión obvia era que debía disculparse con Yaku.

Cuando el entrenador Kise dio por iniciadas las prácticas, estuvo observando a algunos de los chicos fuera de concentración. Los más obvios eran sin duda Yaku y Lev, pero el hermano menor de su amante lo estaba también. Y Futakuchi no estaba siendo más acertado que de costumbre, y aunque Tsukishima estaba siendo tan acertado y sarcástico con el menor Kageyama y sus pases, notaba que constantemente buscaba con la mirada a Yamaguchi.

— Adolescentes construyendo romances, espero que se resuelvan pronto y la concentración vuelva a su auge… — El entrenador dio un silbatazo, mandándoles llamar. Y cuando estuvieron todos reunidos frente a él, les dio nuevas indicaciones… — Y para los que tienen parte de su cabeza en otros pensamientos, les pediré que se esfuercen y se concentren, si este fuera un partido oficial, perderíamos por su falta de objetividad.

El señalamiento llegó para varios, y probablemente ayudó. Al menos un poco, porque el resto de las prácticas fueron más efectivas. Para cuando terminaron de limpiar, Lev tomó valor para hablarle a Yaku.

— Yaku-san, ¿podría, hablarle un momento?

El líbero le miró. Pero asintió y le siguió afuera, al costado del gimnasio.

— ¿Qué quieres?

— ¡Disculparme! — Exclamó haciendo una reverencia de noventa grados. Y permaneció así mientras terminaba de hablar… — Por todo lo que ha pasado. Fui testarudo e imprudente. Siento mucho haberte hecho enojar, y haber pensado únicamente en mí, Yaku-san. Por favor, acepta mis disculpas.

El líbero exhaló el aliento, y admitió mentalmente que era una buena panorámica ver al menor de los dos haciéndole tal reverencia.

— Ya, bueno. Me pasé un poco también. Acepto tus disculpas, Lev.

— ¿En serio? — Levantando el rostro, el mestizo quería controlar la sonrisa que amenazaba con ampliarse en su cara.

— Sí, es decir, no tengo más razón para estar enfadado contigo. Perdí los estribos y actúe por impulso, pero no fue solo tu culpa, tengo responsabilidad también. Mi carácter no es muy, emocional, o algo de eso… — Respondió, mirando a los ojos del menor… — Escucha, que vayas por ahí diciendo que, me amas, no me gusta en realidad.

— Lo siento. Mantendré callados mis sentimientos.

— N-no es eso, Lev.

— ¿Eh?

— Sabes, no es que sea indiferente a ti. Pero, no me gusta que seas así delante de todos.

— Yaku-san, ¿significa que puedo decir que te amo cuando nadie ve?

El líbero sintió sus mejillas calientes. ¿Estaba admitiendo que Lev le gustaba?

— Solo digo, que no seas tan, tú, delante de todos.

— Yaku-san, ahora nadie está mirando.

— ¿Ah?

— ¿Está bien si le digo que estoy realmente enamorado de usted?

— ¡Demonios! ¿Tu honestidad es igual de grande que tu altura?

— Yaku-san, ¿se está sonrojando?

— ¡Cállate! Y deja de sonreír con tanta confianza.

— Yaku-san~ solo dígame, ¿puedo gustarle?

El líbero chasqueó la lengua y desvió la mirada. El golpeteo incesante de su corazón no ayudaba en esta situación, ni saber que realmente estaba sonrojado.

— Haz lo que quieras, Lev idiota… — Dijo, pero no estaba ahí el tono hosco de siempre, o el carácter agrio con que solía hablar. Por el contrario, su voz ha sido un poco débil, o quizá suave, y un bochornoso puchero amenazaba con cobrar forma en sus labios… — ¡Maldición, Lev idiota! ¡Deja de mirarme así!

— Yaku-san, si puedo hacer lo que quiera, ¿abrazarlo ahora cuenta?

— ¿Qué? Mh, como dije, haz lo que quieras.

Lev sonrió de oreja a oreja. Y le abrazó efusivamente, aunque se tuviera que encorvar para rodearle la cintura. Pero era la experiencia más bonita que ha tenido. Y podía oler el aroma de Yaku.

— Me gusta como huele, Yaku-san.

— ¡Qué estupidez! Apesto a sudor.

— No, huele a usted. Y me gusta.

El líbero chasqueó la lengua. Pero se dio cuenta de que había devuelto el abrazo, que sus manos descansaban en la espalda del mestizo. Y que su corazón aún latía como potro desbocado.

— Ya, suficiente, suelta Lev… — Demandó, golpeando con sus manos la espalda del mestizo. Sumamente avergonzado.

Lev le soltó, pero aún sonreía de oreja a oreja.


