martes, 2 de enero de 2018

Sport Lovers. Parte 08. Crossover KNB&HQ!



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Parte 8. De calenturas adolescentes a palabras sinceras de un corazón inmaduro.


En casa, Shun estaba con los nervios crispados, sus padres han vuelto ya, y su gemelo sigue ausente. Claro, él le ha cubierto diciendo que tenía tarea que realizar en conjunto, y que por eso estaba fuera todavía, aunque ya pasaban de las diez de la noche.

— ¿Y tú? ¿Con quién has realizado esa tarea entonces, Shun? — Su madre preguntó. Y el gemelo de ojos grises tuvo que ingeniárselas para no mentir, pero mantener la coartada de su hermano.

— Yo aún no hago ese trabajo, es que lo entregaremos hasta el fin de semana próximo por lo que mi compañero y yo no llevamos prisa… — Respondió. No sin ese dejo de nerviosismo que seguramente le estaba bailando en los labios, forzados en una sonrisa calmada aunque sintiera que las manos le sudaban frío.


Su madre le miró fijamente por unos segundos –el menor de los gemelos se tensó involuntariamente, porque conoce a su progenitora y sabe bien que es capaz de ver a través de él con demasiada facilidad–, murmuró un “bien” y luego dijo algo sobre echar la ropa en la secadora y se marchó. Shun soltó el aire contenido y casi se deshizo en el sofá (de hecho sí que enterró el rostro contra el cojín, murmurando improperios contra su gemelo), luego recordó que su progenitor continuaba ahí y pegó un brinco de puros nervios.

— ¿Qué te pasa, Shun? — El hombre le preguntó, despegando la vista de su laptop, donde seguramente chequeaba alguno de los planos que recientemente ha estado creando para un proyecto en la ciudad.

— Nada, duré demasiado en la ducha y me siento un poco mareado. Me iré a dormir ya, papá.

— Bien, ¿Tatsuya se quedará a dormir con su amigo?

— ¿Eh? Ah, no. No creo, seguro no tarda en llegar.

— Voy a marcarle yo mismo, tú ve a descansar, escuché que te quejabas con tu madre de los entrenamientos de Kagetora-san… — El hombre, apuesto por demás, sonrió ligeramente divertido, no conoce al hombre personalmente, pero supo de sus proezas de juventud mientras perteneció al equipo de baloncesto nacional. Fue toda una estrella en aquel entonces.

— ¡No me quejaba! — Exclamó avergonzado… — Papá, si algún día te sometieras a sus entrenamientos me entenderías un poco… — Murmuró casi haciendo puchero, su progenitor asintió sin dejar de sonreír.

— Seguro que sí, al principio incluso pensé en ir y quejarme con el director de la escuela.

— ¡Qué!

— Los moratones que Tatsuya y tú se ganaron en las primeras semanas eran para pensar mal, creía que estaban sufriendo bullying o algo así, pero entonces tu mamá se informó adecuadamente y no hubo necesidad. Ahora ustedes están más acostumbrados al ritmo de Kagetora-san y rara vez traen moratones o raspones en el cuerpo, aunque el cansancio es evidente.

— S-sí… — El de ojos grises no supo qué agregar. En realidad estaba sorprendido de cuán observadores eran sus padres con ellos. Bien, no le extrañaba demasiado si lo pensaba un poco, después de todo eran los únicos hijos de la pareja, joven a decir verdad.

— Bien, a dormir, anda… — Tomohisa dijo, al tiempo que tomaba el teléfono de casa y marcaba el móvil de su otro mellizo. Shun volvió a tensarse en el pasillo, asomando la cabeza furtivamente para enterarse de si su hermano atendía o no… — Es tarde, Tatsuya, ¿dónde estás? Ah, bien, espérame en la estación, iré por ti en el auto. No te estoy preguntando, Tatsuya, espérame ahí.

