domingo, 20 de agosto de 2017

NEED. Parte 8. TVXQ/JYJ



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Parte 8

Por supuesto que el arcángel Choikang es inteligente, e intuye lo que está sucediendo. No existen razones numerosas para que Lilith, Reina de la Oscuridad y la Noche, uno de los cinco pilares del inframundo, persiguiera específicamente a un simple mortal.

Que no fuese, de hecho, un simple mortal. 

 

Las piezas estaban ahí, bastaba pensar un poco e intentar encontrar la forma adecuada una vez conjuntándolas. Mokomichi y su cercanía con Park. Su falta de sorpresa cuando el demonio despertó. La misma ausencia cuando ellos se presentaron ante él. Su aparente tranquilidad, la serenidad con que se tomaba eventos sobrenaturales e incluso esa mirada que había conseguido inquietarlo.

Mokimichi no podía ser solo una reencarnación mal controlada por los cielos.

Debía ser más importante. Lo suficiente para que incluso el Señor hubiera dejado que las cosas siguieran su curso sin intervenir más de lo que ya ha hecho a través de ellos. Choikang sabe que Xia es importante para el Señor, que su naturaleza híbrida entre ángel y demonio y la aparente armonía entre ambas naturalezas, hacían del ángel un eslabón de suma importancia para el inframundo.

— Apártate, arcángel.

— No.

— Entonces no me contendré.

Cuando Lilith levantó sus manos con la intención de deshacerse del arcángel, Yoon y JeJun aparecieron también. El encuentro entre Lilith, Yoon y JeJun sacudió peligrosamente el edificio. Choikang aprovechó el apoyo y jaló al detective fuera de allí. Mokomichi no estaba del todo sorprendido, de hecho, había algo en su interior agitándose de sobremanera por esta batalla entre el cielo y el infierno.

— ¡No podemos irnos!

— ¡Lo haremos!

— ¡Tus amigos no podrán contra ella! ¡Lo sabes!

— Y pienso que ponerte a salvo ahora es mi prioridad.

— Como si fuera a permitirlo. — El detective Mokomichi se zafó del firme agarre del arcángel morocho.

E ilusamente desenfundó su arma, volviendo sobre sus pasos hacia el edificio otra vez. Choikang intentó detenerlo, pero cuando sus dedos rozaron la piel tostada, una chispa de luz le hizo retroceder y desistir de su misión de detenerle. Y por el contrario, siguió sus pasos.

En el edificio el caos ha sido desatado, oscurecidos los cielos y enloquecido todo sistema tecnológico varios kilómetros a la redonda. Para las personas comunes aquello era una especie de apagón, para fuerzas de inteligencia gubernamental, un jaqueo que iba más allá de sus expectativas y estrategias de manejo. Para los arcángeles y el Principado, una batalla que debían ganar, de alguna manera.

Lilith era poderosa, casi tanto como Lucifer, y aunque Yoon estaba haciéndole frente con la suficiente agilidad, la Reina de la Oscuridad y la Noche se imponía a sus ataques. JeJun, como Principado, tenía menos intervención en la batalla, pero destinaba su canto y su fuerza divina para proteger al arcángel de los embates de la demonio.

La Reina de la Oscuridad y la Noche se estaba divirtiendo, usando sus poderes como hacía mucho tiempo no podía darse el “lujo”, después de todo había “dormido” durante decenios de años.

— ¡Ex Anima!

La exclamación ha sido revelada por Mokomichi, cuya arma adquiere entonces la forma de un báculo de casi dos metros de longitud, coronado en uno de sus extremos por una figura tallada en la pieza irregular que enfatiza la punta. Del cuerpo del japonés emergió un aura blanca que envolvió el báculo, el cabello del detective creció un poco, tornándose incluso de color platinado, sus ojos negros por completo, sin que pudiera diferenciarse iris, pupila o esclerótica. Casi parecía que su alma hubiese abandonado su cuerpo, aunque este todavía tuviese control sobre sus movimientos.

— ¡No tienes poder sobre mí, Azrael!

— Voy a averiguar si es que en verdad los Pilares del Inframundo no tienen un alma qué probar.