En tanto, en el club de basquetbol, Aomine se ha percatado al instante de que Sakurai sigue molesto con él por lo sucedido antes en su casa. Y eso le estaba enojando a él. Así que, terminado el entrenamiento, no dudó ni un poco al abordarle.

— Ryo, hablemos.

— No tengo nada qué hablar con Aomine-senpai.

— Sí que tenemos, ¿te gusta ese imbécil?

— No sé de quién está hablando. Las personas tienen nombre por algo, sabe Aomine-senpai… — El de los grandes ojos chocolate dijo con tono enfadado, echando a andar nuevamente, aunque la mano del moreno le detuviese al instante.

— ¿Te gusta Miyake?

Que el moreno suavizara un poco el tono de su voz y le preguntara como él esperaba, hizo dar un gran salto al corazón del castaño.

— No, de la forma en que piensa. Me gusta, como compañero, me cae bien… — Respondió, ahogando un grito de sorpresa cuando el moreno le empujó contra uno de los pilares que soportan el pasillo techado rumbo al club… — Aomine-senpai.

— Cuántas veces te he besado desde la primera vez en el parque, Ryo.

— Yo, no lo sé.

— ¿Crees que voy besando a cualquiera?

— No. Pero, tampoco entiendo por qué me besa a mí, Aomine-senpai.

— Tsk, mierda. Sabes que no soy romántico, ¿verdad?

— Pero, sigo sin entenderlo. Necesito que me diga claramente por qué. O sentiré que soy un pasatiempo para Aomine-senpai. Y si es así, entonces le pediré que…

— No eres un pasatiempo, joder. Me gustas, Ryo. Es solo que, es la primera vez que me siento así. Y bueno, me enloquece que seas precisamente tú.

— Lo siento, por no ser lo suficientemente bueno…

— No me refiero a eso. Joder, Ryo, tenemos que hacer algo con tu autoestima. Eres atractivo, eso es obvio, por qué narices crees que el idiota de Miyake anda tonteando a tu alrededor. Pero somos tan diferentes, será sencillo que te hartes de mí en cualquier momento.

— No lo haría, porque… Aomine-senpai me gusta.

— Entonces, no dejes que ese idiota de Miyake te aborde más. Y déjale claro que ya estás saliendo conmigo.

— ¿Eh? — El castaño abrió sus grandes ojos de par en par. La mirada metálica del moreno brillaba como relámpagos en un cielo nocturno. Y su corazón no pudo más que ir aprisa, y volverle un manojo de nervios.

— Estoy diciendo, que quiero que seas mi novio, Ryo… — El moreno sintió al castaño estremecerse, y esconder la mirada de él… — ¿Vas a rechazarme?

— N-no, es que… es tan repentino.

— Sí, ya sé. Te lo dije, no soy romántico. Pero, me enoja mucho que cualquiera se te acerque, me volveré loco de celos si sigo así. Pero, si sé que eres mi novio, si tú lo sabes, tal vez no sienta tantos.

El castaño sintió los dedos del moreno tomar su mentón, y obligarle a mirarle. Tanta seguridad, tanta confianza. Tan atractivo. Sakurai no podría negarse a él en absoluto. No cuando le amaba tanto.

— Aomine-senpai, si rompe mi corazón…

— No lo haré. Voy a cuidarle, y protegerte de todos esos lobos que te quieren devorar. Ahora, dime, ¿vas a salir conmigo, Ryo?

— S-sí, Aomine-senpai.

La sonrisa que cruzó los labios del moreno fue inmediata. Y luego, se inclinó besándole después de algunos días, desde que había estado en su casa con Miyake interrumpiendo todo. Tan ansioso y apasionado, usando la lengua y robándole el aliento con absoluta confianza.


Quizá era efecto de la luna llena de esa noche. O simplemente que todos necesitaban aclararse, pero Futakuchi estaba dispuesto a hacer lo propio con Aone, así que, antes de separar sus caminos al salir de la escuela, hizo lo más… impetuoso posible.

— ¡Aone, bésame! — La solicitud sonó demasiado entusiasta y demandante como para que el joven muralla no escuchara o volviera la mirada.

Futakuchi se cubrió la boca demasiado tarde, siendo que su pensamiento ya había sido expulsado de su cerebro. Sus mejillas se tiñeron, y maldijo entre dientes su impulsividad. Si había un rasgo de personalidad que probablemente le acompañaría toda la vida, sin duda en parte era este. Por su parte, Aone le miró profusamente al instante, deteniendo sus pasos y encarando al bonito muchacho. Las mejillas del joven muralla apenas revestían un tono rosado, pero su corazón estaba a punto de llevarle a una taquicardia. La petición le resulta impositiva y repentina, pero no menos agradable o hermosa de lo que podía catalogar en sus pensamientos. Después de todo, ha sido él quien ha besado a Futakuchi días atrás, por lo que ¿en qué tipo de relación habían quedado? Ciertamente ninguno había aclarado las cosas. Él estaba demasiado avergonzado, y por lo que deduce, Futakuchi había estado aguardando impacientemente otro paso de su parte.

