“Allí
habitó en la sombra profunda, enamorado de la noche y del crepúsculo bajo las
estrellas”
Eöl,
personaje de El Silmarillion de J.R.R Tolkien
Capítulo 16. ELFO DE LA
OSCURIDAD
~*~
El
departamento de Murasakibara se ha llenado de tensión. Himuro lo percibe en las
vibraciones que emiten ambos licántropos, en el aroma que desprende el sudor
que se perla casi imperceptiblemente en sus caras. Ellos no parecen tener una
buena relación, salta a la vista, pero por alguna razón en particular Atsushi
parecía especialmente apático a la presencia de su hermano. Etsu, por otra
parte, poseía una mirada maliciosa que le hacía recordar al chico de rasgos
delicados, a esos licántropos que disfrutan de la matanza y se regocijan en el
dolor ajeno. Sádico de entraña.
—
¿Has estado en contacto con nuestros padres, Atsushi?
—
No desde hace más de un año.
—
Oh, entiendo. Es por eso que tu nombre estaba vetado en casa, eh.
—
No me interesa.
—
Hace cuánto que ni siquiera te preocupas por el Clan, Atsushi.
—
El tiempo suficiente para ser considerado un desertor. Me tiene sin cuidado lo
que sea del Clan, salí hace tiempo Etsu.
—
Se nota. Pero bueno, creo que de todas formas debes saberlo. La Mansión
Murasakibara en Europa quedó reducida a escombros y ceniza. ¿Sabías que los
clanes han iniciado enfrentamientos en Europa y algunos países de América, así
como Asia?
—
Estoy al tanto de los rumores.
—
¿No vas a preguntarme cómo están nuestros padres?
—
Seguramente igual que la Mansión, reducidos a cenizas.
—
Tan frío y distante. Es esta la razón por la cual nuestros padres nunca
consiguieron dominarte y hacerte entrar en el círculo.
Los
hermanos Murasakibara se sostuvieron la mirada unos instantes. Himuro se
mantuvo al margen con la certeza de que preguntar o tratar de interferir de
cualquier manera entre ellos, no le resultaría beneficioso para nada. Ha visto
esta clase de rencillas familiares en otras ocasiones. En cierta forma incluso
le recuerda a Taiga y al padre de éste, el Paladín Keishiro, del Clan Kagami.
Ellos también habían tenido una relación familiar muy complicada. Demasiado
para que fácilmente fuese olvidada o dejada de lado cuando las circunstancias
del Clan en aquel tiempo, hace no demasiado, obligaron a la familia a
dispersarse aquí y allá para proteger a los suyos. Himuro recuerda también a su
padre, Saburo; a quien no ha visto en
años desde que el problema que sacudió el Clan Kagami se convirtió en su propia
sombra.
¿Arrepentimiento?
A veces Tatsuya pensaba que lo sentía. La mayor de las ocasiones, le volvía la
rabia y odiaba a todos los licántropos, sobre todo a los Kagami. Pero entonces
está aquí, viviendo bajo el techo de un lycan, y le gusta. Le gusta ver esa
mirada furiosa fulminando a cualquiera que insinúa siquiera una más profunda o
retadora.
—
Lárgate, Etsu. Tu presencia no es bienvenida en mi casa.
—
En verdad me detestas, eh.
—
Odio todo lo que tenga que ver con la familia.
—
Sin embargo, Atsushi. Sigues siendo parte de la familia, incluso si todos
nosotros muriéramos, todavía la sangre Murasakibara correrá por tus venas.
—
He aprendido a vivir con esa maldición, Etsu. No lo diré de nuevo, lárgate por
la buena, o te haré marchar por la mala.
El
mayor Murasakibara sonrió. Más no duda de las palabras de su hermano. Da una
mirada más a Himuro y le guiña el ojo. Atsushi tensa los puños, le fastidia
bastante que su hermano le coquetee descaradamente a Himuro. Pero se
tranquiliza, porque el vampiro se acerca a él y enreda su mano en el brazo de
Atsushi. De alguna manera, es como si el propio Himuro le marcase un límite a
Etsu.