El mellizo vio a su progenitor dejar su portátil sobre la mesa de centro en la estancia, levantarse con un semblante sereno y avisarle a su mujer que saldría a la estación por Tatsuya. Shun cree conocer a sus padres, al menos lo suficiente para saber cómo reaccionan cuando ellos hacen algo fuera de lo normal. Así, sabe que en ese momento su progenitor no está enojado, pero tampoco está tranquilo, quizá preocupado sería una palabra más adecuada. Sabe también que su mellizo no escapará de algunas preguntas de su parte, y que él como mellizo suyo, debe advertirle. Así que no duda en apresurarse a su habitación, enviarle un texto y suspirar al tiempo que se tira sobre su cama con la vista al techo y las manos extendidas. Sus padres no son estrictos, son más bien bastante abiertos y permisivos, pero también les gusta que ellos muestren confianza.

— Aunque hablar con ellos sobre nuestras preferencias sexuales no es fácil incluso siendo como son. Mamá siempre está ocupada con su columna, hace no demasiado tiempo uno de sus temas fue justamente la homosexualidad, la postura de mamá como profesional fue abierta y bastante flexible, pero no estoy seguro de cómo ella se sentiría al saber que sus hijos somos así. Y papá, bueno él suele estar haciendo algo nuevo siempre, es un arquitecto con cierto reconocimiento en su mundo, pero a él nunca le he escuchado hablar particularmente de nada como esto. No sé si él se lo tomaría con calma o si haría todo un drama de ello.

El ojigris suspiró, cerró los ojos y sintió el vibrar de su móvil sobre la cama. Tomó el aparato y revisó el texto. Su hermano le ha contestado un simple “gracias” que a él no le deja tranquilo. Luego uno más, pero entonces no es de su hermano, sino de su novio. El corazón se le aligera brevemente, sonríe y se sonroja un poco. Las palabras de Teppei consiguen ponerle contento, y comprende que su enamoramiento no es algo pasajero, no es cosa de hormonas o curiosidad adolescente. Incluso si tuviera que contárselo a sus padres, él encontraría el valor para hacerlo.

Residencia Sakurai

Aomine avanzó impulsivamente hacia la casa del castaño, poco le importaba que Hikari-san (madre de Ryo) estuviera saludando amigablemente al susodicho, él solo quería llegar ahí y sacarle a patadas.

— Ah, Kai-senpai, ¿qué hace aquí?

El moreno entonces detuvo sus pasos, justo al frente de la casa de su amigo, todo porque el castaño mismo estaba ahí, saludando con clara incomodidad al otro. Su madre se había retirado casa adentro hacía unos instantes. Y él, solo quería escuchar que Ryo corriera personalmente al intruso, o lo haría por sí mismo.

— ¿No te dije que te prestaría la colección de libros que te mencioné? Dijiste que querías leerlos, ¿no?

— Eh, claro que sí pero, venir a mi casa a esta hora es un poco…

— Lo siento, sé que debe ser incómodo para ti pero, no podía aguantar hasta mañana para verte de todas maneras.

El apuesto muchacho dijo con tal galantería que Aomine sintió náuseas –y unas ganas increíbles de estrellar su puño contra el rostro del imbécil que se hacía el casanova con su Ryo–, y en medio de la ira que le estaba rumiando las entrañas, su tempestuosa personalidad se impuso.

— ¡Já! ¿Y así pretendes acercarte a Ryo?

— ¡A-Aomine-senpai!

— Tch, realmente eres un tipo molesto, Aomine.

Las reacciones obviamente fueron diferentes, mientras que Sakurai se ponía inquieto y nervioso por la presencia del moreno; el susodicho de nombre Miyake Kai, encima de todo pertenecía al club de judo, por lo que poseía un cuerpo bastante atlético, tenía fuerza considerable y naturalmente era bueno en combate. A Aomine no le importaría tener una pelea con este sujeto, pero admitía que ileso no saldría.