— Ah, yo…

— Está bien. ¿No es eso lo normal entre novios? — Aone dijo.

Con tal firmeza que las piernas de Futakuchi flaquearon. Y el más alto de los dos obedeció, sujetándole el rostro por las mejillas y uniendo sus labios. Un beso tembloroso, al menos al inicio, porque cuando Futakuchi respondió y enredó sus brazos en torno al cuello de Aone, el beso también se profundizó. Futakuchi no podía ni imaginar dónde había aprendido Aone a besar así, pero estaba haciendo con su lengua cosas que estaban alterándole de pies a cabeza.

— ¿Novios? — Preguntó ni bien se separaron, aunque Aone continuaba cerca, abrazándole por la cintura, mirándole fijamente.

— Sí, porque me gustas. Lo siento, por no haberlo dicho antes. Pero, sí tú no quieres.

— ¿Crees que te habría dicho lo de antes si no me gustaras también?

Aone atinó a besarle de nuevo. Y Futakuchi a dejarse llevar. Al menos hasta que Oikawa pasó y los molestó advirtiéndoles ir a un sitio más privado.

— Déjalos en paz, kusokawa.

— Ah, pero Iwa-chan, están haciendo cosas indecentes en la entrada de la escuela.

— Solo deja de joder, ni que fueras tan decente.

— ¡Qué malo eres, Iwa-chan!

— ¡Cállate! Y vámonos ya, o te dejaré atrás.

Futakuchi y Aone no habían dicho ni una sola palabra, demasiado avergonzados por el comentario de Oikawa. Pero sonrieron al verse de nuevo. Ahora todo estaba bien entre ellos.


El menor Takeda aún no daba una respuesta clara a su amigo Kamasaki. O más correctamente dicho, su pretendiente. Que se le ha confesado hace nada, pero cada minuto puede sentir la mirada del joven teñido en su silueta, como siguiendo cada uno de sus movimientos. No es que Kaname esté del todo indeciso, de hecho, Kamasaki le gusta tanto como para salir con él. Y sabe que su hermano no se opondría. Pero hay un “algo” que le hace titubear y sentirse inseguro.

— Makoto-san, no sabía que vendrías… — Saludó en cuanto entró a su casa. Todo porque le había pillado por sorpresa que su primo estuviera ahí.

— Bienvenido a casa, Kaname. Es porque no quiero ir a mi departamento, así que usé la llave que Ittetsu me dio hace un tiempo, solo para emergencias.

— Está bien. Pero, por qué no quieres ir a tu departamento. ¿Algo malo pasó?

— No, exactamente… — El mayor se acomodó los anteojos, evitando decir más… — ¿Qué tal el club?

— Agotador, como siempre.

— ¿Y las clases?

— Muy bien, mis notas se mantienen.

— Ittetsu tardará en volver.

— Tenía reportes que terminar, pero dijo que llegaría a tiempo para la cena. ¿Quieres ayudarme a prepararla?

— Claro que sí.

Después de cambiarse el uniforme del club, Kaname y Shimada se internaron en la cocina para hacer lo que han dicho.

— Makoto-san, ¿estás escapando de alguien?

— ¿Qué? ¡No! ¡Cómo crees! — El mayor respondió. Pero su sonrisa nerviosa no ayudaba a su argumento.

— Sé que no es conmigo con quien hablas de tus problemas personales, pero hazlo con mi hermano cuando llegue.

— Eres buen chico, Kaname.

El menor no dijo nada. no se sentía exactamente como “buen chico”, sin darle una respuesta a Kamasaki, huyendo de él. Inquieto y asustado de todo.

Más tarde, después de compartir la cena y una vez el menor se fue a su habitación, Shimada le habló con la verdad a Ittetsu.

— He visto a Yuusuke fuera de mi departamento.

— ¿Cuándo?

— Ayer, y hoy. Ayer me mantuve oculto hasta que se fue, pero pasó cerca de una hora. Y hoy estaba de nuevo ahí, y yo simplemente vine hacia acá. No sé qué hacer, no tengo idea de qué quiere hablar ahora.

— Makoto, no puedes huir todo el tiempo. Tendrás que enfrentarlo.


La semana pasó rápidamente, y los chicos nuevos se han integrado ya. Los cuatro pertenecen a segundo año, ellos son Kazunari Takao, Midorima Shintaro, Furihata Kouki y Seijuro Akashi.

En tanto, Tatsuya ha sanado por completo, y puede moverse libremente. Todo había sido un susto, pero sí había tenido que chequearse con el médico. Que además de recomendarle esperar un poco más para iniciar su vida sexual, le recomendó informarse mejor sobre el sexo entre hombres, para evitar algo más grave. Shun se sentía también más tranquilo, pero, probablemente inconscientemente, ha estado evitando a Teppei.