—
No me interesa liarme con cualquiera,
sobre todo si es un licántropo. En dado caso, solo Atsushi merece la pena.
El
de rasgos delicados piensa, apoya su cabeza en el brazo del pelivioleta y ve la
espalda de Etsu desaparecer tras cerrar la puerta del departamento. Himuro se
siente bien, Atsushi le brinda una sensación inigualable de seguridad, de
confianza. Juraría en ese preciso momento que, si fuera el caso, Atsushi sería
capaz de arriesgar su vida misma con tal de protegerle.
—
¿De esto se trata el amor? ¿O solo estoy
siendo egoísta aprovechándome de lo que Atsushi me ofrece?
--//--//--
Mientras
sus piernas corrían sin descanso, Aomine sintió a Sakurai aferrarse al pelaje
de su espalda para evitar caer, la velocidad que lleva es sorprendente y la
agilidad con que se mueve entre calles y casas como edificios todavía más. El
aire frío del crepúsculo se siente con renovado ímpetu, casi pareciera que
podría comenzar a nevar en cualquier momento pese a que no es temporada de
invierno. El licántropo salta y clava las largas garras en la estructura de un
edificio que supera los 15 metros de altura. Se impulsa y con apenas un par de
saltos llega hasta la cima siguiendo el camino por la azotea y llegando
finalmente hasta el sitio donde Izuki les ha tomado ventaja moviéndose con una
velocidad aún mayor que la suya. Un Ángel
después de todo, dominando el elemento viento no era de extrañar que le
superase. Con ese par de alas que tan repentinamente habían brotado en su
espalda cuando todavía iban casi al mismo ritmo.
Izuki
peinó el lugar con la mirada en cuanto llegó al sitio que presenció en sus
visiones, al mismo tiempo ha invocado una barrera mágica para evitar que los mortales se enteren de lo que está
pasando y pasen prácticamente desapercibidos para ellos. Aomine y Sakurai
llegaron apenas un minuto detrás de él, el moreno abandonó su forma lycan y se
quedó cerca de su novio. Hay un aroma en el aire que particularmente le
desagrada y le es bastante familiar.
—
¿Daiki?
—
Creo que sé quién estuvo aquí… — Aomine dijo, y tanto su novio como Izuki le
miraron esperando que revelara de quién se trataba… — Quién es el chico por el
que hemos venido a toda prisa hasta aquí… — En cambio él le preguntó al chico ojo de águila.
—
Son amigos míos, aunque he visto sobre todo a Koganei, sé que donde quiera que
él esté también está Mitobe. No estoy seguro del tipo de mago que Mitobe es,
pero creo que sus poderes son altos… — De otra manera, cómo podría explicar que
su solo contacto con Hyuuga hubiese despertado al verdadero yo que dormía en su
interior. Sin embargo, Izuki quería pensar lo menos posible en eso.
—
No bajen la guardia, no estamos solos.
Ni
bien Aomine señaló, un puñado de sujetos salieron en todas direcciones
atacándoles directamente. Aomine se interpuso entre varios de ellos y Sakurai,
protegiéndole por acto reflejo, pese a saber que el castaño es perfectamente
capaz de protegerse, su cuerpo se ha movido instintivamente. Izuki usó varios
pergaminos para fortalecer la barrera mágica y proteger a la vez a los mortales que estaban en los alrededores
mientras se defendía de los ataques de este puñado de hombres y mujeres que,
por lo que nota, son magos de tercera generación pues sus poderes no son muy
elevados.
—
¡Izuki! — Y entonces el llamado en esa voz que tanto había añorado así hayan
transcurrido tan solo unos días.
Kiyoshi
ha llegado también. Pero en cuanto se percata de la situación, toma su forma
licántropa y se lanza sobre todos aquellos que les atacan. El chico ojo de águila quiere acercarse a él,
quiere abrazarle y preguntarle si está aquí para quedarse a su lado, o si solo
ha venido a protegerle porque es su responsabilidad.
La sensación de ansiedad desestabiliza la magia de Izuki, y fluctúa; pierde la
concentración y sus alas se desvanecen.
Cae en picada e intenta convocar el elemento aire para sostenerse y evitar el
golpe, pero el ataque simultáneo de varios magos logra hacerle perder tiempo.
Por supuesto, con el entrenamiento clandestino
que recibió al saber quién era, debería ser capaz de superar este pequeño
problema. Pero una mente colapsada como la suya junto a su corazón inquieto,
bloquea todo lo demás; incluyendo su instinto.
El
licántropo ruge con furia, de un salto llega hasta el Ángel y lo sostiene con una de sus largas extremidades, pegándole a
su pecho mientras se sostiene de la estructura de metal y concreto en el
edificio aledaño. Resultará casi imposible ocultar estos daños a la vista de
los mortales si la situación continúa
de la misma manera.
—
¡Busquen a sus amigos, Ryo y yo nos encargaremos de todo aquí!
Ante
la señal de Aomine, Izuki y Kiyoshi toman dirección hacia donde perciben los
rastros de la magia de sus amigos. Kiyoshi además usa su olfato para pescar el
aroma de Koganei y Mitobe en el aire. Aunque aún inquieto, Izuki tiene el
suficiente control sobre sus poderes como para usar sus alas, y Kiyoshi se
mueve veloz como licántropo. Atrás, la batalla entre magos de menor rango
contra Sakurai y Aomine apunta hacia un desenlace claro. No durarán demasiado
antes que tener esto bajo control y seguir el camino de los otros.
…
A
la distancia, la camioneta que transporta a los jóvenes ingresa en un edificio
conocido. El Concilio Supremo tiene su sede aquí, y es presidido por Kaage Den.
La camioneta accede al estacionamiento subterráneo y de ahí los jóvenes son
llevados por separado pisos arriba. Cuando Mitobe entró en este lugar la conciencia
volvió a él, todo porque siempre que venía su habilidad sensoperceptora se
disparaba como un radar altamente sensible a las vibraciones mágicas de
cualquiera alrededor. Y la magia de Kaage Den era francamente poderosa.
Mitobe
trató de concentrarse, de alejar ese agudo dolor de cabeza que le venía cada
vez que su cerebro se saturaba de información. Quiso enfocarse y tratar de
diferenciar las vibraciones mágicas de Koganei entre todas, pero casi no podía
estabilizarse para mantenerse alerta.
—
Debiste venir ante mí cuando te lo pedí de buena manera, Rinnosuke.
—
Usted dijo las palabras equivocadas, Kaage-san. Dijo “vuelve a casa por tu
propia voluntad”, así que permanecí donde me sentí en casa… — Mitobe dijo,
haciendo gala de una voz que casi nunca empleaba, pero que Kaage ya había
escuchado algunas ocasiones antes. Al muchacho sin embargo le dolía la
garganta, la sentía seca y caliente. El tono que había vibrado desde sus
entrañas sonó pastoso, sombrío e hizo eco en los altos muros del recinto.
—
Siempre que estás al límite de tu control, tu voz suena Rinnosuke. Una voz
grave, fuerte, autoritaria. Y aunque haz empleado esa voz para contradecirme y
retarme en varias ocasiones, todavía me gusta cuando te escucho… — El hombre
dijo con sorna, en tanto al muchacho lo encadenaban a unas pilastras clavadas
en el suelo de mármol en este recinto que, aunque quisiera, no era la primera
vez que visitaba.
—
¿Dónde está Koganei? ¿Qué vas a hacer con él?
—
Ah, ese chiquillo no me agrada. Aunque tiene potencial como mago, así que estoy
deliberando francamente qué debería hacer con él. Deshacerme de su existencia,
o usarlo como un peón más para mí.
—
Si usted no le deja ir cuanto antes…
—
Qué clase de amenaza puedes hacerme tú, Mitobe.
Los
ojos del muchacho de actitud generalmente serena o asustadiza, centellaron con
una intensidad hasta entonces desconocida. Y sucedió algo que nunca antes Den
hubiera presenciado. Los largos mechones oscuros del muchacho se agitaron con
violencia cuando su cuerpo desprendió un aura mágica extraña, no tenía una sola
vibración, sino que era un cúmulo de muchas de ellas. Como si Mitobe estuviera
absorbiendo la magia de todos aquellos seres mágicos cercanos, incluyéndolo a
él. Y luego, Kaage Den cayó de rodillas, vencido por un agudo dolor de cabeza
que doblegó la voluntad de sus piernas.
—
Qué demonios… — Siseó apretando los dientes, consciente de un nuevo poder que
su chico estaba revelando. Sin embargo, pronto Mitobe volvió a caer
inconsciente, y el efecto de su nuevo poder pasó de inmediato… — Eso fue
peligroso, pero extraordinario. Si puedo controlarte otra vez, serás un arma
interesante.
…
Cuando
Izuki y Kiyoshi arribaron a la sede del Concilio Supremo, se encontraron con el
Dr. Hotaru a sus puertas, parecía haber estado esperándoles.
—
Hotaru-san.
—
No puedo permitirles avanzar más, Izuki, Kiyoshi.
—
¡De qué está hablando! ¡Mis amigos fueron secuestrados y traídos aquí!
—
Por favor, no debemos interferir con el Concilio Supremo… — El doctor dijo,
sabiendo sin embargo que sería difícil doblegar la voluntad del Ángel.
—
Deme una buena razón para no hacerlo… — Izuki dijo tensando la mandíbula, igual
que sus puños. Y tanto el doctor como el lycan pudieron sentir la magia del Ángel bullendo con ira.
—
Si entras ahí y retas al Concilio Supremo, tendrás toda la atención de las
razas puestas sobre ti. Y tarde o temprano, caerá sobre los otros. Eres un Ángel Izuki, pero no eres el único.
—
¿Está sugiriendo que abandone a mis amigos por proteger mi identidad?
—
Deja que otros se encarguen. La Orden de los Guardianes aún tiene algunos
contactos que pueden ser de utilidad, solo te estoy pidiendo que tú des media
vuelta y te marches.
El
de ojos grises frunció el entrecejo, sintiéndose cada vez más molesto e indignado.
Cuando dio un paso más con la intención de ignorar la petición del doctor, la
fuerte mano de Kiyoshi le detuvo por el hombro.
—
Escucha a Hotaru, Izuki. Vuelve con los otros. Yo me encargaré de esto.
—
No puedes Kiyoshi… — El doctor señaló. Y la mirada iracunda del licántropo le
hizo estremecer… — Eres su Guardián, recuerda eso. Los Ángeles están bajo tu custodia y la mía. No podemos tomar parte de
esto.
—
Doblegarnos a la voluntad absoluta del Concilio Supremo no es algo que pueda
hacer mirando a la distancia. Entras tú, o entro yo, Hotaru. Pero no voy a
dejar a los amigos de Izuki ahí dentro por más tiempo.
El
doctor comprendió cuán complicado era esto para ellos también. Sin embargo, no
es como si no hubiese recibido anteriormente la advertencia, Demiyah ya se lo
había dicho, procurar mantenerlos al margen de todo, pero si aún así deciden pelear, dejarlos.
—
Me encargaré, ustedes vuelvan a mi casa. Ve también por Sakurai, y encuentra a
Kuroko. Nos veremos más tarde.
Hotaru
ni siquiera esperó una respuesta, les dio la espalda y encaminó sus pasos hacia
el edificio de enfrente. Izuki entonces siguió a Kiyoshi cuando retomó el
sendero de antes calles arriba.
—
Kiyoshi, cuándo dejaron de perseguirnos.
—
No lo hicieron. Lo que estos magos querían era a tus amigos, cuando nos
perdieron de vista simplemente se rindieron. Son peones, siguen instrucciones
pero no toman decisiones propias.
—
¿Y si es una trampa?
—
Si es una trampa, no caímos en ella gracias a Hotaru.
Izuki
se dio cuenta entonces de algo más. Kiyoshi no le está mirando.
—
¿Hyuuga está bien? ¿Por qué viniste? ¿Solo soy tu
responsabilidad? — Esas inquietudes vagaron por la mente del Ángel, pero por alguna razón, quizá por
su intenso deseo de comprender, su pensamiento golpeó la mente del licántropo.
—
Hablaremos de eso cuando estemos todos en casa de Hotaru.
Izuki
se estremeció cuando se percató de las cosas. Debería tener más cuidado de sus
propios pensamientos. Un minuto después se encontraron con Sakurai y Aomine,
que iban de camino a ayudarlos, pero habiéndoles explicado la situación, los
cuatro fueron directamente a casa del doctor. El moreno estaba como fiera
enjaulada, y Sakurai no sabía cómo calmarle sin usar su magia.
—
Estamos haciendo exactamente lo que quieren. Qué somos, ¿marionetas acaso?
—
Cualquier movimiento que los Ángeles
hagan repercutirá profundamente en todas las razas, incluyendo a los mortales, Aomine. Por eso es mejor ser
prudentes, no lo veas todo en negativo.
—
¿Y me lo dices tú? No te conozco mucho como para confiar plenamente en ti. Un
licántropo sin Clan, un Guardián que le dio la espalda a su Orden hace tiempo.
—
Esto no es acerca de mí.
—
No, es acerca de ocultar la identidad de los Ángeles, ¿cierto? Pero todos nosotros sabemos que si no es el
Concilio Supremo, el Imperio Akashi ya estará pisándonos los talones. Por qué
otra razón habría tanto movimiento entre las diferentes especies. No fui
convocado por mis padres para tomar un lugar en el Canon de Lycans solo porque
sí, hay mucha turbulencia al interior de los clanes, y tú sabes más de lo que
nos dicen.
…
Cuando
Kagami se corrió por tercera vez dentro del cuerpo de Kuroko, el vampiro
suspiró dejándose caer en el bulto que habían formado con sus ropas, su blanca
piel había recuperado la nívea belleza de antes. Y el cuello del pelirrojo
sanaba nuevamente, tras haber sido liberado de la prisión de los colmillos de
su amante.
—
¿Te has alimentado suficiente, Tetsuya?
—
Sí. Me siento tan lleno de vida, que pareciera que la sangre me hierve en las
venas… — El peliazul susurró al tiempo que alargaba las manos y atraía a su
amante demandando otro de los tantos besos húmedos que compartieron durante
toda la noche… — El alba está por despuntar. Debemos volver a casa del Dr.
Hotaru, Taiga.
—
Sí, vamos. Pero… — El pelirrojo miró las ropas. Eran un lío total… — Esto…
—
Yo me encargaré… — Dijo, revelando sus alas iridiscentes, más hermosas que
nunca a ojos del pelirrojo, cubrió ambos cuerpos y murmuró algo en un idioma
que Kagami no pudo entender. Luego aparecieron en una de las habitaciones del
Dr. Hotaru.
Se
cambiaron rápidamente y cuando salieron a la estancia, la tensión entre los
cuatro chicos era evidente. Aomine estaba que se le iba encima a Kiyoshi por
algo que los recién llegados no podrían saber sin preguntar.
—
Qué sucede aquí… — Kagami preguntó con tono hosco. Fue inconsciente, los
licántropos respondían por instinto. Y tres licántropos como ellos bajo el
mismo techo honestamente no era la mejor de las ideas.
—
¿Y ustedes llegan recién? Una guerra pudo comenzar y no se enteraban… — Izuki
dijo a la defensiva, casi culpándoles de lo sucedido.
—
Por qué no nos calmamos un poco antes de iniciar una batalla innecesaria entre
nosotros… — Kuroko señaló con tono firme y expresión serena.
—
Tal vez lo que necesitamos es separarnos para evitar algo así, ¿no crees? —
Izuki señaló con tono mordaz. Kiyoshi podía sentir su magia desequilibrándose
nuevamente.
—
Realmente creo que necesitamos calmarnos todos nosotros… — El Guardián comentó,
dando un paso más cerca del ojigris.
—
Sin embargo estoy de acuerdo con Izuki, tal vez separarnos sea bueno ahora… —
Aomine sujetó la mano de Sakurai, pensando seriamente en llevarle a su casa,
aunque sus padres se opusieran.
—
Daiki, no podemos.
—
¿Quieres quedarte aquí solamente esperando, Ryo?
—
Por lo menos debemos aguardar por el Hotaru-san. Yo confío en él.
Tensos,
los seis finalmente tomaron asiento. Kuroko sabía que se han perdido de mucho
durante esa noche de luna azul, pero advierte que una sola pregunta más al
respecto mandaría la supuesta tregua al carajo y terminarían por explotar.
Incluso Kiyoshi como persona era centrada e inteligente, pero cuando provocaban
su temperamento lycan mostraba el alcance de su ira. Y no era bueno algo así.
Por su parte, Kagami se preguntaba qué tan fuerte pudo ser su deseo durante esa
noche de luna azul que todo lo que sus sentidos registraron fue a su amante.
Por más que intentaba pensar acerca de otras cosas, solo evocaba los gemidos de
Kuroko en su oído, sus colmillos succionando y su boca besándole con una pasión
desenfrenada que les colapsó la mente durante horas.
…
—
Eres inteligente, Hotaru Kazuo, vienes como todo un caballero a hablar conmigo
antes que hacerlo por la fuerza.
—
Kaage-san, no tengo motivo para invadir el Concilio Supremo por la fuerza.
—
No me creas tan desinformado, Kazuo. Sé que perteneces a la Orden de los
Guardianes. Sé que estás protegiendo a alguien, aunque todavía no tengo la
certeza de quién.
—
Los asuntos de la Orden de los Guardianes son expeditamente privilegio de
nuestro Adalid, mi único interés ahora es saber qué pretende hacer con los
chicos que fueron traídos aquí hace unos minutos.
—
¿Qué chicos? Gente entra y sale del Concilio Supremo por diversas razones,
Kazuo.
—
Koganei Shinji y Mitoke Rinnosuke.
—
¿Qué asunto te une a ellos?
—
Son amigos de unos alumnos de la Universidad. Ya sabe cómo son los jóvenes,
Kaage-san, hay que evitar sus frustraciones.
—
Así que solo estás actuando como buen samaritano por tus alumnos, eh.
—
Sí, Kaage-san. Permítales irse conmigo.
—
Sabes, no tendría tanto problema con dejar marchar a Koganei, pero… — El hombre
torció un gesto pensativo que rallaba en la burla… — Tengo planes para
Rinnosuke, por lo que no puedo permitir que se vaya. Y según parece, Koganei no
piensa ir a ninguna parte sin su amigo, así que tienes un problema, Kazuo.
El
doctor le sostuvo la mirada al líder del Concilio Supremo. Atacarle no era para
nada buena idea, estaba en desventaja lo admitía.
—
Déjame hablarle, tal vez le convenza de acompañarme. Por otro lado, qué planes
tienes para Mitobe que te niegas en dejarle partir. Incluso el Concilio Supremo
no puede retener a ningún ser mágica en contra de su voluntad. Y según sé,
estos chicos no están aquí libremente.
—
¿Estás desafiando mi autoridad?
—
Estoy haciendo un cuestionamiento al que tengo derecho.
Kaage
se acercó al doctor, mirándole entonces con irritación.
—
Dejaré que veas a Koganei por un par de minutos, si le convences de irse
contigo les permitiré salir por la puerta delantera. Pero transcurrido ese
tiempo, te marchas tranquilamente Kazuo, no intentes hacerte el héroe ni nada
parecido.
…
Canon
de Lycans
Varios
Clanes de licántropos se han reunido. Aomine también está aquí, pero no ha
venido solo, Sakurai le acompaña. Se han marchado apenas cayó la noche, incluso
si Hotaru aún no volvía e Izuki estaba fuera de control queriendo marcharse en
busca de sus amigos. Lo único que había mantenido al Ángel dentro de aquella casa, fue la imposición extraordinaria de
Kuroko. Sus poderes, según el moreno, parecían superiores a los de Izuki.
Aunque mismo Kiyoshi había dicho algo como “el
dominio de los poderes mágicos de un Ángel vienen del control de sus emociones.
Por eso llegaron a ser considerados peligrosos. Si un Ángel es dominado por la
ira, puedes pensar que ese Ángel se convierte en un demonio”.
—
Daiki, no tendrías que haberle traído. Esta es una reunión de lycans, traer a
un mago contigo es casi una burla.
—
No iba a dejarle, le prometí cuidarlo, padre.
—
Si los demás se enteran, perderemos nuestro sitio en el Canon, ¿quieres eso?
¿Quieres echar abajo todo lo que por generaciones ha conseguido el Clan Aomine?
—
Nadie tiene que saber quién es él.
—
Este chico no pasará desapercibido de ninguna manera, Daiki… — La madre del
moreno señaló entonces, mirando de arriba abajo al castaño… — Eres demasiado
lindo para no ser observado. Los hombres le verán de inmediato.
El
moreno tensó los puños. Entiende perfectamente las palabras de su progenitora.
Sakurai lucirá a ojos de otros machos
en el Canon como una presa deliciosa
que saborear entre sus fauces. Imaginar tal cosa hizo hervir la sangre del
muchacho.
—
Hijo, tener aquí a este chico es peligroso para él. Por qué deseas tanto
protegerlo o de quién… — Miu quiso saber, pero bastó una mirada a los ojos
metálicos de su hijo para darse una idea al respecto. Así que no insistió
cuando por respuesta recibió solo silencio. La mujer miró nuevamente al
castaño… — ¿Quieres que me quede con él en un lugar seguro? ¿No desconfiarías
de tu propia madre, verdad?
—
¿No levantaría sospechas que no estés presente, madre?
—
Cuando un hijo está presente, no es necesario que ambos padres lo estén
también.
El
moreno intercambió miradas con el castaño. Su novio asintió, de acuerdo con
acompañar a la mujer. Y así se hizo. Minutos más tarde estaban en una casa en
los linderos de la sede del Canon de Lycans, Sakurai nunca había estado en este
lugar por supuesto.
—
Así que tu nombre es Ryo, ¿verdad?
—
Sí, señora.
—
Miu, me llamo Miu. Dime, cómo conociste a mi hijo. No, lo que quiero saber es,
cómo terminaron relacionándose sentimentalmente.
—
Yo, he querido a Daiki desde hace tiempo. Comenzó tal vez como un juego o
curiosidad, pero Daiki cada vez me hacía sentir más especial. Estábamos
enamorados cuando nos dimos cuenta.
—
¿Sabías que es licántropo desde que lo conociste?
—
Sí. Podía sentirlo.
—
Eres mago, ¿cierto? Tienes el aroma de uno, pero hay algo más en ti que no
puedo olfatear.
—
Daiki decía eso a menudo.
—
¿Y ya no?
—
Él sabe quién soy, Miu-san.
—
¿Y quién eres, Ryo?
El
castaño sostuvo la mirada de la mujer. No dudaba ni por un instante que era
aguerrida, temperamental, pero también inteligente y vivaz. Una mujer digna de
su Clan. Podía notar su preocupación por Daiki, pero a diferencia de sus
padres, ellos parecían más dispuestos a negociar.
—
La persona que ama.
Su
respuesta pareció, de momento, satisfacer a la mujer.
—
¿Y tú le amas también?
—
Sí, Miu-san.
—
¿Y sabes quién es él? — El castaño la miró ligeramente confundido. Claro, ha
dicho ya que siempre ha sabido que es un licántropo, entonces ¿a qué se debía
esta pregunta? — Obviamente no, Daiki es un licántropo especial, Ryo.
—
¿Lo es?
—
Sí, porque en su sangre no circula solo sangre de licántropo, sino también algo
más.
Sakurai
le sostuvo la mirada a la mujer, luego ella dio media vuelta y se acercó al bar
de la estancia, sirvió un poco de vino y dio un sorbo, vaciando de inmediato el
vaso. Luego se rasgó con una de sus afiladas uñas la palma de la mano,
derramando varias gotas de sangre en el vaso. A través del cristal el castaño
vio el líquido carmín brillar con un peculiar tono cromado.
—
He leído sobre este tipo de sangre. Pertenecía a criaturas llamadas Elfos de la
Oscuridad.
Continuará……
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