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Parte 9. Las primeras veces, llegan en
cualquier momento de la vida
Luego
de conseguir que cenaran como personas civilizadas, Tetsuya arrastró a Taiga
por el lado opuesto de la acera una vez vio el destino que tomarían su hermano
y cuñado. Shoyo y Tobio sonrieron cuando se dieron cuenta, honestamente les
daba bastante gracia que el peliazul tuviera tal control sobre las acciones del pelirrojo.
—
Algún día serás conmigo igual que Taiga-nii con Tetsu-san~… — Comentó el
pelinaranja, sonriendo ampliamente como si estuviese de hecho diciendo algo súper
genial.
Al
menor Kageyama, por supuesto, la idea no le agradó precisamente. Su ceño se
frunció automáticamente y estuvo por soltar una gran cantidad de razones por
las que él nunca le mimaría a tal
grado, pero de último se calló. Era mejor mantener las palabras en la garganta,
porque más tarde podía resultar que sí. Que se ponía lo suficientemente idiota
de amor por Shoyo como para complacerle los mínimos caprichos.
El
pelinaranja miró de soslayo a su novio. Sumamente extrañado de que no le
hubiera refutado las palabras. Pero en lugar de eso, caminó más cerca de su
novio, rozando deliberadamente sus dedos con los del pelinegro. El menor
Kageyama miró de reojo, y de pronto le tomó la mano al menor Kagami. Las
mejillas de ambos se colorearon al instante, pero no negaron el contacto en
absoluto, caminar tomados de la mano no debía ser para nada malo, aunque sí les
daba bastante vergüenza y caminaban lo más cerca posible para ocultar la unión
de sus manos.
Por
el lado contrario, Tetsuya y Taiga iban sin destino fijo, aunque el pelirrojo
pensaba que tal vez pararían por algún parque deportivo a jugar un poco y luego
acompañaría a su novio a su casa.
—
Tu mano está sudada, Taiga.
—
Nh, hace calor.
—
Qué mentiroso. Te suda porque sigues molesto. Ya te dije que mi hermano es buen
chico, deja de pelear siempre con él. Y a Sho-chan le gusta, que es lo más
importante.
—
Sí, ya. Ya lo sé, solo me cuesta adaptarme. De todas formas, ¿tienes idea de a
dónde irán ahora? ¿Y si Tobio intenta hacer algo pervertido?
—
No harán nada, tenle más fe a mi hermano, Taiga.
—
¿Y si es un seductor en potencia? Mi hermano podría caer en sus redes.
—
¿De dónde le notas tú algo de seductor a Tobio? A menos que pienses que su
personalidad lo es por sí misma.
—
Qué se yo. Tú tampoco te consideras seductor, y lo eres bastante, Tetsuya.
—
¿Soy seductor? — El peliazul volvió a mirarle, incrédulo de aquella afirmación.
—
Absolutamente. Sabes cómo poner mi mundo de cabeza con solo una mirada o un
movimiento. Y bueno, ya sabes que me encanta tu figura, y la forma en que nos
besamos… — El pelirrojo entrecerró los ojos. Ya que lo pensaba, ¿será que por
estar enamorado de su novio es que encuentra todo en él tan sensual?... — Ng,
dejemos el tema, o me darán ganas de arrastrarte a un hotel.
—
Qué pervertido. Te enciendes así de fácil, Taiga.
—
Cállate, es tu culpa.
—
¿Mi culpa?
—
Por ser absurdamente sensual. ¿De dónde sale tanto sex appeal para volverme
loco, mh?
Tetsuya
pasó su mano por la cintura de Taiga, jugueteando con sus dedos al llegar de un
lado a otro. El pelirrojo se estremeció de pies a cabeza.
—
No sé, pienso que es simplemente que Taiga es un pervertido que busca pretextos
para meterme mano.
—
¡Ah! ¿Quién es el que me está provocando ahora?
—
Soy inocente, tú un pervertido… — Dijo y de pronto el pelirrojo lo jaló al
costado, ocultándose en un callejón semi-oscuro donde, tras empujarle contra el
muro, le besó.
Salvaje,
rudo, fuerte, ansioso. El peliazul respondió el beso tratando de seguirle el
ritmo, pero era imposible, cuando el pelirrojo se ponía en modo “hormonal”
actuaba como un tigre al acecho, hambriento de él. Taiga se apartó primero, y
buscó los profusos ojos azul océano de Tetsuya antes de besarle de nuevo. Tal
vez los planes cambiarían, y en verdad tendrían que buscar un hotel.