Un destello cegó a los arcángeles y el Principado. Cuando sus ojos pudieron ver más allá de sus narices, el único presente era Mokomichi. El báculo en la siniestra, el cabello platinado cayendo cual cascada en su espalda. Y ahí, un par de juego de alas replegadas.

— Ella dijo… — Yoon comenzó.

— Azrael. — JeJun prosiguió.

— Eres un Ángel de la Muerte. — Choikang culminó.

El japonés volvió la mirada hacia los tres. El báculo desapareció, quedando otra vez la simple forma de su arma. Su cabello volvió a la normalidad, de la misma manera que sus ojos. Y al segundo, cayendo cual rayo de fuego, Xia y Yoochun.

— Hayami, ¿estás bien?

— Por supuesto.

— Espera, qué es… — Ambos juegos de alas del detective se desvanecieron cual lluvia de blancas plumas. — Eso. — Sorprendido, el íncubo achicó la mirada. — Imposible, ¿quién eres?

Mokomichi enfrentó la mirada de su amigo Park. De Xia, JeJun, Yoon y Choikang. Si le hubiesen preguntado aquello hace unos minutos, él habría respondido sencillamente “Detective Mokomichi Hayami”, pero ahora.

— Azrael, líder de los ángeles en el tercer cielo, tan cercano al Señor que los Serafines me permiten escuchar cuando le cantan. También era aceptado como igual por Querubines y Tronos. Conocí a Jeliel, tu madre, la querubín más preciada por el Señor. — Dijo, mirando a Xia. — Su alma era única, y sigue brillando en los cielos. Imperecedera y hermosa. Lucifer también la contempla, y ansía llegar a ella.

— ¿De qué estás hablando? — Xia quiso saber. Movido por una curiosidad natural tras escuchar el nombre de su madre.

— Es claro que no lo sabes. Cuando un alma es llevada por un sendero de sacrificio por amor, esa alma puede renacer. De la misma manera en que era al ser entregada. Jeliel puede volver a la vida. Y de hacerlo, Lucifer la querría para él.

— ¿Por qué él buscaría eso? No es como si la hubiera querido de verdad.

Azrael fijó su mirada en el demonio. Xia sostuvo sus fríos ojos.

— ¿Qué estarías dispuesto a hacer por la libertad del alma de tu madre si callera en el Inframundo? Claramente estás listo a todo por, amor. — Mokomichi desvió entonces su mirar hacia el íncubo.

Íncubo y demonio han comprendido.
JeJun, Choikang…

… y Yoon también.

La daga que el arcángel Mikaiyáh le entregara vibró entre sus ropas. Presiente que vibra en pro de la misión que le fue encomendada. Sin embargo, hay tantas variantes ahora, que no puede simplemente empuñarla y “encargarse” de Xia o el íncubo.

— Almas tan puras como las de los ángeles cercanos al Señor, solo pueden ser llevadas de vuelta a la vida por el mandato de Él. — El Principado JeJun dijo. Como si pretendiera desestimar las insinuaciones del Ángel de la Muerte.

Azrael llevó entonces su mirada al Principado. Captando de soslayo los ojos del arcángel Choikang.

— Hay formas secretas, conocidas exclusivamente por contados ángeles. Incluido el primer ángel caído en la historia de los cielos.

— Lucifer lo sabe. Y Xia debe ser una pieza clave. No le quiere solo para gobernar el inframundo o dominar los cielos y traer caos a la humanidad. Quiere a Jeliel de vuelta… — El arcángel Choikang parecía seguir la línea de pensamientos del ángel de la muerte, como si supiera más de lo que quisiera o debiera… — Para tener con ella más hijos.

Xia fue el primero en clavar su mirada en el arcángel morocho. Demandando quizá más explicaciones.

— ¿Por qué mi madre tendría más hijos con Lucifer? Mi madre me amaba, y sacrificó su vida en los cielos por mí. Porque fue consciente del error que cometió al creer en él. Lo sé ahora.

— ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? No importa cuántas veces pregunten “por qué” a todo lo que diga. La única realidad que deben considerar ahora es que Jeliel no puede volver a la vida, que Lucifer prepara sus legiones, y que los otros pilares del inframundo lo hacen también. Como Ángel de la Muerte mi misión es recibir a las almas y conducirlas para ser juzgadas por el Señor. Pero también dirigí invasiones en las puertas del Inframundo, rescatando las almas que demonios bajo las órdenes de los Pilares del Inframundo tomaban bajo engaños a la humanidad. En algún punto de la historia que todavía no consigo recordar, mis poderes se incrementaron tanto, que al separar el alma de mi cuerpo y depositarla en el báculo que el Señor me obsequió, tuve la facultad de tocar algo en los Pilares del Inframundo y hacerles daño. Algo, a lo que podríamos llamar alma. ¿Quieren saber por qué Lilith desapareció repentinamente? Es porque le causé algún daño. La próxima vez que aparezca, no lo hará solo. Y no hablo solo de sus legiones.

— Los cinco Pilares se levantarán.

La conclusión a la que todos han llegado es evidente. Se ven entonces obligados a aliarse momentáneamente, ángeles y demonios abandonan el edificio tras asegurarse que aquel evento fuese borrado de las memorias de todos los mortales alrededor. Todo quedó reducido a un incidente con la planta eléctrica y no pasaría a más.

En tanto, ángeles y demonios han partido a un lugar seguro, ubicado entre la tierra y el primer cielo, ahí donde los demonios todavía podían subir sin ser detectados como enemigos por los arcángeles.

Yoon ha sido apartado brevemente por JeJun, siendo que el Principado se había percatado de la daga que el arcángel portaba.

— El arcángel Mikaiyáh te encomendó algo en particular, ¿verdad?

— Si lo intuyes, no creo que necesites una explicación.

— No puedes matar a Xia. Aunque él sea ahora un demonio, no puedes, no debes.

— ¿Qué me detendría? ¿Tu simple palabra, JeJun?

— Mis órdenes vinieron directamente del Señor. Eso debería significar mucho más que la petición del arcángel Mikaiyáh.

El arcángel sostuvo entonces la mirada del Principado. Por supuesto, no le verá ceder.

— No voy a usar la daga contra Xia, puedes tranquilizarte JeJun.

— ¿Y por qué aun la llevas contigo?

— Porque si puede matar a Xia, debería ser capaz de hacerle daño a cualquier demonio, ¿no? Planeo usarla contra Lucifer, Lilith, Belial, Leviatán o cualquier otro demonio que se interponga en mi camino. Mi misión es la misma que la tuya a fin de cuentas. Los cielos no deben ser alcanzados por la guerra.

— Te equivocas. Mi misión no es solo evitar que la guerra llegue a los cielos. Es evitar que el infierno suba a la tierra y la humanidad caiga por sus propios pecados.

El Principado dio media vuelta, claramente se encontraba molesto. El arcángel Yoon soltó el aire de sus pulmones, pasó con aire desesperado los dedos por sus mechones marrones y cerró unos instantes los ojos. Lo sabe. Lo sabe perfectamente. Pero si evita que una guerra se extienda hasta los cielos, al menos tendrán más apoyo para cuidar de la humanidad.

— Ángeles y hombres no pueden separarse. Si protejo a unos, hago lo mismo con los otros.

Más allá, Park interrogaba a Mokomichi sobre su repentina revelación. Presentes estaban, por defecto, Xia y Choikang.

— ¿Desde cuándo sabías que eres un ángel?

— Ángel de la Muerte, por favor, no soy igual que los ángeles en las otras jerarquías.

— Me importa un carajo, ¡me mentiste!

— No lo hice. A menos que consideres que tú también lo hiciste. Eres un íncubo, nada más y nada menos que hijo de dos de los Pilares del Inframundo.

— ¡Yo no lo recordaba!

— Tampoco yo.

— Pues no lo parece.

— Es así. Al menos no estaba consciente. Pero y qué si no me sorprendía como cualquier otra persona pudo hacerlo. Todavía estoy diciendo la verdad, me revelé por la presencia de tu madre, Yoochun.

— Basta los dos. No estamos llegando a ningún lado haciendo reclamos.

— Concuerdo con Xia. Hayami, ¿eres una reencarnación?

— No. — El japonés respondió de inmediato. Al mismo tiempo que JeJun y Yoon se añadían a la charla. — Como Ángel de la Muerte no reencarno. Mi alma y mi cuerpo son eternos.

