“Si
has de amarme que sea sólo
por amor de mi amor. No digas nunca
que es por mi aspecto, mi sonrisa, la melodía
de mi voz o por mi dulce carácter
que concuerda contigo o que aquel día
hizo que nos sintiéramos felices...
Porque, amor mío, todas estas cosas
pueden cambiar, y hasta el amor se muere.
No me quieras tampoco por las lágrimas
que piadosamente limpias de mi rostro...
¡Porque puedo olvidarme de llorar
gracias a ti, y así perder tu amor!
Por amor de mi amor quiero que me ames,
para que habite en los cielos, eternamente.”
por amor de mi amor. No digas nunca
que es por mi aspecto, mi sonrisa, la melodía
de mi voz o por mi dulce carácter
que concuerda contigo o que aquel día
hizo que nos sintiéramos felices...
Porque, amor mío, todas estas cosas
pueden cambiar, y hasta el amor se muere.
No me quieras tampoco por las lágrimas
que piadosamente limpias de mi rostro...
¡Porque puedo olvidarme de llorar
gracias a ti, y así perder tu amor!
Por amor de mi amor quiero que me ames,
para que habite en los cielos, eternamente.”
Elizabeth
Barret Browning
Capítulo
14. SANGRE AZUL
~*~
Cien años atrás…
Hyuuga
Junpei había sido identificado como Ángel por la Orden de los Guardianes desde
hacía al menos una década, cuando él todavía era un niño que jugueteaba en los
paredones naturales que delimitaban su villa con los bosques más oscuros del
territorio. Desde entonces, un Guardián se ha encargado de seguir el curso de
su desarrollo, como humano, y como
Ángel.
—
Junpei, vamos. Es hora de practicar.
—
Pero, hoy no tengo ganas.
—
Ya deberías haber comprendido que no es acerca de querer o no querer. Es tu
responsabilidad Junpei.
Hyuuga
no tuvo entonces más remedio que hacer caso de las palabras de su Guardián.
Así, como todos los días al amanecer, seguía a su Guardián al punto más alto de
la montaña norte y meditaba bajo los primeros rayos del sol. Sentado en
posición de flor de loto, el adolescente de entonces 17 años se concentraba en
el fluir de las cosas a su alrededor. A veces le resultaba aburrido y tedioso,
en otras realmente lograba conectarse con algo
más allá de la cotidianeidad y percibía el aura de cada ser vivo integrando la naturaleza que fluye en la montaña.
Hoy,
Hyuuga se sentía demasiado perezoso. Su Guardián sin embargo sabía que esto
podía deberse a otras circunstancias de la vida familiar del muchacho. Hyuuga
ha nacido en medio de una familia humilde, hijo de padres mortales cuya mayor riqueza es un pedazo de tierra para el cultivo
de verduras y una yunta de búfalos para el arado del arrozal al que se integran
cada año en apoyo a la villa. Recientemente su padre ha enfermado y ha estado
postrado en la cama con intensos dolores. Hyuuga había intentado usar su magia
para ayudar a su progenitor, pero entonces su Guardián le había recordado que
la magia no debe ser utilizada para retrasar lo inevitable.
— ¿Entonces para qué quiero estos dones
si no puedo ayudar a mi familia?
— La magia de un Ángel debe ser usada
con mucha cautela, Junpei. Espero que en el futuro puedas comprenderlo.
— ¿Y qué pasa si desobedezco?
— No dominas tus poderes Junpei, no
sabes cuáles pueden ser las consecuencias de los hechizos que uses en dado
caso. Así que, ¿Qué pasa si desobedeces? La vida de tu padre puede consumirse antes. O puedes alargarla,
pero nunca sabes cuál será el precio de tu acto.
Así,
Hyuuga no había tenido más opción que guardar la distancia. Se encargaba
entonces de casi todas las tareas del hogar, pero su madre tenía que permitirle
comenzar hasta que el alba hubiese despuntado en plenitud. Como su progenitora
respetaba los mandatos del hombre que estaba enseñando a su hijo a controlar eso que lo volvía ante los demás un
monstruo, a veces comenzaba las
labores sin su hijo, yendo y viniendo de la parcela a la casa para vigilar a su
marido, cuyos dolores solían ser tan fuertes que le hacían gritar como si
estuviese poseído por un demonio.
