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Parte 8. De calenturas adolescentes a
palabras sinceras de un corazón inmaduro.
En
casa, Shun estaba con los nervios crispados, sus padres han vuelto ya, y su
gemelo sigue ausente. Claro, él le ha cubierto diciendo que tenía tarea que
realizar en conjunto, y que por eso estaba fuera todavía, aunque ya pasaban de
las diez de la noche.
—
¿Y tú? ¿Con quién has realizado esa tarea entonces, Shun? — Su madre preguntó.
Y el gemelo de ojos grises tuvo que ingeniárselas para no mentir, pero mantener
la coartada de su hermano.
—
Yo aún no hago ese trabajo, es que lo entregaremos hasta el fin de semana
próximo por lo que mi compañero y yo no llevamos prisa… — Respondió. No sin ese
dejo de nerviosismo que seguramente le estaba bailando en los labios, forzados
en una sonrisa calmada aunque sintiera que las manos le sudaban frío.
Su
madre le miró fijamente por unos segundos –el menor de los gemelos se tensó
involuntariamente, porque conoce a su progenitora y sabe bien que es capaz de
ver a través de él con demasiada
facilidad–, murmuró un “bien” y luego dijo algo sobre echar la ropa en la
secadora y se marchó. Shun soltó el aire contenido y casi se deshizo en el sofá
(de hecho sí que enterró el rostro contra el cojín, murmurando improperios
contra su gemelo), luego recordó que su progenitor continuaba ahí y pegó un brinco
de puros nervios.
—
¿Qué te pasa, Shun? — El hombre le preguntó, despegando la vista de su laptop,
donde seguramente chequeaba alguno de los planos que recientemente ha estado
creando para un proyecto en la ciudad.
—
Nada, duré demasiado en la ducha y me siento un poco mareado. Me iré a dormir
ya, papá.
—
Bien, ¿Tatsuya se quedará a dormir con su amigo?
—
¿Eh? Ah, no. No creo, seguro no tarda en llegar.
—
Voy a marcarle yo mismo, tú ve a descansar, escuché que te quejabas con tu
madre de los entrenamientos de Kagetora-san… — El hombre, apuesto por demás,
sonrió ligeramente divertido, no conoce al hombre personalmente, pero supo de
sus proezas de juventud mientras perteneció al equipo de baloncesto nacional.
Fue toda una estrella en aquel entonces.
—
¡No me quejaba! — Exclamó avergonzado… — Papá, si algún día te sometieras a sus
entrenamientos me entenderías un poco… — Murmuró casi haciendo puchero, su
progenitor asintió sin dejar de sonreír.
—
Seguro que sí, al principio incluso pensé en ir y quejarme con el director de
la escuela.
—
¡Qué!
—
Los moratones que Tatsuya y tú se ganaron en las primeras semanas eran para
pensar mal, creía que estaban sufriendo bullying o algo así, pero entonces tu
mamá se informó adecuadamente y no hubo necesidad. Ahora ustedes están más
acostumbrados al ritmo de Kagetora-san y rara vez traen moratones o raspones en
el cuerpo, aunque el cansancio es evidente.
—
S-sí… — El de ojos grises no supo qué agregar. En realidad estaba sorprendido
de cuán observadores eran sus padres con ellos. Bien, no le extrañaba demasiado
si lo pensaba un poco, después de todo eran los únicos hijos de la pareja,
joven a decir verdad.
—
Bien, a dormir, anda… — Tomohisa dijo, al tiempo que tomaba el teléfono de casa
y marcaba el móvil de su otro mellizo. Shun volvió a tensarse en el pasillo,
asomando la cabeza furtivamente para enterarse de si su hermano atendía o no… —
Es tarde, Tatsuya, ¿dónde estás? Ah, bien, espérame en la estación, iré por ti
en el auto. No te estoy preguntando, Tatsuya, espérame ahí.
