jueves, 27 de abril de 2017

WHISPERS IN THE SHADOWS (KNB). Capítulo 19.



“Las enrevesadas raíces se expandían en todas direcciones desde el enorme tronco cubierto de musgo y cubrían más de cuatro hectáreas del suelo del bosque antes de penetrar en el esponjoso suelo y desaparecer debajo de las raíces de los árboles más pequeños”

Pasaje <El árbol de la vida> en Brisingr de Christopher Paolini

Capítulo 19. ESPADA ROJA
~*~


— ¡Tetsuya!

Cuando Kuroko abrió sus ojos se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Irónicamente, un sueño dentro de otro sueño. No, se permitía a sí mismo corregirse, sus miedos cobrando vida en sus sueños. Enfocó al pelirrojo y suspiró cuando sintió la mano cálida de su amante acariciarle el rostro.

— Estoy bien, Taiga.

— ¿Bien? De eso una mierda, estabas sudando frío y gritabas mi nombre. ¿Qué pesadilla has tenido, Tetsuya? Y no se te ocurra decir que no quieres hablar de ello.

Kagami advirtió, y por una vez en mucho tiempo Kuroko se sintió débil para negarse a la petición de su amante. Como si la vida pudiese dependerle de ello.

— Tu madre, no, la magia de tu madre, es tan poderosa a pesar de que ella ya no está en este mundo.

— ¿Mi madre?

— Taiga, ¿no puedes sentirla? ¿Su magia?

— Lo único que siento desde que llegamos es esta presión sofocante en el pecho. Estoy preocupado por ti, Tetsuya. Que la abuela se negara a que entraras al Palacio, mi padre no ha regresado, y mi madre parece astutamente alerta al mínimo movimiento en el Clan. Huelo la tensión en todos lados, y tú… — Sostenerle el rostro mientras le mira con aprehensión. No, Kuroko se atreve a mirar en las rojizas pupilas de su amante y descubrir algo más, mucho más profundo, serio, peligroso… — Tú no estás nada bien aquí, este lugar no te sienta bien.

— Son los hechizos alrededor del Clan, Taiga.

— ¿La magia de mi madre? De Iwaza Kazue, ¿verdad?

— Sí.

— Cuéntamelo, Tetsuya. Dímelo todo.

— La magia de tu madre empuja en mi mente todos mis miedos y los mezcla con premoniciones de un futuro que no quiere ver llegar… — Levanta la mirada y clava sus grandes ojos azul océano en las brasas rojizas de su novio… — No quiero verte convertido en ese demonio, Taiga.

— ¿Demonio? Soy un licántropo, Tetsuya, no un demonio.

— No, sí puedes… — El peliazul posó la palma de su diestra sobre el pecho de Kagami… — Aquí, late tan furioso cuando me acerco ahora. Antes nuestros latidos se sincronizaban, pero desde que llegamos, cuanto más tiempo pasa, más furia siento.

— ¡Tonterías! — Gruñe apresando la mano de su novio, frunciendo el entrecejo pues aguijonea en su pecho una ira que no quiere reconocer… — Son, tonterías… — Bufa con exasperación.

Kagami no es tonto ni ciego, solo es demasiado terco. Las prioridades en su vida nunca le habían sido claras, cuando estaba en el Clan quería hacer todo lo posible para enorgullecer a sus padres. Cuando era amigo de Tatsuya, quería agradarle y fortalecer una amistad que durara para siempre. Cuando conoció a Kuroko. Todo colapsó. Dejó de perseguir las expectativas de los demás, forjó la propia. Amarle, entregarse por completo a este chico. Ir contra viento y marea, derrotar a quien fuese con tal de seguir juntos. Kuroko había llegado para mostrarle el amor. Un sentimiento tan humano, tan misterioso, sofocante, avasallador, hermoso como peligroso.

— Vamos a volver, Tetsuya.

— No, Taiga.

— ¡Estar aquí no es bueno para ti!

— Estaré bien.

— ¡No es verdad! ¡La magia de mi madre te está consumiendo!

— No es así, Taiga. Y lo sabes. Ahora lo sabemos los dos. No es la magia de tu madre la que me consume.

Eres tú.

“– La muerte de Natsuki fue una gran pérdida para el Clan, y un dolor irreparable para tu padre. Sabrás a su debido tiempo muchas cosas más, Kuroko querido. Mientras tanto, trata de no atormentarte demasiado, sé sigiloso, y por sobre todas las cosas, no permitas que tus alas se rebelen a menudo, los ojos que las miran podrían condenarse a un final que no podrás controlar.”