…
Durante
todo el día, el alto muchacho con sangre rusa en las venas, estuvo inquieto y
distraído. Había visto a Yaku en varias ocasiones, en el pasillo, el comedor y
hasta cerca de la biblioteca, pero en ninguna ocasión se animó en dirigirle la
palabra. Y el líbero del club de voleibol apenas si le había dirigido la mirada
por segundos, apartarla y seguir su camino como si él no fuera nadie. Lev
estaba desesperado por hacer las paces con el mayor de los dos.
Una
vez que llegó la hora de las prácticas, se apresuró hacia el gimnasio. No sabe
qué debería hacer para disculparse, lo intentó antes pero en cuanto Yaku se dio
cuenta de que le seguía, le lanzó tal mirada fulminante que reculó en
automático, posponiendo su disculpa. Pero ahora al menos quiere asegurarse de
que el líbero está ahí. Y lo estaba.
—
Buenas… — Saludó el mestizo, entrando en el gimnasio con la espalda encorvada.
Los que ya estaban ahí, que era la mayoría del club, devolvieron el saludo.
—
Deja de encorvar tanto la espalda, Lev.
—
Ah, sí.
Kuroo
se sorprendió de ver tan desanimado al mestizo, estaban más acostumbrados a su
carácter inquieto. Buscó con la mirada a Yaku y comprendió lo incómodo que era
esto para los dos. Aunque lo manejan de una forma tan diferente. Pero no solo
el felino se dio cuenta. Daichi, como
capitán que es y conociendo a su club, se percató de todo.
—
Koushi.
—
¿Sí?
—
¿Puedes apoyarme con esto y hablar con Yaku?
—
Oh, por supuesto… — El peliplatino tampoco necesitó más detalles, en realidad
todos en el club estaban bastante conscientes de la tensión entre el líbero y
el rematador.
Así
que fue e invitó a Yaku unos instantes afuera.
—
Sé de lo que se trata, Suga-san. Es solo que me enfadan muchas cosas que hace
ese idiota.
—
¿Y ya se las has dicho?
—
¡Muchas veces!
—
¿Sin perder los estribos?
Ante
la última pregunta del peliplatino, el líbero selló los labios y desvió la
mirada. Es difícil no perder los estribos cuando Lev era tan estúpidamente
honesto.
—
Escucha, no pretendo meterme en sus asuntos personales. Solo nos gustaría que
el ambiente en el club esté, más relajado. Y que Lev vuelva a ser el ruidoso
que junto con Shoyo vuelven un poco loco a Daichi… — El menor Sugawara sonrió,
palmeó el hombro del líbero y volvió al interior del gimnasio.
Por
su parte, Daichi también había hablado con Lev, y la conclusión obvia era que
debía disculparse con Yaku.
Cuando
el entrenador Kise dio por iniciadas las prácticas, estuvo observando a algunos
de los chicos fuera de concentración. Los más obvios eran sin duda Yaku y Lev,
pero el hermano menor de su amante lo estaba también. Y Futakuchi no estaba
siendo más acertado que de costumbre, y aunque Tsukishima estaba siendo tan
acertado y sarcástico con el menor Kageyama y sus pases, notaba que
constantemente buscaba con la mirada a Yamaguchi.
—
Adolescentes construyendo romances, espero que se resuelvan pronto y la concentración
vuelva a su auge… — El entrenador dio un silbatazo, mandándoles llamar. Y
cuando estuvieron todos reunidos frente a él, les dio nuevas indicaciones… — Y
para los que tienen parte de su cabeza en otros pensamientos, les pediré que se
esfuercen y se concentren, si este fuera un partido oficial, perderíamos por su
falta de objetividad.
El
señalamiento llegó para varios, y probablemente ayudó. Al menos un poco, porque
el resto de las prácticas fueron más efectivas. Para cuando terminaron de
limpiar, Lev tomó valor para hablarle a Yaku.
—
Yaku-san, ¿podría, hablarle un momento?
El
líbero le miró. Pero asintió y le siguió afuera, al costado del gimnasio.
—
¿Qué quieres?
—
¡Disculparme! — Exclamó haciendo una reverencia de noventa grados. Y permaneció
así mientras terminaba de hablar… — Por todo lo que ha pasado. Fui testarudo e
imprudente. Siento mucho haberte hecho enojar, y haber pensado únicamente en
mí, Yaku-san. Por favor, acepta mis disculpas.
El
líbero exhaló el aliento, y admitió mentalmente que era una buena panorámica
ver al menor de los dos haciéndole tal reverencia.