Aquel día de entrenamiento, los clubes de voleibol y baloncesto se han reunido para realizar parte del mismo en conjunto. Los entrenadores han dado la oportunidad a todos y cada uno de los miembros de ambos equipos que propusieron juegos en conjunto para fortalecer los diversos aspectos que deben cubrir como lo que son. Y al momento de iniciar el entrenamiento, después del respectivo calentamiento previo, se eligió al azar un juego. Por cuestiones del destino, ha salido “ganador” el propuesto por Oikawa, que ya sonreía de oreja a oreja por su victoria.

El juego era sencillo, y en binas. Pero requería de buena comunicación, fuerza y concentración de ambos participantes. Uno de ellos estaría acostado de espaldas al suelo (cubierto de tapetes de hule), mientras que el otro debía inclinarse sobre su compañero, permitir que le cargase con las piernas en su vientre mientras se sujetan únicamente de las manos, y hacer flexiones (números que irían variando para complicar el juego e ir eliminando parejas).

— Yo iré con Iwa-chan~.

— No, las duplas se formarán de la misma manera, al azar, Oikawa… — Aclaró el entrenador Kise.

— ¿Ah? ¡Pero entrenador!

— Al azar, sin respingar, Oikawa… — Reafirmó el entrenador Kagetora.

Y hubieron varios suspiros al unísono. Por supuesto, algunos novios celosos no quieren, bajo ninguna circunstancia, ceder tal acercamiento tan “personal” con su respectiva pareja. Solo por información general, Aomine y el mayor Kagami encabezan la lista de celosos. Oh, incluso el aura de Murasakibara se había activado, de la misma manera que hace cuando alguien intenta robar sus dulces o sagrados alimentos.

— Además, sus nuevos compañeros se están integrando. Hay que darles confianza… — Takeda sensei señaló con una de esas sonrisas tranquilizadoras suyas. Aunque, honestamente, a los celosos no les calmaba ni un ápice.

Los “nuevos” reaccionaron de diversas maneras. El de cabellos castaños, sonrió nervioso, mirando inquieto al chico parado junto a él, cuyos mechones bermellón no le hacían justicia a su carácter. Y a quien tampoco parecía agradarle particularmente que alguien más “tocase” a su “amigo”. En tanto, el alto chico de gafas y ojos verde olivo se limitó a observar, acomodarse los anteojos y esperar que le tocase alguien con quien resulte compatible. ¿Con qué signo era compatible hoy? Y el último, de afilados ojos grises y cabellos oscuros, sonrió con un dejo de picardía, era su oportunidad para “provocar” un poquito a su “novio” –aunque según el ojiverde aquello no era así–.

De esa manera, tal como lo dijeron los entrenadores de ambos clubes, todo fue al azar, y mezclaron los clubes por igual. De modo que las parejas quedaron así: Junpei-Lev, Daichi-Tobio, Yaku-Takao, Akashi-Koushi, Murasakibara-Aone, Midorima-Kaname, Futakuchi-Tsukishima, Kamasaki-Taiga, Aomine-Kuroo, Yamaguchi-Kenma, Shun-Tatsuya (suerte para los gemelos), Iwaizumi-Tetsuya, Asahi-Oikawa (obviemos el berrinche del setter), Ryota-Teppei (también obviamos el berrinche del modelo), Shoyo-Furihata, Yuu-Sakurai.

— Esto será entretenido de observar… — Dijo Kagetora, y el entrenador Kise estuvo más que de acuerdo.

— Primer paso, ponerse de acuerdo, quién carga y quién trata de aligerar su peso para su compañero. — Keishin dio un silbatazo, y empezó el cómico ejercicio.

Cómico, porque de entrada algunas binas ni siquiera podían ponerse de acuerdo. Los únicos que habían tenido realmente toda la suerte del mundo han sido los gemelos Izuki. Shoyo con Furihata, uno de los nuevos estudiantes, no tenía tanto problema, habían resuelto el asunto por la estatura, por lo que él iría arriba, y lo mismo ha pasado entre Yuu y Sakurai. El menor Kageyama insiste a Daichi ser quien le cargue, pero el mellizo Sawamura advierte que su musculatura no es ninguna broma.

— Esto será realmente divertido.


Continuará…

1 comentario:

  1. Ay, no sé cómo le haces para no confundirte en los nombres.
    Encima los pones en pareja en el entrenamiento, los de básquet con los de volley. He tenido que leer cuidadosamente y visualizar cada personaje xD
    Extrañaba el AkaFuri :3 , el MidoTaka es lindo, pero Midorima se pasa de frío a veces xdxd.
    Muy lindo

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