— Eh, esto… — Sakurai miró de hito en hito a sus visitantes.

— Ryo-kun, ¿Daiki vino también? — Su madre preguntó desde dentro.

Y Sakurai por alguna razón –podríamos pensar en instinto de supervivencia, o algo– cerró la puerta de entrada, quedándose fuera con ambos muchachos ya que Aomine había avanzado unos pasos más y ahora se retaba con la mirada con Miyake.

— Hazte el favor y lárgate, Miyake.

— La última vez que revisé, éste seguía siendo el domicilio de Sakurai, no el tuyo, Aomine.

— Esto…

— ¿Buscas que te lo diga por la mala?

— ¿Quieres que peleemos en casa de Sakurai? Eso seguramente nos hará quedar muy mal frente a Hikari-san, y también delante de él. Claramente no tienes sentido de romance, Aomine. Ahora entiendo por qué las chicas tampoco te buscan, tienes repelus.

Aomine chasqueó la lengua, enarcó una ceja y le miró prepotente. Por supuesto, está enojado, no le ha caído ni tantito en gracia el comentario de Miyake, pero pese a todo le da cierto crédito.

— No soy tan idiota para montar un espectáculo aquí, pero como no eres un cobarde, dudo que te niegues a seguirme un par de calles para que arreglemos esto como hombres, ¿verdad?

— ¡Senpai! — El castaño exclamó, cubriéndose al instante la boca pues sabe que ha elevado la voz, que su madre podría venir y preguntar qué sucede que él grita de esa manera. Mira a uno y a otro, frunce el ceño y se siente repentinamente indignado… — Estoy aquí, ¿saben? Dejen de actuar como si yo no tuviera voz en todo esto.

— ¿Ah?

— Sakurai.

Aomine le ha mirado con expresión enfadada –todavía que lo protege y se molesta–, mientras que Miyake le mira más bien incrédulo.

— No quiero que peleen por mí como si yo fuera alguna especie de juguete u objeto. Disfruto pasando tiempo con cada uno, ¡pero no me gustan ni un poquito cuando actúan como un par de idiotas!

El castaño incluso azotó el piso con su pie, les volteó la cara y entró a su casa dejándoles sin más. Aomine y Miyake se miraron entre sí, chasquearon la lengua y avanzaron por la acera un par de calles hacia el sur. Entre ellos, las cosas no podían quedarse así.


Cuando Tomohisa recogió a Tatsuya en la estación, el mellizo ya estaba preparado para las preguntas, respondería lo que su hermano había dado por excusa, que había estado con Atsushi en su casa haciendo trabajo. Así que no estaba nervioso.

— Así que, ¿trabajo, eh?

— Sí, papá. Lo siento por no avisarles, pensé que mamá y tú volverían tarde y que para entonces yo ya estaría en casa.

— Bueno, Mitzuki recibió una llamada de su jefe y tuvimos que volver antes, saldrá de viaje en la madrugada.

— ¿De viaje? ¿A dónde?

— Irá a Seúl, por una semana. Así que tendremos la casa para los hombres, mh. Debemos planear algo para hacer los tres, ¿no crees?

— ¿Ah? ¿Por qué tan repentinamente?

— Solo quiero convivir con mis hijos, ¿no está eso bien, Tatsuya?

— Sí, supongo.

El hombre sonrió, tomó la vía más corta a casa y no hubo más intercambio de palabras. Tatsuya sin embargo no se sentía cómodo. Tenía un presentimiento. Y está seguro de que se lo ha contagiado a su mellizo.


El día en la escuela ha ido normal –dentro de lo que tal palabra puede significar en un lugar lleno de adolescentes–, aunque para algunos de ellos estaba lejos de tal concepto. Algunos eran más evidentes que otros, y en caso de Haiba Lev, era inevitable que toda su clase notara su estado depresivo ya que generalmente el mestizo es un sujeto hiperactivo que no para de charlar, moverse de aquí para allá y hasta de ganarse a los profesores con su curiosa y honesta personalidad. Hoy sin embargo, todo cuanto se desprendía de él era un aura negativa que tenía con los nervios crispados a propios y extraños.