“– No temas a tu poder, ni lo que éste te haga ver, Tetsuya. Es ello lo que debe hacerte más fuerte.”

“— Lo fue, Taiga. Por eso, ustedes deben tener mucho cuidado. Taiga, su magia también circula en tus venas, probablemente con mucha más fuerza que tu naturaleza lycan. Si tú no tienes cuidado, Tetsuya podría pagar las consecuencias con su propia vida.”

Todas las palabras que Demiyah había dicho estaban volviendo ahora a las mentes de ambos inmortales. La razón por la que sus almas habían vibrado desde que se conocieron, la atracción inmediata e irreverente, el deseo y la lujuria. La sensación que el pelirrojo experimentó de caer en un abismo cuando vio por primera vez las alas iridiscentes del peliazul, el anhelo por conocerlo todo sobre él. Ciertamente sí, habían estado destinados a conocerse, a enamorarse. Pero eran como gases en el espacio, tarde o temprano su encuentro les haría explotar. 

— Demiyah-san lo dijo, que te pondría en peligro.

— También dijo que debía usarlo como fortaleza y no como una debilidad. Taiga, no quiero separarme de ti, tampoco quiero que nos marchemos sin que hayas resuelto lo que viniste hacer.

— Ya no sé por qué he venido, Tetsuya. Y cada día me siento más enojado que el anterior. Este lugar se siente como una prisión para mí.

— Es por eso que no podemos irnos. No hasta que aclaremos todo. Kazue-san…

— ¡Deja de mencionar a mi madre! ¡Ni siquiera la conocí!

— Ella intenta decirme algo.

— ¿Con pesadillas? ¡Al carajo eso!

— Deja de enojarte por nada, Taiga.

El pelirrojo se le fue encima empujándolo contra un muro. De esa manera Kuroko se sentía realmente pequeño a lado de Kagami, pero no le tenía miedo, aunque quizá debiera. Esos ojos escarlata ardían en ira, apenas contenida por un sentimiento más puro y noble que el coraje o el dolor.

— ¡No me digas que todo esto es “nada”, Tetsuya!

— Mira a quién le estás gritando, Taiga.

Kuroko dijo con voz apacible, sosteniéndole la mirada sin titubear.

— Me enoja que no veas lo peligroso que es todo.

Kagami dijo al tiempo que cerraba los ojos y apoyaba su frente en el hombro del peliazul. Tenía que relajarse, le ha comenzado a hervir la sangre y siente que en cualquier momento su naturaleza licántropa podría revelarse.

— No tengo miedo de ti, ni de lo que sentimos el uno por el otro. Me asusta que todo lo demás sea más fuerte que nosotros. En esencia eres un demonio, y yo un ángel, ¿no encuentras eso irónico? Es como la típica lucha entre el bien y el mal, la errada creencia de que uno no puede coexistir con el otro, mucho menos reconciliarse. Eres ying o eres yang, blanco o negro, pero no ambas cosas. ¿No es eso absurdo por sí mismo?

— Tetsuya.

— Cálmate Taiga, y enfrentemos esto juntos.

— Me aterra que algo malo te pase.

— Lo único malo que podría dañarme de verdad, es que tú renuncies a una lucha antes de que comience; o que en tu afán por protegerme termines dándome la espalda.

— Jamás haría eso.

— Conscientemente tal vez no. Pero tu inconsciente es tan abrumador, Taiga.

--//--//--

Los tiempos actuales eran probablemente los más turbulentos en décadas. El Concilio Supremo, El Sínodo de las Tinieblas, El Canon de Lycans y el Consejo de Magia; cada uno de los grandes asambleas de criaturas estaba librando sus propias batallas internas. Se ha impuesto el Imperio Akashi bajo el comando de Masaru, pero Seijuro mismo ha desplegado algunas de sus acciones moviéndose sigilosamente y sin levantar sospechas; hilos invisibles que manipula desde la comodidad de su casa. Sin embargo, Kaage Den hace lo propio desde su silla en el Concilio Supremo, y aún manipulando al Consejo de Magia.

— Con suerte el Clan Kuroko ha mantenido a raya el Sínodo de las Tinieblas.

— No es como si eso fuera a evitar un enfrentamiento fatídico para los inmortales, además estaríamos arrastrando a los mortales en la suerte.

— Yukio, qué debemos hacer.

Kasamatsu soltó el aire, miró una vez más los archivos desplegados en los monitores alrededor de la Sala del que se ha convertido el cuartel general de su Clan. Ha estado analizando toda esta información por días y sus noches, pero la conclusión a la que llega siempre es la misma.