—
Mi existencia es más una maldición para mi familia que una bendición. Incluso
si tú y esa Orden de los Guardianes
me llama Ángel, para la villa no soy más que un monstruo. Poder hacer lo que
solo corresponde a los Dioses no es digno ni augurio de buena fortuna.
—
Tu gente y la de cualquier pueblo en todo el mundo piensan igual ahora, pero
llegará un día en el que cambien de pensamiento.
—
¿Cuándo será ese día, Hotaru-san?
—
No lo sé. Vamos, estamos por llegar a la cima.
—
Anoche escuché sonidos extraños.
—
¿Dónde? ¿Qué clase de sonidos?
—
Venían de todas partes. Parecían lobos aullando, pero eran demasiado potentes
para ser así. Además, no hay lobos en estas tierras. Y recordé lo que los
ancianos suelen contar, aunque es más que nada para asustar a los niños porque
también escuché esas historias cuando lo era. Dicen que en las noches de luna
llena unas bestias salvajes bajan de las montañas para comer humanos. Han
llamado a esas bestias de muchas maneras, yo creía que solo eran historias para
asustar, pero desde que viniste a mí a decirme quién soy pienso que puede
ser posible. ¿Hay lobos enormes que devoren humanos, Hotaru-san?
—
Se llaman licántropos. Son hombres-lobo en realidad, y bueno, a algunos les
gusta atemorizar y atacan a los humanos, pero no es en sí que se alimenten de
su carne.
—
¿Entonces? ¿Es algo así como diversión?
—
Supongo que sí. Pero, Junpei, para los licántropos la sangre caliente es tan
importante como para la gente normal lo es el alimento y el agua. Son sus medios
de subsistencia.
—
Así que en verdad existen. Nunca he visto uno.
—
Claro que sí.
—
¿Eh?
—
Hay algunos de ellos en la villa, Junpei.
—
¡Ah! — Hyuuga tastabilló en la escarpada empinada que da al claro de la cima en
la montaña y resbaló un par de metros. Su Guardián sin embargo ni siquiera se
ha inmutado, ha confiado plenamente en su control… — Eso es, imposible.
—
¿Lo es? ellos podrían decir lo mismo de ti. Si supieran quién eres en verdad.
Sin embargo, los licántropos no son las únicas criaturas sobrenaturales de las
que debes saber.
—
¿Hay otras?
—
Así es. Están los chupasangre,
también llamados vampiros en tierras europeas. Y por supuesto, están los magos.
Aunque ellos suelen tener una apariencia humana
a lo largo de sus vidas y no atemorizarían a menos que así lo desearan, son tan
peligrosos como los otros dos. Pero
también los hay quienes son buenos.
—
Hotaru-san, ¿qué soy yo? ¿Bueno, o malo? ¿Por qué tienes que vigilarme todo el
tiempo?
El
hombre volvió la mirada hacia el muchacho, que finalmente llegaba de nuevo
hasta allí. Los ojos del jovencito eran rudos, casi siempre tenía el ceño
fruncido y tenía el cuerpo propio de un muchacho de campo, musculoso, agreste,
con las manos ásperas y callosas, con algunas cicatrices ocasionadas por las
herramientas, por el trabajo duro de todos los días desde niño. Y sin embargo,
era lindo. Tenía una cara estilizada
con facciones cinceladas cual si fuese una escultura de mármol.
—
Lo que eres Junpei, solo lo decides tú. Yo estoy aquí solo para acompañarte,
para hacerte menos difícil el paso del desconocimiento al conocimiento de tu
naturaleza.
—
Además de licántropos, ¿hay magos o chupasangre en la villa?
—
¿Necesitas saberlo, Junpei? ¿Les tratarás diferente a todos ellos si sabes quiénes
son?
—
Yo, bueno… tal vez.
—
¿Y crees que eso sería justo?
—
No, sé que no. Pero pienso que sería inevitable. No es como si pudiera hacerme
amigo de ellos así nada más, y de cualquier forma ahora cada que mire a
cualquiera en la villa estaré preguntándome si son mortales o inmortales.
—
Me da gusto ver que ahora piensas antes de actuar. Antes solo reaccionabas,
Junpei… — El hombre dijo con una sonrisa, palmeando la espalda del muchacho… —
Vamos, tan ávido de respuestas cuando todo lo puedes encontrar si solo te
concentras suficiente. La naturaleza te lo dirá todo.
Así
transcurrían los días de Hyuuga, entre entrenamientos aburridos y la preocupación por la salud de su padre empeorando
cada día más, y la tristeza que consumía a su madre aunque cada vez se mostrara
fuerte ante sus ojos. Cerca de cumplir los 18, Hyuuga fue enviado a una villa
varios kilómetros al Sur junto a su Guardián por mandato de la Orden de los
Guardianes. Allí, conoció por primera vez la verdadera apariencia de los
llamados licántropos. Estaba asombrado, eran mucho más imponentes y temerosos
de lo que se había imaginado. Erguidos tenían una altura superior a los tres
metros, sus fauces salivaban a menudo y la mandíbula estaba cubierta de
poderosos colmillos y molares feroz. Además el cuerpo era musculoso, cubierto
por un pelaje oscuro que le hacía pensar en fango y agujas, y los ojos eran
grandes, oscuros pero con un rojo fuego refulgiendo en lo que debían ser las
pupilas. Las garras en extremidades inferiores y superiores parecían cuchillos
pegados a sus dedos, eran oscuras y largas.
—
No le temas, él es un licántropo amigo. Se llama Kiyoshi Teppei.
—
Lo siento… — Hyuuga escuchó decir al joven que quedó cuando la apariencia de bestia dio paso al humano. Se trataba
de un muchacho no mayor a él, de cualquier forma muy alto, pero con una sonrisa
cálida y amable mirada. Nada qué ver con su apariencia licántropa… — Estoy
aprendiendo a dominar mi transformación. Hotaru no me había dicho que vendría,
y menos acompañado.
—
¿Tú también eres un Guardián?
—
Oh no, para nada. Yo soy más bien algo así como un voluntario… — Kiyoshi dijo
con aire torpe, sonriendo ampliamente. Esa fue la primera vez que Hyuuga sintió
su corazón palpitar diferente… — Tú
debes ser muy importante para la Orden, ya que Hotaru ha estado viviendo contigo durante tantos años.
¿Vas a decirme quién es él, Hotaru?
Hyuuga
contempló cierto aire de complicidad entre el licántropo y su Guardián. Y
sintió envidia. Ellos parecían
conocerse, él sin embargo pese al tiempo que ha compartido con su Guardián, no
sabe nada de él. Y aún así, lo que realmente le sorprendía era querer saber todo de este licántropo.
—
No metas tu nariz en asuntos privados, Teppei. ¿Dónde está tu madre?
—
Entrenando con los otros.
La
expresión de Hyuuga mostró su curiosidad. Y el gesto le pareció algo divertido
a Hotaru, pues no es común ver al muchacho dejarse llevar por lo que sucede a
su alrededor, sobre todo si es tan lejos de su villa.
—
La madre de Teppei es algo así como mi tía, cuidaron de mí como si fuera uno
más de la familia. Luego descubrí que soy diferente
y llegué por azares del destino a la Orden de los Guardianes, donde me entrené
durante mucho tiempo para ser un Guardián de confianza.
—
¿Mucho tiempo?
—
Treinta años en total, para obtener el grado de Guardián de élite… — Hotaru
dijo casi con presunción.
—
¿Cuántos años tienes entonces? — Hyuuga preguntó mirándole de arriba abajo.
Ahora que lo piensa, durante todo ese tiempo Hotaru no ha cambiado
prácticamente nada. Cómo no pensó antes en la posibilidad de que envejeciera
lento.
—
Los suficientes para ser encomendado a ti, Junpei. Ahora, por qué ustedes no
charlan un momento mientras yo voy a saludar a los demás. Esta tarde
descansaremos de todo, Junpei. Teppei, no le metas ideas raras en la cabeza.
—
¿Ah? Por qué dices eso, Hotaru.
Pero
el Guardián se alejó dejándoles ahí, en medio de este amplio recinto que de
pronto se sentía muy solitario. Hyuuga tenía su mirada fija en el licántropo,
mientras que Kiyoshi se rascaba nerviosamente la nuca.
—
Eres muy alto.
—
Creo que tiene qué ver con mi naturaleza sobrenatural. Tú eres, muy lindo… — Agregó con una sonrisita.
—
¡Ah! — Hyuuga se sonrojó y farfulló entre dientes algo sobre que se trata de
cumplidos para chicas, no para hombres como él.
—
¿Eres mago?
—
Parece que en parte.
—
¿En parte? ¿Eres híbrido?
—
No tengo permitido decir quién soy a alguien en quien no confío.
—
Oh, entonces tengo que volverme alguien digno de tu confianza, Hyuuga~
Así
comenzaron su relación. Como un par de desconocidos que naturalmente buscó
convertirse en alguien en la vida del
otro. Casi un año más tarde, Hyuuga y Kiyoshi seguían reuniéndose a menudo,
viajando de una villa a la otra para coincidir. La amistad forjada sin embargo
había mutado, se daban cuenta de ello. Había sugestivos coqueteos entre sí
cuando sabían que estaban solos o que nadie les veía. Ocasionales roces de
manos, sonrisas cómplices, salidas a mirar las estrellas. Ambos saben que esta
energía que fluye entre ellos, no es normal,
pero a ninguno les importa demasiado. Esto es, gustarse. Del modo en que un
chico gusta de una chica.
—
Hyuuga, ¿puedo llamarte por tu nombre?
—
¿Ah? — Mirarle a los ojos y encontrar en sus pupilas el por qué que altera su
corazón y hace sudar sus manos… — Bueno, si quieres… — Fingir indiferencia y
fallar en el acto. Sus mejillas se ruborizan y la luz de las estrellas y la
luna es tan nítida que permite verlas con claridad… — Entonces yo puedo
llamarte por el tuyo, ¿cierto?
—
Por supuesto, Junpei.
—
No te acerques tanto, idiota.
—
¿Y mi nombre, Junpei?
—
No te acerques, tanto… Teppei.
Suspirar
y recibir la primer muestra de aquel tipo de afecto prohibido. Un beso. Ha sido corto, casi incómodo por el hecho de
ser chicos, pero significativo por saber de dónde
viene y a quién es dado. En adelante, cada noche los besos vinieron de tanto en
tanto. Al principio uno o dos solamente, y eran exclusivos de las negras
sombras; con el pasar del tiempo se animaban a besarse en luz de día siempre
que consiguieran apartarse de la vista de Hotaru. Aunque presentían que algo
intuía el Guardián, sin embargo se escudaban en el silencio que profería.
Luego, a un mes de distancia, los besos comenzaban a ser insuficientes, sus
cuerpos se buscaban con cierta desesperación, y un par de semanas más tarde comprendieron lo que necesitaban. Relaciones sexuales.
La
primera vez que tuvieron sexo, o más bien intentaron, ninguno de los dos sabía
bien cómo funcionaba entre hombres, y tocarse tan íntimamente para darle placer
al otro fue tan vergonzoso que terminaron con los ojos cerrados bajo el puente
natural que formaba el tronco de un grueso árbol derrumbado en uno de los
brazos del río que cruzaba la montaña, con sus pies helados por el agua que
corría a nivel bajo, y la sensación de los peces nadando con la corriente
jugueteando entre sus dedos. Esa fue la primera vez que oyeron un gemido tan
erótico venir del otro, y también de saber qué se sentía tener la mano sucia de
otra semilla que no era la propia.
La
segunda vez y la tercera, y unas cuantas más después de esa, fueron cogiéndole
el modo a este contacto sexual. Y cuando estaban por cumplir un año de
clandestina relación, lo hicieron hasta el final. Es decir, Hyuuga supo lo que
era perder la virginidad de su intimidad, penetrado por un Kiyoshi que se
disculpó con cariño susurrándole al oído por cada vez que embistió contra su
cuerpo. Había sido doloroso e incómodo, pero todavía había resultado la mejor
experiencia de toda su vida. Una semana después su padre falleció
inevitablemente. Y apenas un par de meses más tarde, su madre también, consumida
por la tristeza y una dosis de locura.
—
Me siento culpable.
—
Por qué.
—
Porque ellos nunca supieron que su hijo, su único hijo, deshonraría a la
familia de la manera en que lo estoy haciendo.
Kiyoshi
comprendió a su pareja, pero fue incapaz de decir nada. Porque él, a pesar de
todo, no se arrepentía de amarlo como lo hacía. Y esperaba que los padres de
Hyuuga donde quiera que estuviesen, no le odiaran por sentir lo mismo por él. Pasaron
al menos dos años más desde entonces, la relación del Ángel y el licántropo
sufrió altibajos, pero nunca contemplaron la posibilidad siquiera de renunciar
al otro. En algún punto de esos años se dieron cuenta de que Hotaru siempre
había sabido de lo suyo, pero que nunca había dicho nada porque no se sintió
con el derecho de decirles cómo llevar su vida sexual o romántica.
—
Ustedes saben bien que de todas formas es difícil. Para los mortales su
relación no puede ser más que clandestina, pero si alguien se entera serán
marginados. Para los inmortales, que dos especies se mezclen es imposible. Así
que estar juntos es decisión suya, conocer las consecuencias de sus actos,
también.
Para
aquella época Hyuuga había cumplido los 21 de edad, y tenía cierto dominio
sobre sus poderes mágicos. El Ángel sin embargo todavía no enfrentaba las más
duras pruebas para sus voluntades. Entonces fue aceptado en el Clan Kuroikage,
se decía que su integración había sido posible por influencia del líder de la
Orden de los Guardianes, a quien nadie conocía en persona, ni siquiera Hotaru.
Y eso generó revuelo entre los integrantes más importantes del Clan.
—
Todos aquí somos vampiros de sangre pura. Por qué aceptamos a un muchacho cuya
naturaleza ni siquiera está definida ante la Asamblea. Y puedo decirlo, ese
chiquillo no tiene la apariencia de un vampiro. Qué estás intentando, Toshio.
Uno
de los principales en el Clan exige saber, pero el hombre que preside la máxima
autoridad se limita a mirarle con profundidad. El azul que brilla en sus
pupilas se impone, el temple de su expresión recia calla otros reclamos.
—
Se hará así. Hyuuga Junpei es ahora uno de los nuestros. Y más vale que nada
salga de esta cámara, si eso sucede, me encargaré personalmente de solucionar
el problema.
Los
murmullos ni siquiera llegaron. Todos ahí saben que Toshio es un vampiro
sereno, pero cruel cuando se trata de imponer su voluntad. Y aún así, sus
decisiones siempre resultaban a favor del Clan, por eso era tan respetado como
líder. Y también por eso, tenía un lugar en el Sínodo de las Tinieblas.
Hyuuga
no entendía el motivo por el cual debía ser integrado a un Clan cuando ni
siquiera podía decir que fuese un vampiro. O fingirlo.
—
Es por seguridad, Junpei.
—
¿Seguridad?
—
No puedes seguir en el anonimato, pero tampoco puedes presentarte al mundo como
un Ángel.
—
No lo entiendo, Hotaru-san.
—
Sé que no. Y discúlpame por no poder explicártelo más. Solo, confía en
nosotros, ¿sí?
—
Pero, si estoy en un clan de vampiros, cómo podía seguir viéndome con Teppei si
él es un licántropo. Si el Clan Kuroikage se enterara, probablemente se
convertiría en un gran problema.
—
Entonces, dejen de verse, al menos por un tiempo.
—
¡No quiero! — Renegó, tan convencido que incluso una onda de magia se
desprendió de su cuerpo. Hotaru no sintió peligro en esta magia, pero tampoco
le pareció que fuese buena señal.
—
Junpei, eres un Ángel. Tu futuro, te guste o no, está ligado a lo que eres.
Tarde o temprano tendrás que elegir, tu futuro, o a Teppei.
Las
cosas se complicaron incluso más en adelante. Hyuuga se adaptó al Clan
Kuroikage y se las apañó para seguir reuniéndose con Kiyoshi, aunque ahora
fuera de vez en cuando. Los encuentros entonces se volvieron intensos, y cada
relación íntima más frenética que la anterior. A veces Hyuuga volvía a casa con el cuerpo marcado en sitios ocultos
bajo las ropas, pero en otras les era inevitable controlarse y dejaban huellas
algo más visibles, como en el cuello. Toshio era un líder prudente, y tolerante
de muchas maneras, pero no podía decir lo mismo de aquellos a quienes lideraba.
—
Junpei, hablemos muchacho… — Hyuuga siguió al vampiro hasta la sala principal,
donde se encontraron a solas… — La tensión entre clanes de las diferentes
especies está ahora en su máxima apogeo, ¿sabes? Hay una guerra a punto de
desatarse, así que considero que debes ser más prudente.
—
Sí, Toshio-san.
—
No salgas del Palacio hasta que te lo haga saber.
—
¿Eh?
—
Estarás bajo custodia por un tiempo.
—
¿Bajo custodia? ¿Por qué?
—
Te lo acabo de decir, hay mucha tensión allá fuera. Y tú no eres alguien que
deba andar por ahí como si nada, yendo y viniendo a tu antojo.
—
¡Pues es mi vida, sabe! ¡Debería ser capaz de hacer lo que quisiera!
—
Deberías, pero no es así… — El Líder vio a Hyuuga a punto de protestar, así que
entonces él le calló empujándole repentinamente contra el suelo de madera,
presionando su cuello y cortándole la respiración… — ¿Ves cuán fácil ha sido
para mí? No salgas, Junpei.
Hyuuga
se dio cuenta de lo inmaduro que era aún. Y no tuvo más opción que ceñirse a
esta orden de Toshio. Al menos por un tiempo, pero no pasaron siquiera dos
meses cuando decidió escaparse una noche para reunirse con Kiyoshi en la aldea
vecina. Aquella fue la fatídica noche en que su relación se comenzó a
desmoronar realmente. Luego vinieron las guerras y las consecuentes grietas que
se abrieron en el corazón del Ángel. Tan hastiado del mundo y sus absurdas
guerras, que todo lo que deseaba a menudo era que todo terminase. Hotaru se dio cuenta de la forma en que la magia del
Ángel fluctuaba cuando más fuertes eran sus emociones y se preocupó por el
curso de su vida. Expuso sus inquietudes al Consejo de la Orden de los
Guardianes y esperó varios días hasta que recibió su respuesta.
Exterminar
el problema si se salía de control.
Matar al Ángel.
Hotaru
sin embargo no estuvo convencido de aquel mandato desde el principio, e incluso
al final terminó desobedeciendo y haciendo algo prohibido. Reprimió la magia de Hyuuga suprimiendo sus memorias con hechizos
que ni siquiera estaban totalmente estudiados. Esto porque a lo largo de los
siglos, los hechizos han sido estudiados minuciosamente por un grupo de
guardianes llamados Cognoscentis, por
su habilidad para conocer el origen de los hechizos incluso sin presenciarlos,
además ellos analizan lo que está antes y después de una gran variedad de
hechizos. Así, han sido clasificados entre hechizos permitidos y aquellos
prohibidos. Éstos últimos son considerados de esta manera porque no ha podido
esclarecerse el efecto final que producen, ya que algunos han conducido incluso
a la muerte.
Sin
embargo, Hotaru había sido influenciado por el amor que vio entre su pupilo y
su amigo. No tuvo pues corazón para separarles, y menos, exterminando a Hyuuga. Luego todo pasó asombrosamente rápido.
Hyuuga se sacrificó por el Clan
Kuroikage, por la humanidad misma, sabía que estaba perdiendo el control sobre
sí mismo y aceptó su destino. Kiyoshi rogó que no lo hiciera, mató a algunos
guardines por él, y los tres quedaron marcados por este pasaje de sus vidas. Al
final, Hotaru hizo lo que quiso más
no lo que tenía. Kiyoshi sin embargo
no supo la verdad sino hasta años más tarde, porque para él, su amado Junpei
fue exterminado.
--//--//--
Actualidad…
Entre
los mortales el dicho “recordar es vivir” suele ser mencionado con diversos
matices. Para algunos es la oportunidad de memorar los buenos momentos del
ayer, para otros es traer al presente el sufrimiento y querer rescatar lo positivo de aquellas experiencias. Como
quiera que sea, recordar es sentir otra vez.
Y
recordar, es también mirar en el ayer, hacer introspección. Calar hondo,
reabrir la herida. Amar de nuevo.
Inconsciente
o conscientemente, Hyuuga y Kiyoshi lo han hecho. No requirieron más palabras
porque fueron demasiado vívidas las memorias de su relación hace décadas. Las
lágrimas resbalaron rebeldes por las mejillas de Hyuuga, empañando sus anteojos
y haciéndole sentir vulnerable, ansioso, solitario.
—
Teppei, te necesito. No puedo aceptar que ya no me ames. ¡Soy mejor que ese
chico!
—
Junpei, no es acerca de quién es mejor. Tú lo sabes.
—
¡Pero me amabas a mí!
—
Lo sé, y yo… yo, todavía moriría por ti. Pero no puedo apartarlo a él de mi
pensamiento.
…
Sakurai
sujetó a Izuki cuando el chico perdió la fuerza y perdió el conocimiento.
Después de todo ha mirado en el
pasado de Hyuuga y Kiyoshi. Ha sentido
sus emociones y sufrido sus vicisitudes. Ha construido el pasado a través de
sus sentimientos, de percibirlos en la distancia y dejar que su mente libre conecte los hilos que flotan
invisibles alrededor de ellos, de sus almas. Hilos que entretejen una historia.
Un telar sin terminar, una vida de redes complicadas, de miedos, de misterios,
de amor.
—
Izuki-kun…
—
Lo he visto. No ha sido todo, pero lo comprendo. Entiendo por qué Hyuuga no
puede renunciar a Kiyoshi, y por qué él seguramente le elegirá.
El
chico ojo de águila sonrió derrotado.
Gruesas lágrimas botaron de sus ojos corriendo por sus mejillas, empapándole
hasta el cuello. Sakurai no supo qué más hacer excepto abrazarle y darle algún
apoyo con aquel gesto.
Y
su pensamiento vagó inconscientemente en busca de la esencia mágica de su
novio. Aomine tenía sus propias pruebas contra su padre. Y no era el único.
--//--//--
El
Concilio Supremo se mantiene cauteloso, sin embargo es un hecho que las aguas se han enturbiado entre los Clanes
de vampiros, licántropos y magos. Los híbridos mantienen la guardia pero
prevalecen al margen, al menos aquellos que no pertenecen a clanes con especial
poder.
Seijuro
ha comenzado a mover sus piezas, su padre también. Y cada poderoso líder de
diversos Clanes. Toshio Kuroko no queda exento, Demiyah le acompaña y se
preocupa. Vivió algo como esto mucho tiempo atrás, antes de que su esposo
conociera a Natsuki, antes de que ella se encargara de la crianza de Tetsuya.
Antes, de que el Clan Kuroikage se convirtiera en el Clan Kuroko.
—
Estás preocupada, Demiyah.
—
Por supuesto, querido.
—
Creí que estabas confiando en lo cautelosos que hemos sido. Habíamos pensado en
este momento desde hace al menos cien años, Demiyah.
—
Sí, lo sé. Pero muchas cosas han cambiado en este siglo. Y han aparecido
variantes que ni siquiera habíamos contemplado.
—
Ta vez, pero sabíamos que existirían. Guardamos prudencia para un margen de
error. Y aún así, sabemos que podemos fallar. Pero hacemos esto por la
humanidad.
—
Toshio…
—
No temas, mujer. Incluso si nosotros fallamos, Tetsuya no lo hará.
--//--//--
Takao
y Midorima se han encontrado casualmente
con Kise y Kasamatsu.
—
Así que ustedes son los que están reclutando
inmortales para un nuevo Clan.
—
Tengo la impresión de que no nos hemos reunido por casualidad.
—
Ciertamente no, escuché algunos rumores y decidí forzar un poco el encuentro.
Me llamo Takao Kuzanari. Y éste apuesto y sexy chico es Midorima Shintaro.
Continuará……
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión