jueves, 27 de abril de 2017

WHISPERS IN THE SHADOWS (KNB). Capítulo 16.



“Allí habitó en la sombra profunda, enamorado de la noche y del crepúsculo bajo las estrellas”
Eöl, personaje de El Silmarillion de J.R.R Tolkien

 Capítulo 16. ELFO DE LA OSCURIDAD
~*~

El departamento de Murasakibara se ha llenado de tensión. Himuro lo percibe en las vibraciones que emiten ambos licántropos, en el aroma que desprende el sudor que se perla casi imperceptiblemente en sus caras. Ellos no parecen tener una buena relación, salta a la vista, pero por alguna razón en particular Atsushi parecía especialmente apático a la presencia de su hermano. Etsu, por otra parte, poseía una mirada maliciosa que le hacía recordar al chico de rasgos delicados, a esos licántropos que disfrutan de la matanza y se regocijan en el dolor ajeno. Sádico de entraña.

— ¿Has estado en contacto con nuestros padres, Atsushi?

— No desde hace más de un año.

— Oh, entiendo. Es por eso que tu nombre estaba vetado en casa, eh.

— No me interesa.

— Hace cuánto que ni siquiera te preocupas por el Clan, Atsushi.

— El tiempo suficiente para ser considerado un desertor. Me tiene sin cuidado lo que sea del Clan, salí hace tiempo Etsu.

— Se nota. Pero bueno, creo que de todas formas debes saberlo. La Mansión Murasakibara en Europa quedó reducida a escombros y ceniza. ¿Sabías que los clanes han iniciado enfrentamientos en Europa y algunos países de América, así como Asia?

— Estoy al tanto de los rumores.

— ¿No vas a preguntarme cómo están nuestros padres?

— Seguramente igual que la Mansión, reducidos a cenizas.

— Tan frío y distante. Es esta la razón por la cual nuestros padres nunca consiguieron dominarte y hacerte entrar en el círculo.

Los hermanos Murasakibara se sostuvieron la mirada unos instantes. Himuro se mantuvo al margen con la certeza de que preguntar o tratar de interferir de cualquier manera entre ellos, no le resultaría beneficioso para nada. Ha visto esta clase de rencillas familiares en otras ocasiones. En cierta forma incluso le recuerda a Taiga y al padre de éste, el Paladín Keishiro, del Clan Kagami. Ellos también habían tenido una relación familiar muy complicada. Demasiado para que fácilmente fuese olvidada o dejada de lado cuando las circunstancias del Clan en aquel tiempo, hace no demasiado, obligaron a la familia a dispersarse aquí y allá para proteger a los suyos. Himuro recuerda también a su padre, Saburo; a quien no ha visto en años desde que el problema que sacudió el Clan Kagami se convirtió en su propia sombra.

¿Arrepentimiento? A veces Tatsuya pensaba que lo sentía. La mayor de las ocasiones, le volvía la rabia y odiaba a todos los licántropos, sobre todo a los Kagami. Pero entonces está aquí, viviendo bajo el techo de un lycan, y le gusta. Le gusta ver esa mirada furiosa fulminando a cualquiera que insinúa siquiera una más profunda o retadora.

— Lárgate, Etsu. Tu presencia no es bienvenida en mi casa.

— En verdad me detestas, eh.

— Odio todo lo que tenga que ver con la familia.

— Sin embargo, Atsushi. Sigues siendo parte de la familia, incluso si todos nosotros muriéramos, todavía la sangre Murasakibara correrá por tus venas.

— He aprendido a vivir con esa maldición, Etsu. No lo diré de nuevo, lárgate por la buena, o te haré marchar por la mala.

El mayor Murasakibara sonrió. Más no duda de las palabras de su hermano. Da una mirada más a Himuro y le guiña el ojo. Atsushi tensa los puños, le fastidia bastante que su hermano le coquetee descaradamente a Himuro. Pero se tranquiliza, porque el vampiro se acerca a él y enreda su mano en el brazo de Atsushi. De alguna manera, es como si el propio Himuro le marcase un límite a Etsu.

No me interesa liarme con cualquiera, sobre todo si es un licántropo. En dado caso, solo Atsushi merece la pena.

El de rasgos delicados piensa, apoya su cabeza en el brazo del pelivioleta y ve la espalda de Etsu desaparecer tras cerrar la puerta del departamento. Himuro se siente bien, Atsushi le brinda una sensación inigualable de seguridad, de confianza. Juraría en ese preciso momento que, si fuera el caso, Atsushi sería capaz de arriesgar su vida misma con tal de protegerle.

¿De esto se trata el amor? ¿O solo estoy siendo egoísta aprovechándome de lo que Atsushi me ofrece?

--//--//--

Mientras sus piernas corrían sin descanso, Aomine sintió a Sakurai aferrarse al pelaje de su espalda para evitar caer, la velocidad que lleva es sorprendente y la agilidad con que se mueve entre calles y casas como edificios todavía más. El aire frío del crepúsculo se siente con renovado ímpetu, casi pareciera que podría comenzar a nevar en cualquier momento pese a que no es temporada de invierno. El licántropo salta y clava las largas garras en la estructura de un edificio que supera los 15 metros de altura. Se impulsa y con apenas un par de saltos llega hasta la cima siguiendo el camino por la azotea y llegando finalmente hasta el sitio donde Izuki les ha tomado ventaja moviéndose con una velocidad aún mayor que la suya. Un Ángel después de todo, dominando el elemento viento no era de extrañar que le superase. Con ese par de alas que tan repentinamente habían brotado en su espalda cuando todavía iban casi al mismo ritmo.

Izuki peinó el lugar con la mirada en cuanto llegó al sitio que presenció en sus visiones, al mismo tiempo ha invocado una barrera mágica para evitar que los mortales se enteren de lo que está pasando y pasen prácticamente desapercibidos para ellos. Aomine y Sakurai llegaron apenas un minuto detrás de él, el moreno abandonó su forma lycan y se quedó cerca de su novio. Hay un aroma en el aire que particularmente le desagrada y le es bastante familiar.

— ¿Daiki?

— Creo que sé quién estuvo aquí… — Aomine dijo, y tanto su novio como Izuki le miraron esperando que revelara de quién se trataba… — Quién es el chico por el que hemos venido a toda prisa hasta aquí… — En cambio él le preguntó al chico ojo de águila.

— Son amigos míos, aunque he visto sobre todo a Koganei, sé que donde quiera que él esté también está Mitobe. No estoy seguro del tipo de mago que Mitobe es, pero creo que sus poderes son altos… — De otra manera, cómo podría explicar que su solo contacto con Hyuuga hubiese despertado al verdadero yo que dormía en su interior. Sin embargo, Izuki quería pensar lo menos posible en eso.

— No bajen la guardia, no estamos solos.

Ni bien Aomine señaló, un puñado de sujetos salieron en todas direcciones atacándoles directamente. Aomine se interpuso entre varios de ellos y Sakurai, protegiéndole por acto reflejo, pese a saber que el castaño es perfectamente capaz de protegerse, su cuerpo se ha movido instintivamente. Izuki usó varios pergaminos para fortalecer la barrera mágica y proteger a la vez a los mortales que estaban en los alrededores mientras se defendía de los ataques de este puñado de hombres y mujeres que, por lo que nota, son magos de tercera generación pues sus poderes no son muy elevados.

— ¡Izuki! — Y entonces el llamado en esa voz que tanto había añorado así hayan transcurrido tan solo unos días.

Kiyoshi ha llegado también. Pero en cuanto se percata de la situación, toma su forma licántropa y se lanza sobre todos aquellos que les atacan. El chico ojo de águila quiere acercarse a él, quiere abrazarle y preguntarle si está aquí para quedarse a su lado, o si solo ha venido a protegerle porque es su responsabilidad. La sensación de ansiedad desestabiliza la magia de Izuki, y fluctúa; pierde la concentración y sus alas se desvanecen. Cae en picada e intenta convocar el elemento aire para sostenerse y evitar el golpe, pero el ataque simultáneo de varios magos logra hacerle perder tiempo. Por supuesto, con el entrenamiento clandestino que recibió al saber quién era, debería ser capaz de superar este pequeño problema. Pero una mente colapsada como la suya junto a su corazón inquieto, bloquea todo lo demás; incluyendo su instinto.

El licántropo ruge con furia, de un salto llega hasta el Ángel y lo sostiene con una de sus largas extremidades, pegándole a su pecho mientras se sostiene de la estructura de metal y concreto en el edificio aledaño. Resultará casi imposible ocultar estos daños a la vista de los mortales si la situación continúa de la misma manera.

— ¡Busquen a sus amigos, Ryo y yo nos encargaremos de todo aquí!

Ante la señal de Aomine, Izuki y Kiyoshi toman dirección hacia donde perciben los rastros de la magia de sus amigos. Kiyoshi además usa su olfato para pescar el aroma de Koganei y Mitobe en el aire. Aunque aún inquieto, Izuki tiene el suficiente control sobre sus poderes como para usar sus alas, y Kiyoshi se mueve veloz como licántropo. Atrás, la batalla entre magos de menor rango contra Sakurai y Aomine apunta hacia un desenlace claro. No durarán demasiado antes que tener esto bajo control y seguir el camino de los otros.


A la distancia, la camioneta que transporta a los jóvenes ingresa en un edificio conocido. El Concilio Supremo tiene su sede aquí, y es presidido por Kaage Den. La camioneta accede al estacionamiento subterráneo y de ahí los jóvenes son llevados por separado pisos arriba. Cuando Mitobe entró en este lugar la conciencia volvió a él, todo porque siempre que venía su habilidad sensoperceptora se disparaba como un radar altamente sensible a las vibraciones mágicas de cualquiera alrededor. Y la magia de Kaage Den era francamente poderosa.  

Mitobe trató de concentrarse, de alejar ese agudo dolor de cabeza que le venía cada vez que su cerebro se saturaba de información. Quiso enfocarse y tratar de diferenciar las vibraciones mágicas de Koganei entre todas, pero casi no podía estabilizarse para mantenerse alerta.

— Debiste venir ante mí cuando te lo pedí de buena manera, Rinnosuke.

— Usted dijo las palabras equivocadas, Kaage-san. Dijo “vuelve a casa por tu propia voluntad”, así que permanecí donde me sentí en casa… — Mitobe dijo, haciendo gala de una voz que casi nunca empleaba, pero que Kaage ya había escuchado algunas ocasiones antes. Al muchacho sin embargo le dolía la garganta, la sentía seca y caliente. El tono que había vibrado desde sus entrañas sonó pastoso, sombrío e hizo eco en los altos muros del recinto.

— Siempre que estás al límite de tu control, tu voz suena Rinnosuke. Una voz grave, fuerte, autoritaria. Y aunque haz empleado esa voz para contradecirme y retarme en varias ocasiones, todavía me gusta cuando te escucho… — El hombre dijo con sorna, en tanto al muchacho lo encadenaban a unas pilastras clavadas en el suelo de mármol en este recinto que, aunque quisiera, no era la primera vez que visitaba.

— ¿Dónde está Koganei? ¿Qué vas a hacer con él?

— Ah, ese chiquillo no me agrada. Aunque tiene potencial como mago, así que estoy deliberando francamente qué debería hacer con él. Deshacerme de su existencia, o usarlo como un peón más para mí.

— Si usted no le deja ir cuanto antes…

— Qué clase de amenaza puedes hacerme tú, Mitobe.

Los ojos del muchacho de actitud generalmente serena o asustadiza, centellaron con una intensidad hasta entonces desconocida. Y sucedió algo que nunca antes Den hubiera presenciado. Los largos mechones oscuros del muchacho se agitaron con violencia cuando su cuerpo desprendió un aura mágica extraña, no tenía una sola vibración, sino que era un cúmulo de muchas de ellas. Como si Mitobe estuviera absorbiendo la magia de todos aquellos seres mágicos cercanos, incluyéndolo a él. Y luego, Kaage Den cayó de rodillas, vencido por un agudo dolor de cabeza que doblegó la voluntad de sus piernas.

— Qué demonios… — Siseó apretando los dientes, consciente de un nuevo poder que su chico estaba revelando. Sin embargo, pronto Mitobe volvió a caer inconsciente, y el efecto de su nuevo poder pasó de inmediato… — Eso fue peligroso, pero extraordinario. Si puedo controlarte otra vez, serás un arma interesante.


Cuando Izuki y Kiyoshi arribaron a la sede del Concilio Supremo, se encontraron con el Dr. Hotaru a sus puertas, parecía haber estado esperándoles.

— Hotaru-san.

— No puedo permitirles avanzar más, Izuki, Kiyoshi.

— ¡De qué está hablando! ¡Mis amigos fueron secuestrados y traídos aquí!

— Por favor, no debemos interferir con el Concilio Supremo… — El doctor dijo, sabiendo sin embargo que sería difícil doblegar la voluntad del Ángel.

— Deme una buena razón para no hacerlo… — Izuki dijo tensando la mandíbula, igual que sus puños. Y tanto el doctor como el lycan pudieron sentir la magia del Ángel bullendo con ira.

— Si entras ahí y retas al Concilio Supremo, tendrás toda la atención de las razas puestas sobre ti. Y tarde o temprano, caerá sobre los otros. Eres un Ángel Izuki, pero no eres el único.

— ¿Está sugiriendo que abandone a mis amigos por proteger mi identidad?

— Deja que otros se encarguen. La Orden de los Guardianes aún tiene algunos contactos que pueden ser de utilidad, solo te estoy pidiendo que tú des media vuelta y te marches.

El de ojos grises frunció el entrecejo, sintiéndose cada vez más molesto e indignado. Cuando dio un paso más con la intención de ignorar la petición del doctor, la fuerte mano de Kiyoshi le detuvo por el hombro.

— Escucha a Hotaru, Izuki. Vuelve con los otros. Yo me encargaré de esto.

— No puedes Kiyoshi… — El doctor señaló. Y la mirada iracunda del licántropo le hizo estremecer… — Eres su Guardián, recuerda eso. Los Ángeles están bajo tu custodia y la mía. No podemos tomar parte de esto.

— Doblegarnos a la voluntad absoluta del Concilio Supremo no es algo que pueda hacer mirando a la distancia. Entras tú, o entro yo, Hotaru. Pero no voy a dejar a los amigos de Izuki ahí dentro por más tiempo.

El doctor comprendió cuán complicado era esto para ellos también. Sin embargo, no es como si no hubiese recibido anteriormente la advertencia, Demiyah ya se lo había dicho, procurar mantenerlos al margen de todo, pero si aún así deciden pelear, dejarlos.

— Me encargaré, ustedes vuelvan a mi casa. Ve también por Sakurai, y encuentra a Kuroko. Nos veremos más tarde.

Hotaru ni siquiera esperó una respuesta, les dio la espalda y encaminó sus pasos hacia el edificio de enfrente. Izuki entonces siguió a Kiyoshi cuando retomó el sendero de antes calles arriba.

— Kiyoshi, cuándo dejaron de perseguirnos.

— No lo hicieron. Lo que estos magos querían era a tus amigos, cuando nos perdieron de vista simplemente se rindieron. Son peones, siguen instrucciones pero no toman decisiones propias.

— ¿Y si es una trampa?

— Si es una trampa, no caímos en ella gracias a Hotaru.

Izuki se dio cuenta entonces de algo más. Kiyoshi no le está mirando.

— ¿Hyuuga está bien? ¿Por qué viniste? ¿Solo soy tu responsabilidad? — Esas inquietudes vagaron por la mente del Ángel, pero por alguna razón, quizá por su intenso deseo de comprender, su pensamiento golpeó la mente del licántropo.

— Hablaremos de eso cuando estemos todos en casa de Hotaru.

Izuki se estremeció cuando se percató de las cosas. Debería tener más cuidado de sus propios pensamientos. Un minuto después se encontraron con Sakurai y Aomine, que iban de camino a ayudarlos, pero habiéndoles explicado la situación, los cuatro fueron directamente a casa del doctor. El moreno estaba como fiera enjaulada, y Sakurai no sabía cómo calmarle sin usar su magia.

— Estamos haciendo exactamente lo que quieren. Qué somos, ¿marionetas acaso?

— Cualquier movimiento que los Ángeles hagan repercutirá profundamente en todas las razas, incluyendo a los mortales, Aomine. Por eso es mejor ser prudentes, no lo veas todo en negativo.

— ¿Y me lo dices tú? No te conozco mucho como para confiar plenamente en ti. Un licántropo sin Clan, un Guardián que le dio la espalda a su Orden hace tiempo.

— Esto no es acerca de mí.

— No, es acerca de ocultar la identidad de los Ángeles, ¿cierto? Pero todos nosotros sabemos que si no es el Concilio Supremo, el Imperio Akashi ya estará pisándonos los talones. Por qué otra razón habría tanto movimiento entre las diferentes especies. No fui convocado por mis padres para tomar un lugar en el Canon de Lycans solo porque sí, hay mucha turbulencia al interior de los clanes, y tú sabes más de lo que nos dicen.


Cuando Kagami se corrió por tercera vez dentro del cuerpo de Kuroko, el vampiro suspiró dejándose caer en el bulto que habían formado con sus ropas, su blanca piel había recuperado la nívea belleza de antes. Y el cuello del pelirrojo sanaba nuevamente, tras haber sido liberado de la prisión de los colmillos de su amante.

— ¿Te has alimentado suficiente, Tetsuya?

— Sí. Me siento tan lleno de vida, que pareciera que la sangre me hierve en las venas… — El peliazul susurró al tiempo que alargaba las manos y atraía a su amante demandando otro de los tantos besos húmedos que compartieron durante toda la noche… — El alba está por despuntar. Debemos volver a casa del Dr. Hotaru, Taiga.

— Sí, vamos. Pero… — El pelirrojo miró las ropas. Eran un lío total… — Esto…

— Yo me encargaré… — Dijo, revelando sus alas iridiscentes, más hermosas que nunca a ojos del pelirrojo, cubrió ambos cuerpos y murmuró algo en un idioma que Kagami no pudo entender. Luego aparecieron en una de las habitaciones del Dr. Hotaru.

Se cambiaron rápidamente y cuando salieron a la estancia, la tensión entre los cuatro chicos era evidente. Aomine estaba que se le iba encima a Kiyoshi por algo que los recién llegados no podrían saber sin preguntar.

— Qué sucede aquí… — Kagami preguntó con tono hosco. Fue inconsciente, los licántropos respondían por instinto. Y tres licántropos como ellos bajo el mismo techo honestamente no era la mejor de las ideas.

— ¿Y ustedes llegan recién? Una guerra pudo comenzar y no se enteraban… — Izuki dijo a la defensiva, casi culpándoles de lo sucedido.

— Por qué no nos calmamos un poco antes de iniciar una batalla innecesaria entre nosotros… — Kuroko señaló con tono firme y expresión serena.

— Tal vez lo que necesitamos es separarnos para evitar algo así, ¿no crees? — Izuki señaló con tono mordaz. Kiyoshi podía sentir su magia desequilibrándose nuevamente.

— Realmente creo que necesitamos calmarnos todos nosotros… — El Guardián comentó, dando un paso más cerca del ojigris.

— Sin embargo estoy de acuerdo con Izuki, tal vez separarnos sea bueno ahora… — Aomine sujetó la mano de Sakurai, pensando seriamente en llevarle a su casa, aunque sus padres se opusieran.

— Daiki, no podemos.

— ¿Quieres quedarte aquí solamente esperando, Ryo?

— Por lo menos debemos aguardar por el Hotaru-san. Yo confío en él.

Tensos, los seis finalmente tomaron asiento. Kuroko sabía que se han perdido de mucho durante esa noche de luna azul, pero advierte que una sola pregunta más al respecto mandaría la supuesta tregua al carajo y terminarían por explotar. Incluso Kiyoshi como persona era centrada e inteligente, pero cuando provocaban su temperamento lycan mostraba el alcance de su ira. Y no era bueno algo así. Por su parte, Kagami se preguntaba qué tan fuerte pudo ser su deseo durante esa noche de luna azul que todo lo que sus sentidos registraron fue a su amante. Por más que intentaba pensar acerca de otras cosas, solo evocaba los gemidos de Kuroko en su oído, sus colmillos succionando y su boca besándole con una pasión desenfrenada que les colapsó la mente durante horas.


— Eres inteligente, Hotaru Kazuo, vienes como todo un caballero a hablar conmigo antes que hacerlo por la fuerza.

— Kaage-san, no tengo motivo para invadir el Concilio Supremo por la fuerza.

— No me creas tan desinformado, Kazuo. Sé que perteneces a la Orden de los Guardianes. Sé que estás protegiendo a alguien, aunque todavía no tengo la certeza de quién.

— Los asuntos de la Orden de los Guardianes son expeditamente privilegio de nuestro Adalid, mi único interés ahora es saber qué pretende hacer con los chicos que fueron traídos aquí hace unos minutos.

— ¿Qué chicos? Gente entra y sale del Concilio Supremo por diversas razones, Kazuo.

— Koganei Shinji y Mitoke Rinnosuke.

— ¿Qué asunto te une a ellos?

— Son amigos de unos alumnos de la Universidad. Ya sabe cómo son los jóvenes, Kaage-san, hay que evitar sus frustraciones.

— Así que solo estás actuando como buen samaritano por tus alumnos, eh.

— Sí, Kaage-san. Permítales irse conmigo.

— Sabes, no tendría tanto problema con dejar marchar a Koganei, pero… — El hombre torció un gesto pensativo que rallaba en la burla… — Tengo planes para Rinnosuke, por lo que no puedo permitir que se vaya. Y según parece, Koganei no piensa ir a ninguna parte sin su amigo, así que tienes un problema, Kazuo.

El doctor le sostuvo la mirada al líder del Concilio Supremo. Atacarle no era para nada buena idea, estaba en desventaja lo admitía.

— Déjame hablarle, tal vez le convenza de acompañarme. Por otro lado, qué planes tienes para Mitobe que te niegas en dejarle partir. Incluso el Concilio Supremo no puede retener a ningún ser mágica en contra de su voluntad. Y según sé, estos chicos no están aquí libremente.

— ¿Estás desafiando mi autoridad?

— Estoy haciendo un cuestionamiento al que tengo derecho.

Kaage se acercó al doctor, mirándole entonces con irritación.

— Dejaré que veas a Koganei por un par de minutos, si le convences de irse contigo les permitiré salir por la puerta delantera. Pero transcurrido ese tiempo, te marchas tranquilamente Kazuo, no intentes hacerte el héroe ni nada parecido.

Canon de Lycans

Varios Clanes de licántropos se han reunido. Aomine también está aquí, pero no ha venido solo, Sakurai le acompaña. Se han marchado apenas cayó la noche, incluso si Hotaru aún no volvía e Izuki estaba fuera de control queriendo marcharse en busca de sus amigos. Lo único que había mantenido al Ángel dentro de aquella casa, fue la imposición extraordinaria de Kuroko. Sus poderes, según el moreno, parecían superiores a los de Izuki. Aunque mismo Kiyoshi había dicho algo como “el dominio de los poderes mágicos de un Ángel vienen del control de sus emociones. Por eso llegaron a ser considerados peligrosos. Si un Ángel es dominado por la ira, puedes pensar que ese Ángel se convierte en un demonio”.

— Daiki, no tendrías que haberle traído. Esta es una reunión de lycans, traer a un mago contigo es casi una burla.

— No iba a dejarle, le prometí cuidarlo, padre.

— Si los demás se enteran, perderemos nuestro sitio en el Canon, ¿quieres eso? ¿Quieres echar abajo todo lo que por generaciones ha conseguido el Clan Aomine?

— Nadie tiene que saber quién es él.

— Este chico no pasará desapercibido de ninguna manera, Daiki… — La madre del moreno señaló entonces, mirando de arriba abajo al castaño… — Eres demasiado lindo para no ser observado. Los hombres le verán de inmediato.

El moreno tensó los puños. Entiende perfectamente las palabras de su progenitora. Sakurai lucirá a ojos de otros machos en el Canon como una presa deliciosa que saborear entre sus fauces. Imaginar tal cosa hizo hervir la sangre del muchacho.

— Hijo, tener aquí a este chico es peligroso para él. Por qué deseas tanto protegerlo o de quién… — Miu quiso saber, pero bastó una mirada a los ojos metálicos de su hijo para darse una idea al respecto. Así que no insistió cuando por respuesta recibió solo silencio. La mujer miró nuevamente al castaño… — ¿Quieres que me quede con él en un lugar seguro? ¿No desconfiarías de tu propia madre, verdad?

— ¿No levantaría sospechas que no estés presente, madre?

— Cuando un hijo está presente, no es necesario que ambos padres lo estén también.

El moreno intercambió miradas con el castaño. Su novio asintió, de acuerdo con acompañar a la mujer. Y así se hizo. Minutos más tarde estaban en una casa en los linderos de la sede del Canon de Lycans, Sakurai nunca había estado en este lugar por supuesto.

— Así que tu nombre es Ryo, ¿verdad?

— Sí, señora.

— Miu, me llamo Miu. Dime, cómo conociste a mi hijo. No, lo que quiero saber es, cómo terminaron relacionándose sentimentalmente.

— Yo, he querido a Daiki desde hace tiempo. Comenzó tal vez como un juego o curiosidad, pero Daiki cada vez me hacía sentir más especial. Estábamos enamorados cuando nos dimos cuenta.

— ¿Sabías que es licántropo desde que lo conociste?

— Sí. Podía sentirlo.

— Eres mago, ¿cierto? Tienes el aroma de uno, pero hay algo más en ti que no puedo olfatear.

— Daiki decía eso a menudo.

— ¿Y ya no?

— Él sabe quién soy, Miu-san.

— ¿Y quién eres, Ryo?

El castaño sostuvo la mirada de la mujer. No dudaba ni por un instante que era aguerrida, temperamental, pero también inteligente y vivaz. Una mujer digna de su Clan. Podía notar su preocupación por Daiki, pero a diferencia de sus padres, ellos parecían más dispuestos a negociar.

— La persona que ama.

Su respuesta pareció, de momento, satisfacer a la mujer.

— ¿Y tú le amas también?

— Sí, Miu-san.

— ¿Y sabes quién es él? — El castaño la miró ligeramente confundido. Claro, ha dicho ya que siempre ha sabido que es un licántropo, entonces ¿a qué se debía esta pregunta? — Obviamente no, Daiki es un licántropo especial, Ryo.

— ¿Lo es?

— Sí, porque en su sangre no circula solo sangre de licántropo, sino también algo más.

Sakurai le sostuvo la mirada a la mujer, luego ella dio media vuelta y se acercó al bar de la estancia, sirvió un poco de vino y dio un sorbo, vaciando de inmediato el vaso. Luego se rasgó con una de sus afiladas uñas la palma de la mano, derramando varias gotas de sangre en el vaso. A través del cristal el castaño vio el líquido carmín brillar con un peculiar tono cromado.

— He leído sobre este tipo de sangre. Pertenecía a criaturas llamadas Elfos de la Oscuridad.
Continuará……

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