El
mellizo vio a su progenitor dejar su portátil sobre la mesa de centro en la
estancia, levantarse con un semblante sereno y avisarle a su mujer que saldría
a la estación por Tatsuya. Shun cree conocer a sus padres, al menos lo suficiente
para saber cómo reaccionan cuando ellos hacen algo fuera de lo normal. Así, sabe que en ese momento su
progenitor no está enojado, pero tampoco está tranquilo, quizá preocupado sería una palabra más
adecuada. Sabe también que su mellizo no escapará de algunas preguntas de su
parte, y que él como mellizo suyo, debe advertirle. Así que no duda en
apresurarse a su habitación, enviarle un texto y suspirar al tiempo que se tira
sobre su cama con la vista al techo y las manos extendidas. Sus padres no son
estrictos, son más bien bastante abiertos y permisivos, pero también les gusta
que ellos muestren confianza.
—
Aunque hablar con ellos sobre nuestras preferencias sexuales no es fácil
incluso siendo como son. Mamá siempre está ocupada con su columna, hace no
demasiado tiempo uno de sus temas fue justamente la homosexualidad, la postura
de mamá como profesional fue abierta y bastante flexible, pero no estoy seguro
de cómo ella se sentiría al saber que sus hijos somos así. Y papá, bueno él
suele estar haciendo algo nuevo siempre, es un arquitecto con cierto
reconocimiento en su mundo, pero a él nunca le he escuchado hablar
particularmente de nada como esto. No sé si él se lo tomaría con calma o si
haría todo un drama de ello.
El
ojigris suspiró, cerró los ojos y sintió el vibrar de su móvil sobre la cama.
Tomó el aparato y revisó el texto. Su hermano le ha contestado un simple
“gracias” que a él no le deja tranquilo. Luego uno más, pero entonces no es de
su hermano, sino de su novio. El corazón se le aligera brevemente, sonríe y se
sonroja un poco. Las palabras de Teppei consiguen ponerle contento, y comprende
que su enamoramiento no es algo pasajero, no es cosa de hormonas o curiosidad
adolescente. Incluso si tuviera que contárselo a sus padres, él encontraría el
valor para hacerlo.
…
Residencia
Sakurai
Aomine
avanzó impulsivamente hacia la casa del castaño, poco le importaba que Hikari-san
(madre de Ryo) estuviera saludando amigablemente al susodicho, él solo quería
llegar ahí y sacarle a patadas.
—
Ah, Kai-senpai, ¿qué hace aquí?
El
moreno entonces detuvo sus pasos, justo al frente de la casa de su amigo, todo porque el castaño mismo
estaba ahí, saludando con clara incomodidad al otro. Su madre se había retirado
casa adentro hacía unos instantes. Y él, solo quería escuchar que Ryo corriera
personalmente al intruso, o lo haría por sí mismo.
—
¿No te dije que te prestaría la colección de libros que te mencioné? Dijiste
que querías leerlos, ¿no?
—
Eh, claro que sí pero, venir a mi casa a esta hora es un poco…
—
Lo siento, sé que debe ser incómodo para ti pero, no podía aguantar hasta
mañana para verte de todas maneras.
El
apuesto muchacho dijo con tal galantería que Aomine sintió náuseas –y unas
ganas increíbles de estrellar su puño contra el rostro del imbécil que se hacía el casanova
con su Ryo–, y en medio de la ira que
le estaba rumiando las entrañas, su tempestuosa personalidad se impuso.
—
¡Já! ¿Y así pretendes acercarte a Ryo?
—
¡A-Aomine-senpai!
—
Tch, realmente eres un tipo molesto, Aomine.
Las
reacciones obviamente fueron diferentes, mientras que Sakurai se ponía inquieto
y nervioso por la presencia del moreno; el susodicho de nombre Miyake Kai,
encima de todo pertenecía al club de judo, por lo que poseía un cuerpo bastante
atlético, tenía fuerza considerable y naturalmente era bueno en combate. A
Aomine no le importaría tener una pelea con este sujeto, pero admitía que ileso
no saldría.
—
Eh, esto… — Sakurai miró de hito en hito a sus visitantes.
— Ryo-kun, ¿Daiki vino también? — Su
madre preguntó desde dentro.
Y
Sakurai por alguna razón –podríamos pensar en instinto de supervivencia, o algo– cerró la puerta de entrada,
quedándose fuera con ambos muchachos ya que Aomine había avanzado unos pasos
más y ahora se retaba con la mirada con Miyake.
—
Hazte el favor y lárgate, Miyake.
—
La última vez que revisé, éste seguía siendo el domicilio de Sakurai, no el
tuyo, Aomine.
—
Esto…
—
¿Buscas que te lo diga por la mala?
—
¿Quieres que peleemos en casa de Sakurai? Eso seguramente nos hará quedar muy
mal frente a Hikari-san, y también delante de él. Claramente no tienes sentido
de romance, Aomine. Ahora entiendo
por qué las chicas tampoco te buscan, tienes repelus.
Aomine
chasqueó la lengua, enarcó una ceja y le miró prepotente. Por supuesto, está
enojado, no le ha caído ni tantito en gracia el comentario de Miyake, pero pese
a todo le da cierto crédito.
—
No soy tan idiota para montar un espectáculo aquí, pero como no eres un
cobarde, dudo que te niegues a seguirme un par de calles para que arreglemos
esto como hombres, ¿verdad?
—
¡Senpai! — El castaño exclamó, cubriéndose al instante la boca pues sabe que ha
elevado la voz, que su madre podría venir y preguntar qué sucede que él grita
de esa manera. Mira a uno y a otro, frunce el ceño y se siente repentinamente
indignado… — Estoy aquí, ¿saben? Dejen de actuar como si yo no tuviera voz en
todo esto.
—
¿Ah?
—
Sakurai.
Aomine
le ha mirado con expresión enfadada –todavía que lo protege y se molesta–, mientras que Miyake le mira más bien
incrédulo.
—
No quiero que peleen por mí como si yo fuera alguna especie de juguete u
objeto. Disfruto pasando tiempo con cada uno, ¡pero no me gustan ni un poquito cuando actúan como un par de idiotas!
El
castaño incluso azotó el piso con su pie, les volteó la cara y entró a su casa
dejándoles sin más. Aomine y Miyake se miraron entre sí, chasquearon la lengua
y avanzaron por la acera un par de calles hacia el sur. Entre ellos, las cosas
no podían quedarse así.
…
Cuando
Tomohisa recogió a Tatsuya en la estación, el mellizo ya estaba preparado para
las preguntas, respondería lo que su hermano había dado por excusa, que había
estado con Atsushi en su casa haciendo trabajo. Así que no estaba nervioso.
—
Así que, ¿trabajo, eh?
—
Sí, papá. Lo siento por no avisarles, pensé que mamá y tú volverían tarde y que
para entonces yo ya estaría en casa.
—
Bueno, Mitzuki recibió una llamada de su jefe y tuvimos que volver antes,
saldrá de viaje en la madrugada.
—
¿De viaje? ¿A dónde?
—
Irá a Seúl, por una semana. Así que tendremos la casa para los hombres, mh.
Debemos planear algo para hacer los tres, ¿no crees?
—
¿Ah? ¿Por qué tan repentinamente?
—
Solo quiero convivir con mis hijos, ¿no está eso bien, Tatsuya?
—
Sí, supongo.
El
hombre sonrió, tomó la vía más corta a casa y no hubo más intercambio de
palabras. Tatsuya sin embargo no se sentía cómodo. Tenía un presentimiento. Y
está seguro de que se lo ha contagiado a su mellizo.
…
El
día en la escuela ha ido normal
–dentro de lo que tal palabra puede significar en un lugar lleno de
adolescentes–, aunque para algunos de ellos estaba lejos de tal concepto.
Algunos eran más evidentes que otros, y en caso de Haiba Lev, era inevitable
que toda su clase notara su estado depresivo ya que generalmente el mestizo es
un sujeto hiperactivo que no para de charlar, moverse de aquí para allá y hasta
de ganarse a los profesores con su curiosa y honesta personalidad. Hoy sin
embargo, todo cuanto se desprendía de él era un aura negativa que tenía con los
nervios crispados a propios y extraños.
— ¿Será verdad que Yaku y él pelearon?
— Oh, ¿pero era verdad que estaban
saliendo?
— Pues viendo lo deprimido que está Lev,
los rumores parecen bastante acertados.
— Dicen que la pelea fue tan seria que
Lev también estaba malhumorado y peleó con otros sujetos.
— Debieron suspenderle por eso.
— Fue así, del club al menos. A clases
va regularmente, Takeda sensei abogó por él.
— Takeda sensei es tan lindo~
— Ustedes chicas, solo piensan en Takeda
sensei de esa manera.
— ¡Por supuesto!
Aunque
Lev escuchaba a sus compañeros de clase murmurar en el pasillo, incluso aún en
el aula, aunque él estuviese ahí agazapado en su pupitre, no tenía nada de
ganas de aclarar los rumores. En el fondo tenía un poquito de temor a empeorar
las cosas con el mayor de los dos.
En
dado caso, Lev no era el único que lo estaba pasando mal esa mañana. Iwaizumi y Oikawa continuaban con su etapa de
“estamos en la misma clase pero te ignoro”, más específicamente hablando, era
el de cabellos morochos quien estaba pasando de largo del apuesto jovencito y
modelo en sus ratos libres.
—
Iwa-chan~ deja de ser tan cruel conmigo. Si me dejas explicarte.
—
Desaparece de mi vista, idiota.
—
No me insultes a diestra y siniestra, Iwa-chan, te digo que estás
malinterpretando las cosas.
Iwaizumi
le miró con la típica molestia que solía usar en contra de Oikawa. Sin embargo,
admite que solo está siendo testarudo, que en cierta forma disfruta ver a su amigo yendo tras de él constantemente,
queriendo explicarle todo, casi incluso justificar por qué no respira del mismo
aire que él. Esa sensación de poder y
control sobre Oikawa le hacía sentir
especialmente superior al modelo, y la idea de socavar de alguna manera el ego
del setter no tenía precio.
—
Y yo soy honestamente un engreído
actuando de esta manera, pero no todos los días puedo jactarme de tenerle
comiendo de la palma de mi mano, ¿verdad? — Pensó, justificando en vano sus
propias acciones.
—
¡Iwa-chan~!
—
Deja de joder, Oikawa.
El
muchacho infló las mejillas, y luego hizo aquello para lo que Iwaizumi no tenía
defensas. Agitó sus pestañas mirándole lindamente, se acercó sinuosamente,
alargó su diestra y rozó su mano, jugueteando con uno de sus largos dedos le
acarició el dorso antes de enredar sus dedos y acercarse a su oído para
susurrarle aquellas palabras que él realmente había estado esperando escuchar.
—
Iwaizumi Hajime es el único para mí~ y yo soy todo tuyo~.
Las
neuronas del rematador colapsaron ahí, cuando los labios suaves del setter
besaron su cuello sutilmente. Los gritos desesperantes de las chicas que
siempre andaban tonteando por Oikawa rompieron la burbuja, y él tuvo que
reprimir las ganas que tenía de mandarles al carajo. Alzó la barbilla con
dignidad y echó a andar por el pasillo.
—
Ah, Iwa-chan.
—
Si quieres que crea en todo lo que me dices, vas a tener que esforzarte más Kusokawa.
Oikawa
chasqueó la lengua, sonrió ladino y, por primera vez en toda su vida, detestó
un poco la presencia de sus seguidoras. Deshacerse de ellas no sería fácil –no
por la vía amable, y él no estaba lo suficientemente desesperado como para
recurrir a una actitud pedante–.
Más
tarde, con ambos clubes en actividad, los adolescentes tuvieron que serenar la
cabeza y concentrarse –de lo contrario las cosas podían ir peor para ellos, ya
que sus respectivos entrenadores no eran particularmente misericordiosos–. De
entre todos los jugadores, solo uno de ellos estaba notoriamente por debajo de
su rendimiento ordinario. Y ese era Izuki Tatsuya.
—
Tatsuya, quiero que vayas a la enfermería.
—
¿Eh? No, no es necesario Kagetora-san, estoy bien.
—
Sigues diciendo eso pero tu cuerpo no te responde, ¿verdad? Ve y que te
revisen.
—
Pero…
—
Si no quieres ir está bien, pero de todas formas no vas a seguir en el
entrenamiento. Siéntate o vete a tu casa, lo que decidas Tatsuya.
El
mellizo chasqueó la lengua. Y optó por sentarse en la banca, con toda la
frustración posible acumulada en su cuerpo. En la cancha, Murasakibara le miró
atentamente, no es tan tonto como para desconocer la razón por la que su amante
está en bajo rendimiento.
—
Sabía que no era normal que hubiese
sangrado. Creo que debo insistir en que vaya al doctor mañana, tal vez se
desgarró su ano.
—
¡Murasakibara, presta atención!
—
¿Eh?
Para
cuando el de cabellos lilas quiso reaccionar, fue un poco tarde, Teppei pasó de
él y encestó el balón con un impresionante alley-up que vitorearon sus
compañeros de escuadra. Mientras que él era reñido por Yukio, y Ryouta le imitaba
colmándole la paciencia –todo y que él honestamente poseía mucha cuando las
cosas no le interesaban, pero justo ahora no estaba en su mejor humor–.
De
cualquier forma, hablando de paciencia, Yukio Sawamura tampoco tenía mucha, no
tratándose de su novio en particular.
—
¡Deja de estar imitando a Murakibara, Ryouta idiota!
—
¡Senpai~!
—
¡Ah! Rima, Ryouta, idiota… — Shun dijo, sonriendo divertido por
su intento de broma. Nadie le prestó atención. Así que fue y se tomó un
descanso junto a su mellizo mientras el entrenador ponía a todos en su sitio y
Riko hacía acto de presencia, poniendo bobo a Hyuuga y provocando los celos
paternales de Kagetora-san que ya estaba amenazando al menor Sawamura con algún
arma que a saber de dónde sacaba o cómo metía a la escuela… — ¿Estás bien,
Tatsuya?
—
Me duele el culo, obviamente.
—
¡No digas culo! — Se exaltó el
mellizo, mirando alrededor para asegurarse de no haber atraído la atención por
levantar la voz.
—
Pero realmente es lo que me duele. Shun, de hermano a hermano, no tengas sexo
con Teppei aún.
—
¿Eh? ¡Maldición, no hables de eso aquí! — Exclamó rojo de vergüenza, mirando
involuntariamente a su novio más allá, conteniendo al entrenador que en esos
momentos más parecía otro adolescente que un adulto. Bueno, su hija sacaba ese
lado algo infantil de él.
—
Pero es verdad, anoche no tuvimos oportunidad de hablar ya que papá se puso en
plan mimoso, pero te lo digo honestamente, duele como el carajo con todo y
preparación.
—
¿En serio? ¿Y ya tomaste algo?
—
Por supuesto, pero no es suficiente. Estoy pensando seriamente en ir al médico.
—
¿Eh?
—
No al nuestro, obviamente. Con alguien diferente, pero todavía estoy pensando.
—
¿Te lastimaste tanto, ahí?
—
Sangré.
—
¡Qué! ¡Demonios, Tatsuya! ¡Debiste haberlo mencionado desde ayer! ¡Tenemos que
irnos ahora!
—
Shun, espera. Hermano.
Los
mellizos finalmente captaron la atención de todos en el club. Cuando ambos
salieron del gimnasio con sus bolsos al hombro, Murasakibara les siguió sin
dudarlo (de hecho sin preocuparse en absoluto de sus propias cosas), y Teppei
solo se disculpó con el entrenador justificando su ausencia con ser quien
averiguara lo que pasaba con los otros tres. Él estaba lo suficientemente
sereno como para saber que de esta se ganaban al menos un buen regaño y una
suspensión del cuadro titular para el siguiente partido oficial.
En
tanto, en el club de voleibol las cosas estaban considerablemente más
tranquilas, obviando el deprimente estado de Haiba Lev y la ausencia de
Morisuke Yaku. Oikawa estaba bastante mimoso con Iwaizumi, y él no estaba
mostrando dudas de tratarle con el cariño salvaje
de siempre. El menor Kageyama y el menor Kagami estaban coordinándose mejor que
nunca en todas las jugadas conocidas, y mostraban bastante entusiasmo con los
ajustes que el entrenador Kise estaba proponiendo. El resto de los chicos del
club estaban en sincronía también, por lo que la practicaba estaba yendo de
maravilla.
O
casi.
Que
dado el caso y ya que se está observando lo que está fuera de lo normal en la escuela, no está de más
hablar de dos personajes más en el club. Yamaguchi Tadashi y Tsukishima Kei no
estaban en el mejor momento de su amistad. ¿La razón? Bien, lo dicho hace ya
algunos días por su compañero Kuroo en pleno entrenamiento.
— A ti te gusta el
pecosito, ¿verdad?
Después
de aquello ni el pecoso ni el rubio de anteojos habían hablado más al respecto.
Ambos habían hecho como si nada
hubiera pasado y simplemente dejaron pasar el incómodo momento. Lo malo es que la incomodidad resurgía
entre ellos constantemente, sobre todo cuando sus miradas llegaban a
encontrarse, o cuando tocaba andar solos esas calles rumbo a casa después de
los entrenamientos y la escuela tras separarse del grupo de amigos hasta la
tienda en que comúnmente compraban algún tentempié.
—
Ah, así que ustedes se estancaron mh.
Naturalmente,
Kuroo ha vuelto al ataque, con su
sonrisa sórdida y su postura de chico sobrado de confianza. Honestamente Kuroo
daba la impresión de tener la autoestima por los cielos, el ego súper inflado y
una confianza absurda en todo lo que decía, pensaba y hacía. Lo que era más
frustrante para todos los que le conocen, es que solía resultarle todo en bien.
—
Kuroo senpai, haga favor de no meter su nariz en asuntos que no le conciernen.
—
Sí, sí. Pero, Tsukishima, ¿eres así de cobarde?
—
¿¡Ah!?
—
Quiero decir, das la impresión de ser un chico inteligente, tienes una
personalidad fría y distante, pero te creía más capaz de enfrentar incluso tus
propios sentimientos. No es como si no estuvieras consciente de ellos, ¿verdad?
El
rubio empujó sus anteojos por el puente de su nariz, limpiándose en el acto el
sudor perlado en su rostro, frunció el ceño con desdén y luego se relajó,
sonriendo casi con suficiencia. Él también sabía un par de cosas de su senpai
para mofarse de él un poco, al menos lo suficiente para sacarse ese mal sabor
de boca que le dejaba saber que sus sentimientos estaban demasiado expuestos a
ojos de algunos expertos
observadores. Típica característica de un felino, a decir verdad. Y la mirada
de Kuroo siempre daba la impresión de estar bajo la filosa mirada de una astuta
pantera.
—
Ahora que lo menciona, Kuroo senpai, ¿Kenma-san y usted son novios? ¿O usted
aún permanece en la friend zone y es
solamente un amigo casual para él?
Tsukishima
había querido usar la palabra sexual
en realidad, pero al final le había dado un poco de grima, y todavía tenía
conciencia de que Kuroo era su superior, así que le guardaba un poquitín de
respeto. Sin embargo, el chico pantera
desdibujó un poco su sonrisa egocéntrica, la verdad es que aunque no necesitaba
de títulos con Kenma, tampoco es que le gustara del todo pensar en que
realmente podían parecer más amigos sexuales que una pareja real.
—
Bien, no es que me pueda poner meloso como Tobio-chan con Sho-chan, tampoco
como algunas otras parejas románticas de por aquí, pero esta vez te doy un
punto a favor. De todas formas piensa en lo que te dije, Tsukishima, Yamaguchi
no es tan simplón como parece, y un día alguien podría llegar y arrebatártelo.
Kuroo
dio media vuelta y se reintegró a la práctica, había tomado un momento para
hidratarse, pero ahora se daba cuenta también de que el entrenador les tenía el
ojo encima todo el tiempo, solo espera que no le llame la atención por distraerse
en medio del entrenamiento.
Por
su parte, Tsukishima le ha seguido un instante con la mirada, luego ha buscado
al pecoso, encontrándole del otro lado de la cancha junto a Sugawara-san y
Kageyama, intercambiando probablemente algunos consejos en términos de saques. Estaba atento y serio, concentrado.
Lindo. El rubio aclaró la garganta,
se acomodó nuevamente los anteojos y volvió al entrenamiento. No es que él sea
un cobarde, o que dude del atractivo de Yamaguchi a ojos de algunas, y hasta algunos. Es que no es tan
sencillo.
—
Somos adolescentes, no puedo hablar de un
amor eterno con Yamaguchi. Tampoco me gustaría simplemente abordarle. Las
relaciones amorosas son demasiado complicadas, y detesto todo lo que me
complique la existencia. ¡Tsk! Pensando de esta manera parezco un verdadero
cobarde.
…
Mientras
que para algunos el romance adolescente parecía negarse en tocar a sus puertas, para otros, llegaba repentinamente. Tal es el
caso de Takeda Kaname, a quien su compañero y amigo Kamasaki Yasushi se le
acaba de confesar, justo en medio de hidratarse en la práctica.
—
¿Qué, dijiste?
—
Dije que me gustas, Kaname.
El
muchacho parpadeó confundido –lindo a
ojos del más alto de los dos, que sonreía demasiado confiado de sus palabras y
de lo que ha observado en su amigo–, dejó su botella de agua en la duela y
regresó a la cancha sin darle una respuesta. Lo que honestamente estaba
absolutamente fuera del plan de
Kamasaki.
—
Hey, Kaname, dime algo.
—
¿Qué?
El
muchacho de cabellos cenizos y patillas oscuras chasqueó la lengua con
frustración, se rascó la nuca y avanzó hasta él, sujetó su brazo (para que no
huyera) y le habló al oído.
—
Me gustas, mucho. Estoy enamorado de ti, Kaname. Por favor, piensa en ello y
dame una respuesta después.
Cuando
Kamasaki le soltó, el menor Takeda sintió sus mejillas calientes. Y su hermano,
Takeda sensei recién entraba en el gimnasio, haciéndole sentir nervioso de la
nada.
—
Kise-san…
—
Ah, Takeda sensei, bienvenido.
—
Tengo buenas noticias, Yaku podrá volver mañana a las prácticas.
Lev,
consciente de todo lo relacionado con el líbero y con los sentidos aguzados a
todo lo relacionado con él, ha escuchado. Y su corazón ha comenzado a latir de
prisa por el mero gusto de saber que volverá a las prácticas, aunque él todavía
no sepa qué hacer o cómo enfrentarlo. Normalmente era un chico seguro, ruidoso
e impulsivo, pero después de ver hasta dónde sus sentimientos habían empujado a
Yaku actuar, no se sentía para nada de esa manera. Aún así, estaba feliz de saber
que volvería a los entrenamientos.
—
Eso es genial.
—
Sí, pero, hablé con él seriamente hasta ahora, estoy seguro de que habrá
algunos cambios por aquí, Kise-san.
—
Mh, es raro cuando me llamas de esa manera, Take-sensei.
—
Es porque estamos en el trabajo, debemos comportarnos.
—
Entonces, ¿vienes a mi casa esta noche? ¿Vamos a tomar unas copas?
—
¿Tomar? A media semana no, pero el fin de semana podría ser.
—
Cielos, que envidia.
—
¿Acerca de qué estás murmurando, Kenji?
—
Ah, Yu-nii~ es solo que ver a Takeda sensei con Kise-san coquetear me da
envidia… — Gimoteó Futakuchi, tomando un descanso.
—
¿Mh? Creí que habías dicho que con Aone todo había salido de maravilla en su
cita el otro día.
—
Y fue así. Pero, no es como si nosotros fuéramos novios todavía.
—
¡Ah! Pero él te besó, ¿no? Dijiste que lo hizo cuando estaban por llegar a la
estación antes de separarse.
Las
mejillas de Futakuchi se encendieron solo de recordarlo, pero luego suspiró y
alzó los labios en trompetilla haciendo un tierno puchero. La verdad es que sí
se han besado cuando fueron de compras el fin de semana pasado, pero después de
eso Aone no le había dicho nada, y ahora se comportaban como amigos nada más.
—
¿Qué debería hacer, Yu-nii~?
—
Primero que nada, para de llamarme así, es un poco raro. Y lo más importante,
habla tú con él. No es necesario que le dejes todo a Aone, ¿verdad?
La
luz se había hecho camino en el pensamiento de Futakuchi. Tal vez era él quien
debía aclarar la situación con Aone.
—
Ah, tengo que ir con Kagetora-san… — Takeda sensei dijo de pronto… — Tendremos
nuevos alumnos a partir de la próxima semana, y según me explicó el director,
todos irán directo al club de baloncesto.
…
Terminada
la práctica, Tetsuya y Taiga esperaron por sus respectivos hermanos, esa noche
en realidad los cuatro irían a cenar a un restaurante de comida rápida que
quedaba de camino a casa. El peliazul pidió un batido de vainilla como siempre
(ya robaría una hamburguesa a su novio para completar su cena), mientras que el pelinegro se ha dignado por una malteada de
fresa (ya que no venden leche sola) y una pizza que compartirá con su novio.
Shoyo y Taiga (bastante parecidos incluso a la hora de comer) se han acercado
un vaso grande de soda de sabor, y el pelinaranja ha agregado un par de
hamburguesas para su estómago, pues la pizza no le resultará suficiente. El
pelirrojo tiene su montaña de hamburguesas, y ha depositado una de ellas en el
plato de su novio. Las miradas de algunas chicas han caído sobre ellos, pero
honestamente no le interesan.
—
Oh, estamos en una cita doble… — El comentario del peliazul ha hecho que los
otros tres se atoren con sus alimentos y bebidas. Por supuesto, lo ha hecho a
propósito. Y todo porque ninguno puede negarlo… — Después de esto, tomemos
caminos separados.
La
suposición de Tetsuya ha sacado a relucir la faceta de hermano mayor de su
novio, que de inmediato se ha negado en rotundo.
—
Pero Tobio-chan y yo queremos tener un momento a solas antes de volver a
nuestras casas, nii-san.
—
¡Ni de coña! ¡Seguramente quiere hacerte cosas pervertidas!
—
Ahí vas de nuevo, acusándome de eso como si fuera igual que tú, Taiga.
—
¡No me hables de tú, mocoso!
—
¡No me llames pervertido, hentai!
—
¡Ah!
Tetsuya
sorbió de su batido de vainilla, miró a su novio, a su cuñado y a su hermano.
Honestamente, esos tres eran tan ruidosos.
Continuará…
Holis.
ResponderBorrarCreo que aquí me quedé cuando se publicaba en Amor Yaoi.
Siempre recordaba esta historia. Ahora sabré que más continuó!
Me encanta. Tratare de dejar comentario en cada cap
Holis.
ResponderBorrarCreo que aquí me quedé cuando se publicaba en Amor Yaoi.
Siempre recordaba esta historia. Ahora sabré que más continuó!
Me encanta. Tratare de dejar comentario en cada cap
Holis.
ResponderBorrarCreo que aquí me quedé cuando lo leía en Amor Yaoi. Ahora podré continuar esta bella historia.
Me encanta la historia.
Tratare de dejar comentarios en cada cap