— ¿Será verdad que Yaku y él pelearon?

— Oh, ¿pero era verdad que estaban saliendo?

— Pues viendo lo deprimido que está Lev, los rumores parecen bastante acertados.

— Dicen que la pelea fue tan seria que Lev también estaba malhumorado y peleó con otros sujetos.

— Debieron suspenderle por eso.

— Fue así, del club al menos. A clases va regularmente, Takeda sensei abogó por él.

— Takeda sensei es tan lindo~

— Ustedes chicas, solo piensan en Takeda sensei de esa manera.

— ¡Por supuesto!

Aunque Lev escuchaba a sus compañeros de clase murmurar en el pasillo, incluso aún en el aula, aunque él estuviese ahí agazapado en su pupitre, no tenía nada de ganas de aclarar los rumores. En el fondo tenía un poquito de temor a empeorar las cosas con el mayor de los dos.

En dado caso, Lev no era el único que lo estaba pasando mal esa mañana. Iwaizumi y Oikawa continuaban con su etapa de “estamos en la misma clase pero te ignoro”, más específicamente hablando, era el de cabellos morochos quien estaba pasando de largo del apuesto jovencito y modelo en sus ratos libres.

— Iwa-chan~ deja de ser tan cruel conmigo. Si me dejas explicarte.

— Desaparece de mi vista, idiota.

— No me insultes a diestra y siniestra, Iwa-chan, te digo que estás malinterpretando las cosas.

Iwaizumi le miró con la típica molestia que solía usar en contra de Oikawa. Sin embargo, admite que solo está siendo testarudo, que en cierta forma disfruta ver a su amigo yendo tras de él constantemente, queriendo explicarle todo, casi incluso justificar por qué no respira del mismo aire que él. Esa sensación de poder y control sobre Oikawa le hacía sentir especialmente superior al modelo, y la idea de socavar de alguna manera el ego del setter no tenía precio.

Y yo soy honestamente un engreído actuando de esta manera, pero no todos los días puedo jactarme de tenerle comiendo de la palma de mi mano, ¿verdad? — Pensó, justificando en vano sus propias acciones.

— ¡Iwa-chan~!

— Deja de joder, Oikawa.

El muchacho infló las mejillas, y luego hizo aquello para lo que Iwaizumi no tenía defensas. Agitó sus pestañas mirándole lindamente, se acercó sinuosamente, alargó su diestra y rozó su mano, jugueteando con uno de sus largos dedos le acarició el dorso antes de enredar sus dedos y acercarse a su oído para susurrarle aquellas palabras que él realmente había estado esperando escuchar.

— Iwaizumi Hajime es el único para mí~ y yo soy todo tuyo~.

Las neuronas del rematador colapsaron ahí, cuando los labios suaves del setter besaron su cuello sutilmente. Los gritos desesperantes de las chicas que siempre andaban tonteando por Oikawa rompieron la burbuja, y él tuvo que reprimir las ganas que tenía de mandarles al carajo. Alzó la barbilla con dignidad y echó a andar por el pasillo.

— Ah, Iwa-chan.

— Si quieres que crea en todo lo que me dices, vas a tener que esforzarte más Kusokawa.

Oikawa chasqueó la lengua, sonrió ladino y, por primera vez en toda su vida, detestó un poco la presencia de sus seguidoras. Deshacerse de ellas no sería fácil –no por la vía amable, y él no estaba lo suficientemente desesperado como para recurrir a una actitud pedante–.

Más tarde, con ambos clubes en actividad, los adolescentes tuvieron que serenar la cabeza y concentrarse –de lo contrario las cosas podían ir peor para ellos, ya que sus respectivos entrenadores no eran particularmente misericordiosos–. De entre todos los jugadores, solo uno de ellos estaba notoriamente por debajo de su rendimiento ordinario. Y ese era Izuki Tatsuya.

— Tatsuya, quiero que vayas a la enfermería.

— ¿Eh? No, no es necesario Kagetora-san, estoy bien.

— Sigues diciendo eso pero tu cuerpo no te responde, ¿verdad? Ve y que te revisen.

— Pero…

— Si no quieres ir está bien, pero de todas formas no vas a seguir en el entrenamiento. Siéntate o vete a tu casa, lo que decidas Tatsuya.

El mellizo chasqueó la lengua. Y optó por sentarse en la banca, con toda la frustración posible acumulada en su cuerpo. En la cancha, Murasakibara le miró atentamente, no es tan tonto como para desconocer la razón por la que su amante está en bajo rendimiento.

Sabía que no era normal que hubiese sangrado. Creo que debo insistir en que vaya al doctor mañana, tal vez se desgarró su ano.

— ¡Murasakibara, presta atención!

— ¿Eh?

Para cuando el de cabellos lilas quiso reaccionar, fue un poco tarde, Teppei pasó de él y encestó el balón con un impresionante alley-up que vitorearon sus compañeros de escuadra. Mientras que él era reñido por Yukio, y Ryouta le imitaba colmándole la paciencia –todo y que él honestamente poseía mucha cuando las cosas no le interesaban, pero justo ahora no estaba en su mejor humor–.

De cualquier forma, hablando de paciencia, Yukio Sawamura tampoco tenía mucha, no tratándose de su novio en particular.

— ¡Deja de estar imitando a Murakibara, Ryouta idiota!

— ¡Senpai~!

— ¡Ah! Rima, Ryouta, idiota… — Shun dijo, sonriendo divertido por su intento de broma. Nadie le prestó atención. Así que fue y se tomó un descanso junto a su mellizo mientras el entrenador ponía a todos en su sitio y Riko hacía acto de presencia, poniendo bobo a Hyuuga y provocando los celos paternales de Kagetora-san que ya estaba amenazando al menor Sawamura con algún arma que a saber de dónde sacaba o cómo metía a la escuela… — ¿Estás bien, Tatsuya?

— Me duele el culo, obviamente.

— ¡No digas culo! — Se exaltó el mellizo, mirando alrededor para asegurarse de no haber atraído la atención por levantar la voz.

— Pero realmente es lo que me duele. Shun, de hermano a hermano, no tengas sexo con Teppei aún.

— ¿Eh? ¡Maldición, no hables de eso aquí! — Exclamó rojo de vergüenza, mirando involuntariamente a su novio más allá, conteniendo al entrenador que en esos momentos más parecía otro adolescente que un adulto. Bueno, su hija sacaba ese lado algo infantil de él.

— Pero es verdad, anoche no tuvimos oportunidad de hablar ya que papá se puso en plan mimoso, pero te lo digo honestamente, duele como el carajo con todo y preparación.

— ¿En serio? ¿Y ya tomaste algo?

— Por supuesto, pero no es suficiente. Estoy pensando seriamente en ir al médico.

— ¿Eh?

— No al nuestro, obviamente. Con alguien diferente, pero todavía estoy pensando.

— ¿Te lastimaste tanto, ahí?

— Sangré.

— ¡Qué! ¡Demonios, Tatsuya! ¡Debiste haberlo mencionado desde ayer! ¡Tenemos que irnos ahora!

— Shun, espera. Hermano.

Los mellizos finalmente captaron la atención de todos en el club. Cuando ambos salieron del gimnasio con sus bolsos al hombro, Murasakibara les siguió sin dudarlo (de hecho sin preocuparse en absoluto de sus propias cosas), y Teppei solo se disculpó con el entrenador justificando su ausencia con ser quien averiguara lo que pasaba con los otros tres. Él estaba lo suficientemente sereno como para saber que de esta se ganaban al menos un buen regaño y una suspensión del cuadro titular para el siguiente partido oficial.

En tanto, en el club de voleibol las cosas estaban considerablemente más tranquilas, obviando el deprimente estado de Haiba Lev y la ausencia de Morisuke Yaku. Oikawa estaba bastante mimoso con Iwaizumi, y él no estaba mostrando dudas de tratarle con el cariño salvaje de siempre. El menor Kageyama y el menor Kagami estaban coordinándose mejor que nunca en todas las jugadas conocidas, y mostraban bastante entusiasmo con los ajustes que el entrenador Kise estaba proponiendo. El resto de los chicos del club estaban en sincronía también, por lo que la practicaba estaba yendo de maravilla.

O casi.

Que dado el caso y ya que se está observando lo que está fuera de lo normal en la escuela, no está de más hablar de dos personajes más en el club. Yamaguchi Tadashi y Tsukishima Kei no estaban en el mejor momento de su amistad. ¿La razón? Bien, lo dicho hace ya algunos días por su compañero Kuroo en pleno entrenamiento.

— A ti te gusta el pecosito, ¿verdad?

Después de aquello ni el pecoso ni el rubio de anteojos habían hablado más al respecto. Ambos habían hecho como si nada hubiera pasado y simplemente dejaron pasar el incómodo momento. Lo malo es que la incomodidad resurgía entre ellos constantemente, sobre todo cuando sus miradas llegaban a encontrarse, o cuando tocaba andar solos esas calles rumbo a casa después de los entrenamientos y la escuela tras separarse del grupo de amigos hasta la tienda en que comúnmente compraban algún tentempié.

— Ah, así que ustedes se estancaron mh.

Naturalmente, Kuroo ha vuelto al ataque, con su sonrisa sórdida y su postura de chico sobrado de confianza. Honestamente Kuroo daba la impresión de tener la autoestima por los cielos, el ego súper inflado y una confianza absurda en todo lo que decía, pensaba y hacía. Lo que era más frustrante para todos los que le conocen, es que solía resultarle todo en bien.

— Kuroo senpai, haga favor de no meter su nariz en asuntos que no le conciernen.

— Sí, sí. Pero, Tsukishima, ¿eres así de cobarde?

— ¿¡Ah!?

— Quiero decir, das la impresión de ser un chico inteligente, tienes una personalidad fría y distante, pero te creía más capaz de enfrentar incluso tus propios sentimientos. No es como si no estuvieras consciente de ellos, ¿verdad?

El rubio empujó sus anteojos por el puente de su nariz, limpiándose en el acto el sudor perlado en su rostro, frunció el ceño con desdén y luego se relajó, sonriendo casi con suficiencia. Él también sabía un par de cosas de su senpai para mofarse de él un poco, al menos lo suficiente para sacarse ese mal sabor de boca que le dejaba saber que sus sentimientos estaban demasiado expuestos a ojos de algunos expertos observadores. Típica característica de un felino, a decir verdad. Y la mirada de Kuroo siempre daba la impresión de estar bajo la filosa mirada de una astuta pantera.

— Ahora que lo menciona, Kuroo senpai, ¿Kenma-san y usted son novios? ¿O usted aún permanece en la friend zone y es solamente un amigo casual para él?

Tsukishima había querido usar la palabra sexual en realidad, pero al final le había dado un poco de grima, y todavía tenía conciencia de que Kuroo era su superior, así que le guardaba un poquitín de respeto. Sin embargo, el chico pantera desdibujó un poco su sonrisa egocéntrica, la verdad es que aunque no necesitaba de títulos con Kenma, tampoco es que le gustara del todo pensar en que realmente podían parecer más amigos sexuales que una pareja real.

— Bien, no es que me pueda poner meloso como Tobio-chan con Sho-chan, tampoco como algunas otras parejas románticas de por aquí, pero esta vez te doy un punto a favor. De todas formas piensa en lo que te dije, Tsukishima, Yamaguchi no es tan simplón como parece, y un día alguien podría llegar y arrebatártelo.

Kuroo dio media vuelta y se reintegró a la práctica, había tomado un momento para hidratarse, pero ahora se daba cuenta también de que el entrenador les tenía el ojo encima todo el tiempo, solo espera que no le llame la atención por distraerse en medio del entrenamiento.

Por su parte, Tsukishima le ha seguido un instante con la mirada, luego ha buscado al pecoso, encontrándole del otro lado de la cancha junto a Sugawara-san y Kageyama, intercambiando probablemente algunos consejos en términos de saques. Estaba atento y serio, concentrado. Lindo. El rubio aclaró la garganta, se acomodó nuevamente los anteojos y volvió al entrenamiento. No es que él sea un cobarde, o que dude del atractivo de Yamaguchi a ojos de algunas, y hasta algunos. Es que no es tan sencillo.

Somos adolescentes, no puedo hablar de un amor eterno con Yamaguchi. Tampoco me gustaría simplemente abordarle. Las relaciones amorosas son demasiado complicadas, y detesto todo lo que me complique la existencia. ¡Tsk! Pensando de esta manera parezco un verdadero cobarde.


Mientras que para algunos el romance adolescente parecía negarse en tocar a sus puertas, para otros, llegaba repentinamente. Tal es el caso de Takeda Kaname, a quien su compañero y amigo Kamasaki Yasushi se le acaba de confesar, justo en medio de hidratarse en la práctica.

— ¿Qué, dijiste?

— Dije que me gustas, Kaname.

El muchacho parpadeó confundido –lindo a ojos del más alto de los dos, que sonreía demasiado confiado de sus palabras y de lo que ha observado en su amigo–, dejó su botella de agua en la duela y regresó a la cancha sin darle una respuesta. Lo que honestamente estaba absolutamente fuera del plan de Kamasaki.

— Hey, Kaname, dime algo.

— ¿Qué?

El muchacho de cabellos cenizos y patillas oscuras chasqueó la lengua con frustración, se rascó la nuca y avanzó hasta él, sujetó su brazo (para que no huyera) y le habló al oído.

— Me gustas, mucho. Estoy enamorado de ti, Kaname. Por favor, piensa en ello y dame una respuesta después.

Cuando Kamasaki le soltó, el menor Takeda sintió sus mejillas calientes. Y su hermano, Takeda sensei recién entraba en el gimnasio, haciéndole sentir nervioso de la nada.

— Kise-san…

— Ah, Takeda sensei, bienvenido.

— Tengo buenas noticias, Yaku podrá volver mañana a las prácticas.

Lev, consciente de todo lo relacionado con el líbero y con los sentidos aguzados a todo lo relacionado con él, ha escuchado. Y su corazón ha comenzado a latir de prisa por el mero gusto de saber que volverá a las prácticas, aunque él todavía no sepa qué hacer o cómo enfrentarlo. Normalmente era un chico seguro, ruidoso e impulsivo, pero después de ver hasta dónde sus sentimientos habían empujado a Yaku actuar, no se sentía para nada de esa manera. Aún así, estaba feliz de saber que volvería a los entrenamientos.

— Eso es genial.

— Sí, pero, hablé con él seriamente hasta ahora, estoy seguro de que habrá algunos cambios por aquí, Kise-san.

— Mh, es raro cuando me llamas de esa manera, Take-sensei.

— Es porque estamos en el trabajo, debemos comportarnos.

— Entonces, ¿vienes a mi casa esta noche? ¿Vamos a tomar unas copas?

— ¿Tomar? A media semana no, pero el fin de semana podría ser.

— Cielos, que envidia.

— ¿Acerca de qué estás murmurando, Kenji?

— Ah, Yu-nii~ es solo que ver a Takeda sensei con Kise-san coquetear me da envidia… — Gimoteó Futakuchi, tomando un descanso.

— ¿Mh? Creí que habías dicho que con Aone todo había salido de maravilla en su cita el otro día.

— Y fue así. Pero, no es como si nosotros fuéramos novios todavía.

— ¡Ah! Pero él te besó, ¿no? Dijiste que lo hizo cuando estaban por llegar a la estación antes de separarse.

Las mejillas de Futakuchi se encendieron solo de recordarlo, pero luego suspiró y alzó los labios en trompetilla haciendo un tierno puchero. La verdad es que sí se han besado cuando fueron de compras el fin de semana pasado, pero después de eso Aone no le había dicho nada, y ahora se comportaban como amigos nada más.

— ¿Qué debería hacer, Yu-nii~?

— Primero que nada, para de llamarme así, es un poco raro. Y lo más importante, habla tú con él. No es necesario que le dejes todo a Aone, ¿verdad?

La luz se había hecho camino en el pensamiento de Futakuchi. Tal vez era él quien debía aclarar la situación con Aone.

— Ah, tengo que ir con Kagetora-san… — Takeda sensei dijo de pronto… — Tendremos nuevos alumnos a partir de la próxima semana, y según me explicó el director, todos irán directo al club de baloncesto.


Terminada la práctica, Tetsuya y Taiga esperaron por sus respectivos hermanos, esa noche en realidad los cuatro irían a cenar a un restaurante de comida rápida que quedaba de camino a casa. El peliazul pidió un batido de vainilla como siempre (ya robaría una hamburguesa a su novio para completar su cena), mientras que el pelinegro se ha dignado por una malteada de fresa (ya que no venden leche sola) y una pizza que compartirá con su novio. Shoyo y Taiga (bastante parecidos incluso a la hora de comer) se han acercado un vaso grande de soda de sabor, y el pelinaranja ha agregado un par de hamburguesas para su estómago, pues la pizza no le resultará suficiente. El pelirrojo tiene su montaña de hamburguesas, y ha depositado una de ellas en el plato de su novio. Las miradas de algunas chicas han caído sobre ellos, pero honestamente no le interesan.

— Oh, estamos en una cita doble… — El comentario del peliazul ha hecho que los otros tres se atoren con sus alimentos y bebidas. Por supuesto, lo ha hecho a propósito. Y todo porque ninguno puede negarlo… — Después de esto, tomemos caminos separados. 

La suposición de Tetsuya ha sacado a relucir la faceta de hermano mayor de su novio, que de inmediato se ha negado en rotundo.

— Pero Tobio-chan y yo queremos tener un momento a solas antes de volver a nuestras casas, nii-san.

— ¡Ni de coña! ¡Seguramente quiere hacerte cosas pervertidas!

— Ahí vas de nuevo, acusándome de eso como si fuera igual que tú, Taiga.

— ¡No me hables de tú, mocoso!

— ¡No me llames pervertido, hentai!

— ¡Ah!

Tetsuya sorbió de su batido de vainilla, miró a su novio, a su cuñado y a su hermano. Honestamente, esos tres eran tan ruidosos.


Continuará…

3 comentarios:

  1. Holis.
    Creo que aquí me quedé cuando se publicaba en Amor Yaoi.
    Siempre recordaba esta historia. Ahora sabré que más continuó!
    Me encanta. Tratare de dejar comentario en cada cap

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  2. Holis.
    Creo que aquí me quedé cuando se publicaba en Amor Yaoi.
    Siempre recordaba esta historia. Ahora sabré que más continuó!
    Me encanta. Tratare de dejar comentario en cada cap

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  3. Holis.
    Creo que aquí me quedé cuando lo leía en Amor Yaoi. Ahora podré continuar esta bella historia.
    Me encanta la historia.
    Tratare de dejar comentarios en cada cap

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