—
Ya, bueno. Me pasé un poco también. Acepto tus disculpas, Lev.
—
¿En serio? — Levantando el rostro, el mestizo quería controlar la sonrisa que
amenazaba con ampliarse en su cara.
—
Sí, es decir, no tengo más razón para estar enfadado contigo. Perdí los
estribos y actúe por impulso, pero no fue solo tu culpa, tengo responsabilidad
también. Mi carácter no es muy, emocional, o algo de eso… — Respondió, mirando
a los ojos del menor… — Escucha, que vayas por ahí diciendo que, me amas, no me
gusta en realidad.
—
Lo siento. Mantendré callados mis sentimientos.
—
N-no es eso, Lev.
—
¿Eh?
—
Sabes, no es que sea indiferente a ti. Pero, no me gusta que seas así delante
de todos.
—
Yaku-san, ¿significa que puedo decir que te amo cuando nadie ve?
El
líbero sintió sus mejillas calientes. ¿Estaba admitiendo que Lev le gustaba?
—
Solo digo, que no seas tan, tú, delante de todos.
—
Yaku-san, ahora nadie está mirando.
—
¿Ah?
—
¿Está bien si le digo que estoy realmente enamorado de usted?
—
¡Demonios! ¿Tu honestidad es igual de grande que tu altura?
—
Yaku-san, ¿se está sonrojando?
—
¡Cállate! Y deja de sonreír con tanta confianza.
—
Yaku-san~ solo dígame, ¿puedo gustarle?
El
líbero chasqueó la lengua y desvió la mirada. El golpeteo incesante de su
corazón no ayudaba en esta situación, ni saber que realmente estaba sonrojado.
—
Haz lo que quieras, Lev idiota… — Dijo, pero no estaba ahí el tono hosco de
siempre, o el carácter agrio con que solía hablar. Por el contrario, su voz ha
sido un poco débil, o quizá suave, y un bochornoso puchero amenazaba con cobrar
forma en sus labios… — ¡Maldición, Lev
idiota! ¡Deja de mirarme así!
—
Yaku-san, si puedo hacer lo que quiera, ¿abrazarlo ahora cuenta?
—
¿Qué? Mh, como dije, haz lo que quieras.
Lev
sonrió de oreja a oreja. Y le abrazó efusivamente, aunque se tuviera que
encorvar para rodearle la cintura. Pero era la experiencia más bonita que ha tenido. Y podía oler el
aroma de Yaku.
—
Me gusta como huele, Yaku-san.
—
¡Qué estupidez! Apesto a sudor.
—
No, huele a usted. Y me gusta.
El
líbero chasqueó la lengua. Pero se dio cuenta de que había devuelto el abrazo,
que sus manos descansaban en la espalda del mestizo. Y que su corazón aún latía
como potro desbocado.
—
Ya, suficiente, suelta Lev… — Demandó, golpeando con sus manos la espalda del
mestizo. Sumamente avergonzado.
Lev
le soltó, pero aún sonreía de oreja a oreja.
…
En
tanto, en el club de basquetbol, Aomine se ha percatado al instante de que
Sakurai sigue molesto con él por lo sucedido antes en su casa. Y eso le estaba
enojando a él. Así que, terminado el entrenamiento, no dudó ni un poco al
abordarle.
—
Ryo, hablemos.
—
No tengo nada qué hablar con Aomine-senpai.
—
Sí que tenemos, ¿te gusta ese imbécil?
—
No sé de quién está hablando. Las personas tienen nombre por algo, sabe
Aomine-senpai… — El de los grandes ojos chocolate dijo con tono enfadado,
echando a andar nuevamente, aunque la mano del moreno le detuviese al instante.
—
¿Te gusta Miyake?
Que
el moreno suavizara un poco el tono de su voz y le preguntara como él esperaba,
hizo dar un gran salto al corazón del castaño.
—
No, de la forma en que piensa. Me gusta, como compañero, me cae bien… —
Respondió, ahogando un grito de sorpresa cuando el moreno le empujó contra uno
de los pilares que soportan el pasillo techado rumbo al club… — Aomine-senpai.
—
Cuántas veces te he besado desde la primera vez en el parque, Ryo.
—
Yo, no lo sé.
—
¿Crees que voy besando a cualquiera?
—
No. Pero, tampoco entiendo por qué me besa a mí, Aomine-senpai.
—
Tsk, mierda. Sabes que no soy romántico, ¿verdad?
