jueves, 29 de diciembre de 2016

YooSu lobo-neko. Miniserial. PARTE 6.




El zorro morocho abrió los ojos de par en par. ¿Cuándo había pasado esto? La prueba de embarazo ha dado positivo.

Cuando ChangMin le contó a Hayami sobre su embarazo, más específicamente su incredulidad por estarlo, el zorro japonés le abrazó cariñoso, meciéndole suavemente para que se tranquilizara. Ahora entendía el comportamiento de su amante de las últimas semanas, tan nervioso y arisco. Aunque su carácter solía ser indiferente o agreste, no rayaba en su actitud evasiva a prácticamente todo. Hacía unos días le había prohibido a Constantine entrar a su casa, y a Kenzo salir; los había tratado cual Romeo y Julieta. Y lo mismo fue para Lucka cuando quiso ir de cine con Iker.

— ChangMin ah, ¿estás enojado?

— No. Pero, estoy sorprendido. Nos hemos cuidado todo el tiempo, no entiendo por qué estoy preñado.

— ¿Y es necesario entenderlo? ¿No podemos simplemente tomarlo como un regalo divino y estar felices por ello?

Las orejas del zorro se agitaron suavemente mientras el hombre viraba el rostro para enfrentar la mirada de su amante. Se sentía bien, siempre se sentía de esta manera, ahí, en el regazo de Hayami recibiendo su cariño incondicional, quedándose con su calor corporal.

— Nunca voy a entender por qué te enamoraste de un hombre como yo, Hayami-baka.

— Mh, tampoco es necesario entender eso. Te amo y ya, y soy feliz con todo lo que me das. Y quiero que estés feliz con esto, como lo estoy yo.

— Estoy feliz, Hayami. Solo sorprendido, en serio.

— ¿Sí?

— Sí. Y no me mires con esos ojos pícaros, tampoco empieces a acariciarme la cola, ngh~. Baka, los chicos llegarán en cualquier momento, comp…mgh~.

El zorro japonés le ignoró, acariciando de arriba abajo la esponjosa cola de su amante, mordisqueándole con sensualidad una de las orejas, su otra mano se había hecho camino entre sus pantalones bombeando la erección del zorro morocho; sintiendo cómo el trozo de carne crecía en la palma de su mano. El zorro morocho se estremeció sobre el regazo de su amante, frotando en la inercia de sus movimientos sutiles, la entrepierna de su amante. El japonés presionó la punta cuando llegó al final, cubriendo con la yema de uno de sus dedos la abertura fálica, luego dejó que su cola se enredase en el tronco, masturbándole con ella.

— Mgh~ ahh~ bakangh~ — Contorsionándose en un burdo intento por no dejarse arrastrar por el placer, el zorro morocho solo consiguió llevar la excitación de su amante al límite. Sin embargo, el zorro japonés sabía bien que no tenían tiempo para llegar al final, solo podía hacer que su amante se corriera… — ¡Nghh~! — Encorvando la espalda, el zorro morocho se derramó unos minutos después, yéndose en la mano de su amante. Su respiración era ligeramente pesada, pero se sentía tan genial… — Hayami baka, hentai… — Murmuró, dejando reposar su espalda en el pecho del zorro japonés.

— Sí, sí. Lo siento… — Dijo con una risita en los labios, besándole el cuello, mordiendo su hombro.

— Mentiroso, te conozco. No lo sientes ni un poquito.

— Es verdad. Vamos, déjame limpiarte. Percibo el olor de nuestros hijos, cerca, muy cerca.

— ¡Baka!


Vladimir estaba que no cabía de felicidad. Eider ha aceptado ir al cine. Bien, no era la cita que esperaba porque estarían básicamente en una cita grupal, ya que se han unido a Dayelin con Kilian, y Elián con Maximus. Pero todavía era un sueño cumplido, ya que la neko mayor siempre le ha gustado.

— Yo también quiero ir… — Gimoteó su hermano.

— Tú y Lucka ya vieron esta película, se largaron con los chicos de la clase.

— Pero quiero ir en cita grupal… — Insistió. Demasiado animado porque finalmente es novio oficial del zorro como para ocultarlo.

— Venga, irás en otra ocasión. Y además, sería más genial si fueran solos. En una verdadera cita.

— Es verdad.

— ¿Hyung, no quiso ir con Kenzo?

— No, dijo que tenía un nuevo libro que comprar.

— Así que en realidad tendrá una cita con él… — Los hermanos sonrieron pícaros. Se imaginaban que su hermano Constantine tenía otro tipo de planes con el zorro. Últimamente le veían consultar libros muy interesantes, concretamente sobre el sexo gay. Sí, así de descarado era el tigre.


— ¿Eh? ¿A dónde vamos, Constantine? La librería está por allá.

— Tú solo sígueme… — El tigre entró en una farmacia, y ahí compró preservativos. Con una facilidad que hizo enrojecer furiosamente al zorro. Al salir, el tigre le arrastró por otra calle, rumbo a una zona hotelera que. Bueno, no hay que pensar demasiado.

— ¡Espera! ¡¿A dónde me estás llevando, pervertido?!

— ¿Ah? ¿No querías que avanzáramos en nuestra relación? — El tigre le miró serenamente, como si en verdad fuese a hacer lo que su novio quisiera.

— S-sí, pero… así nada más, no. Hay que, planearlo, o algo.

— ¿Qué hay que planear sobre hacerlo por primera vez? ¿No me digas que también quieres que sea algo súper romántico?

— ¿Y qué si fuera así? — El zorro preguntó hosco, crispado… — No quiero solo sexo, Constantine. Y menos si solo tú pareces entusiasmado con la idea.

— ¿Qué? Tú también quieres, Kenzo.

— No así, te digo.

— No tenemos muchas opciones. Si es por el hotel, en tu casa o en la mía no podemos. En la escuela tampoco, es demasiado arriesgado, y sería peligroso porque entonces todo el tiempo pensaría en lo que hicimos. ¿Es porque piensas que va a ser doloroso? Porque he estado estudiando, seas el de abajo, o lo sea yo, lo tengo todo en mi cabeza; y…

— ¡Basta! No es por cuestiones metódicas, Constantine.

— Explícame entonces por qué.

El zorro desvió la mirada. Era absurdo decirlo, simplemente estaba nervioso.

--//--

Con los mayores de cita grupal con sus respectivas parejas, y los más pequeños en casa de Jaejoong y Yunho ya que estaban más que encariñados con los bebés de sus amigos, Junsu y Yoochun tenían la casa para ellos solos, por al menos un par de horas. Lo que para ambos significaba una gran oportunidad, para amarse. Han comenzado en la estancia, simplemente asegurándose de que las cortinas estuviesen abajo, para que nadie fuera a mirar desde la calle, y asegurado la puerta principal, si alguien llamaba de improvisto, tendrían que llamar antes, y eso mínimo les daría tiempo de vestirse.

— Yoochunnie~ meow~ — Junsu ronroneaba, encantado con las atenciones del lobo zafiro, quien lamía y succionaba sus pezones concienzudamente, turnando su boca entre uno y otro, mientras sus manos le acarician la desnuda espalda, o presiona su trasero amasando los glúteos… — Ngh~ Chun~.

— Me encanta cómo se ponen de duritos… — Sonriendo lascivo, el lobo sopló contra cada uno de los montecitos, sus ojos ónix brillando con lujuria al ver a su neko amante estremecerse y ronronear.

— Deja de molestarme~ meow~.

— Te gusta cuando lo hago, Su ah.

— Mentira~. ¡Ngh~ meow!

Después de desnudarse entre besos fogosos y caricias insinuantes, Junsu estaba sentado en el regazo de Yoochun, botando arriba y abajo, controlando el ritmo y la profundidad de las penetraciones. Su cola estaba atrapada en una de las manos del lobo, que gruñía entre sonrisas lascivas disfrutando de la prisión de las paredes internas del neko, sentado en el sofá le estaba dejando hacer a su voluntad. Las orejas del neko estaban lánguidas, y se movían ocasionalmente cuando escuchaba su nombre vibrar en labios del lobo, receptivas a su voz ronca y cargada de un deseo que parecía no menguar con el pasar de los años.

— Vamos, Junsu ah, hazlo un poco más fuerte… — Instó, provocándole con una sonrisilla lujuriosa.

El neko se relamió los labios, y tomando una mano del lobo, llevó sus dedos a su boca, lamiéndolos seductor, chupando sensualmente mientras agita las caderas en círculos y siente su cuerpo febril temblar de placer. El lobo zafiro gruñó más ronco con el sensual gesto de su amante, y su falo creció otro poco dentro del neko, que ronroneó arqueando la espalda y acelerando solo un poco el ritmo entre cada embestida. Elevando la cadera de un momento a otro, liberando el pene del lobo, bajando de su regazo y arrodillándose en la alfombra, practicándole felación.

— ¡Joder, ngh! — El lobo se mordió los labios, y sus orejas se irguieron instintivamente. Sus fosas nasales se impregnaron del olor a sexo de su amante, y la libido se le encendió al límite.

Sus ojos ónix con un toque metálico viajaron hacia abajo. Fueron del rostro del neko subiendo y bajando mientras le succiona tragándole hasta el fondo de su garganta, hasta su espalda sudada y el elevado trasero coronado por su rosada cola gatuna. Volvió a hacerse de aquel músculo flexible tironeando suavemente de él, estirando la diestra para hacerse espacio entre los torneados glúteos y empujar dos dígitos en su cavidad anal, embistiendo luego al ritmo de las succiones del neko.

El maullido de Junsu sonó delirantemente exquisito, gozando la profanación en su anillo, y la sensación de su boca llena con el falo de Yoochun. Le gustaba cuando actuaban como lo que son, un neko y un lobo, algo salvajes e instintivos. Aumentó el placer del lobo cuando jugó con sus testículos, lamiéndolos y mordiéndolos mientras su mano continuaba con el bombeo. La saliva que había producido en el acto no solo ha llenado el tronco de Yoochun, sino que también su propia boca y el mentón estaban sucios de ella. Aquella imagen sin embargo solo resultaba tanto más erótica para el lobo, que sacando sus dedos del ano del neko, se levantó, sujetándole el rostro y empujando su pelvis embistió la boca de su amante hasta que se derramó en su garganta.

Un chapoteo húmedo sonó en la estancia cuando Yoochun se alejó, Junsu sonrió coqueto, limpiándose las comisuras y tragando hasta la última gota de semen del lobo. Luego maulló con una sonrisilla divertida, dejándose cargar en vilo y ser llevado de aquella manera hasta la ducha en su habitación en la planta superior. El eco de sus voces se volvió ruidoso cuando Yoochun entró nuevamente en él, Junsu apoyaba sus manos en el azulejo y afirmaba sus piernas para soportar el embate apasionado del lobo, que penetraba tan profundo que le provocaba una sensación exquisita entre el dolor y el placer. Una vez más los dientes del lobo se estaban ensañando con sus orejas, pero esa vez su cola no estaba atrapada en la mano del lobo, en cambio se ha enredado en el muslo de éste, arriba, lo suficiente para considerarse en la ingle, rozándole los testículos, e incluso insinuándose juguetona entre los glúteos de Yoochun, donde la cola lobuna le flirteaba ofreciéndose como consorte a su igual.

Aún tenían tiempo para terminar esa ronda e ir por, al menos, una más.


Constantine estaba seriamente decaído. Para sus padres verle así era completamente extraño. Pero ya que los bebés están durmiendo, junto con Dante y Nasya, y que Kirian y Yannick están cocinando con Jaejoong, Yunho fue y se sentó con su hijo tratando de averiguar lo que le pasaba. Además, tenía un corte en el labio.

— Estoy bien, papá. Esto, fue Kenzo… — Dijo, tocándose apenas el pequeño corte en el labio inferior.

— ¿Qué pasó para que te pegara?

— Bueno, creo que no le gustó mi sinceridad. Papá, ¿es tan malo que quiera tener sexo con él y se lo diga claramente?

El tigre se tensó al instante. Suspiró y cerró los ojos. Primero necesita serenarse.

— Constantine, tienes 16 años. Sé que es normal que pienses en sexo, sobre todo porque amas a Kenzo, pero… necesitas tener un poco más de tacto. Y no sé, tal vez esperar un par de años, o más. Ya sabes, ser adulto antes de…

— No pienso esperar más, papá… — Le interrumpió. Demasiado serio para no sentirse crispado. El tigre suspiró de nuevo, y volvió a cerrar los ojos para controlarse.

— Bien, todo se resume a que la forma en que lo insinuaste no fue correcta. Llevas saliendo con Kenzo casi un año, ¿no? — El menor asintió… — Entonces ya deberías de conocerlo, y saber cómo espera que hagas las cosas. Ha funcionado con el tulipán que cuidan juntos, ¿verdad? — El menor volvió a asentir… — Pues la intimidad es igual, necesitas ser un poco romántico, hacerle sentir seguro, que no parezca que solo quieres sexo con él.

— Ya veo, he estado fallando en eso… — Meditó el menor.

El tigre alpha se cubrió el rostro con las manos. Casi se sentía derrotado en su propio territorio, dándole consejos de aquel tipo a su hijo mayor. Le miró de soslayo y le vio sumamente concentrado. Y terminó sonriendo, porque ama a su hijo después de todo, y sabe que esto es parte de su crecimiento también, aunque demasiado apresurado para su gusto y las expectativas que como padre, inevitablemente se forjó. Muchas personas que los conocen suelen decir que Constantine no se parece mucho a ellos en carácter. Yunho está de acuerdo, pero eso le gusta, porque su hijo tiene su propia identidad, pero si le observa bien tiene rasgos de ambos. Tiene la entereza y la firmeza de Jaejoong, incluso cierta belleza sinigual en la fuerza de su mirada, y sus ojos son tan grandes también. En carácter es terco como él mismo, nunca se rinde y aprende de los errores. Su personalidad está un poco más inclinada a la seriedad y lo intelectual, pero sigue siendo un Jung-Kim, y por eso nunca podría enojarse con él o sentirse decepcionado.

— Papá.

— ¿Sí?

— Gracias. Por hablar conmigo de esta manera. En realidad lo estuve evitando porque pensé que te lo tomarías a mal.

— Bueno, si no te orientamos nosotros, como tus padres, puede que lo que mires de fuera no sea lo mejor.

— Es verdad. ¿También vas a compartir técnicas y eso?

Al tigre le palpitó la venita en la sien. Y de un salto se levantó, vociferando sobre unirse a Jaejoong y los cachorros de Junsu en la cocina. El tigre menor sonrió suavemente. Sabe que se ha pasado un poco. 

--//--

ChangMin está consciente de la actitud de su hijo Kenzo, es que era imposible aún a ojos cerrados no percatarse de los nervios que le tenían todo el tiempo agitado y con su cabeza en cualquier otra parte. Aunque el zorro morocho adivina que está pensando en cierto cachorro de tigre que, muchos dicen, parece más su crío que el de Jaejoong y Yunho.

- Nada más porque tiene un carácter de mierda... - Murmura, mirando de reojo a Kenzo escribir veloz en su tableta, seguro conversando por facebook o twitter, o a saber cuál maldita red social, con Constantine.

- Tú no eras tan arisco en tema de sexualidad.

El zorro morocho volvió la mirada a su amante. El comentario le resulta, verdadero. Cuando quiso, actuó y ya. El zorro japonés le pasó el brazo por los hombros, sonriendo con un dejo de picardía.

- ¿Te acuerdas de lo que hicimos en el cine cuando comenzamos a salir, cariño?

- No te acuerdes de cosas pervertidas... - Le gruñó, porque no, él no quiere acordarse de cómo terminaron tocándose en una sala de cine.

¡Sin ser pillados en el acto!

--//--

ChangMin sujetó su cola, como si así pudiera controlar en algo las reacciones de su cuerpo cuando Hayami le miraba con esos ojos hambrientos. Cuando lo pensaba, se daba cuenta de que ha sido así desde el principio, el instinto le traicionaba y se convertía en un zorro lascivo que casi se ponía en plan seductor para tener de su amante la satisfacción de sus primitivos deseos.

- Joder, no te excites solo con mirarme, baka... - Le fulminó con la mirada, disfrazando su propia calentura ascendente con aquél tono hosco que, de todas maneras , no funcionaba con el zorro japonés... - ¿Qué eres, un adolescente en celo?

- Quien está en celo eres tú, cariño. Yo solo reacciono naturalmente a mi pareja~... - Sonrió con diversión, alargando una mano para acariciar la felpuda cola zorruna.

- Q-quita, baka... - Demandó. Pero su cuerpo se estremecía y sus orejas, traidoras también, respondían gachas al toque sensual de aquella mano.

- Estoy pensando, ¿deberíamos salir de paseo y hacerlo en la playa?

- No. ¡Y no comiences a acordarte de cosas pervertidas!

- ¿Como cuáles, cariño? Cuando lo hicimos en las termas, o en el avión. Ah, te gustó aquella vez en un campamento a la luz de la luna, y en...

- ¡Ngh~! - Cubrirse la boca muy, muy tarde. Ha gemido, y el zorro japonés nunca se detiene una vez ha comenzado.

Nunca. Porque sus negativas verbales son traicionadas por la complaciente reacción de su cuerpo.

--//--

El zorro japonés ha colado sus manos bajo la camiseta de su amante, besando apasionadamente la boca febril que se le entrega resistente a ser dominada. El zorro morocho sintió que su entrepierna comenzaba a despertar.

- ¡Maldito celo! - Resolló en pensamientos, abriendo inconscientemente las piernas para recibir a su amante, cuando éste abruptamente paró y se alejó... - ¡Qué diab...!

Ni siquiera terminó su reclamo. Finalmente lo supo, sus hijos estaban llegando ya, aunque no era hora aún. De todas formas el zorro morocho se acomodó la ropa y pasó sus dedos por sus largos mechones algo ondulados. ¡Por qué él había tardado más en percatarse del aroma de sus hijos!

- Estúpido celo... - Bramó en pensamiento.

- Oh, también están en casa... - Amaya sonrió al ver a sus padres.

- Qué pasó con las clases vespertinas?

- Se suspendieron, los profesores dijeron que van a hacer reparaciones en todo el circuito eléctrico o algo. ¿Interrumpimos algo?

- Nada. Entonces, qué les parece salir en familia. Cine y cena... - Propuso Mokomichi. Sus hijos aceptaron de inmediato.

Excepto Kenzo.

- Yo, pensaba salir con Constantine... - Dijo, nervioso a decir verdad. Le gusta salir con su familia. Pero esa noche.

Esa noche por fin se ha decidido a hacerlo con el adolescente tigre.

--//--

El zorro japonés accedió fácilmente a que su hijo no saliera con ellos si ya tenía cita con su novio tigre. Peo el zorro morocho, bueno, él también accedió, aunque no con el mismo entusiasmo que su amante.

— Kenzo, ven conmigo, quiero hablarte.

— ¿Eh? Pero mamá, yo quería vestirme y… — Toparse con la mirada severa de su madre y sellar los labios, siguiéndole con la cola entre las patas. Literalmente.

Cuando Kenzo siguió a su madre, aún con el bolso de la escuela al hombro, hasta la habitación de sus progenitores, comenzó a sentir que algo era sospechosamente inquietante. Sus alarmas se activaron por instinto.

— Muéstrame tu bolso, Kenzo.

— ¡Ah? N-no, ¿por qué? — Nervioso, el zorro adolescente se aferró a su bolso.

— Dije muéstrame, Kenzo.

El adolescente no tuvo entonces más remedio que ceder. Su madre vació el bolso sobre su cama. Cuadernos, libros y otras “cosas” cayeron sobre el colchón. El zorro morocho sintió que le palpitaba la venita en la sien. Lubricante y condones, esas eran las otras “cosas” que sospechó encontraría en el bolso de su hijo.

— Mamá, yo…

— ¿Tú, qué? ¿Vas a explicarme? Kenzo, vas a salir con Constantine para tener relaciones sexuales. Hace un par de días estabas parloteando sobre lo insensible y tan poco romántico que es tu novio a pesar de ser un adicto a la lectura y que seguramente se ha devorado libros románticos.

— Lo sé, es que… mamá, es muy vergonzoso hablar de esto contigo.

— Soy quien te dio a luz, me importa un comino si lo encuentras vergonzoso, vamos a hablar. ¿Por qué decidiste hacerlo con Constantine? Y no se te ocurra decirme que lo amas, porque esa no es una respuesta para mí.

— ¿Y si es la única que tengo, mamá? — Preguntó, bajando la mirada y agachando las orejas.

Porque esa era la verdad. Constantine no tenía gran sentido del romanticismo, pero a su manera le hacía sentir seguro. Así que no ha encontrado más razones para seguirse negando a dar ese gran paso en su relación con el adolescente tigre.

El zorro morocho bufó, y tomó las “cosas” de su hijo botándolas en el cesto de basura de la habitación. El adolescente quiso replicar, pero discutir con su progenitor no tenía caso. Su padre fue hacia su cómoda, y sacó de uno de los cajones algo que entregó en las manos de su hijo.

— No sé dónde compraste eso, pero no es bueno. Escucha, hacer el amor por primera vez con alguien a quien quieres es algo muy importante, si ya lo has decidido, no gano nada con oponerme. Así que a cambio te daré unos consejos, usen siempre lo mejor. No importa si vas arriba o abajo, sentirte cómodo con tu pareja es lo más importante, si algo no va bien, siempre pueden parar, relajarse e intentarlo de nuevo. El mismo día, o en otra ocasión. No hay por qué apresurar las cosas, Kenzo.

El adolescente sintió sus mejillas calientes. No, pensándolo bien, le ardía todo el rostro. Su madre le ha dado condones y lubricante, ¡eso es para morir de vergüenza! Además, sus palabras también son tan, cálidas. Aunque su progenitor no ha sido particularmente cariñoso nunca, suele tener momentos como ese, en que las palabras son las que transmiten su amor hacia ellos.

— Mamá, gracias. Por, no gritarme o enojarte conmigo por, esto.

— No es que esté contento del todo, pero. Eres mi hijo, Kenzo. Si siendo tu madre no te apoyo, no disfrutarías estas experiencias como yo la disfruté con tu padre. Aunque, hay varios años de diferencia. Eres un adolescente, no puedo ignorar ese hecho, pero estoy seguro de que eres inteligente, y de que has elegido a la pareja ideal para ti.


Cuando Kenzo salió rumbo a su cita con Constantine, el zorro japonés felicitó a su amante por dejarle ir sin hacer un escándalo.

— En cierta forma, creo que has actuado así solo para no ser el blanco de las bromas de tus amigos, ChangMin.

— Siempre seré más inteligente que Yoochun y Yunho, baka.

El zorro japonés se rio de las ocurrencias de su amante, luego salieron con sus otros tres hijos tal como lo han sugerido. La película que vieron estuvo bastante entretenida, y la cena estuvo exquisita, la han compartida en un popular restaurante familiar, que no era precisamente el de Mokomichi, pero sí de un amigo de éste. La vuelta a casa es silenciosa, los adolescentes van somnolientos en el asiento trasero.

— Te dije que cerrar la noche con llevarlos a ver ese musical iba a ser demasiado para ellos, ChangMin ah.

— Quería verlo, y hoy era el último día, no iba a perdérmelo.

— No sé, tengo la impresión de que querías dejarlos K.O. por algo más… — Que el zorro japonés le mirase con picardía, hizo desviar la mirada al morocho.

Porque no está equivocado.

El zorro morocho miró la hora en el tablero del auto, pasaba de medianoche, y todavía le inquietaba si su hijo volvería a casa o no.

— Kenzo está bien. Constantine no es tan insensible, cariño.

— Más le vale que no.

— Bueno, tú lo pasaste bien la primera vez que lo hicimos.

— Quieres dejar de recordar cosas de nuestro pasado, baka.

Mokomichi sonrió divertido. No, no podía. Y no era cuestión de ahora, siempre recuerda alguna cosa del ayer.

…Flashback…

¿Cuánto llevaban saliendo? Siete meses, ocho tal vez. ChangMin no podría recordarlo en ese momento porque, vamos, quién puede pensar cuando su novio le acaricia de aquella manera desnudándole casi sin que él se percate de más nada que el calor abrasador que sacude su cuerpo dominado por el toque lascivo de Hayami.

— Ngh, Hayami~ — Jadea mordiéndose el labio inferior y siente cómo su espalda se arquea al sentir la lengua del mayor pasearse por su ingle.

Quiere que vaya más rápido, que alivie la excitación de su entrepierna. Que lo haga suyo. Su esponjosa cola se agita, se eleva, y él por alguna razón se gira de pecho al colchón (ni siquiera sabe cuándo llegaron a la habitación, y no le importa), eleva el trasero y abre las piernas. Le muestra su orificio al zorro japonés y jadea alterado. Tan ansioso. Está en celo. Malditas feromonas.

— Tranquilo, no voy a parar por ningún motivo… — Mokomichi dijo sonriendo lujurioso, acariciando las piernas del zorro morocho, lamiendo la línea de su espalda y rozando su entrepierna contra su trasero, enredando su cola con la ajena, subiendo hasta las anchas orejas, mordisqueando la curvatura de éstas.

Los sonidos guturales que el zorro morocho estaba emitiendo eran curiosos gemidos de placer que el zorro japonés estaba sintiendo directamente en su erección. El duro miembro se friccionaba contra las nalgas del menor de los dos aumentando el calor que ambos cuerpos continuaban desprendiendo.

— Voy a prepararte ahora, ChangMin.

— No tienes que avisarme, baka.

El zorro japonés retrocedió hasta que su rostro quedó frente al trasero del zorro morocho, sujetó la cola por la base, justo en el nacimiento sobre la cavidad anal y presionó arrancándole un gemido al menor. Gemido que retumbó en la habitación, como si las vibraciones sónicas hubiesen rebotado ruidosamente contra las paredes. Sonrió satisfecho y continuó su labor, separando los glúteos del zorro morocho y lamiendo directamente sobre el estrecho agujero, llenándole de saliva, empujando su lengua en él hasta ir ganando terreno dentro del pasaje.

— Mgh~ — El zorro morocho arañó las mantas, enterrando el rostro contra la almohada. Era incómodo, pero jodidamente placentero lo que su novio hacía en aquella zona de su anatomía.

Mokomichi continuó empujando su lengua por minutos, lamiendo la carne rugosa de Shim, tomó más tarde un poco de lubricante en sus dedos y los llevó allí, uno a uno tres de sus dígitos fueron dilatando el agujero anal hasta que aquellos entraban y salían con mayor facilidad, sin demasiada oposición natural de las esfínteres del zorro morocho. Los apartó y nuevamente se irguió, llevando un camino de besos por la espalda hasta el oído del menor.

— ChangMin ah, ¿sabías que estás diseñado para que yo te ame? — Murmuró seductor, perfilando la punta de su pene en el pasaje de su novio.

— ¿Qué diablos significa eso? — Gruñó por inercia, respirando agitado pero profundo en cuanto sintió la erección de su novio presionando su cavidad… — Ngh~ maldición, más… más despacio, Hayami.

— Voy lento, relájate cariño. Te amo, ChangMin… — Murmuró mordisqueándole nuevamente una felpuda oreja, empujando suave su pelvis, controlando apenas el deseo instintivo de ir rápido y profundo.

El zorro morocho tensó inconscientemente los músculos internos de su cavidad, impidiendo que su amante avanzara más. El zorro japonés rodeó entonces el vientre de su novio con una mano, mientras la otra acariciaba el tronco fálico, rodeando con su palma y bombeando de arriba abajo, frotando con el índice la fisura en la cabeza, esperando relajarle lo suficiente como para que le permitiera ir más adentro.

— Vamos, amor. Déjame amarte… — Pidió dejándole dulces besos en el hombro.

— Eres, demasiado grande, baka… — Jadeó, tomando un hondo respiro e inclinándose más sobre el colchón, casi recostándose sobre éste.

— Ngh, no digas eso ahora.

— ¡Por qué diablos creces más, Hayami baka!

— Ya, calma. Lo siento, ChangMin. Lo siento.

Pero no fue tan sencillo, el zorro morocho se relajó hasta que el placer en su entrepierna le distrajo lo suficiente y el zorro japonés aprovechó su distracción para empujar de una y entrar completamente en él. Por supuesto, el zorro morocho blasfemó en su contra por un rato, derramando lágrimas y sintiendo que escocía allá al sur de su coxis.

Mokomichi se disculpó varias veces, regalándole más besos tiernos y caricias que aliviaran el dolor de la penetración. Shim se relajó un par de minutos después, pero recibir las primeras estocadas no fue fácil para él. Sin embargo, mejoró cuando el zorro japonés acarició su cola, peinando su pelaje con los dedos, mimándole las orejas con su lengua, embistiendo suave y sin llegar al final en cada estocada, empujando su pelvis quizá hasta la mitad de su falo. Y luego, gradualmente fue aumentando hasta que nuevamente entraba y salía por completo, golpeando finalmente la próstata del zorro morocho y obteniendo esos gemidos de auténtico placer en adelante.

— Ven, sobre mí ChangMin.

Dijo, y se sentó sobre la cama, con el zorro morocho dándole la espalda, cabalgando inexperto su virilidad, botando arriba y abajo, agitando la cola y moviendo las orejas sin parar de gemir, ocasionalmente haciendo vibrar su nombre mientras tiembla de placer.

La piel morocha del zorro brillaba por las perlas de sudor que han comenzado a formarse en su febril anatomía, y mientras el zorro japonés le observa desde atrás, encuentra seductora la forma de su silueta, aprecia incluso el dolor de las uñas del zorro morocho clavándose en sus muslos mientras mueve la cadera arriba y abajo marcando el ritmo de las penetraciones. Los músculos de sus brazos y piernas le seducen también, o cómo contrae las paredes internas de su cavidad cuando le tiene completamente dentro.

— Hayami, n-no, puedo más~ Mghh~.

— De acuerdo, haré que te corras, cariño.

Sujetarle la cintura y empujarle hacia el frente, saliendo de él por los segundos que le toma hacerle girar y volver a entrar, viéndole entonces de frente, sonriendo al sentir cómo le rodea la cintura con las piernas, gimoteando por más al tiempo que le mira y se siente abrumado por el intenso brillo en sus pupilas oscuras. Tomar impulso y moverse, vaivén de caderas sincronizado que los hace danzar en un baile candente de pasión, lujuria y amor. El zorro morocho se aferró con los brazos en la espalda del zorro japonés, demandando de sus calientes labios un fogoso beso que lo llevó directo a las nubes.

Los gemidos de ambos zorros llenaron la habitación ya colmada de calor, luego, casi sin que ninguno pudiera advertirlo, el primer orgasmo de la noche los alcanzó. Mokomichi gruñó tan ronco y áspero, que Shim fue seducido en su propio éxtasis por aquel sonido de placer, corriéndose simultáneamente.

— No usaste condón, Hayami baka.

— Lo siento, lo haré la próxima vez.

— Idiota… — Sonreír con una dosis de sarcasmo y empujarle contra el colchón… — Mi turno ahora.

— Pues… — El zorro japonés sonrió con confianza… — ¿Debería dejarte, cariño?

— ¡Claro que sí, baka! ¡Yo también soy macho!

…Flashback…

— Te estuviste acordando de algo, ¿verdad? Hayami baka.

— Sí, me descubriste, cariño. Pero, acabo de recordar que la primera vez nos excedimos, no pudiste moverte al día siguiente, y te costó un poco los próximos dos o tres.

— Ng, cállate, baka… —“Ah, olvidé advertirle a Kenzo. Si se dejan llevar y terminan haciéndolo dos veces o más, con uno de ellos abajo, va a ser difícil para el cuerpo mañana”. Pensarlo sin embargo, podía ser un poco tarde ahora.

Kenzo y Constantine han consumado su amor.

--//--

Entraron a la habitación de hotel con los nervios a flor de piel. No, en realidad solo el zorro parecía con los nervios a flor de piel. El tigre por su parte estaba más concentrado en observar la habitación que en prestar atención a su pareja.

— ¿Debería ducharme?

— ¿Mh? Ah, como quieras. Yo tomé una antes de venir contigo.

Que el tigre le respondiera así, tan quitado de la pena, hizo palpitar la venita en la sien del zorro. Estaba llegando a su límite de paciencia.

— ¡Podrías al menos mirarme cuando hablo, Constantine!

— ¿Por qué gritas? No estoy sordo, Kenzo. Ya, te estoy mirando, qué te pasa.

— ¿Qué me pasa? ¡Vamos a tener sexo, gran idiota! ¡Al menos finge que esto te pone un poquito nervioso?

— Estás histérico, y pensé que eso solo les pasa a las chicas.

El zorro se tiró de los cabellos, y sintió sus ojos escocer. Realmente se había equivocado al venir y pensar que estaba listo para hacerlo con Constantine.

— Pero estoy nervioso. Y mucho. Tal vez no lo parezca, pero mira… — Dijo, casi pasando de largo con la rabieta emocional de su novio, acercándose para tomar sus manos… — Me sudan y tiemblan, ¿verdad? Y aquí… — Añadió, llevando una mano del zorro a su pecho… — ¿Ves? Me late como si tuviera taquicardia. Claro que estoy nervioso, estoy aquí para hacer el amor con mi novio, contigo, Kenzo.

El zorro entonces sí que lloró. Un poco de frustración y otro tanto de emoción. El tigre le limpió las lágrimas con los pulgares, murmurando palabras de tranquilidad.

— ¿Cómo es que nos cuesta tanto comunicarnos? — Lloriqueó, sonriendo por las suaves caricias del tigre, sorbiendo la nariz y abrazándole… — Me volveré loco por eso.

— Mh, pues con el hecho de haberte enamorado de mí ya lo estás, así que lo demás es añadidura. Y te hace ver lindo, aunque parezcas una chica con esos raros cambios de humor.

— No me gusta que digas que parezco chica… — Gimoteó… — A menos que tú esperes que sea una.

— Ni de coña, me gustas tú. Si fueras una chica probablemente igual me gustabas, pero eres un chico, y me gusta la idea de hacerlo contigo así. ¿Ya estás mejor? — El zorro asintió… — Entonces, ¿ya podemos continuar?

— Sí. Pero, también me duché antes de venir, así que lo de la ducha ya está de más.

— Qué bien, porque me iba a morir de nervios esperando que salieras… — Constantine dijo, y de inmediato comenzó a sacarse la ropa. La chaqueta desapareció en un parpadeo, y cuando comenzó a desabotonarse la camiseta, el zorro le detuvo… — ¿Ahora qué? ¿Te vas a arrepentir?

— No es eso. Es que, déjame algo, idiota… — Kenzo dijo, sonriendo un poco mientras sus dedos temblorosos continúan la labor de antes… — Ya solo quedaban tres botones, cómo es que lo hiciste tan rápido con los demás.

— Yo qué sé, quiero tocarte ya así que sácate la ropa también.

— ¡Hey! ¡Espera, cálmate~! Despacio, bésame y acaríciame, o va a parecer que solo quieres mi cuerpo y ya. Constantine.

— Quiero todo de ti, Kenzo. ¿Qué diferencia hace desnudarte rápido o lento? De todas maneras, lo que quiero es recorrer lo que cubre tu piel.

Las mejillas del zorro se encendieron al instante. Eso había sonado romántico, con el estilo indiferente del tigre, pero romántico, al fin y al cabo.

— Bien, solo compláceme un poco, ¿sí?

El tigre miró a los ojos a su novio. Le molestaba apenas un poquito que fuera varios centímetros más alto, pero estaba bien, se ajustaban a las circunstancias. Asintió y le dejó ser, permitiendo que le desnudara con toda la paciencia del mundo –no fue tanto tiempo, pero para su inquieto corazón y alteradas hormonas, casi fue una eternidad–. Después, tuvo que ingeniárselas para ser paciente también al desnudarle, lo que solo consiguió besándole mucho. En la boca, el cuello, los hombros, el pecho. Por un momento incluso olvidó su verdadera labor cuando se enfocó tanto en saborear los pezones del zorro, particularmente cuando hacía esos sonidos tan sexys con la boca y la nariz.

— Constantine, ya deja ahí. Comienzan a doler un poco~.

— Oh, se pusieron rojos y duros.

— No soples, deja de tocar.

— Qué tacaño.

— Solo, sigue… — Instó, aunque casi se arrepiente cuando sus pantalones fueron bajados de un tirón y su excitación quedó tan evidenciada bajo la ropa interior.

— Vaya, sí que eres grande, Kenzo.

— ¡Cállate!

— Por qué, te estoy halagando… — Dijo, mirándole directo a los ojos mientras pasa sus dedos por encima del prominente bulto.

— Ngh~ Constantine… — Jadeó con las mejillas arreboladas de carmesí.

El tigre chasqueó la lengua, sintiendo un pinchazo en su entrepierna y la urgencia por tocarle mucho más íntimamente. Así que terminó empujándole sobre la cama y sacándole a tirones la ropa interior. Por supuesto, el zorro reclamó, rojo de vergüenza, el repentino ataque.

— No puedo más, quiero hacerte mío, Kenzo.

— ¿Eh? ¿Significa que yo iré abajo?

— ¿Ah? ¿Qué, no quieres?

— Bueno, n-no es que no quiera. Es que…

— Está bien, eso en realidad no importa tanto. Yo iré abajo… — Dijo, sacándose la ropa interior y sonrojándose un poco cuando los ojos del zorro le miraron específicamente allí.

— Tú también, la tienes grande.

— Nh, lo normal. Anda, cambiemos de posición.

— ¿Eh? Ah, sí. ¿Pero, estás seguro, Constantine?

— Demonios, sí. Te quejas de todo, si vas abajo o si vas arriba, decídete.

— ¡Ah! Está bien, está bien. Arriba, iré arriba.

— Además, para que lo tengas en mente. Esto es solo definir el rol en la primera ronda, para la siguiente seré yo quien te lo haga. Hoy mismo, Kenzo.

El zorro sonrió nervioso, asintiendo y buscando su bolso, sacando el lubricante y los condones. Sentado entre las piernas del tigre, estaba más que ansioso, sobre todo cuando esos ojos marrones le miraban tan calmados.

— Espera.

— ¿Eh?

Constantine se giró, mostrándole el trasero a Kenzo.

— Pienso que será mejor así.

— Ah, vale. ¿Listo?

— Que sí, date prisa.

El zorro vertió lubricante en sus dedos, y comenzó por embarrar mucho de éste sobre la zona íntima del tigre.

— Tienes la cola muy tensa, Constantine.

— Ya te dije, estoy nervioso también… — Gruñó, apretando los dientes y los ojos con fuerza cuando su novio empujó su dedo en su ano… — ¡Ng, mierda!

— ¿Estás bien?

— Sí, tú sigue. Es normal que me duela al principio. Solo, trata de no rasgarme.

— No me digas esas cosas que me pongo más nervioso… — Gimoteó, concentrado en la fuerza con que empujaba su dedo en el estrecho agujero… — Waa está muy apretado, Constantine.

— Ng, ya lo sé… — El tigre intentó relajarse, respirar profundo y aflojar los músculos internos de su ano.

De esa manera, varios minutos después, finalmente Kenzo sintió que tres de sus dígitos entraban con menos resistencia. Pero todavía no estaba seguro de que fuera suficiente. De cualquier manera, Constantine insistió que estaba listo.

El zorro se puso un condón, y luego, en la misma postura en que el tigre llevaba minutos, se acomodó para entrar en él. Se ayudó de sus manos para perfilar su pene en el orificio del tigre y empujó una primera vez. Era más difícil de lo que parecía, porque no había conseguido entrar. La cola del tigre ya no estaba tensa, pero caía lánguida a un costado, descansando casi la mitad de ella sobre la cama. En tanto, la cola del zorro sí que estaba rígida, y sus orejas a medio caer. Estaba frustrándose por no poder hacer las cosas “bien”.

— Kenzo.

— Espera, ya voy. Solo, necesito… — Intentar de nuevo y sentir la presión del pasaje del tigre oponerse a su erección… — Ngh, no puedo entrar.

Constantine se tumbó de espaldas al colchón, llamándole con sus brazos le rodeó la espalda.

— Tranquilo, es nuestra primera vez. No nos iba a salir todo perfecto. Ahora, ponlo de nuevo en mi ano. Así, no lo sueltes, usa tu mano para empujar no solo la cadera. Mgh, mierda.

— Waa estoy entrando~ nghh~.

— S-sí, lo estoy sintiendo. Maldición, despacio, despacio. Así, mierda, Kenzo. Te dije, la tienes grande. Siento que me estás metiendo un palo caliente.

— ¿Me detengo?

— ¡Ni se te ocurra! Estoy bien, lo disfrutaré luego. ¡Ngh!

— ¡Waa, te estrechaste! Constantine, me estás apretando demasiado~ y siento que me voy a correr~.

— Maldición… — Gimoteó adolorido, queriendo relajarse pero encontrando imposible el hacerlo.

Varios gemidos de uno y de otro sonaron en la habitación por algunos segundos más. Cuando Kenzo finalmente sintió que entraba hasta el tope del interior de su novio, no pudo controlar la reacción de su cuerpo y tembló. Los espasmos eran raros y tenía ganas de llorar. Constantine sintió algo caliente en su interior.

— Kenzo.

— Te lo dije, estabas apretándome demasiado~.

El tigre comprendió que su zorro novio se había corrido ya.

— Está bien, no llores.

— Pero ya me corrí, no me moví ni una sola vez.

— ¿Y? no es como si no lo pudiéramos hacer de nuevo, ¿verdad?

— Soy un eyaculador precoz~ — Gimoteó de nuevo.

— No seas dramático. Es normal que siendo adolescentes nos corramos pronto la primera vez que la metemos… — Dijo, limpiándole las lágrimas con sus pulgares, dándole un beso corto.

— Tú ya ni siquiera estás duro, no lo disfrutaste ni un poquito… — El zorro dijo, sorbiendo la nariz y agachando completamente las orejas.

— Mira, puede que mi cuerpo no esté cooperando como quisiera. Pero yo estoy feliz. Porque estoy aquí contigo, Kenzo. Escucha, y hazlo muy bien. Te amo, y amo que seas algo quejica y nervioso, pero también me gusta cuando eres más seguro de ti mismo. Así que vamos… — Se alejó lo suficiente para que sus cuerpos se separaran y empujó al zorro contra el colchón… — Primero, tiramos esto… — Dijo, sacándole el condón y botándolo al suelo… — Voy a tomar mi turno, y verás cómo para mí tampoco es sencillo. Luego vamos a practicar mucho, mucho, hasta que podamos aguantar lo suficiente dentro del otro como para satisfacer nuestros corazones, ¿bien?

El zorro se le quedó viendo, y volvió a llorar. Pero esa vez sonreía, radiante y feliz. Abrazó la cintura de su novio y le llenó de besos el rostro. costaba sacarle el romanticismo, pero cuando lo hacía espontáneamente simplemente conmovía todo su ser.

— Te amo, Constantine.

— Sí, yo a ti también. ¿Ya puedo dilatarte?

El zorro se rió con fuerza, asintiendo después y abriendo las piernas para su novio. El tigre coló una almohada bajo la espalda del zorro, y emuló los movimientos que su novio realizara antes en él, dilatándole concienzudamente.

— Siento que te estás dilatando más fácil que yo.

— Eso… bueno, tal vez yo, practiqué un poco antes en casa.

— ¿Te metiste los dedos?

— ¡Solo porque pensé que automáticamente yo iría abajo!

— Es decir, ya no eres virgen.

— ¡Qué! ¡Claro que lo soy!

— Pero ya te metiste los dedos. Estoy enojado.

— No te enojes por algo así~ estaba haciendo mi mejor esfuerzo por los dos~.

— Está bien. Pero no lo hagas de nuevo. A menos que estemos juntos y me dejes ver.

— Tienes una extraña vena pervertida, Constantine.

— Sí, supongo. Mira, ya tengo tres dedos dentro. ¿Puedo metértela ya?

El zorro asintió. Y se sujetó las piernas por debajo de las rodillas para dejarle espacio suficiente a su novio. El tigre se puso un condón y luego se ayudó de la diestra para acomodar su falo contra el anillo dilatada de su novio y empujó despacio. Gimiendo y alterándose al sentir todo ese placer al ser presionado por las estrechas paredes.

— Estás súper caliente y mojado, Kenzo.

— ¡Ngh! Más, despacio Constantine~.

Una vez que la mitad de su pene había conseguido entrar en el zorro, el tigre se inclinó besándole lentamente mientras continuaba empujando. Estaba seguro de que tampoco iba a aguantar demasiado antes de correrse. La sensación caliente y sofocante ya le estaba haciendo delirar. Era un placer exquisito y extraordinario. Algo que masturbándose nunca había sentido. Cuando comenzó a moverse adelante y atrás, la misma sensación mandaba corrientes eléctricas que aumentaba su excitación. Quizá pasaron dos o tres minutos cuando su cuerpo tembló al alcanzar el éxtasis.

Y estaban ahí, tumbados con la mirada en el techo. Incapaces de creer que esto “sea todo”. Había sido genial, sí. Pero se sentía como que algo faltaba.

— Tal vez si lo hacemos otra vez.

— Sí, pienso lo mismo. Esta vez, trata de contenerlo, Kenzo. Yo también voy a dar lo mejor.

— Está bien. Vamos a hacerlo.


Cuando la familia Mokomichi-Shim llegó a casa, el zorro morocho se sorprendió –honestamente– de ver a su hijo profundamente dormido en el sofá, con las luces encendidas como si los hubiera estado esperando.

— Lo llevaré a su habitación.

— No. Tú estás preñado, cómo crees que te voy a dejar cargar a nuestro hijo. Yo me encargo.

— Mamá ni siquiera se acordaba de su estado.

— Silencio. Y dejen de tomar video a su hermano. Vayan a dormir también, no estaban dormitando en la camioneta.

— Sí, mamá~.

El zorro morocho vio a su amante casi al final de las escaleras, con un dormido Kenzo que todavía llevaba el cabello húmedo y olía bastante a la esencia de Constantine. Sus otros hijos seguían los pasos de su padre. Y él, él sonreía.

— Supongo que les fue bien después de todo. Oh, tenemos hambre… — Dijo, tocándose el vientre y perdiéndose en la cocina. Todavía no sabía si venía uno, dos o tres críos, pero el apetito era lo único que, en esos días, le recordaba su estado.

--//--

A la mañana siguiente, Kenzo no quería ni moverse, así que se dejó mimar cuando sus padres accedieron que se quedara en cama hasta que se sintiera mejor. Para la adulta pareja de zorros había un dejo de comicidad en todo eso, podían imaginar que los adolescentes se excedieran la noche anterior motivados por la simple emoción de "la primera vez".

- Espero que Constantine esté igual que nuestro hijo.

- Preocupado sobre los roles, cariño.

- Más bien por las veces que lo hicieron, por el aroma que emanaba de su cuerpo anoche es obvio que turnaron roles. No como su padre, que casi no me deja... - Refunfuñó, esperando impacientemente sus alimentos. Todos los cachorros duermen aún.

- Cariño, yo te dejo "mandar" siempre que quieres~ no me levantes falsos.

- No, a ti se te levanta otra cosa, verdad pervertido.

- Es solo una erección matutina, ignórala.

- Has estado muy lascivo últimamente, baka.

- Es por tu embarazo, sabes que me he puesto así cada vez que has estado preñado, cariño.

- Pervertido, no busques excusas... - El zorro morocho se internó en la cocina, rodeando la espalda de su amante le tocó la entrepierna... - Estás muy duro, Hayami.

- Sí, así que no me pongas más, ChangMin ah.

Una sonrisilla maliciosa cruzó los labios del zorro morocho, cuyos dientes comenzaron a mordisquear la oreja de su amante, frotándole el prominente bulto, enredando su cola en el muslo ajeno. La cola del zorro japonés respondió enredándose en la pelvis de su pareja, frotando también su erección.

Solo esperan no ser pillados infraganti por sus hijos.


1 comentario:

  1. Ay ese Cotati🤭🤭🤭 en serio creo que la aseptación de Changmin es porque el tigrillo es igualito que él. Está primera vez me dio mucha ternura y risa por las ocurrencias de ambos. Definitivamente el matrimonio Mokomichi es súper aliviando....jajajaj

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