— Participar, por supuesto Ryota.

— ¿Estás seguro de que esa es una buena opción?

— No, sé que no es una “buena opción”, Midorima… — El licántropo volvió la mirada hacia el mago al fondo del salón… — Solo es lo que hay que hacer.

El de ojos verdes acomodó los anteojos sobre el puente de su nariz. Aguzó la mirada y aunque tenía varias cosas para decir sobre la supuesta conclusión de Kasamatsu, optó por el silencio. Entendía muy bien a lo que se refería, más que tener una opción confiable, tenían montones de ellas pero todas conllevaban el mismo riesgo. Kasamatsu solo estaba eligiendo la que podría ser más eficaz y menos peligrosa.

— Ya no te cae tan mal, ¿cierto, Shin-chan? — Takao dijo, de pie a su lado, sonriendo con esa altivez suya que le mosqueaba al mago, pero que en el vampiro simplemente resaltaba ese encanto suyo tan desquiciante.

— Vamos, hay que movilizar a los demás.

— ¡Sí, señor! — Takao dijo con un dejo de sorna, pero mientras ambos chicos salían de aquel salón con el corazón martillándoles en las sienes presa de ansiedad, nervios y desazón; dejaban atrás a sus compañeros con la misma sensación a flor de piel.

— Yukio, ¿esto podría ser el final?

— ¿El final? — Kasamatsu dio media vuelta, encarando a su amante… — Escucha, estas batallas son solo nuevos eslabones en la penosa cadena de enfrentamientos inútiles. Pero como quiera que sea, el resultado es en realidad un inicio. Solo tenemos que asegurarnos de que sea un inicio más benevolente para los mortales, y que nuestras razas inmortales no se conviertan en el fracasado salto de la evolución para la humanidad.

— ¡Oh, eso que has dicho sonó tan genial! ¡Ahora estoy excitado, Yukio~!

— Mierda, no te pongas excitado por cosas así Ryota.

— No es así, en realidad es porque te amo, Yukio… — Los ojos dorados del muchacho resplandecieron bajo la luz pálida del salón. Y las manos del licántropo rodearon su cintura al tiempo que le empujaba contra el filo de un escritorio.

— Decir eso cuando no puedo tomarte, Ryota… — Kasamatsu sujetó el mentón del vampiro con rudeza, rozando sus labios con los propios en un gesto erótico que sin embargo no culminó con el beso que ambos deseaban… — Más vale salir vivos de esta.

— ¡Qué cruel! Estoy tan caliente que no puedo moverme, Yukio… — Exclamó con aire ofendido, estirando el cuello cuando el rostro de su amante se alejó, pero sin llegar a alcanzar los labios ajenos… — ¡Solo uno!

— No, tenemos trabajo que hacer. Vamos.

— ¡Yukio~!

— Acabo con cualquiera que se interponga en tu camino Ryota. Porque hasta que hayamos terminado, no vamos a tener sexo.

Los ojos del vampiro adquirieron entonces un brillo amenazante, y los filosos colmillos se revelaron bajo la sonrisa sórdida del muchacho. El licántropo devolvió la sonrisa. Se sentía confiado. Incluso si la situación se perfilaba en su contra, él todavía combatiría a lado de su amante hasta el último aliento.

— Y voy a asegurarme de que ese último aliento no sea pronto… — Dijo para sí al tiempo que se colocaba esa gabardina de cuero negro que cubría las armas en su cuerpo.

Afuera, antes de que Takao doblara en el pasillo al garaje donde tomar su transporte, Midorima le sujetó el brazo, tiró de él y estampándole contra el muro le besó frenéticamente, devorando el interior de su boca, mordisqueándole los labios, saboreando su saliva. Takao no había sentido un beso como éste nunca antes. Cuando Midorima rompió el contacto, el chico ojo de halcón jadeaba alterado. No necesitaron palabras, una mirada fue suficiente para entenderlo. Ellos tampoco iban a ponerle fácil la batalla al enemigo.

--//--//--

Akashi Seijuro lanzó la tableta sobre la mesa de centro en su departamento. Miró por la ventana la luna llena mostrándose altiva y luego se puso en pie.

— Akashi-senpai… — La voz de su amante le detuvo. El joven estaba en el umbral del pasillo a las habitaciones, su mirada temblorosa de siempre no ha cambiado ni un poco, pero el de cabellos bermellón también puede ver algo más en el fondo de sus pupilas. La determinación de sus poderes mágicos está ahí, y él todavía no ha encontrado el gatillo que los dispare.

— Voy a salir, quédate aquí Koki.