—
Pero, sigo sin entenderlo. Necesito que me diga claramente por qué. O sentiré
que soy un pasatiempo para Aomine-senpai. Y si es así, entonces le pediré que…
—
No eres un pasatiempo, joder. Me gustas, Ryo. Es solo que, es la primera vez
que me siento así. Y bueno, me enloquece que seas precisamente tú.
—
Lo siento, por no ser lo suficientemente bueno…
—
No me refiero a eso. Joder, Ryo, tenemos que hacer algo con tu autoestima. Eres
atractivo, eso es obvio, por qué narices crees que el idiota de Miyake anda
tonteando a tu alrededor. Pero somos tan diferentes, será sencillo que te
hartes de mí en cualquier momento.
—
No lo haría, porque… Aomine-senpai me gusta.
—
Entonces, no dejes que ese idiota de Miyake te aborde más. Y déjale claro que
ya estás saliendo conmigo.
—
¿Eh? — El castaño abrió sus grandes ojos de par en par. La mirada metálica del
moreno brillaba como relámpagos en un cielo nocturno. Y su corazón no pudo más
que ir aprisa, y volverle un manojo de nervios.
—
Estoy diciendo, que quiero que seas mi novio, Ryo… — El moreno sintió al
castaño estremecerse, y esconder la mirada de él… — ¿Vas a rechazarme?
—
N-no, es que… es tan repentino.
—
Sí, ya sé. Te lo dije, no soy romántico. Pero, me enoja mucho que cualquiera se
te acerque, me volveré loco de celos si sigo así. Pero, si sé que eres mi
novio, si tú lo sabes, tal vez no sienta tantos.
El
castaño sintió los dedos del moreno tomar su mentón, y obligarle a mirarle.
Tanta seguridad, tanta confianza. Tan atractivo. Sakurai no podría negarse a él
en absoluto. No cuando le amaba tanto.
—
Aomine-senpai, si rompe mi corazón…
—
No lo haré. Voy a cuidarle, y protegerte de todos esos lobos que te quieren
devorar. Ahora, dime, ¿vas a salir conmigo, Ryo?
—
S-sí, Aomine-senpai.
La
sonrisa que cruzó los labios del moreno fue inmediata. Y luego, se inclinó
besándole después de algunos días, desde que había estado en su casa con Miyake
interrumpiendo todo. Tan ansioso y apasionado, usando la lengua y robándole el
aliento con absoluta confianza.
…
Quizá
era efecto de la luna llena de esa noche. O simplemente que todos necesitaban
aclararse, pero Futakuchi estaba dispuesto a hacer lo propio con Aone, así que,
antes de separar sus caminos al salir de la escuela, hizo lo más… impetuoso
posible.
—
¡Aone, bésame! — La solicitud sonó demasiado entusiasta y demandante como para
que el joven muralla no escuchara o
volviera la mirada.
Futakuchi
se cubrió la boca demasiado tarde, siendo que su pensamiento ya había sido
expulsado de su cerebro. Sus mejillas se tiñeron, y maldijo entre dientes su
impulsividad. Si había un rasgo de personalidad que probablemente le
acompañaría toda la vida, sin duda en parte era este. Por su parte, Aone le
miró profusamente al instante, deteniendo sus pasos y encarando al bonito muchacho. Las mejillas del joven muralla apenas revestían un tono rosado,
pero su corazón estaba a punto de llevarle a una taquicardia. La petición le
resulta impositiva y repentina, pero no menos agradable o hermosa de lo que
podía catalogar en sus pensamientos. Después de todo, ha sido él quien ha
besado a Futakuchi días atrás, por lo que ¿en qué tipo de relación habían
quedado? Ciertamente ninguno había aclarado las cosas. Él estaba demasiado
avergonzado, y por lo que deduce, Futakuchi había estado aguardando
impacientemente otro paso de su parte.
—
Ah, yo…
—
Está bien. ¿No es eso lo normal entre novios? — Aone dijo.
Con
tal firmeza que las piernas de Futakuchi flaquearon. Y el más alto de los dos obedeció, sujetándole el rostro por las
mejillas y uniendo sus labios. Un beso tembloroso, al menos al inicio, porque
cuando Futakuchi respondió y enredó sus brazos en torno al cuello de Aone, el
beso también se profundizó. Futakuchi no podía ni imaginar dónde había
aprendido Aone a besar así, pero estaba haciendo con su lengua cosas que
estaban alterándole de pies a cabeza.
—
¿Novios? — Preguntó ni bien se separaron, aunque Aone continuaba cerca,
abrazándole por la cintura, mirándole fijamente.
—
Sí, porque me gustas. Lo siento, por no haberlo dicho antes. Pero, sí tú no
quieres.
—
¿Crees que te habría dicho lo de antes si no me gustaras también?
Aone
atinó a besarle de nuevo. Y Futakuchi a dejarse llevar. Al menos hasta que
Oikawa pasó y los molestó advirtiéndoles ir a un sitio más privado.
—
Déjalos en paz, kusokawa.
—
Ah, pero Iwa-chan, están haciendo cosas indecentes en la entrada de la escuela.
—
Solo deja de joder, ni que fueras tan decente.
—
¡Qué malo eres, Iwa-chan!
—
¡Cállate! Y vámonos ya, o te dejaré atrás.
Futakuchi
y Aone no habían dicho ni una sola palabra, demasiado avergonzados por el
comentario de Oikawa. Pero sonrieron al verse de nuevo. Ahora todo estaba bien
entre ellos.
…
El
menor Takeda aún no daba una respuesta clara a su amigo Kamasaki. O más
correctamente dicho, su pretendiente. Que se le ha confesado hace nada, pero
cada minuto puede sentir la mirada del joven teñido en su silueta, como
siguiendo cada uno de sus movimientos. No es que Kaname esté del todo indeciso,
de hecho, Kamasaki le gusta tanto como para salir con él. Y sabe que su hermano
no se opondría. Pero hay un “algo”
que le hace titubear y sentirse inseguro.
—
Makoto-san, no sabía que vendrías… — Saludó en cuanto entró a su casa. Todo
porque le había pillado por sorpresa que su primo estuviera ahí.
—
Bienvenido a casa, Kaname. Es porque no quiero ir a mi departamento, así que
usé la llave que Ittetsu me dio hace un tiempo, solo para emergencias.
—
Está bien. Pero, por qué no quieres ir a tu departamento. ¿Algo malo pasó?
—
No, exactamente… — El mayor se acomodó los anteojos, evitando decir más… — ¿Qué
tal el club?
—
Agotador, como siempre.
—
¿Y las clases?
—
Muy bien, mis notas se mantienen.
—
Ittetsu tardará en volver.
—
Tenía reportes que terminar, pero dijo que llegaría a tiempo para la cena.
¿Quieres ayudarme a prepararla?
—
Claro que sí.
Después
de cambiarse el uniforme del club, Kaname y Shimada se internaron en la cocina
para hacer lo que han dicho.
—
Makoto-san, ¿estás escapando de alguien?
—
¿Qué? ¡No! ¡Cómo crees! — El mayor respondió. Pero su sonrisa nerviosa no
ayudaba a su argumento.
—
Sé que no es conmigo con quien hablas de tus problemas personales, pero hazlo
con mi hermano cuando llegue.
—
Eres buen chico, Kaname.
El
menor no dijo nada. no se sentía exactamente como “buen chico”, sin darle una
respuesta a Kamasaki, huyendo de él. Inquieto y asustado de todo.
Más
tarde, después de compartir la cena y una vez el menor se fue a su habitación,
Shimada le habló con la verdad a Ittetsu.
—
He visto a Yuusuke fuera de mi departamento.
—
¿Cuándo?
—
Ayer, y hoy. Ayer me mantuve oculto hasta que se fue, pero pasó cerca de una
hora. Y hoy estaba de nuevo ahí, y yo simplemente vine hacia acá. No sé qué
hacer, no tengo idea de qué quiere hablar ahora.
—
Makoto, no puedes huir todo el tiempo. Tendrás que enfrentarlo.
…
La
semana pasó rápidamente, y los chicos nuevos se han integrado ya. Los cuatro
pertenecen a segundo año, ellos son Kazunari Takao, Midorima Shintaro, Furihata
Kouki y Seijuro Akashi.
En
tanto, Tatsuya ha sanado por completo, y puede moverse libremente. Todo había
sido un susto, pero sí había tenido que chequearse con el médico. Que además de
recomendarle esperar un poco más para iniciar su vida sexual, le recomendó
informarse mejor sobre el sexo entre hombres, para evitar algo más grave. Shun
se sentía también más tranquilo, pero, probablemente inconscientemente, ha
estado evitando a Teppei.
Aquel
día de entrenamiento, los clubes de voleibol y baloncesto se han reunido para
realizar parte del mismo en conjunto. Los entrenadores han dado la oportunidad
a todos y cada uno de los miembros de ambos equipos que propusieron juegos en
conjunto para fortalecer los diversos aspectos que deben cubrir como lo que
son. Y al momento de iniciar el entrenamiento, después del respectivo
calentamiento previo, se eligió al azar un juego. Por cuestiones del destino,
ha salido “ganador” el propuesto por Oikawa, que ya sonreía de oreja a oreja
por su victoria.
El
juego era sencillo, y en binas. Pero requería de buena comunicación, fuerza y
concentración de ambos participantes. Uno de ellos estaría acostado de espaldas
al suelo (cubierto de tapetes de hule), mientras que el otro debía inclinarse
sobre su compañero, permitir que le cargase con las piernas en su vientre
mientras se sujetan únicamente de las manos, y hacer flexiones (números que
irían variando para complicar el juego e ir eliminando parejas).
—
Yo iré con Iwa-chan~.
—
No, las duplas se formarán de la misma manera, al azar, Oikawa… — Aclaró el
entrenador Kise.
—
¿Ah? ¡Pero entrenador!
—
Al azar, sin respingar, Oikawa… — Reafirmó el entrenador Kagetora.
Y
hubieron varios suspiros al unísono. Por supuesto, algunos novios celosos no
quieren, bajo ninguna circunstancia, ceder tal acercamiento tan “personal” con
su respectiva pareja. Solo por información general, Aomine y el mayor Kagami
encabezan la lista de celosos. Oh, incluso el aura de Murasakibara se había
activado, de la misma manera que hace cuando alguien intenta robar sus dulces o
sagrados alimentos.
—
Además, sus nuevos compañeros se están integrando. Hay que darles confianza… —
Takeda sensei señaló con una de esas sonrisas tranquilizadoras suyas. Aunque,
honestamente, a los celosos no les calmaba ni un ápice.
Los
“nuevos” reaccionaron de diversas maneras. El de cabellos castaños, sonrió
nervioso, mirando inquieto al chico parado junto a él, cuyos mechones bermellón
no le hacían justicia a su carácter. Y a quien tampoco parecía agradarle
particularmente que alguien más “tocase” a su “amigo”. En tanto, el alto chico
de gafas y ojos verde olivo se limitó a observar, acomodarse los anteojos y
esperar que le tocase alguien con quien resulte compatible. ¿Con qué signo era
compatible hoy? Y el último, de afilados ojos grises y cabellos oscuros, sonrió
con un dejo de picardía, era su oportunidad para “provocar” un poquito a su
“novio” –aunque según el ojiverde aquello no era así–.
De
esa manera, tal como lo dijeron los entrenadores de ambos clubes, todo fue al
azar, y mezclaron los clubes por igual. De modo que las parejas quedaron así: Junpei-Lev,
Daichi-Tobio, Yaku-Takao, Akashi-Koushi, Murasakibara-Aone, Midorima-Kaname,
Futakuchi-Tsukishima, Kamasaki-Taiga, Aomine-Kuroo, Yamaguchi-Kenma,
Shun-Tatsuya (suerte para los gemelos), Iwaizumi-Tetsuya, Asahi-Oikawa
(obviemos el berrinche del setter), Ryota-Teppei (también obviamos el berrinche
del modelo), Shoyo-Furihata, Yuu-Sakurai.
—
Esto será entretenido de observar… — Dijo Kagetora, y el entrenador Kise estuvo
más que de acuerdo.
—
Primer paso, ponerse de acuerdo, quién carga y quién trata de aligerar su peso
para su compañero. — Keishin dio un silbatazo, y empezó el cómico ejercicio.
Cómico,
porque de entrada algunas binas ni siquiera podían ponerse de acuerdo. Los
únicos que habían tenido realmente toda la suerte del mundo han sido los
gemelos Izuki. Shoyo con Furihata, uno de los nuevos estudiantes, no tenía
tanto problema, habían resuelto el asunto por la estatura, por lo que él iría
arriba, y lo mismo ha pasado entre Yuu y Sakurai. El menor Kageyama insiste a
Daichi ser quien le cargue, pero el mellizo Sawamura advierte que su
musculatura no es ninguna broma.
—
Esto será realmente divertido.
Continuará…
Ay, no sé cómo le haces para no confundirte en los nombres.
ResponderBorrarEncima los pones en pareja en el entrenamiento, los de básquet con los de volley. He tenido que leer cuidadosamente y visualizar cada personaje xD
Extrañaba el AkaFuri :3 , el MidoTaka es lindo, pero Midorima se pasa de frío a veces xdxd.
Muy lindo