— ¿Has sido el mismo durante siglos?

— Una vida tras otra, las he visto transcurrir con mis ojos. Y honestamente no es algo de lo que jactarse. Pero, siendo de esta manera puedo ayudar a las almas a subir al paraíso. Muchas de las almas en las puertas del infierno no merecen estar ahí, cometieron pequeños errores en la tierra y no deben ser juzgados con el yugo del dolor eterno por ello.

— No es como si el dolor fuera lo único que hay en el infierno. — Park dijo.

Xia le miró. Una parte de él estaba de acuerdo, pero otra, no. Se dio cuenta de que era imposible entonces separar su esencia angelical de la demoniaca, y que ahora tenía en su mente memorias de ambos estilos de vida.

— Los placeres que ofrece el infierno no son reales. — El Principado JeJun señaló.

— ¿Alguna vez los has experimentado para hablar con tanta franqueza? — Park siseó, casi saboreando la tensión del Principado ante su pregunta.

— Evitemos confrontar nuestras opiniones sobre los cielos y el infierno, ¿quieren? Me importa más saber por qué Lilith te buscaba a ti, particularmente. — Xia miró fijamente al Ángel de la Muerte.

Azrael desvió la mirada de Xia a Choikang. El arcángel morocho se tensó involuntariamente.

— Tú lo entendiste, ¿no es así?

— Tal vez.

Mokomichi sonrió con un dejo de sorna, crispando los nervios del arcángel morocho.

— Como he dicho, soy capaz de pararme en las puertas del infierno y rescatar las almas que no tienen el mérito suficiente para pasar una vida en sus estratos. Almas cuyos pecados pueden ser perdonados por el Señor e invitadas a vivir en los cielos. Sin almas que torturar, que usar para engrosar las legiones, que condenar a la esclavitud sexual entre muchos otros aspectos que tú, Yoochun, conoces de sobra, los Pilares del Inframundo de hecho, pierden poder. Los cinco Pilares siempre han estado detrás de los que son como yo, eliminando a los Ángeles de la Muerte tan pronto como les posible.

— ¿Hay otros como tú? — Xia cuestionó.

— Por supuesto. Aunque no demasiados. No somos una jerarquía como los ángeles menores, Arcángeles, Principados, Potestades, Virtudes, Dominaciones, Tronos, Querubines o Serafines. Los ángeles de la muerte somos especiales, élite si quieren ponerlo de alguna forma. Y en la actualidad, quedamos tan pocos que hacemos todo lo posible por ocultarnos entre los hombres. Pero nunca nos ocultamos cobardemente cuando un demonio aparece.

— Es por eso que diste media vuelta cuando Choikang intentó sacarte.

— Es así, Yoon.

— Bien. No tenemos alternativa, tenemos que aliarnos contra el infierno.

JeJun volvió la mirada hacia Xia. El ángel-demonio asintió.

— Lucifer debería ser nuestra prioridad. Si él cae, los otros Pilares serán momentáneamente vulnerables.

— No creo que seamos un poder suficiente para enfrentarlos.

— Confía más en ti mismo, arcángel Choikang.

El morocho sintió su cuerpo estremecerse cuando Azrael le miró significativamente. Incluso, su corazón tembló. Más que eso, su alma lo hizo.

— Entonces, vamos a prepararnos.




3 comentarios:

  1. OMG. Xiah tiene razón deben aliarse contra el infierno, no deben dejar que Lucifer se salga con la suya y tenga éxito.

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  2. Aaayyyy Dios!!! Hayami es un angel de la muerte!!! °O° y yo que llegué a pensar q también era un demonio!! Creo q me he equivocado!! Jajajajajaja lo importante es lo que sigue... la Unión de sus fuerzas tienen que vencer aunque no va a hacer nada facil...
    Gracias Feli por el capi!!!

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  3. OMG!!!! Esto se pone cada vez más bueno!!!
    Ya decia yo que Hayami no podia ser un humano normal, cuando anda tan fresco despue de ver a su compañero transformarse en demonio y de 3 angeles revelarse ante él.

    Gracias por el cao Feli!!!
    Un abrazo ^_^

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