— Pero, quiero… quiero ir, contigo, Seijuro.

Los ojos de Seijuro mostraron sorpresa por un segundo. Esta es la primera vez que su amante lo tutea. El fuego que cubrió su pecho le hizo sentir extasiado por el atrevimiento.

— ¿Sabes a dónde voy?

— No importa a dónde vayas, quiero ir contigo siempre.

— Entonces ven, Koki… — Akashi extendió su mano, y cuando los dedos de su amante rozaron los suyos él sintió unos impulsos eléctricos bombardear su cerebro. Se sentía como si algo se hubiese despejado en ese instante.

— ¿Akashi-senpai?

— No, así no Koki. Mi nombre, llámame por mi nombre como hace un momento.

Las mejillas de Furihata se encendieron de rubor. Había sido honestamente un mero impulso, pero ahora que se daba cuenta de que lo que ha hecho, no puede evitar llenarse de vergüenza.

— ¿En qué pensabas, Seijuro? — Pregunta, aunque el tono de su voz es tímido y oculta su mirada agachando la cabeza.

— Nada en particular, Koki… — Levanta su mentón y le obliga a mirarle.

El pecho de Akashi sigue sintiéndose caliente, como si un fogón hubiese sido encendido allí dentro. La magia que le circula por las venas le da una claridad mental que no había experimentado hasta ese momento y se siente capaz de lograrlo todo. Sus más minuciosos planes, cada línea en su estratagema. Como si fuera la partida de ajedrez perfecta. ¿Acaso eso venía de lo que significaba Koki para él? ¿Esto podía llamarse, amor?

--//--//--

Cuando Hotaru entró a su casa supo que algo no andaba nada bien. Koganei estaba en el sofá, con el rostro de Mitobe en su regazo, el primero le acariciaba los oscuros mechones al segundo, quien parecía inconsciente. Y todos los sellos mágicos que habían estado protegiendo su hogar habían desaparecido, había flotando en el ambiente un tipo de magia que el doctor no supo identificar.

— Koganei, qué paso.

— Hotaru-san…

— ¿Dónde están todos?

— Mitobe… Rinnosuke los mandó lejos.

— ¿Qué?

— Él dijo, cuando despertó, que sabía lo que tenía qué hacer. Cuál era el propósito de su poder. Así que reunió a los chicos y los teletransportó a otro lugar.

— ¿A dónde? ¿Cómo los teletransportó? Mitobe no tenía ese poder.

— Es verdad, no lo tiene. Rinnosuke dijo que era más como un puente dimensional. Que algo se ha agitado y debe ser detenido. Izuki y Sakurai parecieron entenderlo de inmediato, así que supongo que debe estar relacionado con los Ángeles. Pero, Rinnosuke se desvaneció en cuanto los chicos desaparecieron, no puedo hacerle más preguntas hasta que despierte, Hotaru-san.

Solo entonces el doctor pudo ver la preocupación en los ojos del muchacho, que acariciaba con tanto cariño los cabellos de su amigo. Hotaru revisó los signos vitales de Mitobe, luego también le hizo un chequeo de su magia.

— Él va a estar bien, Koganei. Solo necesita descansar.

Sin embargo, Hotaru todavía estaba sorprendido. Si lo que Koganei le ha relatado es verdad, Mitobe no es un mago con habilidad sensoperceptora, podría ser más que eso.

O bien, un mago excepcional único en su especie. No he sabido de magos capaces de crear puentes dimensionales. Era un poder exclusivo de contadas hadas, tan pocas que solían esconderse cuando descubrían sus dones… — Pensaba el doctor, hasta que cayó en cuenta de algo más… — Koganei, voy a salir ahora, no se muevan de aquí, ¿de acuerdo?

— ¿A dónde irá, Hotaru-san?

— Necesito averiguar el paradero del cuarto Ángel.

--//--//--

Cuando Kuroko Toshio entró en aquel recinto juró que mataría con sus propias manos a quien quiera que haya conseguido herir así a su esposa.

— Demiyah, ¿qué ha pasado?

— Estoy bien, está sanando cariño… — La mujer dijo con una sonrisilla, la sangre que corría de la herida en el pecho no le gustaba para nada al vampiro de cualquier forma.

— ¿Quién lo hizo?

Demiyah se rió de buena gana, luego tosió y sangre brotó de su boca. Toshio le enjugó la sangre con sus manos, por lo que terminó por dejarle el mentón manchado de su propio líquido carmín.

— Es tan humillante decirlo.

— Demiyah.

— Una chiquilla de cabellos castaños. Una cazadora según vi en sus habilidades, ruda en realidad.

— ¿Con qué te hirió?

— No fue un arma solamente, Toshio, la mocosa usó magia. Magia que no pudo aprender en cualquier lugar, y que no puede ser manejada por una simple mortal… — Demiyah tosió nuevamente, el escozor en la herida la estaba martirizando, pero no iba a rendirse. Además, tenía algo más importante que decirle a su esposo… — La espada, Toshio. Esa escuincla robó la espada. Debes irte, alertar a Tetsuya.

— ¿Cómo supo de la espada? Espera, la herida… — Toshio volvió a mirar el vientre de su mujer.

Si lo recordaba bien, la llave que abre el candado del salón donde estaba resguardada la espada estaba oculta con la Orden de los Guardianes, pero...

— ¿La tenías tú, Demiyah?

— No había sitio más seguro que conmigo. La introduje en mi cuerpo mediante hechizos aprendidos con las hadas, incluso si hubieran hecho pedazos mi cuerpo, jamás la habrían encontrado. Es por eso que debes darte prisa, esta chiquilla tiene un gran poder, y me temo que no tiene idea de ello. Toshio, vete ya.

El vampiro se levantó y se alejó con pasos pesados por el pasillo. La mujer respiraba con dificultad, pero su herida estaba sanando y de momento era lo único que podía hacer. Dejó de escuchar los pasos de su esposo y sonrió cerrando los ojos, confiaba en él. Tetsuya no es su hijo biológico, pero realmente lo ama como si lo fuera. No se perdonaría si su imprudencia terminara con Tetsuya herido, o peor que eso.

— Vamos, Demiyah sostente de mí.

— To…¿Toshio? ¿Qué diablos haces aquí? ¡Te dije que te fueras!

— Conoces a Tetsuya, si se entera que te dejé así, entonces él no me perdonará.

— ¡Corre peligro, Toshio!

— No hará diferencia que vaya a advertirle, él sabe lo que pasará, ¿no? Tú lo dijiste antes Demiyah.

— Ng… — La mujer sintió una punzada de culpa. Una culpa que le venía por tener que respaldar las palabras de su esposo. Y porque se sentía un poco aliviada de que no le dejara sola… — Me estoy ablandando, Toshio. Deberías dejar de consentirme tanto cariño.

— Me gusta hacerlo, y lo repetiré hasta el fin de mis días, amada mía.

--//--//--

El momento en que Sakurai, Aomine, Izuki y Kiyoshi dejaron de ser cegados por una brillante luz blanca, el paisaje que apareció ante ellos les resultó desconocido pero de alguna manera familiar.

Delante de ellos se extendía un valle enclavado entre montañas moteadas de blanco principalmente en sus picos. Lo atravesaba un rio de aguas heladas sobre las que flotaban pedazos de hielo y se extendía por toda la cordillera. La vegetación no escaseaba pero claramente los rayos del sol se filtraban entre sus altas copas, y las nubes que surcaban el cielo parecían cortinas de seda que opacaban el dorado astro. Este valle estaba silencioso, demasiado para quedarse tranquilos, además había aromas en el aire que tenían particularmente tensos a los licántropos.

— Ryo, mantente cerca de mí.

— No, debemos avanzar Daiki.

— ¿Qué? ¿Tienes alguna idea de dónde estamos?

Sakurai negó con la cabeza, pero comenzó a andar entre los árboles, formando su propio sendero.

— ¡Ryo!

— Sakurai tiene razón, Aomine… — El chico ojo de águila dijo siguiendo los pasos del castaño… — Estamos en el camino indicado.

— Aquí no hay ningún camino, Shun.

— No está trazado, Kiyoshi, pero es el sendero correcto.

— ¿Y a dónde se supone que nos lleva?

— A la morada de los Cazadores.


Y sucedió así que el fuego que le crepitaba en las entrañas emanó por cada poro de su piel obligándole a seguir los primitivos instintos del demonio que habitaba dentro de su alma. Sus cabellos rojos parecían auténticas llamas de fuego, y el color de sus ojos encendidos en brasas al rojo vivo que podían incendiar con solo una mirada. La musculatura de todo su cuerpo se había incrementado y el rugir de su garganta asemejaba a un lobo salvaje que hacía más que clamar su territorio. Nada en él le recordaba a sus padres el niño que criaron con tanto cuidado. Pero para Kuroko, este híbrido-demonio seguía siendo Kagami Taiga, el hombre que ama.

— La Joya del Unicornio es el interruptor de la Espada Roja, Tetsuya… — Etsuko dijo, cuando vio a su nieto convertido en este demonio.


Continuará……

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión