CAPÍTULO
15. UN ZORRO CON LAS COLAS DEPRIMIDAS
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Cuando
Jaejoong se reunió con SungJae en un parque no demasiado lejos de la Mansión
Park, el muchacho miró avergonzado a Yunho. Honestamente que no había esperado
que el moreno acompañase a su omma hasta aquí.
—
Buenas noches, Yunho hyung.
—
SungJae… — Se limitó a saludarle con un movimiento de cabeza, dándose cuenta de
cuán fuera de sitio podría estar que él permaneciera ahí… — Voy a sentarme por
allá… — Dijo señalando una banca unos cuantos metros más allá, encaminándose
ahí como si supiera de antemano que la charla será larga y se realizará aquí.
El
zorro de ojos negros miró a su hijo, cuestionando en silencio lo que le pasaba.
Esperando que le relatara lo sucedido. SungJae entonces miró primero de hito en
hito a su omma y al moreno, la solitaria banca que había elegido pronto fue
abordada por un par de chicas que parecían estar de caza, ya que no tardaron ni un minuto en acercarse con el burdo
pretexto de necesitar ubicar un local. Por supuesto, ven un chico guapo soltero
y se acercan como abejas a la miel.
—
Omma, ¿no te da celos que se acerquen a Yunho hyung?
—
No, ya que confío en él.
—
Así que, ustedes ahora realmente están bien, ¿verdad?
—
Sí, lo estamos. SungJae, qué pasó con tu
amigo YongGuk.
—
Ah, eso… — Aunque reticente a hablar acerca de eso, las memorias de inmediato
golpearon su mente y él no tuvo más remedio que contarlo a su omma.
…Flashback…
Desde
su conversación extraña con el tío de
SungJae, YongGuk a menudo se encontraba pensando en él, mirándole más de la
cuenta y prestando atención a los mínimos detalles de todo en él, desde las
delicadas facciones enmarcando su bonita cara, hasta los movimientos de su
cuerpo cuando caminaba, cuando dormía, cuando pensaba. Le tenía metido en la
cabeza 24 horas al día, y seguro si tuviese un solo minuto más, también le
estaría pensando.
Por
eso, ahora que estaban sentados a la mesa elaborando sus respectivas labores
universitarias, le era inevitable distraerse de vez en cuando por la mínima
cosa. Incluso el solo roce de su lapicero sobre el papel acompañado de los
murmullos que salían de sus labios le podía tener hipnotizado, y es que SungJae
tenía esa costumbre de hablar sobre lo que pensaba, hasta cuando estaban viendo
tv solía hacerlo, a veces en murmullos, otras realmente le ganaba la emoción y
gritaba o refunfuñaba contra el programa que estuviera viendo.
—
Pensándolo bien, es tan lindo que es
imposible sacarle la vista de encima. Creo que lo he estado observando siempre,
solo que no me había dado cuenta de eso… — Suspiró y volvió la mirada a un
lado, distraído de su propio trabajo sobre el escritorio, ignorando el montón
de libros desperdigados sobre la tabula rasa o las palabras tachadas en su
libreta… — Parezco adolescente, hasta
escribí su nombre en la esquina de la hoja… — Una sonrisa boba tiró de sus
labios mientras doblaba la esquina de la hoja en un vano intento de evitar que
pudiese notarlo de alguna manera.
Luego
continuó observándolo de reojo, atento a todas sus reacciones, hasta que el
muchacho estiró los brazos y se quejó de vista cansada, levantándose por un
poco de agua o juego, porque tenía la garganta seca. En ese momento pensó por
primera vez que a él le gustaría ser el líquido que saciara su sed. Y un
poderoso sonrojo se hizo de sus mejillas morenas.
—
Debería dejar de pensar.
—
YongGukkie~ ¿quieres tomar algo también? — Le pregunta sacando una botella de
jugo de la pequeña nevera que tienen en el dormitorio.
El
muchacho se levanta de su sitio, se acerca a su amigo quien le extiende el
galón de jugo. YongGuk lo toma, pero antes que servirse un poco también, se
queda viendo a SungJae.
—
¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara? — Pregunta con una sonrisita, limpiándose
las comisuras y el mentón por si alguna gota de jugo resbaló por ahí.
Luego,
sin que hubiese tenido la mínima oportunidad de negarse, SungJae es empujado
contra el muro tras de sí, el vaso cae de su mano estrellándose contra el piso
y derramando todo su contenido sobre éste, mientras su boca es asaltada por los
labios de YongGuk que presionan desesperados, quizá esperando alguna reacción
de su parte. Pero SungJae está paralizado en el acto, y apenas si tiene
conciencia para sentir su corazón latiendo a mil por hora. En su interior su Aliento se agita con tal vehemencia que
le oprime el pecho. Entonces empuja a YongGuk con fuerza, tanta que le lanza
hacia atrás haciéndole caer al piso, casi golpeándose contra la mesa ratona que
sirve a su vez como escritorio de trabajo y comedor.
La
mirada de ambos muchachos hacen contacto, y un sonrojo les sube a los dos al
rostro. El silencio es cruel y despiadado contra ellos, y jurarían que el otro
sería perfectamente capaz de escuchar el latir apresurado de sus corazones. Luego,
finalmente las piernas de SungJae reaccionan, y sale corriendo del dormitorio
compartido en el campus universitario, se apresura lejos sin rumbo fijo, solo
necesitado de alejarse. YongGuk se quedó en su sitio, pasmado por su propia
acción, llevó los dedos a sus labios y suspiró.
—
Mierda.
…Flashback…
—
YongGuk no tendría por qué haber hecho eso.
—
SungJae, ¿estás molesto porque te besó?
¿O porque no te desagradó?
—
¡Quién dice que no me desagradó~!
—
El lindo sonrojo que te adorna las
mejillas, SungJae… — Dijo el zorro con una sonrisa, apartando los lacios
mechones oscuros de la frente de su hijo, callado por la verdad que su omma ha
dicho… — Yo creo que si tu amigo te
gusta, bueno, podría acostumbrarme a la idea. No parece que sea un mal chico,
le has tenido confianza todo este tiempo por alguna razón.
—
Pe-pero… yo, en realidad no había pensado en YongGuk de esa manera antes.
—
Entonces, ¿te disgustó que te besara?
—
No, pero… bueno…
—
SungJae, un beso como el que YongGuk te
ha dado es un gesto de profundo cariño. Si necesitas meditar sobre tus
sentimientos está bien, pero no apresures conclusiones o podrías arrepentirte
después.
—
Omma, ¿por qué me apartaste de ti cuando nací?
— ¿Eh? —
Si bien el zorro de ojos negros siempre imaginó que este tipo de preguntas iban
a llegar, le tomaba bastante por sorpresa que fuera justo ahora, ya que no
estaban hablando precisamente de su pasado.
—
Lo he estado pensando desde que nos encontramos. ¿Por qué omma me dejó cuando
nací? ¿Por qué todo lo que sé sobre mi padre es que menospreció el amor de omma?
¿Está bien para un gumiho enamorarse? Todas esas cosas me vienen a la mente
cuando no estoy ocupado en algo más. Sé que cuando nos reencontramos te dije
que lo conocía todo por tío Shin Hae, pero no creo que sepa la verdad a fin de
cuentas, ¿cierto, omma? Eres el único que sabe lo que realmente pasó cuando me
concebiste, cuando nací.
—
SungJae… — El zorro de ojos negros
tuvo el pensamiento de replicar las inquietudes de su hijo, de decirle que
ahora ya no tenían importancia y más; pero se arrepintió cuando vio en los
honestos ojos de su hijo cuán necesitado estaba de comprender siquiera el
motivo de su existencia… — Estuviste
guardando esas dudas durante mucho tiempo, ¿verdad?
—
Creo que sí. Lo siento, estoy siendo inoportuno.
—
No es así, mereces que responda tus
preguntas… — Luego volvió la mirada hacia el moreno, que sentado en la
banca lucía ligeramente incómodo con una pareja de jovencitos que se habían
sentado ahí mismo… — Deberías hablarle a
tu amigo.
—
¿Eh? ¿Para qué?
—
¿No crees que esté preocupado por ti? O
que quizá se esté culpando en estos momentos por su actuar.
—
Si lo hace está bien, porque realmente debería sentirse súper culpable por
haberme besado así nada más.
—
SungJae, los sentimientos para los
humanos puros e inocentes como tu amigo son lo más valioso que poseen. Sé que
esta noche ni siquiera querrás pasar por el dormitorio, y que los días próximos
hasta que se aclaren las cosas entre ustedes, será incómodo para ustedes dos
siquiera mirarse. Así que solo avísale que pasarás la noche en otro lugar,
quítale un poco de la carga que debe sentir ahora sobre sus hombros.
—
¿No crees que habría intentado contactarme si se sintiera así de mal?
—
Creo que has estado tan abstraído en ti
mismo que no te has percatado del insistente vibrar de tu móvil, SungJae… —
El zorro de ojos negros aclaró con una pequeña sonrisa, mientras que su hijo se
apresuraba en mirar su móvil, comprobando la cantidad de llamadas perdidas y
textos que estaban en su bandeja de entrada.
SungJae
se mordió el labio inferior en tanto desplegaba uno a uno los textos que
YongGuk le envió.
— Entiendo
que estés molesto conmigo, por favor solo dime que estás bien.
— He
intentado contactar con tus tíos o con tu omma, pero recordé que no tengo dónde
localizarlos. Soy un idiota, ¿verdad?
— ¿Me
odias, SungJae?
— Sé
que debería disculparme por lo que hice, pero cuanto más lo pienso menos
razones encuentro para hacerlo.
— ¿Estás
con tu omma, o con tus tíos? Se hace tarde, y pareciera que va a llover,
abrígate bien SungJae.
— Para
que lo sepas, tomé mis cosas y vine donde mis padres, así que vuelve al
dormitorio y descansa. No volveré ahí hasta que podamos resolver lo que pasó.
—
YongGuk idiota… — Murmuró el menor entre dientes, derramando una lágrima de
sentimientos encontrados. El zorro de ojos negros sonrió enternecido. Esto
parecía definitivamente el primer amor de su hijo. Al menos hay algo de “las
primeras veces” de él que no se ha perdido… — Ya está, le dije que estoy
contigo.
—
Seguro eso le aligera la culpa.
—
No parece sentirse precisamente culpable.
—
Oh, es así. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes
realmente, SungJae?
El
muchacho se permitió pensarlo antes de dar una respuesta definitiva.
—
Tengo miedo, omma. Soy un gumiho igual que tú, así que viviré largo tiempo.
Pero YongGuk es humano, me cuesta imaginarme cualquier tipo de romance con él
porque crecerá, madurará, querrá realizarse como todos los mortales, tener una
familia y envejecer junto a alguien que ame. Pero si él decidiera amarme a mí,
¿cuánto de eso realmente podría darle?
—
Shin Hae te crío muy bien, SungJae. Pero
pese a que creciste en un ambiente completamente humano, nada impedirá que
sientas como un gumiho. Todos esos miedos los he sentido también, y no hay
forma de borrarlos, solo seguir adelante pese a ellos. Cuando me enamoré de tu
padre me sentí más o menos como tú, tenía miedo de verle envejecer y
conservarme tan joven como cuando nos conocimos. Además, tu padre no sabía
quién era yo, y en aquella época todo en lo que podía pensar era en que él me
dejaría y repudiaría si se enteraba. Así que planee deshacerme de mi
inmortalidad, y renuncié a mis colas.
—
¿Eso es posible?
—
Por supuesto. Pero es una decisión muy
importante que tomar, nunca debe pensarse sobre ello a la ligera, ¿entiendes
SungJae?
—
Entiendo, que de verdad amabas a mi padre como para haber estado dispuesto a
hacer algo así. Tío Shin Hae dice que mi padre menospreció tu amor por él, y
que después de eso me dejaste con él en la villa por mi propia seguridad. Pero
yo llegué a tener sueños, omma, creo que eran sobre ti, pero también sobre mi
padre. Cada que veo a Yunho hyung tengo esta sensación, de que me resulta tan
familiar porque se parece demasiado a la persona que veía en mis sueños. Y
estoy seguro de que conocí a alguien así de parecido cuando era un niño, una
comitiva de jinetes pasó por allí, y el general me advirtió que tuviera cuidado
porque casi me aplastan los caballos.
—
¿Un, general dices?
—
Sí, realmente se parecía mucho a la persona con que soñaba, y es casi idéntico
a Yunho hyung.
Jaejoong
solo pudo pensar entonces que por alguna razón, su hijo y Yoon Hoo se habían
encontrado en el pasado por casualidad. Y era algo que Shin Hae no había mencionado
en sus anteriores conversaciones.
—
¿Omma?
—
Es así, Yunho ah es prácticamente
idéntico en apariencia a como era tu padre.
—
¿Por eso te enamoraste de Yunho hyung?
—
No. Mis sentimientos por Yunho y lo que
sentí por tu padre, es completamente diferente.
—
Pero omma, ¿qué hay de los miedos? ¿Ya no te preocupa salir con un humano
siendo un gumiho? ¿O es que piensas renunciar a tu inmortalidad?
—
Yo, no lo sé. Mi relación con Yunho
apenas ha iniciado. Creo que si lo hablara con él, sería perfectamente capaz de
decirme que no haga nada como renunciar a ser quien soy, porque él me ama de
esta manera. Pero no estoy seguro de que los humanos puedan entender la agonía
que es para nosotros la vida eterna.
…
Mansión
Park
Mokomichi
blasfemó todas las maldiciones que se sabía cuando el dolor en su pecho le hizo
caer al suelo con las rodillas vencidas. Un beso y ya estaba padeciendo de esta
manera.
—
Te lo dije, no podemos hacer este tipo de
cosas mientras tengas mi Aliento, baka.
—
¿Pero un solo beso provoca esto?
—
Eso debió ser porque estabas sintiendo
algo más que el beso.
—
Ah… — El japonés cerró los ojos, agradecido de que el Aliento respondiera a las caricias de su contenedor original, y es
que ChangMin le estaba frotando el pecho con suavidad, al parecer
tranquilizándolo… — Debo confesar que vine porque no podía soportarlo más. En
serio, ChangMin, estoy a punto de volverme loco.
—
Vamos, no puedes ser tan débil ¿verdad?
Solo tienes que soportarlo unos días más. Tampoco es fácil para mí, pero no
hice nada tan imprudente como ir y tocar a tu puerta, ¿cierto?
—
Ah, no tocaste a mi puerta, pero sí has pasado por el departamento, ¿verdad,
ChangMin?
—
No te importa, baka… — Increpa
avergonzado, mirando alrededor para asegurarse de que todavía sigan estando
solos ahí… — Oye, estar tirados aquí
junto a tu auto no es precisamente una buena escena.
—
Lo peor que puede pasar es que alguien nos vea y piense que estamos ebrios… —
Mokomichi dijo con una sonrisa burlona. Y su expresión fue suficiente para
alterar el corazón del zorro de ojos oscuros… — ChangMin ah, vuelve a vivir
conmigo.
—
¿Qué no tienes sentido común? Ya viste lo
que pasó hace un minuto, si vuelvo a vivir contigo…
—
Si vuelves a vivir conmigo al menos podré verte todos los días, y eso es
suficiente para calmar mi deseo de besarte o tomarte. Pero no verte me crispa
los nervios mucho más allá de lo que puedo tolerar.
El
zorro de ojos oscuros entonces guardó silencio, y el japonés esperaba que se
debiera a que estaba meditando su propuesta.
…
Que
Yoochun le dijera eso no ayudaba para nada a sentirse mejor. Porque parecía
significar que todo este esfuerzo que ha tomado en renunciar a su inmortalidad
no es más que un error.
—
Junsu ah, ¿renunciaste a tu inmortalidad por mí?
—
Sí… — Admite con una sonrisa
avergonzada. Las personas en la fiesta han comenzado a mirar en dirección y eso
le pone nervioso… — Yoochun ah, nos están
mirando. Mi Aliento ya se calmó, así que…
—
Así que nada. No quiero soltarte, de hecho justo ahora siento que muero por
besarte.
—
Q-qué.
—
Mierda Junsu ah, no pongas esas expresiones tan lindas que me dan más ganas de
besarte.
—
Deja de decir esas cosas~
—
Cierto. En lugar de hablar debería actuar.
—
¿Eh?
Junsu
fue arrastrado al interior de la casa, Yoochun le llevó directo a su habitación
nuevamente. Parecía que en su mente había un pensamiento bastante claro de lo
que quería hacer. Pero el zorro de ojos avellanas no podía permitirle hacer
nada de lo que seguramente tiene en su mente.
Cuando
entraron en la habitación, el pelinegro cerró de golpe la puerta y empujó al
pelirrojo contra la tabula rasa haciéndose ansiosamente de sus rosados labios.
Aunque el zorro sabía que no debía dejarse llevar por esto, la voluntad de su
cuerpo no obedecía la de su mente, pues respondía con la misma ansiedad el beso
profundo y mojado que comenzara el pelinegro.
—
¡Aish! — Pero pronto Park rompió el beso, acuciado por una punzada en el pecho.
—
Te lo dije, Yoochun ah.
—
Está bien. Estoy bien.
Y
le besó de nuevo. Junsu notó que entonces el beso era más calmado que el
anterior, y tuvo una pequeña esperanza de que tal vez los besos tiernos no
tuvieran el mismo efecto en su Aliento.
Yoochun por su parte estaba tratando de ignorar el dolor que le aguijoneaba,
concentrándose en el dulce sabor de los carnosos labios del pelirrojo, colando
su lengua para disfrutar de esa sensación a néctar que prueba de la calidez en
la boca ajena. Luego sus manos actúan casi con voluntad propia, corriendo por
los hombros del pelirrojo hasta su espalda, acariciando suavemente hasta sus
costados, pasando al frente hasta su vientre plano, tibia piel que se eriza
bajo su descarado contacto al colar la mano debajo de su ropa, arrancándole un
jadeo. Y luego.
—
¡Ay, joder! ¡Mierda, no puedo! — Apartarse bruscamente, jadeando adolorido
porque el Aliento del pelirrojo le ha
pinchado con auténtica rabia.
—
Lo siento~ Yoochun ah. Basta Aliento mío,
deja de doler… — Susurró posando su mano en el pecho del pelinegro,
calmando su Aliento. Mientras que el
pelinegro respiraba profundo y maldecía la situación. Que allá al sur de su
ombligo cierto amiguito suyo sí que había estado emocionado, y no parecía
cooperarle con relajarse… — Yoochun ah,
tienes que dejar de pensar ese tipo de cosas.
—
Como si fuera tan fácil. Estoy en mi límite, Junsu ah. Quiero tanto hacerte
mío.
—
Pero mi Aliento no dejará de doler a
menos que te tranquilices.
—
¿Es que tú no me deseas igual, Junsu? ¿Te es fácil controlarte?
—
No es así, pero sé que si no nos
controlamos, mi Aliento no parará de dolerte. Además, eso podría ser malo, si
mi Aliento se corrompe yo… — Calló cuando se dio cuenta de que estaba
soltando todo con demasiada facilidad.
—
¿Tú, qué Junsu ah? ¿Qué pasará contigo si tu Aliento se corrompe? ¿Por qué se corrompería si mis pensamientos y
acciones vienen de un sentimiento sincero?
El
pelirrojo se le quedó mirando otra vez –y vaya que este día el pelinegro le ha
dado muchas sorpresas–. Eso no lo sabe, si su Aliento se corrompería aunque el deseo de Yoochun por besarle o
tocarle íntimamente viniera de un sentimiento sincero como el amor. Tendría que
preguntarle a sus hermanos, honestamente.
—
Junsu ah…
—
Lo que sé es que cuando el Aliento está
fuera de su contenedor original, todo lo que venga de la lujuria puede
afectarlo de tal manera que podría perder su vitalidad, su magia. Si eso
sucediera, el Aliento sería mortal para su contenedor original, tanto si le es
devuelto como si no.
—
A quién se le ocurrió tal tipo de magia. Es algo muy cruel.
—
No lo sé. Estas normas existen para todas
las criaturas mágicas desde siempre.
—
Entonces, ¿cuántos días faltan para que pueda pensar en ti sin que tu Aliento me duela?
— Muchos, Yoochun ah. Tal vez sea mejor si no
piensas en un número. Además, también es difícil para mí. Cuando me tocaste
hace un momento, toda mi sangre se encendió, no quería que pararas.
—
Junsu ah, por nuestro propio bien, no digas más. Querré tirarte en la cama e
intentar avanzar más que hace un momento.
El
zorro de ojos avellanas se mordió el labio inferior, moteando sus mejillas de
carmín. Luego se sentaron en la cama uno junto al otro, pero en segundos
Yoochun ya le había empujado más adentro, instándole a sentarse para poder
recostar su cabeza en sus piernas.
—
Nunca me había enamorado como lo estoy de ti, Junsu. Creo que es como si fueras
mi primer amor. Me gusta cómo se siente.
—
También es la primera vez que me enamoro,
Yoochunnie.
—
¿En serio? Has vivido durante mucho tiempo, ¿no?
—
Sí, pero nunca me había enamorado.
Probablemente no hubiera sabido lo que este sentimiento significaba de no ser
por mis hermanos. Y también un poco de instinto, supongo.
—
Soy afortunado. Me gusta saber que soy tu primer amor. Y seré el único,
¿verdad? No dejaré que nunca te enamores de nadie más, quiero darte todo lo que
necesites para que permanezcamos juntos toda la vida.
—
Por eso es que renuncié a mi
inmortalidad, Yoochun ah. Porque prefiero una sola vida a tu lado, que verla
pasar y sufrir tu partida conservándome tan joven como me conoces ahora.
Park
levantó la mirada buscando los ojos avellanas del zorro, alzó la mano y le
acarició una mejilla, luego las esponjosas colas del zorro se revelaron para
beneplácito del pelinegro, que no dudó en acariciar una de ellas cuando ondeó
cerca suyo.
—
¿Duelen cuando desaparecen?
—
Sí.
—
¿Mucho?
—
Eso no es importante, Yoochun ah.
—
Debo admitir que me gustan, siento que una parte de ti se muere cuando desaparecen. Sería grandioso que pudieras conservarlas
aunque te volvieras mortal.
Junsu
sonrió con un dejo de tristeza entonces. Él también querría eso.
…
Cuando
Ji Seok en compañía de Wooyoung arribaron a la Mansión Park, el libro que el
universitario llevaba en su regazo se agitó abriéndose de par en par, las
páginas se dieron vuelta una tras otra hasta que llegó alrededor de la cuarta
parte del grosor del libro. En la desgastada página se dibujó claramente una
silueta.
—
¿Mh? ¿Esto no es un Gumiho? Mira, Ji Seok.
—
Sí, lo es. Por qué se dibujó repentinamente. No hay texto, ¿verdad?
—
Nada. Solo el dibujo.
En
la entrada de la Mansión, donde ChangMin y Hayami habían permanecido encerrados
en el auto del japonés discutiendo el tema de vivir juntos de nuevo, el zorro
de ojos oscuros se sintió inquieto, e involuntariamente sus colas pugnaban por
revelarse. Lo mismo le pasó al zorro de ojos avellanas, aunque como él ya había
liberado sus colas, solo tenía esa sensación de inquietud.
Continuará……
Jajaja como me encanta el hayamin 🤣
ResponderBorrarQuiero llorar, El Yoosu necesita estar junto y que Chunnie le dijera tales cosas a Junsu hace que se sienta mucha desolación porque tiene razón Junsu y ChangMin y Jae estarían dejando morir parte de su esencia. Jae Umma siento que es más maternal con sus hermanos que con su hijo después de todo el rollo a ese muchachito yo ya le puse la cara del líder de NCT 🤭🤭🤭
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